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Capítulo 1: Introducción
Introducción
Como especie dominante, los humanos están transformando rápidamente los hábitats naturales del mundo en paisajes urbanos. Casi el 55% de la población humana vive en ciudades y para 2050 se espera que esta cifra aumente al 68%, lo que equivaldría a unas 7.000 millones de personas.vii A medida que el mundo se urbaniza, el desarrollo sostenible depende cada vez más de la gestión satisfactoria del crecimiento urbano, especialmente en los países de bajos ingresos y de ingresos medianos bajos, en los que se prevé que el ritmo de urbanización será el más rápido. Muchos países se enfrentarán a dificultades para satisfacer las necesidades de su creciente población urbana en cuanto a servicios de vivienda, suministro de alimentos, transporte, sistemas de energía, servicios de gestión de desechos y otras infraestructuras, así como para proporcionar empleo y servicios básicos como la educación y la atención de la salud. Se necesitan políticas integradas para mejorar la vida de los habitantes de las zonas urbanas y rurales, fortaleciendo al mismo tiempo los lazos entre estas zonas y aprovechando aquellos vínculos económicos, sociales y ambientales que ya existen.viii La forma en la que gestionemos la biodiversidad en nuestros entornos urbanos será clave para satisfacer las necesidades de servicio y bienestar de los seres humanos. Además, nos dará la oportunidad de crear espacios viables para otras formas de vida. La supervivencia humana depende de la biodiversidad, es decir, de la diversa gama de organismos que habitan el planeta.ix Hemos llegado a un punto en el que nuestro impacto sobre los procesos y las funciones naturales es muy significativo, lo que a su vez tiene un impacto sobre la prestación de los servicios ecosistémicos asociados.x Una forma de resaltar la importancia de la biodiversidad para el medio ambiente y para los seres humanos es ilustrar los beneficios que los seres humanos obtienen de la naturaleza, también llamados servicios de los ecosistemas o servicios ecosistémicosxi. La estructura y la función biofísica de los ecosistemas sirven para determinar el bienestar directo que estos servicios aportan a los humanos, así como su valor económico asociado.xiiLa Evaluación de los Ecosistemas del Milenio calcula que más del 60% de los servicios de los ecosistemas mundiales están siendo degradados o aprovechados de forma insostenible. Adicionalmente, la pérdida de biodiversidad acelera el cambio climático, lo que a su vez conlleva a una mayor pérdida de biodiversidad, reforzando así un ciclo vicioso que hace que la intervención humana para interrumpir este ciclo ahora sea más urgente que nunca. En este orden de ideas, nuestras ciudades serán el campo de batalla en donde se ganará o perderá la lucha por un futuro sostenible en este planeta, sobre todo teniendo en cuenta que para 2050 se proyecta que 2/3 de la población humana vivirá en las ciudades.xiii
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Es innegable que la rápida urbanización representa grandes desafíos, pero también ofrece enormes oportunidades para garantizar el bienestar humano básico y un entorno habitable. Estas oportunidades dependen del buen uso que se dé a los paisajes urbanos ya que es de estos de donde posiblemente provendrán los conocimientos, la innovación y los recursos humanos y financieros que guiarán las soluciones a problemas ambientales mundiales.
Principales retos y oportunidades para la biodiversidad en las ciudades
A pesar de que las ciudades son centros de consumo de recursos en donde se le ha dado un uso particular a la tierra, también representan una oportunidad considerable para impulsar la
sostenibilidad mundial, la conservación de la biodiversidad, el logro de objetivos ambientales y la mejora de la calidad de la vida humana. Los servicios de los ecosistemas pueden hacer frente a diversos desafíos que las ciudades enfrentan actualmente, a saber, brindan aire limpio, agua potable, suministran recursos genéticos, apoyan el proceso de tratamiento de desechos y protegen contra los efectos del cambio climático. Todos estos son aspectos que afectan el desarrollo humano en las ciudades y muchas formas de pobreza son causadas o exacerbadas por la falta de acceso a los servicios esenciales que prestan los ecosistemas. Además, las ciudades consumen grandes cantidades de recursos y, por lo tanto, generan grandes cantidades de desechos y emisiones. Estas consecuencias negativas del crecimiento urbano afectan de manera desproporcionada a las poblaciones de bajos recursos, quienes muchas veces no tienen acceso al agua potable, a los alimentos seguros o a servicios de salud esenciales y tampoco cuentan con los medios para obtenerlos. Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia que tienen las zonas naturales como fuente de captación de agua potable estable y barata. Casi un tercio de las 100 ciudades más grandes del mundo tienen zonas naturales próximas con este servicio esencial. Los espacios verdes en las ciudades o en sus alrededores también ayudan a regular la temperatura, a brindar protección contra peligros naturales, a satisfacer necesidades energéticas, a apoyar la agricultura, a prevenir la erosión del suelo y a prestar servicios culturales, incluidos los estéticos y recreativos, todo lo cual conduce a estilos de vida humanos más saludables y enriquecidos. Los servicios de los ecosistemas urbanos desempeñan un papel cada vez más importante en la adaptación al cambio climático y la capacidad de recuperación (resiliencia). La relación entre las ciudades y el cambio climático se encuentra bien documentada internacionalmente en diversos estudios que ponen de relieve los efectos negativos del cambio climático en el bienestar de las poblaciones urbanas y los ecosistemas naturales. A pesar de los numerosos beneficios y oportunidades que ofrecen los espacios verdes urbanos, también hay muchos otros desafíos a los que se enfrenta la biodiversidad y su conservación en las ciudades. Estos desafíos tienen que ver con cómo gestionar ciertas desventajas de los ecosistemas, a saber, temas de estética urbana, seguridad, salud, cuestiones económicas y de movilidad, la conversión de los hábitats naturales, sensibilización y educación, bioseguridad, crecimiento, población, pobreza y gobernanza urbana. Es sumamente importante que los encargados de formular políticas, especialmente a nivel de las ciudades, comprendan la forma en la que esos desafíos pueden afectar a las prácticas cotidianas de la población urbana, de modo que se puedan aplicar medidas de mitigación al planificar y ejecutar planes de desarrollo urbano.