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por José Ignacio Gómez Zorraquino
LAS RELACIONES MERCANTILES ENTRE ARAGÓN Y CATALUÑA EN EL SIGLO XVIII
José Ignacio GÓMEZ ZORRAQUINO*
En esta Comunicación pretendemos aportar algunos pequeños apuntes que puedan servir para conocer mejor las relaciones comerciales y humanas entre Aragón y Cataluña. Desgraciadamente, nuestro análisis no sirve para medir cuantitativamente estas relaciones, sino que al hilo de varias noticias plantearemos algunas reflexiones sobre los contactos comerciales.
Antes de empezar a precisar el estudio queremos hacer las siguientes observaciones:
— Debemos decir que una parte importante de las relaciones mercantiles catalano-aragonesas estaban controladas por miembros de la burguesía originarios de Cataluña. Este aspecto no es muy novedoso si tenemos en cuenta que existen varios estudios sobre las actividades de la colonia catalana asentada en diversas zonas peninsulares y de los contactos mercantiles de estos territorios con Cataluña.
La mayor parte de la documentación utilizada para la realización del estudio procede de los diferentes archivos aragoneses. Esto significa que el análisis se centra mucho más en las particularidades de las relaciones comerciales desde Aragón hacia Cataluña que desde el territorio catalán hacia Aragón.
Creemos que el conocimiento de las relaciones mercantiles entre Aragón y Cataluña está en manos de los investigadores que estudian el ámbito catalán. Esto es debido, principalmente, a dos motivos: a la pobreza documental de Aragón en relación con estos temas (creemos que ha desaparecido o se encuentra en paradero desconocido gran parte de la documentación privada) y a que los intercambios, como hemos dicho, estaban controlados en buena medida por la burguesía de origen catalán.
(*) Universidad de Zaragoza.
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Una vez realizadas estas precisiones deseamos centrarnos en dos apartados. Por una parte, se debe destacar la presencia —permanente o temporal— de comerciantes catalanes en Aragón que se dedicaban a las más diversas actividades comerciales a través de compañías mercantiles. Esta presencia se desarrolló en el contexto de la nueva situación creada tras la guerra de Sucesión (con cambios en el marco institucional, monetario,... y donde destaca la supresión de las aduanas interiores de los territorios de la Corona de Aragón y de éstos con Castilla)' y, principalmente, debido a la nueva expansión económica de Cataluña durante las últimas décadas del siglo XVIII.' La colonia catalana se asentó en Aragón en el período que va aproximadamente de 17701808, aunque con antelación también podemos encontrar esporádicamente algunos comerciantes catalanes.' El territorio aragonés era un ámbito ideal para que la burguesía catalana extendiese sus negocios, ya que podían adquirir productos agrícolas y materias primas para el consumo directo y para su transformación, bien fuesen para el mercado interior catalán o para la comercialización en el exterior. Aunque el mercado aragonés no era muy grande, la burguesía catalana también vio en dicho mercado la posibilidad de introducir productos elaborados (textiles y otros transformados industriales) y redistribuir algunos de los bienes adquiridos en dicho territorio.
Por otra parte, hay que incidir en la doble relación mercantil que mantenían algunos particulares y compañías tanto de origen aragonés como catalán. Nos estamos refiriendo a la casi exclusiva ocupación de comercializar en Cataluña las lanas y plantas tintóreas (roja o rubia,...) aragonesas y de vender en Aragón los productos textiles catalanes (paños, tejidos de algodón,...).4 Estos intercambios tenían vida al amparo de la especialización agropecuaria y del escaso peso industrial de Aragón. También gracias al crecimiento de las industrias lanera y algodonera de Cataluña, lo que propiciaba una fuerte demanda de lana y plantas tintóreas y la búsqueda de nuevos mercados para dar salida a
1. Este planteamiento lo tomamos prestado del trabajo de TORRAS ELÍAS, J. expuesto en las páginas precedentes. 2. VILAR, P. (1973), Vol. III, pp. 335-367. 3. En torno a 1750 existió una fuerte afluencia de pescadores y comerciantes catalanes hacia Galicia. La llegada de catalanes al reino murciano se centró en el período 1770-1780, teniendo gran incidencia a partir de 1820-1830. En Cádiz, los catalanes estaban presentes en 1735-1736 e incluso antes. ALONSO, L. (1986), pp. 27-47. MEUIDE, A. (1984), pp. 7-38. PÉREZ PICAZO, M. T., y LEMEUNIER, G. (1984), p. 184. PÉREZ PICAZO, M. T., y LEMEUNIER, G. (1984), pp. 747-755. MARTÍNEZ SHAW, C. (1978), pp. 347-356. MARTÍNEZ SHAW, C. (1981), pp. 89-198. DELGADO RIBAS, J. M. (1978), pp. 127-139. NAVARRO MIRALLES, L. J. (1978), pp. 63-80. OLIVA MELGAR, J. M.a (1978), pp. 113-131. GONZÁLEZ ENCISO, A. (1985), pp. 31-57. 4. ANDREU VIDIELLA, M. (1985), pp. 533-544. DURÁN, M., y TORRAS, J. (en prensa). BENAUL BERENGUER, J. M. (en prensa). MUSET PONS, A. (1988), pp. 395-403. MUSET PONS, A. (1989), pp. 45-67. TORRAS, J. (1987), pp. 145-160. SÁNCHEZ SUÁREZ, A. (1989), pp. 9-24. FERNÁNDEZ, R. (1982), pp. 1-131.
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los productos fabricados.5 La estrategia empresarial de los particulares y compañías estaba montada en el trabajo a comisión, a riesgo, a cuenta, actuando como corresponsales, etc...
Al lector le puede extrañar que no incidamos en la comercialización del excedente agrario aragonés en Cataluña (principalmente el trigo). Las razones de la aparente exclusión son evidentes, ya que la Comunicación de A. Peiró es suficientemente clarificadora y porque una parte importante de la exportación debió estar controlada por los arrendatarios de las rentas feudales. Esto último implica que durante gran parte de la segunda mitad del siglo XVIII la exportación del excedente agrario aragonés estuvo en manos de las compañías catalanas asentadas en Aragón, aspecto que ya hemos señalado. Para el resto del siglo, podemos vaticinar que la salida de los excedentes agrícolas aragoneses hacia Cataluña no alcanzaron el volumen de la segunda mitad. Las razones de esta situación deben ser diversas (el crecimiento de la producción agrícola inició su despegue conforme avanzaba el siglo, la incidencia del Canal Imperial de Aragón y del Canal de Tauste en la agricultura y en el transporte solamente es constatable a finales del siglo, etc.) y quizá una de ellas tenga mucho que ver con la configuración del grupo social de la burguesía mercantil que residía en Aragón, ya que durante el setecientos los miembros originarios de Francia (durante los primeros decenios), Navarra (entre el tercer decenio y la mitad de siglo) y Cataluña (segunda mitad del siglo) eclipsaron sucesivamente a los regnícolas. Esto significa que los franceses y navarros debieron orientar sus actividades exportadoras e importadoras hacia sus lugares de origen o donde los beneficios fuesen mayores pero sin que Cataluña contase con las ventajas de los años de finales de siglo.
Todo lo dicho hasta el momento significa que las relaciones mercantiles entre Aragón y Cataluña estaban fundamentadas en la exportación de productos agropecuarios aragoneses a Cataluña y en la importación por parte de Aragón de productos elaborados en el territorio catalán (principalmente textiles). Además, también debemos añadir la particularidad de que una parte importante de este tráfico estaba controlado por los fabricantes y comerciantes catalanes. Estos aspectos reforzaron la especialización productiva de ambos territorios en la dirección citada anteriormente, dándose la circunstancia de que, previsiblemente, la balanza de pagos era favorable a Cataluña. Tampoco podemos perder de vista el que el capital acumulado por los catalanes —gracias a la comercialización por tierras aragonesas— se invertía en sus lugares de procedencia, provocando una descapitalización a largo plazo de Aragón.
Como hemos anticipado, las relaciones comerciales entre Aragón y Cataluña debieron adquirir mayor importancia durante la segunda mitad del siglo
5. MALUQUER DE MOTES, J. (1984), pp. 268-280. TORRAS, J. (1981), pp. 7-28. TORRAS, J. (1984), pp. 113-127. MUÑOZ LLORET, J. M. (1984), pp. 399-409. BADOSA COLL, E. (1984), pp. 345349. MARTÍNEZ SHAW, C. (1985), pp. 55-131. MUSET PONS, A. (1989), pp. 45-67. MARTÍNEZ SHAW, C. (1974), pp. 243-267. FONTANA, J. (1974), pp. 358-365. VILAR, P. (1981), pp. 173-191. GRAU, R., y LóPEZ, M. (1974), pp. 59-91. VÁZQUEZ DE PRADA, V. (1984), pp. 635-642. SÁNCHEZ SUÁREZ, A. (1984), pp. 779-785. FERRER ALóS, LL. (en prensa). CARRERAS, A. (1990), pp. 260-274.
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XVIII y una especial relevancia en el último cuarto de siglo. Es en ese momento cuando la economía catalana vivió bajo un fuerte expansionismo y cuando llegó al territorio aragonés la colonia catalana de comerciantes. Aragón también estuvo inmerso en un destacado crecimiento económico durante gran parte del siglo XVIII, al amparo de la coyuntura favorable, de los cambios en la agricultura,... y porque el dinamismo de la economía catalana también influyó positivamente en el territorio aragonés.
La llegada de diversas compañías comerciales catalanas al territorio aragonés supuso una inyección importante en los intercambios catalano-aragoneses, ya que las actividades de estas compañías se fundamentaban en la comercialización en el interior y exterior de los excedentes agropecuarios aragoneses y en la importación desde Cataluña de diversos productos elaborados.
Las compañías de los Cortadellas (Francisco Cortadellas, José Cortadellas, Francisco Satorras, Antonio Figarola, Tomás Ignacio Soler, Ramón Jover, José Comas y Antón Bosch), de los Goser (Ramón Casellas, Francisco Goser, Ramón Goser, Vicente Goser, José Goser y Pablo Morros), de Castaño (Miguel Francisco Garde, Pablo Pijuán —padre—, Pablo Pijuán —hijo—, José Castaño y Jaime Espina), de Cos (José Cos y Cía), de García Molas (Jaime García Molas, José Bover y José García Alegre) y de Iglesias (Magín Iglesias) participaron activamente en los arrendamientos de las rentas feudales.' Gracias a estos contratos tenían la posibilidad de conseguir un primer beneficio fundado en la diferencia entre lo pagado y lo recaudado. Además, la recaudación de las rentas feudales aportaba una serie de productos agropecuarios dispuestos para su comercialización. Seguramente, una pequeña proporción de estos productos eran distribuidos dentro del territorio aragonés (especulando con la escasez) y el resto se destinaban a la exportación con dirección a Cataluña (donde eran consumidos directamente o reexportados y también podían ser transformados para el consumo interior o para ser nuevamente exportados).'
El interés de las compañías catalanas por la recaudación de las rentas feudales se demuestra claramente por su continuada participación en los arrendamientos. Todas las compañías reseñadas fueron arrendatarias de las rentas de las más diversas poblaciones de las actuales provincias aragonesas, aunque, como es lógico, el campo de actuación era más amplio en el caso de las sociedades de mayor peso económico. Tampoco podemos olvidar que estas sociedades fundaron varias factorías con el fin de facilitar la administración de las citadas rentas y, a la par, poder adquirir diversos productos y participar en la intermediación comercial (alquiler de mulas, compra-venta y arriendo de pro-
6. GÓMEZ ZORRAQUINO, J. I. (1988), pp. 405-423. Algunas de estas compañías han sido analizadas en diversos trabajos. Las referencias sobre estos estudios se pueden localizar en las páginas del citado artículo. 7. El interés de la compañía Cortadellas por la transformación de los productos agrarios puede explicar la creación de una fábrica de jabón propia, fundada en Calaf (en junio de 1784), y donde además de jabón elaboraban aguardiente, vino y aceite. MUÑOZ MELGAR, R. (1984), pp. 321-331.
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piedades rústicas y urbanas, préstamos monetarios, etc.).8 La compañía de los Cortadellas fundó factorías o administraciones en Canfranc, Huesca, Mallén, Siétamo, Ballobar, Monzón, Salillas, Sena, Fraga, Mequinenza, Sariñena, Teruel y Zaragoza. La sociedad de los Goser creó factorías en Híjar, La Puebla de Híjar, Sástago y Zaragoza.
Aunque estas claves no sirven para cuantificar el volumen de lo recaudado, de lo exportado y, mucho menos, del beneficio comercial, ello no descarta que una parte importante de los excedentes agropecuarios contratados por los catalanes tomasen rumbo a Cataluña gracias al transporte fluvial o terrestre.'
El otro aspecto importante de las relaciones mercantiles entre Aragón y Cataluña es la casi exclusiva ocupación de algunos particulares y compañías en comercializar la lana aragonesa en Cataluña y de hacer lo mismo en Aragón con los textiles catalanes. Esta doble actividad se complementaba con otras actuaciones como la exportación de productos aragoneses a Cataluña (plantas tintóreas, azafrán...) y la importación de otros que podían provenir de la producción catalana o del comercio exterior de este territorio (cacao, canela, azúcar,...)."
Como hemos anticipado, la doble relación comercial que mantenían Aragón y Cataluña con respecto a la lana y a los textiles tenía su fundamento en que ambos territorios eran excedentarios en los productos que exportaban y deficitarios en los que importaban. Aunque desconocemos el volumen de la producción lanera de Aragón, el consumo interior de este producto y las sumas exportadas, suponemos que la mayor parte de la producción salía al exterior como consecuencia del escaso peso de la industria textil aragonesa y de la demanda de lana de la industria europea y catalana." Debemos tener en cuenta que la industria lanera catalana experimentó un importante crecimiento hasta 1760-1770." Posteriormente, esta industria dio un giro importante entre 1833 y 1849, con el comienzo de la fabricación de géneros finos y de «novedad» —que exigía materia prima de primera calidad— y la introducción de las primeras máquinas de vapor. Este subsector se mecanizó íntegramente, aunque con mayor lentitud que el algodonero, y se concentró en Sabadell y Terrassa."
8. GÓMEZ ZORRAQUINO, J. I. (1988), pp. 411-423. 9. Solamente contamos con escasas noticias sobre la salida de productos hacia Cataluña. 10. ANDREU VIDIELLA, M. (1984), pp. 533-544. 11. Seguramente, la demanda catalana y europea propició el que los precios de la lana aragonesa satisfechos por la industria de dichos territorios fuesen superiores a los pagados en Aragón. Por ello, algunas partidas que «a priori» podían ser objeto de transformación cerca del ámbito de la producción recalarían definitivamente en el exterior.
Aunque aquí estamos destacando los contactos entre Aragón y Cataluña tampoco podemos olvidar que unas relaciones similares se desarrollaban entre Aragón y el sur de Francia. 12. TORRAS ELíAS, J. (1981), pp. 7-28; (1984), pp. 113-127. MUÑOZ LLORET, J. M. (1984), pp. 399-409. BADOSA COLL, E. (1984), pp. 345-349. 13. MALUQUER DE MOTES, J. (1984), p. 274.
Así pues, a los condicionamientos económicos propios del territorio aragonés debemos unir el proceso evolutivo de la industria catalana. Además, tampoco podemos olvidar los cambios acaecidos en el comercio exterior español (de los que no debió escapar Aragón), centrados principalmente en los últimos años del siglo XVIII y principios del XIX. Si nos referimos a los tejidos se puede decir que a mediados del ochocientos se nota una caída importante de las importaciones de estos bienes manufacturados." Por otra parte, en torno a 1820 hay una pérdida de los mercados laneros europeos y un descenso del precio de la lana, situación que se agrava conforme avanza el siglo." Serán, pues, estas cuestiones las que nos permitirán interpretar los datos disponibles hasta el momento, sin olvidar algunas particularidades de Aragón.
Tradicionalmente, una parte importante de la lana aragonesa viajaba a diversos países europeos y especialmente a Francia. Durante los primeros años del siglo XVIII debió mantenerse esta tendencia gracias al papel que desempeñaba la burguesía mercantil francesa dentro de Aragón. Solamente en la segunda mitad del siglo XVIII debió cambiar esta dinámica por la fuerte influencia de la burguesía originaria de Cataluña. Esto significa que el comercio específico de la lana aragonesa exportada a Cataluña solamente fue destacado durante la segunda mitad del setecientos. Cuando esta situación podía perdurar —en los inicios del siglo XIX—, el proceso de modernización de la industria pañera catalana, su especialización en géneros de calidad y los cambios acaecidos en el comercio exterior echaron por tierra estos intercambios. Se prefería la lana castellana —de mejor calidad— porque la aragonesa sólo podía emplearse en la fabricación de paños de calidad baja y media.'
La importación de productos textiles catalanes por parte de Aragón se desarrolló en términos similares al proceso exportador de la lana aragonesa, aunque con alguna matización. Durante la primera mitad del siglo XVIII, Aragón debió abastecerse principalmente de géneros textiles franceses, ingleses,... y sólo esporádicamente de catalanes. Esta tendencia debió empezar a decantarse a favor de Cataluña muy a finales del siglo XVIII, cuando mejoraron la calidad de sus paños, cuando los precios fueron más competitivos y cuando la colonia catalana tomó fuerza en Aragón. Conforme se penetra en el siglo XIX, los géneros textiles catalanes eran más apreciados en Aragón y en el resto del territorio peninsular, todo ello coincidiendo con el proceso modernizador de la industria catalana y con la prohibición de entrada en España de un buen número de productos europeos. Así pues, encontramos la paradoja de que la lana aragonesa era rechazada en Cataluña cuando más aceptación
14. Remitimos al lector a los trabajos de L. PRADOS DE LA ESCOSURA. 15. Destaca el trabajo de GARCÍA SANZ, A., «La agonía de la Mesta y el hundimiento de las exportaciones laneras: un capítulo de la crisis económica del Antiguo Régimen en España», Agricultura y Sociedad, n.° 6,1978, pp. 296-310. 16. La cabaña aragonesa no estaba formada por ovejas merinas, raza ovina que producía una materia de excelente calidad. Solamente en la sierra de Albarracín y en otras áreas limítrofes con Castilla existía un buen número de cabezas de esta raza. Además, estas zonas altas se beneficiaban de las ventajas de la transhumancia, lo que facilitaba una mejor alimentación durante el invierno y propiciaba una mayor cantidad y calidad de lana por oveja.
tenían los textiles catalanes en Aragón. Esto es debido a que la producción lanera no se ajustó a las demandas del mercado y sí lo hizo la industria textil.
Como ejemplo de lo que decimos podemos citar los siguientes datos: Así, durante la segunda mitad del siglo XVIII, la empresa pañera creada por la casa Torelló, en Igualada, vendió en Aragón una proporción importante de su producción pañera (en Tamarite de Litera, Barbastro, Huesca, Daroca, Calatayud y Zaragoza). A la par, esta empresa adquirió en el territorio aragonés buena parte de la lana de calidad media que la empresa necesitaba, pero también aceite para utilizarlo en la fabricación de paños." Algo semejante hacía la fábrica de Antón y Joaquín Sagrera, de Terrassa, durante los años 1792 y 1807.18 Otros ejemplos de actuaciones similares se encuentran en la casa Francesc Ribas y Cía, que vendía indianas en Zaragoza, Huesca y Barbastro (la distribución en Zaragoza representaba el 0,69% del total de las ventas de la casa durante 1766-1768 y 1774-1783) y compraba roja en Tarazona.'9 La fábrica de indianas barcelonesa de Joan Rull y Cía se proveía en Aragón de productos tintóreos y otras materias primas a través de la compañía zaragozana creada por Joaquín Bentué y Cía (durante 1791-1800)." La casa Armengol Gener distribuía azúcar, cacao, canela, cera, cochinilla, palo campeche y palo de Brasil en el territorio aragonés y adquiría cacao, canela, cochinilla y grana en Zaragoza (esta casa adquirió el 4,22% del total de sus mercancías en Aragón y exportó a dicho territorio el 3,27% de sus ventas, todo ello durante los años 1749-1784).2'
Desde el territorio aragonés, los Torres y otras casas comerciales actuaban como corresponsales de varias fábricas de textiles y comerciantes de Cataluña durante la segunda mitad del setecientos.' Estas corresponsalías tenían la función de distribuir los productos textiles catalanes en Aragón y su entorno y proveer a la industria con lana y otras materias primas. Así, los Torres servían lana y aceite a los Torelló, Gloria, Valls, etc., y percibían paños y otros productos textiles de los Torelló y otras fábricas para luego ser distribuidos por el territorio aragonés. Esta actuación comercial se concretaba principalmente a comisión, aunque en otras ocasiones se realizaba al contado, a plazos, a cuenta,...23
Otra casa comercial con orígenes catalanes que actuó de forma similar a la de los Torres —también originarios de Cataluña— fue la de los hermanos Garriga, aunque éstos trabajaron en los primeros decenios del siglo XIX. Esta casa, asentada en Zaragoza, distribuía por Aragón los productos textiles cata-
17. DURÁN, M. y TORRAS, J. (en prensa). 18. BENAUL BERENGUER, J. M. (en prensa). 19. MUSET PONS, A. (1988), pp. 397 y 399-400. 20. SÁNCHEZ SUÁREZ, A. (1989), pp. 16-17. 21. ANDREU VIDIELLA, M. (1984), pp. 535-540. 22. GÓMEZ ZORRAQUINO, J. I. (1989), pp. 121-123. 23. TORRAS, J. (1987), p. 154. FERNÁNDEZ, R. (1982), p. 40.
lanes24 y, seguramente, adquiría las materias primas necesarias para la industria pañera. Fue a partir de 1831 cuando la sociedad «Garriga Hermanos» se especializó en estas actividades pero también participó en otros negocios (transportes, hilatura y minería)."
Por último, queremos citar la casa comercial de los Fortea. Esta casa, asentada en Zaragoza, tenía unos orígenes aragoneses, a diferencia de los fabricantes y comerciantes de textiles citados (Torelló, Sagrera, Ribas, Rull, Armengol, Torres y Garriga). A pesar de esta particularidad, las actuaciones mercantiles de los Fortea no difieren mucho de lo dicho hasta el momento. Sin embargo, la documentación localizada nos permite profundizar en algunas particularidades de los contactos de esta casa con el exterior y ratificar los pequeños cambios que hay en las relaciones comerciales entre Aragón y Cataluña, especialmente durante los primeros años del siglo XIX."
La sociedad de los Fortea empezó fundamentando sus actuaciones en el trabajo de los hermanos Joaquín y Manuel Fortea. Joaquín controlaba la sociedad desde Zaragoza, donde estaba la sede social. Manuel, residente en Calamocha, participaba en la adquisición de las materias primas que luego eran exportadas y distribuía los géneros textiles que llegaban a manos de su hermano. Este papel de Manuel nos muestra una de las señas de identidad de la casa Fortea en los primeros años del siglo XIX. Nos referimos a que Calamocha —lugar de nacimiento de los miembros de la sociedad— y su entorno jugaban un papel imprescindible en los negocios, porque eran el centro del aprovisionamiento y distribución de las mercancías comercializadas. Otra seña de identidad es que buena parte de la lana exportada se adquiría en Aragón y en las zonas castellanas limítrofes (Lechago, Santa Eulalia del Campo, Blancas, Bello, Bañón, Fuentes Claras, Odón, Torralba de los Sisones, Used, Monreal del Campo, Peracense, Pozondón, Monterde, Pozuel, Albarracín, Miravete, El Campillo y la sierra del entorno de Molina de Aragón). Finalmente, debemos destacar que la mayoría de los contratos de compra de tejidos y de venta de lana aragonesa eran concordados con Francia —donde Marcelo Maisounabe, residente en Olorón, actuaba como factor de la casa, encargándose de la distribución de la lana en Toulouse, Bordeaux... y de las compras de tejidos franceses, aunque también pasaban por sus manos los adquiridos en otros países del continente europeo—, quedando Cataluña relegada a un segundo lugar." Esta situación, constatable en los años 1817-1818, sólo cambió un poco cuando el siglo XIX estaba bien avanzado (tenemos constancia de ello para los años 1842-1846). Además, como ya hemos adelantado, se puede plantear la
24. Remitimos al lector al trabajo de GARCÍA LÓPEZ, J. R., incluido en este volumen. 25. Ibídem. 26. Este trabajo lo estamos concretando en la actualidad. 27. Se pueden constatar relaciones comerciales recíprocas con los fabricantes de paños José Castelví (vecino de Esparreguera), Francisco 011er (vecino de Centelles), José y Juan Bautista Galí (vecinos de Terrassa). Además, la casa Fortea adquirió textiles de algodón a los fabricantes José Rogen y Cía (de Barcelona), Ramón Joval (de Reus) y Juan Martí (de Valls).
hipótesis de trabajo de que la situación descrita para 1817-1818 se debe ampliar a buena parte del siglo XVIII.
La citada hipótesis no entra en contradicción con lo dicho hasta ahora por los siguientes motivos: — Aunque la presencia francesa en Aragón fue debilitándose conforme avanzaba el siglo XVIII, esta relación no podía desaparecer de la noche a la mañana. Por ello, no nos debe extrañar que Aragón mantuviese con Francia unas importantes relaciones comerciales durante el siglo XVIII y principios del XIX. — Anteriormente hemos hablado del desarrollo de la industria textil catalana durante buena parte del siglo XVIII y, principalmente, durante los primeros decenios del siglo XIX. Sin embargo, no podemos olvidar que la industria inglesa, francesa,... inició su crecimiento y modernización con anterioridad a la catalana. Esto significa que la producción textil de los citados países iba por delante de la catalana tanto en calidad como en precios. Por ello, es lógico pensar que Aragón prefiriese comprar los productos textiles europeos, solamente desplazados por los catalanes cuando éstos fueron verdaderamente competitivos en el mercado.
Una prueba documental de lo que afirmamos se encuentra en una carta de Joaquín Fortea, fechada el 17-1-1818, y remitida a los señores Galí y Vinyals, fabricantes de paños, vecinos de Terrassa, donde les dice lo siguiente: «No dudo que con la plantificación de nuevas máquinas y la reunión de capitales podrán Vds. llevar su fábrica de paños al grado de mayor perfección y que los precios modificarán alguna cosa, a fin de que por este medio consigamos sean preferidos a los extranjeros, que es lo que tanto conviene a nuestro ramo de la industria nacional...».28 — Tampoco podemos perder de vista las duras prohibiciones de introducir algunos géneros europeos en España durante las primeras décadas del siglo XIX. Con esta actuación y con la creación de determinados aranceles se protegía la industria nacional y se castigaban las importaciones europeas. Con la implantación de esta política exterior y la paralela modernización de la industria textil catalana se crearon los pilares básicos para que los textiles europeos quedasen relegados a un segundo lugar, por detrás de los nacionales.
Esta última cuestión enlaza con las observaciones del inicio del trabajo y nos permite mostrarnos pesimistas sobre el largo y dificultoso camino que hay que recorrer para conocer en profundidad las relaciones comerciales entre Aragón y Cataluña. Los trabajos monográficos sobre diversas casas comerciales y fabricantes textiles catalano-aragoneses están permitiendo hacer valoraciones sobre los intercambios entre ambos territorios e incluso plantear hipótesis sobre los momentos en que hay un mayor o menor volumen. Sin embargo, estos datos no clarifican el peso de las relaciones comerciales catalano-aragonesas en el monto total de los contactos mercantiles de estos territo-
28. Biblioteca de la Fac. de CC. EE. Fondos Fortea. L-164. Carta de 17-1-1818.
ríos con el exterior. Este aspecto final es de vital importancia para poder calibrar en su justa medida los intercambios entre Aragón y Cataluña.
Este planteamiento no enmascara una realidad bastante constatable. Aragón y Cataluña mantuvieron durante el siglo XVIII y principios del siglo XIX unos contactos comerciales nada despreciables. Ambos territorios, fronterizos y hermanados históricamente, tenían unas particularidades económicas que se complementaban a la perfección. Buena parte de los excedentes agropecuarios aragoneses tenían salida en el mercado catalán y una proporción de la producción industrial catalana encontraba compradores en Aragón. Estos intercambios, fundados en buena medida en el paulatino avance de la especialización productiva, contribuían a que la citada especialización aumentase.
De acuerdo con los productos intercambiados —y sin tener en cuenta el volumen— podemos pensar que la balanza de pagos entre Aragón y Cataluña era favorable al territorio catalán. También existían diferencias en cuanto a los agentes de la comercialización, ya que las sociedades catalanas controlaban la mayoría de los intercambios y ello permitía que el beneficio comercial fuese a parar a Cataluña. Éstos y otros aspectos nos ponen en contacto con una serie de conceptos como «descapitalización», «dependencia», «atraso industrial»..., aplicables a la economía aragonesa y que están conectados con las relaciones económicas catalano-aragonesas. Sin embargo, a la hora de utilizar estos conceptos no se pueden perder de vista los puntos positivos de estas relaciones en Aragón, tales como la dinamización de la vida comercial y el desarrollo del sector agropecuario. Todo ello, gracias al destacado papel de la colonia catalana asentada en el territorio aragonés y al dinamismo de la economía de Cataluña.
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