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Jueves 22 de diciembre
En el hospital hay bienestar y malestar
Para esta nueva oportunidad, llevamos un eje conductor “Rodolfo el reno” como vinculador de la navidad y propuesta de arte plástica con vendas de yeso y expresión teatral. Empezamos el día en la habitación de Ángel (un niño con discapacidad cognitiva) y Liam de unos mesesdenacido.Paraamboscompartimos unacanciónapoyadaenlostíteresdedales; Liam apreció quedarse dormido gracias a esta, y Ángel mostraba asombro e interés por la propuesta.
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Esamañananosvinculamosalanovenade navidad; recuerdo tener el atrevimiento de acercarme a los regalos que se les obsequiaron esa mañana a los niños y encontrarmeconcomidachatarra;fuealgo inesperado,amiparecer,viniendodeparte deunaentidadquevelaporelcuidadoyla salud.
En una próxima habitación nos encontramos con Keilymar y Pablo, de unos 8 años. Ambos se mostraron tímidos para acercarse a nuestra propuesta, pero, usando los títeres dedales como mediadores se fueron animando a participar.
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Nunca había visto las posibilidades plásticas de las vendas de yeso hasta ese día, realmente me dejé guiar por mi curiosidad y realizar un trabajo en conjunto con los chicos para esperar un resultado óptimo. Ambos, al igual que yo, nos sorprendíamos de las formas que tomaba el yeso y la posibilidad de convertirlo en títere. La parte de pintar los títeres fue toda una sorpresa, intentamos combinar colores por primera vez, con la ayuda de los pinceles, darle un rostro y forma a esa creación. Al final, se supondría, todos fueron renos, los chicos se mostraron orgullosos de su creación, pero reflexionamos entorno a qué otras formas de pintar podríamos haber usado para que los detalles del títere fuesen más perceptibles.
Finalizamos la mañana dando una visita a lasaladeurgencias.Miexperiencianofue agradable desde mi sentir, si bien había niñasactivasenlasaladeespera,sientomi corazón compungido al ver a los niños y niñas casi llorando del malestar. En dicha sala de espera intentamos compartir el cuentodeRodolfoelrenocondosniñasde unos 3 años, mas no se mostraron muy interesadas y fácilmente se dispersaron; por lo cual pasamos pronto a cantar la canción de Rodolfo el reno. Aquí se captó mucho más su atención, e improvisamos compartiendo con ellas los títeres, los pasábamos de dedo en dedo y se apropiaban de los gestos del personaje.
Cerramos la ejecución pasando por los cubículos de la sala de urgencias. Allí los niños y niñas no mostraban mejorías. Compartimos con una niña de unos 10 años el cuento y la canción de Rodolfo, recuerdo hacerlo en voz baja pues sentía que no era apropiado hacer demasiado ruido, pues ella no estaba cómoda. Logramos sacarle algunas sonrisas y palabras que quizás la ayudaron a estar más cómoda. Por último, visitamos un chico de unos 8 años, bastante tímido y recostado sobre la camilla buscando mejoría. Su manifestación de compartir con nosotras fueron unas cuantas sonrisas acompañadas de palabras de su madre.
Efectivamente, al hospital se va a buscar mejoría,esnormalquelosniñosyniñasno se sintieran llamados a participar de las actividades, pero si la maestra de educación infantil encuentra un pequeño recoveco donde pueda hacerlos sentir mejor, pues que así sea.
Jueves 19 de enero
Días difíciles…
El encuentro de este día estuvo mediado por una invitación especial que hicimos a Mariangel y Marylin para convertirse en panaderas por un día. Propusimos la elaboración de masa, con harina, sal, colorante y agua. Tras una canción que invitaba a un juego de manos, como momento previo y a manera de calentamiento, nombramos a Mariangel y aMarylin comopanaderasponiéndolesun gorro en su cabeza, a manera de acto simbólico. Disfrutaron amasar y crearon figuras libremente. La textura de la masa les resultaba llamativa y agradable: “Parece plastilina”, decían.
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La idea del cuerpo como ese territorio que se habita y que permite crear, transformar y disfrutar del mundo, fue nuestro horizonte. En esta sesión, de manera particular, buscamos partir de una invitación a personificar la labor de los panaderos, para explorar otra de las muchas posibilidades que tiene nuestro cuerpo y nuestra imaginación de asumir nuevos roles y tareas.
Como mencionamos en nuestras planeaciones, a lo largo de nuestras visitas al hospital mantuvimos un objetivo central: sensibilizar a niñas y niños sobre laideadequesucuerpoeselterritorioque habitan y que les pertenece, y al que pueden vincularse de múltiples maneras; relacionándose al mismo tiempo con el entorno y demás personas que les rodean.
Cuando finalizábamos la actividad con Mariangel y Marylin, presenciamos un acontecimiento que nos resultó muy dolorosoydifícil de asimilar.Personal del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ingresaron a la unidad pediátrica y salieron de una de las habitaciones con Damián, de apenas un mes. Al fondo se escuchódeinmediatoelllantodelamadre, llorando desconsoladamente. Fue un momento de muchos sentimientos encontrados,quenosllevaronaquedarnos en silencio y a permanecer afuera en el pasillo, sin saber cómo actuar. Muchas preguntas en torno a esta situación, que nos costaba entender pues desconocíamos el contexto y el proceso particular que ya llevaban la madre y el bebé.
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Este suceso fue detonante de muchas emocionesmuydiferentes:tristeza,miedo, angustia, malestar; y, además, generó en nosotras un interés por entender el proceso, identificando la responsabilidad que tenemos como futuras maestras de conocer protocolos e instituciones encargadas de la atención frente a la vulneracióndederechos,especialmentede niñas, niños, jóvenes y mujeres. Este hecho, además de doloroso, despertó en nosotras la necesidad de acercarnos a procesos y temas como estos para mejorar nuestras comprensiones y cualificar nuestra práctica y posibilidades de acción. Frente al panorama de este día, decidimos retirarnos de la unidad pediátrica, pues consideramos que lo más pertinente y respetuosos era suspender nuestra propuesta, y regresar al día siguiente.