La casa vacía
La casa vacía, la calle en silencio. El balcón que lució primaveras se ve obscurecido de tierra y de moho.
Ya no hay risas ni rumias ni calor humano. Se instaló diciembre en su estéril útero y un sabor amargo invadió la estancia.
Aunque a ratos late, lo oigo si ausculto a través del resquicio, un corazón: Tic tac, tic tac, tic tac...
Y me habla la casa sin voces ni tonos: —Es el eco de un beso —me dice— que quedó rehén de mi eternas sombras.
La casa vacía, la calle en silencio.
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