5 minute read
Envenenando los recuerdos, por Gloria Elizabeth Salazar Ruiz
Envenenando los recuerdos1
texto y foto: Gloria Elizabeth Salazar Ruiz2
Permanece inerte. Sentado sobre ese frío suelo, frente a paredes marcadas con su dolor, tragando su miedo y con los ojos cansados de tanto llanto. Teme por un mañana.
Podría recordarle todo sin problema, pero lo lastimaría y no quiero. Sin embargo, él ha decidido darse el lujo de hacerlo envenenando los recuerdos.
Dejé todo en manos del destino y jugué todas mis cartas, estoy harto. Quiero dejar todo en papel y permitirme tomar un descanso. De mi vida. De su vida. De mi vida en su vida. Y de esta vida que ya no es vida. Cada día inicia con el recuerdo de aquello que nunca fue y nunca será. Este dolor me está consumiendo sin piedad y me deja un extraño vacío en el pecho. Es la peor sensación que puede sentir un ser humano y no se la deseo a nadie.
Su vida siempre fue inapetente para cualquiera (es un ser ajeno a las miradas), pero si contara cómo esto le hizo tocar fondo, tal vez sería una historia agridulce capaz de deleitar a más de un paladar.
Seguro la gente comentará sobre lo que me pasó y para ser honesto no me interesa lo que piensen. Lo que verdaderamente me importa es tener la tranquilidad de dormir sin despertar de manera abrupta lamentando mi desdicha. Un sinfín de veces atenté contra mis sueños, mientras vagamente creía que estaba probando de toda la gama de sabores que la vida me ofrecía (con sus variaciones y sus mezclas extrañas). Puse todo en juego sin darme cuenta que en cualquier momento podía perder más de lo que tenía. Mi dignidad, mi amor propio e incluso mi libertad.
Algo le tenía que pasar para que reaccionara. Muchos le advertimos en su momento, pero para escuchar consejos él es el mejor ignorándolos. Su vida dio un giro inesperado por las malas decisiones que tomó, aunque a su tiempo todo vuelve a tomar forma (le repito eso todos los días con la intención de que se vuelva una realidad), se lamenta a diario por su actuar y sufre por todo lo que ha pasado. Ojalá pronto la suerte gire a su favor.
Quiero una oportunidad para ser la mejor versión de lo fui algún día y dar lo mejor de mí en cada acción, por más pequeña que esta sea.
Estoy trabajando en conseguir esa paz que tanto anhelo, pero no puedo sonreír siempre, hay días en los que tengo que pagar por aquellas culpas que nunca me perdonaré.
1 Escrito realizado dentro del proyecto de acompañamiento de escritura. Acompañamiento realizado por Arturo Dávila Zelada. 2 Gloria Elizabeth Salazar Ruiz (1996) nació en la ciudad blanca de Arequipa, Perú. Es licenciada en Trabajo Social. Encontró en su profesión la oportunidad de ser un agente de cambio, potencializar las habilidades y empoderar a las personas para que el cambio lo logre cada uno por sí mismo. Tiene la convicción de que con sus actos puede colaborar en la construcción de una sociedad más justa en la que prevalezca la igualdad para todos. Apasionada por el deporte rey, en el año 2017 recibió un reconocimiento a nombre de IDUNSA - Universidad Nacional de San Agustín (su casa de estudios), como la mejor deportista en esta disciplina. Gran amante del arte literario-escritura creativa disfruta escribiendo frases y poesía las cuales publica en sus páginas de Instagram y Facebook que tienen por nombre «Eunoia (xolumaxniva)». Actualmente Gloria es miembro de la RED LGTB Arequipa, así como de la Comisión de Mejoramiento Continuo, Autoevaluación y Acreditación de la E.P.T.S., es integrante de la Comisión Pedagógica de la E.P.T.S. y asociada en la ONG Internacional HOOP PERÚ en la que también es voluntaria, además es aprendiz en LARA (Escuela de Lengua de Señas), donde adicionalmente cumple un rol de voluntaria, así como en la Asociación Por La Vida – ASPOV.
Cuando la gente me mira, realmente no lo hace, a no ser que se fijen bien en este «bendito rostro» con el que nací. No soy un tipo agraciado, pero vaya que soy afortunado. Una cara como la mía cautiva, no sé exactamente qué les atrae de mí, pero de que tengo algo que hipnotiza, lo tengo. Ser el mestizo color piel nacional que refleja toda la cultura de un pueblo me ha permitido acercarme a mujeres realmente bellas.
Mi cuerpo tampoco es una escultura hecha por un magnífico Dios, sobrevivo con este endeble cadáver. De suerte soy alto y puedo tocar las estrellas casi con las manos, las mismas que me han acompañado en cada tropiezo.
Quisiera entender, ¿por qué somos tan superficiales?, ¿será tal vez por el prototipo perfecto de hombre/mujer que nos han vendido de la manera más vil? Buscamos la imperfección en todo lo que nos rodea, claramente en lo imperfecto está la verdadera belleza.
Soy hijo único y no sé si eso es una dicha o una desventura. Me hubiera gustado tener alguien con quien compartir lo que mis padres me dieron desde pequeño. Tener el estómago vacío era algo habitual en mí. Nadie me lo contó, viví la pobreza en carne propia.
Más de una vez me sentí vacío. La ausencia de «ese algo» en mi vida estuvo siempre presente hasta que ME ENAMORÉ, tan jubilosa o fúnebre como pueda sonar esta «insignificante» expresión. Quién podría imaginar, que un pequeño núcleo palpitante sería capaz de manejar a su antojo; mente, cuerpo y alma. Me tomó por sorpresa, me enseñó que existen los sentimientos puros y sinceros, me movió en diferentes direcciones sin saber cuál sería el destino final. Esta es la razón perfecta que nos conecta y pone a prueba la distancia, el tiempo e incluso la misma muerte. No importa dónde esté en este momento, aún respiro su alegría. Después de todo lo que he hecho, luchar por ella fue lo único que me hizo un verdadero hombre. Y aunque no todos nacimos para amar y ser amados, de nada me arrepiento.
Nada lo libró de una situación así. Mucho menos le advirtieron que el aferrarse a un sentimiento tan fuerte lo haría agonizar lentamente, pero lo que sí le dieron fue el infortunio de no morir. Cuenta con la suficiente vida como para sentir que muere sin hacerlo.
¿Cuál es el objeto de vivir si no existe razón? Es difícil fingir que pronto llegará una recompensa por las cosas buenas que hizo, de ser así lo único que deseo es que encuentre una oportunidad para empezar de cero. Se merece un final feliz. / /