Arquitectura Moderna en los Estadios Sudamericanos del Siglo XX

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LA ARQUITECTURA MODERNA EN LOS ESTADIOS SUDAMERICANOS DEL SIGLO XX FACULTAD DE INGENIERÍA Y ARQUITECTURA HISTORIA Y TEORÍA DE LA ARQUITECTURA
DANIELA MENDOZA BRUNELLA CICCARELLI

Universidad de Lima

Facultad de Ingeniería y Arquitectura - Carrera de Arquitectura

Autoras Daniela Mendoza Brunella Ciccarelli

Curso Seminario de Historia y Teoría de la Arquitectura

Profesor Aarón Urdanigue 2022 Lima, Perú

LA ARQUITECTURA MODERNA EN LOS ESTADIOS SUDAMERICANOS DEL

SIGLO XX

Resumen

Durante el siglo XX, la sociedad sudamericana se enfrentó a dos caóticos fenómenos que definirían los futuros hitos arquitectónicos de sus ciudades. Por un lado, la integración del fútbol como el deporte indiscutiblemente más popular e importante de la región cuyo efecto e influencia no sólo se apreciaría en el ámbito deportivo, sino que trascendería a su cultura, a su comportamiento social y hasta a su política. Por otro lado, la aparición de un nuevo estilo arquitectónico proveniente de Europa que modificaría la concepción de modernidad y de arquitectura sudamericana que hasta entonces estaba ligada al historicismo clásico: el movimiento moderno. En esta confluencia de cambios culturales y debates arquitectónicos se construyó la mayoría de los estadios nacionales y de clubes de fútbol que aún se encuentran de pie hasta el día de hoy, avivando a millones y engrandeciendo el espectáculo del fútbol. Es ante este complejo escenario que nos preguntamos ¿qué papel jugó el movimiento moderno en las creaciones de esta nueva infraestructura deportiva? ¿Existe una relación entre la arquitectura moderna y los estadios sudamericanos? Y si es así, ¿en qué medida? Con el fin de responder estas preguntas, se analizarán tres estadios sudamericanos del siglo XX: el Estadio Nacional del Perú, el Estadio Nacional de Chile y el Estadio Centenario de Uruguay.

Palabras Claves Estadio, arquitectura moderna, infraestructura deportiva, estadio nacional.

Abstract

During the twentieth century, South American society faced two chaotic phenomena that would define the future architectural landmarks of its cities. On the one hand, the integration of football as the indisputably most popular and important sport in the region whose effect and influence would not only be appreciated in the sports field, but would transcend its culture, its social behavior and even its politics. On the other hand, the appearance of a new architectural style from Europe that would modify the conception of modernity and South American architecture that until then was linked to classical historicism: the modern movement. In this confluence of cultural changes and architectural debates was built most of the national stadiums and football clubs that are still standing to this day, stoking millions and enhancing the spectacle of football. It is in the face of this complex scenario that we ask ourselves what role did the modern movement play in the creation of this new sports infrastructure? Is there a relationship between modern architecture and South American stadiums? And if so, to what extent? In order to answer these questions, three twentieth-century South American stadiums will be reviewed: Peru's National Stadium, Chile's National Stadium, and Uruguay's Centenario Stadium.

Keywords

Stadium, modern architecture, sports infrastructure, national stadium.

Introducción…………………………………………………………………………….01 1. Contexto del movimiento moderno de Sudamérica en el siglo XX …………………...07 2. Contexto social y arquitectónico de los estadios sudamericanos en el siglo XX………08

TABLA DE CONTENIDO
3. Estadio nacional José Díaz, Perú ...................................................................................10 4. Estadio Nacional Julio Martínez Prádanos (Chile).........................................................14 5. Estadio Nacional Centenario (Montevideo).................................................................23 6. Bibliografía

ÍNDICE DE FIGURAS

Figura 1 Antiguo estadio Nacional de Perú 1943……....................................................02

Figura 2 Línea de tiempo de los primeros estadios de los países sudamericanos……....09

Figura 3 Vista del ingreso - Estadio José Díaz...……….………….…………..…......…11

Figura 4 Vista exterior - Estadio José Díaz…..................................................................12

Figura 5 Vista de la Torre de Homenajes - Estadio José Díaz……………….................13

Figura 6 Vista panorámica del Estadio Nacional de Chile………………....…...........…15

Figura 7 Planta original del evento realizado en 1939 del Estadio Nacional de Chile….16

Figura 8 Exterior del Estadio Nacional de Chile……………………………………......16

Figura 9 Edificio de La marquesina.………………………….……….……………..…17

Figura 10 Remate opuesto a la Marquesina…….……………………….………….....…18

Figura 11 Fachada norte original del Estadio de Chile...……………………….…......…19

Figura 12 Fachada norte actualidad del Estadio de Chile…….……….…....................…19

Figura 13 Cancha multidisciplinar del Estadio Nacional de Chile…….……….…......…20

Figura 14 Único tramo original del recorrido perimetral…….……….……………....…21

Figura 15 Cornisa para ampliación de graderías…….……………………………......…22

Figura 16 Construcción del Estadio Centenario - 1930……….……….……………..…23

Figura 17 Vista de la Torre de Homenajes - Estadio Centenario…….……….…........…24

Figura 18 Cuadro resumen de los tres casos de estudio….…………………….….....…26

Introducción

El fútbol es el deporte por excelencia en Sudamérica. Su trascendencia a nivel social y económico no ha dejado de incrementar desde su aparición. Siendo un deporte foráneo, se ha popularizado y mimetizado con la cultura latina a un nivel tan profundo y sin precedentes que, hasta el día de hoy, continúa moviendo multitudes y generando euforia a nivel regional.

A fines del siglo XIX, Sudamérica se encuentra en un periodo de globalización en el que integró sus economías al mercado mundial e incentivó la urbanización e inmigraciones masivas (Rinke et al., 2007). A la vez, se enfrenta con la fiebre global del momento: el fútbol. Santa Cruz (1998) interpreta la incorporación del fútbol como un elemento de identidad y lo expresa de la siguiente manera:

El proceso de apropiación popular convirtió al juego en una pasión. Lo transformó de una práctica recreativa en un fenómeno social y cultural, donde simbólicamente se expresan conflictos, esperanzas, frustraciones y sueños. Así, el fútbol pudo ser en nuestros países instancia de asociación y reconocimiento; expresión y espacio de construcción de identidades clasistas, regionales o nacionales; lugar de encuentro para una estructura social en proceso de heterogeneización y bruscas transformacionales. (p. 158)

En primera instancia, el movimiento más fuerte se siente en Argentina, Uruguay, Brasil y Chile y después en todos los demás países de la región en un ritmo menos acelerado. Este crecimiento, que de todas maneras era de la región conjunta, también tenía que ver con el nivel de modernización de cada país (Santa Cruz, 1998).

El Perú, por ejemplo, contaba con una cancha deportiva nacional a la que no se le podía denominar oficialmente como “estadio nacional” debido a que carecía de la infraestructura necesaria para albergar un partido a nivel internacional. Fue la colonia inglesa que, a razón de su primer centenario de independencia, lo agasajó con la construcción de un estadio con tribunas de madera. Este podía albergar hasta ocho mil personas, estaba ubicado en el mismo lugar que su posterior estadio nacional en el Centro de Lima y fue el escenario del Décimo Campeonato Sudamericano de fútbol. (Instituto Peruano de Deporte [IPD] & Ministerio de Educación [Minedu], 2014, s. pág). Así también contaba con un estadio que después sería llamado “Telmo Carbajo” ubicado en el Callao, en donde el fútbol comenzó a practicarse a nivel de clubes y a albergar distintos deportes como el cricket y el ciclismo (Santa Cruz, 1998, p. 160). Pronto esta infraestructura no sería suficiente a nivel nacional.

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Figura 1

Alabarces (2018) afirma que la magnitud de este fenómeno internacional hizo que las entidades poderosas se relacionaran con él y obtener cierto provecho de su gran nivel de influencia (p. 114). En consecuencia, pasados 1930, el fútbol ya era el deporte indiscutiblemente más representativo de la región. Los estadios comenzaron a albergar exorbitantes cantidades de espectadores, muchos jugadores latinos ya eran solicitados en ligas europeas, Uruguay se había coronado tres veces ganador del mundial y Argentina poseía dos subcampeonatos (p. 203).

En ese contexto, según Alabarces (2018), Latinoamérica comienza la enérgica construcción de estadios nacionales y de clubes deportivos. En 1952, el entonces presidente Leguía inaugura el Estadio Nacional de Lima; Alessandri, el Nacional de Chile en 1938; el River Plate el mismo año y la Bombonera en 1940 (pp. 215-216). Nos indica además que estas construcciones afectaron el curso de las urbes sudamericanas:

Los ferrocarriles —británicos, como en casi toda América Latina— son también origen de clubes, aunque el más importante en Argentina sea el Rosario Central,

Antiguo estadio Nacional de Perú 1943 (Lima, la única, 2018)
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mientras que en Montevideo sea el Peñarol. En ambos casos —en ambas ciudades— es decisivo el crecimiento de los barrios urbanos y el rol del tranvía, que permite los desplazamientos de los jugadores y de los seguidores. En los dos, también, la explosión urbana de los clubes lleva a la proliferación de éstos y, más tarde, a la abundancia de estadios, una condición que ambas ciudades comparten únicamente con Londres (p. 77).

La infraestructura deportiva, que constituía el diseño de espacios dedicados específicamente a la práctica de uno o más deportes con el fin de propiciar un buen espectáculo deportivo tanto a los deportistas como a los espectadores, marcaría un antes y un después en el desarrollo urbano de las ciudades sudamericanas ya que se convertirían en hitos arquitectónicos representativos para los hinchas.

Y son estas nuevas infraestructuras las que también marcan el enfoque arquitectónico del siglo XX. En esta época el estilo moderno ya se había popularizado ya en Europa; sin embargo, no fue hasta el mismo año de 1930, que este llega como estilo arquitectónico de vanguardia a Sudamérica, acentuándose con más fuerza después de la Segunda Guerra Mundial (Arango, 2014).

Es entonces que comienza el debate sudamericano de cómo debería transformarse su arquitectura y bajo qué conceptos. Mientras el movimiento neocolonial se orientaba a preservar la autenticidad histórica latinoamericana y hacer perdurar su estilo clásico, los arquitectos racionalistas proponían la arquitectura norteamericana moderna como principal referencia. Sin embargo, serían las ideas modernas las que prevalecerían pasada la mitad del siglo XX denominándose la “arquitectura internacional”. Esta pretendía adoptar un “carácter científico”, institucionalizando sus principios y otorgándole un enfoque racional y nada subjetivo (Gutiérrez & Gutiérrez, 2012, pp. 1-2).

El enfoque del movimiento moderno no solo era la expresión de la nueva tecnología constructiva, sino que venía con teorías arquitectónicas aplicables en cualquier tipo de edificio. Esto en el pensamiento, en ocasiones soberbio, de sus representantes debía ser incuestionablemente aplicado en la arquitectura de todo el mundo.

Conceptos como la “planta libre”, los “pilotis”, la “ventana corrida”, la “terraza jardín” y la “fachada libre” eran pilares del nuevo movimiento moderno que se jactaba de ser el ideal utilizando principios como la funcionalidad y la economía. A estos se les agregaría la utilización de nuevos materiales expuestos y el uso de una colorimetría primaria (Gutiérrez & Gutiérrez, 2012, p.6).

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Norberg-Schulz (2009) resume los Cinco puntos de la arquitectura moderna de 1926 Le Corbusier en dos principios básicos: Planta libre y la forma abierta. Incluye en el primero la estructura de la cual los pilotis forman parte y los muros independientes a esta (p. 53). Define la planta libre como una nueva interpretación espacial arquitectónica. Divorcia el concepto de su utilidad principal a la distribución de funciones, sino la define como un nuevo orden que no está condicionado especialmente por ejes y ritmos circunstanciales y dependientes, sino que representa una “interpretación particular de las estructuras generales” mientras que generan “nuevas circunstancias'' (p. 45). Teoriza además los límites espaciales que permite la planta libre y de cómo permite diferentes interacciones entre los espacios al punto de imposibilitar el reconocimiento de los límites de cada uno o dejarlos en duda (p. 46).

Los pilotis, por otro lado, afirma Norberg-Schulz (2009) le proporcionan a la arquitectura una “continuidad infinita” y la terraza jardín un remate que evoca la presencialidad bajo el cielo de la vida (p.35). Y, por último, la fachada libre es una ventana abierta a variados puntos de vista, que tiene la capacidad de ser translúcida o manifestar una textura o mensaje (p.84). Según Tournikiotis (2001), arquitectos modernos, incluyendo a Le Corbusier, creían en la atemporalidad de la arquitectura moderna. Sostenían que las soluciones brindadas por la arquitectura internacional eran determinantes e inevitables, lo cual la hacía trascender a considerarse un estilo más, sino a ser la nueva arquitectura en sí misma (pp. 61-62). Silvia Arango (2014), por otro lado, afirma que las teorías aplicadas de Le Corbusier tuvieron un gran impacto en Sudamérica, al punto que se aplicaron exactamente en diferentes países sudamericanos como Puerto Rico, Brasil y Venezuela, adoptando el “brise-soleils corbusieranos” y el concreto como material fundamental.

Nos encontramos un cruce de acontecimientos que definió la arquitectura de estadios en Sudamérica que gozamos hasta el día de hoy. Por un lado, la aparición del movimiento moderno, por otro, el crecimiento económico sudamericano y, por último, la construcción de infraestructura deportiva a raíz de la fiebre futbolística. Pero ¿es esto suficiente para suponer que la arquitectura moderna cumplió un papel importante en el diseño de los estadios sudamericanos? ¿Pudo este estilo modificar su arquitectura? La respuesta, a partir de las ideas de Tournikiotis (2001), sería que sí. Según ella, la arquitectura moderna debía ser puesta en práctica según un criterio funcional en todos los tipos de edificios entre los que incluye proyectos industriales, oficinas, comercios variados, escuelas, viviendas, iglesias y, por supuesto, estadios (p. 34).

El tema de la arquitectura de los estadios deportivos en Latinoamérica no ha sido muy abordado por los especialistas. En ese sentido, la recolección de información desde lo

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arquitectónico, estilístico e histórico es muy escasa. Por ello es que los tres casos de estudio se escogieron en base a su información y data.

Sobre la temática de la arquitectura moderna latinoamericana son tres autores los que se han trabajado en esta investigación, estos son de: España, Colombia, Grecia y son trabajos realizados en el siglo XXI, por lo cual su perspectiva tendrá una visión más actual.

Tournikiotis (2001) en su libro selecciona, compara y estudia nueve importantes obras que él considera más representativas de la historia de la arquitectura moderna y hace un estudio de las diferentes historias de estas obras con el fin de explicar el movimiento arquitectónico más característico del siglo XX.

Esteban Maluenda (2016) habla sobre la arquitectura moderna en Latinoamérica en los periodos que van de 1930 a 1970 con casos de Brasil, Colombia, Argentina, Perú, Uruguay, Chile, etc. Este trabajo se cuenta a través de arquitectos que fueron reconocidos en esa época, trata de recopilar sus obras para crear una cronología de la evolución de los proyectos modernos de esos años para poder así ejemplificar sus características.

Por otro lado, el ensayo de Arango (2012) interpreta y reflexiona sobre el inventario de los edificios modernos en Latinoamérica y cómo estos han ido evolucionando y construyendo a los largo del tiempo por medio de cambios de ideas o experiencias de los investigadores. Los materiales gráficos como la planimetría y las imágenes encontradas en estos libros nos permitieron corroborar los elementos más característicos y el posible grado de influencia del movimiento moderno en la arquitectura. Además, las fechas son de gran importancia para poder situarnos en el contexto.

Un libro que nos ayudaría para conocer la historia del fútbol en latinoamérica sería La Historia mínima del fútbol en América Latina (2018) donde explica la historia del fútbol latinoamericano en el enfoque de las historias poscoloniales y sus desarrollos asimétricos en base a lo social como el “hinchismo”.

Sobre la temática especializada de la arquitectura deportiva del estilo moderno, hemos podido encontrar la publicación en Chile del Consejo de Monumentos Nacionales (2004) que está dividido en tres partes abordando el aspecto histórico, deportivo y arquitectónico donde cada una tendría una perspectiva diferente sobre el estadio Nacional de Chile. La primera parte, la escritora Hilda López, desarrolló la historia del antes, durante y después del estadio, aportando personajes, fechas y acontecimientos importantes en base al mismo. El segundo autor, el periodista Ahumada, lo enfocó desde el deporte y todas las decisiones tomadas para crear un lugar ideal destinado al deportista. Y finalmente; el tercer autor, el arquitecto

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Christian Matzner, lo orientó de una forma arquitectónica, así habla de los valores urbanos y arquitectónicos que tuvo el estadio Nacional para su concepción.

Otro libro encontrado fue el de Ni tan elefante, ni tan blanco (2014). Este aborda el tema del Estadio Nacional de Chile desde una perspectiva histórica, cultural, deportiva, social y política. Menciona sus particularidades urbanísticas, su uso, situación actual y contenido político-simbólico arquitectónico. Además, Rozas propone sus ideas acerca de su futuro desarrollo teniendo en cuenta la memoria colectiva de su país. Adicionalmente a las publicaciones anteriores, contamos con un folleto de la Inauguración del Estadio Nacional de Chile (1939) que cuenta la historia del Estadio Nacional después de un año de su inauguración. Se relata el contexto histórico y urbano de su construcción. Además, cuenta las opiniones de las autoridades como los ministros, presidentes, arquitectos sobre el estadio. Todo esto ayudaría en la investigación para tener un panorama más acertado del estadio en su época.

En la búsqueda de estudios sobre el estadio Nacional peruano nos encontramos con el artículo de Acevedo (2022) donde habla sobre tres ejemplos emblemáticos de infraestructura deportiva en Latinoamérica del movimiento moderno y el caso particular del Estadio Nacional de Lima enfocándose en su valor patrimonial.

Como complemento, utilizamos la revista del arquitecto peruano (1952) la cual tiene información histórica del estadio, así también, la planimetría del estadio junto con sus áreas, capacidades y datos de gran relevancia en el proyecto. Esta revista sería la mayor fuente de información de muchos estudios por lo cual resulta importante la información obtenida.

Finalmente, para el tercer caso de estudio en Uruguay, se utilizó el trabajo final de grado de Edo (2022), un estudio histórico, tipológico y estructural del estadio Centenario. De este se extrajo información de la arquitectura del estadio y del contexto en el cual fue construido.

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1. Contexto del movimiento moderno de Sudamérica en el siglo XX

Los años de 1929 hasta 1960 comprenden un periodo de intenso intercambio de ideas fundamental para la arquitectura y el urbanismo de latinoamérica. Según Winfiel (2005), es un periodo donde se hace evidente la difusión de valores de la vanguardia arquitectónica y también, la incorporación de nuevos conceptos que sería el inicio del movimiento moderno junto a sus interpretaciones en condiciones locales. (p.74).

Asimismo, Maluenda (2016) afirma que la arquitectura moderna latinoamericana despertó ante el mundo desde 1930-1950 donde se construyeron algunos de los ejemplos más conocidos y representantes del estilo. Nos indica además que:

Aunque ya desde tiempo antes venía floreciendo en varios países latinoamericanos una arquitectura moderna original, los años 1930 fueron el momento en el que comenzaron a difundirse algunas de sus obras en Europa y los Estados Unidos de una manera efectiva. (p.23).

Según Gutierrez et al. (2012), en el siglo XIX teníamos una obsesión por la modernidad a pesar de su inaccesibilidad a la condición moderna universal y abstracta que refleja el progreso. Para fines de ese siglo, la arquitectura se determinaba por los cambios de gustos o moda, especialmente por la École des Beaux Arts de Perú donde se preparaba la mayoría de los arquitectos que formaban las escuelas de arquitectura. No es hasta el siglo XX que vivíamos y hacíamos arquitectura moderna a pesar de desconocer sus fundamentos profundos y que estas propuestas no satisfacían las necesidades que se requería, por ejemplo, adoptan materiales y formas como mansardas de gran pendiente en lugares donde nunca caería la nieve o se creaba paisajes urbanos que no iba acorde al clima, geografía o modos de vida de latinoamérica. (p.1).

Maluenda (2016) explica que a pesar de que Le Corbusier era el mayor representante de la arquitectura moderna, su primer viaje a latinoamérica en 1929 no dejó muchos resultados, recién en 1940 su prédica empezaría a tomar importancia y se seguiría su ejemplo. Uno de los primeros escenarios donde Le Corbusier plantea sus ideas fue El Ministerio de Educación y Salud de Río de Janeiro. (p.13). Según el autor: La influencia de la segunda fase de Le Corbusier (Ronchamp, La Tourette y Chandigarh) es reconocida claramente por otros arquitectos, como Clorindo Testa o Emilio Duhart; este último recogió también la experiencia de sus

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estudios con Gropius, que fue quien lo recomendó para trabajar en Chandigarh. (p.14).

En el caso de Perú, cuando se habla de la arquitectura moderna siempre está vinculada con el surgimiento de la Agrupación Espacio en 1947, este plantea adoptar el estilo moderno como un símbolo a través del tiempo para así terminar con el historicismo que se practicaba en la academia y praxis arquitectónica. La arquitectura que se proponía debía ser más racional, eliminando cualquier tipo de ornamento para así expresar la verdad constructiva. (Universidad de Lima, 2017, pp.9)

2. Contexto social y arquitectónico de los estadios sudamericanos en el siglo XX

Los estadios de fútbol en Sudamérica iban a despegar debido a la popularización del fútbol en sus sociedades, pero sobre todo en las populares. Son estas las que, según inferencias, primero fueron espectadores del deporte y después los mismos deportistas urbanos. La razón se le atribuye a la accesibilidad económica del deporte, debido a que las condiciones espaciales radican en una pelota, o un objeto que pueda simular una y un espacio libre que, en ciudades como las sudamericanas abundaban en aquellos tiempos de inicios del siglo XX (Alabarces, 2018, pp. 71-72).

La aparición de los clubes nace de ahí, de esos grupos fortuitos populares organizados por el ánimo de competir con otros. Como afirma Santa Cruz (1998), “los clubes deportivos nacen en los países sudamericanos en el marco más general del surgimiento de la vida asociativa, propio de los sectores sociales emergentes” (p. 162). Este fenómeno hizo que una cantidad importante de personas necesitaran recorrer sus ciudades en función a los partidos que se daban en los primeros estadios locales. Tal era el caso que, en Uruguay, como lo explica Alabarces (2018), desde finales del siglo XIX se incrementó el número de pasajeros del tranvía los días en que había partidos de fútbol, por lo que las empresas encargadas, “tramways”, apoyaron en la construcción de los estadios de sus primeros clubes que, lógicamente estarían ubicados en sus recorridos (p. 68). Además, el fútbol representaría la modernidad en la región que pasaba por un crecimiento económico y un momento de cambios sociales acelerados (p.72).

De esta forma, se vio necesaria la construcción de una infraestructura que pudiera albergar los escenarios deportivos más populares del momento.

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Figura 2 L 9

3. Estadio nacional José Díaz (Perú)

La creación de la Federación produjo una institucionalización del fútbol en el Perú y fue reconocido como “deporte oficial”. Por lo tanto, su difusión y ordenamiento iba a ser un instrumento en el que el estado se involucraría (Panfichi et al, 2008, pp. 79-80).

El Estadio Nacional de 1952 demostró que este tipo de infraestructura dedicada a un deporte tan popular como el fútbol era capaz de congregar a los sectores más desiguales de la sociedad limeña y peruana (Panfichi et al, 2008, p. 234).

Como se mencionó anteriormente, se construyó a partir de la demolición del antiguo escenario deportivo cuyas tribunas se reutilizaron en un diferente escenario deportivo (Acevedo, 2019, p. 15). El área construida del nuevo proyecto , que se mantiene hasta la actualidad, suma 49 820 metros cuadrados; su fachada, una longitud perimetral de 720 metros lineales y representó una inversión de 33 000 000 de soles. Tiene capacidad para albergar a 61 000 aficionados en sus tribunas. Y lo innovador es que, debajo de estas, cuenta con espacios destinados a hasta 14 diferentes sedes de federaciones deportivas (El arquitecto peruano, pp. 2-3). Se ubicó el programa necesario que incluía boleterías, gimnasios, espacios de práctica, oficinas, depósitos, camerinos, baños, entre otros, en estas enormes áreas que, según Acevedo (2019), correspondían a edificios de 4 pisos (p. 24).

El proyectista en cuestión es Jimeno Alberto. Graduado de la Escuela de ingenieros, especializado en la proyección y construcción desde muy jóven debido a la compañía de Construcción de su padre. Fue encargado de varios proyectos educativos en Lima como la Gran Unidad Escolar Melitón Carbajal, Ricardo Palma, Mariano Melgar, el colegio militar Francisco Bolognesi, entre otros (Acevedo & Llona, 2019, pp. 433-434).

Con el objetivo de medir el grado de influencia del estilo moderno en el diseño original del estadio, habría que analizar sus componentes arquitectónicos y contrastarlos con los conceptos modernos correspondientes.

En ese sentido podemos observar que, como todo edificio moderno, el Estadio Nacional debería contar con una base, un cuerpo y un remate. El primer nivel está preparado para recibir al público, por lo que cuenta con 24 diferentes ingresos y, como es lógico, con una entrada principal. Como se puede denotar a simple vista, los muros de la fachada de este primer nivel se repliegan para dejar a la vista las columnas circulares que, a su vez, los acompañan a lo largo del perímetro sin tocarlos,

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lo cual le agrega una percepción diferente a la de los pisos superiores y remarca el sistema aporticado con el que el estadio está construido. Este juego de profundidades diferenciadas en el primer nivel marcaría la base del conjunto.

Figura 3

Vista del ingreso Estadio José Díaz

( Revista El Arquitecto Peruano Nº 185 1952)

Inmediatamente arriba de la base se encuentran las clásicas ventanas alargadas modernas que componen el cuerpo del edificio y marcan un ritmo de llenos y vacíos en todas las fachadas. Estas siguen la forma elipsoidal de la volumetría reforzando su horizontalidad y, a la vez, revelando cuántos niveles tiene el edificio.

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Figura 4

En lo que respecta a un remate, se podría considerar a La Torre de los Homenajes, una torre de transmisiones de 47 metros de altura ubicada al medio del ingreso principal del estadio. Sin embargo, esta apreciación no es un consenso. Acevedo (2019) indica que este elemento arquitectónico se volvió representativo y le adiciona al edificio un rasgo estilístico clasicista al igual que el Ministerio de Salud, el Hospital Obrero y el Instituto de enfermedades (p. 15). Esta evaluación nos lleva a comparar los ingresos principales de estos edificios y hallar una similitud en la intención de diseñar los ingresos principales monumentales.

( Anónimo (1952) Revista El Arquitecto Peruano Nº 185 )
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Acevedo (2019) señala: “El Estadio Nacional podría inscribirse en ese grupo de edificios de carácter moderno que no abandonaron criterios de composición académicos, entre ellos, la monumentalidad y la simetría”. Por otro lado, desarrolla comparaciones entre el estilo del Estadio Nacional pero con obras “modernas academicistas” como el Ministerio de Educación y el Hospital del Empleado, ambos proyectos que, al igual que el estadio, eran del gobierno de Odría (p.15).

Por lo tanto, es claramente válido aceptar el Estadio Nacional como una obra moderna en un aspecto general, considerando sus características más predominantes. Sin embargo, también es importante validar que ciertos elementos, como la torre de Homenajes, pueda haber tenido influencias de corrientes estilísticas más clásicas.

Figura 5 Vista de la Torre de Homenajes Estadio José Díaz ( Anónimo (1952) Revista El Arquitecto Peruano Nº 185)
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4. Estadio Nacional Julio Martínez Prádanos (Chile)

El estadio Nacional está en la memoria colectiva de todo Chile. Hasta hoy es considerado como un lugar de muchos significados. Por un lado es conocido por ser el edificio deportivo nacional y, por el otro, un centro de tortura y detención después del Golpe de Estado en 1973 (Biblioteca de Chile, 2010, p.1).

Su inauguración fue el 3 de diciembre de 1938, después de dos años de construcción (Rozas-Krauses, 2012, p. 41). Según la Biblioteca de Chile (2010), este era el mayor acontecimiento nacional en la década en un coliseo para 50 mil personas (p. 26).

La “Sociedad Salinas y Fabres Limitada” fue la empresa constructora que se encargó en la realización del estadio, siendo 3 arquitectos los encargados de diseñar el Estadio Nacional: Ricardo Müller, Aníbal Fuentealba y Alberto Cormatches (Ministerio de Educación de Chile, 2004, p.114). Según el libro, el primer arquitecto -Müller se inspira en el Estadio Olímpico de Berlín de 1936 para el diseño y emplazamiento del estadio en su viaje en 1936 (p.126).

El estadio Nacional funcionaba como un edificio multisocial. Según Rozas-Krauses (2012), en el campo se practicaba el deporte, mientras que fuera del campo, en el edificio mismo, contempla programas de encuentro plurisocial (p. 53). Como se señaló, estos programas “sociales” que implementaría el estadio serían: oficina de correos y telégrafos, salón de conferencias y proyecciones, biblioteca, gimnasio, salas de reuniones y de esparcimiento (Ministerio de Educación de Chile, 2004, p.114). En otras palabras, el estadio no solo funciona como un edificio netamente deportivo, sino que también es un punto de encuentro cultural y social para las clases trabajadoras.

El Ministerio de Educación de Chile (2004), definiría al edificio como un edificio de estilo Art Decó: “la marquesina de la tribuna (al poniente), el volumen del marcador (al sur), los elementos escultóricos, los mástiles, la expresión y tratamiento al hormigón armado en los machones, losetas de acceso, cerros y boletería” (p. 122).

Rozas-Krauses (2012) señala que el gobierno de Alessandri ejecutó varias obras públicas, entre ellas, el Estadio Nacional las cuales son de estilo moderno, de escala monumental y con fines de educación cívica (p.33). En ese contexto, se originaría el nacimiento del Estadio Nacional: “moderno, masivo, estatal y de clase media”, el cual se deseaba que sea uno de los exponentes de un modernismo de Estado (p.36). Sin embargo, a pesar de su origen modernista, Rozas-Krauses identifica ciertos elementos que romperían con su estilo moderno, mismo pensamiento que el del Ministerio de Educación de Chile (2004).

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Este estadio es tal cual un volúmen enorme elíptico de 3 niveles que soporta la losa de las graderías. Es completamente funcionalista y hecha de concreto armado, un sistema constructivo característico de la arquitectura moderna. Las graderías destinadas al espectador están diseñadas en base a dos anillos separados por un gran pasillo que recorre todo el estadio de manera perimetral unidos por escaleras en forma de zig-zag, esta forma fue inspirada por el arquitecto en su visita al Estadio Olímpico de Berlín. Estas escaleras terminarían funcionando como elemento estructural y sería un elemento innovador en la tipología del Estadio, el cual le daría un aspecto moderno. (Rozas-Krauses, 2012, p. 56-57)

Figura 6

Si nos fijamos en la figura 7, podemos apreciar en la planta el sistema constructivo y consideraciones modernas por Le Corbusier con los pilotes y la planta libre.

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Figura 7

Enfocándonos en su exterior, el estadio tiene un entre sus pórticos y el edificio mismo un jardín surtido de placas honoríficas y estatuas de estilo clásico alusivas al tema deportivo. Estos pórticos están ubicados al borde del terreno del estadio, mientras que el edificio se encuentra en el centro del terreno. Estos pórticos eran característicos de los barrios residenciales modernos. Sus líneas simples y modernas son claramente modernistas y funcionan como fachada (Rozas-Krauses, 2012, p. 55).

Figura 8

Planta original del evento realizado en 1939 del Estadio Nacional de Chile (Anónimo (1939) Consejo Nacional de las Culturas, las Artes y el Patrimonio)
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Exterior del Estadio Nacional de Chile (Stansifer (1963) Flickr)

Rozas-Krause (2012) indica que, en su inauguración, a pesar del diseño original que se tuvo, aparecen ciertos elementos que colapsaron con la idea funcional del edificio, los cuales se encuentran en los remates del edificio con distintos grados de éxito con elementos ornamentales y clásicos (p.57). Tenemos como el primero: el edificio de la Marquesina, el mayor logrado en la unión con el estadio. Es una obra de 4 pisos completamente independiente de la elipse que sostiene un voladizo de 16m, lo cual sería, para su época, una maravilla estructural nunca antes vista en Chile. Es un edificio de una sola fachada, sus vanos estarían cerrados por ventanas cuadriculadas característicos de la época. Asimismo, podemos encontrar un tira de ventanas de ojo de buey, una moda recurrente en el estilo moderno de entonces. Aunque el proyecto original contemplaba como única ornamentación la presencia de cinco anillos olímpicos, la obra se construiría con unos frisos de deportes griegos en la parte superior de la fachada, a pesar que el diseño original sólo contemplaba una sola ornamentación que sería unos cinco anillos olímpicos (p. 58-59).

Figura 9

Edificio de La marquesina (Mora. (1939 1950). Biblioteca Nacional Digital de Chile)

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Al lado opuesto al edificio de la Marquesina, la fachada cambia levemente de la forma regular que recorre todo la elipse, puesto que sobresale una terraza elevada por columnas circulares que rompe el ritmo de la estructura de columnas rectangulares mientras que las ventanas se ajustan a la losa del tercer piso. En palabras de la autora: “Este es el remate menos logrado del edificio, acentuado por la superposición de columnas de disposición clásica sobre un edificio de líneas rectas y funcionalistas.” (Rozas-Krauses, 2012, p. 59).

Figura 10

Remate opuesto a la Marquesina

En la fachada frente a la entrada al campo, se ubica una estructura que en la idea original se tenía pensado un recinto cerrado con una estructura enfatizada por mástiles al igual que la Marquesina. Sin embargo, se construyó un espacio abierto y con forma de frontón semicurvo, en alusión a la arquitectura tipo barco bastante característica en la arquitectura vanguardista de la época (Rozas-Krauses, 2012, p. 60). En la figura 12, se puede notar una modificación de esta fachada después de su inauguración con la demolición de algunos elementos y la adición de ornamentos en la parte superior.

(Anónimo (s f) Consejo de Monumentos Nacionales de Chile)
18

Figura 11

Fachada norte original del Estadio de Chile

Figura 12

Fachada norte actualidad del Estadio de Chile (Rozas Krauses (s f )

(Anónimo. (1936). Revista Urbanismo y Arquitectura. Número 1)
19
Libro Ni tan elefante, ni tan blanco)

Finalmente, como último remate, Rozas-Krauses (2012) indica que la “Torre del Marcador” es el edificio más alto del proyecto. Cuenta con 5 niveles y funciona como un mirador Solo posee una fachada que se compone de ventanas longitudinales a la que se le añadieron dos líneas verticales de ojo de buey igual que la Marquesina. Este último remate tiene una volumetría simple la cual no contiene ningún referente clásico ni ornamentos (p.61).

Debido al campeonato Mundial de Fútbol de 1968, la capacidad del estadio se vería afectada. Según el Ministerio de Educación de Chile (2012), en su inauguración contaría con una capacidad de 52.000 espectadores, que después de tal campeonato aumentaría en 30.000 espectadores más (p.114). Estas serían las últimas modificaciones que terminarían de afectar por completo los atributos modernos espaciales del estadio, que quedaron destruidos por el Ministerio de Obras Públicas (Rozas-Krauses, 2012, p. 68).

Figura 13

Cancha multidisciplinar del Estadio Nacional de Chile (Mora. (1939 1950). Biblioteca Nacional Digital de Chile)

20

La primera intervención que se hace es la eliminación del velódromo que recorría el perímetro de la cancha central para la colocación de más graderías. Se rompe con la idea original que tenía el edificio de ser un estadio olímpico multidisciplinar La segunda intervención es la ocupación del pasillo perimetral donde se encontraban las tan innovadoras escaleras zig zag. Se rellenó de asientos con una estructura superpuesta a la original. El único tramo que se mantuvo fue el de la marquesina y dos escaleras (Rozas-Krauses, 2012, p. 68-69).

Figura 14 Único tramo original del recorrido perimetral

(Anónimo (s f) Consejo de Monumentos Nacionales de Chile)

Y como tercera intervención, al ver que no se llegaba a la nueva capacidad deseada, se agregó una nueva estructura dependiente al coliseo de hormigón armado que sostendría 12 nuevas filas. Su anclaje entre ambas estructuras se realizó con apuro, por lo cual no llegaron a considerar los detalles de la junta, resultando esta adhesión tosca y sin fluidez. Esta cornisa es continua salvo dos tramos, la zona de la Marquesina y en la Torre del Marcador Estas tres operaciones le costaron al proyecto original su pureza volumétrica, su proporción, su holgura y remates verticales (Rozas-Krauses, 2012, p. 70).

21

Cornisa para ampliación de graderías

Es así como la autora Rozas-Krause (2012) define al Estadio de Chile como: “un precursor estatal de la modernización que nunca llegaría a consolidarse en Chile” (p.80). A pesar de que su concepción era funcionalista y racional, aparecieron elementos clásicos o de otros estilos ajenos al modernismo (p.81). También hace hincapié en este tipo de modificaciones ornamentales, la adición de elementos de otros estilos y a la posibilidad de que fueran ideas impuestas por personajes ajenos a los arquitectos del proyecto, debido a que estos no aparecen en la planimetría original (p.63).

Figura 15
(Anónimo (s f) Consejo de Monumentos Nacionales de Chile)
22

5. Estadio Nacional Centenario (Montevideo)

En Uruguay, el fútbol también jugó un papel unificador de grupos sociales en donde la modernidad relacionaba el deporte como un “medio de superación y mejoramiento de la vida”. Al convertirse en un interés nacional, se consideró la ampliación de un estadio nacional (Spósito, 2006, p, 280).

El estadio Centenario fue proyectado por los arquitectos Juan Scasso y José Domato y su nombre evoca los 100 años de independencia de Uruguay Se ubicó en el Parque de los Aliados, locación particular debido a que se encontraba, en ese entonces, a las afueras de la ciudad. Sin embargo, su accesibilidad estaba asegurada debido a que se pensó en su cercanía a las vías más importantes de Montevideo y porque se tomó en cuenta la futura expansión de la ciudad. En ese entonces, la construcción de infraestructura monumental no estaba avanzada en el país, por lo que se consideró un gran logro llevar a cabo su construcción en tan solo nueve meses tomando en cuenta su ubicación (Acevedo, 2019, p. 27 y Spósito, 2006, p, 280). Como explica Gatti (2010):

“[El Estadio Centenario] fue concebido de acuerdo a las últimas técnicas de la época y ejecutado en tiempo récord. Los planos para la licitación se prepararon entre septiembre y diciembre de 1929, y las obras en las que trabajaron 3 turnos diarios de 500 operarios, utilizando 14.000 m3 de hormigón y moviendo 160.000 m3 de tierra, se realizaron entre enero y julio de 1930” (p.35).

Esta prisa se debió a que Uruguay sería sede de la Copa Mundial de Fútbol de 1930, con lo cual el Centenario se convirtió en uno de los estadios más importantes a nivel sudamericano del siglo XX (figura 16).

Figura 16 Construcción del Estadio Centenario 1930

(Anónimo (1930) wikipedia org https://es m wikipedia org/wiki/Archivo:Estadio Centenario 1930 jpg) 23

La planta principal, en la que se ubica la cancha de juego, fue diseñada especialmente para partidos de fútbol. Posee 4 tribunas con capacidad para 70.000 espectadores divididas por escaleras que permiten una buena vista de la cancha de juego y una circulación suficientemente fluida para casos de funcionalidad y evacuación (Spósito, 2014, p, 280 y Gatti, 2010, p.35). Y, si es que un elemento destaca, es la Torre de los Homenajes (figura 17), un mirador de 9 terrazas que hacen referencia a las nueve franjas de la bandera uruguaya. Esta mira hacia la ciudad y al estadio y está ubicada en la tribuna olímpica. Es un elemento arquitectónico identitario debido a que simula las alas de un avión y una proa de barco en homenaje a los inmigrantes uruguayos que construyeron el edificio (Conmebol, 2019). Además, logra marcar con su llamativa volumetría el ingreso principal al recinto a la vez que configura un remate de todo el conjunto deportivo (Gatti, 2010, p.35).

El Centenario articuló diferentes alturas a sus tribunas. Su campo de juego se encuentra por debajo del nivel del terreno para modular la escala del edificio y enfrentar el viento de Montevideo. Sus muros expresan su material original de concreto armado por lo que sus espacios son identificables para todos sus usuarios (Universidad de la República Uruguay, 2010, p. 167).

Figura 17 Vista de la Torre de Homenajes Estadio Centenario

24
(Martín Fernandez, s.f. https://www.pinterest.com/pin/783344928921200336/)

En cuanto al estilo de este remarcable estadio, hay diferentes interpretaciones, sobre todo en lo que se refiere a la Torre de los Homenajes. La arquitecta uruguaya Liliana Carmona le encuentra un valor estilístico proveniente del expresionismo alemán (Acevedo, 2019, p. 27). Esto debido a que la percibe como un volumen imponente y sobresaliente, clásico de este estilo. Martinez (2019) difiere y asegura que la torre es influencia del Art Decó por la presencia de las “líneas verticales” y su alusión a los aviones y a los barcos. Por otro lado, Mauricio Cravotto, arquitecto uruguayo, señala que es un remate visual de todo el complejo. Sus balcones, comenta, se comportan como una extensión vertical y marcan un patrón visible a todos. Además, el uso del concreto expuesto es una expresión de “estilos arquitectónicos contemporáneos”, lo cual se entiende como el modernismo (Universidad de la República Uruguay, 2010, p. 167).

Gatti (2010) asegura que la arquitectura del Centenario tuvo fuertes influencias de estilos vanguardistas como el moderno provenientes de Europa basándose en su arquitecto, Juan Scasso. En 1929, Le Corbusier visitó Uruguay y Scasso logró tener un trato directo con él. Justo a esas épocas se les atribuye sus obras más importantes, siendo una de ellas el Club Náutico de Punta Gorda, las Escuelas Experimentales De Malvín y Las Piedra y, claro, el Estadio Centenario (p.8).

Este gran edificio fue declarado “monumento histórico del fútbol mundial” por la FIFA y hasta el día de hoy es uno de los estadios más importantes de Sudamérica.

25

6. Conclusiones

El sistema aporticado utilizado en los tres casos de estudio representa el sistema constructivo más acorde a las tendencias arquitectónicas de ese momento. Los tres estadios presentan una forma elipsoidal tomando en cuenta que es la manera más eficiente de diseñar las graderías de un estadio y los diferentes referentes de estadios europeos. Sin embargo, el estadio Centenario es el menos alargado debido a la extensión de la zona de plateas.

Como se ha relatado anteriormente, la zona de las tribunas del Estadio Nacional del Perú y el Estadio Nacional de Chile cuentan con un programa arquitectónico mixto adicional al fútbol. El primero alberga más federaciones deportivas y el segundo, programas culturales. Sin embargo, el caso del Estadio Centenario es diferente, pues este solo cuenta con “El Museo del Fútbol Uruguayo” que no está abierto al público en general.

En cuanto a las influencias estilísticas, consideramos que los tres casos de estudio tuvieron claras influencias del estilo moderno debido a las vivencias de sus proyectistas en Europa que los llevó a aplicar los conceptos vistos en el viejo continente. Sin embargo, ninguno se exime de las influencias monumentales arraigadas en la cultura sudamericana de la época. Consideramos al Estadio José Díaz y el Estadio Centenario predominantemente modernos en casi toda su arquitectura. Sin embargo también se le reconoce rezagos clasicistas debido a la presencia de sus torres de homenaje, las cuales les otorgan un toque más clásico proveniente del Art Decó. Por otro lado, el Estadio Julio Martinez presenta matices más variados que lo aleja del concepto moderno y le otorga un eclecticismo a pesar de sus intenciones de diseño iniciales.

Figura 18

Cuadro resumen de los tres casos de estudio

(Elaboración propia)

26

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