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mundo inmerso en los detalles 2.3 Trabajo de Campo

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Epílogo

Epílogo

2.3 Trabajo de Campo

2.3.1 El reconocimiento inicial

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Humberto Giannini (2004) sostiene que las personas reconocen la cotidianidad como aquello que pasa todos los días sin ninguna alteración inusual y ya desde antes afirmaba que lo cotidiano “parece ser justamente lo que pasa cuando no pasa nada. Nada nuevo, habría que agregar” (Giannini, 1999, p. 21)

Dado que eran ese tipo de vivencias las que me interesaba investigar y visibilizar, empecé a tener charlas casuales con personas que viven en el municipio y con mi familia, al mismo tiempo que realizaba largos recorridos, tratando de captar detalles antes de comenzar con las entrevistas, así cuando éstas se dieran y los recuerdos de los trujillenses se fueran despertando, ya tendría una referencia para alimentar la conversación. Previamente había recolectado información sobre el municipio, revisando periódicos, publicaciones en la web y archivos audiovisuales. Casi todos estos materiales, como lo he mencionado en capítulos anteriores, estaban relacionados con la violencia y en ellos primaba un discurso dominante donde no había pluralidad de voces o significados, sino más bien un puñado de voces repitiendo la historia una y otra vez. No quedaba del todo claro si no había más historias por contar o si había un proceso de imposición sobre lo que se debía o no narrar.

Sin embargo, rescato haber encontrado ciertos materiales que comenzaban a mencionar iniciativas culturales que se daban en los procesos de reparación de las víctimas y/o dinámicas sociales que eran vividas en el municipio.

En estas revisiones, me acerqué a un trabajo realizado por los antropólogos German Bonilla y Rolando Cruz quienes en 2010 desarrollaron un proyecto titulado “Memorias del proceso de Fortalecimiento Social para la Reconciliación” que tenía la

"intención de aportar elementos que evitaran la re victimización, evitando de esta manera caer en la reproducción de elementos autocompasivos, auto victimizantes, acompañados de representaciones que reiteran un pasado doloroso que desembocan en un estancamiento del proyecto de vida personal y colectivo (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, 2012, pág. 18). El resultado de acercarse paulatina y constantemente a la comunidad, permitieron generar espacios diversos, entre esos el colectivo Manguala que propuso siempre espacios de creación colectiva y actividades lúdicas con la comunidad.

El acercamiento a este trabajo me ayudó a reconocer que la violencia, como en muchos lugares de Colombia, es transversal a todo, pero no es el

único factor en la cotidianidad de una sociedad. Existen muchas otras actividades, a las que los medios de difusión no les dan la importancia que merecen, aún más cuando son por medio de éstas que una comunidad resiste y se levanta de aquella violencia. En este proceso de reflexión, pude reafirmar la importancia de un discurso en el que los individuos sean capaces de trascender de víctimas a actores sociales y gestores del cambio.

Adicional a ello, tuve acceso a un archivo fotográfico mucho más amplio, compuesto por fotos, antiguas y recientes, (Fig. 17) que muchas personas habían ido coleccionando durante años. Estas fotos daban cuenta de que existían más espacios, más encuentros y más actividades que se realizaban en el municipio, no solo las narradas o difundidas en los medios masivos de comunicación. Me cuestioné sobre la razón por la que, a pesar de existir otro tipo de actividades, se hablaba insistentemente de las mismas, dificultando que las personas externas tuvieran una visión mucho más amplia de lo que era el municipio.

Reconocí un problema en el hecho de reducir la identidad del pueblo a solo un suceso concreto de violencia, cuando es la variedad de momentos y perspectivas, las que en conjunto conforman su identidad. Ante esto, exploré las formas en las que los habitantes del municipio se relacionan con dicha identidad para construir la propia y apropiarse del lugar; hallando una diversidad de perspectivas, característica de la multiplicidad misma de una comunidad. A partir de estas reflexiones continué con mi proceso de reconocimiento.

Esto significó recorrer las calles del pueblo una y otra vez para observar en detalle cómo se daban las relaciones entre las personas, cómo se habían construido sus rutinas y cuáles eran esos pequeños actos que consolidaban sus dinámicas.

Figura 17 Pequeña muestra del archivo fotográfico recolectado durante el trabajo de campo. Foto: Elaboración propia.

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