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La baya del laurel

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La varita

La varita

La baya del laurel

Una mujer casada, que no lograba tener familia., pidió á Dios en sus oraciones le concediera un hijo, aunque fuese en forma de baya de laurel, y escuchando Dios su súplica, parió después de algún tiempo una baya de laurel. Tomaron las criadas la ropa de la parida, y al lavarla cayó la baya y se convirtió en un hermoso laurel de oro, cuyas ramas resplandecían como el sol. Tuvieron los príncipes noticia de este suceso y salieron de sus reinos para ver el caso. Uno de ellos fijó su tienda de campaña, quedando en medio la raid del laurel, y un día se fué de paseo con los otros príncipes: su compañero arregló la comida y se fué también. Entonces ella salió del laurel diciendo: −«Mi laurel arriba, mi laurel abajo; ábreme para que entre». Comió de todos los alimentos, y echó un gran puñado de sal en el resto de la comida. Llegó el príncipe y al encontrar la comida tan salada quiso matar al cocinero, quien exclamaba: −«Señor, yo no lo he hecho», y lo perdonó por intercesión de los otros príncipes. El siguiente día el cocinero hizo la comida completamente insípida. Sucedió lo mismo y al encontrarla salada, el príncipe comprendí que no debía ser culpable el cocinero, y así le dijo: −«Mañana te vas después de arreglar la comida, y yo me quedaré para ver quién hace esto». Se ocultó detrás del laurel y oyó una voz que salía del centro del laurel que decía: −«Mi laurel arriba, mi laurel abajo; ábreme Para que entre». Y saliendo del laurel comenzó á

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comer de los alimentos, pero al ir á poner la sal se echó sobre ella el príncipe y diciéndole: −«¿Tú eres la que hacías eso?» la colmó de besos. Se fué al laurel gritando: −«Mi laurel arriba, mi laurel abajo, ábreme para que entre». Pero él le responde: −«La besada y abrazada no entra en el laurel», y en seguida quedó seco. Marchóse el príncipe y ella le siguió de lejos, y encontrando en el camino un mercader, le dijo: −«Mercader, yo te doy este traje mío; ¿me das el tuyo y tu caballo?» −«Con mucho gusto», le respondió, y poniéndose el traje de hombre montó á caballo y alcanzó luego al príncipe. −«Caballero, dime qué has visto por el camino», le pregunta el príncipe. −«He visto una joven que entre sollozos y gemidos exclamaba: −«Limoneros y naranjos, ¿qué es lo que me habéis hecho, que he perdido mi bien?» −«Prosigue, prosigue», repuso el príncipe llorando, y ella repite lo mismo. El príncipe tomándola por un mercader la admitió como amigo y le preparó una habitación aparte en su casa invitándola á asistir al matrimonio que iba á contraer.

Acudió la novia, y cuando iban á casarse, el supuesto mercader se metió en un armario y se puso un vestido de mujer, cuyo oro brillada como el sol. Admirado el príncipe y reconociendo en ella á la baya del laurel, dice á los padres de la novia: −«Tomad vuestra hija y llevada á vuestra casa, que yo resuelvo vivir con mi amigo el mercader». Después se casó con la hermosa joven del laurel y vivieron felices.

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