Recuperación de pueblos abandonados en el alto Aragón. Estrategias de revitalización territorial desde la innovación cultural, social y patrimonial Sixto Marín Gavín ■ Escuela de ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Zaragoza
1 ■ INTRODUCCION Los paisajes específicos, derivados del conjunto de acciones de un grupo cultural determinado en un medio natural concreto, forman parte de los llamados paisajes culturales (Sauer, 1925). Existen, en esos procesos de antropización, unos condicionantes que se sobreponen al paso del tiempo y aparecen recurrentemente en los distintos estratos depositados sobre el territorio, fruto de la continua acción del hombre sobre el mismo (Martínez de Pisón, 2009). Pero ¿qué ocurre cuando este proceso de interpretación sobre la acción de nuestros antepasados se produce sin solución de continuidad, de modo que la lectura sobre las claves de intervención en el territorio se produce años o décadas después, con un marco mental, cultural y socioeconómico radicalmente distintos? Las experiencias contemporáneas de recuperación de asentamientos abandonados suponen un compendio de respuestas diferentes a esta misma cuestión en contextos y circunstancias diversas. La actualización de los esquemas poblacionales obsoletos y la renovación de las comunidades que los han de ocupar se produce, en estas iniciativas, desde una mirada respetuosa pero crítica sobre un patrimonio cultural, construido y paisajístico específicos. La revitalización de pueblos deshabitados y los territorios que los rodean, en base a sus valores como paisajes culturales supone una “protección activa” del patrimonio, conservándolo de la mejor manera posible, a través de su actualización y uso cotidiano. El respeto y reconocimiento de los paisajes culturales está llamado a ser un factor clave en el desarrollo territorial contemporáneo (Sabate Bel, 2011) no sólo por su valor cultural y atractivo turístico sino también por su potencial como espacio para la innovación cultural y la dinamización territorial. La conservación y revitalización de estos paisajes culturales pasa por su transformación contenida y actualización coherente, más que por su recuperación literal y musealización (Kolen, 2006). El medio rural constituye, en estos momentos, un marco idóneo para el desarrollo de nuevas soluciones habitacionales contemporáneas, así como para la difusión de una nueva forma de entender nuestra relación con el territorio, más allá del medio urbano, pero estrechamente ligada al mismo. En el Pirineo altoaragonés, la falta de competitividad de los sectores productivos (Collantes and Pinilla, 2011) y las políticas hidrológicas y de reforestación (Tarazona, 2019) de la segunda mitad del siglo XX derivaron en la despoblación de una parte importante de su territorio y el abandono súbito de decenas de asentamientos (Acin Fanlo, 1997). La radicalidad y alcance de este proceso facilitó, por otro lado, la conservación intacta e inalterada de una parte importante de la estructura territorial tradicional desde el momento de su abandono hasta la actualidad. El conjunto de estos restos de la antropización secular del territorio altoaragonés constituye un Paisaje Cultural de un alto valor patrimonial. Son una muestra del sometimiento histórico del ser humano al medio natural, un buen ejemplo de la equilibrada e inteligente transformación del entorno por parte de nuestros antepasados. (Lasanta and Garcia-Ruiz, 2018). Lejos de una visión nostálgica sobre el fenómeno del abandono y la despoblación (Satue, 1984) el análisis del conjunto de casos de recuperación de pueblos abandonados (Marín Gavín, 2018), nos invita a poner en valor la oportunidad de intervención integral y revitalización de un hábitat obsoleto y despoblado. Un núcleo deshabitado constituye un marco idóneo para la experimentación e innovación paisajística, cultural, urbanística, constructiva o habitacional adaptada a un contexto equilibrado, de gran valor patrimonial y en estrecha relación con la naturaleza.