Lección 6
Sábado, 6 de febrero de 2021
📖 Año Bíblico: Levítico 14-15
David y Saúl “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmo 27:1). “Los que son fieles a Dios no necesitan temer el poder de los hombres ni la enemistad de Satanás.”—El Deseado de Todas las Gentes, pág. 322. Lectura adicional: El Ministerio de Curación, págs. 385–394.
Domingo 1. EN EL DESIERTO DE ZIF
31 de enero
📖 Año Bíblico: Éxodo 40
a. Describe la actitud de David hacia su agresor. 1 Samuel 26:2, 7–16. 1 Sam 26: 2, 7-16 Saúl entonces se levantó y descendió al desierto de Zif, llevando consigo tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de Zif. Continuar lectura en 1 Sam 26: 7-16 RV 1960
“Cuando Saúl fue puesto reiteradamente bajo el poder [de David], y sus seguidores querían matarlo, David no les permitió hacerlo, aunque él temía constantemente por su propia vida, y era perseguido como una bestia salvaje por Saúl.”—Spiritual Gifts, tomo 4A, pág. 91. b. ¿Por qué Saúl era tan peligroso, incluso ahora? Versículos 17–21. 1 Sam 26: 17-21 Y conociendo Saúl la voz de David, dijo: ¿No es esta tu voz, hijo mío David? Y David respondió: Mi voz es, rey señor mío. 18 Y dijo: ¿Por qué persigue así mi señor a su siervo? ¿Qué he hecho? ¿Qué mal hay en mi mano? 19 Ruego, pues, que el rey mi señor oiga ahora las palabras de su siervo. Si Jehová te incita contra mí, acepte él la ofrenda; mas si fueren hijos de hombres, malditos sean ellos en presencia de Jehová, porque me han arrojado hoy para que no tenga parte en la heredad de Jehová, diciendo: Ve y sirve a dioses ajenos. 20 No caiga, pues, ahora mi sangre en tierra delante de Jehová, porque ha salido el rey de Israel a buscar una pulga, así como quien persigue una perdiz por los montes. 21 Entonces dijo Saúl: He pecado; vuélvete, hijo mío David, que ningún mal te haré más, porque mi vida ha sido estimada preciosa hoy a tus ojos. He aquí yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera
“A veces, después que los hombres de mente corrompida se dedicaron a hacer y decir cosas inicuas contra los siervos del Señor, se arraiga en su mente la convicción de que obraban mal. El Espíritu del Señor contiende con ellos, y humillan su corazón ante Dios y ante aquellos cuya influencia procuraron destruir, y es posible que cambien de conducta para con ellos. Pero cuando vuelven a abrir las puertas a las sugestiones del maligno, reviven las antiguas dudas, la vieja enemistad se despierta, y vuelven a dedicarse a la misma obra de la cual se habían arrepentido, y que por algún tiempo abandonaron. Vuelven a entregarse a la maledicencia, acusando y condenando en forma acérrima a los mismos a quienes habían hecho la más humilde confesión. A las tales personas Satanás puede usarlas, después que adoptaron esa conducta, con mucho más poder que antes.”—Patriarcas y Profetas, pág. 719. Lecciones Bíblicas Sabáticas, Vol. 97, No. 1
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