:: «Pero al principio, no fue así…»
Sara Ma Hernández Venencio Técnica y Promotora de Igualdad de derechos y oportunidad para Mujeres y Hombres
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relación aunque esto fuera contrario a la voluntad y el deseo del Dios Creador. Desde entonces, y a medida que la comunidad crecía, el sistema de jerarquías encontró diversas formas de expresión y en consecuencia, de desigualdades, de discriminaciones y opresión: el pobre y el rico, el nativo y el inmigrante, el blanco y el negro… Sin embargo, la desigualdad por antonomasia es la que señala en todos los tiempos y las culturas el dominio del hombre sobre la mujer en sus diversas manifestaciones, sustentado por los estereotipos de género que definen a los hombres con «lo masculino» y a las mujeres con «lo femenino». Cuando en su origen Dios solo establecía una diferencia sobre la base de lo sexual y biológico, a partir de la caída en el pecado, se diferenciarían también por el género que se les atribuya, siendo esta una construcción social que depende de la cultura y por lo tanto del hombre, no de Dios. Desde entonces hasta hoy ese modelo definido como modelo patriarcal ha ido tomando diversas formas y se ha reforzado más o menos en distintas épocas, sin embargo, variar en su esencia. En el mundo global, los modelos de hombre y mujer que sustenta la sociedad actual se reflejan en los medios de comunicación y dentro de estos, la publicidad es uno de los instrumentos de mayor influencia social. Mediante la publicidad se ven reflejados, promovidos y sustentados los estereotipos de género que nos mantiene distantes del modelo original y que nos llevan a actuar, muchas veces de manera inconsciente, en concordancia con el modelo patriarcal al tenerlo interiorizado y considerarlo «nor-
IMÁGENES FACILITADAS POR LA AUTORA.
aber quiénes somos, y a qué debemos aspirar como seres humanos, es una búsqueda constante que mueve la vida de cada persona. En cada decisión personal diaria nos acercamos o nos alejamos al objetivo que tenemos, basados en el concepto de lo que significa ser verdaderamente hombres o mujeres plenamente desarrollados de acuerdo a los principios que rigen nuestras vidas. Desde la perspectiva cristiana reconocemos un modelo bíblico para unos y para otras, el cual se manifiesta por primera vez en los dos primeros dos capítulos del Génesis. Ocasión en que Dios creó a los seres humanos, y los hizo perfectos, potencialmente iguales en capacidades, derechos y deberes (Gn.1:27-29). Como pareja primigenia, formada por dos seres plenos en su unión con el Dios creador, estaban diferenciados solo por su sexualidad, lo que permitía el espacio de complementariedad necesario para que juntos formaran el ser humano en toda su magnitud. Era esta relación igualitaria entre las personas lo que definía el modelo social de relación propuesto por Dios para la humanidad. Sin embargo, después de la caída en el pecado, la relación se quebró. Se generaron cambios que afectarían todas las generaciones posteriores. Ahora, lejos de la perfección del hombre y la mujer sin pecado, la forma de relacionarse entre la primera pareja, se estableció sobre la base de una jerarquía que no estaba en los planes originales del Creador y por primera vez en este mundo un ser humano se sintió con autoridad por encima de otro. Manifestándolo en un ejercicio de poder, Adán puso nombre a Eva (Gn.3:20), dejando claro quien dominaba en la
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