6 minute read

21 años de Bir

21 años de Bir

Dos décadas después de su primera visita a Bir/Billing en el Himalaya indio, el fotógrafo Jerome Maupoint regresa...

Sobre la carretera que lleva al pueblo de Bir, un arco de cinco metros anuncia que vas a entrar a “La mundialmente conocida zona de vuelo”.

Veinte años después de mi primera visita, fui nuevamente el año pasado a redescubrir este lugar que aparece en tantas páginas de la historia del vuelo libre. Inmediatamente vi los cambios. En 1998, Bir era una colonia tibetana reciente, escondida del tumulto de la vida india. Una vez que terminaba el monsón, a principios de octubre, algunos pilotos viajeros empezaban a llegar. Generalmente eran occidentales, un poco hippie y llegaban a este pequeño paraíso del vuelo libre antes de que se asomara el invierno.

Se hospedaban en casas de familia, comían dhal y arroz, y cada mañana subían en auto por la larga carretera hasta Billing y se detenían muchas veces para quitar rocas caídas del camino. Billing, varias praderas inclinadas sobre la línea de árboles, era el despegue. Había un local para beber té en el que se paraban los pilotos para compartir con Chachu (“Tío”) y ver cómo evolucionaba la mañana.

Descansaban sobre el domo de hierba, que desde entonces ha sido aplanado y remodelado, antes de despegar. A las 5pm, de regreso en Bir, sobrevolaban el monasterio de Choukling con sus grandes estupas, bajo la mirada de monjes.

Temporada tras temporada, Bir creció lentamente y desarrolló una reputación internacional para el vuelo vivac y de distancia. Desde 2010, y especialmente desde la Copa del Mundo de Parapente en 2015, empezó el verdadero auge de Bir. Surgieron los primeros hoteles, aumentaron las posadas y florecieron los comercios.

Hoy en día hay máquinas expendedoras y agencias de senderismo. Turistas y locales deambulan por las calles hipnotizados detrás de sus celulares. Los monjes andan en moto. Las terrazas se transforman en bares con WiFi en temporada. Los pilotos suben sus vuelos a XContest mientras ven las noticias de Europa.

La transformación del pueblito de Bir es un reflejo del cambio del país y de la sociedad india.

Preparándose para volar con equipo de vuelo de última generación

Foto: Jerome Maupoint

Preparativos de vuelo

Volar en Bir es algo serio. Se vuela sobre laderas empinadas, rocosas y boscosas a 1.500m y más. Se pasa bruscamente de aerología tranquila a vuelo de alta montaña.

La ruta clásica de 90-100km entre Bir o Mandi y Dhramsala y de vuelta no debe tomarse a la ligera. Se vuela por terreno montañoso serio con pocos senderos. Las montañas Dhauladar es una cordillera imponente de 4500m que se alzan abruptamente desde la llanura indias. El rescate como lo conocemos en occidente no existe. Si llega, viene a pie y lentamente.

Un helicóptero militar es el último recurso y solo se usa para búsqueda, no para extracción. El año pasado, un piloto español pasó cuatro días y cuatro noches a 4000m después de un incidente. Pasaron dos días hasta que fue localizado y dos días más hasta que un grupo de rescate exhausto llegara hasta su paradero. Los preparativos para volar aquí requieren también ser autónomo a pie en la montaña.

Incluso si hay 200 pilotos en el despegue, apenas sales al aire te quedas prácticamente solo. Ve con un amigo, lleva radio y un localizador satelital y vuela dentro de tus márgenes. Volar con un grupo pequeño en este lugar es algo sensato. Arriesgarse puede salir caro. Incluso si bajas tus expectativas usuales varios puntos, de igual forma harás vuelos increíbles.

TOCA LA BOCINA Para llegar al despegue, se sigue subiendo apretujado en un taxi por una carretera en zig zag durante 30 minutos

Foto: Jerome Maupoint

La subida al despegue

En octubre, después del monsón, hay condiciones primaverales en Bir/Billing. Es el periodo más concurrido en el que los europeos, rusos, estadounidenses y australianos llegan en masa para experimentar la aventura de volar en el Himalaya indio.

Cada día, el ajetreo empieza a las 8am. Un puñado de taxis, un concierto de bocinas, una nube de polvo. Es mejor estar de primero en la fila porque serpentea montaña arriba.

Apretado dentro de un Suzuki pequeño, empiezas a respirar después de 35 minutos cuando llegas a los primeros claros. Las bocinas siguen hasta arriba, molestas pero amigables. A un toque largo le siguen dos toques de otro taxi.

¡Y lo impresionante es que cuando llegas al despegue ya tienes 200 pilotos por delante! Y son apenas las 9:15am. Aparte de en competencia, nunca había visto un despegue tan congestionado. Ahora lo estratégico es de dónde despegar, porque todos buscan el lugar perfecto.

A medida que se calientan las laderas, se instala un flujo anabático suave, generalmente del este, lo que ayuda a descongestionar el lugar. Gracias a una deidad benefactora, se ven muchos milagros: ¡el espectáculo está garantizado!

En la tarde, es normal contar más de cien alas sobre Bir, y al menos la misma cantidad dispersos por la cordillera hacia Dharamsala. A unos 1000m debajo del despegue, un poco alejado del pueblo, el aterrizaje se inclina suavemente. Es apenas un poco más pronunciado que el planeo de la mayoría de las alas modernas... Los pilotos frecuentemente aterrizan sentados y levantan una nube de polvo. ¡Los turistas indios vienen en masa a disfrutar del espectáculo!

Foto: Jerome Maupoint

El negocio de los biplazas

Durante los últimos diez años, el turismo en India se ha disparado: un auge para Bir y maná para unas 15 operadoras de biplaza. Los chicos que plegaban las alas por unas rupias en 1998, ahora vuelan turistas y se ganan la vida.

En el siguiente valle, cerca de Manali, el panorama de los biplazas es increíble. Al norte de Manali, desde las laderas cubiertas de hierba del valle Solang en un resort de montaña, el equivalente a Interlaken en Suiza, unos 200 biplaceros “aprendices” compiten por los turistas con vuelos de 60m o 200m que duran segundos Usan alas que están a final de su vida útil. Después de dos temporadas en Solang, pueden graduarse para volar desde Marhi a 3500m en las laderas del paso Rohtang a 3978m.

En Bir, el vuelo más popular para los turistas probablemente sea el del atardecer. La hora dorada es una bendición gracias al horizonte sin obstáculos. En cada vuelo, hay un bastón para selfie, una cámara 360º y termina inmortalizado con el sol dorado al fondo, para aterrizar nuevamente entre una nube de polvo.

Foto: Jerome Maupoint

La cordillera de atrás

La magia de volar en Bir y los macizos que lo rodean está en la calidad de las condiciones aerológicas: cero viento, condiciones clásicas. La ruta Dharamsala ofrece un terreno de juego extraordinario para vuelos clásicos de ida y vuelta porque en todo momento puedes alejarte hacia el frente.

Pero detrás de la cordillera principal, el valle Barot y el macizo que lleva a Manali abre las puertas para volar alto y lejos. El techo de 3700m en Bir puede subir a 5000m atrás en dos térmicas si vas al norte. Aquí, hace falta precisión en cuanto a la preparación, técnica y compromiso.

Cada año, las trazas e historias son prueba del entusiasmo e ingenio de pilotos aventureros que unen circuitos enormes o rutas de larga distancia hacia y dentro de Ladah, Spitio incluso hasta Nepal. Es el paraíso de los pilotos de aventura experimentados y bien equipados.

Foto: Jerome Maupoint

La compañía de las aves

“¡Mira hacia arriba!” Mientras hacía una transición a 3900m, miré mi vela y descubrí un buitre del Himalaya enorme (Gyps fulvus) que flotaba sobre el borde de ataque. A veces vi de reojo que se dejaba llevar hasta el borde de fuga.

Volar con buitres aquí es especial. Hay muchísimos y sienten mucha curiosidad por tu vela, hasta el punto de llegar a ser incómodo. No es raro que a veces haya choques y eventualidades. La magia, el juego, también pueden convertirse repentinamente en tensión cuando se acercan demasiado ¡y arañan la tela! En térmica, nuestro rendimiento es similar al suyo. Por ello, podemos volar con ellos un rato y verlos girar cerrado dentro de la térmica. Es en este punto, durante esos momentos de comunión con los elementos, que la magia de volar en este lugar se hace real.

This article is from: