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LA MÁS MALVADA MÁQUINA DE PRODUCIR HIELO THE MOST EVIL ICE MACHINE
CAPÍTULO // CHAPTER 7
Textil Azuaya
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LA MÁS MALVADA MÁQUINA DE PRODUCIR HIELO THE MOST EVIL ICE MACHINE
Foto // Photo Felipe Díaz H.
El 12 de abril de 1935 los vecinos de la calle Benigno Malo y Bolívar oyeron un ruido intenso que jamás habían escuchado en sus vidas.
“Yo era chico, me acuerdo en el patio de la casa la bulla que hacían, y ahí empezó la fábrica”, cuenta Pietro Tosi.
El origen del ruido eran las máquinas trenzadoras que habían comenzado a trabajar en el rincón del hogar que Carlos Tosi había reservado para su primera incursión industrial.
“La fábrica empezó como fábrica de cordones, de trenzadora, de elásticos. Luego, como creció, ya la fábrica compró el terreno On April 12, 1935, neighbors of the Benigno Malo and Bolivar Streets heard the most intense noise that they had ever heard in their lives.
“I was a child. I remember the noise it made and that is how the factory started,” tells Pietro Tosi.
The noise was made by the machines that had been installed in a corner of Carlos Tosi’s house that had been cleared for this industrial venture.
The factory started with the production of shoelaces, laces, and elastics. As it grew, the factory bought the land adjacent to their
adyacente, donde ahora es el parqueadero Tosi. Ahí comenzó a diversificarse, trajo telares anchos, trajo tejido de punto para calcetines y empezó la industria de botones de tagua”.
Pietro Tosi tenía cinco años cuando escuchó por primera vez el ruido de las máquinas. Los vecinos de la Benigno Malo y Bolívar convivieron 12 años con esa bulla.
“Luego el Municipio de Cuenca naturalmente le pidió que retire la fábrica de pleno centro. Y compró una hectárea aquí, donde estamos ahora, en el año 1942. Se construyó aquí, poco a poco, y se movió la fábrica en 1947”.
La introducción de esas máquinas trenzadoras en el patio de su casa fue lo que terminó de convertir a Carlos Tosi de comerciante a industrial. Así como el generador de electricidad distanció para siempre a Roberto Crespo Toral de cualquier otro competidor en el negocio de la molienda.
Pero la máquina no solo marca un antes y un después en la vida de estos hombres sino también en el pulso de la ciudad, que cruza irremediablemente la línea fronteriza entre producción artesanal e industrial.
En este contexto se entiende la posición de María Leonor Aguilar sobre cuál es la naturaleza de la producción de sombreros de paja toquilla:
“Yo no le califico tanto a la artesanía de paja toquilla como una industria. La industria ya sería desde el punto de vista del sombrero acabado, porque el artesano lo que hace es un sombrero por terminar”.
“Es un producto semielaborado porque no tiene ni el tafilete, ni el guarnecido, ni el ormado, que lo dan las casas exportadoras. Allí sí hay un predominio de máquina, entonces podríamos hablar de la industria sombrerera”, resume la directora del CIDAP.
El doctor Claudio Malo coincide con el concepto de que el property, which now is Parqueadero Tosi. At that point the factory started diversifying; he brought wide looms, knitting machines for socks and started producing tagua buttons.
Pietro Tosi was 5 years old when he heard the noise of the factory machines for the first time. People living on the corner of Benigno Malo and Bolivar would have to listen to that noise for the next 12 years.
“The Municipality of Cuenca would later ask them to move the factory away from downtown, and that is why in 1942 he bought a hectare of land here, where we stand right now. The factory was built a little at a time, and he moved the factory in 1947.”
Carlos Tosi stopped being a merchant and became an industrialist the day he installed the looms in the courtyard of his house. The same happened to Roberto Crespo Toral, whose electric generator distanced him forever from any other competitor in the milling business.
The machine not only marks a before and after in the life of these men, but also in the city’s, for it crossed the line between being a manufacturer of artifacts to becoming a center for industrial production.
In this context, one can understand María Leonor Aguilar’s position about the nature of the production of paja toquilla hats:
“I do not qualify the craft of paja toquilla hats as an industry. It may be industry in terms of the finished product. The craftsman manufactures a hat that must be completed.”
“It is a semi-finished product because it does not have the leather trim, nor the whitening, nor the final shape that is given to the hats once they reach the exporting houses. It is there that machines prevail, so we can say that the hat industry is actually in those places,” says the CIDAP Director.
Dr. Claudio Malo coincides with the concept that the prevalence
predominio de la máquina es elemento fundamental a la hora de separar las aguas entre artesanías e industrias, pero agrega que esta separación –además de ser lenta- no es tan clara como el agua.
“Es difícil establecer en ciertos casos la diferencia entre artesanía e industria. Sí, en la artesanía hay un predominio de la mano de obra sobre la máquina, y en la industria hay un predominio de la máquina sobre la mano de obra, pero hasta dónde llega la artesanía –que también necesita maquinaria- y dónde comienza la industria, es muy difícil de decir”.
El doctor Malo destaca el caso de la cerámica, porque Cuenca –actual sede de las principales industrias cerámicas del país- fue un centro importante de producción de cerámica desde el punto de vista artesanal.
“Cuenca es una zona que tiene excelente materia prima para hacer objetos de cerámica, y siendo la capacidad productiva artesanal insuficiente para las crecientes necesidades del aumento de población, se dedicó a ir hacia la industria. Las industrias llegan para mejorar en cierto sentido la calidad, y luego para incrementar fuertemente la producción, y responder a la demanda”.
“Entonces el caso de la cerámica es para mí un hecho interesante de ese tránsito de la artesanía a la industria, que obviamente no se da de la noche a la mañana, sino que se sigue algún tipo de proceso”, concluye el doctor Malo, quien fuera ministro de Educación.
El puente que lleva de la artesanía a la industria no está construido solo de máquinas. La introducción de nuevas técnicas, procedimientos innovadores o tecnología no utilizada con anterioridad puede convertir a un comerciante o a un artesano en un pionero industrial.
“Mi abuelo logró tener la primera rectificadora de alcohol acá. Cuando los alcoholes eran hechos de una forma totalmente artesanal, él puso una rectificadora que permitía tener alcohol of machines is the key factor that separates crafts from industries. He also adds that this separation, besides being slow, is not always very clear.
“In some cases, it is hard to establish the difference between craft and industry. It is true that in the one case hand labor predominates over machines, and in industries machines predominate over hand labor, but where does one begin and the other end? It is really hard to say.”
Dr. Malo highlights the ceramics case because Cuenca, the current headquarters of the main ceramic industries of the country, was also an important ceramic crafts center.
“Cuenca is located in an area that has excellent raw material for ceramic objects. Since the artisan capacity was not enough for the increasing needs of the population, people started creating ceramic industries. Industries have helped improve quality, production capability and response to demand.”
“I believe that the ceramics case is interesting in that it shows the evolution from craft to industry, which didn’t happen overnight, but obviously follows a certain process,” concludes Dr. Malo, who was Minister of Education of Ecuador.
Machines alone do not build the bridge between craft and industry. The introduction of new techniques, innovative procedures and otherwise untapped technology may turn a merchant or craftsman into an industrial pioneer.
“My grandfather was able to obtain the first reflux still. At a time when liquor was totally handmade, he set up a reflux still that allowed him to obtain 100% proof alcohol, similar to the alcoholic content used in any other well-known liquor,” remembers Juan Pablo Vintimilla.
As his grandson indicates, Cornelio Vintimilla incorporated “foreign technology, so his product, which still contained several chemical contaminants, went through a second distillation
Pietro Tosi Íñiguez - Pasamanería S.A.

100% limpio, como lo que se usa ahora para la base de cualquier alcohol conocido”, recuerda Juan Pablo Vintimilla.
Como indica su nieto, Cornelio Vintimilla incorporó “tecnología de afuera para que esos alcoholes, que todavía tenían una serie de productos químicos que lo contaminaban o lo podían hacer peligroso, tuvieran un segundo proceso de destilación, en el cual rectificaba todos los componentes que en algún momento podían ser tóxicos para el organismo”.
Según el gerente de Cuenca Bottling Company, eso convirtió a su abuelo en un pionero en el negocio de licores que se convertiría en una de las principales fuentes de ingresos de la zona.
“Fíjese la importancia que el negocio de licores ganó en la zona del Azuay a través de los años. En una sociedad que estaba absolutamente acostumbrada a tomar el aguardiente, él logró dar un paso más allá para poder generar licores de calidad”.
Como la producción de aguardiente artesanal que continúa hasta nuestros días, maquinaria de la primera mitad del siglo sobrevivió más años que las industrias donde comenzaron a funcionar, como recuerda Eduardo Ugalde que ocurrió tras el cierre de la fábrica de su padre.
“Quedaron de rezago de la fábrica de cervezas unas cuantas máquinas de hielo. Había dos, una alemana y una americana. La alemana era una maravilla, la americana era la más malvada máquina de producir hielo que usted se pueda imaginar”.
Los hijos de Nestorio se quedaron con estas máquinas, que contribuyeron a la economía familiar durante los años posteriores al cierre de la fábrica original fundada por el padre.
“Más o menos a las tres, cuatro de la mañana, se levantaba uno para vender el hielo y acababa hasta las siete, siete y media. Luego me iba al colegio. Obviamente tenía mis regalías. Mi padre me autorizó para que yo ponga unos moldes, que yo mismo construí y cariñosamente llamaba los ‘tucos’, porque eran largos como un process, thus eliminating all toxic components .”
According to the manager of Cuenca Bottling Company, this turned his grandfather into a pioneer in the liquor business, which would become one of the main economic activities in the region.
“Look at the importance the liquor business achieved in Azuay over the years. In a society that was accustomed to “aguardiente,” he took a step forward in the establishment of better quality liquors.”
As in the case of “aguardiente,” which is still produced today, much of the machinery from the first half of the twentieth century lasted longer than the businesses that first used them, recalls Eduardo Ugalde, who clearly remembers what occurred after his father’s factory closed down.
“There were some ice machines left on the premises after the beer factory closed, one was American and the other German. The German machine was wonderful, but the American was the most evil machine you can imagine.”
The sons of Nestorio kept these machines, which helped with the family’s economy during the years after the factory closed.
“At about three or four o’clock in the morning, one of us had to get out of the bed to sell ice until around seven or seven thirty. After my shift, I had to go to school. Obviously, I received a small stipend for my work. My dad authorized me to use some molds that I built and lovingly called them “tucos” because they were long. They were the ones that froze fastest.”
“I would first sell my “tucos” and then my father’s, so I always had some pocket money, and during all my years in school I never needed to ask for money,” remembers Eduardo Ugalde. His father later made him pass the business along to his brother Juan.
“At that time there was hardly any industry, except for Pasamanería.
tuco. Y por eso eran los que más fácil se congelaban”.
“Entonces, en las ventas que yo hacía, primerito mis tucos para tener mi plata de bolsillo, y luego vendía los de papá. Y yo no pasé nunca falta de dinero cuando estaba en el colegio, porque tenía la venta de mis hielos”, rememora Eduardo Ugalde, quien por designio paterno debió luego dejar las máquinas de hielo a su hermano Juan.
“En esa época no había industria, excepto Pasamanería. Había otra industria del señor Gerardo Vale que hacía calcetines. Pero industrias, con excepción de Pasamanería, no había casi”, señala Kurt Heimbach, recordando sus primeros años en la Cuenca de la década del 40.
Para justificar su opinión de que el desarrollo industrial era casi nulo por aquella década, el inmigrante alemán vuelve al tema de la máquina: “Todo era artesanal, no así Pasamanería que ya tuvo maquinaria apropiada”.
En 1946, en pleno crecimiento y a punto de mudarse por orden del Municipio, Pasamanería adquiere la empresa Textil Azuaya, que estaba ubicada en lo que ahora es la calle Tomás Ordóñez y Sangurima, incorporando así más máquinas.
Textil Azuaya se convirtió así en un nuevo vínculo entre aquellos hombres que fundaron la Cámara de Industrias. Nacida de la relación entre la familia Ordóñez y el capitán del ejército Julio Vinueza, terminó siendo adquirida por los Tosi.
“Se compró esa industria y se trajo acá la parte que era de hilandería. La parte de tejeduría no nos interesaba. Pero era una hilandería muy antigua, máquinas de principios de siglo. Al principio trabajamos con esas máquinas pero luego, en 1965, trajimos una hilandería moderna por los tejidos de punto que habíamos empezado a fabricar, para hacer confecciones”.
En ocasiones como la citada por Pietro Tosi, se podía comprar maquinaria de industrias que se encontraban en la misma ciudad, Another industry was that of Mr. Gerardo Vale that produced socks. Except for the Pasamanería, industries were almost inexistent,” points out Kurt Heimbach when he remembers his first years in Cuenca in the 40’s.
In his opinion, the lack of industries in that decade goes back to the issue of machines: “Everything was handcrafted, with the exception of Pasamanería, which had the appropriate machines.”
In 1946, when Pasamanería was experiencing its boom, and when it was about to move by order of the Municipality, it bought Textil Azuaya, located on what are now Tomás Ordóñez and Sangurima streets, and incorporated more machines.
Textil Azuaya became a new link between the men that founded the Chamber of Industries. It emerged from the union of the Ordóñez family and the army captain, Julio Vinueza, and ended up in the hands of the Tosi family.
“They bought that industry and installed the spinning machines in Pasamaneria. We were not interested in weaving. It was a very ancient spinning mill from the beginning of the century. At first we used those machines, but then in 1965 we brought a modern spinning mill for the knitted fabric we had started to produce.”
On some occasions, like the one cited by Pietro Tosi, it was possible to buy industrial machinery locally. But it was more common to bring machines from other regions of the country, which was an odyssey, according to the engineer Gustavo Malo, recalling the first era of the Tire Factory installed in 1955.
“It was very difficult to bring machinery in those days. When I was a child of 9 or 10, my father (Florencio Malo) took us to the port of Guayaquil to bring the machinery for the factory. They were vulcanizing presses.”
“The Unidad Nacional Bridge in Guayaquil hadn’t been built yet. The machinery first arrived at the port where it went through a complex process of unpacking and was later loaded on trucks.

pero era más común el caso de tener que traer a Cuenca máquinas de otras regiones del país, lo cual era una odisea como recuerda el ingeniero Gustavo Malo, conversando sobre los primeros tiempos de la Llantera que se instaló en 1955.
“Fue muy difícil en esa época traer maquinaria. Me recuerdo cuando era muy pequeño, tenía unos 9 o 10 años, mi padre (Florencio Malo) nos llevó al puerto, a Guayaquil, para traer una maquinaria que venía para la empresa. Eran unas prensas de vulcanización”.
“Y en ese entonces no había todavía el Puente de la Unidad Nacional en Guayaquil. Entonces primero llegaba al puerto la maquinaria, después era todo un problema el desembalaje, montar en camiones. Se tenía que pasar la ría de Guayaquil en una gabarra, cosa que tomaba mucho tiempo, mucha espera. Y después venir para Cuenca”.
El ingeniero Malo no olvida el momento en que el camión que transportaba la prensa llegó a la zona de Azogues, tras hacer más de 10 horas desde Guayaquil, y sus tripulantes comprobaron que el vehículo jamás pasaría por debajo de un acueducto de esa región
“Entonces empezamos a ver las posibilidades, una era sacar todo el cajón de la prensa de vulcanización, pero lo que finalmente se hizo fue bajar totalmente las llantas, los neumáticos del camión, y de igual forma la máquina dejó unas huellas que hasta el día de hoy las he visto en ese puente”.
La Ecuadorean Rubber Company, actual Continental Tire Andina, se fundó el 31 de julio de 1955 por iniciativa del cuencano Octavio Chacón Moscoso y del señor Filomentor Cuesta, quien provenía de la ciudad de Ambato.
Por esos años, Cuenca estaba a punto de sufrir el peor cataclismo económico-social de todo el siglo:
El mundo ya no quería usar sombreros. One had to cross the Guayas River on a barge, which took an extremely long time. It was such a long wait. After all that one could finally travel to Cuenca.”
Mr. Malo has not forgotten the moment when the truck that transported the press, arrived to Azogues after ten long hours of travel from Guayaquil. At that moment the passengers realized that the truck would never pass under an aqueduct that crossed over the highway.
“Everyone started considering different options. One was to remove the box from the vulcanizing press. In the end, they deflated the tires of the truck, and even so, the machine left huge gouges on the underside of that bridge. I can still see them today.” The Ecuadorian Rubber Company, now Continental Tire Andina, was founded on July 31, 1955 under the initiative of Octavio Chacón Moscoso, from Cuenca, and Mr. Filomentor Cuesta, from Ambato.
Around that same time, Cuenca was about to suffer the worst socio-economic cataclysm of the century:
The world did not want to wear hats anymore.