distintas que llevan todas distintas informaciones y que pueden ser detectada para crear un mapa entero de nuestro cuerpo31. Finalmente, resulta claro que la química interviene en nuestra vida física y la farmacopea es seguramente su expresión más evidente. Se ha descubierto que las emociones, aún siendo asuntos de tipo exquisitamente sicológico, tienen además un correlato molecular con estructura propia y materialidad específica. El hipotálamo, una glándula presente en nuestro cerebro, actúa como una mini fabrica de neuro-péptidos o neuro-hormonas producidas gracias a substancias químicas que allí se almacenan y elaboran. En presencia de patologías de tipo síquico, la química farmacéutica pone a disposición substancias que actúan sobre los equilibrios químicos del cerebro.
Por ejemplo, la duloxetina (vea fórmula al lado) interviene en los estados depresivos y entre sus componentes se encuentran: nitrógeno, hidrogeno, oxigeno y azufre. El tomar dosis de este compuesto entonces provocaría un cambio en el estado vital del sujeto.
Sería allí entonces que se produciría el cambio de actitud exhortado la Brennan que provocaría el cambio de color en el aura. Por ende, la calidad de nuestra relación con el mundo y con el medio ambiente estaría sujeta a cambio. Parece obvio llegar también a la conclusión, aunque no sea nuestra materia de estudio, que al cambiar nuestra actitud emocional para con el entorno, cambia también el entorno mismo.
Los colores, su naturaleza y su uso en el arte John Ruskin en el tercer volumen de su Modern Painter al final de la década de 1840 escribió: "Me pregunto constantemente si aquellos que saben de óptica, aunque sean muy religiosos, experimentan el mismo grado de placer y manifiestan la misma reverencia que un campesino iletrado cuando contemplan el arcoíris." (32) 31
Se incluye como anexo los valores de biorresonancia del artistas relevados por el equipo puesto a disposición por el sr. Sergio Córdova. 32 Gage, John, Color y cultura : la práctica y el significado del color de la antigüedad a la abstracción, Ed. Siruela, 1993, pág. 107
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