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Las empresas trabajan en reducir la huella de carbono
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¿Falta desarrollar nuevas coberturas?
Si bien la participación del mercado asegurador en el campo está creciendo, los entrevistados coinciden en que faltan coberturas para cubrir otros riesgos.
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En esa línea, Bumade opina que el mercado argentino funciona distinto a cualquier otro mercado del mundo, donde el seguro de multirriesgo ampara otros riesgos, además de granizo, viento y heladas.
“El negocio debería virar en esa dirección porque eso generaría que la oferta por parte de las aseguradoras sea más completa y, a su vez, los asegurados tendrían más opciones para elegir. Hoy en Argentina solo un 2% de lo asegurado corresponde a multirriesgo, creo que ese es un campo que hay para explorar y desarrollar. Aunque es difícil porque existen limitaciones de capacidad de reaseguro”, apunta.
El seguro paramétrico es otra cobertura que propone un enfoque diferente al seguro tradicional, pero no tiene desarrollo pese a que el mercado argentino lo analiza desde hace años. Sin embargo, no es solamente un problema de oferta de las aseguradoras, sino de demanda de los asegurados, explica la ejecutiva de Provincia Seguros.
“Los clientes están acostumbrados al seguro tradicional y tendrán que ir acostumbrándose a que el paradigma va a ser otro. Entonces, aunque hoy haya disponibilidad tecnológica y de coberturas por parte de las compañías, lo cierto es que los asegurados parecen exigirlo, pero finalmente se vuelcan a las coberturas tradicionales”, agrega.
Para Sebastián Sabattini, productor agropecuario de la Región Litoral Sur de la asociación civil integrada por empresarios agropecuarios CREA y vocal de la Comisión Directiva de CREA, el principal riesgo del agro no cubierto es la sequía.
En ese sentido, opina que esa cobertura es fundamental para la estabilización del sistema productivo, de las empresas y las arcas de los estados provinciales y el nacional. “Es importante tener en cuenta que esa estabilización es un factor relevante a la hora de pensar niveles de inversión directa agrícola, y de inversiones del sector para aumentar la capacidad productiva”, enfatiza.
Sabattini explica que diferentes grupos dentro de sus organización tuvieron iniciativas para desarrollar este producto con distintas compañías, pero o no lograron hacerlo, o no pudieron mantenerlo en el tiempo por la imposibilidad de reaseguro para este evento.
“Claramente hay un trabajo muy importante a realizar con intervención público-privada para lograr este objetivo. Las primas de un seguro multirriesgo o la diversificación geográfica necesaria para contratarlo hacen que las primas no puedan ser afrontadas por la mayoría de los productores”, puntualiza.
Por su parte, Mina opina que hay una buena oferta de productos, pero básicamente de granizo, que se convirtió en un commodity que llevó al mercado a un nivel de estancamiento que, además, se mantiene desde hace tiempo con entre 18 y 20 millones de hectáreas aseguradas por año.
“Si bien riesgos catastróficos como sequía e inundación tienen una oferta limitada por parte de las compañías de seguros y reaseguradoras, tampoco hay una demanda constante de los clientes, donde se observa cierto grado de especulación en función del pronóstico climático. Además, existe una brecha entre lo que podemos ofrecer las compañías y lo que los clientes demandan: más cobertura a menor costo. Pero las compañías sabemos que el riesgo es alto y las tasas elevadas”.
Para Ducret, en función de la variedad de actividades que se pueden realizar en torno a la agroindustria, la oferta de seguros es limitada. No obstante, el panorama resulta alentador, en tanto “todo está por hacerse, hay nuevos actores que visualizan la necesidad de desarrollar coberturas para sus actividades e interesados en las propuestas que ofrece RUS”.
Por otra parte, faltan coberturas de seguros para el empantanamiento de máquinas cosechadoras que se produce en algunas provincias del núcleo productivo en años “niños”, o la pérdida de granos en la cosecha.
Tampoco hay desarrollo de seguros con foco en la sustentabilidad que apunten, entre otras cosas, a la recuperación de carbono ambiental. Como tampoco están cubiertos nuevos cultivos, tales como camelina o cannabis, ni hay desarrollo de seguros integrales para producciones porcinas.
“En Argentina no hay una conciencia aseguradora que se traduzca en un interés del productor agropecuario por amparar sus riesgos contra los eventos climáticos. Por el contrario, se observa un amesetamiento, a pesar de la evolución técnica en las prácticas agrícolas mediante la aplicación de tecnología de punta, con maquinarías de precisión y cultivos de excelente genética que cuidan el medio ambiente”, argumenta.
Tecnología para innovar en la oferta de seguros
“Hace diez años pedirle a un cliente que te pase sus coordenadas GPS era algo marginal, pero hoy es tan obvio como pedirle su número de CUIT”, ejemplifica Bumade para graficar que el uso de la tecnología en el campo creció de una manera exponencial.
En ese sentido, hoy los productores y las aseguradoras tienen soluciones al alcance de la mano que les permiten desde geolocalizar un lote y obtener una imagen satelital en su teléfono, hasta recorrer los cultivos con un dron y hacer liquidaciones.
“Cambió un 100% la forma de trabajar. Si bien con granizo van a continuar coexistiendo peritos y tecnología, esta última permite tener un pantallazo en un tiempo menor”, suma la ejecutiva.
Para Mina, uno de los grandes avances en términos de tec-
nología son los seguros paramétricos, aunque advierte que, si bien el mercado cuenta con diferentes propuestas de cobertura, su desarrollo no es sencillo.
“El desarrollo de coberturas paramétricas requiere un largo período de trabajo interdisciplinario. Además, el tiempo de aprobación de los productos es largo. Hay oferta de seguros, hay consultas, pero el volumen de contratación no es representativo. Sin embargo, la tecnología nos va a permitir seguir desarrollando más coberturas en el futuro e incluir nuevos riesgos”, opina.
En la misma línea, Sabattini suma que la tecnología tiene un rol clave desde dos puntos de vista. Primero, desde los diseños de modelos productivos, que involucran procesos de siembra, rotaciones, cultivos de servicio, entro otros.
“Estos modelos enmarcados en BPA (buenas prácticas agropecuarias), ayudan a dar sustentabilidad al sistema por diversificación de riesgos o conservación de insumos fundamentales, como la calidad del suelo y la humedad. En este sentido, el sector agropecuario en general, y CREA, en particular vienen trabajando para reducir los riesgos, entendidos como aquellos factores que generan mayor variabilidad en los resultados económicos”, señala.
Mientras que, en segundo lugar, la tecnología es fundamental porque está permitiendo evaluar en tiempo real la situación de cultivos, y ayuda al diseño de productos como los seguros paramétricos.
Por último, para Ducret la incorporación de inteligencia artificial será uno de los actores fundamentales para mejorar la suscripción de los riesgos y brindar agilidad, tanto en la contratación de los seguros como en la atención de los eventuales siniestros.
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SUSTENTAbIlIDAD
Estrategias corporativas
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Las empresas trabajan en reducir la
huella de carbono
LAS EMPRESAS PONEN EN MARChA DIVERSAS ESTRATEGIAS QUE LES AYUDAN A REDUCIR SU ÍNDICE DE EMISIÓN DE GASES CONTAMINANTES. LA PRESIÓN DE LOS CONSUMIDORES Y LOS MERCADOS SON CLAVE PARA ADOPTAR ESTAS INICIATIVAS.
Opinan:
Bárbara Bradford - Alexis Guirin Arturo Blanco Massani - Luis Felipe Carrillo
La medición de emisiones de gases de efecto invernadero ha dejado de ser una práctica excepcional para el sector privado en los últimos años. Existen múltiples beneficios detrás de la elaboración de una huella de carbono corporativa, herramienta mediante la cual una empresa estima las emisiones generadas en un periodo determinado. La huella se mide sobre todas las actividades que la empresa lleva a cabo: producción y transporte de productos, consumo de energía en las oficinas por electricidad, calefacción y el desecho de los residuos generados, entre otros rubros.
Conocer cuál es la huella de carbono ayuda a establecer medidas de mitigación y metas de reducción de emisiones lo que, a su vez, permite mejorar la posición de la empresa ante los consumidores y mercados cada vez más exigentes en términos ambientales.
De acuerdo con Bárbara Bradford, gerente corporativa de Sustentabilidad de Grupo Arcor, “la decisión de elaborar una huella de carbono no ha sido una razón aislada para nosotros, sino el resultado de una estrategia de largo alcance que venimos desarrollando para generar un impacto positivo en el planeta”. Sobre este tema, amplió: “La primera Política de sustentabilidad Arcor fue lanzada en 2010 y dio pie a diferentes iniciativas, como cuidar el agua; hacer un uso eficiente de la energía; abastecernos de materia prima de forma sustentable, entre otros”.
“En el 2017 comenzamos a cuantificar las emisiones de carbono de la compañía, identificando las principales fuentes y oportunidades de reducción, y monitoreando su
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evolución. Esta información permitió construir la Estrategia de cambio climático de Grupo Arcor lanzada el año pasado, junto con su meta de reducción para el año 2030, y rutas de acción para alcanzarla”, agregó.
En la Argentina, aún no existe una normativa que obligue a las empresas a estimar y reportar su emisión de gases de efecto invernadero, por lo cual las exigencias de los mercados y los consumidores juegan un rol clave en la decisión detrás de la estimación.
Al respecto, Alexis Guirin, auditor de huella de carbono de SGS, comentó que en el país “no hay tanto interés en la elaboración de la huella de carbono en comparación con otros países de la región, como Perú en donde las empresas deben reportar sus emisiones anuales; por lo cual, las empresas deciden calcular las emisiones de la organización o de sus productos de forma voluntaria”.
Instrumentos de medición
Para realizar una huella de carbono de la organización, las compañías pueden utilizar el Estándar corporativo de contabilidad y reporte del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible y el Instituto de Recursos Mundiales, que es utilizado a nivel internacional por empresas como General Electric (GE), o a nivel nacional como Grupo Arcor y Ledesma.
Este documento es una guía comprensible para realizar las estimaciones de gases de efecto invernadero, ya que establece la metodología y parámetros necesarios, y también para reportar los resultados obtenidos. De modo simplificado, la estimación de gases de efecto invernadero se calcula multiplicando los datos de base de las actividades de la empresa por factores de emisión ya estandarizados. Se obtiene el total de emisiones de la compañía al sumar las emisiones de todas las actividades que se realizan.
Según Arturo Blanco Massani, jefe de Medio Ambiente y Sustentabilidad de Ledesma, hace más de 14 años que la compañía estima sus gases de efecto invernadero, trabajando en conjunto con el Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible (CEADS): “En aquel entonces, realizar la estimación fue un pedido de algunos de nuestros clientes y hoy en día lo siguen pidiendo. Actualmente, también reportamos los resultados a través de nuestros informes de sostenibilidad”.
Con respecto a la forma de realizar la estimación, Massani comentó: “Dado que Ledesma ya cuenta con una metodología normalizada que está en línea con el Estándar corporativo de contabilidad y reporte, la toma de datos primarios es sencilla y representativa, además que es replicable a través del tiempo y comparable con años anteriores. Luego de la recopilación de datos primarios, trabajamos en conjunto con una consultora para llegar al resultado final de emisiones”.
A su vez, la elaboración de una huella de carbono corporativa es un trabajo continuo que puede mejorarse año a año.
Sobre su implementación en Arcor, Bradford comentó: “Desde 2017 consolidamos el balance de carbono de todo el Grupo, incluyendo las actividades productivas y del transporte, en materias primas y producto terminado.
En 2019 se sumaron las emisiones producidas para la comercialización de los productos que requieren cadena de frío, y en 2020 las correspondientes a las actividades de los distribuidores exclusivos.”
“Los principales desafíos para la estimación de emisiones se dieron a la hora de consolidar la información del transporte, debido a la atomización y distribución de las operaciones de la compañía”, concluyó.
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