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Lo que yo pienso de Japón y los japoneses

Los diseños dominicanos de Freddy García Godoy

Por: Fradique Lizardo

Dentro de la problemática dominicana actual, se encuentra la ausencia que comentan quienes se dedican a auspiciar cualquier rama de la artesanía criolla, de diseños dominicanos, que no sean un simple retrato manerista de elementos existentes, sino producto de una concepción netamente nacional, con abstracción de cualquier elemento que pueda resistir cualquier comparación y no resulte una simple imitación o adaptación de cosas importadas.

Se han hecho varios intentos en tal sentido, CARLA, en la cerámica, busca formas propias, como ya hemos tenido oportunidad de expresar, y son sondeos meritorios que desconocemos si prosiguen, aunque sería realmente una lástima si se descontinuaran.

Freddy García Godoy, un joven estudioso de nuestras formas, nos presenta una colección completa de motivos decorativos, pensados para adornar elementos diversos por su adaptabilidad, y que se basan, fundamentalmente, en la unión de líneas curvas y rectas, puntos y arabescos, para formar grecas que contienen figuras determinantes en los puntos de unión o de reposo.

Estas figuras que predominan en los diseños de Freddy son figuras humanas reducidas a su mínima expresión, haciendo resaltar únicamente dos piernas grandes que insinúan el cuerpo, una cabeza y dos pequeños hilos o filamentos que simulan los brazos. Con estas figuras colocadas en posiciones antagónicas y contrastando siempre el color de la cabeza con el de las piernas de unos y otros, logra Freddy que se comprendan una serie de actitudes, emociones y pasiones que en el marco de la greca se ocupa de acentuar o disminuir según la ocasión.

Estos diseños, que pueden muy bien representarnos, podían sintetizar de manera absoluta nuestras diversas actitudes como pueblo, y de cuando en vez, Freddy nos deja caer una paloma de diseño africano o unos atabales o guayos criollos, para lograr efectos sorprendentes con sus dibujos. Otras veces, la greca exhibe dibujos taínos y el lenguaje de los dibujos cambia por completo, hablándonos entonces de los cinco cacicazgos y sus desparecidos líderes. Desde luego, la dominicanidad de los dibujos se logra no por estos detalles sino por la realización total que los particulariza, aunque al mismo tiempo y paradójicamente los haga universales.

El 30 de los corrientes, se podrán apreciar con objetividad estos diseños hechos con tan fuerte espíritu nacionalista, pues el Ballet Folklórico Dominicano va a usarlos en sus trajes de calle y con los mismos irán sus componentes a misa en la Catedral y al cóctel en Casa de Teatro, con que se iniciarán los festejos conmemorativos del 25 aniversario del Primer Festival Folklórico Dominicano.

Los trajes, hechos en tela dominicana, han sido bordados por la señorita Rosa María Díaz Rodríguez, y en opinión de los entendidos en la materia, no tienen nada que envidiar a ningún traje extranjero.

Se podrán apreciar, además, los diseños de Freddy García Godoy en los instrumentos musicales del Ballet Folklórico Dominicano, que decorados por el mismo autor de los diseños, serán portados por los integrantes del Ballet a la Catedral, donde interpretarán la misa con toques de música folklórica.

Santo Domingo Enero 19, 1976

El rescate de los bailes dominicanos

Por: Fradique Lizardo

Tal como nos enseña la notable investigadora, señora de Ayestarán, en su «Metodología 1 para la reconstrucción de las danzas folklóricas», lo más importante es el cotejo constante de las fuentes secas y de las fuentes vivas.

Nuestro país, uno de los más ricos en el área del Caribe en lo que se refiere a danzas y bailes folklóricos, muchas de estas han seguido un proceso de extinción, debido a múltiples causas, entre las cuales predomina la pérdida de funcionalidad y este hecho, desde luego, amenazaba dejarnos con el merengue como única danza folklórica, y aún este último, tremendamente adúltero y desnaturalizado. Se imponían medidas drásticas para conservar tan rico patrimonio y emprendimos una obra de rescate personal, tenaz y persistente, pero lenta, debido a falta de recursos que no nos permitieron un gran cantidad de viajes. ¡Cuánto material no se perdió por no poder ir a tiempo donde un viejito que moría y se llevaba un tesoro de testimonio folklórico!

En esas condiciones de precariedad y trabajando solo, recogimos el material que nos permitió la publicación de nuestro primer volumen de «Danzas y Bailes Folklóricos Dominicanos».

De repente, tuvimos dos grandes oportunidades que nos permitieron ahondar, profundizar y agilizar el rescate de nuestros bailes. El Primer Curso de Iniciación al Folklore que dictamos en el Museo del Hombre y la fundación del Ballet Folklórico Dominicano.

En el Cursillo de Folklore estudiaron destacados alumnos del Ballet Folklórico de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, que una vez finalizado el curso y en gesto que nos honra, repudiaron por falso todo el material que presentaban antes como folklórico y comenzaron a investigar por su cuenta, para hacer un nuevo repertorio que fuera hijo de sus investigaciones directas. Gesto magnífico que debería ser propagado a los cuatro vientos e imitado por quienes presentan tanta basura con el nombre de folklore.

El Ballet Folklórico Dominicano, por estar bajo nuestra dirección, fue tribuna desde la cual pudimos llevar al pueblo los diferentes bailes que íbamos rescatando y, muchas veces, los mismos integrantes del Ballet Folklórico Dominicano nos acompañaban en nuestras investigaciones.

1 Flor de María Rodríguez de Ayestarán.

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