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1. Presentación
1.1 Recordarnos y Olvidarnos
Es curioso pensar en el olvido y el recuerdo como una dupla de elementos que se necesitan entre sí para sobrevivir. Normalmente nos centramos en el recuerdo y en las miles de formas de acceder a él, ignorando que el olvido no es más que un estado del recuerdo, totalmente necesario para que hacer memoria sea posible (García Maidana & Lleras Figueroa, 2019).
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El olvido se plantea como un acto involuntario, contrapuesto al acto voluntario de recordar, en el que la narración surge como opción para llegar al recuerdo. El hecho de relatar permite reconstruir el recuerdo para que esa historia vuelva a existir en la memoria de otros o en nuestra propia memoria.
No se puede pasar por alto, que la historia que surge en el presente proyecto, a partir de la recolección de los relatos en el municipio de Trujillo, es frágil, efímera e inestable; y estas características lejos de invalidarla; responden a una variación constante que tenemos como sujetos partícipes de entornos, cuyos pensamientos, ideas y opiniones se renuevan constantemente. Es la evidencia de que somos entes con procesos cíclicos y no lineales, donde se vuelve una y otra vez a los mismos puntos, permitiendo que los significados de estos cambien, crezcan y se resignifiquen de acuerdo al momento en el que nos encontremos. Al respecto Modell, citado por (Stern, 2012), utiliza el término griego “Kairos” para referirse a este tiempo dónde es válido volver sobre sí mismo una y otra vez; y más adelante añade, que este ir y venir se ve impedido cuando existe un trauma sin sanar en la historia a la que se quiere acceder (Modell, 2006).
Y es precisamente en ese proceso cíclico en el que decidí volver sobre mi origen para tratar de entender la razón por la que sentía que las percepciones de personas ajenas al municipio de Trujillo, eran muy distantes a las percepciones de la mayoría de las personas que hemos vivido en este lugar.
Al hablar de mi procedencia, se hace necesario referirme a Trujillo, Valle del Cauca, como un espacio en el que se gestaron la mayoría de mis relaciones familiares y se entretejieron historias con detalles dados por diferentes personas. Mi experiencia de vida y los relatos escuchados, crearon un imaginario personal de la realidad, el cual, en la mayoría de ocasiones, tenía divergencias con lo que escuchaba en contextos externos al municipio.
En el proceso de búsqueda de archivos sobre Trujillo, encontré múltiples registros audiovisuales y textuales (documentales y periódicos). Contienen relatos sobre el municipio desde perspectivas muy distintas a las que plantean las personas cuando cuentan, sin pretensión alguna, anécdotas ocurridas en el pueblo. (Fig. 1)
Noté también la existencia de un desequilibrio en la difusión de estos registros, respecto a las historias contadas por las personas; es decir, los registros donde primaba el dolor y la violencia tenían una mayor circulación en medios masivos como periódicos, libros, revistas y sitios web; mientras que las historias contadas por las personas, tenían muy poca circulación en tales medios.
Al respecto, Layla Burbano Abadía, socióloga egresada de la facultad de ciencias sociales y económicas de la Universidad del Valle, menciona tras su investigación,
“el diario El País produjo un total de 44 noticias referentes a los sucesos ocurridos en Trujillo. En ellas, el personaje que se encuentra más veces mencionado dentro del relato noticioso es “las autoridades (24 veces) Es notoria entonces la diferencia que hay respecto a otros personajes y que supondrían mayor importancia dentro del relato, como los desaparecidos, nombrados apenas 12 veces o los trujillenses, víctimas directas de los sucesos, nombrados solamente 7 veces. Como ya se dijo, es claro quiénes son los personajes realmente importantes dentro del relato de este acontecer.” (Burbano, 2018, págs. 51-52)
Figura 1 Moodboard realizado a partir de periódicos y documentales revisados, dónde hay una predominancia de relatos hegemónicos sobre el municipio de Trujillo. La selección y construcción de este material la realicé durante la investigación inicial al intentar desvelar cuál era la conversación que se daba sobre trujillo en medios masivos de comunicación. A lo largo de este documento incluiré más desarrollos visuales y conceptuales elaborados en distintos momentos del proyecto, bajo la categoría de “Elaboración Propia”. Fuente: Elaboración propia.
Es importante mencionar que Trujillo, como muchos de los municipios de Colombia, ha pasado por épocas sistemáticas de violencia, donde destaca especialmente “La masacre de Trujillo” (1988-1994), hecho en el que ahondaremos brevemente más adelante. La serie de relatos hegemónicos, que he hallado a lo largo de esta investigación, habla principalmente desde la violencia, el dolor y la guerra, pero se olvidan de indagar en las formas de resistencia del municipio, de las emociones que tenían sus habitantes ante estos hechos y las reflexiones que surgían de acuerdo a lo sucedido.
La carencia de difusión de relatos que ejemplifiquen, desde la cotidianidad, la forma cómo los trujillenses deambularon y sobrevivieron a estos períodos donde la violencia tuvo una relevancia importante, pero no única, afecta desde una forma comunicativa la manera cómo se caracteriza el municipio. Siendo la identidad un proceso de articulación construido “a través de discursos, prácticas y posiciones diferentes, a menudo cruzados y antagónicos…y en un constante proceso de cambio y transformación”: (Hall & Du Gay, 1996) su naturaleza es ser heterogénea. Cuando se tiene una caracterización singular y estática, la identidad del municipio termina por ser homogénea; lo que vendría a ser una muestra inequívoca de poder, pues para que ésta exista bajo tal adjetivo, es necesaria la exclusión o la represión de algo. Así entonces se puede hablar de un proceso de estigmatización del municipio, como consecuencia de este discurso identitario creado a partir de la unificación de pocas voces que construyen una postura homogénea, voces que transmiten un único significado, sin tener en cuenta las diversas realidades de sus habitantes.
Estas realidades, que se expresan en la trayectoria cotidiana de cada individuo, terminan por entremezclarse a través del discurso y la comunicación subjetiva que se da entre los sujetos. El filósofo chileno Humberto Giannini (2004) plantea la cotidianidad como aquello que a pesar de pasar, día tras día de manera repetitiva, alude a un proceso cíclico, donde siempre se va de un lado a otro.
En dicho proceso es posible despertar un carácter reflexivo, ya que ahí, en el ir y venir, reside una carga simbólica y experiencial que consolida de manera individual la forma de ser de las personas, lo que a su vez termina por moldear las relaciones que se dan entre ellos, consolidando algo más grande como lo es la identidad de comunidad o identidad colectiva.
Dado que las identidades se construyen dentro del discurso y no fuera de él y que existe una suerte de representación cuando uno se narra y de reconocimiento cuando escucha la narración del otro, encuentro una riqueza en los detalles de los relatos cotidianos realizados por los testimonios y siento la necesidad de poner en escena aquello que a simple vista pueda parecer simple y mundano. La narración de lo cotidiano entreteje dentro de sí, recuerdos y vivencias presentes, con simbolismos y significados vitales para la construcción de la identidad tanto personal como colectiva. Vale anotar que los recuerdos pierden su elasticidad y adaptabilidad, cuando un hecho traumático está intrínseco en ellos, en especial porque se conciben como una historia aceptada e instaurada que ya ha llegado a su fin; paralizando todo el proceso de hacer memoria. En el momento en que los protagonistas de esas historias, pierden la posibilidad de acceder a los detalles cotidianos de sus recuerdos, los relatos quedan vacíos y se da vía libre a imposiciones externas de contenidos o significados.
Menciona Giannini (2004) que la conversación es esencialmente transgresora, pues en ella existe una capacidad de recoger la vida diaria, expresarse libre y restaurar esa experiencia en común que es lo permite ser o no, comunidad. Por esta razón el ejercicio de abordar el pasado desde otras vías, como lo es conversar sobre la cotidianidad y no desde lo que está escrito o consignado, permite construirlo nuevamente, re configurarlo y de paso alberga la esperanza de que se comience un proceso de reconciliación de un trauma. Este proceso puede dar pie a que los habitantes de Trujillo sean conscientes de sus voces y de la identidad polifacética y variable que tienen como pueblo. El hecho de reconocer sus propias vivencias posibilita que tomen la vocería para contar la historia y se antepongan a una serie de discursos impuestos; para así poder conectar con el pasado y no quedarse atrapados en él.