visión de santa teresa
OROnOZ / ALBUM
san juan de la cruz. RETRATO AnónIMO DEL SAnTO. SIgLO xvII. ABADíA DE CARMES, BEAUnE.
familiares y a jóvenes ociosos que buscaban conversación eran un obstáculo para su progreso espiritual. Por otro lado, los conventos tenían demasiadas monjas –en el de la Encarnación había más de 120– y, como no había medios para mantenerlas, las religiosas se hacinaban en grandes dormitorios, o bien se alojaban en apartamentos privados, quizá compartidos con alguna pariente o con sirvientas o esclavas, donde gozaban de comodidades muy alejadas del rigor de la regla monástica.
Revolución en el Carmelo Las monjas también rompían a menudo el voto de clausura, cuando necesitaban ayuda médica o bien cuando se las reclamaba para cuidar de familiares o consolar a viudas. Para poner freno a estos abusos, y después de consultar al reformador franciscano Pedro de Alcántara y al teólogo dominico Pedro Ibáñez, Teresa pensó fundar un convento reformado en el que un máximo de trece monjas descalzas pudieran llevar una vida de clausura, pobreza y oración, como la de los primeros carmelitas. En cuanto se divulgó el proyecto, Teresa se vio sometida a una «gran persecución» por parte de las demás monjas y otros clérigos. Constantemente oía «risas» y «dichos» como el de que la idea de fundar un convento era «disparate de mujeres». El jesuita Baltasar Álvarez, confesor y director espiritual de Teresa
BRIDgEMAn / ACI
de Borja, a su paso por Ávila, y éste la tranquilizó diciéndole que lo que ella experimentaba era «espíritu de Dios». Aun así, el canónigo de Ávila, Gaspar Daza, manifestó su convicción de que Teresa era víctima del demonio porque no daba la talla de santa. Otro medio que Teresa utilizó para justificarse fue la escritura. En 1554 empezó a escribir Cuentas de conciencia, para persuadir a sus confesores de que lo que oía y sentía en la oración no venía del demonio, sino de Dios. El mismo propósito tenía su autobiografía, el Libro de la Vida, escrito en 1562 y ampliado tres años más tarde, en el que daba cuenta del intenso miedo que pasó en momentos en los que tuvo dudas o en los que otros dudaban de ella. Las habladurías se intensificaron en 1560, cuando Teresa planteó su proyecto de reformar la orden carmelita. Teresa creía que la vida en los conventos carmelitas se había relajado demasiado. En su opinión, las horas que las monjas pasaban en el locutorio entreteniendo a
a inicios del siglo XViii, Domingo Echávarri, Chavarito, realizó una serie de óleos sobre la vida de Teresa de Ávila. Museo de Bellas artes, Granada.