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Vendedor de versos
Por Candelario Reyes Escritor, dramaturgo y gestor cultural
Director del Centro Cultural Hibueras, Embajador de Honduras en Panamá
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Recibí la invitación de Plan Internacional Honduras para acompañar durante dos días una jornada de promoción de lectura de al menos tres de las treinta y seis bibliotecas escolares y públicas del modelo Blue Lupin, que han emergido por la magia del trabajo intenso y la pasión por los libros, en los territorios de Lempira. De inicio hubo una inducción sobre la jornada que debemos emprender y a la vez, hicimos la rúbrica en el documento de la Política y Protección de Salvaguarda de Plan Internacional Honduras. Luego partimos hacia la ruta en busca de las bibliotecas. Tras breve viaje, nos vimos involucrados en una amena charla, en la comunidad de Las Flores, con los maestros y una madre de familia del municipio de ese día diecinueve de mayo a las dos de la tarde. Antes, hace un año, estuve en una gira y vi en obras lo que hoy es un ensueño donde duermen los libros a la espera de la mano generosas que por las mañanas y las tardes concurren a avivar las �lamas de las palabras que celosamente guardan los libros.
Linda, maravillosa biblioteca diseñada por los mismos niños de la comunidad. Nos recibe de inicio el frontón de un bello mural hecho por el artista Itzul Galeano del equipo de Plan Honduras e hijo del mítico, Mito Galeano, portento de las artes oriundo de Gracias y duende clave del señorío de las artes desde sus ancestros hasta las actuales generaciones. Pintador de pichinguitos con los niños de los programas de Plan en Honduras en las escuelas rurales del departamento de Lempira. Al ingreso, uno cree encontrarse al ingreso la frase “Gnosce Te Ipsum” y siente quien abrirse un “Sésamo de tesoros en el que la sabiduría helénica y la magia de las Mil y Una Noche” Que dentro estará Borges mostrándonos multiplicidad de jardines con caminos que se bifurcan. Y es así, estantes creativos de libros bajo una arquitectura acogedora. El ambiente propicio para leer, creer, descreer y crear. Punto y aparte, café con pan, en la bella biblioteca de Lepaera, Lempira, hora y media después. Es famosa esta arquitectónica imagen. Fuimos recibidos por dos bibliotecarias, amantes de los libros, de los niños, de la declaratoria de Plan Honduras en favor de la protección de las niñas y de los niños, que, además de contar con el respeto de sus derechos, son los dueños de casa, de las casas de los libros, que celosamente multiplican, leyéndolos.
Allí dentro se cuenta con espacios atractivos para diversos tipos de lectores, muebles adecuados a las edades y las inquietudes que atrapa en su telaraña creativa y te vuelve lector, porque hay un caleidoscopio de colores expuesto. Afuera de la biblioteca, enjambres de mariposas celan tu ingreso. Adentro, las palabras son una enredadera de �lores que te ponen ante el mirador del universo que los escritores a juicio de su inteligencia, dejan como patrimonio y heredan a los lectores. El día veinte, desayuno con esencia de Guancasco, ritmo y alegoría Lenca. Una entrevista a Canal Ocho, de la televisión estatal. Tema: “Método de la Basura para hacer Teatro” y por qué se hace poesía, palabras, se cuenta cuentos y se es más humanos gracias al arte. De inmediato, guiados por dos compañeros del equipo de Plan, este servidor y mi hijo Cande David, que igualmente lleva una vida, joven aún, de trabajo en favor de la niñez, nos vamos en la ruta hacia la comunidad de Tejeras del municipio de Lepaera. Esta biblioteca Blue Lupin, es la semilla generadora de lo que en el futuro ha venido a ser las otras treinta y dos bibliotecas. De arquitectura modesta, un aula de la escuela convertida en biblioteca.
Llegamos puntuales, porque los an�itriones manejan a su antojo los cordeles del tiempo, leyendo. Nos esperaban treinta y siete niños y cuatro profesores. No les sombró nuestra llegada. Nos saludaron y dijeron, ¡aquí estamos, vamos a ver, que traen de novedades! Sin mayores discursos nos dimos manos a la obra y pensamientos a la acción, con frases y gestos corteses, les expuse mi mercancía de vendedor de palabras y de sueños. Les pareció bien e iniciamos una transacción. La compra de ese librito insigni�icante llamado Ulúa, pero que, en sus pocas páginas, al abrirlo, se desata el río más distinguido de Honduras, cuna de la los pueblos lencas y mayas y ruta inicial del mestizaje colonial. Tasamos el precio, más bien el valor del libro. Una vez acordado el canje, procedieron los niños a cumplir el convenio, se encaminaron a las bóvedas de sus fortunas. Se fueron al jardín a traer, piedrecitas, frutas, hojitas de monte, �lorecilla, papeles de valores con versos dentro. De regreso, cada quien adquirió un libro. Fuera de toda coincidencia, en las o�icinas de Plan me dijeron, serán veinte personas, diez niños, cinco padres y madres y cinco maestros ¡Pamplinas! Tomé un puñado de libritos al azar, como buen vendedor de palabras y mago ante las sorpresas de camino.
La mercancía fue justa. Treinta y siete libros, treinta y siete niños y niñas, ni una más. La magia de la poesía es real. Libro en mano, acordamos que dentro, había un río, en la portada una barquita. La pregunta hecha a los lectores, fue ¿Qué necesita esa barca para navegar? ¡Un río, gritaron! ¡Viento, agregaron otros! Y se vio al barquito iniciar ya hinchando velas ¿Quién es la barca? Les riposté ¡Nosotros, los lectores! Me dijeron sin dudarlo… ¡Ay! Papá, ¡pensé!, estoy ante lectores expertos y les aplaudí. De inmediato procedimos a navegar en aquellas páginas durante cinco minutos. La idea generadora, fue: “Vamos a poner redes y pescaremos un verso que nos agrade”. Cinco minutos después, las redes estaban a rebosar. Comenzamos a recitar versos, era aquello un tropel de corcheas, semicorcheas, blancas, negras, fusas y semifusas brotadas del mismo piano ejecutado por Mozart, Bach, Vivaldi, Chopin y Debussy. A ese momento nos dimos cuenta, que éramos ricos. Ellos tenían versos en abundancia y yo una mesa repleta de monedas, pétalos, hojitas, piedras, un limón verde y un mango en ciernes, acaso para una sola mordida de una ardilla, o para una fábula pintada por niños muralistas de un país gobernado por pinceles y acuarelas.
Debíamos tomar una decisión ¿Qué hacer con tantas riquezas? Gratos en la inversión humanista, hicimos modestos planes. Tomamos entonces la decisión de fabricar una cripto moneda de la solidaridad, que, por un lado, tuviera el esplendor de los tesoros, y por el otro, la magni�icencia de los valores humanos más caros. Así surgió esta moneda. (Una hoja de papel donde las niñas y niños a cambio de un libro han traído hojas, una �lor, una piedra, una semilla, un pedacito de papel) Fue una tarea a la que se le dedicó tiempo y ternura. Una vez hecha la moneda, tuvimos que decidir a quién dejar al celo, al cuido de esa moneda. Hubo un solo candidato: La familia creadora de la Biblioteca Blue Lupin, los esposos: Jim Martin y Lynda Martin…Esperamos que Plan Internacional Honduras les haga llegar este tesoro. En premio por tan encomiable jornada de lectura, hice entrega al �inal de tres libros, Ixchel, Palmerolo para genios y Palmerolo lee el Quijote, para que circulen por las casas de la comunidad de Tejeras. A cuyo celo estarán los niños y niñas lectoras y los educadores de la escuela. Doce en punto del día veinte de mayo del dos mil veintidós. Y seiacabuche, como dice Salarrué, en el libro Cuentos de Cipotes.
He visto leer a los niños y niñas de mi tierra
Por Marvin Valladares Drago Escritor y cantautor
Director de la Casa de la Cultura de Gracias
Salvador me llama y luego de un escueto protocolo me explica el "plan" a seguir. La cruzada partirá de las o�icinas de "Plan" en Gracias, Lempira, aproximadamente a las 8:30 a. m. La primera parada será en la Biblioteca Blue Lupin del municipio de Las Flores. Trazo de inmediato la analogía: las "�lores" salvajes canadienses "lupin" que le dan un bellísimo sentido y armonía al nombre de las bibliotecas y Las Flores, Lempira, con su propia biblioteca infantil. Imagino pétalos apergaminados en medio de los libros, hojas como separadores y semillas luminiscentes germinando en ojos y neuronas de los niños. También recuerdo que en estas mismas "Flores" (Mongual), fue fundada hace 485 años y por segunda ocasión mi amado terruño Graciano (1537 por orden de Don Francisco de Montejo). Luego pienso en la maniobra que implementaré para acomodar un sinnúmero de actividades en los próximos dos días de expedición "biblioteca". Es simple: aplico de inmediato ese mecanismo caprichoso de pesos y contrapesos que al �inal siempre da
como resultado hacer aquello que en verdad me apasiona: la literatura. Resultado: dejo todo en suspenso y me voy a visitar esas afamadas bibliotecas infantiles, a recorrer esos pueblos encantados, esos caminos de tierra y de palabras, esos libros, y sobre todo a disfrutar de la compañía de los niños y niñas de mi amada tierra lempireña. En punto de las 8:00 a.m. arribo a las citadas o�icinas de Plan. Ahí otra grata sorpresa: me encuentro a mi querido amigo, el Dr. Víctor Manuel Ramos, Director de la Academia Hondureña de la Lengua. Está ahí en compañía de su esposa y resulta que él también es integrante fundamental de esta inusual expedición. Mejor imposible. En el camino hablamos sin parar. Tanto el Dr. Ramos como yo somos conversadores infatigables, y para terminar de "complicar" la situación tenemos algunos puntos en común: somos escritores, somos originarios de esta zona occidental de la patria, él es un experto en literatura infantil, yo he trabajado media vida en bibliotecas y centros de documentación especializados en literatura infantil y juvenil. Así que la guitarra pasa como agua entre las manos, las cuerdas vibran, y nadie quiere prestarla por mucho tiempo. Por �in ingresamos al in�inito universo de los libros (recuerdo a Borges y la "biblioteca de Babel"). De entrada, me sorprenden el maravilloso mural de Itzul Galeano, las paredes altas y sólidas, la edi�icación es robusta y a la vez acogedora. Hay vegetación
en los alrededores y la �lor de Blue Lupin se yergue imponente y hermosa en el centro del jardín, con sus niños alegres como estambres después del primer rocío. El personal es muy atento, hay algunos niños y niñas leyendo, ubicados en cómodos sillones y en mesitas coloridas. De inmediato el Dr. Ramos traba conversación natural con ellos. Yo me intereso por husmear entre aquellos lindos anaqueles. El acervo bibliográ�ico es de buena calidad, considerable, diverso y en su mayoría nuevo (buenas ediciones, pastas duras, buen papel, buenos libros, excelentes semillas). Luego trato de socializar un poco, pero es tarde, una bibliotecaria ha encontrado unos libros de cuentos infantiles escritos por el Dr. Víctor Manuel Ramos y él, sin protocolo alguno se ha puesto a leer de inmediato su obra "El Ratoncito gris" rodeado de niños. Es un deleite en realidad. Compartimos un poco más. Los y las niñas superan la timidez y nos leen algunos de sus tramos preferidos, nos cuentan sus experiencias y sus expectativas como lectores. Nos despedimos, partimos con rumbo a la biblioteca infantil Blue Lupin de Lepaera. Por el retrovisor observo una vez más la edi�icación, siento un poco de nostalgia, pero esta vez ya sin asombro: he visto leer a los niños y niñas de mi tierra y sé que se merecen todos esos libros, todas esas comodidades y hasta esos magní�icos espacios, sin su presencia, carecen de sentido alguno.
Entramos a Lepaera y a su Blue Lupin. Esta biblioteca es realmente impresionante, su diseño arquitectónico es impactante. Igual: altas las paredes, columnas macizas, ángulos equiláteros que cortan de tajo la tarde gris de Lepaera. Esta es más grande, sus espacios interiores son amplios y los ambientes temáticos en interiores han sido cuidadosamente elaborados. Entramos, es un poco tarde y casi no hay niños. Me asomo por una ventana y veo unos quince niños subiendo a un pequeño camión. Llevan mochilas y cuadernos. Hablo con el maestro y los convenzo de bajar y escuchar al Director de la Academia de la Lengua en Honduras. Casi no lo pueden creer. La historia se repite y pasa igual que en las Flores, con la diferencia que en esta biblioteca tienen prácticamente todos los libros del Dr. Ramos. Al día siguiente visitamos la Blue Lupin de Lagunas, La Iguala. Esta biblioteca es bastante modesta si se compara con las anteriores. Es decir, este espacio está dentro de la escuela pública de la comunidad. Es pequeña pero también es bonita y estéticamente bien diseñada. Lo más importante, tiene excelentes libros. Aquí nos tienen preparada la sorpresa de la jornada: todo un programa artístico: cuenta cuentos, mimos, teatreros, títeres, pintores, lectores, cineastas, niños escritores, etc. Regresamos con una sonrisa de complicidad esbozada en los labios. Hay tanto talento escondido en medio de estos cerros. En el camino le comento a Itzul una ocurrencia
de niños ventrílocuos en tiempos de pandemia: "Todos usan mascarilla, incluso el muñeco del ventrílocuo y obviamente él niño. Resulta que nadie percibe si este en realidad habla con el vientre o si mueve los labios, tampoco se sabe nada del muñeco, ni de los espectadores, no se sabe si las ocurrencias del artista les causa risa, pero el espectáculo causa tanto furor que al �inal el ventrílocuo pandémico se gana todos los aplausos".