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3.1.1 Abrir, cerrar, volver a abrir, estar, charlar

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Epílogo

Epílogo

La instalación que surgió como producto final de este proyecto no pretende ser nada más que una invitación a que las personas se den un momento para conectarse con un relato, bajo una suerte de cercanía e intimidad, honrando a quien ha contado esa historia, y creando un espacio de comunicación, en el que puedan darse la oportunidad de ingresar en la cotidianidad de los testimonios y quizás reflejarse en las narraciones que escuchan.

Propuse un espacio (Fig. 29 y 30) en el que a través de los testimonios, las piezas audiovisuales y los objetos tridimensionales, fuera posible vislumbrar a un grupo humano que resistió los períodos de violencia y se sobrepuso a ellos, gracias a sus prácticas cotidianas y a su compartir constante en comunidad.

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Figura 29

Primeros bocetos de la Instalación Trujillo, una historia por contar. Conforme avanzaba en el reconocimiento del territorio y tenía más y más conversaciones con los Trujillenses, más sentía la necesidad de que el espacio final tuviera un caracter íntimo y de recogimiento. Además y por pedido propio de los testimonios, las historias que salieran a la luz serían de preferencia anónimas, para que no hubiera juicio sobre la narración. Fuente: Elaboración propia.

La obra es tan efímera como la memoria y tan heterogénea como el grupo mismo de personas que la componen. Después de las conversaciones, quise condensar en ella una idea de colectividad, donde las relaciones entre elementos son vitales para que la muestra pueda existir. Es por eso que toda la obra no puede pausarse ni devolverse, simplemente está allí, corriendo de manera continua una y otra vez, como las mismas historias.

Las narraciones, fotografías y vídeos que están expuestas, las recolecté durante los 9 meses que estuve viviendo alternadamente en Trujillo entre los años 2019 y 2020. Cuando revisé este material, identifiqué puntos comunes que eran repetitivos y que permitían conectar a las historias entre sí.

Estas concordancias me permitieron agrupar los relatos a partir de su esencia, más allá de categorías temporales o de hechos hegemónicos. Es por eso que las tres categorías importantes que logré definir: comer, celebrar y jugar, (Fig. 31) fueron producto de interiorizar cómo se ha gestado y se sigue gestando la comunidad en Trujillo.

Hacen una clara alusión a las prácticas cotidianas de los Trujillenses: el comer; entendiendo éste como el conjunto de acciones que existen alrededor de cultivar la comida, de prepararla, de consumirla y compartirla; el celebrar, refiriéndome a rituales tanto familiares como comunitarios que pudieran tener incidencia en el municipio pero

Figura 30 Bocetos de la obra donde se evidencia mi búsqueda constante por la materialización del espacio valiéndome de elementos recurrentes en la cotidianidad de los trujillenses, como el papel de envolver las arepas. Hacía hincapié en la utilización de fragmentos para la construcción de la obra y en generar espacios que llevaran a las personas a conversar sobre las historias oidas o vistas. Siempre tuve una inclinación a sentir que la obra debía desarrollarse de forma cíclica aún cuando el espacio final no fuera una circunferencia. Lo cíclico debía estar presente en el recorrido del visitante, en partir de un lugar y volver al mismo lugar, para encontrarse con algo diferente, tal y como sucede con los recuerdos.

Fuente: Elaboración propia.

también a diversas celebraciones religiosas características del pueblo; y el jugar, incluyendo en esta categoría todas aquellas narraciones que ejemplificaran una manera particular de abordar la vida desde la curiosidad, la libertad y el placer propio del juego.

Mediante estas tres categorías, el visitante puede acercarse a la naturalidad del relato sobre un recuerdo determinado. Dicha naturalidad es mencionada por Ferdinand Tönnies, sociólogo alemán, quién se refiere a la comunidad como aquella vida natural, insustituible y auténtica que tenemos en común con otros sujetos. (como se cita en Álvaro, 2010)

Conforme avanzaba en mi revisión de material sonoro y visual y, a medida que iba nutriendo cada una de estas tres categorías, comencé a reflexionar sobre el proceso que había tenido que ocurrir para que los testimonios llegarán a tal grado de vulnerabilidad en contarme historias con una carga emocional tan alta.

PRÁCTICAS COTIDIANAS

actividades recurrentes que son propias de una comunidad (Trujillo)

COMER CELEBRAR JUGAR

mediadas por RELACIONES INTERPERSONALES

Figura 31 Esquema de las categorías definidas para la exposición de los archivos orales. Fuente: Elaboración propia. Figura 32 Selección de algunas fotografías que a través de puertas y ventanas abiertas (algunas con sujetos y otras sin ellos) muestran la apertura de los Trujillenses y la invitación misma a conversar con quien quiera que pase cerca a la casa. Fuente: Elaboración propia.

Empecé a fijarme en cuales espacios, este intercambio de relatos se daba de forma natural y en medio de mis paseos fotográficos, encontré una repetición de la práctica de salir a hablar a la ventana con el vecino, con el amigo o con quien pasase por el lugar. (Fig. 32) Al relacionar esta práctica con las historias que narraba la comunidad, en las que mencionaban que la “capacidad de estar siempre para el del lado, nos permitió mantenernos unidos y hacerle frente a muchas situaciones” me ayudaron a definir que las categorías debían contenerse en un espacio que invitara al acercamiento, a descubrir y abrir puertas o ventanas, tal y como los Trujillenses lo hicieron en determinados momentos.

Figura 33 Bocetos de las superficies donde podrían exponerse estas tres categorías definidas (comer, celebrar y jugar) En algún momento, esta propuesta fueron simples cajas horizontales apelando a las cajas donde se guardan las fotografías antiguas. Se me ocurrió también, reescribir cada historia en páginas de diarios mientras sonaba una sola historia al fondo. Descarté esta idea porque perdía toda la riqueza de la cadencia del relato oral que yo quería rescatar. Fue después de revisar con detenimiento las fotografías del trabajo de campo, que decidí que había cierta intimidad en el hecho de abrir una ventana para conversar con el vecino. Por esta razón, la materialización final, responde a una necesidad visual de simular una ventana del municipio. Fuente: Elaboración propia. Figura 34 Bocetos de las ventanas que contendrían las categorías, planteando una exposición itinerante cuyos componentes puedan funcionar por separado. Fuente: Elaboración propia.

Figura 35 Bocetos en etapa avanzada de la ventana, donde se alcanza a vislumbrar detalles de las ranuras para que guarde coherencia con las ventanas del municipios, el parlante que se utilizaría para reproducir el relato oral y la luz que permitiría ver las fotografías del fondo. Fuente: Elaboración propia.

Figura 36 Bocetos final del proceso, en el que es evidente una materialización más precisa de la ventana. El material usado para tangibilizar este render será madera y el proceso será llevado a cabo por un ebanista del municipio de Trujillo. La producción final serán 3 ventanas, 1 por cada categoría definida. (Comer, Celebrar y Jugar) Fuente: Elaboración propia.

Con estas dos perspectivas en mente, la de tener una categorización de los relatos y exponerlos de forma que apelara a la intimidad misma de la conversación, propuse una serie de superficies que pueden entreverse en los bocetos (Fig 33) para decidir por fin, construir una tríada de ventanas, (Fig. 34 y 35) una por cada categoría, donde se pudieran oir estas historias, cuya iluminación y audio funcionara independiente al entorno en el que estuvieran.

Al iniciar a construir estas obras, decidí que, a pesar de que el foco de atención estaría en la parte sonora de los relatos, un punto de conexión aún mayor con las personas y que apoyaba el objetivo de facilitar ese viaje a los recuerdos, eran las fotografías.

Por ello, en el fondo de cada una de estas ventanas hay una serie de fotografías recolectadas durante el proceso, algunas tomadas por mí, otras pertenecientes a archivo de varias personas del municipio, que acompañan y narran a su vez pequeñas historias adicionales a las que están sonando en el parlante. (Fig. 36)

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