Revista Porro y Folclor No 28

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Ediciรณn 28. Enero - Julio de 2020


Teatro MĂşsica Comparsa Talleres Cra. 98 # 47A - 95 Tel. 252 19 67 crecreando@gmail.com www.recreando.com.co


Porro y Folclor es una publicación de la Corporación Artística y Cultural Recreando Año 18 / No. 28 / Enero - Julio de 2020 Director José Alonso Franco Londoño Comité editorial Luis Humberto Arboleda M Astrid Álvarez Muñoz Luis Fernando Avendaño Marcos Fidel Vega Seña Juan Pablo Ricaurte L Colaboradores José Atuesta Mindiola Fabio Casas Arango Marcos Fidel Vega Seña Luis Humberto Arboleda Monsalve Ofelia Peláez Arnold Tejada Valencia Fotografía cortesía Grupo Pendiente Jorge Enrique Gaviria M Marta Medina Archivo revista Porro y Folclor Corrección de texto Marcos Fidel Vega Seña Ofelia Peláez Gerencia Astrid Álvarez Muñoz Diseño y diagramación David Felipe Jiménez Ochoa Portada Maestro Jorge Enrique Gaviria Foto. Jorge Enrique Gaviria M Composición por David Felipe Jiménez Ochoa Impresión Distribución Digital Oficina en Medellín Cra. 98 No. 47A - 95 revistaporroyfolclor@gmail.com www.recreando.com.co ISSN. 2248-4647

Contenido Editorial Una máquina para la memoria

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Manuel Zapata Olivella. El mejor homenaje es recordarlo y leer su obra

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Las mujeres y el tango

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Jorge Enrique Gaviria, el virtuoso de la trompeta

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Marta Medina... Un “hermoso encarte”

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Guillermo Buitrago, el precursor del vallenato 16 Enrique aguilar y su pluma de trotamundos 18 La danza folclórica en Medellín tiene su pendiente

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El Porro-Guaracha Antillano

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EPM, 65 años de un engranaje al servicio de la gente

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Porro y Folclor no se hace responsable de las opiniones y conceptos emitido por los autores. No compromete los criterios de los editores Todos sus artículos pueden ser reproducido por otros medios impreso, siempre y cuando se cite su precedencia. Medellín, Colombia

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Rescatando la Cultura y el Folclor de Colombia

Editorial Una máquina para la memoria

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ara los amantes de la literatura, los lectores empedernidos y los amantes del arte en general, es un lugar común decir que Gabriel García Márquez fue un visionario, que nos dejó un gran legado de reflexión sobre quiénes somos. Ese trabajo sufre el mismo problema expuesto en su novela cumbre Cien años de Soledad: el olvido. Uno de los más llamativos personajes de la historia, José Arcadio Buendía, ante la peste del olvido que azotó a los habitantes de Macondo y para evitar que el virus se extendiera a lo largo de la Ciénaga, decidió construir una máquina para la memoria. “El artefacto se fundaba en la posibilidad de repasar todas las mañanas, y desde el principio hasta el fin, la totalidad de los conocimientos adquiridos en la vida”. Muchísimos años más tarde, esa máquina realmente fue inventada, pero no ha servido para evitarles a los habitantes del desbordado Macondo actual la peste del olvido. No ha servido que la aldea mancondiana constele en la aldea global de Marshall McLuhan, porque seguimos en el sopor de la inercia histórica en que desconocemos nuestro propio pasado, y eso nos ha impedido caminar hacia un futuro limpio y despejado. La peste del olvido llegó y se quedó entre nosotros. Y eso a veces es como morir en vida. García Márquez habla del olvido remediable del corazón, es decir, estamos a tiempo. Por eso, bienvenidos a este número de la Revista Porro y Folclor como ese bálsamo que Melquiades le dio a Aureliano para que se hiciera la luz en su memoria y, como en esa ocasión en Macondo, restablecer los recuerdos y la justicia para nuestros artistas.

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En este número se les ofrece a los lectores un verdadero lenitivo para nuestra memoria colectiva. Ponemos a disposición de ustedes fragmentos de la vida de nuestros músicos y su trabajo, olvidado, poco reconocido, poco admirado, poco alabado, por una legión de cibernautas, que nos preciamos de estar en el mundo global, pero en realidad estamos vacunados para olvidar. Los invitamos a que recorran la fascinante historia del escritor Manuel Zapata Olivella y su lucha por la reivindicación de su raza o color, tan vituperados en un país que se cree europeo o gringo. Recorran la importante y desbordante vida musical de Jorge Enrique Gaviria Mesa, un artista a quien este país está en mora de hacerle su merecido homenaje. Conozca a las mujeres más representativas del tango y sus luchas en medio del machismo latino, tan ladino, pero tan complaciente. Las osadías musicales de Enrique Aguilar, como otro trotamundos y trashumante, que selló su destino como virtuoso del pentagrama, están aquí en nuestras páginas para ustedes. El nunca olvidado y recurrido Buitrago, que estará per se en nuestra memoria como el artífice de la alegría y de la picardía fiestera que caracteriza a nuestro pueblo. Y no pueden faltar nuestros líderes comunitarios. Marta Medina cuenta cómo se convirtió en embajadora de los vulnerables y en gestora cultural por el bien de La 13. Allí los tienen, disfruten estas lecturas para cauterizar, de acuerdo con García Márquez, la manifestación más crítica e inexorable de nuestro destino cultural: el olvido.


Manuel Zapata Olivella. El mejor homenaje es recordarlo y leer su obra Por José Atuesta Mindiola

Manuel Zapata Olivella (1920-2004). Foto. https://www.eluniversal.com.co/suplementos/facetas/ manuel-zapata-olivella-peregrino-en-africa-EI2578262

¡Levántate mulato! Los primeros años Nacido hace cien años en Córdoba, pero criado en Cartagena, el joven Manuel Zapata Olivella de veinte años, se trasladó a la fría Bogotá para cursar estudios de Medicina en la Universidad Nacional. Sin embargo, el futuro médico también se interesó por la escritura. Alfonso Múnera, estudioso de su obra, afirma que ya desde ese entonces publicaba artículos en periódicos y revistas sobre temas de folklore y cultura colombiana. Desde siempre lo inquietaron los asuntos que tenían que ver con su raza y con su geografía. Zapata creció influenciado, sobre todo, por sus raíces y por su historia familiar. Fue hijo del matrimonio de Antonio María Zapata Vázquez, un mulato e intelectual autodidacta que se había trasladado de Lorica a Cartagena para refundar su colegio La Fraternidad, y Edelmira Olivella, una mestiza, de raíces zenú y españolas. Dos aspectos de su formación atravesaron su vida, obra y accionar político: las ideas liberales y humanistas de su padre y la conciencia étnica que tuvo gracias a su madre. Él mismo lo confirmó en su autobiografía Levántate mulato: por mi raza hablará el espíritu

(1990): «En mi familia todos los abuelos habían nacido engendrados en el vientre de mujer india o negra. Mis padres, mis hermanos, mis primos llevamos el pelambre indígena, los ojos azules o el cuerpo chamuscado con el sol africano». Sin embargo, los años de Bogotá lo marcaron muchísimo. Allí conoció de primera mano las particularidades de la capital y comprendió el centralismo en el que se hallaba inmerso el país. También allí supo que debía luchar por los derechos de las negritudes y en contra del racismo, tarea que no abandonó nunca en su vida. El mulato se levantaba. Esa consciencia sobre el centro y la periferia lo llevó a escribir una de sus primeras novelas, La calle 10 (1960), en la cual Zapata Olivella demostró dos aspectos importantes como autor: el primero, compromiso social y político, y el segundo, originalidad. Esta novela recoge temas del denominado periodo de La Violencia, pasados por una visión creadora negra y Caribe. Tal vez esa sea toda la empresa poética de Zapata: revisar la cultura y la historia colombiana desde otras maneras de ver y entender el mundo. Su destino será una postura estética, pero también política.

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Manuel Zapata Olivella (1920-2004). Foto. archivo el universal / https://www.eluniversal.com.co/cultural/mincultura-2020-sera-ano-zapata-olivella-JM1907964

Los grandes pasos de Zapata Olivella Pero antes de escribir esa novela habían pasado varias cosas en su vida. Para aprender, el joven Manuel tenía que viajar; abandonó la carrera de medicina en Bogotá y se dedicó a viajar. Entre 1943 y 1947, tras conocer distintos lugares de Colombia y América, comenzó su carrera como novelista y continuó con sus colaboraciones periodísticas sobre temas de folklore y cultura popular. Su novela Tierra Mojada (1947) fue elogiada y prologada por el peruano Ciro Alegría. Producto de esos viajes, Manuel escribió Pasión Vagabunda (1949) y otras dos obras inéditas, las cuales pueden considerarse “comprometidas”, teniendo en cuenta los debates de la época. Son textos con alto contenido político y social que dan cuenta de sus reflexiones y posturas sobre la discriminación racial en los Estados Unidos. Cada vez más interesado por la cultura afro, Zapata decidió convertirse en investigador y dio un giro hacia la academia. En Estados Unidos y Canadá realizó investigaciones etnográficas y

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antropológicas sobre la cultura negra alrededor del mundo. También promovió el primer Congreso de la Cultura Colombiana y la Junta Nacional del Folclor. En 1965 fundó la revista Letras Nacionales, que circuló durante veinte años y permitió un espacio para que autores jóvenes de la época expusieran sus obras a la crítica.

Luchar por los derechos de las negritudes y en contra del racismo Zapata Olivella iba perfilándose como un embajador de la cultura afro alrededor del mundo, desde la literatura, la academia y el activismo político. Esto le proporcionó nuevas amistades por todo el mundo y otros reconocimientos que le darían otros giros a su vida y a su obra. Debido a ese prestigio internacional, Zapata Olivella fue invitado a Senegal, de la mano del presidente Léopold Sédar Senghor, al Diálogo de la Negritud y la América Latina. Este encuentro fue muy significativo para la obra de Zapata porque pudo pisar la tierra de sus


ancestros. Junto con el profesor Francois Bogliolo, recorrió las tierras de Senegal y de Gambia. Allí comprendió que su tierra natal no era un lugar geográfico, sino su raza, el pasado y la memoria de sus antepasados: el color de su piel. Más adelante, conoció las aldeas de las etnias Diola y Serer. Esta segunda visita fue clave porque entendió que bajo su sangre no fluía ninguna sangre de esclavos. A pesar de lo que dice la historia, la esclavitud no es el único pasado de las poblaciones africanas. Por lo tanto, la raza negra no tenía razón para saberse heredera de la esclavitud.

producidas en el viaje le permitieron terminar su obra magna, Changó, el gran putas, que está a la altura de otros grandes logros de la literatura latinoamericana del siglo XX, según varios críticos. Zapata, ya siendo un novelista consagrado, continuó con sus empresas políticas y culturales. Creó la Fundación Colombiana de Investigaciones Folclóricas; fue cofundador del Centro de Estudios Afrocolombianos y organizó la Primera Semana de Cultura Negra en la Biblioteca Nacional. Dedicó sus últimos años de vida a la investigación, a la promoción cultural y al activismo político. Hasta el 2004, año de su muerte, su raza nunca dejó de hablar por su espíritu. Sus cenizas descansan para siempre en el río Sinú.

No son suficientes homenajes El “Año Zapata Olivella” peligra, pues la pandemia que azota al mundo suspendió las actividades culturales que se tenían planeadas para homenajear al escritor cordobés. Charlas, congresos y eventos a lo largo y ancho del país quedaron en veremos. Zapata Olivella iba perfilándose como un embajador de la cultura afro alrededor del mundo. Por otro lado, no habría que impulsar la obra de Zapata Olivella solo en un año específico, sino establecer programas culturales que permitan que su vida y su obra sigan difundiéndose en el país. Tal y como Zapata lo soñó. Manuel Zapata Olivella (1920-2004). Foto. https://www.loc.gov/item/n86845576/manuel-zapataolivella-colombia-1920-2004/

La otra experiencia ocurrió cuando estaba próximo a abandonar Senegal, como lo cuenta Darío Henao Restrepo en su introducción a Changó, el gran putas (1983). Antes de volver a América, el escritor le pidió al presidente Sedar Senghor que le permitiese visitar la Isla de Gorée, de donde habían salido los barcos con esclavos negros hacia América en los tiempos de la colonia. Ya en la isla, Zapata decidió visitar la fortaleza esclavista de otros tiempos, donde -en siglos pasados- dormían los esclavos antes de partir a América. Pasó la noche allí, desnudo. Y sintió un ímpetu creativo que le permitió regresar con nuevas ideas y proyectos. Esas reflexiones

Muchos de sus textos son difíciles de conseguir y, la mayoría, son ediciones viejas. Pese a que algunos de sus libros son de acceso público virtual, habría que hacer esfuerzos por reeditar sus obras. Por ejemplo, El hombre colombiano (1974) y Chambacú, Corral de Negros (1967) son obras esenciales para el pensamiento colombiano y para acercarse a la literatura nacional desde sus fragmentaciones geográficas e históricas. Zapata Olivella hace parte de una tradición literaria afrocolombiana, alimentada por Arnoldo Palacios, Jorge Artel, Candelario Obeso, Óscar Collazos, entre otros. Urge recordar a estos autores y acudir a ellos para repensar el país y su literatura desde otras geografías y cosmogonías. El mejor homenaje hacia un autor es leer su obra.

José Atuesta Mindiola. Docente, poeta y columnista de periódico El Pilón de Valledupar y algunas revistas. Escritor y periodista.

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Las mujeres y el tango Por Fabio Casas Arango

Ada Falcón Foto. https://www.elcuerpoaguanteradio.com.mx/ada-falcontalento-artistico-excentrica-vanidosa-y-arrogante/

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l surgimiento del género Tango, en las dos orillas del Rio de la Plata (Montevideo y Buenos Aires), a mediados del siglo XIX, se dio en los arrabales y fue hecho, creado y desarrollado por hombres. Es necesario aclarar que el tango de aquellos años no corresponde al de hoy con su estructura definitiva. Era rudimentario, artesanal, con instrumentos muy alejados a los actuales. Contaban esos grupos solamente con violín, flauta y guitarra. Se reunían para beber, tener amoríos pasajeros y bailar entre hombres en las famosas casas de bombillo rojo o azul. Los prostíbulos más recordados eran los de “María la Vasca”, “Juanita Ramírez”, “La Parda Flora”, “La Gringa Adela”, “Concepción Amaya”, “La Tanita Lucía”, entre otros. La mujer era considerada en aquellos tiempos, tanto en la poesía como en el tango y en la vida real, como un objeto de placer. Filosóficamente, el hombre era un sujeto y la mujer un objeto que satisfacía las necesidades del hombre-sujeto.

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“En las últimas décadas del siglo XIX y en los primeros años del siglo XX, en Buenos Aires existían las llamadas casitas, que en realidad funcionaban como prostíbulos encubiertos y estaban regentados por madamás que generalmente alquilaban sus instalaciones por una noche a un grupo de individuos pudientes dispuestos a entregarse al baile, a las copas y al íntimo encuentro con las pupilas del lugar, tan diestras en la danza como en la cama” (Palacio, 1996. P 14). Y miremos lo que le dijo Tita Merello, quien canta “Se dice de mí”, a la actriz Ethel Rojo acerca de cómo alcanzar el triunfo: ¡Las camas que tendrás que recorrer para llegar a ser alguien! Aunque la temática del tango es universal y le canta a todo cuanto existe, la mujer ocupa un lugar preferente como fuente de inspiración para los poetas del tango. En sus inicios en el siglo XIX y hasta 1930, la mujer en las letras era tratada de manera despiadada, producto de muchos siglos de sojuzgamiento, de machismo, de irracionalidad,


de imbecilidad y de atraso del hombre-sujeto en contra de la mujer-objeto. El mismo Código Civil Napoleónico, que inicialmente se enraizó en Chile, y de ahí se propagó a la casi totalidad de los países latinoamericanos, está plagado de normas que desconocen muchos derechos de la mujer. En el tango, exceptuando los temas dedicados a la madre; la mujer-objeto es tratada sin consideración. Miremos algunos ejemplos: En el tango Noche de Reyes, la mujer es traición; en Confesión, Esta noche me emborracho, Mi noche triste, Descreída, Es desengaño, A la luz de un candil, La Puñalada, Es causa de tragedia, En Ahora no me conoces, Es desilusión, En Chorra, Es ladrona… entre otros. También hubo poetas del tango que resaltaron las virtudes y la bondad de la mujer-sujeto, en títulos como Amiga, donde se reconoce el esfuerzo de la mujer para subsistir con honestidad y le canta a sus anhelos y a la esperanza de su vida en letras como: Cotorrita de la suerte, Fea, La Muchacha del circo, Levanta la frente. Para otros poetas, el tango tiene nombre de mujer: Malena, María, Gricel, Madame Ivonne, Margot, Rosicler, Marión, Sonia, Claudinette, Nelly, Ahora te llaman Lulú, Nelly, Lina, Ivette, Margarita Gautier, Lilian, Arlette, Magdala, Mimí Pinzón, Mariana, Lupe; entre otros.

Las mujeres comenzaron a destacarse en el tango a comienzos del siglo XX, cuando esta música adquirió su perfil definitivo. Ellas fueron cantantes y bailarinas y con su empuje y lucha contra el macho o compadrito, se abrieron camino en Montevideo, Buenos Aires y en el exterior; actuando en las tablas (teatro), radio, cine, televisión. Otras tocaban instrumentos musicales, dirigían orquestas, escribían partituras y letras para tangos. También han creado conjuntos de mujeres dedicados al tango moderno, conquistando espacios que parecían, en épocas pasadas, propiedad de los hombres. Además de ser un personaje protagónico en el tango, la mujer ofrece una imagen multiforme, según se aprecie cada uno de sus papeles en la vida y en el arte. Vamos a dar una breve mirada, a algunas letristas, compositoras, instrumentistas y cancionistas para que veamos el valor de la mujer-sujeto en el desarrollo del género tango. Letristas: Eloísa de Silva (1842-1943): tal vez la primera compositora en hacer la letra para un tango: Que sí que no. Más adelante la estudiaremos como compositora. Continúo Matilde Micaela Sastre (1880-1960), quien hacía las letras de los tangos y se las daba a su hijo Rodolfo Pittaluga Sastre, autor de Refucilos y Garabatos de mujer, ambos grabados por Carlos Gardel. Seguimos con Herminia Brumana (1897-1954), profesora, escritora y cantante, de pensamiento socialista; escribió el vals Carga de besos con música de Rodolfo Avilés. Azucena Maizani , conocida como la Ñata Gaucha, aparte de ser cancionista es autora y compositora de los tangos Porque se fue, Dolor, Pero yo sé. Eladia Blázquez (1931-2005), se desempeñó como guitarrista, letrista, compositora, pianista, poeta y cantante. Como autora y compositora, sus tangos fueron un oasis en los años de 1960, cuando el género decaía ante el empuje de nuevos géneros musicales: Sueño de Barrilete, Sin piel, Mi ciudad y mi gente, conversemos, El corazón al sur, El precio de vencer, Contame una historia, son algunas de sus piezas.

Paquita Bernado; ilustrada por Gloria Mundi Foto. https://gloriamundiblog.wordpress.com/tag/paquitabernardo/

María Luisa Carnelli (1898-1943), Fue una figura estelar en Buenos Aires. Gran letrista, escritora y periodista. Utilizó los seudónimos de Luis Mario y Mario Castro, para que su padre de rancio abolengo, no la reprimiera por sus andanzas tangueras. Son de su autoría los tangos: Cuando llora la Milonga, Se va la vida, Dieciocho kilates, Cómo me gusta, El taura, Avellaneda, De quien

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es eso, Tardes pampeanas, Pa’l cambalache con colaboración de Rafael Rossi, y grabado por Carlos Gardel, Luna roja y Mano santa, en colaboración con Luis Teisseiro; Linyera y Azul de cielo, en colaboración con Juan de Dios Filiberto. La lista de letristas del tango, no termina aquí. Son muchas más, pero hemos presentado las principales. Compositoras: Eloísa de Silva, ya reseñada arriba como letrista. Desde fines del siglo XIX, compuso algunos tangos como: El maco (homónimo del que hizo Miguel Tornquist), El queco, ¡Che, no calotiés!, Colote, La multa, Y a mí qué, Por la calle de Arenales, Yo soy la rubia, (que surgió como respuesta a La morocha), El mozo rubio. Sus obras superan los 100 temas. Había nacido en Cádiz (España), pero se radicó y se casó en la Argentina cuando tenía 26 años de edad. Maruja Pacheco Huergo (1916-1981), tal vez la más importante de las compositoras de tango. Fue cancionista, actriz, autora, pianista y tuvo en su haber más de seiscientas composiciones, de las cuales una veintena son tangos: Vuelve, La carta, En una tarde de abril, Dos almas, Sinfonía de arrabal, Canto de ausencia, El adiós, Delantal de colegiala, Melancolía, Tu silencio, Otoño triste, Vieja estampa, Vuelve.

Instrumentistas: Paquita Bernardo (Francisca Bernardo nombre de pila), (1900-1925). Bandoneonista, directora, compositora. Fue la primera ejecutante femenina del bandoneón que alcanzó trascendencia artística y una actuación profesional destacada. Los maestros Pedro Maffia, José Servidio y E. García fueron sus profesores de dicho instrumento. Se perfeccionó como autodidacta. En 1921 se presentó al frente de su orquesta en bar Domínguez de Buenos Aires, con Elvino Vardaro y Alcides Palavecino (violines), Osvaldo Pugliese (piano), Miguel Loduca (flauta), y Arturo Bernardo (batería). En 1923 realizó una exitosa gira por Montevideo. Sus composiciones más conocidas son: Cerro divino, La enmascarada, Floreal y Cachito. Nélida Gianneo, de quien no se poseen datos biográficos; se desempeñó como arpista de la orquesta Típica de Osvaldo Fresedo desde 1935 hasta 1950, es decir, trabajó como arpista de Fresedo durante 15 años. La orquesta de Osvaldo Fresedo contaba además con vibráfono y batería para darle sonidos nuevos a su orquesta. Trabajó la orquesta por algún tiempo en Radio El Mundo e integraban la plantilla: Luis Petrucelli, Pascual Storti, Ulderico Panella en Bandoneones; Víctor Felice, José Lorito, Pedro Desrets y Mario Perini en violines; Demetrio Riseti en la viola; De Luca en el vibráfono y la batería; Nélida Gianneo en el arpa, Lalo Scalise en el piano y los vocalistas fueron Ricardo Ruiz, Roberto Díaz y Roberto Ray. Posteriormente hubo varios cambios en la plantilla, pero Nélida Gianneo estuvo vinculada por 15 años. Cancionistas: Muchas cancionistas fueron vinculadas a diferentes orquestas típicas, unas por haber sobresalido en las tablas (teatro), cantando piezas del momento; como el caso de Nerina Valyer que Francisco Canaro la vinculó a su orquesta en 1923 y grabó con ella los temas Déjame que la acompañe y París.

Mercedes Simone Foto. https://es.wikipedia.org/wiki/Mercedes_Simone

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Otras por haber ganado los concursos que realizaba la radio Argentina, y algunas orquestas, para escoger las voces para trabajar en las emisoras o bien para ser vinculadas a las orquestas que promovían los concursos. Francisco Canaro también vinculó a Azucena Maizani a fines del 23 y quien grabó 62 temas con el gran maestro Canaro, posteriormente trabajó con Libertad Lamarque; dejó solo 2 temas, con Anita Palmero, con Olinda Bozán, con Ada Falcon, la dama que más temas grabó con la orquesta


Típica de Francisco Canaro: 197; también fueron cancionistas de la orquesta de Canaro, Susy del Carril, Nelly Omar, Tita Merello (Ana Laura Merello), Dalva de Oliveira (Brasilera), Lidia Desmond e Isabel de Grana.

Amelita Baltar grabó el famoso tema: Balada para un loco, con la orquesta de Astor Piazzolla y estuvo vinculada a la orquesta por varios años; fueron compañeros sentimentales. Mercedes Simone, gran compositora y recordada por sus temas de batalla: Celosa y Cantando; grabó con la orquesta Típica Víctor que dirigía el maestro Adolfo Carabelli, también grabó con el Trío Típico que dirigía el maestro del piano Sebastián Piana, también lo hizo con las orquestas de Juan Cambón y de Emilio Brameri; Nelly Vásquez tuvo el honor de trabajar con las orquestas de los maestros Aníbal “Pichuco” Troilo, Osvaldo Pugliese, Astor Piazzolla, Mariano Mores, Raúl Garello y Osvaldo Requena y Alba Solís estuvo vinculada a la orquesta del extraordinario pianista Osvaldo Tarantino.

Otras damas de extraordinaria calidad vocal fueron vinculadas a diferentes orquestas típicas, para trabajar y para grabar. Veamos algunas: Nilda Wilson realizó tres maravillosas grabaciones con la orquesta Típica de José García y los Zorros Grises; Lita Morales fue cancionista de la orquesta Típica del maestro Edgardo Donato; para la posteridad se encuentran varios registros de ella; Mercedes Serrano, vocalista de gran personalidad; trabajó con la orquesta del maestro Juan D’arienzo y dejó dos Son muchísimas más maravillosas grabaciones. las damas que tuvieron También grabó con la y tienen que ver con orquesta Típica de Juan el género Tango, y que Sánchez Gorio, con quien lograron penetrar y romper registró seis piezas de gran la barrera que habían valor; Chola Luna estuvo impuesto los hombres, vinculada a la orquesta del y que equivocadamente gran Francisco Lomuto por consideraban que la magia el año 1947; Elba Berón, Olinda Bozán del tango era solo para perteneciente a la musical Foto. https://www.imdb.com/name/nm0102569/ varones. En hora buena familia Berón, trabajó tres y bienvenidas al sitial que años con la orquesta de hoy ocupan en el mundo de la música y del Aníbal “Pichuco” Troilo, y dejó para la posteridad tango. unas inigualables grabaciones; Juanita Larrauri trabajó con la orquesta Típica de su esposo Francisco Rotundo por varios años; Libertad Lamarque, perseguida con saña por Eva Perón, se Referencias bibliográficas exilió en México donde participó activamente el • Ferrer, Horacio.- El libro del tango. Tomo II y III. Antoni Tersol Editor. 1980.- Barcelona (España). cine, participando en más de cincuenta películas. • Monsalve, Jaime Andrés. El tango en sus propias palabras. Icono Grabó más de cuatrocientos temas. Trabajó con Editorial, Bogotá. las orquestas de Mario Maurano y con la orquesta • Ocampo Múnera, Fernell. Hablemos de grandes valores del tango. de Alfredo Malerba, quien era su esposo. Editorial Manigraf, Manizales. Otras cancionistas fueron: Mercedes Carné grabó con el Sexteto del maestro Carlos Di Sarli, 22 temas de gran factura; Tania fue la vocalista oficial de la orquesta Típica de Enrique Santos Discépolo, quien era su esposo y con cuya orquesta grabó una veintena de tangos;

• Palacio, Jorge (Faruk). Ediciones Corregidor 1996. Buenos Aires Argentina. • Valencia Giraldo, Asdrúbal. El Universo del tango Vol. 4. – Imprenta Universidad de Antioquia.-Medellín.

Fabio Casas Arango. Coleccionista e investigador musical. Asociado a la Corporación Sonora Matancera de Antioquia

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Jorge Enrique Gaviria, el virtuoso de la trompeta Por Marcos Fidel Vega Seña Jorge Enrique Gaviria Foto. Cortesía Jorge Enrique Gaviria / Compocición: David Felipe Jiménez Ochoa

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orge Enrique Gaviria Mesa es un artista medellinense, que lleva 67 años dedicados a la música. Para quienes no estén familiarizados con ese mundillo, su nombre puede ser desconocido, pero pertenece a esa legión de virtuosos que participan en prestigiosas agrupaciones de cantantes, que ellos sí tienen una larga exposición mediática. De la estirpe de Gaviria Mesa hay todo un ejército de músicos que pusieron y siguen poniendo su talento al servicio de las orquestas o conjuntos a las que integran o han integrado. En este caso, y de acuerdo con lo que él cuenta, su historia musical empieza a los cuatro años, cuando puso a sonar un bajo, luego una batería, para terminar casado con la trompeta. Narra que su

vena musical le viene de su padre, Pedro Abraham Gaviria, quien dirigía la Orquesta Monterrey e interpretaba el saxofón y el clarinete. Los ensayos eran en la propia casa de los Gaviria, lo que le permitió a Jorge Enrique conocer de primera mano las armonías y sonidos de los instrumentos. La Orquesta Monterrey la integraban doce músicos y Gaviria Mesa era uno de ellos. Allí interpretó el bajo y la trompeta. “Cuando yo tocaba en la orquesta de mi padre, me sacó (lo invitó) la orquesta de los hermanos Martelo, y en esa misma época que integré la orquesta de los Martelo me buscó Fruko. Pero en diferentes épocas”1, recuerda, en la conversación sostenida con Alonso Franco Londoño. 1 Entrevista Realizada por José Alonso Franco L. 10 de junio de 2020.

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Pero Gaviria no solo aprendió la música de forma empírica. También se afinó en la academia, pues según datos de sus redes sociales, realizó estudios en la Universidad de Antioquia y en el Instituto de Bellas Artes de Medellín; sus maestros fueron Jorge Orejuela y el fallecido Manuel Cervantes, quien se desempeñara como director de los inolvidables Corraleros de Majagual. A la Orquesta Monterrey entró a los 13 años. Allí se hizo cargo del bajo, escuela que le sirvió para que, años más tarde, al lado de Justo Almario, Francisco Zumaqué, sus hermanos y otros amigos, formaran el Combo Dilido. Además del bajo, allí interpretaba la baterista. Finalmente, y por imposición de su padre, terminó tocando la trompeta.

Las orquestas y los artistas Como para que tengamos una idea de la importancia de Jorge Enrique Gaviria Mesa en el mundo de la música colombiana, pasemos revista por algunas de las agrupaciones, y de contera, le damos cabida a la memoria cultural.

Jorge Enrique Gaviria Foto. Cortesía Jorge Enrique Gaviria M

Los Corraleros de Majagual constituyen un hito sin precedente en la vida musical de Colombia. Además de estar integrados por verdaderas estrellas, el género musical que fundaron es único e irrepetible, por muchas imitaciones que han intentado otras generaciones musicales. Se puede decir que la historia de la música caribe se divide en dos: antes y después de Los Corraleros.

¿Cuál fue su mérito? Fusionar el conjunto vallenato con la orquesta pelayera, aunado a la picardía, la narrativa y la explosión de fiesta que caracterizan sus ritmos pegajosos e inolvidables. No hay diciembre en que no los escuchemos y bailemos. Gaviria Mesa cuenta que en este conjunto tuvo la oportunidad de compartir palmareses artísticos con Alfredo Gutiérrez, Calixto Ochoa, César Castro, Lisandro Mesa, Cervantes y Eliseo Herrera, entre otros. Con ellos recorrió parte del país. En cuanto a La Orquesta de los Hermanos Martelo, llega a Medellín aproximadamente en la década del 60, atraída por las oportunidades que ofrecían contratos en escenarios emblemáticos como el Club Campestre y el Hotel Nutibara, por ejemplo. Fue la ocasión para que Gaviria se codeara con estos músicos, que llegaban con un largo recorrido de la Costa Caribe. Por su parte, Fruko (el antioqueño Julio Ernesto Estada) y sus Tesos fue una de las agrupaciones reconocidas en el campo de la música tropical que, como es sabido, tuvo como cantantes estrellas a Joe Arroyo, Piper Pimienta y Wilson Saoko. Frente a esta agrupación, a la que dedicó 41 años de su vida, Gaviria Mesa da un dato revelador: “yo fui fundador de la orquesta de Fruko y el dueño del nombre de Los Tesos… porque así me llamaban así cuando tocaba la trompeta”. El dato lo confirma un artículo de Radio Kalle, escrito en 2018, en el que se centran en la etimología de la palabra. Aunque la importancia histórica del origen del nombre se pierde en esa explicación, el contexto del adjetivo “teso” para la historia que cuenta Gaviria es muy diferente a la representación popular de aquel que lo puede todo, con lo que eso conlleva en las barriadas de nuestra ciudad. Más bien, ese contexto se refiere a la intensidad y la virtuosidad con que Gaviria interpretaba la trompeta. Es un teso de la música caribe en tierras antioqueñas, pues en la Orquesta de Fruko, Gaviria no solo fue un músico más. También se desempeñó como manager y subdirector. Con esa agrupación recorrió 41 países. Luego, como si fuera una película alucinante, Gaviria suelta a borbotones el montón de talento musical que le ha entregado a las orquestas más significativas del mundo. Por ejemplo, dice que fue protagonista de los éxitos de Gabriel Romero, aquel intérprete de La Piragua, uno de los temas

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famosos (que debiera ser declarado patrimonio musical de Colombia), composición de José Benito Barros Palomino y grabado con Los Black Stars. En ese trasegar también compartió con Rodolfo Aicardi, quien al retiro de Gustavo, El Loco, Quintero, fue la voz líder de Los Hispanos, y quien en diciembre se recuerda con así fue que empezaron mamá y papá… Gustavo Quintero, al retirarse de Los Hispano, funda la Orquesta Los Graduados y allá fue a parar Gaviria, “cuando ellos metieron la trompeta… y los sonidos de la trompeta los hice yo”. Allí estuvo cuatro años.

Rebelión para el recuerdo En su trashumancia musical, Gaviria cuenta su encuentro con Héctor Lavoe y otros músicos. “Ellos solicitaron que yo le tocara en unos conciertos en Barranquilla. En esa época la trompeta famosa era yo; cuando uno es famoso, le sobra trabajo. Ellos me mandaron los pasajes, en un buen hotel y los acompañé. Pero no solo fue a Héctor Lavoe, sino también a Celia Cruz, a Pete “El Conde” Rodríguez, a Óscar de León, a Junior González y como a nueve cantantes puertorriqueños, los más famosos. También toqué con la Colombia All Stars, que era la orquesta más famosa en Colombia”, expresa con sencillez.

Jorge Enrique Gaviria M Foto. Archivo revista Porro y Folclor

Con el grupo Niche grabó temas como Me huele a matrimonio y Faltó un pañuelo. “Ellos venían a Codiscos a grabar y me llamaban a mí, como

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trompetista especial. Lo mismo hice con el Joe, para no retirarme de la orquesta de Fruko; Joe Arroyo me ocupaba en las grabaciones siempre. Con él grabé las principales canciones de su orquesta, por ejemplo, Rebelión. El sonido de la trompeta que suena ahí es mío. Los grandes éxitos de Joe, la trompeta que suena es la mía. Me pregunta la gente quién me escribió ese Sol, no lo toco. Dios me hizo a mí con capacidad, eso es propio y nadie me lo escribe; todos los Sol que hago los invento. En la grabación me salió ese Sol, logré hacerlo. Ese tema lo grabé en 1986, tenía 37 años. Yo era el trompetista de todas las fábricas de Medellín de Discos Fuentes, Discos Victoria, Codisco, Sonolux, Ondina, Industria Nacional de Sonido”. Así, por su trompeta pasaron Guayacán, Banana y las orquestas que venían de la Costa, como la orquesta Raíces y Edmundo Arias. “Hice muchos éxitos con ellos. Yo era el trompetista preferido de Edmundo Arias, con él grabé mínimo 15 LP. Con él grabe canciones que había realizado hace muchos años, por ejemplo, Ligia y otras canciones que le dieron fama”

La Combo Dilido Esta orquesta significa una página importante en la vida musical de Jorge Enrique Gaviria Mesa. Fundada por él y sus cuatro hermanos, fue bautizada así en el Club de Profesionales. “El gerente del Club, para nosotros poder trabajar allí, le colocó (sic) ese nombre. Éramos dos hermanos cuando comenzamos, luego con el tiempo ingresaron los otros dos hermanos mayores que hoy ya no tocan. Yo tocaba la trompeta, pero comencé con el bajo, la batería y el hermano mayor me reemplazó con el bajo; otro tocaba la batería y otro tocaba el saxofón. El mayor se llama Carlos Gaviria, Julio Gaviria, William Gaviria y yo, que soy el menor. La Dilido es una orquesta muy antigua; si todavía estuviera esa orquesta tuviera 56 años, yo tenía 14 años cuando yo comencé a salir con ella. La orquesta comenzó a crecer y creció la fama mía y por eso fue que yo me integré a la orquesta de Fruko, por la fama, y a la de los Hermanos Martelo, ya ellos sabían quién era yo”.


No ha estado en el Festival del Porro en Medellín Preguntado si, con toda esa trayectoria ha sido invitado al Festival del Porro de Medellín, contestó: “nunca han tenido el gusto de invitarme. No me han tenido en cuenta; verdaderamente el que sabe tocar el porro como es, soy yo. La Dilido tocaba puro porro. El repertorio que tocaba la orquesta era la misma que tocaba Lucho Bermúdez. Cuando Lucho tocaba en Bogotá, nosotros tocábamos en Medellín las canciones de la Orquesta de Lucho, por eso la orquesta se hizo tan famosa”.

Jorge Enrique Gaviria Foto. Cortesía Jorge Enrique Gaviria M

Gaviria continúa su relato y expresa que La Dilido era una de las orquestas más representativas de la ciudad, pues en esa época en que se funda había muy pocas agrupaciones musicales en la ciudad. “Estaba una orquesta que se llamaba Siboney, Orquesta Melodía, entre otras. Nosotros éramos la orquesta preferida de los clubes sociales, Club Medellín, Campestre, El Rodeo, De Profesionales; nosotros éramos la orquesta más mentada, con buen nombre, por eso ahora yo la estoy iniciando, ahora estoy realizando un CD, para sacar la orquesta en vivo, porque tengo 71 años, y porque tengo 56 años de vida artística; no quiero tener compromiso con nadie, no quiero tener patrón, tener mi orquesta propia que es La Dilido y muy pronto la voy a formar y grabar con ella”, dice en tono enfático. Comenta que está dedicado a la escritura y “estoy grabando y realizando música y en vivo; es poco lo que trabajo, porque en Medellín no hay trabajo para nadie. Aquí hay orquestas, pero no hay trabajo: Medellín es una ciudad para darle trabajo a los músicos… Nosotros no trabajábamos en la ciudad, porque era muy mala plaza para los músicos Todavía estudio, porque la música es como la medicina, entre más aprende más debe conocer y aprender de ella. En el Conservatorio de la Universidad de Antioquia y en Instituto de Bella Arte soy profesor de música particularmente. Los grandes trompetistas de Medellín los he hecho yo. Por ejemplo, los trompetistas que tocan en la sinfónica son discípulos míos”.

Por último, el artista hace una advertencia perentoria: “nuestra música como el porro, la gaita, la cumbia, el jalaito, el merecumbé la dejaron acabar, esa música no existe. Por eso yo estoy componiendo, porque con esa competencia que tenemos ahora, esa música que para mí no es música, lo que llaman reggaetón, es un atraso. Por eso la música se está acabando. La música hay que estudiarla y lo que se toca hoy en día no requiere de estudio, no sirve” Esta es la corta historia de Jorge Enrique Gaviria Mesa, quien a sus 71 años grabó 27 discos larga duración con Fruko; seis con Joe Arroyo, tres con los Hermanos Martelo; con la Orquesta Onda Tropical visitó 22 países y ha conocido 62 más gracias a su trompeta. Un virtuoso de la trompeta al que el país y la música le deben más de un homenaje.

Jorge Enrique Gaviria M Foto. Archivo revista Porro y Folclor

Marcos Fidel Vega Seña. Comunicador social, periodista y magister en educación de la Universidad de Antioquia

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Personajes

13 MartaMedina..

de la

Un “hermoso encarte” Por Humberto Arboleda Monsalve

“…con un hambre y una necesidad urgente e importante desde los cinco años por lo social, es algo que nació conmigo y nadie me enseñó esa parte…” 1

S

antandereana que se encontró con su media naranja (nacida, criada y desplazada de la Comuna 13) hacia principios del presente siglo en Bucaramanga y, por circunstancias de la vida, llegó a este sector de la ciudad por allá en el año 2009. Eran épocas en que aún la Comuna se mecía sobre los letargos de la Operación Orión (sembrada en el 2002), es decir vulnerable a las rondas de ilegales que reclutaban a jóvenes y niños. Garantizaban así el dominio de territorios y mercados contra-vida. En este orden de ideas, mientras que su compañero se concentraba en organizar a grupos de jóvenes en pro de evitar que estos se subieran al camión2 ella se dedicaba a recorrer las aceras de los barrios Belencito, Villa Laura y Corazón en la búsqueda de niños para la alegría…

1 Entrevista realizada el día 18 de agosto de 2017 en la sede de la Corporación Artística y Cultural Recreando. Entrevistador: Entrevista Humberto Arboledad M. 2 Término usado para referir a reclutarse en las AUC

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Con el transcurrir de los días, semanas, meses… nuestra ciudadana como vos de la que nos ocupamos en esta breve crónica fue ganando reconocimiento en el sector y, sobre todo, la confianza de muchas madres que, obligadas a trabajar para lograr el sustento de sus hijos, se veían obligadas a dejarlos solos en casa (vulnerables a las calles). Marta, entonces, pasa a ser, de la noche a la mañana, una cuidadora de estos niños a los que a ritmo de juegos y empanadas aleja del hedor delincuencial que frecuentemente inunda a muchos barrios de la Comuna 13. Manifiesta que “…de pronto nos dimos cuenta de que teníamos ochenta y cinco niños… me volví como la de “Todito”, que para tareas, para consejos, para cosas; que le enseñe a bailar, que a esto, que a lo otro… venían niños de San Javier, de El Socorro, de Nariño, de Las Independencias, de Eduardo Santos…”

Pasados los años, nos dice, “decido legalizarme”, es decir, acercarse a las Juntas de Acción Comunal de los barrios aledaños a su residencia, fundar su Corporación Culturizarte y, hacia 2013, presentarse a elecciones de Presupuesto Participativo en las que queda como delegada de Belencito en el área de cultura. En este proceso, manifiesta, “…me volví una ladrona profesional de experiencias, de informes…”, es decir, que ante la ausencia de una formación académica formal en relación al trabajo con comunidades, Marta Medina acumula su profesionalidad en la calle, esto es, en la interacción directa con los niños y sus madres, en el relacionamiento con otros líderes y con su presencia en diferentes escenarios de Comuna en que se deciden vibrares de esparcimiento y fuentes de recursos para el bienestar de los habitantes de este sector vital de Medellín

de “…que no soy de aquí ni soy de allá…” y se campea entre nosotros, comunidades de interculturalidad, como risa que elude sombras de incertidumbre.

Tenemos pues que esta mujer proveniente de la tierra de las hormigas culonas le pone sentido a la voz del cantor que exclama aquello

Luis Humberto Arboleda Monsalve Historiador e Investigador

Marta Medina, ser y hacer de Culturizarte. Personaje que siendo “extraño” a estas tierras de la Antioqueñidad tuvo la osadía de robarle muchos niños a este conflicto de la Comuna 13-San Javier de Medellín. ¿Sus armas? La alegría. Esa convicción de que desde el arte y la risa es posible ganarle la carrera a cualquier pistola. Y eso no es fácil en esta tierra de machos. Desde la Comuna y desde la Corporación Cultural y Artística Recreando no hay otra forma de presentarla. Mujer comprometida con la vida y, sobre todo, con la médula de lo que se pueda considerar vida: la alegría. Es un hermoso encarte.

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Guillermo Buitrago, el precursor del vallenato Por Ofelia Peláez

Guillermo Buitrago Foto. Ilustración por David Felipe Jiménez Ochoa

G

uillermo Buitrago es uno de esos fenómenos musicales que se presentan pocas veces en la historia. Se están cumpliendo 100 años de su nacimiento, el 1 de abril de 1920 en Ciénaga, Magdalena, y falleció el 19 de abril de 1949, hace 71 años, pero sigue siendo el infaltable en la época decembrina de los colombianos. Las emisoras desempolvan sus grabaciones y se empieza a escuchar “…me gusta

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el ron de vinola, me gusta, me gusta Lola…” ese ron de vinola que se vendía en un establecimiento llamado La Tranca, en Ciénaga, Magdalena. En el excelente libro Guillermo Buitrago, cantor del pueblo para todos los tiempos, escrito por Édgar Caballero Elías y editado por Discos Fuentes, se narran su vida y sus logros. Fue un verdadero precursor, además del vallenato, de otros aspectos


como el de periodista, puesto que tuvo una revista llamada La Cantaleta y un cancionero mensual llamado Cancionero GB. Fue el primer disc jockey pues en las emisoras de la región daba a conocer los nuevos temas de los cantantes de moda y como si fuera poco, fue el primero en hacer comerciales cantados (jingles) a la sastrería La Costeña, a las farmacias San José y Royal, al café Almendra Tropical, Canada Dry, Nutrimalta y a los rones Añejo y Motilón, entre otros. Empezó a recorrer todos los caminos de su región, grabó algunos temas en varias cortadoras de acetatos que había en Barranquilla y otras poblaciones. Fue cuando don Antonio Fuentes le empezó a grabar en Cartagena; su primer disco de 78 rpm. tenía Las mujeres a mí no me quieren y Compae Helidoro, dedicado a Heliodoro Eguis dueño de una panadería. Las personas compraban el ficho y a esperar la entrega del disco, pues la demanda era enorme. Una de sus grabaciones imprescindibles para el fin de año es La víspera de año nuevo, de Tobías Enrique Pumarejo. Antes de su vinculación con la disquera Fuentes, Buitrago había grabado para la Odeón argentina. Buitrago contribuyó a la difusión de la obra de Rafael Escalona y tuvo mucha influencia en otros artistas, como el caso de Julio Torres que creó el grupo Los Alegres Vallenatos. Julio Torres fue un cachaco que compuso bailables como Los camarones y El aguacero, ambas relacionadas con el agua, y también Pomponio, un bailable decembrino de grata recordación; su mayor ambición era conocer el mar y allá viajó, a Cartagena, donde falleció ahogado en el mar el 9 de enero de 1951, cuando contaba solamente 20 años. También muchos artistas y grupos recibieron la influencia de Buitrago, como Los Vallenatos del Magdalena, Julio Bovea y sus Vallenatos, el Trío Fonseca, Los Trovadores de Barú y otros. Se crean a veces confusiones con un connotado artista, pues cuando se habla de Buitraguito, muchos creen que es Guillermo Buitrago, pero no. Se trata de Julio César Sanjuán, amigo y admirador de Buitrago, que ha tenido mucha actividad en este estilo de vallenato; pero Buitraguito es diferente a Buitrago.

Guillermo Buitrago Foto. https://arrierias.travel.blog/2019/05/22/dos-grandes-de-lamusica-por-jaime-rico-salazar/

Algunos se preguntan por qué el éxito de Guillermo Buitrago. Posiblemente el encanto radica en que su padre era antioqueño, de Marinilla, y eso le imprime el sabor nostálgico de la música parrandera paisa, a lo que se suma la alegría y picaresca de la música de la costa atlántica colombiana, ya que su madre era cienaguera, además del maravilloso estilo para ejecutar la guitarra, que según los entendidos hace un bordoneo extraordinario. Se han tejido muchas historias acerca de su fallecimiento, pero en el libro citado se demuestra que falleció a causa de una tisis galopante, según la certera investigación de Édgar “Chichi” Caballero, que presenta en su libro todos los documentos relacionados con su muerte. Guillermo Buitrago murió el 19 de abril de 1949 y ese día nació su leyenda. El Jilguero de la Sierra Nevada, el Trovador del Magdalena, el Precursor del Vallenato, como quiera llamársele, es y será el imprescindible e inolvidable en todos los festejos de fin de año. Se leyenda continúa.

Ofelia Peláez. Conferencista sobre bolero y música popular, jurado en varios festivales nacionales, escritora de varios libros entre los que se destaca: Alfredo Sadel, cuenta mi alma. Su historia, sus anécdotas, su discografía y fotografías inéditas, Invitada al programa El rinconcito de los recuerdos, de Radio Reloj – Q’hubo Radio, Caracol Medellín

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Enrique aguilar y su pluma de trotamundos Por Arnold Tejeda Valencia

Los Romanceros De Izq. a Der. Jorge Valle, Alberto González y Enrique Aguilar, junto al Presidente M Foto. https://acme-cali.jimdofree.com/melomania/asociados/

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l escuchar esa sorpresiva y osada melodía de la Orquesta de Pacho Galán, inmediatamente pensé que el bello arreglo allí contenido no era más que otra de las pinceladas sonoras del maestro de maestros, nacido en la tierra de las butifarras. Su personalidad ante el pentagrama estaba flotando en cada uno de sus compases. Pero qué equivocación la mía. La Sinfonía Nº 40 de Mozart, convertida en cumbia, fue un trazado melódico y rítmico de la pluma de Enrique Aguilar, a quien conocía apenas por las referencias del guitarrista Ángel Monsalvo, integrante del Cuarteto del Mónaco, que se hizo célebre con la maestranza Las Cuatro Fiestas, del compositor Adolfo Echeverría. Y todo, por haberle pedido referencias sobre el trío Los Romanceros. Después pude identificarlo, por sus casi dos metros de estatura, en la carátula de un LP. de la Orquesta Los Trotamundos, aquella agrupación que fuera una copia de la Billo’s Caracas Boys. Eso era lo que sabía de Enrique Aguilar. Nunca

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pensé que fuera uno más de los tantos músicos surgidos en Colombia por lo que realizó con la obra de Mozart. Algo me decía que detrás de ese corpulento hombre debía existir un halo muy llamativo con su arte. El día que la joven Mariana Pajón ganó la primera medalla de oro en unos juegos olímpicos, año 2012, conocí al doctor Alberto Burgos, que, con su pausado hablar, en su residencia de Envigado, le hizo una explicación de su libro Antioquia Bailaba Así, al grupo de amigos del Club de la Sonora Matancera que lo visitaba. Al tener el libro en mis manos, mi atención se centró en lo tratado sobre Enrique Aguilar. El azar me hizo encontrar lo que buscaba. Hasta el día de hoy, es poco lo que aparece en Internet de este músico colombiano. Por esta importante fuente, me enteré que nació en Barranquilla el 14 de noviembre de 1931. Y que, por cuestiones laborales, su padre, Eduardo Rafael, se trasladó con su familia a Sincelejo. En


esa ciudad, el joven Enrique conoció al guitarrista Sebastián Lánez, su primer maestro en los pasos apremiantes de verse al buen instrumentista que añoraba ser porque ya su voz era afinada, medida y agradable por puro don natural. De regreso a Barranquilla, con Gustavo Fortich y Eladio Barrios, integrantes del trío Gustavo Fortich y sus Muchachos, pudo avanzar en sus conocimientos con la guitarra y hacer las tres voces en un trío, sobre todo la segunda voz, que fue su especialidad por su timbre.

Enrique Aguilar y Su bajo Foto. https://acme-cali.jimdofree.com/melomania/asociados/

Años después, Sincelejo nuevamente se convirtió en la morada familiar y en el despegue de Enrique Aguilar como músico profesional al fundar el trío Los Panchitos, en honor al grupo mexicano que le sirvió de modelo en su reportorio y estilo. Uno de sus guitarristas fue Nono Narváez, que también hacía la voz prima. El otro miembro fue Julio de Orta. El primero de ellos, logró escalar las cotas más elevadas en el campo artístico como cantante, compositor y guitarrista en los diversos ritmos del folclor Caribe del país. El bucólico Sincelejo fue el trampolín. Transcurrían los años 50, años gloriosos de la discografía colombiana por la cantidad de artistas que surgieron y grabaron para darles unos

testimonios al mundo y a los linderos patrios con sus cantos orgullosos por su multiplicidad geográfica y cultural. Medellín era, entonces, la capital de ese movimiento artístico. Enrique Aguilar, por tanto, veía en el sur de su entorno sabanero el norte artístico de su carrera. Allí llegó con su trio, que tuvo buena acogida por combinar la música romántica con los ritmos bailables de Cuba y de la costa norte macondiana. Pero sucedió algo inesperado. Sus dos compañeros de aventura regresaron a sus cálidas tierras y entonces se unió con Jhonny Ferrer y el futuro gran artista Tito Ávila para conformar el trío Los Caribeños En esas andanzas lo conoció Jorge Valle, director del trío Los Romanceros, al que también pertenecía Alberto González (el Ronco). Fueron siete años de esplendoroso trabajo en los mejores sitios de Medellín. La estrella de la providencia entonces lo acarició para que iniciara ese proceso de enriquecimiento académico en la música para conversar con Mozart y con todo aquel que lo entusiasmara en su camino de convertirse en un gran artista. El trompetista y profesor del conservatorio de la Universidad de Antioquia, Manuel Cervantes, propició ese agradable periplo del saber, ya que Enrique Aguilar todo lo hacía con el Dios de la empiria. Otro que también pasó por ese notable proceso fue Edmundo Arias, quien le enseñó los secretos del bajo. Su perfecta segunda voz fue apetecida para muchas grabaciones, entre ellas las realizadas con la Orquesta de Lucho Bermúdez. En la cumbia Colombia Tierra Querida, le hizo un bonito dúo a Matilde Díaz. En esos ajetreos discográficos, también asimiló los conocimientos que le aportaron Luis Uribe Bueno, Juancho Vargas y León Cardona. Con ese quinteto de calificados instructores, el músico barranquillero alzó un vuelo desproporcionado hacia la ionosfera artística, en el que también tuvo mucho que ver un condiscípulo suyo, Álvaro Rojas, otro de los grandes músicos de Colombia. Sus permanentes preguntas a esos eminentes formadores en la cultura de las sonoridades tuvieron las virtuosas respuestas para consolidar las buenas bases de la relación entre la teoría y la práctica, ese proceso de provechoso aprendizaje que en estudiantes disciplinados como Enrique Aguilar redondearon las importantes materias en los conocimientos de la madre de las artes.

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Formado con la rigurosidad académica intra y extrainstitucional, Enrique Aguilar dio el paso más contundente con su pluma: el ser arreglista, esa especialidad profesional con el pentagrama que amalgama la teoría, el solfeo, la armonía y, como corolario, la orquestación para llenar de belleza la obra que un compositor aspira escuchar. Su amigo, el cantante y compositor Henry Castro, al conocer cuánto había aprendido en el universo de la música el alto joven costeño, le entregó una de sus inspiraciones, el paseaíto Quítate el Saco, que grabado con la mayoría de los músicos de la extinta Orquesta Sonolux, se convirtió en un tremendo éxito bailable en Colombia. Tanto fue el batazo, que la Billo’s Caracas Boys lo grabó con su estrella vocal Cheo García y el lucimiento en la trompeta del colombiano Edmundo Villamizar.

Enrique Aguilar junto al boricua Daniel Santos con músicos que grabaron en Medellín Foto. https://acme-cali.jimdofree.com/melomania/asociados/

Su glorioso estreno como arreglista, le permitió que todas las casas disqueras de Medellín se fijaran en el hasta entonces desconocido músico barranquillero en esa nada fácil misión artística. Pero hay algo que en nuestro Caribe poco se conoció: en el llamado sonido orquestal

antioqueño, despectivamente conocido como el “chucuchucu”, de gran aceptación nacional e internacional, tuvo en Enrique Aguilar un buen padre en lo rítmico y lo melódico al combinar perfectamente el tumbao sonoro venezolano con la cadencia terrígena de los cantos nacidos en las breñas del país paisa. Aquellos grupos que tanto sonaron, como Los Hispanos, Los Graduados, Los Monjes y Los Grecos, tuvieron de arreglista de cabecera al músico de Curramba. Los Golden Boys, Los Black Stars y El Combo de las Estrellas, fueron otros grupos que la pluma de este joven maestro les escribió esplendorosos arreglos. Ese encomiable trabajo le sirvió a Enrique Aguilar para ser artista exclusivo de Codiscos con un llamativo contrato. Primero organizó un grupo pequeño para interpretar música romántica internacional que la empresa hizo conocer como Los Trotamundos. Algunos comentaristas de la farándula han considerado que este formato orquestal permitió en Discos Fuentes el nacimiento de Los Diplomáticos. Luego Codiscos montó una big band de estudio con la dirección y los arreglos de su joya artística. Luego vinieron sus trabajos con los cantantes Carmenza Duque, Mariluz, Ángela Suárez y Leonardo Álvarez, lista que fue ampliada con los internacionales Leo Marini, Julio Jaramillo y Daniel Santos. Como ejecutante del bajo, Enrique Aguilar, por ser un músico que vivía prácticamente en los estudios de grabación de Codiscos, acompañó a cuanto grupo orquestal por allí pasara. Edmundo Arias cómo gozaba con sus triunfos. Fueron tantas las cosas hechas por este alto y generoso hombre en la música que se necesitaría de un trabajo mayor para recoger su notable carrera artística. Por último, aquellas producciones de Los Violines Vallenatos también fueron producto de su ingente creatividad con músicos formados en el Conservatorio de la Universidad de Antioquia. Eso explica su profundidad académica de no quedarse solo en lo simple, sino abordar también lo complejo. Ahora, como la palabra trotamundos significa “ser aficionado a conocer otras tierras”, en el lenguaje de la retórica Enrique Aguilar lo hizo apoyado en los diversos pentagramas de tantas tierras rítmicas y melódicas. En eso basó su gloriosa vida artística.

Arnold Tejeda Valencia. Investigador, integrante de la Asociación de Melómanos y coleccionista de la Sonora Matancera

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La danza folclórica en Medellín tiene su pendiente “La danza folclórica nos ha permitido reconocer lo que somos nosotros como personas, como colombianos… me ha permitido acercarme más como persona y a responder porque nosotros hacemos estas cosas … la danza folclórica me ha permitido a mi reconocer eso, aplicar lo que he aprendido en una escena, ser bailarín, a mantenerse vivo”1 Por José Alonso Franco L

Integrantes del grupo Pendiente Danz Foto. Grupo Pendiente Danza

A

través de los años la ciudad ha tratado de mantener viva la memoria y el arte folclórico en las prácticas creativas de sus habitantes. Por eso, de manera permanente, artistas y creadores de la danza y del baile realizan procesos formativos que recogen, proyectan, difunden y recuperan las tradiciones y costumbres de la historia de los barrios de Medellín. La lucha permanente que realizan grupos, gestores, creadores, artistas, bailarines y organizaciones artísticas de Medellín merecen una mención aparte. Su entrega por conservar viva la memoria y el patrimonio de la ciudad es titánica; el olvido hace parte de quien quiere

guardar el arte folclórico en el baúl de los recuerdos para darle paso a lo moderno; el de la simbología de un pasado como parte de la historia de quienes no desean recordarla o simplemente dejarla a un lado. La permanencia o no de los bailes populares o la danza folclórica en la vida y las prácticas creativas de las comunidades está en comprender que ellos hacen parte de la memoria y son la sangre que mantiene viva la cultura de sus pueblos, porque son elementos constructores y transformadores de los barrios de Medellín. Por eso, su importancia 1 Javier Alonso Álvarez A. Entrevista realizada por Alonso Franco L. 4 de junio de 2020.

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radica en verlos como acciones colectivas que recrean y construyen imaginarios que han sido referentes sociales y culturales de una sociedad generadora de espacios para los encuentros populares de recreación y diversión. El grupo de danza Pendiente es uno de esos espacios donde se recrean los escenarios sociales y culturales de Medellín y los pueblos de Antioquia; a través de la danza folclórica y el baile popular le da viva a las prácticas ancestrales que alimentaron las vidas de sus comunidades.

La EPA, escenario de formación y creación Los orígenes del grupo Pendiente Danza están en los salones de la Escuela Popular de Danza (EPA), donde sus integrantes le dan vida a los sueños que los grandes maestros del folclor como Jesús Mejía, el popular Chucho, Oscar Vahos, (que en paz descasen los dos), Carlos Tapias, Antonio Tapias, Alberto Londoño, entre otros le mostraron los caminos de la danza folclórica de Colombia y los escenarios de la cultura diversa de un país que mostraba sus riquezas en sus expresiones y prácticas artísticas. Durante cuatro años de formación en técnica en danza, jóvenes como Javier Alonso Álvarez, Enrique Omar Álvarez, Aidé Pineda, Patricia Restrepo y Francisco Javier Valencia, convirtieron realidad el sueño de proyectar la danza folclórica y sus saberes aprendido en la EPA en la creación y fundación de un grupo folclórico investigativo, creativo y formativo. La idea era conformar un grupo donde se reflejará los conocimientos que por años había acumulado y aprendido su director Javier Alonso Álvarez en diferentes grupos de danza de la ciudad y sus aprendizajes de la EPA. “… cuando nos graduamos en el año 94 conformamos el grupo Pendiente Danza, empezamos como un grupo de estudio; yo recibía las clases de tango, y de ahí les daba las clases; ensayábamos en la casa de Enrique en la Milagrosa, estábamos Aidé Pineda, Patricia Restrepo y Pacho, todos egresados de la EPA, y estudiábamos el tango”. Los deseos del grupo de creadores estaban dando sus frutos: los primeros pasos colectivos

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Presentación del grupo Pendiente Danza Foto. Grupo Pendiente Danza

de hacer de la danza folclórica un escenario de formación e investigación para Medellín. Le fueron dando cuerpo, vida y alma a un grupo que cada año se convertiría en parte de las vidas de sus integrantes. Para Javier Álvarez, director y fundador, los inicios de Pendiente Danza le dio la línea para entender, proyectar y delinear bien los objetivos del grupo. En sus montajes estaba claro que los trabajos debían tener los componentes de investigación, formación, creación y proyección de la danza folclórica de Antioquia y Colombia. Junto a esto estaría el baile popular, presente en los barrios de Medellín. “Estando estudiando en la Universidad Bolivariana la Licenciatura es Estética, nos pidieron en una clase que se llamaba teorías de la cultura, un trabajo desde la danza a ritmo de tango; estaba la música de Piazzolla y de Ángel Vargas, El Choclo, danzarín y Milonga Risa, con esos temas montamos una obra, que duraba 15 minutos. Así fue el principio del grupo Pendiente Danza; con esa obra fuimos a concursar a Bogotá a un Festival de danza, quedamos de segundo en una categoría que se llamaba Danza Experimental. Con la conformación del grupo de danza Pendiente se continuó con el estudio de los bailes populares como el porro, el tango, el pasodoble y la salsa. Posteriormente, montamos una obra


llamaba La Vieja Guardia, sobre los bailes de los años 40; ahí incluidos el porro paseado, el pasodoble de los años 40 sin tanta figura, un bolero sencillo y el tango de salón. Con el ingreso de nueva gente el grupo mira hacia otras danzas, de acuerdo con lo aprendido en la EPA, con el asunto de lo folclórico y, sobre todo, con los estudios que ya habían realizado con danza contemporánea y montajes coreográficos y de música. Con estos recursos que teníamos a la mano y la experiencia de la Universidad, iniciamos un nuevo proceso, el cual montamos obras como la Suite Llanera de la Orquesta Filarmónica de Venezuela… Luego montamos una obra que se llamaba Es frijoles, sobre la violencia en Colombia, ya que le tocó a mis padres en Santuario, el movimiento paramilitar y la guerrilla La principal herramienta pedagógica de los integrantes de Pendiente Danza está en la utilización de montajes investigativos, con un contenido y composición creativos que incluye la danza y la música, acompañado de un proceso formativo y preparación integral desde el cuerpo y el movimiento. Los conocimientos aprendidos por ellos en la EPA, la Universidad Pontificia Bolivariana y talleres formativos dados por expertos nacionales e internacionales, permitieron que el grupo tomara más impulso y se convirtiera en un referente para la ciudad y el país. Su respuesta fue creación de montajes con un componente artístico y social que mostrará la realidad de Colombia, expresado a través de la danza.

Elenco del grupo Pendiente Danza Foto. Grupo Pendiente Danza

“Nosotros hicimos unos estudios en arte y folclor en Universidad de Botín… La tesis fue sobre la danza popular urbana, porque eso era lo que nos recogía; ahí hablábamos de esas obras como Cristales2, Concierto de Bandoneón, que fue un montaje con la música de Piazzola, a ritmo de tango con danza contemporánea… Todo lo juntamos, no para hacer coreografías sueltas, sino hacer un montaje con danza que se realiza en un contexto. Pero esos montajes varían de acuerdo con la intención que queremos hacer”.

Pendiente, espacio de investigación y creación Con la acumulación de experiencias en la formación y aprendizaje de los integrantes y la proyección que el grupo tenía en Medellín, los impulsos dados por su director Javier Álvarez, le van dando cuerpo a sus trabajos creativos, a los procesos de montajes y a las acciones investigativa. Pendiente Danza se convierte en un laboratorio de creación que proyecta la danza folclórica a escenarios de Medellín y del país con montajes escénicos que incluye el baile y la música. En los montajes del grupo está la idea de hacer de la danza una manera de vivir la realidad del país a través de un contexto social y cultural. Así participan de diferentes convocatorias del municipio de Medellín a través de montajes folclóricos que les dan un estilo propio a sus propuestas creativas. “Cuando empezaron las Becas de Creación [… Secretaría de Cultura Ciudadana] en Medellín, nos presentamos con una propuesta llamada Colombia Hechizo, Mágico y Festivo, que es un recorrido por Colombia a través de las danzas. En la región del Caribe teníamos las danzas de la alegría costeña, escogimos danzas para la cumbia, la pava (tambora) y el fandango como un aire de fiesta; del Llano estaba el joropo, el araguato y la vaca; del embrujo del Pacífico el currulao, el bunde y los cantos de boga; y en la zona andina estaban los de mi tierra paisa danzas bambuco, pasillo, el porro paisa y la coreografía 2 Cristales es un montaje creativo realizado por el grupo Pendiente en sus inicios: “Cristales, con la experiencia de los bailes populares, es una obra narrativa, que sucede en un salón de baile y narra la vida de las mujeres en su intimidad, el paso de niña a mujer; cómo el hombre seduce a una mujer; en esa obra tomábamos la música de los bailes populares como el pasodoble, el Foxtrot, el bolero, entre otros; la preparación la realizábamos con danza contemporánea y baile popular”. Javier Alonso Álvarez. Director del Grupo Pendiente Danza. Entrevista realizada por Alonso Franco L. 10 de junio de 2020.

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de machete. Luego le ingresamos la redova y otras danzas; lo que argumentábamos es que las danzas folclóricas deben estar en un contexto para que no pierdan el sentido, porque muchos grupos trabajan con el sistema de repertorio, es decir, juntan tres danzas de la misma región, le hacen una coreografía, pero no hay una conexión entre una y otra. Por eso se pierde el sentido que tiene la danza folclórica y, como dice el maestro Alberto Londoño, “cada danza cuenta su propia historia”. La idea nuestra es que esas danzas no queden aislada sino que tengan un contexto, le agregamos imágenes y no estilizamos, porque cada danza tiene su estilo corporal, su coreografía, el vestuario y la música porque la enriquece y no la saca del contexto”. En su proceso creativo, el grupo Pendiente Danza cada vez más avanza en las acciones colectivas de proyectar la danza folclórica a otros escenarios de la ciudad, el departamento y el país, con un estilo propio de contar historias a través del movimiento, el cuerpo y la música; sus trabajos artísticos son un viaje por las regiones de Colombia que muestra la riqueza cultural y la diversidad dancística de las regiones donde sus prácticas ancestrales aún sobreviven. A través de su historia creativa, formativa, proyectiva e investigativa, el grupo de Pendiente Danza ha recreado las culturas de las regiones de Colombia con montajes coreográficos, musicales y teatrales. En sus 26 años de vida artística y con la dirección de Javier Álvarez y sus 22 integrantes, cuenta con un repertorio y variado que dibuja el país a través del baile. Dentro de sus montajes se puede señalar: Cristales, Suite Llanera, Concierto para bandoneón, Es Frijoles, Colombia hechizo mágico y festivo, Zenaida3, Fusiones y Encuentros, Pacíficamente, Llanerísimo, entre otras

Casa Danza, el sueño está en una pendiente Aún le faltaba avanzar más y aportarle a la danza de Medellín. Fue así como en cabeza de Javier Álvarez y con la ayuda de Aidé Pineda, se dan a la tarea de crear un espacio de encuentro, formación, proyección e investigación para la danza folclórica, y desde allí parte la idea titánica 3 Beca de Creación en danza Folclórica del municipio de Medellín en la convocatoria 2009

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y quijotesca de fundar Casa Danza. Sus recorridos en diferentes lugares de Medellín, con ensayos en sedes prestadas o en instituciones educativas, y cansados de que limitaran el tiempo, el espacio y la creación, comenzaron a darle vida a su sueño: tener una sede propia para que desde allí hacer proyección de la danza folclórica y ser un referente artístico para la ciudad. “Casa Danza es un proyecto personal, porque toda la vida había querido tener una casa, tenía el proyecto y mis ahorros… Primero ensayábamos en el Velódromo donde Guayaquil, que lo dirigió Carlos Arredondo y. luego, Enrique. Ellos tenían una sede allí, en un comodato en el Velódromo, de allí nos fuimos al Colegio La Miranda, donde yo trabajaba... Teníamos una limitante en el colegio de horario, solo podíamos ensayar hasta las 9 p.m. porque tenía nocturna y los sábados nos daban un espacio, pero si uno tenía que hacer otros proyectos no se podía... Con los ahorros, un préstamo mío y de Aidé, compramos la casa. Desde el principio teníamos claro que era una casa para hacer nuestras actividades artísticas; que iba hacer la sede del grupo Pendiente Danza y otras actividades… Es un espacio de creación de danza y de proyección artística”. El escenario de encuentro, formación y creación soñado por los integrantes de Pendiente Danza se construye desde las propuestas y montajes artísticos que le dan cuerpo a un espacio referente para los danzarines de Medellín. Desde Casa Danza, ubicada en el barrio Villa Hermosa de la Comuna 8, generan propuestas colectivas que le aportan al crecimiento y la proyección de la danza folclórica. Allí desarrollan eventos como Zapatiado Latinoamérica, que busca recoger e investigar sobre los bailes y danzas, que en sus movimientos están en el zapateo y proyectar este estilo a otros escenarios de la ciudad. “Zapatiado Latinoamericano es un encuentro con esas danzas cuya característica principal es que tiene zapateo. Hemos encontrado en tres versiones anteriores ese zapateo de dónde proviene, el zapateo peruano, el colombiano, cómo son las músicas, cómo se desarrolla en otros países y en Colombia. Es una posibilidad de investigación y lo empezamos como un asunto de proyección, pero en la medida que vamos realizando el evento nos damos cuenta de que tiene orígenes, música, manifestaciones


Presentación de Javier Alonso y Aidé Pineda, grupo Pendiente Danza Foto. Grupo Pendiente Danza

en determinadas regiones; en la técnica como se diferencia de un zapateo colombiano a uno mexicano, son asuntos que se debe diferenciar… la realización de tres años nos ha llevado a que el evento requiere de una línea de investigación, académica, ya que están los maestros, los grupos, para mirar hasta donde llegamos… Acá no solo tenemos el currulao y el joropo. Existe un torbellino zapatiado, también hay un bambuco zapatiado... Hemos encontrado que en Panamá, a partir de un investigador, que hay zapatiado, y en Nicaragua… el evento lo estamos llevando a los espacios de las escuelas, para que los jóvenes conozcan del folclor, que es a nivel latinoamericano, con un espectáculo de buena calidad, profesional, para que ellos entiendan que hace parte del entorno de sus vidas”. Los sueños de los integrantes de Pendiente Danza están en ser referente para el país y desde su taller creativo aportarle a la proyección del arte popular con un contenido social; ayudar a mejorar las condiciones de los artistas y danzarines; fortalecer los escenarios de creación, investigación y recuperación de lo folclórico; y con

Casa Danza, generar un movimiento dancístico donde estén presentes los niños, jóvenes, adultos y adultos mayores a ritmos de un torbellino, un chotis, un bambuco, una porro, un fandango, un currulao o un zapatieado. En palabras de Álvarez (2020), sobre la importancia de la danza en el contexto social y personal, sostiene: “… la danza es el movimiento del cuerpo humano en el espacio, con un sentido, con una significación, lo del ritmo lo tiene ahí, porque es inherente a danza, dentro de ese espectro de la danza está la folclórica que es aquella que es popular porque surge en el contexto de unas comunidades, con unas características culturales específicas, pero ligado a lo rural, a lo urbano”

Referencias bibliográficas • Javier Alonso Álvarez Arboleda. Entrevista realizada por Alonso Franco L. director de la revista Porro y Folclor. 4 de junio de 2020. • Texto sobre la historia del grupo Pendiente danza. Javier Álvarez A. S.d.

José Alonso Franco Londoño. Docente, investigador y director de la revista Porro y Folclor

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El Porro-Guaracha Antillano Por Arnold Tejeda Valencia

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uando el porro del Caribe colombiano fue interpretado por agrupaciones cubanas y puertorriqueñas fue matizado, rítmicamente, con la guaracha. Así la clave cubana fue decisiva para que esos palitos, por simple multiplicación rítmica, le dieran a la melodía las resonancias requeridas para la riqueza de las piezas sonoramente invitantes al baile. El porro, por sí solo, no concitaba a esa manifestación alegre de los isleños señalados. Había que meterle, entonces, el tumbao guarachero para sentirlo como expresión de su idiosincrasia. Eso hizo Severino Ramos, arreglista de La Sonora Matancera, con los porros interpretados por Nelson Pinedo. También, el panameño Avelino Muñoz cuando orquestó y dirigió a Bobby Capó en el porro “La múcura”. Y Billo Frómeta no se quedó atrás en sus notables arreglos de muchos porros colombianos al ser un fiel seguidor de las guarachas de la Orquesta Casino de la Playa. Hasta ahí todo estuvo normal. La interpretación de

ttps://itunes.apple.com/mx/artist/rufo-garrido/46905534?l=en

nuestro porro de esa manera fue notablemente aceptada en Colombia. Pero el artista siempre tiene una carta en sus mangas para demostrar su ingenio. Estuvimos acostumbrados al porro guaracha de afuera. Pero el sabrosón Rufo Garrido, porrero a morir, arregló en la fusión caribeña descrita el porro “No fumo”, del compositor cartagenero Dionisio Páez. El curtido saxofonista le puso su nota guarachosa para que Tony Zúñiga lo entonara con su natural pimienta. Y que el solo de trompeta de Manuel García fuera inmediatamente seguido por el piano de Lalo Orozco, al mejor estilo de las guarachas cubanas. Infortunadamente, esa jacarandosa pieza no tuvo la popularidad que ella ha merecido. Para eso estamos, para pellizcarnos cuando la misión de melómanos y coleccionista nos llama a cumplir el papel de difusores de cultura. Buen provecho les deseo con “El Sapito”, que así le decían a Rufo Garrido cuando brincaba de lo lindo ejecutando su saxo tenor.

Arnold Tejeda Valencia. Investigador, integrante de la Asociación de Melómanos y coleccionista de la Sonora Matancera

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EPM, 65 años de un engranaje al servicio de la gente Por Grupo EPM

Foto. Archivo EPM

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ambiar la vida de una comunidad no suele ser asunto de una sola persona. Depende del esfuerzo colectivo y de la suma de voluntades que, cuando trascienden, pueden extenderse y transformar la calidad de

vida muchas personas en entornos que antes parecían distantes. Prueba de ello es la historia de EPM, que el próximo 6 de agosto cumplirá 65 años.

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Durante ese tiempo, la empresa no solo ha llevado servicios vitales a millones de personas, sino que ha tejido redes de cooperación para construir un engranaje capaz de funcionar al servicio de más de siete millones de personas. “EPM nos instaló los servicios y eso nos ayudó a legalizar nuestras viviendas. Nosotros hicimos nuestras propias redes de acueducto y alcantarillado porque EPM nos contrató”, dice Wberney Zabala Miranda. Este dirigente comunal, que vive hace 22 años en el sector conocido como Medellín sin tugurios, en la comuna 9 de Medellín y recuerda cómo fue la formalización de los servicios en su barrio. “Aquí mucha gente pensó en un principio que EPM nos iba a cobrar mucha plata, pero después cayeron en cuenta que nos sale mucho más barato tener los servicios legalizados que estar con instalaciones de contrabando. Además de tirar las tuberías, nos hicieron andenes, escaleras, pasamanos, muros de contención. Nosotros le tenemos un gran aprecio a la empresa, porque nos mejoró no sólo los servicios, sino la calidad de vida. Mejor dicho, construimos tejido social a través de esas redes”, dice Wberney.

porque las que había se dañaron y teníamos el servicio suspendido. A finales de 2018 nos instalaron las redes nuevas y desde entonces el servicio ha sido fenomenal”, asegura José Wiston Ibargüen, presidente de la Junta de Acción Comunal del barrio Piñal de Medrano y vicepresidente de la Asociación de Juntas de la comuna 5 de Quibdó. Y aunque en esta zona de la capital chocoana el servicio aún no se presta las 24 horas, sí se garantiza suministro de agua potable todos los días, en lapsos variables, algo que era impensable hace apenas unos años. “A mí me tocaba constantemente estar buscando a funcionarios públicos para que nos mandarán un carro de agua al barrio cuando pasaban dos o tres días sin llover. Eso ahora ya no se ve”, sostiene Ibargüen. Algo similar se vive en el barrio Casa Blanca, también en Quibdó. “En esta zona sufríamos mucho por el agua, por aquí había una tubería enterrada, pero no funcionaba bien. En el 2008 tuvieron que venir de Medellín algunos carrotanques con agua para ayudar a la gente, porque había un verano muy largo y la gente estaba sufriendo mucho porque no había lluvia de donde abastecerse”, recuerda Luis José Mosquera.

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Historias como la que reconstruye ese líder comunitario hacen parte de una trayectoria que comenzó en 1955, cuando se fusionaron cuatro entidades que hasta ese momento funcionaban de manera independiente y que tenían a su cargo los servicios de energía, acueducto, alcantarillado y teléfono en Medellín. Pero esa empresa naciente no se quedó solo en la ciudad donde surgió. De manera gradual se extendió por el Valle de Aburrá y a otras regiones de Antioquia. En la actualidad lleva sus servicios a otros departamentos. Por ejemplo, en 2008 EPM asumió el reto de mejorar el acceso a los servicios públicos de acueducto, alcantarillado y aseo para los habitantes de Quibdó, por intermedio de su filial Aguas Nacionales. Diez años después, la capital de Chocó tiene un 36,11% de cobertura en el suministro de agua potable, un 20,02% en el servicio de alcantarillado y un cubrimiento del 97% en el servicio de recolección de residuos sólidos.

En su barrio de la comuna 1 de la capital chocoana, Luis José es reconocido por su trabajo comunitario desde hace unos 20 años y es uno de los interlocutores con Aguas del Atrato. “La relación mía con la empresa ha sido muy buena, muchos de los que están ahí nos dan confianza e información de primera mano”, dice el líder. Al celebrar sus 60 años, en 2015, EPM publicó un libro conmemorativo que reconstruye en seis relatos la historia de la empresa. En uno de ellos, el escritor Esteban Carlos Mejía presenta un perfil de Lucio Chiquito Caicedo, uno de los fundadores. En el cierre del texto, Chiquito dice: “Los ingenieros sabemos que el cuerpo humano es un conjunto de sistemas (…) A veces algunos fallan o se deterioran. Mientras tanto, ahí vamos”. Quizá esa referencia con el cuerpo humano sea útil para entender que EPM también es un conjunto de sistemas, que ya son 65 años, pero que ahí va porque ese engranaje funciona al servicio de la gente.

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