REVISTA HORIZONTES COOP COOP Y ECON SOC STIGLITZ N°24

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ISSN 1409-1305

Revista N°24 2018

“Las Cooperativas y la Economía Social: Pilar clave para el Equilibrio Económico” Joseph Stiglitz


Revista #24 - 2018

Revista N° 24. Horizontes Cooperativos. CENECOOP R.L. ISSN 1409-1305 DIRECCIÓN Y LÍNEA EDITORIAL Luis Chaves Monge CONSEJO EDITORIAL: Luis Chaves Monge Joseph Stiglitz Roberto Artavia Loría Ennio Rodríguez Céspedes Manuel Jesús Mariño Rodolfo Navas Alvarado Sofía Navas Obando Evelyn Obando Pereira INTEGRACIÓN DEL CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN DEL CENECOOP R.L. 2018-2019 CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN Vinicio Murillo Murillo PRESIDENTE Floribeth Venegas Soto VICEPRESIDENTE Juan Carlos Ruiz Carranza SECRETARIO Carlos Montero Jiménez VOCAL 1 María Auxiliadora López Porras VOCAL 2 Luis Bernardo Rodríguez VOCAL 3 Josefa Rodríguez Jiménez VOCAL 4

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SUPLENTES Randall Sánchez Edwin Barboza Guzmán

SUPLENTE 1 SUPLENTE 2

COMITÉ DE VIGILANCIA Edgardo Araya Gamboa Félix Cristiá Martínez Mauricio Quirós Álvarez Hernán Solano Pacheco Reiner Mata González

PRESIDENTE VICEPRESIDENTE SECRETARIO SUPLENTE AUDITOR INTERNO

GERENTE DEL CENECOOP R.L. Rodolfo Navas Alvarado INVESTIGADORES Joseph Stiglitz Manuel Jesús Mariño Ennio Rodríguez Roberto Artavia Loría DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Wagner Solórzano Morera DISEÑO DE PORTADA Wagner Solórzano Morera Ésta edición de la Revista Horizontes Cooperativos fue impresa con fondos públicos provenientes de la ley 7040. Impreso en Costa Rica por el Instituto Costarricense de Educación Radiofónica ICER. ADVERTENCIA De conformidad con la Ley de Derechos de autor y Derechos Conexos es prohibida la reproducción, transmisión, grabación, filmación total o parcial de contenido de esta publicación mediante la aplicación de cualquier sistema de reproducción, incluyendo el fotocopiado, sin la autorización por escrito de CENECOOP R.L. La violación a esta Ley por parte de cualquier persona física o jurídica, será sancionada penalmente. El autor es responsable del estilo y contenido de su investigación.


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Cooperativismo como pilar clave para el equilibro económico y modelo empresarial del futuro Con el objetivo de destacar la importancia de las cooperativas y su fundamento en la economía social para el crecimiento y el desarrollo económico de las naciones, y en el marco de la Semana Nacional del Cooperativismo 2018 y la celebración del 75 aniversario de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica, el Centro de Estudios y Capacitación Cooperativa CENECOOP R.L. y la Universidad de Costa Rica se unieron para coordinar la visita a nuestro país del premio Nobel de Economía 2001 Dr. Joseph Stiglitz. El Dr. Stiglitz, economista y profesor estadounidense conocido por su visión crítica de la globalización y de los economistas de libre mercado, ganó el Premio Nobel de Economía en el 2001 por su investigación sobre el screening y su aporte a la teoría de la información asimétrica. A raíz de su ponencia en la pasada III Cumbre Internacional de las Cooperativas realizada en el 2016 en Quebec Canadá, en la cual el Dr. Joseph Stiglitz señaló que: "Las cooperativas y la economía social proporcionan un tercer pilar clave para el equilibrio económico”, antecedente que reafirmó la idea de invitar al Premio Nobel de Economía 2001 a Costa Rica para resaltar el aporte de las cooperativas que mencionó el Dr. Stiglitz en algunas de sus conferencias internacionales. Durante su visita a Costa Rica por el patrocinio de las Cooperativas, el Dr. Stiglitz impartió una conferencia magistral sobre “Las Cooperativas y la Economía Social: Claves para el Equilibrio Económico” el 26 de abril, 2018 en el Hotel Whyndham Herradura con alrededor de 1.082 personas en el Salón y por transmisión streaming a las 27 Direcciones Regionales del Ministerio de Educación Pública, en total serán 45 puntos de contacto, alrededor de 820 personas en dichos puntos de contacto. (27 salas de video conferencia y 18 con salas de capacitación del MEP).

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Con la participación del Presidente electo, Sr. Carlos Alvarado Quesada y el ex Presidente de la República, Sr. Luis Guillermo Solís, así como el expositor Dr. Roberto Atavía, sobre el impacto del Movimiento Cooperativo en el Índice de Progreso Social de Costa Rica. En la misma resaltó que el cooperativismo es “la única alternativa al modelo económico fundado en el egoísmo que fomenta las desigualdades”, así como que “Las cooperativas juegan un papel muy importante en la economía. El cooperativismo ha venido a llenar los vacíos en donde ha fallado el sector privado”, cita del premio Nobel de Economía, Dr. Joseph Stiglitz” La segunda conferencia se llevó a cabo con la comunidad académica en su mayoría, la cual tuvo lugar en el Teatro Nacional, desarrollada con la temática: “El futuro y retos del desarrollo económico de Costa Rica y la Región”, con alrededor de 800 participantes interesados. Por la trascendencia de la visita a nuestro país, el CENECOOP R.L. y la UCR, con la

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promoción de diversas organizaciones empresariales cooperativas como: COOPEANDE N°1, COOPESERVIDORES, COOPEMEP, COOPECAJA, Colegio de Profesionales en Ciencias Económicas, COOPEALIANZA, COOPENAE, COOPROLE, INFOCOOP, Cooperativa de Ahorro y Crédito CACEENP, Cooperativa Chorotega, Banco Popular y de Desarrollo Comunal, Sistema de Banca para el Desarrollo SBD, Universidad FUNDEPOS, Instituto de Desarrollo Profesional del Ministerio de Educación Pública, así como el Ministerio de Economía, Industria y Comercio, y Gobierno de la República, apoyaron la iniciativa a tal punto que el Gobierno de Costa Rica declaró de interés público la visita del Premio Nobel de Economía 2001. Además fue apoyado por académicos como Roberto Artavia, presidente del Consejo Directivo de INCAE y Director del Social Progress Imperative; quien resaltó la importancia histórica de las cooperativas uniéndolo con un momento coyuntural en el cual las cooperativas contribuyen de manera significativa al progreso social del país. Según el Índice de Progreso Social (IPS) a nivel mundial, Costa Rica se ubica en el puesto 28 de 132 países. Además, ocupa el primer lugar, seguido de Uruguay y Chile, entre los 22 países de la región latinoamericana.


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El Progreso Social es la capacidad de una nación de satisfacer las necesidades básicas de su población, de establecer la infraestructura e instrumentos que le permitan mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos y comunidades. Las cooperativas en Costa Rica han desarrollado inversión de capital humano (educación), la capacidad para generar bienestar y certidumbre en los asociados (vivienda digna y propia), en propiciar un ambiente de respeto al medio ambiente, e impulsar dinámicas de solidaridad y convivencia comunitaria. Todo este planteamiento unido con la propuesta del Premio Nobel de Economía 2001 fue lo que nos llevó a realizar la presente recopilación del material que abarcaba la información sobre la afirmación del Dr. Stiglitz sobre las cooperativas como elemento fortalecedor de la economía y más allá generador de un equilibrio económico. Los invito a conocer más sobre el legado de las cooperativas en el país y sobre el pensamiento del Dr. Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, en la presente edición Nº24 de la Revista Horizontes Cooperativos: "Las cooperativas como tercer pilar clave para el equilibrio económico”, la cual hemos preparado especialmente para usted. Ing. Rodolfo Navas Alvarado Gerente general CENECOOP R.L.

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Agradecimiento a Las instituciones estatales, empresas cooperativas nacionales e internacionales, universidades y personas que representan a cada una de ellas; que con su apoyo, promociĂłn y trabajo hicieron posible la visita del Premio Nobel de EconomĂ­a 2001, Dr. Joseph Stiglitz a Costa Rica.


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Presentación (A la Revista Horizontes Cooperativos No. 24.de 2018) Cuando representantes del Centro de Estudios y Capacitación Cooperativa - Cenecoop R.L. cuando empezamos a reunirnos, en mayo del 2017, con la comisión de la Universidad de Costa Rica para la conmemoración conjunta de los 100 años del nacimiento del Benemérito de la Patria Rodrigo Facio Brenes, no nos imaginábamos cuán lejos llegarían las metas como resultado de esa coordinación. Rodrigo Facio, dentro de sus múltiples facetas de humanista, fue constitucionalista y el ideólogo por excelencia, generador de gran parte de las ideas que moldearon la Costa Rica de la segunda mitad del siglo XX. Como Rector de la Universidad de Costa Rica, Rodrigo Facio lideró la reforma universitaria de 1957, la que estableció el modelo de universidad pública costarricense que tantos frutos ha dado a este país. En una de tantas reuniones de coordinación, el Gerente General del Cenecoop R.L. Ing. Rodolfo Navas Alvarado propuso la iniciativa de traer al país al Premio Nobel de Economía 2001, el economista estadounidense Dr. Joseph Stiglitz; una idea que en aquel momento, algunas personas la consideramos quijotesca, pero que asumimos con todo respeto y emoción, acostumbrados a las vertientes creativas de este prolífero luchador y líder cooperativista. La idea de traer al Dr. Joseph Stiglitz calzaba perfectamente con la celebración del pensamiento económico – social de Rodrigo Facio y la agenda en que estábamos inmersos. Este pensador era considerado por la Real Academia Sueca de las Ciencias, como "uno de los fundadores de la economía del desarrollo moderno". El Dr. Joseph Stiglitz, exasesor del presidente estadounidense Bill Clinton, del presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, execonomista jefe del Banco Mundial, y brillante académico en la Universidad de Columbia, a sus hoy 75 años, es considerado uno de los más destacados visionarios economistas progresistas, honor que comparte con el Premio Nobel del 2008: Dr. Paul R. Krugman.

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Al menos tres fenómenos o temáticas de gran actualidad, dentro

del

vanguardista

pensamiento de

Stigliz,

nos

parecían de enorme interés, por el efecto sobre países como Costa Rica: el tema de la globalización, el desafío del populismo político, y el rol de la economía social en el desarrollo de los pueblos. El mundo está desconcertado con los cambios en el orden mundial

(el

cual

ha

estado

vigente por lo menos durante 50

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años), causados al menos por los fenómenos mencionados. La globalización ha perdido gran parte de su brillo por los niveles de desconfianza, las expectativas decrecientes en las clases medias, y la inequidad creciente en el disfrute de la riqueza producida. Los grandes ganadores han sido las clases más adineradas y las corporaciones multinacionales. Todo este análisis lo recoge magistralmente el Dr Stiglitz en su libro titulado “El malestar de la Globalización”, publicado en el 2002. Stigliz, en su pensamiento, aboga por políticas públicas fuertes en las sociedades democráticas, que protejan a los perdedores y a los más débiles, ya que la ideología económica predominante se olvidó de la distribución, pues supuso, erróneamente, según demuestra Stiglitz, que el mercado la resolvería automáticamente.


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La preocupación creciente de la población mundial está siendo recogida por las propuestas populistas. La pérdida de puestos de trabajo y el decrecimiento en los salarios son considerados sólo como daños colaterales para el pensamiento económico vigente, y de ahí el malestar social creciente. Durante su visita a Costa Rica, el Dr. Stiglitz impartió una conferencia magistral, dedicada mayormente al sector cooperativo de Costa Rica, llamada "Las cooperativas y la economía social: claves para el equilibrio económico”, el día 26 de abril del 2018, con una asistencia de aproximadamente 1600 personas. En su agenda también se incorporó una conferencia, organizada por la Universidad de Costa Rica, en la cual el Consejo Universitario de esa casa de estudios lo nombró Doctor Honoris Causa. Además, se aprovechó su visita para reunirlo con el personal académico y estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica, con motivo de la celebración de su 75 aniversario.

9 El Dr. Stiglitz alzó su voz en Costa Rica, y nos alertó al estilo de los profetas del Antiguo Testamento. En mi caso personal, sólo me faltó escucharlo exponer sobre el otro “daño colateral” de modelo económico vigente: el daño ambiental y la sobre explotación a la que sometemos a nuestro amado y único Planeta, en una carrera frenética hacia un desarrollo cada vez menos equitativo y menos sostenible. Gracias al Cenecoop R.L, en la persona de su Gerente General, Sr. Rodolfo Navas Alvarado, a las diversas personas del Cenecoop R.L. y de la Universidad de Costa Rica que pusieron su mejor esfuerzo en hacer realidad el éxito de este evento de tan alto nivel, y me resulta importante mencionar explícitamente al Sr. Manuel Mariño, ex Director Regional de Alianza Cooperativa Internacional -ACI-Américas, quien sirvió de enlace efectivo para que esta visita histórica se hiciese realidad. Luis Chaves Monge Director de la Revista Horizontes Cooperativos


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Contenido Stiglitz y el tercer pilar: la economía social por Ennio Rodríguez Céspedes………… 12 Stiglitz, cooperativas y Costa Rica por Ennio Rodríguez Céspedes…………………… 14 Vino el maestro por Ennio Rodríguez Céspedes………………………………………… 16 El movimiento cooperativo en Costa Rica y el progreso social por Roberto Artavia Loría…………………………………………………………………… 18 Biodata Dr. Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001……………………… 20 Las cooperativas y la economía social: Actores esenciales para el equilibrio económico por Joseph Stiglitz……………………………………………… 21 El futuro y los desafíos del desarrollo económico para Costa Rica y la región Joseph Stiglitz……………………………………………………… 41 Sociedades desiguales: La situación económica y geopolítica mundial por Joseph Stiglitz……………………… 62 Cómo lo hace Costa Rica por Joseph Stiglitz……………………………………………… 74 Anexos Cooperativos Declaración Honoris Causa por la Universidad de Costa Rica………………………… 77

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Stiglitz y el tercer pilar: la economía social

Ennio Rodríguez Martes 13 Marzo, 2018

El profesor Joseph Stiglitz ganó su Premio Nobel en Economía, a raíz de sus estudios sobre las asimetrías de información en poder de los agentes económicos, las cuales son incompatibles con los resultados óptimos de los mercados como pretenden economistas más ortodoxos. Los mercados han fallado, pero, para Stiglitz, la solución no es simplemente intervenciones públicas, por cuanto los Estados también han fallado. No hay soluciones simples en el mundo real. Para Stiglitz, otra falla de los mercados, pero también de las políticas públicas implementadas en las últimas tres décadas, ha sido la creciente concentración

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del ingreso y el deterioro de las clases medias, particularmente en EE.UU., donde incluso han sufrido un descenso en la esperanza de vida y el aumento de la drogadicción, cuyo efecto se ha expresado políticamente en las últimas elecciones. Otro factor, agregaría yo, que ha incidido en la clase media costarricense, es el camino hacia la IV revolución tecnológica y la creciente automatización de las tareas repetitivas o previsibles mediante los robots y la inteligencia artificial. Este factor tecnológico, que Schumpeter denominó la capacidad para la destrucción creativa del capitalismo, ha significado nuevas profesiones y destrezas con amplia demanda, pero también ha provocado la eliminación o destrucción de empleos, particularmente en el sector de manufacturas y, más recientemente, en el de servicios también, lo cual ha devastado particularmente las condiciones de vida de los obreros de las manufacturas. Este fenómeno económico tampoco ha sido compensado de manera satisfactoria con políticas públicas que promuevan y permitan, por ejemplo, el reentrenamiento de la fuerza laboral. Ante las fallas de los mercados y de los Estados, y para ofrecer alternativas a los procesos de concentración del ingreso, Stiglitz propone un tercer pilar: la economía social, particularmente las cooperativas. Es un pilar complementario a las empresas privadas y a los sectores públicos. Su virtud principal es que pueden lograr simultáneamente la eficiencia empresarial con la equidad en la distribución de los beneficios. La propiedad democrática de las cooperativas significa que la distribución de excedentes se hace de manera igual para cada asociado, en


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contraste con el mecanismo de distribución proporcional al aporte de capital de las sociedades anónimas y otras formas de empresas capitalistas. Costa Rica tiene experiencias muy exitosas de cooperativas que han permitido y promovido el cambio tecnológico y la modernización de sus asociados, quienes pueden ser, a su vez, productores, así como las economías de escala en las fases industriales, tales como en los casos de la leche, el café, la carne y el azúcar. Los cantones con alta presencia de cooperativas muestran mejores indicadores de progreso social, que aquellos con los mismos sectores productivos, pero sin presencia del cooperativismo. También existen experiencias exitosas en industrias complejas tal como Coopesa en aviación y las robustas cooperativas de ahorro y crédito. Otro caso de éxito de economía social son las mutuales de vivienda. Bien podemos aprovechar el modelo cooperativo para muchos otros cultivos agropecuarios y desarrollar un mayor valor agregado con economías de escala y cambio tecnológico, para, de esta manera, elevar las condiciones de vida de muchos productores. De igual manera, se puede aprovechar el modelo de organización empresarial cooperativo para generar los climas de innovación en la nueva economía, la cual se funda en la capacidad de innovar, a partir de las nuevas tecnologías. El clima organizacional proclive a la innovación de trabajo en equipo, manejo de los conflictos y apoyo a la creatividad, pueden asociarse al modelo democrático de la propiedad cooperativa. Las cooperativas son claves por su aporte a la eficiencia, a la distribución democrática de excedentes y su potencial de innovación. Para apoyar su desarrollo son necesarios cambios en las políticas públicas; particularmente, una separación entre las funciones de supervisión y las de fomento en el Infocoop, de tal manera que se elimine el conflicto estructural de interés; un mayor involucramiento del Sistema de Banca para el Desarrollo; y simplificar los trámites para la creación de empresas cooperativas, particularmente, con la reducción del número de miembros necesario para constituir una cooperativa de 20 en la actualidad a, por lo menos, cinco (algunos países europeos han reducido este número a dos o tres). El profesor Stiglitz visitó Costa Rica para hablar de estos temas, gracias a la colaboración del Cenecoop, la UCR, algunas cooperativas grandes y el Colegio de Ciencias Económicas. ©2016 República Media Group todos los derechos reservados, teléfono (506) 2522-3300, para mayor información: webmaster@larepublica.net

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Stiglitz, cooperativas y Costa Rica

Ennio Rodríguez Martes 10 abril, 2018

Con la ayuda de la Universidad de Costa Rica, el CENECOOP y el Colegio de Ciencias Económicas se promovió la visita a Costa Rica del profesor Joseph Stiglitz, quien integró en su agenda dos conferencias. Stiglitz, premio Nobel de Economía en el 2001, es de esos economistas provocadores, incisivos y

preocupados

disfuncional

en

por

una

muchos

realidad aspectos.

Por ejemplo, en sus estudios sobre la discriminación racial ofrece conclusiones severas para

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Estados Unidos. Las distintas formas de discriminación en un mundo de creciente división económica significa que quienes no tienen una educación universitaria son los perdedores y este grupo incluye a tres cuartas partes de los afroestadounidenses, producto, en gran parte, de esa discriminación. En general, observa Stiglitz, que el mundo está plagado de problemas prácticamente insolubles y, entre ellos, menciona la creciente desigualdad; los riesgos de la revolución digital para la privacidad, la seguridad, los empleos y la democracia; y el cambio climático. Indica Stiglitz que las políticas públicas para atender estos desafíos también han fallado o se han utilizado, en algunos casos, incluso, para empeorar la situación; por ejemplo, en cuanto a la distribución del ingreso. La empresa privada tiene por objeto obtener la máxima ganancia al capital aportado y esta se distribuye de acuerdo con ese aporte. Crecientemente se han ido introduciendo otras variables como las ambientales y sociales, tanto en respuesta a regulaciones e incentivos públicos, como a la incorporación de nuevos valores en la cultura empresarial y a exigencias de los consumidores. Pero la empresa que olvide el fin para el que fue creada, tendrá los días contados. Este sistema descentralizado para la toma de decisiones es tremendamente eficiente


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y promueve la innovación, pero no resuelve los problemas planteados por Stiglitz. Políticas públicas bien diseñadas podrían mejorar los resultados, pero sin cambiar la naturaleza de los problemas planteados. Para Stiglitz, la fortaleza de la opción cooperativa (que no tiene que ser única o excluyente) es su principio organizativo basado en la solidaridad, en contraste con el egoísmo de la empresa privada. Los principios y valores cooperativos se remontan a la primera cooperativa registrada en la historia, los Pioneros de Rochdale de 1844. A este respecto, es conveniente recordar que una cooperativa es esencialmente una asociación voluntaria y autónoma de personas, para atender sus necesidades y aspiraciones compartidas en lo económico, social y cultural. Su propiedad es conjunta y su control democrático. Los valores que guían a las cooperativas son: ayuda mutua, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad. A su vez, se incluyen los valores éticos de honestidad, transparencia, responsabilidad social y preocupación por los demás. En consonancia, los principios cooperativos incluyen: membresía abierta y voluntaria; control democrático de los miembros; participación económica de los miembros, autonomía e independencia; educación, formación e información; cooperación entre cooperativas, y compromiso con la comunidad. Por sus valores y principios no es de extrañar que el movimiento cooperativo haya sido tan exitoso en Costa Rica, pues claramente conserva una estrecha relación con la cultura de los costarricenses. La cooperativa es una organización empresarial que promueve simultáneamente los objetivos de eficiencia y distribución en un marco democrático. También, considera Stiglitz, que la empresa cooperativa está mejor preparada para enfrentar los riesgos económicos que se avecinan. ©2016 República Media Group todos los derechos reservados, teléfono (506) 2522-3300, para mayor información: webmaster@larepublica.net

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Vino el maestro Ennio Rodríguez Martes 1 mayo, 2018 Afable y paciente, a sus 75 años, pero lúcido y dispuesto a compartir sus conocimientos. El Dr. Stiglitz, quizás menos del niño terrible provocador de antaño, pero con más serenidad, conocimiento y sabiduría. Su pasión siempre visible, por ejemplo, contra quienes abandonaron las ciencias económicas, hicieron del mercado una ideología y se convirtieron en predicadores (Milton Friedman), o cuando se refirió a las políticas de su gobierno en materia comercial. Fue muy estimulante también su conferencia de prensa pues, ante las excelentes preguntas de los periodistas, casi todas referidas a Costa Rica, Stiglitz, sin ser especialista en nuestro país, aprovechaba para dar una clase de cómo abordar cada tema a partir de las teorías y su conocimiento económico. El maestro en acción, en vivo, en un

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entorno no planeado. Uno de los puntos de su conferencia que hizo eco en mí, fue cuando expresó que cuando se fortalece el capitalismo, se privilegia el egoísmo. Expresó además que una cosa son los beneficios de la competencia, la búsqueda de la excelencia y la innovación, y otra el egoísmo y la avaricia. Precisamente ubicó la crisis de 2008-2009 como un problema moral de avaricia en un entorno regulativo laxo. Hizo referencia a quienes pensaban que los mercados financieros, particularmente los derivados, se autorregulaban, sin mencionar a Greenspan, su principal proponente, lo cual lo llevó a discurrir sobre la naturaleza humana y sus tendencias egoístas, pero también las colaborativas y el papel del entorno que puede ayudar a reforzar uno u otro comportamiento. El capitalismo puede ser un estímulo al egoísmo que, sin las regulaciones y limitaciones adecuadas, puede llevar a la avaricia. Ante mi comentario que su reflexión me había retrotraído a mis tiempos de estudiante y a cuando la economía formaba parte de la filosofía moral, nos deleitó con un análisis de Adam Smith, de quien muchos solo conocen su famosa frase de la mano invisible que coordina al panadero, al carnicero y a todos sin un esfuerzo consciente de nadie, sin tomar en cuenta el resto de su obra, donde muestra sus preocupaciones por la avaricia de los seres humanos y los abusos que pueden cometer en el mercado.


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Acoto, no fue sino hasta el inicio de los 70 que, con el desarrollo matemático de la topología, Arrow, Hahn y Debreu encontraron las condiciones suficientes y necesarias para que la mano invisible de Smith operase a perfección. Por esa contribución recibieron el premio Nobel. Esas condiciones no pertenecen al mundo real, por lo que, repitiendo una frase de Stiglitz, la mano invisible es invisible porque no existe. A partir de entonces, trabajos como el que le mereció el Nobel a Stiglitz (funcionamiento de los mercados cuando existen asimetrías de información), la nueva Economía del Comportamiento y el de otros que lo precedieron, como Keynes, hoy sabemos más sobre los mercados, cuándo funcionan mejor, así como aquellos aspectos relacionados con las necesidades de regulación. En las ciencias económicas no tenemos dogmas, solo teorías e hipótesis y una realidad obstinada que, en su libre albedrío multicausal, se resiste a comportarse de acuerdo con estas teorías, lo cual obliga al progreso creciente de estas ciencias, que siempre serán más efectivas como ejercicio forense de lo que pasó, que por su limitado valor predictivo. En este marco de la dualidad humana en cuanto a egoísmo-colaboración, Stiglitz puso el énfasis en la economía social y, en particular, el movimiento cooperativo, que enaltece y desarrolla la cualidad colaborativa de las personas para las decisiones democráticas, sin descuidar los aspectos de eficiencia y productividad, pero con una distribución también democrática de los excedentes. Esto significa que las cooperativas son también un antídoto para la gran enfermedad del siglo XXI, los procesos de concentración del ingreso. A su vez, destacó el comportamiento de las cooperativas y la protección de sus trabajadores en contraste con sus contrapartes de capital privado durante la crisis 2008-2009. Nuestro sistema educativo debe promover la educación para la solidaridad, con énfasis en la formación cooperativa y sus principios, pero también sobre el solidarismo y otras formas de la economía social. En cumplimiento de los mandatos que le otorga la ley, el Colegio de Ciencias Económicas colaboró con el patrocinio y organización de la visita y conferencias del profesor Stiglitz. Esperamos haber contribuido con el desarrollo de las ciencias económicas en el país al hacer posible compartir las reflexiones de uno de los economistas más connotados de hoy día. El Colegio es parte del sector de economía social, es una organización sin fines de lucro, cuyos fines son de servicio a sus colegiados, al país y a las ciencias económicas. Por eso es un gusto trabajar con las cooperativas en la promoción de los esfuerzos colaborativos que distinguen a nuestro sector. ©2016 República Media Group todos los derechos reservados, teléfono (506) 2522-3300, para mayor información: webmaster@larepublica.net

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El movimiento cooperativo en Costa Rica y el progreso social Roberto Artavia Por los seis años que se ha medido el Índice de Progreso Social a nivel global, Costa Rica se ha caracterizado por ser la nación emergente clasificada más alto, por ser una de las tres economías más eficientes en convertir el crecimiento económico en progreso social y por haber instrumentado su política social a través del tiempo de manera tal que además de propiciar el bienestar colectivo de su sociedad lo ha hecho de manera sostenible.

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Costa Rica en muchos sentidos es una nación que se adelantó a su tiempo en materia social desplegando garantías sociales –entiéndase seguridad social, salud pública, pensiones, y derechos laborales– relativamente temprano en su historia y con instituciones y leyes que las sustentan desde entonces –la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), el régimen de Invalidez Vejez y Muerte (IVM), y el Código de Trabajo– en la década de los años 40 del siglo XX. También fue el primer país en el mundo en abolir sus fuerzas armadas; uno de los primeros en el hemisferio en separar los tres poderes del Estado –esto desde el Siglo XIX– y en tiempos más recientes fue el primer país de la región en contar con un programa de alcance ministerial de ayuda social –el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS)–, complementado por un amplio presupuesto especializado, llamado Fondo de Desarrollo Social y Asignaciones Familiares (FODESAF) –; con un Ministerio de Cultura y Juventud, un Ministerio de Ciencia y Tecnología, con un Ministerio de Recursos Naturales y Energía y con un Ministerio de Vivienda y Asentamientos Humanos que vino a complementar el ya existente Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo (INVU). Y hay mucho más. Costa Rica realmente ha institucionalizado su política social y la ha convertido en un pilar de la democracia y equidad que han caracterizado el desarrollo del país desde su independencia. En el campo del desarrollo rural, uno de los principales instrumentos para fortalecer y sostener una política social activa e innovadora fue el Movimiento Cooperativo de Costa Rica, fundado a mediados de la riquísima década de los años 40 del Siglo XX y que ha permitido que esta política, instituciones e innovaciones en el campo social se desplieguen con igual eficacia en muchas comunidades rurales de nuestro país. Desde la fundación de las primeras cooperativas hasta su versión actual, más moderna y en muchos casos urbanas por ser cooperativas de salud, vivienda, consuno, etc.


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¿Cómo hace el movimiento cooperativo para estimular el progreso social? La respuesta es múltiple, pero en general las cooperativas son precisamente organizaciones productivas de vocación social. Su organización colectiva y cooperativa hacen que la transferencia de tecnologías, de nuevos sistemas productivos y la operación con economías de escala y de enfoque para pequeños productores sean posibles y, de la misma manera, las plataformas que crean se prestan para que los servicios, programas y políticas sociales del Estado sean desplegadas con igual y aun mayor eficiencia que en las áreas urbanas más tradicionales. Además de esto, su desarrollo profesional y su poder de convocatoria y negociación les permite negociar con los gobiernos locales y nacional la implementación de programas y políticas para sus comunidades, al mismo tiempo que con sus excedentes operativos invierten en temas de progreso social en sus respectivos pueblos, aumentando así el volumen, contenido y calidad de las inversiones y programas sociales en las comunidades cooperativas. Es por esto que no debe sorprender que en la evaluación hecha por INCAE Business School y el Social Progress Imperative se ha comprobado que las comunidades cooperativas tienen mayor nivel de progreso social que comunidades similares en escala, ubicación y sistemas de producción, pero no organizadas en cooperativas. Igualmente, dentro de la comunidades cooperativas, los miembros de estas tienen mayor o igual nivel de progreso social que aquellos ciudadanos no afiliados a cooperativas, mostrando que el cooperativismo ha sido un importante motor del progreso en una nación de alto progreso social en general. En estos tiempos modernos, es claro que las cooperativas de mayor progreso social, – particularmente las de regiones rurales productoras de café, caña de azúcar, vegetales, palma aceitera y otras similares– han sido instrumentales en crear cadenas de valor más robustas, mayores encadenamientos con sus comunidades, mayor valor agregado a sus producción, y mayor bienestar colectivo y progreso social en sus comunidades, demostrando que las cooperativas con parte integral de la institucionalización de la política social activa que ha llevado a Costa Rica a una posición global de liderazgo en este campo. Solo nos queda esperar que la lección haya sido adecuadamente documentada, aprendida y difundida para que las nuevas generaciones de costarricenses –y de ciudadanos de todas las nacionalidades– tengan la oportunidad de organizarse en esta forma para llevar productividad, sostenibilidad y progreso social a sus comunidades. Hoy que el país se muestra al límite de su modelo de desarrollo y con creciente desigualdad, parece conveniente revitalizar el movimiento cooperativo y organizar a muchos y diversos grupos sociales de la sociedad para que utilizando esta forma de organización se logre levantar una vez más el país a la vanguardia del progreso social en el mundo y en cada una de sus comunidades.

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Biodata Dr. Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001 Joseph Eugene Stiglitz es un economista norteamericano y profesor en la Universidad de Columbia (EE.UU). Es también copresidente del Grupo de Expertos de Alto Nivel para la Medición del Desempeño Económico y Progreso Social en la OECD, así como economista jefe del Instituto Roosevelt. Ha recibido el Premio Nobel en Ciencias Económicas (2001) y la condecoración John Bates Clark (1979). Fue vice presidente senior y economista jefe del Banco Mundial, así como miembro y presidente del Consejo de Economistas Asesores del Presidente (USA). En el 2000, Stiglitz fundó la Iniciativa para el Diálogo Político, un grupo de pensamiento sobre el desarrollo internacional con sede en la Universidad de Columbia. Ha sido miembro del cuerpo docente de la Universidad de Columbia desde el 2001 y recibió el grado académico más alto (Profesor Universitario) de esta Universidad en 2003. En base a citaciones académicas, Stiglitz es hoy el cuarto economista con más influencia en el mundo, y en el 2011 fue

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nominado por el Times Magazine como una de las 100 personas más influyentes en el mundo. Conocido por su trabajo pionero en el tema de la información asimétrica, el trabajo de Stiglitz se centra en la distribución del ingreso, la gestión del riesgo de los recursos, la gobernanza corporativa y el comercio internacional. Es el autor de numerosos libros y varios bestsellers. Sus más recientes títulos son: "El malestar de la globalización", "La anti-globalización en la era de Trump", "El Euro: Cómo la moneda común amenaza el futuro de Europa", "Reescribiendo las Reglas de la Economía Americana: una Agenda para el crecimiento y la prosperidad compartida", "La Gran Brecha: Que hacer con las sociedades desiguales".


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Las cooperativas y la economía social: Actores esenciales para el equilibrio económico Joseph Stiglitz, 26 de abril de 2018 Stiglitz inicia su conferencia situando a Costa Rica como un territorio en donde se visualizan grandes oportunidades para Costa Rica, como ocurre en todos los periodos de transición de un gobierno a otro, pero añadió que a esto se agrega que este es también un momento de cambios estructurales importantes en muchos países. El mundo ha pasado de una economía basada en la agricultura y en la producción manufacturera a una economía de la innovación basada en los servicios, como ha ocurrido, por ejemplo, con el sector del turismo en Costa Rica. Evidentemente, estos cambios dramáticos han tenido consecuencias profundas en la propia economía, así como en la política y en la sociedad en general, lo que, según Stiglitz, nos convoca a reflexionar sobre qué es una “buena economía” y qué es una “una buena sociedad”. Mencionó que hace unos años atrás, en su libro “Mis-measuring our lives”, ya había advertido que el PIB no es un indicador fiable del progreso económico y social, porque no incorpora muchas de las cosas que realmente nos importan. Al respecto recordó que, hace un tiempo, Robert Kennedy había dicho que “el PIB lo mide todo, excepto lo que es verdaderamente valioso”. Es un indicador que no considera las relaciones humanas, la cohesión social, la salud, ni ninguna otra variable relacionada con el bienestar y, por ese motivo, los modelos económicos que solo se enfocan en el crecimiento del PIB nunca van a garantizar el bienestar. Destacó la importancia de que Costa Rica se haya sumado al pequeño grupo de países que impulsó la llamada Alianza para el Bienestar, que no persigue cualquier tipo de crecimiento económico sino aquel que asegure una maximización del bienestar para todos y con un modelo sostenible desde el punto de vista económico, político, social y ambiental. Subrayó que ésto es especialmente importante debido a los cambios que se están produciendo en los últimos años a nivel mundial, como el crecimiento del autoritarismo y del proto-fascismo, con personas como el presidente Trump que se han propuesto dividir a las sociedades por dentro y, al mismo tiempo, separarnos del resto de las sociedades, construyendo muros en lugar de puentes. Opinó que esta es una pelea global, porque Trump está del mismo lado

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que Putin en Rusia, Erdogan en Turquía y otras figuras autoritarias que quieren socavar la democracia, entre otros valores por los que hemos peleado durante tanto tiempo. En este contexto es extraordinariamente importante que existan lugares que puedan demostrar que hay una manera alternativa de hacer las cosas. Costa Rica ya lo demostró en 1948 con la abolición del ejército. No se necesita un ejército para tener paz, sostuvo, y agregó que lo que gasta Estados Unidos en armamento es lo mismo que gasta todo el resto del mundo, lo que sin embargo no le ha garantizado salir victorioso cuando se ha involucrado en algunos conflictos armados en pequeños países. La principal consecuencia de gastar tanto dinero en el ejército es que a los ciudadanos estadounidenses no les va demasiado bien, aseguró. Insistió, además acerca de la importancia de que Costa Rica siga por el mismo camino por el que ha venido transitando (crear una sociedad en la que existan la justicia social y económica, y que garantice la sostenibilidad ambiental) porque, aunque se trate de un país pequeño, el mensaje de que existe un modo alternativo de hacer las cosas tiene una importancia fundamental para el resto del mundo.

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Stiglitz estructuró su conferencia en 3 partes. En la primera se refirió a lo que estaba funcionando mal, especialmente en los Estados Unidos a quienes muchos ven como un modelo futuro, más que nada para mostrar por qué no lo era y por qué era necesario buscar otros modelos a seguir. Luego reflexionó sobre las razones por las que ha ocurrido esto, es decir sobre cuáles fueron las ideas que llevaron a los resultados desastrosos que hoy se observan, tanto en Estados Unidos como en muchos otros países que siguieron su ejemplo. Finalmente se refirió al papel que juega la economía social y el movimiento cooperativo en la creación de una economía del siglo XXI que sea compatible con la igualdad y la justicia social. Sostuvo que la economía de mercado convencional no ha tenido un desempeño satisfactorio, al menos para la gran mayoría de las personas. La desigualdad crece, las condiciones económicas de cada individuo ha disminuido y con ello, se percibe mayor lentitud en el desarrollo económico de los países, hay una gran inestabilidad, la que se puso especialmente de manifiesto durante la crisis de 2008, cuyas consecuencias más pesadas recayeron sobre los trabajadores comunes, dado que los banqueros salieron enormemente beneficiados y nadie tuvo que rendir cuentas respecto a las razones por las que se había desencadenado esa crisis. Por otro lado, los beneficios del escaso crecimiento que sí se produjo, también terminaron yendo casi en su totalidad hacia los sectores más privilegiados.


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El gráfico 1, expresa con mayor claridad las ideas anteriores, comparó la evolución en los ingresos medios del 1% de los estadounidenses con ingresos más elevados, con los del 90% con ingresos más bajos, entre los años 1973 y 2015 (gráfico 1). Ironizó respecto a que debía recurrirse a una visión casi microscópica para notar el pequeñísimo aumento en el caso del 90% inferior.

Gráfico 1: el 90% inferior ha visto un pequeño aumento en sus ingresos durante el último tercio del siglo

Euros constantes PPA 2015

Ingreso medio

23 1% Superior

90% Inferior Fuentes: World Wealth and Income Data Base

Stiglitz indicó también que esto ha ocurrido en el último tercio de siglo pero que no siempre ha sido así. De hecho, tradicionalmente los economistas pensaban que en las etapas más tempranas del desarrollo de un país, a los ricos y a los que aprovecharan mejor las ventajas de la modernización, les iba a ir mejor que a los demás (como ha pasado, por ejemplo, en China) pero que luego se reduciría esa desigualdad, lo que se conoce como la “Ley de Kuznets” formulada por Simón Kuznets, que incluso obtuvo un Premio Nobel por su trabajo en 1971. Sin embargo, advirtió que la teoría de Kuznets fue desarrollada con base en la información estadística de las décadas de 1950 y 1960 en las que, efectivamente, se estaba registrando una caída del ingreso del 1% superior en los Estados Unidos (ver gráfica 2). Lo que Kuznets no pudo anticipar, según Stiglitz, es lo que ocurrió luego, alrededor de 1980, cuando Reagan asumió la presidencia de Estados Unidos y Thatcher se convirtió en la Primera Ministra del Reino Unido, lo que llevó a un cambio muy importante en la filosofía económica global que, entre otras cosas, condujo a un enorme incremento de la participación en los ingresos de ese 1% superior.


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Porcentaje del total (%)

Gráfico 2: Participación en el ingreso del 1% superior en los Estados Unidos en el periodo 1913-2015

Fuentes: World Wealth and Income Data Base

El gráfico 3 permite ver que este patrón se repite de manera muy similar en muchos otros países, aunque la evolución en el incremento de la desigualdad no es exactamente la misma que la que se observa en el caso de Estados Unidos, lo que se nota claramente en el caso de Francia, pero también en el de China, Rusia o el Reino Unido. Subrayó que todos estos son países avanzados que han estado expuestos exactamente a los mismos cambios introducidos por la tecnología y la globalización, no obstante, lo cual el impacto que esas transformaciones produjo en cada uno de ellos fue diferente.

Gráfico 3: Participación en la riqueza mundial del 1% superior, 1913-2015 Participación en la riqueza personal (1%)

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China Francia Rusia R. Unido

EEUU

Fuente: Wid.world (2017). Para consultar las series de datos y lasnotas ver wir2018.wid.world En 2015, el 1% superior tenía una participación del 43% en Rusia, mientras que en 1995 era de 22% Fuente: World Inequality Report 2018


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Stiglitz aseguró que esto es así porque estos países han aplicado políticas diferentes. En algunos países se permitió que los sectores más ricos se quedaran con una mayor parte de las riquezas, mientras que en otros no fue tan así. Destacó que aquellos países que permitieron que el 1% superior se llevara la mayor parte del pastel no crecieron más rápidamente que los demás: terminaron sacrificando tanto la cohesión social como el crecimiento. El gráfico 4 muestra la realidad de algunos otros países y se concentra en las últimas 4 décadas, lo que permite apreciar, todavía mejor, que la desigualdad ha crecido mucho más en los Estados Unidos que en el resto de los países analizados.

Gráfico 4: Proporción de ingresos obtenidos por el 1% superior, 1975-2015

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Fuentes: World Wealth and Income Database Gráfico tomado del US Economic Report of the President, Enero 2017.

Recalcó que, incluso dentro de 1% superior existe desigualdad, lo que ejemplificó con un nuevo gráfico que compara la evolución del periodo comprendido entre 1978 y el 2015 de: la remuneración de los CEOs (directores ejecutivos) de las principales corporaciones, los salarios del 0,1% de la población con mayores remuneraciones y el índice Standard & Poor’s 500.


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Gráfico 5: Desigualdad incluso en el 0,1% superior

El ingreso de los CEOs en ese periodo creció a tasas mucho más elevadas que las experimentadas

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por las remuneraciones a los profesionales y que la propia Bolsa de Valores. Stiglitz comentó que en los Estados Unidos se liberó una verdadera batalla solo para conseguir que esta información se hiciera pública y que hubo que recurrir a una norma legal que obligara a las empresas a informar cuanto ingreso económico ganaban los CEOs, respecto del resto de sus trabajadores. Acotó que en otros países avanzados, los CEOs también ganan mucho más que el resto pero no a los mismos niveles que en Estados Unidos. En algunos países de Europa pueden ganar entre 30 y 50 veces más que un trabajador promedio y en Japón esa relación es de 10 a 1, mientras que en los Estados Unidos es de más de 300 a 1. Sin embargo, las empresas son igualmente eficientes en todos estos países; estas diferencias se justifican solo por lo que establecen algunas normas sociales y los marcos jurídicos de cada país. Respecto de lo que ocurre entre los sectores medios y más pobres, mencionó que existe mucha evidencia empírica que demuestra la falsedad de la pretendida “teoría del derrame” que sostiene que, si le damos lo suficiente a los más ricos, finalmente el resto de la sociedad se va a terminar beneficiando. Lo ejemplificó con un gráfico que muestra que los ingresos medios de los trabajadores a tiempo completo (que, según Stiglitz son los más afortunados, porque en Estados Unidos son muchos los que solo trabajan una parte de las horas que estarían dispuestos a hacerlo) hoy están al mismo nivel que hace 42 años atrás (gráfico 6).


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Gráfico 6: Ingreso medio de un trabajador masculino a tiempo completo en los Estados Unidos (en dólares constantes de 2016)

Nota: los datos están ajustados para contemplar el cambio metodológico de 2013. Fuente: Oficina de Censos de los Estados Unidos.

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Con un nuevo gráfico, Stiglitz ilustró la evolución de la desigualdad en un conjunto de países seleccionados del continente americano, a través de la comparación del valor del Índice de Gini para los años 1985 y 2015 (gráfico 7). Nuevamente, el gráfico muestra que en los países más avanzados, como Estados Unidos y Canadá, la desigualdad se incrementó, mientras que en el resto de los países analizados se redujo, en algunos de ellos de manera muy significativa. Se refirió especialmente al caso de Costa Rica en el que el aumento observable en el coeficiente de Gini sugeriría que se habría producido un importante incremento de la desigualdad. Señaló que esto debe ser relativizado porque este indicador solo se basa en los ingresos y no considera otros aspectos como los servicios públicos dirigidos a incrementar el bienestar de la población en su conjunto, un terreno en el que Costa Rica es especialmente fuerte.

Gráfico 7: Índice de Gini (estimaciones del Banco Mundial)

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Costa Rica

Guatemala Honduras

Nicaragua

Panamá El Salvador

2015 o último año disponible

México

Brasil

Chile

Argentina

Estados Unidos

Canadá

1985 o año más cercano disponible

Stiglitz analizó luego la evolución del ingreso a nivel mundial entre 1980 y 2016, mediante un gráfico que toma como universo el conjunto de la población mundial, como si no existieran fronteras entre los países (gráfico 7). Explicó que en el eje horizontal se divide a la población mundial en cien grupos de igual tamaño en cantidad de población (percentiles), los que se ordenan de manera ascendente de izquierda a derecha, según el nivel de ingresos de cada grupo. El grupo del 1% superior se divide a su vez en otros 10 y el más alto de estos se divide nuevamente en 10 grupos más, todos con igual cantidad de población. El eje vertical muestra


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el crecimiento del ingreso total entre 1980 y 2016 para una persona promedio de cada uno de los grupos. El gráfico evidencia que hay dos grupos a los que les ha ido bastante bien. En primer lugar, el grupo al que le ha ido mejor y que ha tenido el mayor aumento de ingresos, es el del 1% superior. Stiglitz advirtió que para tener una idea real de lo que esto indica en términos de desigualdad es necesario considerar que el gráfico se refiere a porcentajes de crecimiento del ingreso y que no es lo mismo un aumento de, por ejemplo, un 1% para quien gana 200 dólares (que serían 2 dólares) que para quien gana 1.000 millones de dólares (que serían 10 millones). El otro grupo al que le ha ido bien es la clase media de muchos países emergentes, especialmente las de China, India e incluso la de algunos países de África. Pero hay dos grupos a los que les ha ido muy mal. En primer lugar, los sectores de ingresos más bajos de muchos países emergentes, en particular los que cuentan con economías esencialmente agrícolas, cuya pobreza se ha incrementado notablemente como consecuencia de las políticas proteccionistas y los subsidios de Estados Unidos y la Unión Europea. En segundo lugar, las clases medias de Estados Unidos y de los países de Europa Occidental, cuyos ingresos se han estancado. Según Stiglitz, al ver estas cifras es fácil explicarse por qué algunos candidatos como Trump o Le Pen han obtenido tantos votos en las elecciones de sus países.

Gráfico 8: Crecimiento del ingreso mundial por percentiles

Fuente: WID.world (2017). Ver wir2018.world para conocer más detalles.

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Mencionó que la desigualdad en materia de riqueza y salud es todavía mayor que en los ingresos, al punto que en un país como Estados Unidos, que tiene los mejores hospitales y la mayor inversión en investigación, la esperanza de vida al nacer está cayendo.

Gráfico 9: Mortalidad por drogas, alcohol y suicidio en hombres y mujeres de entre 50 y 54 años de edad

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Stiglitz manifestó que la reducción en la esperanza de vida en los Estados Unidos se debe, fundamentalmente, a un incremento significativo en la cantidad de muertes de personas de mediana edad, especialmente entre los blancos no hispanos que cuentan con edades entre 50 y 54 años. Una de las razones más importantes para explicar este hecho es el incremento dramático en la cantidad de muertes por suicidio o causadas por el consumo abusivo de drogas y alcohol, a las que se ha denominado como “muertes por desesperación”. Se trata de personas que llevan medio siglo sin esperanzas y sin expectativas respecto a una sociedad que no ha hecho nada ni por ellos ni por sus hijos. El resultado de todo esto es la línea roja que muestra el gráfico 8, que resulta más impactante cuando se observa que los países europeos van exactamente en la dirección contraria y que otros países avanzados, como Australia, también muestran un incremento en este tipo de muertes, pero con una magnitud muy inferior respecto


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a la observable entre los estadounidenses. Stiglitz recalcó que esto es una nueva demostración de que lo que realmente importa para una sociedad no es solo su PIB sino, fundamentalmente, lo que esa sociedad hace, hacia dónde se dirige y a qué apuesta. Opinó que, probablemente, una de las expresiones más injustas de la desigualdad es la que se expresa en términos de oportunidades, y argumentó que, en el caso de Estados Unidos, alcanza tal magnitud que hoy permite afirmar que la idea del llamado “sueño americano” se ha transformado solo en un mito. Señaló que la concreción de los proyectos de vida de un joven estadounidense promedio, tiene un grado de dependencia del ingreso y de la educación de sus padres mucho mayor que en cualquier otro país avanzado. El gráfico 10 presenta la situación de un grupo de estos países en términos de desigualdad de ingresos (eje vertical) y de movilidad de ingresos como una medida de la existencia de oportunidades de progreso social intergeneracional (eje horizontal).

Gráfico 10: Desigualdad y movilidad de ingresos

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Desigualdad de ingresos (US)

Fuente: Janet Gornick; OECD 2008. Growing Unequal: Income Distribution and Powerty in OECD Countries. Paris, OECD.


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Una vez más, el país con peor desempeño es Estados Unidos, acompañado en este caso por el Reino Unido e Italia, donde incide especialmente la situación del sur del país. Estados Unidos es el país que tiene mayor desigualdad de ingresos y uno de los que ofrece menos oportunidades de progreso intergeneracional. Para Stiglitz este hecho es una demostración clara de un concepto que considera especialmente importante: que los países tienen opciones. No hay ninguna fuerza natural que lleve a tener uno u otro resultado en materia de desigualdad, lo que queda claro cuando se observa en la misma gráfica el desempeño de los países escandinavos que, en el mismo mundo y con las mismas presiones del entorno, han logrado alcanzar niveles mucho más altos de igualdad, tanto en los ingresos como en las oportunidades de progreso social para los más jóvenes. La gráfica parece sugerir que existe una correlación directa entre estas dos dimensiones de la desigualdad. Stiglitz sostiene que su interpretación sobre lo que está ocurriendo es muy sencilla: el trabajo está siendo “engañado”. Mientras la productividad sigue creciendo, el aumento en las

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remuneraciones no alcanza la misma. Es decir, que el problema no es que la productividad se haya estancado, sino quien se está quedando con los beneficios que genera ese aumento en la productividad. Esto queda claramente evidenciado por el gráfico 10 que analiza la evolución de la productividad y la remuneración de un trabajador promedio de los Estados Unidos, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta el momento actual. Se observa que la productividad ha estado creciendo en todo ese periodo a una tasa relativamente estable y que en los primeros años analizados en el gráfico, la remuneración crecía casi al mismo ritmo, como resultado de una especie de contrato social que permitía que los trabajadores participaran en la distribución de los beneficios adicionales producidos por el incremento de la productividad. Sin embargo, a fines de la década de 1970 algo cambió: la productividad siguió creciendo, pero las remuneraciones de los trabajadores se estancaron, lo que indica claramente que alguien más se estaba quedando con esos beneficios adicionales.


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Gráfico 11: Estados Unidos: desconexión entre la productividad y la remuneración de un trabajador promedio, 1948-2015

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En opinión de Stiglitz, esto ya es suficientemente malo y preocupante, pero hay un elemento que empeora aún más las cosas: la crisis moral que ha acompañado a esta desigualdad en la distribución de los beneficios, lo que ha llevado a una generalización de la explotación, la discriminación y otras prácticas éticamente cuestionables. Este tipo de conductas han sido especialmente evidentes en el caso del sector financiero -con sus préstamos leoninos, las prácticas abusivas con las tarjetas de crédito, la manipulación del mercado y los escándalos como el de las cuentas falsas de Wells Fargo-, pero no son un patrimonio exclusivo de la banca, sino que se han extendido a casi todo el sector privado, como lo demuestra el caso de la industria automotriz y el escándalo generado por la falsificación de la información sobre emisiones de bióxido de carbono de empresas como Volkswagen. Advirtió que esta crisis moral es el resultado de uno de los aspectos que más le interesaba destacar en su conferencia: que la economía y el entorno en que se desenvuelven las personas terminan cambiando su esencia y su comportamiento. Un estudiante, por ejemplo, que al graduarse ingresa a


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trabajar en el sector financiero es, en apariencia, igual a cualquier otro estudiante, pero existen varios estudios internacionales sumamente interesantes que permiten afirmar que el entorno los termina cambiando como personas. Esos estudios demuestran que, por ejemplo, si se le hacen algunas preguntas a un banquero al salir de la iglesia, por ejemplo, es probable que no mienta demasiado, pero si se le recuerda a qué se dedica, cuál es la esencia de su negocio (la maximización del lucro, como único objetivo) y se le hacen las mismas preguntas, comienza a mentir, sistemáticamente. Si alguien se mueve en un ambiente en el que todos mienten, también termina mintiendo, lo que demuestra que el entorno social afecta lo que somos. Stiglitz señaló que este tema es particularmente importante porque la influencia del ambiente no tiene que ser siempre negativa. Existen otro tipo de organizaciones, como las cooperativas, que transmiten valores totalmente diferentes que se relacionan directamente con la búsqueda del bienestar para todos. Stiglitz se preguntó, entonces, ¿Por qué ha ocurrido todo esto? ¿Qué fue lo que salió mal? Por un lado, indicó un problema básico relacionado con los sistemas de gobernanza durante todo ese periodo de deterioro: quienes tomaron las decisiones no fueron los mismos que sufrieron las consecuencias de esas decisiones, a lo que se agrega que no existe un buen sistema de

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retroalimentación que permita identificar claramente todos los impactos ocasionados por esas decisiones y hacer correcciones oportunas cuando se producen errores. En ese momento se argumentó que había que esperar a que se produjeran los beneficios de la denominada “teoría del derrame” que terminaría generando bienestar para todos, pero nunca se hizo un esfuerzo por verificar si esa mejora se estaba produciendo o no. Lo que ocurrió en realidad es que los intereses de quienes tomaron las decisiones, tampoco eran los mismos que los de quienes sufrieron sus consecuencias y, naturalmente, las elites que tomaron las decisiones lo hicieron atendiendo a las consecuencias que estas tendrían sobre sus propios intereses, ignorando los impactos sobre grandes regiones del país que ya estaban atravesando un periodo de dificultades que terminaron agravándose. En opinión de Stiglitz, también influyeron algunos aspectos ideológicos. Por un lado, existía una confianza casi ciega en el sistema y en la idea de que el mercado se iba a encargar de todo. Esa creencia era tan fuerte que llevó a que no se prestara demasiada atención a cómo funcionaba el sistema en la realidad. Como consecuencia de la Guerra Fría el fundamentalismo de mercado se exacerbó aún más, más que nada por una interpretación equivocada sobre las causas que estuvieron detrás del colapso de la Unión Soviética. Se sostuvo que esta caída era una reafirmación de las virtudes del modelo capitalista de mercado cuando, en realidad, solo se trataba del fracaso esperable de un sistema económico y social, corrupto y mal diseñado.


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Los cambios en los Estados Unidos durante la llamada “era Reagan” empeoraron aún más las circunstancias. Las ideas de Milton Friedman -apóstol del mercado libre y principal representante de la denominada escuela de Chicago- tuvieron un gran predicamento en todo el mundo. Sin embargo, según Stiglitz, esas ideas no tenían un sustento científico ni se basaban en ninguna teoría económica, por lo que terminaron deformando el modelo económico estadounidense de la segunda mitad del siglo XX. Por ejemplo, Friedman afirmaba que había que poner el énfasis en la maximización del valor de las acciones de las empresas. Esto produjo un alejamiento todavía mayor entre los que tomaban las decisiones y los afectados por ellas y, en la práctica, condujo a una priorización de la maximización de los beneficios a corto plazo, en detrimento de las inversiones a largo plazo, como las necesarias para generar empleo, mejorar la productividad o apoyar el crecimiento de las empresas. A esto se sumó la falta de visión del sector público, que estuvo enfocado exclusivamente en las obligaciones del gobierno (sus pasivos) y no en la generación de recursos (sus activos). Las consecuencias de la aplicación de este modelo cortoplacista fueron desastrosas: la desaceleración del crecimiento, una distribución aún más desigual, el deterioro en la situación de los trabajadores y el crecimiento de la inseguridad en el trabajo, entre otras. Estos impactos también se replicaron en muchos otros países en los que el modelo económico estadounidense incidió fuertemente. Esencialmente, Reagan sostenía que la rebaja de los impuestos a los más ricos y la eliminación de regulaciones liberarían a la economía e incentivarían a los agentes económicos a producir más, lo que llevaría a una aceleración del crecimiento que terminaría beneficiando a todos. Pero nada de esto sucedió: por el contrario, el crecimiento se volvió lento, aumentó la desigualdad y solo mejoró la situación de los más ricos. Para Stiglitz, el problema con este tipo de modelos es que se basan en una concepción estrecha de las personas, del mercado, de las relaciones interpersonales y del bienestar. Parten de la premisa de que las personas son esencialmente egoístas y que su naturaleza no se ve afectada por el contexto social en que se desenvuelven. Consideran al mercado como un fin en sí mismo y sostienen que, si se evita la intervención de los gobiernos, los mercados tendrán un funcionamiento perfecto y producirán más bienes, proponiendo una noción exclusivamente materialista del bienestar. Señaló que todas estas premisas fueron después cuestionadas, luego de la constatación empírica de que a todas las economías que se basaron en ellas les terminó yendo muy mal. Este resultado tiene varias explicaciones aportadas por la teoría económica. Por un lado, existen limitaciones inherentes a los mercados (los monopolios, la contaminación, la explotación, las

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ineficiencias, las inestabilidades) que afectan su funcionamiento. Por otro lado, las personas son mucho más que simples máquinas de consumir, se interesan por su trabajo, por sus relaciones interpersonales, por su incidencia en las decisiones que afectan sus vidas, por la inseguridad. Además, la economía sí influye sobre ellas y el modelo basado en la economía de mercado hizo que las personas se transformaran en más egoístas, menos cooperativas y más materialistas. Finalmente, la utilización de indicadores como el PIB no es suficiente para medir todo lo que en verdad nos importa, porque no consideran el bienestar. Stiglitz comentó que, en el pasado, se pensaba que, si queríamos construir una sociedad más equitativa, debíamos olvidarnos de lograr un crecimiento económico significativo, porque estos eran objetivos excluyentes. Esa visión ya se ha abandonado. Hoy sabemos que las sociedades más equitativas crecen más rápidamente, en particular si medimos el crecimiento de la manera correcta, es decir en términos de bienestar, pero, incluso sin considerar este aspecto, existe una correlación positiva entre igualdad y desempeño económico. Aclaró que, cuando escribió su libro “El precio de la desigualdad”, lo que quiso fue llamar la atención sobre el alto precio que la sociedad estadounidense estaba pagando por esa desigualdad y advertir que, si no se hacía algo

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al respecto, no solo habría consecuencias económicas sino también políticas. Comentó que, desafortunadamente, todas sus predicciones se habían cumplido y que, incluso, lo que ocurrió en la práctica fue peor que lo que él había pronosticado, pero que lo más grave es que todavía pueden empeorar aún más. Recordó que, en el momento de realizar esas predicciones, estaba bastante solo, pero que su teoría se ha convertido en una idea generalizada, hasta el punto que el propio FMI sostiene en la actualidad que, si los países quieren obtener un crecimiento sostenido y rápido, deben promover la igualdad. Por eso, cuando buscamos alternativas que tenemos que pensar en opciones que sean inclusivas por naturaleza y que garanticen una mejor participación en la toma de decisiones, algo que es importante para el bienestar de la mayoría de las personas. Según Stiglitz, estas alternativas existen e incluyen a la economía social, un sector en el que las cooperativas juegan un rol preponderante. Este tipo de organizaciones ponen primero a las personas, buscando su bienestar en el sentido amplio y no solo el bienestar material, y reconocen que lo que somos (nuestras preferencias, creencias y actitudes hacia los demás) cambia con el entorno social, político, cultural, ambiental y económico en el que nos desenvolvemos. La propiedad y la participación en la toma de decisiones pueden motivar e incentivar la innovación y cambiar la "identidad“, de modo que los intereses de las personas y de las empresas estén más alineados, alineando también los comportamientos, lo que reduce el peso de los problemas que


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se presentan en un escenario de intereses desalineados (lo que se suele llamar "problemas de agencia"). Incluso en los Estados Unidos, “la más capitalista de las sociedades capitalistas”, existe una gran variedad de modelos organizacionales. Algunas de las organizaciones más exitosas son entidades sin fines de lucro, algunas son instituciones en las que los trabajadores tienen una participación relevante en la gobernanza, y algunas son cooperativas. Aclaró que el sector más exitoso de los Estados Unidos -el de las instituciones de educación superior-, está dominado por dos tipos de universidades: las estatales y las que están establecidas como organizaciones sin fines de lucro. En el otro extremo, las instituciones educativas con fines de lucro (entre las que mencionó a la Universidad Trump como el peor ejemplo) solo se han destacado por enseñar a explotar a otros, por fomentar el egoísmo, por prometer fórmulas para hacerse más rico rápidamente a costa de los demás y, sobre todo, por usar su incidencia política para evitar ser reguladas. Agregó que, históricamente, las empresas más exitosas de los Estados Unidos han contado con alguna forma de participación en la propiedad por parte de sus trabajadores, lo que ejemplificó con el caso de Sears Roebuck, la más conocida y una de las más antiguas cadenas de tiendas minoristas a nivel nacional. Mencionó que en las empresas actualmente más dinámicas (las de Silicon Valley) es habitual que se ofrezca a los trabajadores una participación en la propiedad de la empresa, ya sea como parte de la retribución por su trabajo o incluso en al momento de reclutarlos. Señaló, además, que las nuevas tecnologías de información y comunicación han permitido el surgimiento de novedosas formas de organización y de cooperación, en donde también se incluyen conceptos como el de “collective commons” (bienes colectivos) o el de “open source” (código abierto) que surgieron a partir de proyectos tecnológicos, como Wikipedia y Mozilla, pero que hoy se han extendido mucho más allá de este sector. Sobre este tema destacó la importancia que pueden tener, y que de hecho ya está teniendo en algunos países, la existencia de estímulos legislativos y de marcos jurídicos apropiados para promover este tipo de iniciativas, en donde también se contemplan nuevas formas de propiedad intelectual como parte de las alternativas a las patentes tradicionales. Stiglitz señaló que las cooperativas han sido especialmente exitosas en ciertos sectores y regiones de los Estados Unidos. Mencionó algunos ejemplos basados en su experiencia personal, como el de las cooperativas de vivienda (él vive en una de ellas) a las que definió como un modelo muy exitoso porque permite que quienes las habitan manejen sus problemas de forma colectiva y el de las empresas

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editoriales cooperativas (como la que publica sus libros) que no tienen los mismos problemas que enfrentan las editoriales con fines de lucro que han bajado la calidad de sus publicaciones y tienen muchas dificultades para publicar contenidos serios e interesantes. Pero también mencionó el caso de las cooperativas de ahorro y crédito, sobre las que afirmó que no han mostrado el mal comportamiento frecuente en las empresas lucrativas del sector financiero, y el de las cooperativas agrícolas como Lando-Lakes, el mayor productor nacional de mantequilla. Opinó que uno de los aspectos destacables del modelo cooperativo es que puede enfocarse en diferentes áreas de interés común, como la comercialización, el asesoramiento técnico, el crédito o la investigación. Al respecto se refirió a una experiencia que conoció recientemente en la región de la Toscana en Italia, donde hay muchas pequeñas tiendas que funcionan como unidades económicas independientes, cada una con su propietario, pero que se han unido para conformar cooperativas dedicadas a la investigación y a la exportación, dado que cada una de ellas es demasiado pequeña como para contar con su propia infraestructura en estas áreas. Señaló que algunos de los temas que hoy están en el centro del debate político en los Estados Unidos tienen que ver con estas formas alternativas de empresa. Existe una preocupación por la falta de visión de las empresas tradicionales y porque el modelo de propiedad por parte de accionistas con

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participaciones a corto plazo lleva a que éstos tengan un interés escaso por la solidez financiera de las empresas a largo plazo. Este tipo de visión cortoplacista conduce a que se evalúen como positivos algunos proyectos o negocios que parecen elevar el valor de la empresa en lo inmediato, pero al costo de comprometer seriamente su futuro a largo plazo, por ejemplo, a través de un endeudamiento excesivo. Esto ha llevado a que se valore mucho más la importancia de darle voz a quienes están interesados en el desempeño a largo plazo de las empresas, como sus trabajadores, los accionistas a largo plazo (por ejemplo, los poseedores de las denominadas “loyalty shares” o “acciones de lealtad”) y la comunidad en la que la cooperativa desarrolla su actividad. Destacó la importancia de que las cooperativas constituyan un movimiento a nivel mundial y con un desempeño significativo a nivel empresarial, lo que ejemplificó con el hecho de que las 300 mayores empresas cooperativas del mundo han alcanzado un volumen de negocios agregado que en 2017 superó los 2 billones de dólares. Mencionó que las cooperativas tienen un papel destacado en sectores como los seguros; la agricultura y la industria alimenticia; el comercio mayorista y minorista; y en la banca, pero que también se destacan (en ocasiones mucho más allá de lo que lo indican sus cifras de ventas), por ejemplo, en la salud, donde mencionó el ejemplo de Kaiser Permanente, un defensor fundamental de la buena salud en un país con un sistema sanitario disfuncional como Estados Unidos. Finalmente, destacó que,


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a menudo, desempeñan un papel importante en sectores de la economía en los que el sector privado no ha podido o no ha querido ingresar, como es el caso de las cooperativas eléctricas rurales y las cooperativas de crédito rurales. Stiglitz se refirió a que cada vez son más los estadounidenses que están comenzando a percibir que hay algo que está mal en el modelo económico que ha predominado en los últimos años y una expresión de esta realidad es que, en la actualidad, la mayoría de los estadounidenses apoyan la idea de que los trabajadores tengan un mayor peso en la dirección de las empresas, una opinión que, en cierta medida, se ha extendido más allá de la identificación ideológica de las personas. Así, esta idea es apoyada por el 71 % de los demócratas (10% se opone), el 75% de los que tienen inclinación demócrata (9% se opone), el 37% de los que se definen como independientes (14% se opone), el 43% de los que tienen inclinación republicana (31% se opone), y el 35% de los republicanos (39% se opone). Resaltó que el fenómeno de la expansión de la economía social se ha venido extendiendo por todo el mundo, alcanzando niveles muy importantes en algunos países. Se refirió a su experiencia en Corea, a partir de una visita reciente, donde asumió un nuevo gobierno que promueve un modelo de desarrollo basado en el fortalecimiento de la clase media y se otorga un sitial muy destacado a las empresas de la economía social. En particular en la capital, Seúl, la cantidad de empresas de la economía social se cuadruplicó entre 2011 y 2016, como resultado de un apoyo decidido por parte del alcalde de la ciudad, y hoy dan empleo a casi 18.000 personas, cuentan con altas tasas de supervivencia y ofrecen mejores condiciones de trabajo que el resto de las empresas. Por su parte, el gobierno nacional estableció algunas políticas de estímulo a las empresas de la economía social, por ejemplo, a través de un acceso privilegiado a los contratos y licitaciones públicas, la promoción de la cooperación entre las empresas del sector, el cultivo del talento y el apoyo a proyectos de expansión de estos emprendimientos. Todo lo mencionado anteriormente, sumado al fracaso de la economía de mercado tradicional, ha llevado a que cada vez más académicos de todo el mundo se aboquen a estudiar el desempeño económico de las cooperativas. Puesto que estas investigaciones abarcan una amplia gama de sectores que operan en diferentes circunstancias y en una diversidad de países, no puede sorprender que los resultados también sean variables. Entre las conclusiones más importantes de estos estudios, Stiglitz mencionó las siguientes: hay evidencias que demuestran que el bienestar (en el sentido integral del concepto) de quienes participan en las

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cooperativas es mayor que el del resto de las personas, lo que además termina extendiéndose a las comunidades en las que viven los cooperativistas, como resultado de que son más sensibles que otros modelos empresariales a sus impactos sobre las comunidades en las que desarrollan su actividad. Tienen una visión menos cortoplacista, mayor productividad, mayores niveles de igualdad en los ingresos (lo que se denomina como “compresión salarial”) y un mejor desempeño a lo largo de todo el ciclo empresarial, lo que se hizo especialmente evidente durante la crisis de 2008 en la que les fue mucho mejor que a otros modelos de empresa, no porque recurrieran a los despidos masivos como lo hicieron otras empresas, sino porque establecieron alianzas para resistir mejor las consecuencias de la recesión. En relación con los retos que enfrentan las cooperativas para su desarrollo, Stiglitz se refirió en primer lugar a la necesidad de adaptarse al cambio, especialmente en momentos en los que se requiere modificar la estructura de la fuerza de trabajo en todas las empresas. En segundo lugar mencionó los problemas relacionados con el crecimiento, muy especialmente a la forma de incorporar nuevos trabajadores que, en el caso de las cooperativas, plantea la disyuntiva entre sumar nuevos asociados (sobre los que existe la duda de si se identificarán tanto con

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la empresa como los anteriores) o contratar trabajadores adicionales como empleados no asociados. A partir de su conocimiento de la experiencia de Mondragón en España, sugirió que hay una tercera alternativa para resolver este problema: ayudar a crear nuevas cooperativas que se encarguen de una parte del negocio de la anterior. Para concluir, Stiglitz aseguró que las cooperativas, dentro de la economía social, representan una alternativa viable al modelo fallido de economías fuertemente capitalistas como la de los Estados Unidos. Dijo que son muchos los cambios que hay que implementar en su país pero que, en su opinión, la promoción de las cooperativas es una parte importante de lo que debería hacerse. Las cooperativas requieren de estímulos para convertirse en un segmento aún más importante de un ecosistema empresarial sostenible: en particular, marcos jurídicos apropiados y programas de apoyo, especialmente para las cooperativas nuevas y en expansión. Opinó que es muy probable que las cooperativas generen importantes efectos indirectos que representen beneficios para el conjunto de la sociedad y sostuvo además que lo sustancial del mensaje que aportan las cooperativas, es que éste sea escuchado por todos: poner primero a las personas, otorgarle importancia a la representación y la participación, y buscar un mayor bienestar compartido y sostenible. Si aspiramos a tener una economía y una sociedad más equilibradas, debemos considerar a las cooperativas y a la economía social como actores esenciales, concluyó Stiglitz.


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El futuro y los desafíos del desarrollo económico para Costa Rica y la región Teatro Nacional, San José, Costa Rica – 26 de abril de 2018 Joseph Stiglitz presentó esta conferencia minutos después de ser distinguido como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Costa Rica, por lo que comenzó refiriéndose al particular significado que le otorgaba al reconocimiento recibido, por tratarse de un símbolo de los vínculos existentes entre las comunidades académicas de todo el mundo. Remarcó que, probablemente, este vínculo fuera uno de los aspectos más importantes de la globalización y manifestó que quería destacarlo especialmente para reafirmar la vigencia de los ideales básicos de la Ilustración (la ciencia, la reflexión y el discurso racional) en un momento en que en muchas partes del mundo están siendo atacados. Lo ejemplificó con el caso de su propio país, Estados Unidos, donde el Presidente ha recortado los presupuestos para la ciencia y ha atacado sistemáticamente a las universidades. Explicó que estos temas son extremadamente importantes cuando se los considera a la luz de lo que ha pasado con nuestra historia. Comentó que siente escalofríos cuando ve tantas similitudes entre la llegada al poder de Trump y lo que ocurrió con el fascismo en Italia o en Alemania, no solo por la presencia de un pequeño grupo de personas que buscaban destruir los valores de la Ilustración sino, además, por la complicidad de tantos otros por permanecer en silencio mientras esto estaba sucediendo. Destacó a Costa Rica

como

un

ejemplo de otro modelo,

el

de

un pequeño país que puede tener una

importante

incidencia

en

el

del

resto

mundo,

y

precisamente

no a

través del poder militar.

Agregó

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que la decisión de abolir el ejército por entender que ese no era un buen uso de los recursos escasos de la sociedad fue un mensaje importante para el resto del mundo que, entre otras cosas, ha llevado a que Costa Rica se convierta ahora en la sede de la Universidad para la Paz. También destacó el ejemplo que el país ha dado en el área ambiental y el hecho de que, aunque existan muchas personas que estarían dispuestas a explotar inadecuadamente la rica biodiversidad de la que disfruta el país, los costarricenses hayan decidido que ese no iba a ser su futuro. Subrayó la importancia de que, en momentos tan convulsos como el actual, en el que hay personas interesadas en construir muros y no puentes, también haya personas dispuestas a unirse para decidir cómo crear una sociedad mejor. Terminó su agradecimiento por la distinción recibida, señalando que este momento de cambio político representa una oportunidad especial para que Costa Rica se muestre al resto del mundo como un ejemplo viviente de que existe una forma alternativa de ver las cosas: el de una sociedad con una prosperidad compartida, basada en la sostenibilidad y en la armonía entre los diferentes estratos sociales, y entre el hombre y

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la naturaleza. Stiglitz estructuró su conferencia en 3 partes. En primer lugar, se refirió a las nuevas ideas en materia de desarrollo económico, para luego mencionar algunos de los nuevos retos que hoy enfrentan los países en desarrollo, como consecuencia de las diferencias entre el mundo actual y el de hace 30 o 40 años atrás. Finalmente, se concentró en las perspectivas para Costa Rica y aportó algunas ideas concretas sobre cómo abordar esta nueva realidad a partir de su conocimiento sobre el país y la región.

Las nuevas ideas sobre el desarrollo Desde fines de la década de 1980, y durante aproximadamente un cuarto de siglo, predominaron un conjunto de ideas sobre el desarrollo conocidas como el Consenso de Washington, aunque, de acuerdo a Stiglitz, solo se trataba de un “consenso” que abarcaba a 4 manzanas de la ciudad de Washington: desde la Calle 15, donde está el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, hasta la Calle 19 donde está la sede del Fondo Monetario Internacional (FMI). No obstante, recordó que estas ideas tuvieron una enorme influencia en el resto del mundo, debido a que establecieron pautas a las que debían ceñirse los países en desarrollo a la hora de diseñar sus políticas económicas dirigidas a garantizar el crecimiento y prosperidad. Esta filosofía representa lo opuesto a las nuevas ideas sobre el desarrollo, explicó Stiglitz.


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Relató que durante su periodo como Economista Jefe del Banco Mundial (BM)1 se sintió en la incómoda posición de encontrarse “en las entrañas del enemigo”, porque mientras el Banco sostenía los postulados del Consenso de Washington, él concentraba sus esfuerzos en intentar cambiar al propio BM y al FMI. Años más tarde, comenzó a reunirse con algunos de sus sucesores en el cargo de economista jefe del banco y con algunos otros reconocidos académicos para debatir sobre si, visto lo que había ocurrido en los últimos 35 años, existía algún consenso nuevo o, al menos algunos principios nuevos, en materia de desarrollo que debieran tratar de formular. Estas reuniones culminaron en un encuentro realizado en Suecia, en 2016, donde se formuló lo que denominaron como la Declaración de Estocolmo2,un acuerdo sobre los principios que deberían considerar los gobiernos a la hora de la formulación de políticas públicas, y que incluye 8 ideas fundamentales. La primera de estas ideas es que el crecimiento del PIB no es un fin en sí mismo, explicó. Argumentó además, que el PIB de un país puede estar subiendo y, al mismo tiempo, el bienestar puede estar cayendo. Incluso puede llegar a darse que el crecimiento del producto se esté produciendo a expensas del deterioro de algunas de las dimensiones del bienestar general de la sociedad, por lo que el PIB no es una variable apropiada para medir ese bienestar. Como una expresión de este primer postulado de la Declaración de Estocolmo, Stiglitz recordó que Costa Rica es miembro de un pequeño grupo de países que se ha denominado a sí mismo como la “Alianza para el Bienestar”. Se trata de países que se han comprometido a trabajar para garantizar que sus políticas económicas no se van a centrar exclusivamente en el bienestar material, ni en el crecimiento de variables como el PIB, sino ante todo en el bienestar general de todos sus ciudadanos, un concepto mucho más amplio que incluye muchos otros elementos, como los psicológicos y los ambientales. 1

Febrero de 1997 a enero de 2000.

Declaración de Estocolmo “Hacia un consenso sobre los principios de la formulación de políticas públicas para el mundo contemporáneo”. Aprobada por trece economistas que se reunieron en Saltsjobaden, Suecia, los días 16 y 17 de septiembre de 2016, para discutir los desafíos que enfrentan los actuales responsables de las políticas económicas, invitados por la Agencia Sueca para el Desarrollo Internacional (ASDI) y el Banco Mundial. El grupo fue integrado por Sabina Alkire (Oxford), Pranab Bardhan (Berkeley), Kaushik Basu (Nueva York), Haroon Bhorat (Ciudad del Cabo), Francois Bourguignon (París), Ashwini Deshpande (Delhi), Ravi Kanbur (Ithaca), Justin Yifu Lin (Beijing), Kalle Moene (Oslo), Jean-Philippe Platteau (Namur), Jaime Saavedra (Lima), Finn Tarp (Helsinki y Copenhague) y Joseph Stiglitz (Nueva York).

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Recuadro 1 Alianza para el bienestar

Declaración e invitación del Grupo de Amigos para las Economías del Bienestar (Group of WE) - NOSOTROS, MINISTROS Y REPRESENTANTES de Costa Rica, Escocia y Eslovenia [Nueva Zelandia, Gales, Otros]: CONSIDERANDO que: 1. Si bien el crecimiento económico registrado en todo el mundo ha mejorado los niveles de vida de muchos, sus beneficios no se han distribuido de manera uniforme y la desigualdad sigue arraigada en muchos países.

Stiglitz destacó la singular importancia de esta iniciativa y mencionó los puntos fundamentales de la Declaración (ver recuadro 1) firmada por los países integrantes de la Alianza. Comentó, además, que ha estado trabajando con otro de los países integrantes de este grupo, Escocia, en el desarrollo de lo que denominaron el “Marco Nacional de Actuación”, un instrumento que permite evaluar el desempeño del gobierno a todos los niveles (no solo el nacional, sino

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también el regional y el local) y determinar el grado de éxito de cada unidad de la estructura estatal en términos de bienestar en el sentido amplio. La herramienta incluye una lista muy completa de indicadores de desempeño, en la que se prestó especial atención a la relación entre bienestar general y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) definidos por las Naciones Unidas. Respecto al proceso de elaboración de los ODS, lo calificó como un ejercicio muy valioso que demostró que es posible que la comunidad internacional se una para definir los objetivos a los que debemos aspirar como humanidad y para acordar lineamientos concretos sobre las diversas alternativas o actuaciones para alcanzar esos propósitos. También se refirió al antecedente de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) como otro ejemplo enormemente exitoso de unión de la comunidad internacional, en este caso con el propósito de reducir la pobreza a la mitad en un plazo de 15 años. Destacó que la iniciativa demostró ser eficaz, no solo porque logró el compromiso tanto de los países en desarrollo como de los desarrollados, sino porque, además, consiguió reducir la pobreza mundial a mucho menos de la mitad, al punto que hoy se concentra en algunas regiones, todavía muy grandes, principalmente de África.


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No obstante, calificó a la definición de los contenidos de los ODS como una auténtica “batalla” entre las distintas concepciones respecto a lo que había que incluir y lo que no. Recordó que fue parte de ese proceso y que su intención primordial era la de incluir el tema de la desigualdad como un aspecto importante a ser considerado. Sin embargo, contrariamente a lo que podía esperarse, uno de los países que se opuso más firmemente a la inclusión de la desigualdad en los ODS fue el suyo, Estados Unidos, junto con el Reino Unido, probablemente porque Estados Unidos es quien presenta los mayores niveles de desigualdad dentro del grupo de los países más avanzados, especuló. A pesar de ello, señaló que finalmente obtuvo una pequeña victoria personal porque el ODS 103 se refiere específicamente al tema de la reducción de las desigualdades. La segunda idea fundamental de la Declaración de Estocolmo es que el desarrollo debe ser inclusivo. Recordó que en el pasado se solía pensar que, aunque era posible conseguir un crecimiento más inclusivo y más igualitario, este tendría como consecuencia que ese mismo crecimiento fuera más lento. Mencionó que en su libro “El precio de la desigualdad” demostró que ese concepto era equivocado y que al no combatir eficazmente la desigualdad estábamos pagando un precio muy alto, no solo en términos éticos y de valores democráticos, sino también en términos económicos. Las economías con mayores niveles de desigualdad son las que tienen los peores desempeños. Subrayó que uno de sus mayores éxitos fue que esa idea tan sencilla hoy se ha transformado en un concepto generalmente aceptado como correcto, al punto que el propio FMI lo ha adoptado como uno de los pilares centrales de las recomendaciones que brinda a los gobiernos del mundo en materia de políticas económicas, llevando su idea un poco más allá de su planteo original, al afirmar que el problema de la desigualdad no tiene nada que ver con un tema ético o moral, sino exclusivamente con el desempeño económico. ODS 10: “Reducción de las desigualdades. Es sabido que la desigualdad está en aumento y que el 10 por ciento más rico de la población se queda hasta con el 40 por ciento del ingreso mundial total. A su vez, el 10 por ciento más pobre obtiene solo entre el 2 y el 7 por ciento del ingreso total. En los países en desarrollo, la desigualdad ha aumentado un 11 por ciento, si se considera el aumento de la población. Para frenar este aumento de las disparidades, es necesario adoptar políticas sólidas que empoderen el percentil inferior de la escala de ingresos y promuevan la inclusión económica de todos y todas, independientemente de su género, raza o etnia. La desigualad de ingresos es un problema mundial que requiere soluciones globales. Estas incluyen mejorar la regulación y el control de los mercados y las instituciones financieras y fomentar la asistencia para el desarrollo y la inversión extranjera directa para las regiones que más lo necesiten. Otro factor clave para salvar esta distancia es facilitar la migración y la movilidad segura de las personas”.

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También recordó que por muchos años se sostuvo lo que se conoció como la “teoría del derrame” que afirmaba que, si nos asegurábamos de que los estratos superiores tuvieran suficientes ingresos, todo el mundo se iba a terminar beneficiando de un modo u otro. Ahora sabemos que eso no es verdad, dijo Stiglitz, afirmando que los Estados Unidos son el mejor ejemplo para demostrar la falsedad de esa teoría, porque, aunque tuvo un gran crecimiento económico, se observa un estancamiento persistente en la situación de la enorme mayoría de las personas, no solo las que están en los estratos más pobres, sino también en las clases medias. Lo ejemplificó recordando que el ingreso de un trabajador promedio a tiempo completo en los Estados Unidos está en los mismos niveles que hace 42 años, lo que supone que han transcurrido 2 generaciones completas de estancamiento en un país que orienta todos sus esfuerzos al bienestar material y en el que se creía que cada generación iba a estar mejor que la anterior, lo que en su opinión constituye la base del descontento que hoy manifiestan muchos jóvenes estadounidenses. El tercer postulado de la Declaración es que la sostenibilidad ambiental es un requisito y no una opción. Al respecto, Stiglitz sostuvo que para que el crecimiento sea sólido, no solo debe

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ser inclusivo, sino también sostenible. La cuarta idea se refiere a la necesidad de un equilibrio entre el mercado, el estado y la comunidad. En este sentido, argumentó que uno de los mayores errores del Consenso de Washington fue la defensa de la primacía del mercado y su poder de auto-regularse; la concepción de que era necesario quitar del medio a los gobiernos para dejar que los mercados operen libremente como un modo de asegurarse de que todo salga bien. La quinta idea de la Declaración es la de alcanzar la estabilidad macroeconómica. Stiglitz reconoció que esta idea es un clásico de las recetas económicas tradicionales, sin embargo destacó que esta nueva visión propone una noción de estabilidad que no se centre únicamente en equilibrar las cuentas públicas o en controlar la inflación, sino que considere, además, un conjunto de aspectos adicionales que son igualmente relevantes para dar sentido a un concepto completo de estabilidad. El sexto aspecto de la Declaración de Estocolmo propone considerar el impacto de la tecnología global y la desigualdad. Sobre este punto, Stiglitz recalcó que la cuestión clave para adaptarse al cambio tecnológico no es enfrentar a los trabajadores de los países desarrollados con los de los países menos desarrollados, como lo propone, por ejemplo, el Presidente Trump, sino darle un tratamiento


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adecuado al conjunto del tema del trabajo, considerando tanto los países en desarrollo como a los desarrollados. Afirmó que la forma en que se han gestionado los acuerdos comerciales de los últimos tiempos ha sido básicamente injusta para los países en desarrollo, tal como lo argumenta en su libro “El malestar en la globalización”. Esto se debe a que estos acuerdos no fueron escritos por los Estados Unidos para proteger sus intereses como país, sino que se establecieron para proteger ciertos intereses particulares: los intereses corporativos de empresas de los Estados Unidos y de otros países avanzados. Y estos intereses se contraponían a los intereses de todos los trabajadores, tanto los de las economías emergentes como los de los países desarrollados. En consecuencia, el enfrentamiento no es entre el Norte y el Sur, o entre los países desarrollados y los países en desarrollo, sino entre ciertos intereses corporativos y los intereses de todo el resto del mundo. Aseguró que el impacto de los cambios tecnológicos en la globalización va a ser extremadamente importante y que va a requerir de grandes inversiones en capital humano, por lo que las universidades van a jugar un papel todavía más importante del que ya han tenido en el pasado. Para resaltar este aspecto, recordó que en su libro “Creando una sociedad del aprendizaje” ya había mostrado que los estándares de vida casi no se habían modificado durante muchos de los siglos previos a la Ilustración. Si se analizan, por ejemplo, los salarios reales de los artesanos europeos, fueron prácticamente constantes durante varios siglos. Luego de 1750, los ingresos, el nivel de vida, la expectativa de vida al nacer y otros indicadores del bienestar comenzaron a incrementarse como resultado de las ideas, los conocimientos, y los progresos en la ciencia y la tecnología que llegaron con la Ilustración, y que todavía están en las raíces del bienestar material del que disfrutamos hoy. Para Stiglitz, la séptima idea propuesta por la Declaración de Estocolmo es una demostración fehaciente de que los economistas de hoy están atreviéndose a ir más allá de los modelos tradicionales, al enfatizar que las normas sociales y las actitudes son importantes. Este postulado afirma que se deben trasladar los hallazgos de la economía conductual moderna a la economía del desarrollo y resalta que existen medios eficaces para modificar aspectos relacionados con los comportamientos como, por ejemplo, el ahorro y la fecundidad. Consideró que este es un cambio muy importante y señaló al informe sobre el desarrollo mundial de 2015 elaborado por el Banco Mundial4 como un ejemplo de cómo el análisis de este tipo de aspectos puede utilizarse como un apoyo en la formulación de políticas con resultados concretos y relevantes. Informe sobre el desarrollo mundial 2015: Mente, sociedad y conducta, Banco Mundial (https://openknowledge. worldbank.org/bitstream/handle/10986/20597/WDR2015Overview-Spanish.pdf)

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Finalmente, la octava idea de la Declaración se refiere a las políticas mundiales y la responsabilidad de la comunidad internacional. Para comprender la importancia de este tema, señaló que lo primero es tomar conciencia de la enorme interdependencia que hoy existe entre los países. Por un lado, es sabido que las políticas de los grandes países ricos (las monetarias, las regulatorias, las comerciales y las migratorias, entre otras) producen externalidades importantes en el resto del mundo, las que muchas veces no son suficientemente consideradas. Pero, en realidad, esa interdependencia afecta a todos los países porque, por ejemplo, las políticas en materia de paraísos fiscales también impactan directamente sobre los países más ricos. Por esta razón, las instituciones multilaterales y los acuerdos internacionales son absolutamente cruciales para abordar algunos de los principales problemas que hoy enfrenta la humanidad, sin embargo, a juicio de Stiglitz, hasta ahora solo han conseguido ser una solución parcial a estos enormes retos. Ejemplificó esta afirmación con el caso de los acuerdos sobre cambio climático, que claramente no tienen el alcance que sería necesario. Consideró inadmisible el argumento de Trump respecto a que estos acuerdos eran injustos para los Estados Unidos, porque el hecho de ser el país que más ha contaminado el mundo en los últimos tiempos

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le otorga el derecho de seguir haciéndolo. Para Stiglitz, la responsabilidad de la comunidad internacional la obliga a no admitir este tipo de situaciones y, si Estados Unidos se rehúsa a cumplir con acuerdos internacionales como el de París, debería llegarse a la aplicación de sanciones comerciales (los llamados impuestos transfronterizos), lo que seguramente ayudaría a que Estados Unidos entre en razón. Stiglitz remarcó que estas 8 ideas recogidas en la Declaración de Estocolmo representan un cambio ostensible respecto a la filosofía del Consenso de Washington que ponía el énfasis central en el efecto auto-regulador de los mercados, daba un tratamiento inadecuado a sus fallas intrínsecas, y contemplaba una visión acotada de la estabilidad macroeconómica y una concepción estrecha respecto a cómo definir, alcanzar y medir objetivos en materia de desarrollo. Recordó que durante mucho tiempo se asumió que los mercados eran eficientes si se los dejaba actuar sin intervenciones externas y que uno de los ejes centrales de todo su trabajo de investigación ha consistido en poner en evidencia las muchas maneras en las que los mercados pueden fallar. Una de las ideas más conocidas de la historia de la teoría economía ha sido lo que Adam Smith denominó la “mano invisible”, es decir la capacidad de los mercados de autoregularse para maximizar el bienestar general de la sociedad, mediante la búsqueda del interés


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personal. Stiglitz aseguró que, a partir de su trabajo de investigación, hoy puede presumir en afirmar que la razón por la que la “mano invisible” es invisible es porque, en realidad, no está ahí. No existe. En su opinión, la mano invisible que sí necesitamos es la de los gobiernos para impedir los abusos que ya vimos en la crisis financiera de 2008, las situaciones de explotación y otros muchos problemas producidos por la economía de libre mercado.

Los nuevos retos del siglo XXI Existen un conjunto de elementos que hace unos pocos años atrás no estaban demasiado presentes cuando pensamos en el desarrollo pero que, de acuerdo a Stiglitz, hoy no podemos dejar de considerar: el cambio climático, el aumento de la desigualdad, la reevaluación del significado de las ventajas comparativas, el fin del modelo de crecimiento impulsado por la exportación de manufacturas y el fin de la era de la globalización o el comienzo de la antiglobalización en la denominada “era Trump”. Respecto al fin de la globalización, indicó que es importante hacer un esfuerzo por comprender las causas que están detrás del resurgimiento de los sentimientos proteccionistas en Europa y en los Estados Unidos. Esto se explica porque la globalización ha sido sobrevalorada: por un lado, se exageraron sus potenciales beneficios y, al mismo tiempo, se subestimaron sus costos. El aumento en el crecimiento fue muy inferior al previsto -incluso fue menor que el observado en épocas anteriores-; la globalización del mercado de capitales seguramente contribuyó a la inestabilidad, reduciendo así el crecimiento; en muchos lugares los empleos fueron destruidos mucho más rápido de lo que fueron creados; y, finalmente, la globalización aumentó la incertidumbre, al mismo tiempo que el neoliberalismo fue erosionando los sistemas de protección social de los países. Para muchas personas en el mundo, el resultado de la globalización fue una caída de su nivel de vida. Por otro lado, se subestimaron sus costos, especialmente los relacionados con la distribución del ingreso: la mayor parte de las ganancias fueron hacia los estratos más ricos, mientras que los ingresos de los sectores medios y bajo se estancaron o se redujeron. Stiglitz remarcó un aspecto interesante y desconocido por algunos: que estos costos de la globalización fueron anticipados por la teoría económica, y anunciados oportunamente a los encargados de formular políticas y de decidir sobre ellas. Mencionó que hace por lo menos 50 años se comenzó a advertir que una consecuencia de la eliminación de barreras entre el norte y el sur, entre los países desarrollados y en desarrollo, sería una reducción de los

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salarios de los trabajadores no calificados de los Estados Unidos. Para explicar el concepto, invitó a imaginar por un momento la existencia de una economía global y de mercados que sí funcionaran de manera perfecta. En este escenario, la consecuencia lógica del proceso de globalización sería que los trabajadores no calificados de todo el mundo tendrían los mismos niveles de salarios, como resultado directo de la naturaleza de esos mercados supuestamente perfectos. Esto significaría que los trabajadores no calificados de los Estados Unidos tendrían los mismos salarios que los de China o los de India. Según Stiglitz ese costo implícito, aumento del desempleo y reducción de los salarios de este tipo de trabajadores en Estados Unidos, era parte integrante del paquete que trataban de vendernos con la globalización, aunque nunca se lo mencionaba explícitamente, seguramente porque no ayudaría demasiado en la venta de esas ideas. Stiglitz mencionó este ejemplo como uno de los diferentes efectos adversos de la globalización que fueron claramente anticipados, y advertidos, por muchos de los representantes de la teoría económica. Sin embargo, como había demasiada gente ganando mucho dinero gracias a la globalización, estas advertencias fueron desoídas e ignoradas. Los defensores de la globalización prefirieron aferrarse a la “teoría del derrame” y a la fantasía de

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que en una economía más grande, globalizada, todos viviríamos mejor, algo que tanto la teoría económica como la evidencia empírica demostraron desde un principio que no ocurriría. Las elites argumentaron en su momento, que los verdaderos problemas no eran un resultado de la globalización, sino del cambio tecnológico, pero, en realidad, la globalización tuvo sus propios impactos negativos y agravó los ocasionados por los avances en la tecnología. Sin embargo, los conservadores estadounidenses propusieron no hacer nada -ni respecto al cambio tecnológico, ni respecto a la globalización- porque en realidad pensaban que las empresas se beneficiarían de un mercado laboral debilitado que hiciera posible una reducción de los salarios. Si había salarios más bajos en otros países, también debían reducirse en los Estados Unidos por la amenaza que representaba que el trabajo se desplazara hacia el exterior. Para Stiglitz es importante comprender que este tipo de problemas van mucho más allá de Trump y que, muy probablemente, van a durar mucho más que su presidencia. Los problemas no se originan en la globalización en sí misma, sino en la forma en la que la gestionamos. Para demostrarlo recordó que existen países que han adoptado enfoques alternativos para abordar el tema de la globalización y sus consecuencias, los que, de haberse generalizado en el resto el mundo, seguramente hubieran permitido que todos alcanzáramos mejores condiciones de vida. Pequeñas economías como las de Costa Rica, Suecia o Noruega se dieron cuenta de que no tenían otra alternativa que convertirse en más abiertas, pero lo hicieron de manera que esa


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apertura motivada por los cambios tecnológicos y la globalización terminara beneficiando a la vasta mayoría de sus ciudadanos. Con ese propósito se abocaron a construir lo que se conoce como un estado del bienestar (sistemas educativos, de salud, de protección social, políticas industriales y comerciales), lo que les permitió gestionar de manera más acertada su inserción en un mundo globalizado. En contraposición, las políticas de Trump son caprichosas e inconsistentes, y seguramente van a tener efectos negativos a largo plazo, especialmente para aquellos sectores que le dieron su voto. El fin de la globalización tendrá un costo muy alto para los Estados Unidos, especialmente para su industria manufacturera, por ejemplo en el sector automotriz donde las empresas seguirán perdiendo competitividad. Según Stiglitz, el problema es que las políticas de Trump se fundamentan en una multiplicidad de confusiones e incongruencias. Los economistas han intentado explicar que lo que importa es el déficit comercial multilateral y no solo el bilateral, es decir el conjunto del déficit comercial con todo el resto del mundo y no con un país en particular. Agregó que Trump solo piensa en el déficit en el comercio de bienes y no considera para nada los servicios, un razonamiento que se abandonó hace 150 años y que no tiene ningún sentido en una economía moderna que está basada en los servicios. Para ejemplificar su afirmación recordó que uno de los mayores sectores de Costa Rica es el del turismo que hoy genera tres veces más divisas que las que producían todas las exportaciones del país en 1985. Advirtió que su mayor preocupación son algunos de los efectos negativos a largo plazo de estas políticas como, por ejemplo, el hecho de que Estados Unidos deje de ser un país confiable para el resto del mundo. Los Estados Unidos jugaron un papel muy importante en la creación de un mundo donde las fronteras fueran cada vez menos importantes pero lo que se ve ahora es que le importan muchísimo. Sin embargo, concluyó que, en muchos sentidos, Trump solo está acelerando el proceso de creación de un nuevo orden mundial al que hubiéramos llegado de todos modos. El mundo ya estaba moviéndose hacia un sistema de comercio multilateral y la reacción a las políticas de Trump solo han acelerado esa tendencia. Aconsejó que el resto del mundo tome este momento como una oportunidad para crear nuevas alianzas comerciales y fortalecer las preexistentes. Opinó que, aunque los subsidios agrícolas de Estados Unidos y otras medidas proteccionistas han impedido la creación de un Área de Libre Comercio de las Américas, este es un momento para avanzar, para fortalecer la cooperación y el comercio entre México y los países de América Central y el Caribe, y para profundizar las relaciones comerciales con China, Europa, India y los países del sudeste asiático.

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Ejemplificó lo que habría que hacer con el caso de los países que hoy integran el TPP11 los que, una vez que Estados Unidos decidió retirarse, optaron por seguir adelante y por comenzar a trabajar en un nuevo acuerdo comercial, similar al anterior, pero eliminando algunas de las disposiciones más nocivas que habían sido impuestas en su momento por los propios Estados Unidos, por ejemplo, la que causaba que los medicamentos genéricos terminaran siendo más caros y menos accesibles como resultado de la presión ejercida por las empresas de la industria farmacéutica estadounidense. Ejemplificó lo que habría que hacer con el caso de los países que hoy integran el TPP11 los que, una vez que Estados Unidos decidió retirarse, optaron por seguir adelante y por comenzar a trabajar en un nuevo acuerdo comercial, similar al anterior, pero eliminando algunas de las disposiciones más nocivas que habían sido impuestas en su momento por los propios Estados Unidos, por ejemplo, la que causaba que los medicamentos genéricos terminaran siendo más caros y menos accesibles como resultado de la presión ejercida por las empresas de la industria farmacéutica estadounidense.

52 En cuanto al modelo de crecimiento impulsado por las manufacturas, mencionó que el éxito de los países del este asiático –primero Japón, luego Corea y más recientemente China- fue mucho más allá de lo que todos podíamos imaginar. Asia ha explotado como potencia económica y el secreto de ese éxito tan sorprendente fue el crecimiento económico impulsado por la exportación de productos manufacturados. El modelo se fue transfiriendo de un país a otro pero solo funcionó para aquellos países que aprovecharon las especiales circunstancias de hace 30 años atrás. Hoy ya no es viable porque nos estamos alejando de las economías basadas en la exportación de manufacturas. Para Stiglitz casi todo el mundo se ha dado cuenta de eso, excepto Trump. El sector de los servicios representa el 70% de la economía estadounidense actual, lo que ilustró elocuentemente con el dato de que hoy hay más atletas profesionales que mineros, considerando el total de las industrias extractivas del país. Solo un 9% de la población estadounidense trabaja en la industria manufacturera y, en casi todo el mundo, la disminución del porcentaje de la fuerza de trabajo que labora en el sector manufacturero hoy es considerado como un indicador de éxito económico. Recordó que hace algo más de 100 5

Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico


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años, el 70% de la población trabajaba en la agricultura, pero en la actualidad en los Estados Unidos y en los países europeos ese porcentaje se ubica alrededor de un 2% o un 3%, lo que calificó como un éxito dado que el aumento de la productividad ha hecho posible que se redujera el número de trabajadores necesarios. Hoy, ese 2 o 3% de la población produce más alimentos que los que puede consumir, incluso para una sociedad con problemas de obesidad como la estadounidense. La productividad crece más que la demanda, por lo que los países tienen que pensar en otras estrategias, aplicar un enfoque más equilibrado, tratando de interpretar y aprender qué fue lo que permitió que el modelo basado en la exportación de las manufacturas llevara a un crecimiento tan rápido, pero con una estrategia de enfoque múltiple. Consideró que una política de desarrollo exitosa debe ser más explícitamente multidimensional y multisectorial, y abordar por separado los “desafíos” que el sector manufacturero abordó de manera simultánea, involucrando a toda la gama de instituciones y otras partes interesadas. Los gobiernos deberán desempeñar un papel importante en esta nueva transformación estructural hacia una economía moderna, que girará principalmente en torno a los servicios, pero que también deberá contemplar a la agricultura y los productos manufacturados.

53 El tercer reto vinculado al replanteo de las estrategias económicas es el de la revisión del concepto de las ventajas comparativas. Según Stiglitz, la vieja teoría se basaba en las ventajas comparativas estáticas, pero las nuevas estrategias deben enfocarse más en las ventajas comparativas dinámicas, en lo que podemos aprender debido a la alta movilidad del capital, la movilidad relativa del conocimiento y la movilidad, también relativa, de la mano de obra calificada. Sostuvo que el verdadero origen de las ventajas comparativas de un país está en: las capacidades, la fortaleza y la disciplina de su fuerza de trabajo; en los conocimientos adquiridos; en sus instituciones y sus normas; en su infraestructura institucional y material; y en su reputación internacional. Todos estos factores afectan la capacidad de atraer y retener tanto al capital como al talento humano, y modificarlos de manera constructiva es difícil, pero es esencial.

Las perspectivas para Costa Rica Al referirse a la situación de Costa Rica en este nuevo escenario, Stiglitz comenzó destacando que en muchos de los aspectos relacionados con la concepción amplia del bienestar, el país muestra un muy buen desempeño. Por un lado, tiene un buen crecimiento, la expectativa de


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vida y los años de escolarización de su población son de hecho mejores que en los Estados Unidos, a lo que se suma un desempeño muy satisfactorio en muchos otros indicadores que se encuentran estrechamente relacionados con las diferentes dimensiones del bienestar. En efecto, recordó que hay un conjunto de indicadores de bienestar que se utilizan para determinar lo que se conoce como el “Índice del Planeta Feliz” donde Costa Rica también tiene un mejor desempeño que los Estados Unidos. Por otro lado, el país cuenta con una reputación muy favorable a nivel internacional debido a sus políticas ambientales avanzadas y a su postura firme en defensa de la paz. El gráfico 1 muestra cómo le ha ido a Costa Rica en relación con los países más poderosos de la OCDE en términos de la evolución del PIB per cápita. El gráfico deja claro que su crecimiento relativo ha sido mayor que el de los países más avanzados y que ha mostrado un desempeño verdaderamente notable desde el año 2002 en adelante. También las exportaciones han crecido más rápidamente que las del promedio de los países de la OCDE y que las del promedio ponderado de los países del LAC-56 lo que puede observarse claramente en el gráfico 2.

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Gráfico 1: EL PIB per cápita está creciendo

Fuentes: Base de datos de Cuentas Nacionales de la OCDE, Indicadores de Desarrollo Mundial del Banco Mundial

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Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México


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Gráfico 2: El crecimiento de las exportaciones es fuerte Volúmen de las exportaciones

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No obstante, Stiglitz remarcó que estos resultados favorables no deben ocultar el hecho de que el país también tiene grandes problemas. Por un lado, cuenta con una infraestructura deficiente, lo que obstaculiza, por ejemplo, el desarrollo del turismo. De acuerdo con algunas mediciones, que según Stiglitz, pueden ser objeto de cierto debate, existe cierta preocupación respecto a la calidad de la educación, por ejemplo a partir de los resultados obtenidos en algunas pruebas internacionales estandarizadas en las que al país no le está yendo tan bien como debería. Sin embargo, recalcó que Costa Rica no está sola en este tema, porque a Estados Unidos tampoco le va muy bien en esas pruebas. Aclaró que en el caso de Estados Unidos se debe a que la inversión en educación se está reduciendo, no se le paga bien a los docentes, no se atrae a los mejores estudiantes para que se involucren en la educación, sino que se les estimula más para que vayan a sectores como la banca. Pese a que cuenta con algunas de las mejores universidades del mundo, el desempeño promedio de los estudiantes de las escuelas secundarias es realmente mediocre. Mencionó el ejemplo de los resultados de las pruebas Pisa, en las que el Estado que tuvo un mejor desempeño fue Massachusetts, mientras que la ciudad que obtuvo el mejor puntaje a nivel mundial fue Shanghái y la diferencia entre uno y otro fue


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el equivalente a dos años de educación. En otras palabras, entre estudiantes que cursaban en un mismo grado en los dos sitios, los de Shanghái parecían tener dos años más de educación. Volviendo a Costa Rica, mencionó que también existe cierta inquietud en torno al tema de la regulación bancaria, lo que genera dudas sobre la estabilidad financiera del país. No obstante, aseguró que los problemas más apremiantes en este momento son la desigualdad y la delicada situación fiscal. En opinión de Stiglitz, la desigualdad es el reto fundamental del Siglo XXI. Costa Rica viene creciendo bien y con un modelo ambientalmente sostenible, y en muchos aspectos se ubica entre los países más avanzados del mundo, aunque existen algunos otros en los que no le ha ido tan bien como debería. Por lo tanto, recomienda que el país debe garantizar un mínimo de justicia social en la distribución del ingreso, la riqueza, las oportunidades y la salud.

Gráfico 3

56 Variación media anual en %

Crecimiento de la productividad Eje izquierdo

Desigualdad (Índice de Gini) Eje derecho

Fuentes: Base de datos de de perspectivas económicas de la OCDE Nº98, Base de Datos de Distribución de los Ingresos de la OCDE, Estado de la Nación


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Gráfico 4: Índice de Gini de Costa Rica

57 Gráfico 5

Nota: La información sobre Costa Rica es preliminar y corresponde a 2015. La información sobre los otros países se refiere a 2012 y 2013. Fuente: Base de datos de distribución de los ingresos de la OCDE (http://oe.ce/idd) Datos sobre Brasil de la Base de Datos LIS (www.listdatacenter.ord)


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Los gráficos 3, 4 y 5 muestran algunos datos en términos de desigualdad que Stiglitz catalogó como preocupantes. Mientras la productividad disminuye, la desigualdad crece, y la evolución del Índice de Gini parece sugerir que los gobiernos del país no han hecho todo lo que podrían para enfrentar eficazmente el problema de la desigualdad. De hecho, Costa Rica aparece entre los países con peor desempeño en términos de los efectos redistributivos de sus políticas, de acuerdo con una lista elaborada por la OCDE. Precisó además, que estos indicadores no dan una imagen completa de la situación en materia de desigualdad porque estas estadísticas no consideran, por ejemplo, el papel del gobierno en la provisión de servicios de salud o de educación universitaria, ni los esfuerzos por asegurar un estándar de vida básico para el conjunto la población, sino que solo miden los ingresos. Señaló que esto relativiza lo que muestran las gráficas respecto de la situación en Costa Rica en cuanto a términos de desigualdad, aunque afirmó que hay un consenso amplio respecto a que la desigualdad se ha ido incrementando en los últimos años y que, si no se le presta la atención debida, la situación se va a seguir agravando, por lo que opinó que es muy importante que la nueva administración se enfoque en este tema.

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Gráfico 6


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El otro reto fundamental al que se enfrenta Costa Rica, según Stiglitz, es el de su situación fiscal que en su estado actual es insostenible (ver gráfico 6). Reconoció que se sentía en una posición algo incómoda al llamar la atención sobre este punto porque, mientras que a Costa Rica le tomó 8 años pasar de un 3% a un 6% de déficit fiscal, a Estados Unidos solo le tomó un mes, entre diciembre de 2017 y enero de 2018. De todos modos, recalcó que es importante que Costa Rica enfrente el desafío fiscal para fortaler sus ventajas comparativas dinámicas y, al mismo tiempo los problemas cruciales que enfrenta en términos de desigualdad y y reconozca las grandes transformaciones que se han venido produciendo en la economía mundial. Aportó algunos ejemplos de lo que podría considerarse como escenarios problemáticos para el futuro: por ejemplo, una reducción del gasto público que empeore la infraestructura, debilite la educación y comprometa los limitados esfuerzos para combatir la desigualdad; o un aumento de los impuestos regresivos; o una reducción del gasto combinada con un aumento de los impuestos, lo que reduciría la demanda agregada, y aumentaría el desempleo y la desigualdad. A la hora de identificar soluciones eficaces, sugirió como primera medida el incremento de la recaudación a través de la implantación de un impuesto a las emisiones de carbono. Recordó, a manera de ilustración, que hay un principio en economía que sostiene que debería castigarse con impuestos a las malas acciones y no a las buenas. Un impuesto de este tipo sería un incentivo para que las empresas, las viviendas y hasta el propio Estado se aseguren de no estar contribuyendo a la contaminación. Mencionó que en 2017 lideró una comisión7, junto a Lord Stern, que tuvo la misión de determinar el tipo de impuesto que le permitiera al mundo llegar a lo establecido en términos de emisiones en los acuerdos de Copenhague8 respecto al cambio climático. La comisión concluyó que podría conseguirse con un impuesto de 100 dólares por tonelada. Argumentó que un impuesto de este tipo sería especialmente bueno para Costa Rica porque fortalecería la demanda agregada mientras la economía se adapta al nuevo régimen; contribuiría a reestructurar la economía hacia el futuro; mejoraría aún más la reputación internacional de Costa Rica; y le permitiría acercarse a los niveles necesarios de recaudación.

Comisión de Alto Nivelsobre los Precios del Carbono Acuerdo final de la XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático, realizada en diciembre de 2009 en Copenhague, Dinamarca.

7 8

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Sugirió que esto se complementara con impuestos progresivos sobre el consumo y con un sistema de impuesto a la renta más progresivo. En relación con este último punto, Stiglitz se enfocó en los impuestos a las ganancias de capital. Argumentó que una de las principales razones del crecimiento de la desigualdad en los Estados Unidos es que se bajó la tasa del impuesto a las ganancias de capital, que es precisamente la vía por la que las personas más ricas obtienen la mayoría de sus ingresos. Agregó que existen países en las que no se grava con ningún impuesto a este tipo de ganancias y que son muchos otros los que se enfrentan a resistencias para subirlos a un nivel comparable a los aplicables a otras formas de ingresos. Manifestó que es especialmente partidario de un tipo particular de impuesto sobre las ganancias de capital: el impuesto a la tierra. Señaló que a la hora de fijar impuestos, los economistas se preocupan por el tema de los incentivos porque si se aplican sobre el trabajo la gente no va a trabajar tanto, o si se aplican sobre los ahorros la gente va a ahorrar menos, o si lo hacen sobre las ganancias los capitales se irán del país. Manifestó, entonces, que el impuesto a la tierra es uno de los mejores caminos para llegar a la igualdad y al equilibrio fiscal, porque la tierra en Costa Rica no va a emigrar si se le aplican impuestos. Agregó que otras posibles fuentes de ingresos públicos serían: la identificación de

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áreas generadoras de externalidades negativas; los impuestos sobre las transacciones financieras aplicables a los residentes con independencia de donde se produzcan las transacciones; y la implementación de otros impuestos con contenido ambiental. Respecto del gasto público, sostuvo que debería reorientarse e incrementarse, porque un aumento bien estructurado de los impuestos, sumado a una reestructura y un aumento del gasto podría conducir a un crecimiento de la demanda agregada. Por otra parte, planteó que los gastos deberían orientarse a hacer frente a aquellos desafíos que identificó como los más importantes: la infraestructura y la educación, por ejemplo, a través de una reforma del sistema educativo que mejore su calidad y su adaptación a las demandas del mercado del trabajo. Sostuvo que, en el largo plazo, estos gastos se pagarán solos e incluso se convertirán en una inversión rentable. Finalmente, agregó que uno de los pilares fundamentales del éxito de Costa Rica han sido sus sistemas de protección social. Opinó que los sistemas de protección social adecuadamente diseñados pueden contribuir, simultáneamente, a aumentar la movilidad laboral y a promover la igualdad, porque los trabajadores serían menos reticentes a las reestructuraciones laborales.


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Por otro lado, mencionó que las políticas activas en el mercado laboral pueden contribuir a compatibilizar las competencias de los trabajadores con las exigencias del mercado. También recalcó la importancia de concentrarse en la identificación de las debilidades en materia de protección de la fuerza laboral. Sobre este punto, citó una vez más el caso de los Estados Unidos, donde es particularmente inquietante que la participación laboral de las mujeres sea mucho menor a la que se observa en muchos países europeos. Alegó que la explicación es muy sencilla: en otros países se cuenta con una gran variedad de políticas de atención a la familia que favorecen la inserción laboral de las mujeres, como por ejemplo las dirigidas al cuidado de los niños, que en los Estados Unidos son mucho más limitadas. La baja inversión en este tipo de políticas familiares termina dañando la productividad, lo que es perjudicial para el conjunto de la economía. Remarcó, además, que es necesario promover mecanismos institucionales que mejoren los niveles de bienestar de las personas, por ejemplo, mediante el apoyo y la generación de condiciones favorables para el desarrollo de las cooperativas.

61 Para concluir, Stiglitz explicó que una de las razones fundamentales por las que se elaboró la Declaración de Estocolmo fue para destacar la importancia de que los países en desarrollo se comprometan a un diálogo nacional que les permita identificar qué tipo de políticas podrían ser provechosas para alcanzar la prosperidad compartida y no solo la de los sectores más ricos de la sociedad. Una prosperidad que sea sostenible ambiental y económicamente. Por ejemplo, la prosperidad emergente de la burbuja inmobiliaria en los Estados Unidos en la que todos los beneficios iban hacia el 1% más rico de la población no era sostenible, ni social ni económicamente. Sostuvo que Costa Rica no puede simplemente tomar prestado un modelo de otros países porque ha construido una cultura distintiva propia que incluye un compromiso fuerte con la democracia y con los mecanismos de consulta, y que se basa en el aprendizaje sobre lo que ha funcionado bien y lo que no, en otros contextos. Costa Rica debe construir su propia agenda integral de desarrollo y de cambio, en la que todos los temas se aborden de manera conjunta, dado que están interrelacionados y no sirve abordarlos por separado. Concluyó afirmando que hacer frente a estas cuestiones es una cuestión urgente y que la asunción de un nuevo gobierno representa una excelente oportunidad para comenzar a construir esos consensos nacionales.


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Sociedades desiguales: La situación económica y geopolítica mundial Cumbre Internacional de las Cooperativas - Ciudad de Quebec, octubre de 2016 La visita de Joseph Stiglitz a Costa Rica no fue la primera oportunidad en la que el laureado economista estadounidense estuvo en contacto directo

con

el

movimiento

cooperativo. En octubre de 2016 fue uno de los conferencistas magistrales de

la

Cumbre

Internacional

de

Cooperativas realizada en la ciudad de Quebec, Canadá. En esa oportunidad

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presentó su visión sobre los principales desafíos que hoy enfrenta la economía mundial -en particular el de la desigualdad- y sobre los modelos alternativos a los que deberíamos acudir para asegurar un futuro de bienestar para todos, en medio de un escenario al que caracterizó de “tan interesante como inquietante”. Stiglitz comenzó su conferencia refiriéndose a una realidad incontrastable: en la mayoría de los países se está registrando un crecimiento de la desigualdad. Se preguntó, entonces, sobre cuál es la razón que está detrás de ese crecimiento. ¿Es solo el resultado de las “fuerzas de la naturaleza”, es decir de las leyes básicas de la economía, o es una consecuencia de las “leyes del hombre”, o sea de lo que nosotros mismos estamos haciendo? ¿Es un efecto secundario, inevitable y desagradable, de las reglas básicas de funcionamiento de los mercados? ¿O es, en realidad, una consecuencia de la forma en que hemos estructurado esos mercados, modificando sus reglas de juego (en algunos casos hasta llegar a debilitar a nuestra economía de mercado) y de la forma en que hemos estructurado el fenómeno de la globalización, es decir del modo en que gestionamos la evolución de la situación geopolítica? ¿Se debe a que no hemos hecho lo suficiente para contrarrestar esas “fuerzas de la naturaleza”? ¿Se debe a que, en lugar de intentar hacerles frente, terminamos reforzando los efectos naturales de las leyes de la economía? ¿Se debe a la forma en que han estado actuando los líderes mundiales, muchas veces en contra de los intereses de los ciudadanos comunes de todo el mundo?


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Stiglitz aclaró que la tesis central de su presentación se centraría en lo que, en su opinión, eran cuatro aspectos relevantes a tener en cuenta al intentar responder a esas interrogantes. En primer lugar, que el crecimiento de la desigualdad en todo el mundo se debe, en gran medida, a las “leyes del hombre”. Segundo, que este aumento es uno de los resultados de cómo hemos estructurado la economía de mercado, en particular durante el último tercio de siglo. Tercero, que la desigualdad ha sido una elección de nuestras democracias y de nuestros sistemas políticos, eso sin dejar de considerar que, a menudo, esos sistemas han manifestado cierto “déficit democrático”. Finalmente, que el modo en que elegimos hacer las cosas, tuvo otras consecuencias, además del aumento de la desigualdad: un menor crecimiento de las economías, una mayor inestabilidad y un peor desempeño económico general, lo que también condujo a un deterioro ambiental considerable.

La desigualdad: el mayor reto de la actualidad Explicó que lo que ha estado ocurriendo en los últimos tiempos en todo el mundo para incrementar los niveles de desigualdad puede resumirse brevemente en 3 fenómenos muy simples. Por un lado, los ricos son cada vez más ricos, y los más ricos entre los ricos, todavía más. En el otro extremo, los pobres son cada vez más pobres y más numerosos. Finalmente, los sectores medios están despareciendo y sus ingresos están estancados o disminuyendo, por lo que la brecha entre sus ingresos y los de los sectores más ricos también está aumentando. Señaló que Estados Unidos es el peor ejemplo de estos tres fenómenos, aunque los demás países que decidieron seguir el mismo modelo económico están obteniendo los mismos resultados. Esta realidad queda claramente ilustrada en los gráficos 1 y 2.

Dólares USA redes de 2014

Gráfico 1: Ingreso medio del 1% superior vs el 90% inferior

Ingreso medio del 1% superior (incluyendo ganancias de capital) Ingreso medio del 90% inferior (incluyendo ganancias de capital)

Fuente: The World Wealth and Income Database (últimos datos disponibles en: http://www.wid.world).

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Porcentaje

Gráfico 2: Participación en el ingreso del 1% más rico

Estados Unidos Reino Unido Canadá Australia

Fuente: The World Wealth and Income Database (últimos datos disponibles en: http://www.wid.world).

Agregó que otro aspecto que revela claramente el agravamiento de la desigualdad es el aumento en la remuneración de los CEOs (directores ejecutivos) de las grandes corporaciones. A mediados de la década de 1960 la relación entre la remuneración de un CEO y la de un

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trabajador promedio en los Estados Unidos era de 20 a 1, pero en la actualidad es de más de 300 a 1. Advirtió que esta realidad, además de ser una expresión elocuente del crecimiento de la desigualdad, tiene otras consecuencias negativas: por ejemplo, si los CEOs se apropian de una parte creciente de los ingresos, cada vez habrá menos recursos para reinvertir en las empresas. Destacó que, luego de la gran crisis financiera de 2008, la mayor parte de los banqueros se retiraron con grandes bonificaciones, aun cuando habían sido los principales responsables de llevar a sus empresas, y al conjunto de la economía mundial, al borde de la ruina. Según Stiglitz, esto demuestra la falsedad de la hipótesis “tradicional” que afirma que, en una economía de mercado, las remuneraciones se basan en las contribuciones sociales (teoría de la “productividad marginal”), una idea que en el pasado se ha presentado, junto a la denominada “teoría del derrame”, como una explicación de por qué existe la desigualdad y por qué, incluso, se la llega a considerar como beneficiosa para la economía en su conjunto. La otra cara de la desigualdad puede verse al analizar la situación de los sectores medios y de los más pobres. En las últimas décadas, los ingresos de la enorme mayoría de la población de los Estados Unidos se han estancado o decrecieron. De acuerdo con los datos de la Oficina del Censo de los Estados Unidos, el ingreso medio de los hogares del país creció lentamente


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hasta 1998, año en el que alcanzó los 58.301 dólares, pero luego de esa fecha comenzó una tendencia decreciente, siendo en 2015 de 56.516 dólares (gráfico 3). En ese mismo año, el ingreso medio de un trabajador masculino a tiempo completo a valores constantes estaba en el mismo nivel que hace cuatro décadas y media (gráfico 4).

Gráfico 3: Ingreso medio de los hogares de Estados Unidos (en dólares USA constantes de 2015) 1998:

2015:

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Fuente: Oficina del Censo de los Estados Unidos

Nota: Los datos consideran el cambio metodológico de 2011

Gráfico 4: Ingreso medio del trabajador masculino a tiempo completo (en dólares USA constantes de 2015)

Fuente: Oficina del Censo de los Estados Unidos

Nota: Los datos consideran el cambio metodológico de 2011


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La situación de los sectores más pobres es todavía peor. En el gráfico 5 se analiza la evolución del salario mínimo en los Estados Unidos desde 1938 hasta la actualidad que, luego de muchos años de crecimiento, muestra una tendencia decreciente desde mediados de la década de 1960.

Gráfico 5: El salario mínimo en los Estados Unidos, 1938-2016 (en dólares USA constantes de 2016)

66 Nota: La información sobre Costa Rica es preliminar y corresponde a 2015. La información sobre los otros países se refiere a 2012 y 2013. Fuente: Base de datos de distribución de los ingresos de la OCDE (http://oe.ce/idd) Datos sobre Brasil de la Base de Datos LIS (www.listdatacenter.ord)

Para dar un ejemplo más elocuente de los niveles que ha alcanzado la desigualdad en términos de distribución de la riqueza, comentó que el 1% superior es más rico que el 99% con menos ingresos, y que solo 62 personas tienen la misma riqueza que la mitad más pobre de la población de todo el país. Más aún, la familia Walton -heredera del imperio WalMarty los 2 hermanos Koch -dueños de un conglomerado de empresas industriales, comerciales y financieras-, es decir 2 familias, tienen un patrimonio neto total de 230.000 millones de dólares, que es el mismo que poseen los 150 millones de estadounidenses más pobres, es decir de un 44% de la población del país. Sin embargo, aclaró que la desigualdad no solo se expresa en términos de riqueza o ingresos, sino que es una realidad que se manifiesta en muchas otras dimensiones. En primer lugar, se expresa en los indicadores sobre los niveles de salud y de acceso a los servicios médicos de la población. Esto se agudiza particularmente en aquellos países que no cuentan con servicios públicos de salud adecuados, pero también se manifiesta en países como Estados Unidos que,


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según un conocido estudio llevado adelante por Case y Deaton, en el año 2015, ha venido experimentando un aumento en los últimos años en las tasas de mortalidad entre la población blanca de mediana edad, lo que ha llevado a una reducción de la esperanza de vida al nacer. Según Stiglitz, esta reducción de la esperanza de vida es el resultado de la combinación de algunas de las denominadas “enfermedades sociales”, como el alcoholismo, el suicidio y las drogas, y es una señal clara de que la “teoría económica del derrame” no está funcionando. Stiglitz mencionó luego otras dimensiones en las que se manifiesta la desigualdad en los Estados Unidos, como en la capacidad de los sectores más pobres de hacer oír su voz (por ejemplo, frente a los intentos de privación o recorte de sus derechos civiles) y en el acceso a la justicia, lo que se expresa en encarcelamientos y desalojos masivos. Sin embargo, en opinión de Stiglitz, el aspecto más injusto de la desigualdad es el relacionado con las oportunidades. Afirmó que Estados Unidos está entre los países con menos oportunidades, lo que contradice la creencia generalizada que lo caracteriza como el país de las oportunidades (el mito del denominado “sueño americano”). En los Estados Unidos la concreción de los proyectos de vida de un joven promedio depende mucho más de los ingresos y de la educación de sus padres que en cualquier otro país avanzado. Para Stiglitz esto no puede llamar la atención de nadie, porque está demostrado que existe una correlación directa entre la desigualdad en los ingresos y la desigualdad de oportunidades, un patrón que se repite en muchos otros países avanzados. Otro ejemplo de la desigualdad de oportunidades en los Estados Unidos es el sector social del que provienen los estudiantes que llegan a las mejores universidades del país. Menos de un 10% de ellos proviene de la mitad de la población con menores ingresos, mientras que prácticamente 3 de cada 4 provienen de la cuarta parte de la población con mayores ingresos. Esto no podría ocurrir en un país que realmente ofreciera igualdad de oportunidades a sus habitantes, afirmó. Aclaró que, más allá de las referencias a la situación en su país, la desigualdad es un problema a nivel mundial. En los últimos 30 años los niveles de desigualdad se han incrementado en prácticamente todos los países avanzados, aunque este crecimiento no ha sido uniforme, dado que en algunos de esos países se ha incrementado mucho más pronunciadamente que en otros. Al respecto, señaló que es interesante constatar que esas diferencias entre países no podrían explicarse por las “leyes de la economía” que, por definición, actúan del mismo modo en todas las economías de mercado. La explicación hay que buscarla, entonces, en otro lado. A nivel mundial, yendo más allá de las economías más desarrolladas, las tendencias son

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también diversas, pero se trata de un tema preocupante para todos los países porque es una realidad que, en mayor o menor medida, está manifestándose en prácticamente todo el mundo. Como excepción a esa tendencia generalizada, existen algunos pocos países, especialmente en América Latina, que en los últimos años han implementado políticas que les han permitido ser capaces de reducir los niveles de desigualdad. Para ilustrar la situación de la desigualdad a nivel mundial y justificar el malestar general que han ocasionado los resultados de la globalización, Stiglitz se apoyó en un gráfico elaborado por el economista serbio Branko Milanovic1, quien se ha especializado en los temas de desigualdad, pobreza y desarrollo (gráfico 6).

Cambio en el Ingreso PPA (en porcentaje

Gráfico 6: Crecimiento del ingreso por percentil, 1988-2008

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Perceptil de distribución del ingreso mundial

Fuente: Branko Milanovic, http://glineq.blogspot.com/2015/02/trends-in-global-income-inequality-and.html

En el eje horizontal, el gráfico muestra los percentiles de la distribución del ingreso mundial, desde los más pobres, a la izquierda, hasta los más ricos, a la derecha. En el eje vertical se muestra el aumento real de los ingresos en el periodo de 20 años comprendido entre 1988 y 2008. Los ingresos de los muy ricos (aquellos representados en el extremo derecho de la gráfica) han aumentado a tasas enormemente elevadas, especialmente los que están cerca del percentil 100. Los ingresos de la clase media de algunos de los países en desarrollo de Asia, especialmente China, también se han incrementado a tasas muy altas (representados en la 7

Trends in global income inequality and their political implications. Branko Milanovic, febrero de 2015.


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porción central izquierda de la gráfica). Sin embargo, los ingresos de la población muy pobre (en el extremo izquierdo de la gráfica) no han tenido el mismo ritmo de crecimiento, mientras que los de las clases medias de los países más avanzados (ubicados alrededor del percentil 80) se han estancado completamente.

La nueva visión sobre la desigualdad Stiglitz destacó que la realidad descripta en la primera parte de su conferencia, y el contraste marcado entre lo que pregonaron muchos teóricos y lo que ocurrió en la realidad, llevaron a que se produjeran cambios muy importantes en la interpretación del problema de la desigualdad. El primer gran cambio fue la demostración manifiesta de la falsedad de la llamada “teoría del derrame”, que afirma que si los ricos se enriquecen aún más y si utilizan su “talento” y sus recursos para generar crecimiento y empleo, al final todo el mundo saldría beneficiado. En segundo lugar, las grandes diferencias entre los países más avanzados en relación a su situación en el tema de la desigualdad y en el de la generación de oportunidades, demostró que lo realmente determinante son las políticas que se llevan adelante y no la acción de ciertas fuerzas o leyes económicas pretendidamente inexorables y de vigencia universal. Tercero, se evidenció que a las economías con menores niveles de desigualdad, especialmente en materia de oportunidades, les va mucho mejor que a las demás, lo que se explica, a su vez, por un conjunto de razones: por ejemplo, porque la falta de oportunidades lleva que se terminen perdiendo los recursos más valiosos y porque la pérdida de confianza es un elemento que termina condicionando significativamente el funcionamiento adecuado de cualquier economía. Sobre este último punto, subrayó que, en los últimos años, la relación entre el nivel de desigualdad y el desempeño de las economías se ha convertido en la visión dominante, siendo sostenida incluso por algunos organismos multilaterales que antes se caracterizaron por sus propuestas neoliberales a ultranza, y la incluyen entre sus recomendaciones a los países sobre políticas económicas. Argumentó que, para intentar una explicación sobre los motivos que han llevado a este cambio de visión, debemos plantearnos una interrogante clave: ¿La mal llamada “era dorada del capitalismo” (el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial) fue una consecuencia de la cohesión social provocada por la propia guerra, que luego dio paso al retorno de la economía al “estado natural del capitalismo”? ¿O el aumento de la desigualdad a partir de la década de

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1980 es, en realidad, una consecuencia directa del cambio en las políticas que hemos estado implementando? Para responder a esta cuestión, afirmó que, desde hace alrededor de un tercio de siglo, comenzó un periodo de “reescritura de las reglas” que se basó en el supuesto fundamental de que una reducción de los impuestos sumado a una mayor desregulación, terminaría produciendo un mayor crecimiento económico y una mejora en la situación de todos. En la realidad, solo los más ricos mejoraron y los ingresos del resto de la población se estancaron, mientras que el desempeño del conjunto de la economía empeoró. Según Stiglitz, esto fue lo que llevó a que las necesidades básicas típicas de los sectores de la denominada clase media (contar con un seguro de retiro, dar educación formal a los hijos, ser propietario de una vivienda) hoy se encuentren cada vez más lejos del alcance de una enorme mayoría de la población mundial. Agregó que la financiarización8 de la economía contribuyó considerablemente a la desigualdad, tanto de manera directa como indirecta, así como a la desaceleración del crecimiento en todo el mundo. Para Stiglitz, el sector financiero ha sido un protagonista central de los errores de

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nuestra economía y, además de contribuir al aumento de la desigualdad, ha sido la principal fuente de inestabilidad económica y uno de los principales causantes del mal comportamiento de la economía en las últimas décadas. La financiarización condujo al cortoplacismo, al empujar a las empresas a enfocarse en su rentabilidad a corto plazo, en detrimento del crecimiento a largo plazo y de los beneficios para el conjunto de la sociedad. Asimismo, llevó a una inestabilidad económica y financiera que ralentizó el crecimiento lo que tuvo importantes consecuencias negativas que, mayoritariamente, recayeron sobre los hombros de los ciudadanos comunes. Esto provocó una especie de espiral descendente porque el incremento de la desigualdad produjo mayor inestabilidad y un desempeño económico aún peor, lo que redujo aún más el crecimiento y agravó la desigualdad. La expansión de la desigualdad desde el terreno económico al político condujo a nuevas “reglas de juego”, aún peores que los anteriores, lo que terminó favoreciendo al 1% más rico y perjudicando al resto. En términos sencillos, se denomina como financiarización a la importancia creciente del sector financiero dentro del conjunto de la economía, lo que lleva a que sectores como el productivo y el industrial, las familias y hasta los gobiernos terminen sometiéndose a la lógica propia del sector financiero.

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Como ejemplo emblemático de la aplicación de políticas inadecuadas, Stiglitz mencionó el manejo inadecuado de la globalización. En su opinión, la idea de la globalización no es mala en sí misma, sino que lo desacertado es la forma en la que la gestionamos. En teoría, se suponía que debía producir una mejora del crecimiento del que todos se beneficiarían y la integración llevaría a una aceleración del crecimiento y a una mayor estabilidad pero, evidentemente, nada de eso ocurrió. Desde su punto de vista, esto fue así porque la agenda de implementación de la globalización se basó en intereses corporativos y en cuestiones ideológicas. Recordó que la teoría económica predijo varias de las consecuencias negativas que podrían esperarse de un proceso de globalización inadecuadamente manejado: un empeoramiento de la distribución de los ingresos, una mayor inestabilidad, una desaceleración del crecimiento e incluso una mayor concentración económica y una menor competencia. Para Stiglitz todos estos pronósticos se han confirmado porque, al implementar la globalización en la práctica, la teoría neoliberal se basó en un modelo limitado y poco realista de la economía de mercado. Sostuvo que el aumento de la desigualdad ha tenido consecuencias políticas y económicas graves. En primer lugar, hoy son muchos los ciudadanos que sienten que el sistema (el denominado “establishment”) o les mintió, o fue absolutamente incompetente para manejar la situación. Por otro lado, sienten, con razón, que el sistema económico está siendo manipulado porque, por ejemplo, durante la crisis financiera de 2008, fueron testigos de cómo se salvó a los banqueros y no al resto. Todo esto ha llevado a que en muchas partes del mundo hoy reinen la desconfianza y la sospecha sobre los gobiernos y sobre la ecuanimidad de nuestros sistemas políticos y económicos. No obstante, en opinión de Stiglitz, las consecuencias éticas y sociales son aún peores. La predominancia de un enfoque basado exclusivamente en las ganancias y en los incentivos financieros ha cambiado la esencia de lo que somos, como personas y como sociedades. Hoy, las preferencias y las creencias de las personas se definen básicamente en función de sus propios intereses, lo que ha transformado a nuestras sociedades en cada vez más egoístas. Por otro lado, se han extendido las prácticas éticamente cuestionables, de las que son ejemplos emblemáticos el comportamiento de los banqueros durante la última crisis financiera mundial y la falsificación de la información sobre emisiones de carbono por parte de algunas de las principales empresas de la industria automotriz.

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Existen alternativas Stiglitz sostuvo que la mejor comprensión del problema de la desigualdad y de la relación entre su aumento y el fracaso de modelos que, hasta hace muy poco, eran dominantes y aparentemente incuestionables, conduce naturalmente a la búsqueda de alternativas que, en su opinión, sí existen. Hay formas alternativas de organizar nuestra economía y nuestra sociedad; innovaciones institucionales que sirven mejor a cada uno de los ciudadanos comunes y que también conducen a una aceleración del crecimiento en general, las que se fundamentan en buena medida en el aumento de la confianza y en la lealtad, dos factores que ha quedado demostrado que influyen decisivamente en el desempeño económico. Mencionó, entonces, varios ejemplos de alternativas al modelo lucrativo basado exclusivamente en el interés propio. En primer lugar, recordó que las instituciones con mejor desempeño en los Estados Unidos son las universidades sin fines de lucro y señaló que lo que explica ese mejor desempeño es precisamente su carácter de organizaciones no lucrativas, porque las universidades que sí lo son se ubican entre las instituciones estadounidenses con un peor desempeño. En

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segundo lugar, mencionó a los programas de microcrédito basados en un modelo cooperativo, sin fines de lucro que ha conseguido sacar de la pobreza a decenas de millones de personas en Bangladesh. Una vez más, lo que hace diferente a estas instituciones es su modelo no lucrativo, porque otros programas de microcrédito muy similares que actúan sobre realidades también muy parecidas, pero aplicando un enfoque lucrativo, como los de India, terminaron reinventando la antigua figura del usurero y transformándose en el prestamista de alto riesgo por excelencia en muchas regiones del país. Finalmente, se refirió al hecho de que el reparto de los beneficios en las empresas se convirtió en un tema central en la campaña presidencial de 2016 en los Estados Unidos, como consecuencia de la abundante evidencia existente respecto a que las empresas que dan participación en los beneficios tienen un mejor rendimiento, en particular cuando se la dan a sus trabajadores y a lo largo de todo el ciclo del negocio. Stiglitz subrayó que no debemos olvidar que las sociedades que hemos constituido son, naturalmente, generadoras de riesgos y que, muchas veces, las personas no son capaces de manejar adecuadamente esos riesgos por sí mismas. Por este motivo, es necesario que contemos con sistemas de distribución del riesgo y de protección social. Opinó que son todavía más necesarias las acciones colectivas que garanticen un nivel de vida adecuado para las clases medias y que los beneficios de nuestra economía alcancen a todos, por ejemplo, a través de


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regulaciones que impidan los abusos y de un modelo de “estado emprendedor” que promueva la innovación. Sostuvo que son necesarias las políticas de competencia que la promuevan y la aseguren, y que no solo asuman que existe, como lo hacen las posturas neoliberales. Sin embargo, alegó que para aumentar la competencia no es suficiente con establecer normas anti-monopolio, sino que es necesario contar con alternativas públicas en temas como los seguros de retiro, la salud, los préstamos a estudiantes vinculados a los ingresos futuros y los créditos hipotecarios vinculados a los ingresos de quienes los toman. Aseguró que existen alternativas totalmente diferentes al sistema actual, aun cuando los defensores del sistema afirmen que no es así e intenten sugerir que, a lo sumo, solo necesitamos realizar algunos pequeños ajustes al sistema actual. Señaló que los problemas son demasiado grandes y profundos como para pretender solucionarlos con algunos pocos parches a un sistema que ha demostrado su total incapacidad para asegurar el bienestar de todos. Remarcó que algunas de estas alternativas han venido probando su validez durante décadas, y que entre ellas se encuentran las cooperativas. Comentó que, las cooperativas, al no priorizar la maximización del lucro con sus clientes (sus asociados), asumen el riesgo de competir en cierta desventaja, por lo que deben mantener su enfoque y sus principios, pero sin ignorar las leyes de la economía. En este sentido, opinó que es esencial contar con una buena regulación gubernamental que les permita competir en igualdad de condiciones en los diferentes sectores en los que desarrollan su actividad. Mencionó que otro desafío para las cooperativas era el de estar representadas en ciertos foros internacionales relevantes, como el B20, del mismo modo que lo hacen las grandes corporaciones con la finalidad de incidir en las leyes y las regulaciones. Sostuvo que es importante que el movimiento cooperativo participe de estas instancias, también para que su presencia opere como un recordatorio para las grandes corporaciones sobre los peligros del egoísmo exacerbado y sobre que existen formas alternativas de organización que deberían analizarse y tomarse en cuenta, porque las opciones no se reducen a los gobiernos y el sector privado tradicional. En su opinión, tenemos que aprender de esas experiencias y, con base en ese aprendizaje, rediseñar nuestra economía y repensar la globalización. Concluyó asegurando que es posible construir un mundo en el que la economía funcione mejor para todos, simplemente basándose en la solidaridad y en la justicia social.

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¿Cómo lo hace Costa Rica?

Joseph E. Stiglitz, 8 de Mayo, 2018

En un momento en que el autoritarismo y el protofascismo están en alza en tantas partes del mundo, es alentador ver un país cuyos ciudadanos siguen profundamente comprometidos con los principios democráticos. Un pueblo que ahora mismo está intentando redefinir su política para el siglo XXI. Hace años que el liderazgo progresista de Costa Rica (un país con menos de cinco millones de habitantes) llama la atención en todo el mundo. En 1948, tras una corta guerra civil, el presidente José Figueres Ferrer abolió el ejército. Desde entonces, Costa Rica se convirtió en un centro para el estudio de la resolución y la prevención de conflictos, y es sede de la Universidad para la Paz, una institución creada por Naciones Unidas. Con su rica biodiversidad, Costa Rica también hizo una demostración de liderazgo ambiental previsor, al promover la reforestación, convertir un tercio del país en reservas naturales protegidas y generar casi toda la electricidad que consume a

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partir de energía hídrica no contaminante. Los costarricenses no muestran señales de querer abandonar esta tradición progresista. En la última elección presidencial, con gran participación de votantes, Carlos Alvarado Quesada obtuvo la victoria con más del 60% de los votos, contra un rival que con la prohibición del matrimonio homosexual hubiera revertido el antiguo compromiso del país con los derechos humanos. Costa Rica se sumó a un pequeño grupo de países en la denominada Alianza del Bienestar, que trabaja en la implementación de ideas (planteadas por la Comisión Internacional sobre la Medición del Desarrollo Económico y del Progreso Social) para la creación de indicadores de bienestar mejorados. Los miembros de la Alianza, conscientes de las falencias del PIB, que la Comisión ha destacado, propugnan una política pública que impulse el bienestar de los ciudadanos en el sentido más amplio, mediante la promoción de la democracia, la sustentabilidad y el crecimiento inclusivo.


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Una parte importante de esta búsqueda ha sido ampliar el campo de acción de las cooperativas y empresas sociales del país, puesto que incluyen de uno u otro modo a un quinto de la población. Estas instituciones representan una alternativa viable a extremos del capitalismo que han dado lugar a prácticas éticamente reprobables, como el crédito predatorio, la manipulación de los mercados financieros, el abuso de datos personales por empresas tecnológicas, el ocultamiento de emisiones de la industria automotriz, etcétera. Las instituciones alternativas se basan en promover la confianza y la cooperación, y en la convicción de que al promover el bienestar de sus miembros, también aumenta la productividad. Al igual que los ciudadanos de otros países, los costarricenses han demostrado que la desigualdad es una elección, y que las políticas públicas pueden garantizar más igualdad económica y de oportunidades que el mercado librado a sí mismo. Pese a las limitaciones de recursos, los costarricenses, pueden alardear de la calidad de sus sistemas de educación y atención de la salud, públicos y gratuitos. A ésto, es importante agregar que la expectativa de vida en Costa Rica ya supera a la de Estados Unidos, y va en aumento, mientras los estadounidenses, que eligieron no tomar las medidas necesarias para mejorar el bienestar del ciudadano de a pie, mueren más jóvenes Pero a pesar de todos sus éxitos, Costa Rica enfrenta dos problemas críticos: la persistencia de un déficit fiscal estructural y la parálisis del sistema político. El aspecto económico de la solución del déficit fiscal es sencillo: o se estimula el crecimiento, o se aumentan los impuestos, o se baja el gasto. Pero el aspecto político no lo es: cualquier gobernante elegiría la solución del crecimiento, pero no hay una fórmula mágica para lograrlo, y las otras dos opciones no las quiere nadie. Ante estas circunstancias, la elección de la mayoría de los gobiernos es recortar gastos; por ejemplo, en infraestructura, ya que el costo de hacerlo permanecerá oculto por décadas. Pero eso sería un error particularmente grave para Costa Rica, ya que sus infraestructuras no han acompañado el crecimiento económico, y su mejora puede ser importante para promoverlo. Es verdad que la eficiencia del Estado siempre se puede aumentar, pero tras años de retirada, poco puede esperarse de una mayor racionalización. Todo indica que la mejor salida sería aumentar los impuestos. Ahora bien, para que el sistema impositivo sea compatible con una estrategia económica general que busque maximizar el bienestar de todos los ciudadanos, hay que seguir tres principios centrales: gravar lo que es dañino a la salud (por ejemplo, la contaminación) en vez de lo que permite mayor prosperidad a los seres humanos (por ejemplo, el trabajo); diseñar los impuestos de modo de causar la menor distorsión posible en la economía; y que la estructura de alícuotas sea progresiva, de modo que las personas más ricas paguen una proporción mayor de sus ingresos.

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Costa Rica ya es un país muy ecológico, así que un impuesto a las emisiones de dióxido de carbono no recaudará tanto como en otros lugares; pero como el país genera casi toda la electricidad a partir de fuentes limpias, la adopción del auto eléctrico puede generar más reducción de emisiones. Dicho impuesto puede ayudar a que Costa Rica se convierta en el primer país donde predominen los autos eléctricos, y acercarla así al objetivo de lograr una economía sin emisión neta de dióxido de carbono. Puesto que el problema de la desigualdad persiste (aunque ni por asomo es tan grave como en otros lugares de América Latina), es esencial la aplicación de impuestos más progresivos y abarcadores a los ingresos, las plusvalías y las propiedades. Los ricos obtienen de las plusvalías una proporción exagerada de sus ingresos, de modo que aplicarles alícuotas inferiores a las de otras fuentes de ingreso agrava la desigualdad y provoca distorsiones. Los economistas disienten en muchos temas, pero algo en lo que coincidirán es que, si se gravan los ingresos o las plusvalías derivados de la tierra en Costa Rica, la tierra no se va a ir a otra parte. Esa es una de las razones por las que el gran economista decimonónico Henry George sostuvo que los

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mejores impuestos son los impuestos a la tierra. Los mayores desafíos son políticos: un sistema presidencialista como el de Costa Rica funciona bien en un contexto de bipartidismo con reglas que aseguren la representación de la minoría. Pero puede caer rápidamente en la parálisis política cuando el electorado está más fragmentado. Y en un mundo de cambio acelerado, esa parálisis puede ser costosa, al llevar, por ejemplo, a un crecimiento irresoluble del déficit y de la deuda. Con sus apenas 38 años, Alvarado está tratando de crear un nuevo modelo presidencial para Costa Rica, sin cambiar la constitución, mediante la designación de ministros venidos de diferentes partidos. Ojalá el espíritu colaborativo alentado por el movimiento cooperativo, tan integrado a la cultura costarricense, lo haga funcionar. De ser así, Costa Rica, pese a su reducido tamaño, será un faro de esperanza para el futuro, que muestre que es posible otro mundo, uno en el que los valores de la Ilustración (la razón, el discurso racional, la ciencia y la libertad) florezcan en beneficio de todos. Traducción: Esteban Flamini


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[ [ “La mejor comprensión del problema de la desigualdad y de la relación entre su aumento y el fracaso de modelos que,

hasta hace muy poco, eran dominantes y aparentemente incuestionables,

conduce naturalmente a la búsqueda de

alternativas que, en su opinión, sí existen“. Joseph Stiglitz


Anexos Carta para el Análisis de la designación del Dr. Joseph Stiglitz………………………… i Acuerdos firmes aprobados por el Consejo Universitario en sesión N.º6166………… ii Oficio EC-71-2018 donde se solicita la distinción del Doctorado Honoris Causa para el Dr. Joseph Stiglitz………………………………………………… iv Carta del Dr. Henning Jensen Pennington, EC-71-2018………………………………… v

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Acta sesión ordinaria Nº196……………………………………………………………… xvii Oficio CU-AL-18-02-005 dirigido a Dr Rodrigo Carboni Méndez …………………… XX Oficio Ec.200-2018 0dirigido a Msc. Madeline Howard Mora………………………… xxi CE-DIC-18-002 dirigido a miembors, Consejo Universitario…………………………… lxxi Expediente NºCE-DIC-18-002 para conformar una Comisión Especial para el análisis de la designación del Dr. Joseph Stiglitz …………………………… cxxxii


Ésta edición de la Revista Horizontes Cooperativos fue impresa con fondos públicos provenientes de la ley 7040. Impreso en Costa Rica por el Instituto Costarricense de Educación Radiofónica ICER. ADVERTENCIA De conformidad con la Ley de Derechos de autor y Derechos Conexos es prohibida la reproducción, transmisión, grabación, filmación total o parcial de contenido de esta publicación mediante la aplicación de cualquier sistema de reproducción, incluyendo el fotocopiado, sin la autorización por escrito de CENECOOP R.L. La violación a esta Ley por parte de cualquier persona física o jurídica, será sancionada penalmente. El autor es responsable del estilo y contenido de su investigación.


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