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economía
Opinión
Por un compromiso empresario con la paz Julián D’Angelo Director Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresaria y Capital Social de la Facultad de Ciencias Económicas (UBA).
Inflación, Rusia y tasas de interés, fueron las palabras más escuchadas en la vuelta a la celebración presencial del tradicional Foro Económico Mundial en Davos (Suiza) celebrado a fines del mes de mayo. A pesar de contar con un lugar protagónico en la programación del Foro, la agenda climática y el Covid-19, volvieron a quedar en un segundo plano frente al regreso de la inflación a nivel global, la suba de los precios del petróleo y los commodities alimenticios, la caída de las criptomonedas y la vuelta de la volatilidad a los mercados financieros. Todo ello, en gran parte, debido a la invasión rusa a Ucrania,
iniciada a fines de febrero, que volvió a sacudir una economía que no terminaba de recuperarse luego de los dos años más severos de pandemia. El detalle que mejor grafica el signo de época de este encuentro fue, precisamente, que la figura que más atrajo la atención de los concurrentes al Foro, fue la del Presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, que aprovechó su videoconferencia para volver a pedir a las grandes marcas que se retiren de Rusia. Ocurre que, ante un rol desdibujado de las Naciones Unidas por impedir la guerra y la imposibilidad de una acción directa contra Rusia por parte de la OTAN, el camino elegido por Estados Unidos y varias naciones de Europa fue brindar apoyo logístico y financiero a Ucrania, promover una serie de sanciones económicas y ejercer una fuerte presión sobre las empresas occidentales que operan en Rusia. De esta forma, importantes compañías de origen norteamericano o europeo, como la principal cadena de
Desafío Exportar | Junio 2022
comidas rápidas, la mayor cadena de cafeterías y una de las cerveceras más importantes del mundo, abandonaron sus negocios en Rusia. Pero ni las hamburguesas, ni el café, ni la cerveza son los responsables ni los causantes de las muertes y destrucción en Ucrania. Como tampoco lo son los usuarios y consumidores rusos de esas marcas. Por eso algunas compañías decidieron seguir operando en Rusia, pese a las presiones, y exhibir su compromiso por la paz, de otras maneras, por ejemplo, donando parte de sus ingresos a fondos de reparación para las víctimas. Otra de las medidas implementadas, bajo la presión de Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea, fue la desconexión de los principales bancos rusos del sistema SWIFT (Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Mundiales), para intentar aislar un poco más al gobierno de Vladímir Putin y forzarlo a detener el ataque. ¿No hubiera sido más coherente en el camino de la paz, por ejemplo, si antes se hubiera propuesto desconectar del sis-