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Mi sexualidad en su laberinto, por Yesenia Pajuelo Cacerez

Mi sexualidad en su laberinto

texto y dibujo: Yesenia Pajuelo Cacerez1

El camino que recorrí para descubrir quién soy y para lograr aceptarme estuvo lleno de obstáculos, en su mayoría, impuestos por mí. Cuando tenía trece años vivía en mi propia burbuja, con pocas cosas que me interesaban, sin embargo, no lograba encontrarme a mí misma en su totalidad, y sentía como si faltaran piezas en un rompecabezas.

En ese tiempo no cuestionaba nada sobre mi orientación sexual, estaba saliendo con un chico que me gustaba y era feliz, hasta que conocí a una amiga llamada Fátima en la academia en la que me preparaba para postular a la universidad. Fátima sabía mucho acerca de la sexualidad, pero nunca me había cuestionado nada sobre preferencias o diferentes gustos sexuales. Cuando Fátima me habló acerca de las orientaciones sexuales, fue como si yo hubiese estado cegada toda mi vida, prácticamente abrí los ojos y tenía otra percepción del mundo y de las personas. A partir de ese día, comencé a despertar siempre con ideas caóticas en mi cabeza: ¿Fue mi amiga quien influyó en mí? En efecto, las cosas que me dijo y que me contó, hicieron que, a largo plazo, cayera en cuenta que una parte de mí siempre supo que era diferente. ¿Me estoy abriendo a un mundo que antes no conocía y que le temía? Creo que dentro de todo esto, lo que más temía era que este nuevo mundo me gustara, eso me daba más miedo. Afrontar que era diferente resultó ser un viaje largo y lleno de complejos. A veces, mis actitudes despertaban miedo en otras personas que solo querían ser amigables; ahora lo entiendo, yo era una tormenta con oportunidad de tener una calma absoluta, solo que ante mis ojos todos querían presionarme y ridiculizarme, pero no me daba cuenta que la que se presionaba y ridiculizaba todo el tiempo era yo misma. En mi época de colegio, me sentí atrapada con tantas preguntas y con dudas que hacían que mi vida fuera inestable, no contaba con el apoyo que me hubiese gustado tener, porque buscaba respuestas y no las encontraba; en esos días yo misma fui mi soporte y guía.

Convencerme a mí misma de lo que estaba pasando era extraño, porque no conocía a nadie que fuese de mi entera confianza y me pudiese entender o escuchar, sin embargo, me gustaba meditar sola y explorar mis ideas más profundas. Hubo días en los que me daba cuenta que, mientras más cerca estaba de lograr aceptarme, más difícil se me hacía procesarlo. Tenía miedo de sentir atracción por una mujer y no lo podía admitir con seguridad, no obstante, estaba con la motivación de enfrentarme a lo que sea para poder estar tranquila y a salvo. La pintura fue el consuelo más maravilloso que pude tener. Pintaba seguido y plasmaba los diferentes sentimientos que brotaban de mí. Sin duda, el esfuerzo por seguir adelante y la valentía para enfrentar las diversas situaciones hicieron que aprendiera a tener amor propio.

Poco a poco empecé a sentir menos temor, porque sabía que yo no estaba mal, sabía y entendía que había muchas maneras de ser: sin miedo y sin vergüenza; no me dolía sentir atracción por una mujer, me dolía no aceptar esa atracción y no atreverme a ser sincera conmigo misma, aunque esa sensación fue desapareciendo con el pasar de los meses. Me miraba al espejo y ya aceptaba mi gusto por las mujeres, era una realidad; debía aceptar y creer que existen muchas maneras de amar y que la diversidad no es peligrosa, todo lo contrario, la diversidad es tranquilidad.

Finalmente, a pesar de las carencias emocionales, seguí adelante y, poco a poco, reforcé la idea de que ser bisexual está bien y que no tengo por qué sentir miedo o angustia de lo que los demás piensen al respecto. Mi corazón estuvo en un eterno naufragio y mi mente evitó darse cuenta de lo perdida que estaba. El abrirse a un nuevo mundo es aterrador, pero debemos luchar por lo que somos y por lo que creemos, no basta con tender la mano los unos a los otros, sino que apoyarnos en nuestra fuerza adquiere un mayor significado.

Imaginaba que mi vida era un laberinto y yo estaba desesperada mientras trataba de encontrar alguna salida, cuando el verdadero camino era recorrerlo en confianza y con la fe de que podemos lograr aceptarnos a nuestro tiempo, porque al final del camino quienes somos y lo que representamos es nuestro mayor poder. / /

1 Yesenia Pajuelo Cacerez es estudiante de Literatura en la Universidad Nacional Federico Villarreal. Nació en Lima, tiene 21 años de edad y es la menor de cuatro hermanos. Amante de la pintura y de la poesía, tiene como meta ilustrar libros. Creadora de la página de Instagram @novat.arte, en donde se encuentran sus escritos.

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