EN MEMORIA
CARS &Lifestyles
Armin Franulic En memoria del piloto más ganador de la historia de nuestro país con una carrera extraordinara de 35 años.
Por Pablo Andrés López Fotografía: Luis Fernández
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odavía se mantienen frescos en mi memoria los recuerdos de las mañanas de domingo en que bajaba las escaleras de casa a los tropezones para ir a recoger de la puerta de calle El Diario del domingo, antes de que mi padre lo empezara a leer y lo terminara 2 horas más tarde, despanzurrado y arrugado.
misma tarde o días después, Armin llegaba manejando una Ford Bronco mientras nosotros andábamos por ahí, y así conocí a mi ídolo. Para mí, era como estrecharle la mano a una estrella de rock. La inevitable distancia que previsiblemente podía sentir, se diluyó en segundos con la afabilidad de Armin, que empezó a jugar obsesivamente con una de mis orejas -manía que lo acompañaría toda la vida, con todas las personas que conocía. Supongo que las únicas orejas que no frotó con sus enormes manos fueron las de los presidentes que conoció, que fueron básicamente todos.
Lo primero que leía eran los chistes, empezando inevitablemente a leer el periódico de atrás para adelante, lo que me parecía lo más lógico del mundo. Cuando terminaba con “Trucutú” y “Tarzán”, me iba directo al suplemento deportivo. No era fanático del fútbol, ni del boxeo, ni del tenis. Hacía poco que había aprendido a manejar y mi mundo eran las carreras de autos. En mi habitación tenía pegado un poster de “Billiken” con los autos y cascos de Jody Schekter, Clay Regazzoni, Alan Jones, Andretti, Arnoux, Reutemann y los demás. En Bolivia, seguía las carreras de Oscar Crespo, Dieter Hubner, Armando Paravicini y la de un gigante barbado que había empezado a ganarles a todos: Armin Franulic. La voz de un joven Toto Arévalo relataba cada uno de los triunfos de Armin y su figura se acrecentaba año a año, a la par de mi admiración y fanatismo.
Verlo hoy, aquejado por las consecuencias de un ACV, me golpeó el alma como si se tratara de mi propio papá. Aún así, llegamos con mi coequiper Toño muy puntuales a su casa, sin saber muy bien qué esperar del encuentro. Pero ahí estaba. Gigante como siempre, afable y dispuesto como de costumbre, y con una memoria prodigiosa para relatarnos decenas de anécdotas y detalles que solamente un hombre que ha vivido su vida intensamente podría contar. - Con qué auto te gustó correr más? Creo que nuestros preferidos fueron los Evo (Ndr: Mitsubishi Lancer Evolution), en casi todas las versiones. Tenían una potencia, un grip y una reacción con las que ningún otro auto de la categoría podía competir. De todas maneras corrimos con varias marcas. Empezamos con Torino, un modelo argentino de antología, super potente pero también super pesado.
Tenía unos 13 años, corría 1980. Por casualidad, una tarde de bicis, mi amigo Gonzalo Bedoya que vivía en la 17 de Calacoto, una cuadra más arriba de mi casa, me presenta a su vecino Mauricio Franulic, hijo de Armin. No sé si esa
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