![](https://assets.isu.pub/document-structure/201016141105-e7dab85e787ef14b5acb3de233c88281/v1/8e2c954a1ba78142410e3d5772c7f7eb.jpg?width=720&quality=85%2C50)
9 minute read
Natalia Jinchuk
Panteones y cementerios rurales de la frontera norte: patrimonio cultural funerario de nuestra campaña
Elena Saccone
Advertisement
Panteón de piedra de 1894 en Costa de Cañas,Tacuarembó.
La vida y la muerte reflejada en nuestros paisajes
Los seres humanos difícilmente seamos indiferentes a los cementerios. Son lugares cargados de sentidos que generan todo tipo de sentimientos: tristeza, respeto, temor, paz, curiosidad. Algunas personas los consideran lugares de culto y veneración; otras, lugares con su belleza y decadencia. Hay cementerios que son utilizados y luego abandonados; hay otros que continúan siendo visitados. Pero hay los que cuentan la historia y sintetizan la memoria de un lugar o de un pueblo. Esos son los que están llenos de vida.
Entre las construcciones históricas que se destacan en el paisaje rural de nuestro país pueden observarse, en decenas de sitios, panteones familiares construidos en piedra y ladrillo, rematados generalmente con cruces de hierro. Son construcciones pequeñas pero no sin complejidad y diversidad, tanto en la estructura como en la decoración. Muchas veces estos panteones están acompañados de tumbas en tierra, marcadas con cruces, o pequeños nichos. Algunos tienen un cerco de piedra o un alambrado que delimita el espacio sagrado del cementerio. Generalmente están localizados en zonas elevadas y visibles desde caminos o desde los cascos de estancia.
Entre los que aún se pueden ver en el campo, los más antiguos fueron construidos a comienzos y mediados del siglo xix, épocas en que las primeras familias se establecían en las estancias, pero es una tradición que continuó durante gran parte del siglo xx y en algunos casos su uso se registra incluso en la actualidad.
Los panteones familiares y cementerios, junto con las prácticas, los mitos y las creencias que los rodean, constituyen el conjunto de las representaciones rurales de la muerte, y sus particularidades son reflejo de la sociedad de los vivos. Cada sociedad tiene sus formas singulares de representar y ritualizar la muerte. Una sepultura o un cementerio siempre hablan de memoria y de ancestralidad; es decir, lo que todos los panteones y cementerios tienen en común es su capacidad de contarnos las historias de las familias que han habitado estas regiones.
Un fenómeno regional: particularidades de los panteones en la zona de frontera
Desde hace dos siglos y hasta el presente, un conjunto de prácticas relacionadas con los ritos funerarios y un conjunto de elementos materiales que aún hoy las atestiguan han caracterizado las representaciones de la muerte en el ámbito rural de la frontera norte. Estas representaciones son producto
![](https://assets.isu.pub/document-structure/201016141105-e7dab85e787ef14b5acb3de233c88281/v1/129b38540276288a2c589c071afd1a62.jpg?width=720&quality=85%2C50)
" Frontón de panteón de 1912 en Pago Lindo, Caraguatá, Tacuarembó.
" " Dos panteones sobre el afloramiento. Cementerio viejo de Pablo Páez utilizado desde 1860, Cerro Largo.
![](https://assets.isu.pub/document-structure/201016141105-e7dab85e787ef14b5acb3de233c88281/v1/155100abc0b1956898cc31060ad16fa6.jpg?width=720&quality=85%2C50)
![](https://assets.isu.pub/document-structure/201016141105-e7dab85e787ef14b5acb3de233c88281/v1/1c140dc9b7222c97fdbaae779d8f7702.jpg?width=720&quality=85%2C50)
" Panteón sobre la ruta 26, al atardecer, Tacuarembó.
" " Panteón sobre la ruta 26, al atardecer, Tacuarembó.
![](https://assets.isu.pub/document-structure/201016141105-e7dab85e787ef14b5acb3de233c88281/v1/187e36efd88141a957260505e3264595.jpg?width=720&quality=85%2C50)
de un sincretismo entre las tradiciones culturales que fueron conformando a través del tiempo la sociedad de la campaña: la oriental, la brasilera y la de los inmigrantes europeos, principalmente españoles. Durante el siglo xix, la frontera fue constituyéndose como un territorio con características particulares, entre las que se destaca la movilidad de los habitantes. Los fronterizos de ambos lados convivieron y eran comunes los matrimonios entre unos y otros. Esto se ve reflejado en los panteones rurales de la región, cuyas lápidas e inscripciones nos dan indicios sobre el origen de quienes allí descansan y a veces ayudan a conocer y recrear parte de su vida.
Algunos historiadores, como Barrán y Nahum (1973), señalan que en esta época coexistían tres tipos de establecimientos rurales en nuestra campaña: la estancia tradicional, que se dedicaba fundamentalmente a la explotación del bovino criollo; la estancia progresista, que incorporó el mestizaje del vacuno y el lanar; y la de los pequeños y medianos productores, que en general se dedicaban a la cría de merinos y se ubicaban más cerca de la capital. Según esa clasificación, las grandes estancias tradicionales estaban principalmente localizadas en la frontera norte con Brasil, y casi la mitad de los hacendados de esa zona eran de origen brasileño.
Esta gran estancia tradicional presenta una serie de rasgos que la definen. Si el propietario vivía en el campo, el casco constaba de una casa de varias habitaciones en torno a un patio con aljibe y uno o dos galpones con paredes de mampostería o adobe y techo de zinc. Cuando estas propiedades eran muy extensas, algunas conservaban los antiguos puestos e incluso explotaban su propia pulpería y contaban con un panteón familiar.
![](https://assets.isu.pub/document-structure/201016141105-e7dab85e787ef14b5acb3de233c88281/v1/148292665e346655db9b29f60c5943f6.jpg?width=720&quality=85%2C50)
" Dos panteones junto al camino, 1888. Zona de Caraguatá, Tacuarembó.
" " Aproximándonos al panteón de la cuchilla de Laureles, Tacuarembó.
Sin embargo, también contaban con su panteón familiar algunas estancias de menores dimensiones. Esto se observó en la zona de Laureles-Cañas, donde se registraron una decena de estas construcciones y, a pesar de la creencia generalizada de que se han abandonado, muchos pobladores locales continúan utilizándolos.
Para esta investigación se recorrieron distintas zonas de los departamentos de Tacuarembó, Rivera y Cerro Largo. Allí se registraron más de 60 panteones rurales con distintas características constructivas y decoración, así como diversos estados de conservación. Por otra parte, pobladores de Pablo Páez y Arévalo, en el oeste de Cerro Largo; Caraguatá, en el este de Tacuarembó, y Laureles-Cañas, en el límite entre Tacuarembó y Rivera, brindaron su testimonio acerca de los usos y prácticas en torno a los panteones y también de las percepciones sobre la muerte y su materialidad.
Estos diálogos dejaron entrever matices entre las diversas zonas con respecto al uso de los panteones. Unos están abandonados por completo y se están convirtiendo en ruinas. Otros son usados como lugares de culto, donde se encienden velas o se llevan flores en fechas especiales como el Día de los Muertos. Otros, por último, aún se utilizan como lugar de entierro.
En la zona de Laureles-Cañas una persona describió cómo son los velorios, procesiones y entierros. Cuando no se hacen en la ciudad, se llevan a cabo en las casas de los pobladores locales y en los panteones familiares.
![](https://assets.isu.pub/document-structure/201016141105-e7dab85e787ef14b5acb3de233c88281/v1/0dab253ba16a0fa8a0ee1ea2a345b737.jpg?width=720&quality=85%2C50)
¡Ahí se junta mucha gente! Todos los vecinos que pueden y que se enteren que murió el vecino… No falta nadie. Aunque haiga una fiesta allí, pero dejan eso y van para [ahí]. Si velan aquí [lo hacen] en la casa […] en el comedor, en la primera entrada, así, se sacan las cosas y ahí se arma para que los velen. También, si velan todo el día, los vecinos, los familiares, los amigos van todo el día, y la costumbre [es] que ahí se cocina o se hace asado y se sirve para todos. No es
![](https://assets.isu.pub/document-structure/201016141105-e7dab85e787ef14b5acb3de233c88281/v1/f7ca24b10580dc9564812d64242d4344.jpg?width=720&quality=85%2C50)
![](https://assets.isu.pub/document-structure/201016141105-e7dab85e787ef14b5acb3de233c88281/v1/af15a81a2639333361b3a45c4288986f.jpg?width=720&quality=85%2C50)
![](https://assets.isu.pub/document-structure/201016141105-e7dab85e787ef14b5acb3de233c88281/v1/82dc18fd763496221b80e1793225b619.jpg?width=720&quality=85%2C50)
f pag 46: Vista panorámica del cementerio viejo de Pablo Páez, utilizado desde 1860, Cerro Largo.
f Pag 47: Panteón de la curva en Caraguatá, construido en 1908, Tacuarembó.
" Panteón de las Palmeras, sobre ruta 26, Tacuarembó.
" " Panteón con muro de piedra sobre la cuchilla de Haedo, en el límite entre Rivera y Salto.
![](https://assets.isu.pub/document-structure/201016141105-e7dab85e787ef14b5acb3de233c88281/v1/6ab3da709e9ae7fffdb6807665e64bfa.jpg?width=720&quality=85%2C50)
como en la ciudad. Porque se va para estar todo el día y toda la noche, hasta la hora que lo entierren. Hasta allá se llega, todos, se acompaña hasta [el panteón] y ahí se reza y después ta.
Cuidados: «Yo voy todos los domingos»
La muerte y su materialidad parecen estar incorporados con mucha naturalidad en la vida cotidiana de algunos pobladores rurales. Los propios familiares son los que se encargan de limpiar y mantener el panteón, y mostrarlo en buenas condiciones es un orgullo. Se nota cierta división del trabajo: por lo general, las mujeres se encargan de la limpieza dentro del panteón y de los floreros, y los hombres se encargan de cortar las chircas, carpir la tierra alrededor y poner matayuyo, así como de encalar la estructura por fuera. Los entrevistados contaron que visitan con regularidad el panteón. Algunos dicen que van una vez por semana, otros que van una vez al mes o cada dos meses, y el 2 de noviembre no falta nadie.
En las zonas donde los panteones están abandonados suele haber algunas creencias y supersticiones, como las luces malas y los aparecidos. En cambio, allí donde aún se usan no producen temor ni se asocian a misterios. «En estos cementerios así nunca se ve abismo ninguno», dijeron, y también: «Hay que tener miedo del vivo… El muerto ya no hace más nada, ¿no?». Sin embargo, las personas entrevistadas en la zona fueron unánimes al expresar cuán importante es que estos panteones se conserven para las nuevas generaciones de la familia.
Los panteones como construcción
Cada panteón es diferente, pero dentro de esa diversidad hay dos tipos de estructuras: las que conforman recintos donde los deudos pueden entrar a realizar sus ofrendas y aquellas de escasa altura en las que simplemente se depositan los cuerpos. Si bien hay
![](https://assets.isu.pub/document-structure/201016141105-e7dab85e787ef14b5acb3de233c88281/v1/c71ea9c7df85a8ed06a57ce9692e016a.jpg?width=720&quality=85%2C50)
Vista nocturna de panteones ubicados en ruta 7 y ruta 38, ambos del siglo xix, Cerro Largo.
diversidad de formas, el tipo de techo más frecuente es la bóveda de cañón. Las paredes están levantadas con ladrillos y en algunos casos con piedra o una combinación de ambos. Un dato curioso que se pudo evaluar estudiando las dimensiones de los ladrillos es que estos se fueron reduciendo de forma paulatina con el tiempo, y eso nos permitió estimar la antigüedad de algunos panteones, que era desconocida.
No todos los panteones presentan decoración. Las estructuras, en algunos casos, no conservan más que restos del revestimiento que una vez tuvieron, y en otros casos se trata de construcciones simples, utilitarias, sin agregados. La decoración —en particular, frontones, frisos y pilastras—, si bien imperfecta, hace referencia a la construcción clásica de los antiguos templos griegos.
La terminación superior de las fachadas en frisos de varias bandas en relieve es la más común entre los panteones. En algunos casos solo tienen por encima la cornisa, mientras que en otros les siguen los frontones. Otro elemento recurrente en la decoración son los remates en las esquinas de la estructura, que toman diversas formas: copones, pináculos, o una base de prisma con distintas terminaciones. Por otra parte, varias estructuras están decoradas con elementos fitomorfos: flores y plantas, entre las que se reconocen lirios, rosas, hojas de palma y de acanto. Algunos otros elementos frecuentes son las cruces, los corazones y las conchas de mar. En definitiva, lo que predomina es la variedad y el eclecticismo.
Valoración de nuestro patrimonio funerario rural
Se ha intentado con este trabajo contribuir a despertar el interés sobre esta manifestación cultural tan típica del medio rural y en particular del norte del país, con el propósito de conservar y difundir el patrimonio funerario rural como valor cultural y generar insumos y conocimientos que permitan ponerlo en valor a partir de las múltiples narrativas. El estudio de los panteones se enmarca en el plano general de los bienes culturales de la zona y se destaca por su potencial para conocer las historias locales, las tradiciones vivas y las transformaciones que ha sufrido el área tanto en aspectos sociales como tecnológicos y culturales.
![](https://assets.isu.pub/document-structure/201016141105-e7dab85e787ef14b5acb3de233c88281/v1/e67a3a19214ac41a0f5d005d07da2658.jpg?width=720&quality=85%2C50)
![](https://assets.isu.pub/document-structure/201016141105-e7dab85e787ef14b5acb3de233c88281/v1/77faab7770bbea658abe865767941144.jpg?width=720&quality=85%2C50)