¿Por qué no envejeces, árbol?
Me he fijado en el olivo, el que el abuelo plantó el día en que yo nací. Presentes, pues, ya los dos,
según él me dijo luego, para mí hubo pedido tan amena y larga vida como deseó al olivo.
Y crecimos a la par, frondosos, con buen color. Yo, de pan alimentado, el árbol, de lluvia y sol.
Pero al transcurrir los años, después de una larga ausencia, lo encuentro poblado y verde, yo, viejo, con ramas secas.
¡Me fallaste, olivito! Mientras sigues vigoroso dejaste que envejeciera. Si el abuelo por su mano
plantarte otra vez tuviera, no creo que te plantara, pues mancillaste su honor quedándote a mi rezaga.
Si yo me he dejado ir, debes declinar conmigo 47