4 minute read
La doncella cabra
La doncella cabra
Erase un labrador casado, pero carecía de sucesión. Su mujer, á fuerza de rogar á Dios que le concediera un hijo aunque fuese cabrito, sintióse en cinta y parió un cabrito, que con el tiempo llegó á ser una hermosa cabra. Cierto día le dijo su madre: −«¿Quién llevar al campo el agua para tu padre?» −«Átala á mi cuerno y yo la llevará le contestó. Llevó el agua á su padre, y al volver se desnudó de su piel en el camino. Al pasar por allí, un príncipe que iba de caza la vió y se admiraron sus ojos por su belleza, que resplandecía como el sol. Comprendiendo ella que era vista, se introdujo de nuevo en su piel y fué corriendo á su casa, pero el príncipe después de observar donde se metía, buscó á su madre y le dijo: −«He visto una cabra y quiero casarme con ella». Al oír esto su madre grita, se golpea en el pecho y dice: −«Hijo mío, tú has de casarte con una princesa». El replicó: −«Yo prefiero la cabra». Viendo su madre tal decisión y empeño, envió dos mujeres para agenciar el casamiento. La madre de la cabra las recibió á palos diciéndoles: −«¿Por qué venís á burlaros de mí, cuando no tengo ninguna hija? Dios me dio la cabra para consuelo». Volviéronse las mujeres contando á la reina lo que les había sucedido, y entonces le dice el hijo que vaya ella sola. Fué, quieras que no, y pidió la cabra para mujer de su hijo. Cuando la buena mujer vió á la reina, no pudo negarse y le entregó la cabra, que fué conducida al palacio real con gran contentamiento del príncipe, pues llevaba cinco días sin tomar alimento y consumido de tristeza.
Advertisement
Un día la reina se puso á amasar galletas: llega la cabra y con su cuerno le deshace la masa, y la reina indignada le hirió con el rodillo. Otro día llevaba la criada el pan al horno: seguíala la cabra jugando y al llegar al horno le desbarata con el cuerno toda la masa, y el hornero la hirió con la badila. Por aquellos días se casaba mi hermano del rey y fué á la boda la familia real, dejando la libra atada á una silla. Así que hubieron marchado todos, se despojó de su piel, se puso vestidos de oro y se fué á la boda tomando planto al lado de su suegra, quien al ver su hermosura dijo en su interior: «así había de ser la mujer de mi hijo». Le preguntó: −«¿De dónde eres, hija mía?» −«Del rodillo», le contestó. Tomó también, parte en la danza, y su marido la reconoció, pero así que terminó la fiesta, arrojó una manzana de oro, se vistió la piel mientras la gente se entretenía en cogerla, y escapó. Llega á la noche al palacio la familia real, y la reina pregunta á su hijo: −«¿Has visto en el baile una joven muy hermosa?» −«La he visto», responde el príncipe; −«Le preguntaste de dónde era ?» −«No sé: he olvidado lo que me dijo». Pues si vuelve mañana, pregúntaselo de nuevo».
Al día siguiente volvieron todos á celebrar la boda, y fué también cabra que se sentó junto á su suegra. Esta le preguntó: −«¿De dónde eres, hija mía?» −«De la badila», le contestó. Al terminar el baile, echó una manzana de oro para distraer la gente, y se escabulló. A la noche le dijo el príncipe á su madre: −«¿Preguntaste de dónde es aquella hermosa?» −«Me lo dijo, hijo mío, pero lo he olvidado». A la madrugada se levantó el príncipe, y llegándose al hornero le dijo: −«Enciende bien el horno y no cuezcas ningún pan;» y después dice á su madre: −«Id vosotros á la boda, que yo iré después». Fuéronse todos, y el escondió en una casa. La cabra se quita la piel
y va á la boda: entonces coge el príncipe la piel y la arroja al horno. La piel le da aviso por el aire, y dejando el baile corre á arrojarse al horno, pero la detiene el príncipe diciéndole: −«No te tengo para el horno, señora mía», y cogiéndola de un brazado la encierra en la cámara de cristales, y permanece sentado á su lado sin concurrir a la boda.
Su madre envía la nodriza para saber porqué no iba su hijo, y así le dice la nodriza: Como no has ido á la boda?» −«Me duele la cabeza; dile á mi madre que iré por ella á la noche». Pero llegó la noche, y la reina tuvo que volverse sola. Al entrar le dice el príncipe: −«Toma, madre mía, la llave y tráeme un vaso de porcelana de la cámara de cristales». Abrió la puerta y ofuscada por el resplandor que despedía la sala, dio un grito, exclamando que había dentro un demonio con faldas. Echóse á reír el príncipe, y tomando de la mano á su madre la acompañó á la sala de cristales. Acércase la nuera y besa la mano á la reina, y el príncipe le dice: −«Madre mía, ésta es la cabra». Entonces la reina la colma de besos y abrazos y le pregunta: −«Hija mía, ¿por qué no te diste á conocer en tanto tiempo?»
Al día siguiente invita la reina á todos los reyes para la boda, y además envía á buscar á los padres de la nuera. Llegados éstos, bajó la hija á besarles la mano á la escalera, se celebró el casamiento y los novios vivieron muy felices.