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El techo de cristal, Una Barrera Imvisible para las Mujeres

El techo de cristal Asodamas

El papel de la mujer, desde la prehistoria hasta nuestros días ha sido invaluable. Sin embargo, históricamente la mujer ha sido invisibilizada desde los albores de la civilización; no se le ha reconocido ni se le ha dado el lugar que merece. A este hecho se le suma, las barreras a las que se ha visto enfrentada para ser escuchada, valorada y respetada en diferentes áreas.

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Algo que ha caracterizado al sexo femenino, en el correr del tiempo, es la tenacidad de sortear las dificultades que se le presentan en el camino. Las mujeres tienen una fuerza inimaginable cuando se trata de sobrevivir, sacar adelante a sus seres queridos, luchar por sus anhelos y su autorrealización. No obstante, hoy en día existen murallas en el ámbito laboral, social, académico, entre otros que le impiden llegar más alto. Por más que quieran elevarse, se chocan con un techo invisible, de cristal, que les impide volar más alto.

El techo de cristal, es una expresión que con el pasar del tiempo ha tomado mayor fuerza para hacer referencia a los obstáculos que enfrentan las mujeres en el ámbito laboral. Hoy en día, las mujeres logran grados académicos cada vez más altos; pero aun así, se siguen encontrando con barreras que no les permiten acceder a los cargos jerárquicos más altos en las organizaciones. Estas barreras son invisibles porque no existen elementos tangibles que impidan su crecimiento laboral, no existen normas que justifiquen su situación actual. Por esta razón, se puede interpretar esta metáfora como aquella superficie que permite a las mujeres mirar hacia arriba, pero, les impide traspasarla.

¿Cuándo surgió este término? Aunque, pareciera ser una expresión reciente, realmente se acuñó, hace más de 40 años, en 1978, cuando Marilyn Loden se opuso a las conclusiones dadas por otras participantes durante un panel de discusión, organizado por la Alianza de Acción Femenina en Manhattan, titulado “Mirror, Mirror on the Wall (Espejo, Espejo en la pared), donde se debatían los pocos avances obtenidos por las mujeres en el campo laboral y concluían que estas razones se debían a las carencias de socialización, baja autoestima y comportamientos que reflejaban el autodesprecio entre las mujeres.

Loden se pronunció y manifestó su desacuerdo, ella consideraba que estas barreras no eran causadas por problemas de tipo individual o personal, sino por la cultura en la que estaban sumergidas, la cual obstruía las aspiraciones de las mujeres y no fomentaba equidad de oportunidades. Describiendo, así, otra barrera además del espejo, el techo de cristal.

“Una barrera invisible para las mujeres”

En 1986, vuelve a aparecer este término en un artículo del Wall Street Journal “The Glass Ceiling: Why Women Can’t Seem to Break the Invisible Barrier That Blocks Them from the Top Jobs” (“El techo de cristal: por qué las mujeres no parecen romper la barrera invisible que les impide tener los mejores trabajos”) describiendo esas barreras que enfrentamos las mujeres en la jerarquía corporativa.

Cuarenta años después, y a pesar de la creciente fuerza que la mujer ha demostrado, aún persisten las brechas de género. El rol de la mujer ha ido cambiando en la sociedad, las mujeres logran altos grados de formación y tienen aspiraciones laborales cada vez más elevadas; pero en contraste, no logran escalar la pirámide laboral de forma similar a como lo hacen los hombres. Las estadísticas muestran que, si bien, las mujeres han aumentado su participación en cargos gerenciales, esta participación, ha sido lenta e irregular, según informe de la Organización Internacional del Trabajo.

Algunos ejemplos que permiten ilustrar cómo se presenta este fenómeno son: el bajo porcentaje de cargos ocupados por mujeres en la alta dirección, así como en altos cargos públicos donde la representación de las mujeres sigue siendo baja.

A pesar de los avances positivos, pero lentos, asociados al tema, la desigualdad de género sigue siendo el talón de Aquiles. En el campo laboral, la mujer ha sido descrita con expresiones como: “el sexo débil”, “sentimentales”, “problemáticas”, “las mujeres sirven para las tareas del hogar”, entre muchos otros. Por el contrario, al hombre, se le han atribuido cualidades de: “fuerte”, “directo”, “preciso”, “controlador”, “tomador de buenas decisiones”, “piensa con la cabeza fría”. Estas últimas cualidades, enmarcaron un tipo de liderazgo aceptado, el masculino, y con esto se ha logrado mermar la confianza a las habilidades de las mujeres para liderar equipos de trabajo y toma de decisiones. Por consiguiente, se fortalecieron los prejuicios asociados al ser mujer, dando por sentado que los hombres son los más pertinentes para asumir cargos de alto rango en las organizaciones.

Estos prejuicios, se transmiten de una generación a otra manteniendo la problemática. En la actualidad, muchos hombres y mujeres comparten, defienden, y dan por hecho, los papeles que cada género debe cumplir en la sociedad. Claro está que, los seres humanos tienen diferencias individuales que los hacen seres únicos, con fortalezas y debilidades y con necesidades de crecimiento personal, por lo tanto, sus aspiraciones y capacidades no deben ser discriminadas por la razón de sexo.

Una forma de debilitar el techo de cristal, es sensibilizar a las mujeres y hombres en las desigualdades que existen y las dificultades que, en este caso, las mujeres deben afrontar a diario en el mundo laboral y social. Así mismo, empoderar a la mujer en el conocimiento de sus derechos para disminuir su vulnerabilidad. Adicionalmente, fortalecer y formar a las personas en prácticas que rompan con los prejuicios y creencias que inconscientemente justifican las inequidades.

Por esto, Asodamas de Colombia tiene el compromiso social de trabajar articuladamente con las gestoras y gestores sociales, con las representantes de organizaciones de mujeres de base, para impactar positivamente a las comunidades más vulnerables de la sociedad colombiana, para fomentar los nudos sociales entre las mujeres por medio de su proyecto bandera la Casa Social de la Mujer y, junto con las demás líneas de acción desarrolladas por cada una de sus asociadas de los distintos municipios a nivel nacional, garantizar los derechos de las mujeres y gestionar políticas incluyentes que las fortalezcan para que a largo plazo el techo de cristal se debilite y se destruya.

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