A lo largo de los últimos treinta años, el interés por las imágenes y su estudio ha crecido enormemente. Sin lugar a dudas, uno de los motivos que lo ha propiciado ha sido el aumento furioso de las imágenes que se producen y que se comparten. Las nuevas tecnologías de la imagen han facilitado ese crecimiento sin parangón, pero, como siempre en casos semejantes, tenemos que recordar que la tecnología nunca puede ser la causa, sino más bien el efecto de una demanda. No podemos responsabilizar de esa aceleración, que se da en el mundo de las imágenes, a los descubrimientos técnicos, puesto que esa aceleración la encontramos en los ámbitos más diversos de la vida humana. Es fácil considerar a la ciencia o a la técnica como responsables del aumento desmedido de las capacidades humanas, pero, precisamente como actividades humanas que son, creo que solo responden a un impulso humano más amplio y fundamental. Su deriva viene marcada por nuestra avidez. Avidez, para mi, esa es la palabra clave que define al ser humano