Artefactos de memoria y recursos de agencia
Looking on darkness which the blind do see William Shakespeare, Soneto XXVII
Algunas de las primeras representaciones fotográficas sobre ciegos se inscriben dentro del género del retrato, al que vinculamos con las nociones de identidad y semejanza. Mediante éste construimos parte de nuestra memoria personal y colectiva, y de ahí su relación con la generación de afectos. Entiendo esta práctica como la representación de una persona en un espacio plástico, bajo una atmósfera determinada que puede ser austera o suntuosa, de acuerdo con los deseos del retratado o del retratista. Para Jean-Luc Nancy, el retrato se organiza alrededor de una figura que concentra el interés, siendo su objeto, “en sentido estricto, el sujeto absoluto: despegado de todo lo que no es él, retirado de toda exterioridad”.1 Más allá de limitar este género al registro de las características físicas de una persona, su linaje, oficio o posición social, es preciso destacar que algunos retratistas tienen otro tipo de ambición: capturar la esencia, la vida interna de un sujeto.2 Además de estar asociado al concepto de semejanza, Hans Belting señala que el retrato durante su etapa formativa fue valorado como registro discursivo y documento de presencia duradera que poseía un estatus legal similar a una disposición, a una voluntad testamentaria; en éste se representa no sólo un rostro o un cuerpo, sino una posición social.3
1
Jean-Luc Nancy, La mirada del retrato, Buenos Aires, Amorrortu, 2006, p. 11.
2
Veáse Shearer West, Portraiture, Oxford, Oxford University Press, Col. Oxford History of Art, 2014.
3
Hans Belting, Face and Mask: A Double History, Nueva Jersey, Princenton University Press, 2017, p. 126.
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