4 minute read

Daniel Mordzinski A modo de introducción

Next Article
Penúltimo Viaje

Penúltimo Viaje

A modo de introducción: Hotel Chile

Daniel Mordzinski

Advertisement

Se llamó Luis y fue cocinero. Uno de los mejores. A finales de los años 40 recibió la proposición de trabajar en el hotel-restaurante Francisco de Aguirre, en La Serena, en el norte chico de Chile, a orillas del Pacífico. Lo consultó con Irma, su mujer, y juntos decidieron dejar Santiago para probar suerte. La noche anterior al viaje, Luis no durmió. Acarició las orillas del vientre sietemesino de Irma, imaginó el rostro de su primer hijo y se dijo que había tomado la buena decisión. El viento de los Andes, el puelche, soplaba con fuerza, siguiendo su eterno recorrido desde la Cordillera hacia el mar. Remolinos de aire golpeaban contra los rubores de sus mejillas. Pero no fue ese viento el que le nubló la vista, fueron los recuerdos de su pasado, que no le dejaban echarle llaves a su casa de la calle Pedro Mira. El Ford Custom estaba impoluto, lo había revisado y lustrado a conciencia para el largo periplo que les esperaba. Terminó de cargar el coche y, sin mirar atrás, acarició la mano de Irma y arrancó. Tomaron la Carretera Panamericana, la mítica Ruta 5 que cruza el país de extremo a extremo, la que tantas veces recorriera para llegar a la Patagonia. Sólo que esta vez lo hizo en dirección opuesta. Rumbo al norte. Condujo despacio para evitar los sobresaltos y los mareos de su esposa. Los primeros 400 kilómetros fueron suaves y todo fue bien, hasta que, a la altura de Ovalle, Irma comenzó a sentir fuertes dolores. Decidieron hacer una pausa en el primer hotel que encontraron. Llamaron a un doctor. Llegó una partera. Dos días después, el 4 de octubre de 1949, el parto tuvo lugar. Le podrían haber puesto Ulises, pero lo llamaron Luis: Luis Humberto Sepúlveda Calfucura. Una vida de viajes y aventuras, como habría de ser la suya, no podía comenzar de mejor manera, ni en otro lugar que no fuera el Hotel Chile. Ahora que se ha ido, cuesta tanto evocar el rastro de vida que dejó desde sus primeros llantos en aquel hotel de Ovalle, hasta su último suspiro en Oviedo, del otro lado del mundo… Sin embargo, eso es precisamente lo que se propone este número monográfico dedicado a Luis (Lucho) Sepúlveda: mantener vivas su voz, su sonrisa, su aliento, su energía, y que el lector pueda encontrar en estas páginas las claves de su obra y de su vida. Hemos querido hacer una revista plural a la imagen del homenajeado y del mestizaje cultural de Correntes d’ Escritas. La publicación reúne textos y narraciones originales, nunca antes publicados, de escritores, lectores, traductores, editores, libreros, gente de cine, amigos, familia, que nos permite descubrir nuevas facetas de Luis Sepúlveda. Además, ofrece un cuento inédito suyo, así como un texto donde Alejandro Céspedes nos introduce en el universo poético de Lucho y presenta algunos de sus poemas, también inéditos, escritos entre 1967 y 1999. En fin, hemos querido hacer una publicación que permita al lector disfrutar y conocer mejor la huella del escritor y la del hombre solidario y siempre comprometido. La revista nació en Póvoa de Varzim, la Capital Literaria de Portugal, frente a un mar de una ciudad que él amaba, y lo hizo para celebrar, ante todo, a un gran escritor. Inevitablemente, la tercera persona de la narración de las andanzas de Lucho se mezcla con la primera persona de cada uno de nosotros, que atesoramos testimonios y complicidades de quien siempre fue radicalmente generoso y nunca olvidó que para nacer encontró el abrigo inesperado de un hotel. Quiero agradecer el apoyo total de la Câmara Municipal de Póvoa de Varzim, de Luís Diamantino, de Manuela Ribeiro, de Manuel Valente, amigo y editor de toda la obra de Lucho en Portugal por haber aceptado coordinarla conmigo y de toda la maravillosa familia de Correntes d’ Escritas, así como la ayuda incondicional de la poeta Carmen Yáñez, compañera, esposa y amor de Luis Sepúlveda. Y por supuesto, agradezco a cada uno de los colaboradores de esta revista que generosamente participaron con sus textos, dando así forma a este necesario monográfico. En mi caso, es también un doble tributo a tres décadas de amistad: como amigo y compañero de ruta de muchos de sus viajes, y como fotógrafo que tuvo el privilegio y la oportunidad de documentar, con total libertad creativa, la crónica subjetiva, personal y inevitablemente sentimental de aquellos años felices. Es una publicación que, estoy seguro, servirá para recordarlo y estudiarlo. Un proyecto transversal en el que escritura y fotografía se entrelazan en un diálogo fértil. El amor, la pasión, la lealtad, el compromiso, el talento y la libertad se conjugan en estas páginas. Bienvenidos al Hotel Chile. Casi me parece escuchar la voz de Lucho, desde las páginas de su relato La lámpara de Aladino, diciendo que “mientras los nombremos y contemos sus historias, nuestros muertos nunca mueren”.

Com Daniel Mordzinski | Patagónia. 1999

Daniel Mordzinski (Buenos Aires, 1960) conocido como “el fotógrafo de los escritores”, trabaja desde hace más de cuatro décadas en un ambicioso ‘’atlas humano’’ de la literatura. Publicó junto a Luis Sepúlveda el libro Últimas Noticias del Sur, editado en Portugal por Porto Editora.

This article is from: