74 minute read

tre Aragón y Cataluña, por Antonio Peiró Arroyo

COMERCIO DE TRIGO Y DESINDUSTRIALIZACIÓN: LAS RELACIONES ECONÓMICAS ENTRE ARAGÓN Y CATALUÑA

Antonio PEIRÓ ARROYO

LAS RELACIONES ECONÓMICAS ENTRE ARAGÓN Y CATALUÑA

La tesis central del presente trabajo se refiere a la transformación que experimentó la estructura productiva aragonesa a partir de mediados del siglo XVII. Una transformación en la que la exportación de cereales dejó de ser el destino dado a los excedentes producidos en Aragón, para convertirse en el principal motor de la economía aragonesa, alcanzándose —a fines del siglo XVIII— una situación en la cual buena parte de la producción se hallaba vendida incluso antes de haber sido cosechada.

La exportación de cereales aragoneses a Cataluña es muy antigua, pero la transformación de su carácter se produjo únicamente a mediados del siglo XVII. En ese momento, el brusco hundimiento del nivel de la población aragonesa motivó la existencia de mayores excedentes, que se comercializaron en Cataluña para poder hacer frente a la salida monetaria generada por la importación de productos textiles procedentes primero de Francia, y luego de Cataluña.

La hipótesis de la que partimos es que esta especialización fue buscada conscientemente por los grandes propietarios, por la facilidad que suponía la venta de los excedentes de cereales y aceite. Por el contrario, los pequeños propietarios fueron incapaces de adaptarse, y siguieron produciendo vino, casi imposible de comercializar a fines del siglo XVIII.

La transformación no afectó únicamente a la estructura de cultivos. Uno de sus efectos fue el hundimiento de la producción textil, y el destino de buena parte de los brazos a la agricultura. En conjunto, el fenómeno significaba poner límites al crecimiento poblacional: las mejoras agrarias (nuevas roturaciones, puesta en riego, etc.) implicaban aumento de la producción, pero ésta no iba destinada al consumo sino a la exportación.

35

Cuanto más se avanza en el tiempo, de forma más evidente aparece el fenómeno en la documentación. A fines del siglo XVIII, se había pasado de producir para consumir (y exportar los excedentes) a producir para exportar (y consumir los excedentes). Hallándose prefijado el volumen de la exportación, el nivel del consumo interior podía ser muy alto en años de buenas cosechas, pero reducidísimo en los de malas. De ahí la importancia relativa de protestas populares, como la que tuvo lugar en 1766 (precisamente cuando comenzaban a notarse los efectos del libre comercio) o la que estuvo a punto de producirse en 1789 (siendo evitada a tiempo, mediante el recurso a la importación de trigo).

Este esquema general ha sido descrito por J. Torras, quien hace hincapié en el hecho de que «crecimiento económico y "desindustrialización": no es ninguna paradoja, entre otras cosas porque no hay "desindustrialización" más que si se atiende solamente al espacio económico aragonés, un marco de análisis insuficiente. En esa época no es ya inteligible por sí mismo, sino que debe entenderse su evolución en relación con una dinámica de especialización interregional cada vez más polarizada por Cataluña o por ciertas comarcas catalanas».' La exposición que aquí realizaremos se enmarca en esta misma línea explicativa y persigue, como objeto fundamental, la datación de las distintas fases del proceso, así como el análisis de los efectos que el comercio de cereales tuvo sobre la especialización productiva de Aragón.

El trigo no fue el único producto aragonés exportado a Cataluña, pero sí el más importante (en 1840 representaba el 38,6% del valor de las exportaciones a Cataluña).2 Otros productos eran también importantes: el aceite representaba en la misma fecha el 14,4% del valor de dichas exportaciones. Sin embargo, la importancia del trigo radica en que su salida hacia Cataluña ha sido prácticamente constante en la historia aragonesa y ha afectado a zonas muy amplias del centro de Aragón.

EL COMERCIO DE TRIGO ARAGONÉS Y SU REGULACIÓN HASTA 1707

Desde fecha muy temprana Aragón exportaba cereales a Cataluña. Esta extracción se documenta ya en 1307, y continuó durante toda la Edad Media. Se trataba de un tráfico que seguía la vía fluvial del Ebro hasta Tortosa, embarcándose posteriormente por mar hasta Barcelona. Un recorrido que se haría tradicional en años sucesivos y que provocaría numerosas disposiciones del rey y de la ciudad de Zaragoza, en orden a regular el comercio y eliminar

1. TORRAS ELÍAS, Jaume: «La economía aragonesa en la transición al capitalismo. Un ensayo», en Tres estudios de Historia Económica de Aragón. Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 1982, pp. 31-32. 2. MADOZ E IBÁÑEZ, Pascual: Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Madrid, P. Madoz y L. Sagasti, vol. III (1846), p. 481.

36

los obstáculos (azudes) construidos en el curso del río.' A pesar de la importancia de este comercio, el reino careció por mucho tiempo de una auténtica política comercial que regulase las exportaciones, y en un primer momento las atribuciones más importantes estaban en manos de la Cofradía de Mercaderes de Zaragoza.

No fue hasta el siglo XVI cuando intentó definirse una política comercial propia del reino de Aragón, que se superpuso a la determinada por cada una de sus ciudades. Durante los siglos XVI y XVII las Cortes de Aragón fueron realizando algunos intentos de definir una auténtica política comercial. Intentos tímidos en sí, pero que a causa de la inercia en su aplicación, se concretaron a lo largo del siglo XVII en una política definida en función de los niveles de precios.

En 1585 las Cortes de Monzón-Binéfar ordenaron que las viedas de panes fuesen generales, prohibiendo a los diputados dar licencias particulares bajo pena de perder el oficio y salario de todo el año.' Esta medida es excepcionalmente importante, si tenemos en cuenta la generalización a lo largo de este siglo de disposiciones que impedían la exportación y que tenían un carácter limitado y, por tanto, de escasa efectividad. De esta manera, quedaba perfectamente definido el carácter general de las viedas. Por otra parte, el Fuero otorgaba a los diputados dicha facultad, en contra de su atribución al virrey, cuestión que había dado lugar a graves enfrentamientos a lo largo del siglo. Las Cortes de Tarazona de 1592 renovaron la vigencia de este Fuero.'

El siguiente paso fue el adoptado por las Cortes de Barbastro-Calatayud de 1626, que permitieron la libre extracción del trigo, pagando los derechos reales. La única limitación que se ponía a este comercio era cuando su precio alcanzase los 45 reales por cahíz, durante ocho días seguidos. En tal caso, los diputados habrían de prohibir la exportación, pregonándola previamente, sin perjuicio de los privilegios de Teruel, Albarracín y sus comunidades. Se señalaba también la función reguladora del almudí de Zaragoza, donde habrían de observarse los precios. El Fuero introducía por primera vez un elemento objetivo en la adopción de la decisión de vieda, que antes quedaba a voluntad de los diputados.'

La medida había sido propuesta en el brazo de las Universidades por los síndicos de Zaragoza, que habían planteado que la prohibición fuese adoptada cuando el precio alcanzase los 40 reales por cahíz, durante quince días. La oposición de los síndicos de las villas de Almudévar, Bolea, Loarre y Murillo (todas ellas en la zona triguera de los alrededores de Huesca) llevó a una solu-

3. Asso, Ignacio de: Historia de la economía política de Aragón. Zaragoza, Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Estación de Estudios Pirenaicos, pp. 221-223 (1.a ed.: reimp.: 1983). 4. Todo ello sin perjuicio de los privilegios de Teruel, Albarracín y sus comunidades (Fveros y Observancias del Reyno de Aragon. [Zaragoza, Diego Dormer, 1667], ff. 222'-223). 5. Ibíd., f. 239'. 6. Ibíd., f. 255.

ción de compromiso, como la finalmente tomada.' Las siguientes reuniones de Cortes no variaron esta política, adoptando únicamente disposiciones parciales.'

La fijación en 1626 de una tasa para la exportación de trigo tuvo como efecto —en un primer momento— limitar su exportación, ya que el umbral señalado era muy alto. Los Actos comunes de los Diputados del Reino recogen periódicamente los pregones de viedas. Podían tener lugar en cualquier época del año, pero su significación económica era muy variable según cuál fuese ésta. En efecto, no es lo mismo que la vieda tuviese lugar en junio, con la cosecha recién recogida, que en los meses posteriores cuando la mayor parte de las partidas destinadas a la exportación habían tenido ya salida. Los diputados del reino ocupaban su cargo el 1 de junio; una de sus primeras tareas era investigar el nivel de precios para decidir la proclamación de la vieda.

Los Actos comunes de los diputados, completados por la documentación municipal zaragozana,' permiten obtener una serie bastante completa de aquellos años en los que fue posible exportar trigo y de aquellos en que dicha exportación estuvo prohibida. Pero además de las viedas, otros elementos han de ser tenidos en consideración: la interrupción del tráfico comercial a causa de la guerra y la existencia de epidemias.

Por lo que respecta al primero, la Guerra de Secesión catalana motivó la interrupción de los envíos de trigo aragonés a Barcelona entre la cosecha de 1642 y la de 1652. Es cierto que en estos años hubo algunos envíos destinados al ejército real, pero el tráfico regular con Barcelona se interrumpió por completo. Lo mismo sucedió, a causa de la Guerra de Sucesión, en las cosechas de 1706 y 1707. Finalmente, hemos de considerar la incidencia negativa de la epidemia de peste de mediados de siglo que, casi con seguridad, impidió cualquier relación comercial entre la cosecha de 1650 y la de 1652.

7. A[rchivo] de la D[iputación] P[rovincial] de Z[aragoza], ms. 376; Registro del Brazo de Universidades de las Cortes de 1626, 16-VII-1626, ff. 741-741', 833-833'. 8. El brazo de caballeros e hijosdalgo de las Cortes de 1702 debatió una propuesta para la reforma del Fuero, según la cual para que los diputados pudiesen impedir la saca se precisaba que el precio del trigo alcanzase los 45 reales por cahíz, durante 15 días continuos en el almudí, carros y casas particulares de Zaragoza, en lugar de los 8 días en el almudí entonces vigentes (ADPZ, ms. 617; Registro del Brazo de los Caballeros e Hijosdalgo de las Cortes de 1702, ff. 181'182). Las Cortes de Zaragoza de 1646 autorizaron al convento de monjas de la villa de Ágreda a sacar cada año 100 cahíces de trigo (Fveros y Observancias..., f. 294) y las de 1677-78 autorizaron por una sola vez la saca de 8.000 cahíces de trigo y 4.000 de cebada para el ejército de Cataluña; concedieron a la ciudad de Barcelona la extracción de 6.000 cahíces de trigo y renovaron la autorización al convento de monjas de Ágreda; sin pagar derechos en ninguno de estos casos (Fveros y Actos de Corte de el Reyno de Aragon: Hechos por la Sacra, Catolica, y Real Magestad del Rey Don Carlos II. Nvestro Señor, en las Cortes convocadas en la Ciudad de Calatayud, y prorogadas [sic] á la de Zaragopa, y en ella fenecidas en los Años de M.DC. LXXVII. y M.DC.LX XVIII. Zaragoga, Pasqval Bveno, 1678, f. 27). 9. Los precios del trigo en estos años han sido publicados: PEIRÓ, Antonio: «El mercado de cereales y aceite aragoneses (siglos XVII-XX)», Agricultura y Sociedad, 43 (1987), pp. 213-279.

Cuadro 1

SITUACIÓN DEL COMERCIO DE TRIGO ARAGONÉS CON CATALUÑA. MESES DE JUNIO. 1627-1707

AÑOS SITUACIÓN AÑOS SITUACIÓN

1627 No consta 1628 Autorizado 1629-33 Prohibido 1634-35 No consta 1636-38 Autorizado 1639-40 Prohibido . 1670-71 No consta 1672 Autorizado 1673-75 No consta 1676 Autorizado 1677 Prohibido 1678-80 Autorizado

1641 No consta 1642-45 Prohibido. Guerra

1681-83 No consta 1684 Prohibido 1646-49 No consta. Guerra 1685-89 Autorizado 1650 Autorizado. Guerra. Epidemia 1690-91 No consta 1651 Prohibido. Guerra. Epidemia 1692-94 Autorizado 1652 Autorizado. Epidemia 1695 No consta 1653-54 Autorizado 1696 Autorizado 1655-57 No consta 1697-99 No consta 1658-62 Autorizado 1701-02 Autorizado 1663 No consta 1703 Prohibido 1664 Prohibido 1704-05 Autorizado 1665-68 No consta 1706 Autorizado. Guerra 1669 Autorizado 1707 No consta. Guerra

Fuente: A[rchivo] de la D[iputación] P[rovincial] de Z[aragoza], mss. 387, 399-400, 403, 407, 424-425, 429-430, 434, 443, 445, 449-450, 468, 471, 479, 483, 503, 506, 509, 516-517, 522, 528, 533, 542, 554, 559, 561, 573, 575, 585, 588, 593-594, 601, 605, 618-619, 621; Actos comunes de los diputados, 1628-34, 1636-46, 1650-55, 1659-67, 1669-70, 1672-73, 167781, 1683-89, 1693-94, 1696-97, 1701-04; ms. 394; Cartas misivas, 11-X-1629, 5-1, 19-II, 4, 11 y 18-V, 4 y 10-VI-1630, 28-111, 3-IV, 9, 22-VIII-1631, 25-VI-1632, ff. 10, 20, 24, 32-33', 35', 40'-41, 94'-95, 97-97', 119, 122', 161; A[rchivo] M[unicipal] de Z[aragoza], ms. 61; Actos comunes, 1651; ms. 45-B-44 a 47, 49 a 59, Bastardelos, 1649-55, 1658-65, 1668-70, 1675-80, 1688-89, 1692-95, 1699-1706.

Hechas estas consideraciones, el período de estudio puede dividirse en varias fases de características especificas, que analizaremos a continuación.

EL COMERCIO LIMITADO (1626-53)

Entre 1627 y 1652 únicamente encontramos 4 años en que fue posible la exportación a Cataluña, 18 en que no lo fue y 4 para los que carecemos de información. Es decir, únicamente fue posible exportar en el 18,2% de los años para los que disponemos de datos, concretamente en 1628, 1636, 1637 y 1638. Esto no significa que durante esos años agrícolas el trigo pudiese ser

exportado en todo momento, aunque sí en las semanas inmediatas a la cosecha.

Los diputados del reino se ocuparon por primera vez del precio del trigo el 15 de septiembre de 1628. En los últimos ocho días, el trigo de huerta se había vendido entre 40 y 43 rs. y el de monte entre 45 y 48 (aunque algunas carretadas malas se habían vendido a sólo 44 rs.).'' Sin embargo, los diputados no tomaron ninguna disposición. Al día siguiente, los Actos comunes anotan que «en el pueblo hay murmuración contra dichos SS. diputados porque no hacen dicha prohibición», mientras que en muchos lugares del reino se superaban los 60 rs. por cahíz, a causa del elevado volumen de la exportación y muchas partidas de trigo estaban preparadas para salir por el río. Los diputados se dividieron ante las medidas a adoptar: cinco eran favorables a hacer el pregón de vieda, mientras que otro opinaba que el Fuero hablaba de que el precio fuese comúnmente de 45 reales y ése no era el más corriente. Otro de los diputados solicitó la opinión de los abogados. Dos días más tarde uno de los abogados fiscales informaba que el trigo estaba a un precio inferior al señalado en el Fuero para autorizar la vieda. Finalmente, el 27 de septiembre los diputados acordaron la vieda."

Entre 1636 y 1638 estuvo también autorizada la exportación de trigo, pero en 1636 llegó muy poco al almudí, aunque no se dio pregón de vieda, al no alcanzar el precio fijado. Lo mismo ocurrió en la cosecha de 1638.12 En 1637-38 la vieda afectó al período comprendido entre el 17 de diciembre de 1637 y el 9 de enero de 1638, así como al siguiente al 21 de abril."

En las cosechas de 1650 y 1652 no se prohibió la exportación de trigo (aun- que hubo vieda desde el 19 de octubre de 1650, en la cosecha de 1652 hubo plena libertad de extracción)," pero otros acontecimientos impidieron el comercio con Cataluña: la Guerra de Secesión catalana (que afectó a las cosechas de 1642-51) y la epidemia de peste, que afectó a las de 1650-52.'

La prohibición de exportar llevaba consigo la necesidad de un sistema de control sobre las salidas de trigo y otros cereales. Los primeros momentos fueron los más difíciles. En primer lugar, era necesario realizar la tarea diplomática de negar las salidas para Cataluña (lo que se hizo en cartas dirigidas a las

10. ADPZ, ms. 387; Actos comunes de los diputados, 15-XI-1628, ff. 278'-279. 11. Ibíd., 16, 18, 27 y 28-IX-1628, ff. 279'-284, 280'-281, 295'-298'. 12. ADPZ, ms. 424; Actos comunes de los diputados, 9, 10, 13, 14 y 16-VI-1636, ff. 20, 28, 29', 30', 33-33'; ms. 429-430; Actos comunes de los diputados, 18, 21, 23, 25-26, 30-VI, 1, 3-VII1638, ff. 50-51, 53-54', 56, 57-57', 62'. 13. ADPZ, ms. 425; Actos comunes de los diputados,17 y 19-XII-1637, 9 y 11-I, 21 y 24-IV1638, ff. 165'-167, 174'-175, 185', 253'-254, 258' (y 4 hs. s.f.). 14. ADPZ, ms. 458; Actos comunes de los diputados, 14 y 21-X-1650, ff. 71-72 (y 2 hs. s.f.). 15. MAISO GONZÁLEZ, Jesús: «Noticias de la peste de Zaragoza de 1652», Estudios, 1973, pp. 17-45; ... «La peste de Huesca de 1651 y 1652», Estudios, 1975, pp. 141-163; ... La peste aragonesa de 1648 a 1654. Zaragoza, Universidad de Zaragoza. Departamento de Historia Moderna, 1982, 212 p.

ciudades de Tortosa y Barcelona, que habían solicitado sacar 3.500 cahíces) y Castilla (solicitadas por Alfaro).'6

En ocasiones, los propios diputados contravinieron sus disposiciones, como cuando en mayo de 1631 concedieron autorización a la ciudad de Zaragoza para transitar por el reino 84 cahíces de trigo, que habían adquirido en Cerdeña y querían pasar a Francia, a pesar de la prohibición acordada el 3 de junio del año anterior."

Otras veces, las autorizaciones fueron concedidas de forma irregular. El 11 de diciembre de 1677, con la vieda en vigor, los cuatro brazos de las Cortes que se estaban celebrando decidieron que se librasen a Barcelona 6.000 cahíces de trigo. Cuando la Diputación del Reino recibió la comunicación, cinco de los seis diputados se mostraron de acuerdo, pero el sexto —el noble don Félix Guillén de Rebolledo y Palafox— se opuso, alegando la vigencia del Fuero de 1626, y que la nueva decisión no se había tomado en solio. A pesar de todo, cuatro días más tarde los diputados dieron comisión para hacer la extracción, que se prolongó al menos hasta el 19 de enero, y la favorecieron con varias disposiciones.'

Por otra parte, tenían que hacer frente a la especulación de los propietarios de trigo. Los días 18 a 20 de abril de 1678, el precio del trigo fue de 44 reales por cahíz.19 Este último día, "ante dichos SS. Deputados presentes yo dicho Notario y testigos infrascriptos parecio [reserva de espacio] medidor del almudi de la presente ciudad el qual debajo el mismo juramento que presto al principio de su oficio dixo que havia hoydo decir que el trigo que el dicho Miguel Mala portero ha hecho relacion se havia vendido a quarenta y quatro reales era de unos lugares del Duque de Hijar y que se havia llevado al Almudi por parte de Juan del Pla mercader vecino de la presente ciudad para que vendiendolo a dichos quarenta y quatro reales se levantase la vieda y pudiese el sacar un trigo que tenia».2°

Finalmente, era preciso poner en funcionamiento un sistema de control de las salidas. El 30 de junio de 1651 los diputados hicieron comparecer ante ellos a Miguel Duarte, barquero de Zaragoza, que con tres barqueros más había sacado por el Ebro a Cataluña ciertas cantidades de trigo, cebada y otros panes sin haber pagado derechos del general, estando prohibido. Duarte confesó haber transportado de Escatrón a Flix a fines de mayo, una barca cargada con 200 cahíces de trigo, con una libranza que le dieron. También, en fecha no especificada —pero entre noviembre y marzo—, había llevado de

16. ADPZ, ms. 394; Cartas misivas, 11-X-1629, 19-11-1630, 3-IV-1631, ff. 10, 24, 97-97'; ms. 783; Cartas responsivas, 21-XII-1637, f. 658. 17. ADPZ, ms. 400; Actos comunes de los diputados, 3 y 5-VI-1630, 27-V-1631, ff. 10', 1111', 2 hs. s.f., 615-615'. 18. ADPZ, ms. 554; Actos comunes de los diputados, 11,15 y 16-XII-1677, 19-1-1678, ff. 67', 6 hs. 69'-70', 75-75'. 19. Ibíd., 18 a 20-IV-1678, ff. 100-100'. 20. Ibíd., 20-IV-1678, f. 101.

Escatrón a Tortosa una barca con 300 cahíces; ésta y la otra habían sido mandadas por don Agustín Val Castillo?'

Junto a las salidas por vía fluvial se encontraban las que tenían lugar por tierra, de más difícil control. A pesar de la prohibición, en los años 1630-31 salía trigo para Francia, Navarra y Cataluña." En 1677 tuvo lugar ante los jurados de Zaragoza el proceso de Joan Diego Blasco, vecino de Andorra, que había extraído de Aragón 17 cahíces 1 anega de trigo, vendidos a dos vecinos de Cherta, en Valencia." Los procedimientos para realizar esta exportación ilegal eran abundantes. El 14 de febrero de 1697, Salvador Gaspar Calvo, causídico de Zaragoza, como procurador del Reino de Aragón se dirigió a los diputados pidiendo letras intimatorias. La villa de Villaler y sus vecinos, del Principado de Cataluña, cuyos términos confrontan con Aragón, intentaban construir un molino harinero a esta parte del Noguera. De semejantes fábricas se habían experimentado en tiempos pasados grandes perjuicios a los derechos de las Generalidades, «porque los de este Reyno con pretexto de hir al molino, passan al Principado de Cataluña el trigo y otros panes y mercaderias y los de Cataluña tambien hazen lo mismo entrando dichos panes y mercaderias en dicho Reyno». Pedía que los jurados y vecinos de Montanuy no permitiesen ni diesen lugar a que se hiciese la fábrica."

LA ESPECIALIZACIÓN PRODUCTIVA

Restablecido el comercio con Cataluña tras la epidemia de peste, la realidad fue totalmente diferente de la del periodo anterior. El Fuero de 1626 que fijaba el precio máximo para que pudiese haber extracción fue renovado en cada una de las Cortes. El resultado fue que entre 1653 y 1705, el comercio de trigo con Cataluña estuvo autorizado durante 27 años y prohibido únicamente en 4 (1664, 1677 1684 y 1703),25 sin que dispongamos de información para otros

21. ADPZ, ms. 471; Actos comunes de los diputados, 30-VI y 1-VII-1651, ff. 77-78'. 22. Hemos documentado salidas por Canfranc, Fraga, Gallur, Jaca, Malón, Mallén, Monzón, Sádaba, Tamarite de Litera, Tarazona y Villanúa (ADPZ, ms. 400; Actos comunes de los diputados, 5-1, 4 y 18-y, 4 y 10-VI-1630, 28-111, 9 y 22-VIII-1631, 25-VI-1632, ff. 20, 32, 35', 40'-41, 94'-95, 119, 122', 161). 23. A[rchivo] M[unicipal] de Z[aragoza], Procesos ante los jurados, 1135. 24. ADPZ, ms. 605; Actos comunes de los diputados, 14-11-1697, f. 137', 1 h. 25. ADPZ, ms. 522; Actos comunes de los diputados, 9, 10-11, 13-15, 17, 19-20 y 23-VI1664, ff. 7'-8, 11', 15', 16'-17, 19, 30-30', 31'-35; ms. 554; Actos comunes de los diputados, 14-16, 18, 21, 23 y 30-VI, 9, 12-14, 20-21, 23-24, 27-VII, 9-VIII, 16, 18 y 20-IX-1677, 18-20, 26-27, 29-IV, 1, 3 y 6-V-1678, ff. 18, 19, 22, 23, 25', 29 (y 2 hs. s.f.), 32, 33'-35', 37, 41 (y 1 h. s.f.), 59-60, 100-100', 102-102', 104, 106, 108, 111'-112; ms. 575; Actos comunes de los diputados, 6 y 17-X-1684, ff. 61', 64' (y 1 h. s.f.); ms. 621; Actos comunes de los diputados, 1, 3-7, 10 y 11-IX-1703, ff. 40-41'. En 1654 (20 de octubre), 1660 (13 de septiembre), 1661 (26 de septiembre) y 1687 (16 de septiembre) se realizaron viedas de trigo, pero en momentos muy alejados de la cosecha, cuando las partidas susceptibles de exportación eran ya muy reducidas (ADPZ, ms. 483; Actos comunes de los diputados, 20-X y 1-XI-1654, ff. 408', 411'-412'; ms. 506; Actos comunes de los diputados, 13-IX1660, ff. 98-100; ms. 509; Actos comunes de los diputados, 27-IX-1661, ff. 143-145; ms. 593; Actos comunes de los diputados, 16 y 18-IX-1687, ff. 53'-54 (y 2 hs. s.f.).

22. Así pues, la extracción sólo estuvo prohibida en el 12,9% de las cosechas para las que disponemos de información.26

En definitiva, se produjo un aumento de las exportaciones de trigo, que hay que poner en relación con la especialización productiva que tuvo lugar dentro de Aragón. Aunque el proceso por el que se llegó a ella apenas nos es conocido, es indudable que se dio y que su existencia se debe a dos factores principales: la crisis demográfica y la política comercial diseñada por las Cortes del Reino, que fue acompañada por una insuficiente comprensión por parte de los contemporáneos del funcionamiento de la economía de éste.

La crisis de la población aragonesa en la segunda mitad del siglo XVII tuvo dos causas principales: la Guerra de Sucesión catalana" y la epidemia de peste de mediados de siglo. En cuanto a los efectos de la Guerra, estuvieron limitados a las poblaciones cercanas a la frontera, en las comarcas de Ribagorza, Litera, Medio y Bajo Cinca y Matarraña. Un total de 23 poblaciones situadas en ellas, estudiadas por G. Colás y J. A. Salas, pasaron entre 1495 y 1647, de 2.124 a 1.091 fuegos, con una reducción del 48,6%. Monzón perdió el 68,8% de su población y Tamarite de Litera el 81,1% 28

La epidemia de peste que tuvo lugar entre 1648 y 1654 afectó a numerosos lugares del reino. La insuficiencia de la documentación no permite realizar un balance final del número de muertos, pero J. Maiso ha propuesto para Zaragoza la cifra de más de 6.000 (es decir, de más del 23,9% de la población)." Otras localidades se vieron también afectadas y, en conjunto, las Cortes de 1677 calcularon que entre esa fecha y 1646 Aragón había pasado de 70.737 fuegos a 60.000, con una pérdida del 15,2% de su población.3°

Una reducción de estas características no implicaba igual hundimiento de la producción agraria. Parece lógico que las tierras primeramente abandonadas —sí es que hubo alguna— fuesen las de menor productividad. Por tanto, la cantidad disponible de cereales por persona hubo de ser mayor, lo que llevó consigo un descenso del nivel de precios y la existencia de mayores excedentes destinados a la exportación.

26. Aunque no sean estrictamente comparables con los datos de Zaragoza, los recogidos por A. BERENGUER para Fraga entre 1669 y 1736 son significativos. Para este periodo, la información se refiere a los años 1669-75, 1577, 1679, 1681-82, 1684-90, 1692-97 y 1699-1702; en todos ellos, el precio estuvo por debajo de los 45 reales por cahíz (BERENGUER GALINDO, Antonio: Un ejemplo para el estudio de los libros de cofradías de oficios. La cofradía de San Joseph de Fraga. Trabajo inédito, que amablemente me ha permitido citar su autor). 27. Las demás campañas militares en las que se vio mezclado el reino tuvieron unos efectos reducidos o nulos sobre su población. 28. COLÁS LATORRE, Gregorio; SALAS AUSENS, José Antonio: Aragón bajo los Austrias. Zaragoza, Librería General, 1977, p. 62. 29. MAISO, J.: op. cit., p. 140. 30. De acuerdo con esta estimación, el descenso de la población fue mayor en las localidades de menos de 100 fuegos (descenso del 20,6%), seguidas por las ciudades (12,7%) y por las poblaciones de más de 100 fuegos (8,4%) (B[iblioteca] de la R[eal] A[cademia] de la H[istoria], Colección Nasarre, ms. 11-1-1, ff. 547-562').

Por otra parte, en la década de los ochenta se suscitó el interés de las ciudades aragonesas por construir en su cercanía obras de almacenamiento de agua. En 1680 las Ordinaciones de Huesca hablaban ya de la construcción de un pantano en el Isuela, ordenando diligencias para su puesta en ejecución. En 1687 comenzó la obra del pantano de Arguis, finalizando los trabajos en 1704. En 1688 se ideó un dique en el estrecho de Marimarta, en Mezalocha (cercanías de Zaragoza), con objeto de formar un pantano. La idea no prosperó, pero en 1718 se intentó el mismo proyecto, esta vez con éxito."

Este interés no pudo basarse —únicamente— en la necesidad de asegurar e incrementar las cosechas, puesto que la población seguía siendo inferior a la de mediados de siglo y también eran menores las cantidades de cereal precisas para el autoabastecimiento. Las nuevas necesidades, motivadas por la apertura del mercado catalán, debieron jugar un papel importante a la hora de intentar este incremento de la producción.

Por lo que respecta a la política comercial del reino, las Cortes de 1626 habían prohibido introducir en el reino (a partir del 20 de enero de 1627) tejidos de oro, plata, seda y lana; excepto tapicerías y alfombras de raz y lencería. El Fuero regulaba también la introducción en régimen de tránsito.' En definitiva, se inauguraba una política proteccionista, que estuvo en vigor hasta 1646, fecha en la que las Cortes no renovaron la validez del Fuero, a pesar de las numerosas peticiones para prolongar su vigencia. Como sintetiza G. Redondo: «los memoriales recogían un elemento común como factor de la situación degradada de la economía aragonesa: los mercaderes franceses. Los mercaderes aragoneses arremeterían en extensos y aparentemente documentados memoriales contra sus competidores franceses. Se les acusaba de haberse ido apoderando del comercio en todos sus aspectos y volver con las ganancias a su lugar de origen, cuando no de continuar sus actividades por medio del contrabando que incluía la extracción de moneda aragonesa, aspecto en el que incluían a pastores, caldereros, serradores, segadores de yerba (que pasaban a Castilla, y volvían a Francia por Aragón), canteros, aguardenteros, zapateros de viejo, castradores, amoladores de cuchillos, cedaceros y otros»."

31. ARCO Y GARAY, Ricardo del: El antiguo pantano de Arguis o de Huesca (Contribución a la historia de la política hidráulica en Aragón). Zaragoza, Talleres editoriales de Heraldo, 1924, 55 p.; Discurso sobre la execución, y establecimiento de nuevo riego para los lugares, y términos de la Huerva, y conveniencias que de ello se siguen. [Zaragoza], Herederos de Diego Dormer, 1688, 16 p.; GONZÁLEZ RODRIGO, L.: Tres reyes llamados Carlos. Lo que a ellos debe Zaragoza y la Ribera del Huerva. Zaragoza, Ind. Gráf. La Moderna, 1975, pp. 10-14; BOLEA FORADADA, José Antonio: Los riegos de Aragón. Huesca, Sindicato Central de Riegos de Aragón, 1978, pp. 90-95, 398, 404 (2.a ed. ampliada: Huesca, 1986). 32. Fveros y Observancias..., ff. 248-249. 33. REDONDO VEINTEMILLAS, Guillermo: Las Corporaciones de Artesanos de Zaragoza en el siglo XVII. Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», 1982, p. 61. Los memoriales pueden verse en ADPZ, ms. 451; Registro del Brazo de Universidades de las Cortes de 1645-46, ff. 141146, 194-195', 196, 253-253', 256, 315-316', 341-341'. También corresponde posiblemente a esta fecha: [Memorial del mayordomo y oficio de guanteros de Zaragoza], [Zaragoza, s.n., s.a.], 2 hs. (B[iblioteca] N[acional], VE Ca. 209/145).

No eran los mercaderes los únicos en quejarse, pues a las Cortes llegaron también memoriales procedentes de otros sectores económicos; gremios de la lana, seda, confección, cuero y metal coincidían en sus críticas a los franceses y en su oposición a la apertura del mercado aragonés al comercio de importación.

Sin embargo, parece que la invasión de Aragón por parte de productos extranjeros se había iniciado antes de las Cortes. Por ejemplo, los sombrereros zaragozanos citaban 1640 como inicio de las importaciones de los mercaderes franceses, habiéndose reducido las botigas de 37 a 9 entre esa fecha y la celebración de las Cortes." Esta cifra debe de hallarse bastante cercana a la realidad, al menos en lo referente a 1646, pues era fácilmente comprobable. Cuatro años antes encontramos en la ciudad 28 sombrereros," por lo que hay que concluir que la reducción se produjo realmente y fue muy rápida.

El resultado de la renovación del Fuero de 1626 fue la entrada masiva de productos textiles franceses, que no eran compensados con ingresos semejantes. El cuadro siguiente recoge la estructura del comercio aragonés con Francia en 1675:

Cuadro 2 ESTRUCTURA DEL COMERCIO ARAGONÉS CON FRANCIA EN 1675

EXPORTACIONES A FRANCIA IMPORTACIONES DE FRANCIA

PRODUCTOS ARANCELES % PRODUCTOS ARANCELES %

Lana 7.305/ 7/ 2 77,9 Tejidos de lana 9.504/13/ 5 22,6 Aceite 1.527/10/1 16,3 Tej. oro y plata 170/ 5/ 0 0,4 Cereales 207/12/ 4 2,2 Puntas 602/19/ 2 1,4 Vino, sal y otros 332/ 5/ 2 3,5 Tejidos de seda 1.379/18/ 9 3,3 Holandillas 869/14/11 2,1 Lencería 9.219/10/ 92 1,9 Total textil 21.747/ 2/ 0 51,7 Prod. de cuero 800/18/ 5 1,9 Prod. de madera 253/ 8/ 5 0,6 Prod. metálicos 1.040/ 0/ 6 2,5 Especias y drogas 9.144/10/102 1,7 Papel y tabaco 1.110/13/ 4 2,6 Queso y manteca 158/19/ 5 0,4 Pescado 2.925/16/6 7,0 Ganado 4.997/15/101 1,9

TOTAL 9.372/14/9 100,0 TOTAL 42.075/0/2 100,0

Datos en libras, sueldos y dineros. Fuente: ADPZ, ms. 734, ff. 276-279, 405-408.

34. ADPZ, ms. 451; ff. 194-194'. 35. AMZ, caja 27.

45

El cuadro es suficientemente elocuente: el 77,9% de las exportaciones aragonesas a Francia estaba compuesto por lana, como materia prima que podía ser transformada en textiles para su posterior venta en Aragón. Parecida composición tenían las importaciones aragonesas procedentes de dentro de la Península Ibérica: el 76,1% de ellas correspondía a tejidos, mientras el 23,4% lo hacía a la seda en madeja.36

Por su parte, los textiles constituían el 51,7% de las importaciones aragonesas desde Francia, que también incluían —como partidas más significativas— el ganado (especialmente mular y caballar) y las especias. En conjunto el valor de la importación era 4,5 veces el de la exportación, lo que generaba una situación permanente de saca de moneda, a la que acompañaban las correspondientes falsificaciones y fraudes."

Dado que los derechos de aduanas se situaban en el 10% , puede calcularse que la moneda que en 1675 salió de Aragón camino a Francia fue de más de 327.000 libras. La cantidad de moneda que cada año salía de Aragón debía de estar cercana a esta cantidad: «en un Discurso, que se publicó en 1626 respondiendo á la consulta de los Diputados de Aragon sobre admision de texidos estrangeros, y otros puntos de Economia, tratandose de la balanza de comercio de este Reino, se rebate con la razon, y la experiencia el concepto, que entonces prevalecia, de que salian cada año 300 mil libras mas que entraban. El Dr. Arpayon, y el Arcediano Dormer, que escribieron algunos años después, demostraron por nuestros principios la falsedad de este dato, porque suponiendo, que en aquel tiempo no circulaban en Aragon mas de 500 mil libras, no hubiera quedado un real en dos años, siendo asi, que con ser la extraccion en la forma, que decian, no se advertia disminucion en la masa circulante».'

Para que el reino no quedase sin moneda era necesario que la extracción que se realizaba camino a Francia tuviese su contrapartida en la entrada de moneda desde otros lugares y esta entrada de moneda únicamente podía proceder de la exportación de productos diferentes a los textiles. Una exportación que había de ser intensa porque, como punto de comparación, la moneda extraída a Francia en 1675 representaba, a los precios del trigo de este año (bastante reducidos) el valor de casi 220.000 Hl.

La revisión de la literatura económica de los siglos XVII y XVIII muestra que los contemporáneos fueron incapaces de comprender el circuito comercial

36. El volumen de la importación de Navarra, Valencia, Castilla y Cataluña era muy reducido: apenas 1.234 libras 5 sueldos y 5 dineros (ADPZ, ms. 734; Registro del Brazo de Caballeros e Hijosdalgo de las Cortes de 1677-78, ff. 405-408). 37. Sobre el comercio aragonés con Francia durante el siglo XVII, puede verse REDONDO, G.: op. cit., pp. 57-75 (Reproducido por el mismo autor, con pequeñas variaciones: «Las relaciones comerciales Aragón-Francia en la Edad Moderna: datos para su estudio en el siglo XVII», Estudios, 1985/86, pp. 123-154); ... «Datos para el estudio del comercio aragonés con Francia en 1675», Estudios, 1978, pp. 213-237. 38. Asso, I. de: op. cit., p. 257. La cifra aportada para 1626 parece muy alta; se trata de una simple estimación que permite formarse una idea del nivel de exportación de moneda.

46

en el cual se veían inmersos. Si los escritos de todo tipo contra el comercio francés son abundantes, y las quejas sobre la introducción de textiles de esta procedencia y la extracción de moneda están a la orden del día tanto en los debates de las Cortes como en las obras de los arbitristas, tan sólo hemos podido encontrar una referencia al papel que jugaba en el proceso el comercio de trigo con Cataluña. Se trata de la escueta referencia de los jurados de Zaragoza en 1680, que afirmaban que la saca de los panes del reino es «el medio principal para traer dinero a él»." Polémicas como la que tuvo lugar en 1684 entre Diego Josef Dormer y José Gracián Serrano, se referían a la conveniencia o no de permitir la importación textil, pero en ningún caso ponían en duda la importancia de ésta, ni hacían referencia a la otra componente del circuito comercial: la exportación de cereales.4° No fue hasta 1779 cuando Antonio Arteta de Monteseguro se preocupó de ésta por primera vez, pero entonces el circuito comercial había cambiado, pues el comercio con Francia era muy reducido y en algunos casos de sentido diferente.

La reacción contra los productos franceses no se hizo esperar. En 1674 varias poblaciones aprobaron estatutos prohibiendo las mercancías extranjeras, a la vez que menudeaban los escritos de gremios y arbitristas en el mismo sentido.' Si aceptamos los datos que aportan, el número de maestros pelaires en Zaragoza habría pasado de 30 en 1674 a 47 en 1676 y 50 en 1684.

Las Cortes de 1677-78 intentaron reparar los desastres producidos por la apertura de Aragón a los productos franceses. Allí se vieron memoriales, que propugnaban la prohibición de los productos franceses." Las Cortes se plega-

39. AMZ, ms. 69; Actos comunes, 2-V-1680, ff. 237-240. Esta incapacidad de comprensión ha sido trasladada, con creces, al único intento de análisis global de la economía aragonesa de los siglos XVI y XVII, el reciente trabajo de BLANCO LALINDE, Leonardo: Aragón y la economía americana bajo los Austrias. Zaragoza, Editorial Luis Vives et al., 1989, 71 p., 3 hs. (La palabra «americana» tiene un sentido meramente venal, al estar promovido el libro por la Comisión Aragonesa V Centenario. La cubierta suprime, correctamente, tal palabra, que, sencillamente, soslaya la cuestión del comercio con Cataluña). 40. IOSEF DORMER, Diego: Discvrsos historicos-políticos, sobre lo qve se ofrece tratar en la Junta de los Ilustrissimos Quatro Bravos del Reyno de Aragon, de los Eclesiasticos, Nobles, Cavafieros, é Hidalgos, y de las Vniversidades, que el Rey nuestro Señor Don Carlos Segundo ha mandado congregar este año de 1684, en la Ciudad de Zaragova, conforme lo dispuesto por su Magestad en las Cortes de 1678. Zaragoza, s.n., 1684, 208 p. (reimp. facsímil. Zaragoza, 1989); NAVACVCHI, Marcelo [GRACIÁN SERRANO Y MANERO, José]: Exortacion a los aragoneses al remedio de sus calamidades. Zaragoga, Pasqval Bveno, Impressor de Reyno, 39 p. (Publicado en facsímil por: REDONDO VEINTEMILLAS, Guillermo: «Aragón y José Gracián Serrano: datos para un estudio», Teruel, 63 (1980), pp. 49-74). 41. Sobre estas medidas y las opiniones contrarias a los productos extranjeros: Asso H, I. de: op. cit., pp. 133-135. 42. Como es conocido por las palabras de su inicio («Llegó el tiempo deseado...»), que ha sido reproducido por NAHARRO, José M.a: «Un anónimo del siglo XVII sobre el proteccionismo textil en Aragón», Moneda y crédito, 45 (1953), pp. 24-49. Sobre los memoriales dados a estas Cortes y a las siguientes, puede verse: HERRANZ y LAINZ, Clemente: Estudio crítico sobre los Economistas Aragoneses (notas para un). Zaragoza, Tipografía del Hospicio, 1885, 88 p. (Reimp.: Zaragoza, La Cadiera, 1954; y en La Cátedra de Economía Civil y Comercio de Zaragoza fundada y sostenida por la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País (1784-1846). Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1984, pp. 19-86).

ron a la presión social y el Fuero que aprobaron prohibió la entrada de tejidos de oro, plata, seda y lana; así como de sombreros, guantes y otros productos; exceptuando las tapicerías, paños y alfombras de raz, lencería y lienzos teñidos (holandillas). No se autorizó la introducción en régimen de tránsito y se prohibió fabricar en el reino tejidos semejantes a los citados; salvo para el culto y los frenes de los magistrados. Se permitía que los géneros prohibidos entrasen libremente hasta el 20 de enero de 1678, teniendo los mercaderes seis meses a partir de esa fecha para consumir las mercancías prohibidas." Los efectos de estas medidas debieron de ser muy reducidos: en 1684 los géneros extranjeros continuaban vendiéndose, aunque un 20% más caros que antes de la prohibición."

Las Cortes de 1684 (precedidas por una Junta de Brazos del reino, en ese mismo año) recibieron los memoriales de varios gremios zaragozanos y del resto del reino,' reafirmando la necesidad de mantener la política proteccionista. Las Cortes reconocieron que la prohibición del libre comercio no había producido los efectos deseados, por lo que fue revocada, manteniéndose únicamente la de buhonería y quinquillería. Se derogó también la prohibición de fabricar tejidos de oro y plata, y se prohibió comerciar dentro de Aragón a los franceses que no estuviesen casados con «vasallas de su Magestad» y residiesen en el reino (salvo ganado y pieles de abarcas), concediendo a quienes no reuniesen esas condiciones dos meses para poder vender sus mercancías. Asimismo, se prohibió utilizar factores o ministros que no fuesen naturales del reino."

El análisis de las cifras del número de talleres de 65 gremios zaragozanos, entre 1642 y 1849, es ilustrativo de la evolución de los distintos sectores económicos.

43. Fveros y Actos de Corte... M.DC. LXXVII y M.DC.LXXVIII. ff. 5-8, 18'. 44. Asso, I. de: op. cit., p. 239. 45. ADPZ, ms. 576; Registro del Brazo de Universidades de las Cortes de 1684-87, ff. 1.013, 1.125-1.125', 1.387-1.388, 1.392-1.394', 1.417-1.417', 1.419-1.419', 1.414; ms. 580; Registro del Brazo de Caballeros e Hijosdalgo de las Cortes de 1684-87, ff. 392-393, 426, 460-467, 2.316-2.319, 2.329'-2.358; varios de ellos reproducidos por REDONDO, G.: op. cit., pp. 226-239. 46. Fveros y actos de Corte del Reyno de Aragon: Hechos por la Sacra, Catolica, y Real Magestad del Rey Don Carlos 11. Nvestro Señor, en las Cortes convocadas en la ciudad de Zaragoca el dia diez y siete de Marzo del año MDCLXXXIV. Zaragoga, Pasqual Bveno, Impressor del Reyno, 1686, ff. 1-6.

48

Cuadro 3

NÚMERO DE TALLERES ABIERTOS EN ZARAGOZA (1642-1849)

SECTOR

Lana Seda Tintorería Confección

Textil

1642 1721 1737 1762 1771 1823 1831 1849

329 89 100 127 107 85 98 16 156 98 143 187 140 39 34 12 17 13 14 31 30 15 15 12 392 237 297 178 326 151 143 50 894 437 464 523 603 290 290 90

Cuero, calzado, fibras 312 212 257 251 260 233 251 141 Madera 163 122 140 161 176 153 183 163 Construc. y alfarería 98 52 63 72 88 24 28 20 Metal 159 147 165 152 186 143 147 119 Alimentación 137 102 119 116 106 156 198 117 Otros oficios 149 152 192 162 187 172 175 54

Otras actividades 1.014 785 933 899 989 879 979 614

TOTAL 1.908 1.222 1.397 1.420 1.592 1.169 1.269 704

Fuente: AMZ, cajas 4, 27 y 127; mss. 241, 292, 300, 336; Catastro, cajas 43 y 44; Don Domingo Traggia y Roncál, como Capitular de V.S.I. aviendo assistido la semana de Catastro, en cumplimiento á lo determinado por V.S.I... [Zaragoza, s.n., 1737], cuadro; MADOZ E IBÁÑEZ, Pascual: Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Madrid, P. Madoz y L. Sagasti, vol. XVI (1850), pp. 631-633.

Como se desprende del cuadro, entre 1642 y 1721 se produjo el hundimiento del número de talleres abiertos en Zaragoza, con una reducción global del 36,0%. Pero esta reducción no fue similar para todos los sectores. En el textil, alcanzó el 51,1% (72,9% para la lana; 39,5% para la confección; 37,2% para la seda y 23,5% para la tintorería), mientras que en el conjunto de los demás sectores fue sólo de un 22,6%.

Aunque las fechas de comparación son los años 1642 y 1721, la información de que disponemos acerca de los efectos de la Guerra de Sucesión en la ciudad no permite explicar este descenso, por lo que hemos de concluir que el hundimiento de la actividad lanera se produjo frente al empuje de las importaciones francesas. Este hundimiento fue inferior en las actividades de la seda, apenas desarrolladas a mediados del siglo XVII, y en las de la confección y tintorería, mucho más ligadas al volumen global de la población, con una exportación generalmente muy reducida. La reducción del número de talleres afectó a todos los sectores.

A la hora de analizar los datos anteriores, desconocemos uno de gran importancia: el tamaño medio del taller. Pero, en cualquier caso, el número de

49

talleres descendió, mientras la población total aumentó en torno al 17,7%. Salvo que se produjese un considerable aumento del tamaño medio del taller (acompañado de un intenso proceso de concentración de la propiedad), no puede explicarse la reducción del número de talleres si no es por la penetración de productos procedentes de fuera de la ciudad, o por un descenso del volumen de exportación; en cualquier caso, una pérdida de cuotas de mercado de la producción zaragozana. Pero el aumento de tamaño medio parece poco probable en las dimensiones requeridas: habría de multiplicarse por 4,35 para la lana y por 1,95 para la confección. La documentación de la época no permite siquiera atisbar un cambio de estas dimensiones.

En los años siguientes, el textil y las demás actividades siguieron cursos muy diferentes. Éstas se recuperaron pronto y a mediados del siglo XVIII el número de talleres era prácticamente el mismo que un siglo antes. Por sectores, el comportamiento fue también desigual: mientras que metal y otros oficios se recuperaron muy pronto, y les siguieron la madera y la alimentación, otros sectores no se recuperaron nunca: la construcción y alfarería y el cuero, calzado y fibras. Por lo que respecta a este último sector, la causa fue, probablemente, la importación masiva de calzado de cuero.

Dentro del sector textil, la seda y la tintorería se recuperaron y tuvieron incluso un aumento de sus efectivos, pero la lana nunca alcanzó ni siquiera la mitad del nivel de partida. Las cifras de la confección muestran la penetración en el mercado zaragozano de productos ya elaborados.

Cuadro 4

NÚMERO DE TALLERES ABIERTOS EN BARBASTRO 1619-1680

SECTOR 1619 1680 SECTOR 1619 1680

Lana

61 34 Cuero, calzado y fibras 49 58 Seda 3 1 Madera 36 14 Tintoreros 2 3 Construcción y alfarería 30 17 Confección 67 39 Metal 23 16 Textil 133 77 Alimentación 19 14 Otros oficios 3 9

TOTAL 293 205 Otras actividades 160 128

Fuente: SALAS AUSENS, José Antonio: La población de Barbastro en los siglos XVI y XVII. Zaragoza, Institución "Fernando el Católico", 1981, pp. 292-294.

50

La disminución del número de talleres se produjo también en otras poblaciones. En Barbastro, el número de talleres textiles descendió en un 41,1% entre 1619 y 1680. La reducción se debió, sobre todo, al descenso de los oficios de la lana (44,3%) y de la confección (41,8%). Las otras actividades se redujeron en apenas un 20,0%, ascendiendo únicamente la soguería.

En Huesca puede observarse el descenso del número de maestros en algunos oficios y una ligera alza en otros,' destacando el hundimiento de los oficios de la lana. Los 22 pelaires de 1582 se redujeron a 20 en 1673, pero en 1716 eran apenas 7; mientras que los 32 tejedores de 1663 pasaron a ser 17 en 1716."

LA DESAPARICIÓN DE LAS ADUANAS

Durante los primeros años del siglo XVIII la extracción de trigo a Cataluña estuvo interrumpida debido a la Guerra de Sucesión. Aunque en 1706 estuvo autorizada, únicamente en 1711 pudo restablecerse el comercio a través del Ebro.

La integración en Castilla de los reinos de la antigua Corona de Aragón llevó consigo la adopción de las medidas necesarias para la creación de un mercado nacional unificado y, por tanto, la desaparición de las aduanas interiores.

Durante los primeros años se atravesó en este aspecto por distintas alternativas, según fuese el desarrollo de los acontecimientos bélicos. La eliminación de las aduanas con Castilla, Valencia y Cataluña fue decretada por primera vez el 25 de enero de 1708 y renovada el 9 de noviembre del año siguiente. Poco después, el 25 de diciembre, una Orden del Consejo de Castilla los restableció, determinando que se cobrase un arancel del 15% (en todos los productos, menos las lanas), como equivalente a los derechos de diezmos y agregados. Otras disposiciones restableciendo las aduanas interiores se tomaron el 28 de julio de 1711 y el 9 de diciembre de 1714, tras la ocupación de Barcelona, cobrándose entonces el 5% en los géneros que salían de Aragón para Cataluña y un 10% en los que entraban. Finalmente, la Real Instrucción de 31 de agosto de 1717 suprimió nuevamente las aduanas interiores, estable-

47. Los pintores pasaron de 5 en 1608, a 1 en 1716; los libreros variaron, en pocos años, de 2 en 1689, a 3 en 1699 y 1 en 1716; mientras que los zapateros pasaron de 23 en 1602 a 28 en 1716; y los cereros y confiteros, 8 en 1676 y 11 cuarenta años más tarde (A[rchivol M[unicipal] de H[uesca], ms. 100; Actos comunes, 2-XII-1602, ff. 37-38; ms. 104; Actos comunes, 6-VII-1608, s.f.; ms. 181; ms. 170, Actos comunes, 24-XI-1676, ff. 39'-40'; Actos comunes, 27-11-1689, ff. 89-90'; ms. 189; Actos comunes, 18-X-1688, ff. 193-194; REULA ARASANZ, M. José: «Demografía oscense: el Vecindario de Campoflorido (1712-1717)», Argensola, 96 (1983), pp. 213-244 (Los datos corresponden al 12 de diciembre de 1716). 48. AMH, ms. 82; Actos comunes, 30-X-1582, s.f.; ms. 157; Actos comunes, 15-XII-1663, s.f.; ms. 166; Actos comunes, 16-X-1673, s.f.; REULA, M.J.: loc. cit.

BIBLIOTECA <AZLOR, INSTITUTO DE ESTUDIOS 51

ALTOARkeatni

ciéndolas en las fronteras y en los puertos de mar. A pesar de que posteriormente se creó una aduana en Fraga, en ella únicamente eran gravados los productos extranjeros." Al margen de los impuestos de aduanas, las almadías que pasaban por Tortosa seguían pagando los derechos de imperiage y lleuda (258 reales de vellón, o 137 reales 2 dineros de plata por cada almadía), que se cobraban aún en 1791.5°

En definitiva, desde la cosecha de 1718 desaparecieron por completo los aranceles que gravaban la exportación de trigo aragonés, facilitando así su salida masiva hacia Cataluña.

Para analizar la importancia del comercio en este período disponemos de una información mucho más reducida que en el caso anterior, debido a la ausencia del registro de los precios del trigo. Aunque los Fueros de Aragón fueron derogados, la práctica de prohibir la extracción de trigo cuando su precio superase los 45 reales por cahíz «continuó con las mismas travas hasta la abolicion de la tasa, que ordenó la Pragmatica de 1764 [sic], bien que esta tampoco ha tenido entero cumplimiento, ya por las declaraciones posteriores sobre venta de granos, que ocasionaron muchos pleitos, embargos, y otras vexaciones, y ya por haberse suspendido alguna vez la facultad de extraerlos á Cataluña aun en años abundantes»."

Durante el siglo XVIII, el control del comercio del trigo quedó en manos del Real Acuerdo de la Audiencia, que en algunos casos prohibió la extracción." En otras ocasiones, como en 1757, fue el Intendente quien adoptó esta decisión."

La carencia de precios del trigo para Zaragoza nos obliga a reconstruir a través de datos indirectos las fechas en que su comercio estuvo autorizado. En 1728 la Cofradía de Mercaderes de Zaragoza se dirigió al Consejo de Castilla, pidiendo volver a cobrar los 2 dineros jaqueses que antes recibía por cada cahíz de trigo o cebada que transitaba por el Ebro, costumbre que había caído en desuso después de la Guerra." Creemos —aunque carecemos de documen-

49. ADPZ, ms. 755, núm. 22; Renta de Aduanas de Aragón, desde su origen hasta el de 1717; A[rchivo] H[istórico] N[acional], Consejos; Leg. 6811 A, núm. 37; MuÑoz PÉREZ, José: «Mapa aduanero del XVIII español», Estudios Geográficos, 61 (1955), p. 780; PEIRó ARROYO, Antonio: Las Cortes Aragonesas de 1808. Pervivencias forales y revolución popular. Zaragoza, Cortes de Aragón, 1985, pp. 47-48. 50. AHPZ, Audiencia; Libro del Real Acuerdo, 1791, ff. 656-687'. 51. Asso, I. de: op. cit., p. 226. 52. Así ocurrió con las sacas particulares en 1748, aunque ese mismo año estuvieron permitidas las destinadas al ejército (A[rchivo] H[istórico] P[rovincial] de Z[aragoza]. Audiencia; Libro del Real Acuerdo, 1748, ff. 29-30'; Libro de Consultas e Informes, 1747-48, f. 42'; ANZANO, Thomas: Discurso sobre los medios que pueden facilitar la restauración de Aragón. Continuación de las reflexiones económico-políticas [sic]. Zaragoza, Imprenta de Joseph Fort, 1768, p. 39; PEIRó, A.: loc. cit., pp. 220-221. 53. AHPZ, Audiencia; Libro del Real Acuerdo, 1758, ff. 241-244'. 54. AHPZ, Audiencia; Libro del Real Acuerdo, 1728, ff. 78-83'.

52

tación sólida— que este comercio se había reanudado tras el fin de la Guerra, y que hasta mediados de siglo no se alcanzó con frecuencia el nivel de precios que impedía la extracción.

Éstos se elevaron desde 1750. En este año comenzó a cobrarse contribución a las instituciones religiosas por los bienes adquiridos posteriormente a la firma del Concordato de 1737. La respuesta de las instituciones fue hacer recaer los nuevos impuestos sobre los arriendos de fincas rústicas y urbanas, que llegaron a duplicarse; los arrendatarios elevaron, a su vez, los precios de los productos, lo que provocó un alza generalizada de precios."

Los datos que presentan E Baras y E J. Montero, obtenidos a partir de la contabilidad de la Casa de Misericordia y del Hospital de Niños y Niñas revelan —a pesar de ser incompletos— que en 1747 el precio del trigo que adquirieron fue inferior a 45 reales por cahíz, entre 1749 y 1752 lo alcanzó o rebasó, en 1753 fue otra vez inferior y en 1754-55 lo superó nuevamente." Por su parte, los datos que aporta A. Berenguer para Fraga, para los años 1714, 1716-17, 1719-22, 1725-30 y 1736 muestran que únicamente en este último se superaron los 45 reales por cahíz."

En definitiva, como hipótesis podemos afirmar que entre 1711 y 1740 estuvo abierto el comercio de trigo a través del Ebro, para frenarse a partir de 1750." Pero la causa de la elevación del precio no era la carencia de trigo, sino la elevación general del nivel de precios: los excedentes seguían existiendo, pero mientras se mantuviesen las limitaciones en base al nivel de precios, no podrían ser exportados. Era necesario, por tanto, realizar una nueva regulación jurídica de dicho comercio.

A pesar de las prohibiciones, es muy posible que T. Anzano tuviese razón al afirmar que la extracción por vía fluvial «ni se ha prohibido muy particularmente en tiempo de abundancia, ni en ninguno es posible prohibirse; porque haciendo caxas en las inmediaciones de Mequinenza, extrahían furtivamente, guando se limitaba la salida á Cataluña por el Rio».59

También en esta época debió de producirse el inicio de la penetración directa de los comerciantes catalanes en el mercado aragonés. En esta línea hay que situar la afirmación de Gerónimo de Uztáriz, que en 1724 escribe, refiriéndose a la escasez de ganado y granos de Cataluña, que

55. AHPZ, Audiencia; Libro del Real Acuerdo, 1765, ff. 358-366; Libro de Consultas e Informes, 1765, ff. 153-158; PEIRó, A.: loc. cit., p. 233. 56. BARAS, Fernando, MONTERO, Francisco Javier: «Crisis de subsistencias y conflictividad social en Zaragoza: el motín de 1766», Estudios de Historia Social, 36-37 (1986), pp. 523-546. Tomamos los datos del gráfico de la p. 526.

57. BERENGUER, A.: op. cit. 58. La evolución del precio del aceite, que sólo creció en los últimos años del siglo, permite confirmar esta hipótesis. 59. ANZANO, T.: op. cit., p. 39.

«se suple ahora en gran parte de lo que passa de Aragon, y Castilla, adonde viene por consequencia porcion de dinero, que antes se extrahía á Francia, y aun á Berberia, y otras partes, y á veces lo satisfacen [los catalanes] con la permuta de encages, y otros generos, que introducen á lo interior en mayor cantidad».6°

Son los años en que algunas compañías catalanas realizan sus primeras operaciones en Aragón.61 Nuestra documentación es también deficiente sobre este punto, pero, sin duda, la fuerte penetración catalana en el mercado aragonés durante el último tercio del siglo obliga a suponer que sus bases fueron puestas en esta época.

Durante este período se produjo cierta recuperación de la industria textil, pues el número de talleres en Zaragoza pasó de 437 en 1721 a 464 en 1737 y 523 en 1762. La recuperación se produjo, sobre todo, por el incremento del número de los dedicados al trabajo de la seda (que aumentaron un 90,8%) y por el de los tintoreros (138,5%), puesto que los dedicados a la lana sufrieron una menor variación y los de confección disminuyeron entre 1737 y 1762. Otras actividades pasaron de 785 talleres en 1721 a 933 en 1737 y 899 en 1762.

LA LIBERALIZACIÓN DEL COMERCIO

La nueva regulación del comercio llegó en 1760. Como afirma Thomas Anzano:

«en el año de 1760, resolvió el Rey que pasados los quatro primeros meses despues de la cosecha, en cuyo intermedio se proveyesen los Pósitos y Comunes, no se prohibiese despues á ninguno la extracción de los Granos: se observó puntualmente, no obstante que en el año de 1763 miraba con dolor, que cuando la Providencia divina le felicitaba con una cosecha superabundante habia de experimentar los rigores del hambre, por socorrer las Provincias confinantes. Tan en su punto estuvo la extracción, que no obstante de tan evidente ruina, no se embarazó á los Extractores el conducir los Trigos á donde les convino, con bastantes rezelos de que muchos hacian grangería de ellos, con pretexto de socorrer á otros Reynos».62

El efecto de estas medidas fue limitado, puesto que pasados cuatro meses desde la cosecha, poco era el trigo que podía quedar, salvo que aquélla fuese muy abundante. Sin embargo, la medida ha de entenderse no tanto por sus repercusiones prácticas, sino por constituir la puerta abierta a la libertad de comercio.

60. UZTÁRIZ, Gerónymo de: Theórica, y Práctica de Comercio, y de Marina. Madrid, s.n., 1757, p. 139. 61. Los Cortadellas realizaron sus primeras operaciones con Zaragoza en 1733 y con Huesca en 1736; operaciones que se vieron fuertemente incrementadas en el último tercio del siglo (PÉREZ SARRIÓN, Guillermo: «Capital comercial catalán y periferización aragonesa en el siglo XVIII. Los Cortadellas y la "Compañía de Aragón"», Pedralbes, 4 (1984), p. 191).

62. ANZANO, T.: op. cit., pp. 20-21.

Desde el cambio del régimen de comercio, la extracción fue masiva. En 1763 una parte importante de la cosecha se destinó a remediar la falta de trigo en Valencia, Cataluña, Navarra y Castilla. En 1764 se realizaron también sacas de trigo para Valencia y en 1765 para Cuenca." La medida decisiva con respecto al comercio de trigo fue la Real Pragmática de 11 de julio de 1765, que abolió la tasa de granos y permitió su libre comercio."

Aunque el comercio era libre, el Real Acuerdo tenía la posibilidad de impedir la extracción, recurso que utilizó en diversas ocasiones. En septiembre de 1780 una orden suya prohibió —a petición del Ayuntamiento de Zaragoza— la extracción hasta la cosecha siguiente. Otras prohibiciones tuvieron lugar en febrero de 1789 y noviembre de 1793; hay que dudar de su efectividad, pues en los tres casos las cosechas estaban ya muy lejanas."

Una parte importante de los granos producidos en Aragón no pasaban por el mercado, sino que estaban vendidos antes de la cosecha, sobre todo a comerciantes catalanes. Según un informe de 1773, «Los más adinerados se dedican á este Comercio son varias Compañías de Catalanes, que arriendan Estados, Rentas decimales, Encomiendas, y otras tierras que proporciona el acopio de Granos en cantidad considerable, los cuales entrojan con los que adquieren de sus préstamos y compras».'

En la misma línea de explicación de la penetración comercial catalana, Pierre Vilar reproduce un discurso de 1780, referido a los catalanes del oeste: «Con sus caudales, emprenden en Aragón y Valencia los arrendamientos de las diezmas y primicias de las Mitras, Comunidades, títulos y demás señoríos, haciendo maiores posturas y adelantamientos en dinero que los moradores de aquellos reinos, promoviendo la salida de aquellos fructos y reduciendo los vinos sobrantes a aguardientes que extraen por el Ebro, igualmente que los aceites, lanas, sedas y otros efectos, cuia práctica va despertando a Aragón de su letargo».67

Una muestra del grado de penetración de los comerciantes catalanes en Aragón nos la proporcionan las noticias que un anónimo informador de Ejea de los Caballeros dirigía al Correo Mercantil de España y sus Indias entre 1793 y 1795. Según escribe en 1793, «nuestros vecinos los Catalanes han introducido en este reino de pocos años a esta parte muchas fábricas de aguardiente, especialmente en la Capital». Al año siguiente, señala que los catalanes tenían

63. Ibídem, pp. 20-21, 25-26; RODRÍGUEZ, Laura: «Los motines de 1766 en provincias», Revista de Occidente, 122 (1973), p. 195. 64. Sobre el comercio de trigo aragonés con destino a Cataluña, en este período, puede verse: PEIRÓ, A.: loc. cit., pp. 220-224. 65. AHPZ, Audiencia; Libro del Real Acuerdo, 1780, ff. 356-361; PEIRÓ, A.: Las Cortes..., p. 79; Correo Mercantil de España y sus Indias, 21-XI-1793, p. 115. 66. Citado por: PÉREZ SARRIÓN, Guillermo: Agua, agricultura y sociedad en el siglo XVIII. Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», 1984, p. 397. 67. VILAR, Pierre: Cataluña en la España moderna. Barcelona, Editorial Crítica, vol. II (1987), p. 443.

diversas lonjas por todo el partido, donde vendían bacalao y otras cosas y, finalmente, en 1795, manifiesta que «solo un comerciante Catalán de los establecidos en esta Villa, tendrá acopiadas en el dia para remitir á Cataluña, como unas 5.000 arrobas» de lana, en un año en que apenas se habían esquilado 6.400." Si esto ocurría en una zona tan alejada de Cataluña como las Cinco Villas, y en productos como el aguardiente, en los que la penetración comercial catalana hubo de ser muy tardía, hay que pensar en cuál sería el grado de penetración en el comercio del trigo.

A esta exportación de productos aragoneses —especialmente trigo, aceite y lana— le correspondía una importación de textiles. No conocemos con exactitud las rutas por las que ésta se realizaba; pero parece ser que mientras la vía de salida del trigo seguía siendo la fluvial, la de penetración de tejidos era terrestre, a través de Lérida y Fraga hasta Zaragoza, para extenderse más tarde hacia Madrid. En cualquier caso, la ausencia de cualquier referencia al comercio francés durante todo este período muestra la efectividad que para la sustitución de franceses por catalanes tuvo la desaparición de las aduanas.

Si atendemos a la documentación disponible, puede afirmarse que —en los últimos años del siglo XVIII—, Aragón estaba materialmente invadido por los textiles catalanes. La información de que disponemos es todavía insuficiente, pero revela la importancia de Aragón para la expansión de las fábricas catalanas. Entre 1759 y 1796 la casa Torrelló, de Igualada, realizó el 22,0% de sus ventas en Aragón." Por su parte, la fábrica Antón y Joaquín Sagrera, de Terrassa, realizó en Aragón —entre 1792 y 1807— el 28,6% de sus ventas.70

Este control del mercado aragonés por comerciantes catalanes se produjo en una época en la que se estaba recuperando lentamente la actividad industrial zaragozana. En 1771 (fecha más tardía para la que disponemos de información), habían recuperado el nivel de mediados del siglo anterior la mayor parte de las actividades, excepto las de la lana (cuyo número de talleres era inferior en un 67,5%). El número de talleres de las demás actividades textiles era apenas un 12,2% inferior al de 1642, y los de otras actividades un 2,5%. La misma recuperación se produjo en otras poblaciones aragonesas. Los 2 pasamaneros y 20 sastres que hemos registrado en Barbastro en 1680 se habían convertido en 26 y 42 maestros en 1773 y 1796, respectivamente.n

68. Correo Mercantil de España y sus Indias, 8-IV-1793, p. 18; 13-111-1794, pp. 164-165; 2VII-1795, p. 418. 69. Los puntos de destino estaban muy diversificados: Zaragoza (45,9%), Calatayud (35,8%), Barbastro y Huesca (12,4%), Tamarite de Litera (3,9%) y Daroca (2,0%), con un total de 25 compradores (DURÁN, Montserrat, TORRAS, Jaume: Los mercados de una empresa pañera catalana en la segunda mitad del s. XVIII. La casa Torelló, de Igualada, 1759-1796, comunicación presentada al XII Simposio de Análisis Económico. Barcelona, septiembre de 1987). 70. Del total, apenas el 1,0% se vendía en Tarazona y el resto en Zaragoza. En su mayor parte, las ventas eran de los géneros más comunes: bayetas y paños veintiseisenos (BENAut. BERENGUER, Josep M.: La comercialización de los tejidos de Lana a fines del s. XVIII y comienzos del XIX. El ejemplo de la fábrica de Terrassa "Antón y Joaquim Sagrera", 1792-1807, comunicación presentada al XII Simposio de Análisis Económico. Barcelona, septiembre de 1987). 71. AHPZ, Audiencia; Libro del Real Acuerdo, 1772 [sic], ff. 227-232; 1796, ff. 736-796.

Las posibilidades exportadoras del cereal inclinaron a los grandes propietarios hacia su cultivo; mientras que los pequeños (artesanos y labradores) fueron muchas veces incapaces de sustituir el viñedo (que en Zaragoza presentaba elevados volúmenes de producción y grandes dificultades de comercialización). Los datos de que disponemos para Zaragoza en 1806 permiten afirmar que eran los sectores de cultivadores directos (artesanos y labradores, tanto de la ciudad como de las poblaciones vecinas) quienes tenían una menor proporción de tierra de cereal en sus propiedades." En conjunto, casi la mitad (el 45,1%) de la tierra de cereal de Zaragoza estaba en manos de la iglesia y otras manos muertas; el 14,1% en las de la nobleza; el 23,0% en las de los hacendados" y el 2,2% en las de eclesiásticos particulares. Los cultivadores directos únicamente eran propietarios del 15,6% de la tierra de cereal.74

Esta concentración de buena parte de los excedentes trigueros en pocas manos facilitaba su tarea a los exportadores, que podían adquirir con antelación grandes partidas.

A esta época corresponde la primera estimación de que disponemos del volumen de trigo exportado a Cataluña. Según Antonio Arteta, de la cosecha de 1778-79 se extrajeron por el Ebro 50.000 cahíces (89.680 Hl.), a los que habría que añadir los que por tierra salieron de Torrente de Cinca, la ribera de este río, Tamarite de Litera y Huesca." La construcción del Canal Imperial de Aragón facilitó el transporte de cereales, a partir del inicio de su navegación, en febrero de 1789.76

Junto al tráfico fluvial-marítimo existía otro terrestre. En 1814 Antonio Plana señala que Aragón surtía de trigo a Lérida, Balaguer, Agramunt, Tárre-

72. Los datos proceden de: PEIRÓ, Antonio: Regadío, transformaciones económicas y capitalismo (La tierra en Zaragoza, 1766-1849). Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1988, pp. 40, 48. 73. Con esta denominación aparecen agrupados en la documentación los empleados y funcionarios, miembros de profesiones liberales, comerciantes, infanzones y algunos labradores. 74. Lo mismo ocurría en otras localidades cercanas. Así, en La Puebla de Alfindén (1768), artesanos y labradores únicamente tenían plantadas de cereal el 73,8% de sus tierras, frente a un promedio del 82,7% para todos los sectores. Las mismas proporciones eran, respectivamente, del 87,3% y el 89,2% para Zuera (1819). Tan sólo el 43,6% y el 42,6%, respectivamente, de la tierra de cereal estaba en manos de artesanos y labradores (Elaboración propia a partir de: A[rchivo] del T[érmino] del U[rdán], sin sign.: Cabreo del Término de Urdán, ff. 428-579; A[rchivo] M[unicipal] de Zu[era], caja 434, exp. 7398; Catastro de la villa de Zuera, 1819). 75. ARTETA DE MONTESEGURO, Antonio: Discurso instructivo sobre las ventajas que puede conseguir la industria de Aragón con la nueva ampliación de puertos concedida por S.M. para el comercio de América en que se proponen los géneros y frutos de este Reino más útiles a este fin, y los medios de extraerlos y negociarlos con mayor economía y beneficio. Madrid, Imprenta Real, 1783, pp. 26-27 (1.a ed.: Zaragoza, 1780. Reed. facsímil: Zaragoza, 1984). 76. PÉREZ SARRIóN, Guillermo: El Canal Imperial y la navegación hasta 1812. Zaragoza Institución «Fernando el Católico», Junta del Canal Imperial de Aragón, Facultad de Filosofía y Letras, 1975, p. 133.

ga, Montblanc, Reus, Valls y Tarragona," pero el volumen de estas extracciones parece ser muy reducido.

La Guerra de Independencia tuvo sobre la economía aragonesa unos efectos muy inferiores a los que tradicionalmente han sido admitidos. Efectivamente, la visión catastrofista está dejando paso a otra, según la cual dichos efectos tuvieron importancia sólo a un plazo muy corto. Ahora sabemos, por ejemplo, que el número de nacimientos en Zaragoza en el periodo 1814-22 fue apenas un 3,1% inferior al del período 1800-08," lo que muestra la rápida recuperación de la población, incluso en una ciudad que había sufrido tan profundamente las consecuencias de la guerra.

Por otra parte, la utilidad fiscal anterior a la guerra se había ya recuperado en 1818 ó 1819, y los otros efectos —tala de olivar y viñedo— fueron incluso positivos a medio plazo, dado que permitían sustituir la producción de vino (sin apenas salida en el mercado) por la de cereales."

Por el contrario, los efectos sobre la industria fueron más duraderos. La Guerra de Independencia supuso un nuevo hundimiento de las actividades textiles en Zaragoza (descenso del 51,9% en el número de talleres entre 1771 y 1823), mientras que otras actividades se mantuvieron prácticamente estables (descenso del 11,1%, que ya se había recuperado en 1831). El hundimiento del textil se debió a la seda, tintorería y confección; pues los bajísimos niveles de la lana hacían casi imposibles nuevos descensos.'

El resultado de la Guerra sobre la estructura productiva aragonesa fue, por tanto, un nuevo incremento de la producción de cereales y una disminución de la de textiles. Aunque la información de que disponemos es incompleta, parece indudable que prosiguieron tanto las importaciones desde Cataluña de productos manufacturados, como la exportación de cereales. Éstas debieron de aumentar aún más a partir de 1820, cuando se prohibió la importación de cereales extranjeros, de los que se proveía —en su mayor parte— la ciudad de Barcelona.'

77. P[LANA], A[ntonio]: Manifiesto del vecindario, producciones, y cargas de Aragón, antes del año 1808, y en el de 1813: publicado con motivo del cargamento de Contribución directa, decretado por las Cortes generales y extraordinarias á dicha Provincia. Zaragoza, Oficina de Miedes, 1814, p. 14. 78. Calculado a partir de: CASTILLO VALGAÑÓN, Ismael et al.: «Evolución de la población de Zaragoza en el siglo XIX (Un estudio a partir de los registros parroquiales)», Zurita, 57 (1988), p. 40. 79. PEIRó, A.: Regadío..., p. 186. 80. Una visión del hundimiento de la actividad industrial tras la Guerra de Independencia, en: FORCADELL, Carlos: «Manufacturas y descomposición gremial. Una encuesta en la Zaragoza de fines del antiguo régimen», Cuadernos Aragoneses de Economía, 6 (1981/82), pp. 191-202 (recogido en: FERNÁNDEZ CLEMENTE, Eloy, FORCADELL ALVAREZ, Carlos: Aragón Contemporáneo. Estudios. Zaragoza, Guara editorial, 1986, pp. 13-25). 81. Sobre su repercusión sobre el mercado catalán puede verse: FRADERA, Josep M.: «El comercio de cereales y la prohibición de 1820 (el caso del mercado catalán)», Agricultura y Sociedad, 30 (1984), pp. 137-168.

Cuadro 5

EXPORTACIÓN DE TRIGO ARAGONÉS A CATALUÑA

FECHA VÍA FLUVIAL

1778/79 89.680 1818 72.544 1840 140.000 1848/49 358.720

VÍA TERRESTRE

17.936

TOTAL

> 89.680 > 72.544 > 140.000 376.656

Cantidades en Hl.

Fuentes: 1778/79: ARTETA DE MONTESEGURO, Antonio: Discurso instructivo sobre las ventajas que puede conseguir la industria de Aragón con la nueva ampliación de puertos concedida por S.M. para el comercio de América en que se proponen los géneros y frutos de este Reino más útiles a este fin, y los medios de extraerlos y negociarlos con mayor economía y beneficio. Madrid, Imprenta Real, 1783, pp. 26-27 (1'. ed.: Zaragoza, 1780. Reed. facsímil: Zaragoza, 1984). 1818: Archivo] H[istórico] N[acional], Consejos; leg. 1.346. 1840: Calculado a partir de: MADOZ E IBÁÑEZ, Pascual: Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Madrid, P. Madoz y L. Sagasti, vol. III (1846), p. 481; SEGURA I MAS, Antoni: «El mercat de cereals i liegums a Barcelona (1814-1868)», Recerques, 14 (1983), p. 203. 1848/49: NOUGUÉS SECALL, Mariano: Medios de evitar la carestía, o sea Observaciones económico-legales sobre la producción de granos en la Península, con especialidad en Aragón y sobre la Real Orden de 14 de marzo de 1847 prohibitiva de su extracción. Zaragoza, Imprenta de Antonio Gallifa, 1848, p. 17; MADOZ, E: op. cit., vol. XVI (1850), p. 526.

La exportación de cereales aragoneses a Cataluña siguió aumentando una vez que se recuperó de los efectos negativos de la Guerra. Tras ésta, se interrumpió su transporte por el Canal Imperial, pero siguió realizándose por el Ebro." En 1840 la exportación por vía fluvial-marítima se situaba ya en 140.000 Hl. (superior en más de un 50% a la de antes de la Guerra), pero sería en esta década cuando estas cantidades aumentasen aún más, al producirse dos hechos que alteraron profundamente la posición de los trigos aragoneses en el mercado catalán: la aparición de las primeras harineras y la revolución de los transportes."

82. BURRIEL, M.A.: Porvenir industrial de Zaragoza, si se aprovecha la fuerza motriz que hoy se pierde en el Canal Imperial. Zaragoza, Imprenta de M. Peiró, 1841, pp. 19-24. 83. PEIRÓ, A.: loc. cit., pp. 224-230.

LAS HARINERAS Y LA REVOLUCIÓN DE LOS TRANSPORTES

Tras la paralización del transporte por el Canal Imperial, la alternativa para mejorar las comunicaciones y facilitar el transporte pasaba por la canalización del Ebro. La idea —con precedentes muy antiguos— fue retomada coincidiendo con los precios más bajos del trigo de todo el período que hemos podido estudiar," en 1840 (coincidiendo también, por tanto, con la mayor importancia relativa de los gastos de transporte sobre el precio total).

Al año siguiente el alcalde progresista de Zaragoza, Miguel Alejos Burriel, se hizo eco de la validez del proyecto del italiano Juan Enrique Misley, consistente en transportar las mercancías por el Canal, hasta la terminación de éste en las cercanías de Fuentes de Ebro, y luego por tierra hasta Sástago, donde serían embarcadas por el Ebro. En noviembre de 1842 se inició en Barcelona la suscripción de acciones, que fracasó." En 1849 E Royo y Segura e I. Pano proponían, por separado, la continuación del Canal Imperial y la canalización del Ebro, persiguiendo entre sus objetivos facilitar el comercio.86 Al año siguiente, firmado por el director de la Caja de Descuentos Zaragozana, el futuro ministro progresista Juan Bruil, apareció un Proyecto de navegación del río Ebro, desde el Bocal de Tudela hasta el Puerto de los Alfaques, en el que se indican las auténticas causas del interés aragonés por navegar el Ebro:

«...sin embargo de que Aragón es el país indicado naturalmente para llenar aquel vacío [el de granos en Cataluña], no es el que disfruta de estas ventajas, sino que con evidente perjuicio de su prosperidad, Castilla la Vieja es el territorio privilegiado para alimentar la Cataluña, no obstante la inmensa distancia á que se encuentran ambos países. Esta situación tan ruinosa para los aragoneses, desaparecería desde el momento en que la navegación permanente del Ebro facilitase á precios cómodos el transporte de sus frutos á Cataluña, al mismo tiempo que fomentando y aumentando los riegos, de que tanta necesidad tienen aquellas fértiles campiñas, fuesen más pingües y constantes las cosechas».' Con el mismo objeto de navegar el Ebro, el 29 de diciembre de 1852 se constituyó en Barcelona la Real Compañía de Canalización del Ebro, con un capital de 126.000 reales de vellón, presidida por el Duque de Rianzares, segundo esposo de doña María Cristina. Las obras se centraron en el curso bajo del Ebro, llegando un caporcito a Escatrón en 1858, y suspendiéndose las

84. Al menos, es el mínimo entre 1649 y 1920.

85. CARRERAS Y CANDI, Francisco: La navegación en el río Ebro. Notas históricas. Barcelona, Imprenta La Hormiga de Oro, S.A., 1940, pp. 213-223. 86. ROYO Y SEGURA, Francisco: Memoria sobre la continuación del Canal de Aragón, su desagüe en el Ebro y canalización de este hasta el mar, con el presupuesto de gastos para dichas obras cálculo de los productos. Zaragoza, Imprenta y Librería de Ramón León, 1849 (Reimp.: Zaragoza, 1980); PANO DE SESÉ, Ignacio: Observaciones sobre el proyecto de canalizar el río Ebro, y enlazarlo con el Canal Imperial de Aragón. Zaragoza, Imprenta y librería de Roque Gallifa, 1849, 16 p. 87. BRUIL, Juan: Proyecto de navegación del río Ebro, desde el Bocal de Tudela hasta el Puerto de los Alfaques presentado al Excmo. Sr. Ministro de Comercio, Instrucción y Obras Públicas. Zaragoza, Imp. y Lit. de Peiró, 1850, 5 h., 1 h.b.

obras por la dificultad que suponía continuarlas hasta Cataluña. La empresa hubo de cerrar en 1879, al no poder soportar la competencia del ferrocarril."

Este interés creciente por navegar el Ebro se producía a causa del aumento de la exportación: entre 1840 y 1848/49 las salidas por vía fluvial pasaron de 140.000 Hl. a 358.720 Hl., con un aumento del 156,2%. La estructura de cultivos hubo de adecuarse para poder hacer frente a estos elevados volúmenes de exportación. Así, en Zaragoza, ciudad para la que disponemos de una serie larga de superficies cultivadas, en 1806 la superficie de cereal, frutal y huerto era de 5.426 Has. (el 49,9% de la superficie cultivada); en 1849 ascendía a 6.983 (el 60,5%), y en 1881 alcanzó las 9.361 (71,9%).89

El segundo elemento que hemos de considerar es la aparición de las harineras. Hasta la década de 1840, los molinos abastecían a Zaragoza de harina para su consumo, mientras que los cereales destinados a la exportación eran extraídos sin sufrir ninguna transformación. Pero en 1845 se crearon dos harineras en la ciudad, a las que en 1848 se unió otra. En 1860 su número se elevaba ya a 12, y en 1864 a 19, alcanzando en 1868 las 30, con una capacidad de molturación de un millón de Qm. de harina.90

Tras la aparición del ferrocarril, el panorama exportador cambió por completo, puesto que ahora resultaba más fácil para Barcelona proveerse de trigos castellanos. El 21 de marzo de 1862 Zaragoza quedó unida a Barcelona por ferrocarril. A partir de 1863-64 se redujo bruscamente la llegada de harina por cabotaje a los puertos catalanes.' El ferrocarril permitía una mayor rapidez y seguridad que el transporte fluvial-marítimo, a la vez que unos costes inferiores.

Paradójicamente, el desarrollo del ferrocarril supuso un grave obstáculo para la industria harinera aragonesa, ya que para competir con el transporte marítimo que colocaba a bajo precio el trigo extranjero en los puertos españoles, las compañías de ferrocarriles concedían tarifas especiales a las harineras del litoral catalán que adquiriesen trigo castellano.' Pero la crisis harinera y la reestructuración de la economía aragonesa para hacer frente al trigo castellano corresponden ya a un período más reciente, del que no vamos a ocuparnos aquí.

88. CARRERAS, E: op. cit., pp. 225-263. 89. PEIRÓ, A.: Regadío..., pp. 178-179. El crecimiento del cereal se dio en el primer tercio del siglo; en una zona eminentemente vinícola como la de Miralbueno-Garrapinillos la superficie destinada al cereal, frutal y huerto pasó de 359 Has. en 1806 (14,0% del total) a 957 Has. en 1837 (31,0%) (Poitó, A.: Regadío..., pp. 182, 184; A[rchivo] del C[anal] l[mperiall de A[ragón], caja 537).

90. PEIRó, A.: loc. cit., p. 228. 91. GARRABOU, Ramón, SANZ FERNÁNDEZ, Jesús: "La agricultura española durante el siglo XIX: ¿Inmovilismo o cambio?, en GARRABOU, Ramón y SANZ FERNÁNDEZ, Jesús (eds.): Historia agraria de la España contemporánea. 2. Expansión y crisis. Barcelona, Editorial Crítica, 1985, pp. 53, 61. 92. Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País: Exposición que eleva la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País al Ministro de Fomento, sobre los perjuicios que a los fabricantes de harina de Zaragoza, origina la rebaja de precios que las empresas de ferrocarriles de Barcelona y Pamplona han otorgado a los fabricantes de harinas de Castilla. Zaragoza, Imp. de Castro, 1863, 7 p.

61

EL MODELO DEMOGRÁFICO Y SOCIAL

¿Qué modelo demográfico y social se deducía de la transformación de la economía aragonesa en el siglo XVII? Disponemos de algunos elementos para esbozar sus líneas generales. En primer lugar, la especialización en la producción cerealista llevaba consigo un aumento de la producción de trigo, pero ese trigo no se consumía dentro de Aragón sino en Cataluña. Por tanto, el número de personas que podían alimentarse en Aragón creció de forma más limitada de lo que permitía la producción de trigo. En efecto, aunque la población aragonesa representaba en 1797 el 6,24% de la española, la producción de trigo en 1799 era el 9,15% del total." El resultado fue, por tanto, un crecimiento demográfico inferior a las posibilidades productivas y una densidad notablemente inferior a la media española (13,8 ha./km2, frente a 20,9 hablking."

La sustitución de los textiles propios por los de importación llevó aparejada una reducción de la mano de obra empleada en la industria. Por otra parte, el aumento de producción agraria exigía un mayor contingente de trabajadores, pero al tratarse de un cultivo extensivo en mano de obra como el cereal, ésta únicamente era necesaria en los momentos de la cosecha.

Las consecuencias sociales dependieron —en gran medida— de la velocidad a la que se produjo el proceso. Si aceptamos que la introducción de textiles franceses aumentó rápidamente desde 1646 y que el incremento de la exportación de cereales fue continuo al menos desde 1653, hemos de pensar que el fenómeno estuvo en auge al menos desde esta fecha y hasta 1677, en definitiva que el primer impacto se produjo en un período relativamente corto de tiempo, aunque sus consecuencias se dejaron notar durante todo el siglo XVIII.

Las repercusiones fueron diversas dentro de cada uno de los sectores productivos. Conviene recordar el cursus tradicional del artesano dentro de la actividad gremial: tras un periodo de aprendizaje (generalmente de uno a cuatro años), se accedía a la condición de mancebo (designación que en Aragón tenían los oficiales), a partir de la cual y tras aprobar un examen podía convertirse en maestro y establecerse por cuenta propia.

Este cursus se vio profundamente alterado. Cumplido el aprendizaje, el acceso a la condición de mancebo era automático en la casi totalidad de los gremios. Era, por tanto, imposible mantenerlo en la categoría de aprendiz, realizando las labores propias de éste. De esta manera, aunque lo ideal para adaptarse a la nueva situación hubiese sido una reducción de los efectivos gremiales, el resultado fue que siguió siendo necesario admitir nuevos aprendices para que realizasen las tareas que les eran propias. Es posible que este crecimiento fuese controlado, pero aun así el número de personas capacitadas para

93. El conjunto formado por Aragón y Cataluña presentaba una posición más equilibrada: el 14,38% de la población y el 12,11% de la producción de trigo. 94. La • media del conjunto Aragón-Cataluña se encontraba también más cercana a la media: 19,0 hab./km2.

62

realizar labores más complejas (maestros y mancebos) no se redujo. Por el contrario, sí disminuyó la producción, por lo que una parte importante de los mancebos cayeron en una situación de subempleo. En conjunto la población artesanal asalariada (registrada en los censos bajo las denominaciones de maestros jornaleros, jornaleros y mancebos) no hizo sino crecer. No disponemos de datos para el siglo XVII, pero en el siguiente el fenómeno es claramente perceptible: en Zaragoza de un 19,3% del total de la población artesanal en 1723, se pasó al 27,8% en 1733 y al 33,4% en 1766."

Poco sentido tenía que los mancebos accediesen a la categoría de maestros, puesto que el aumento del número de talleres únicamente aseguraba que cada uno de ellos tendría menos trabajo.' En definitiva, los gremios adoptaron medidas para limitar cada vez más el acceso a dicha categoría. A lo largo del siglo XVII las pruebas exigidas fueron complicándose cada vez más, mientras se consolidaba una situación de autorreclutamiento. Al margen de que algunos gremios fijasen para hijos y yernos de maestros menos operaciones que para los demás examinados, se les señalaron cantidades menores por la entrada. Una muestra de la efectividad de estas medidas nos la ofrecen los gremios zaragozanos de sogueros y alpargateros y de saqueros y lineros. Entre 1661-70 y 1701-11, la proporción de nuevos maestros hijos y yernos de maestros ascendió de forma continuada, pasando del 6,9% al 46,9%."

De esta forma, la condición de mancebo dejó de ser temporal y se convirtió —en muchos casos— en definitiva, por lo que se generaron formas propias de organización y de defensa de unos intereses que cada vez se diferenciaban más de los de quienes accedían a la maestría. Conocemos la existencia de cofradías de mancebos, distintas de las de los maestros, a partir —al menos— de 1601. En Zaragoza hemos documentado doce, de las cuales en 1737 y 174750 existían al menos nueve de forma simultánea." Sus efectivos eran —frecuentemente— muy elevados; tan sólo la de mancebos sastres contaba, en 1790, con 292 miembros.

Junto al objeto puramente religioso y la ayuda mutua, las cofradías de mancebos fueron el vehículo para organizar las reivindicaciones de éstos. Reivindicaciones que recogieron un amplio abanico: control del mercado de trabajo, desaparición de limitaciones al ingreso en el gremio, imposición de condiciones de trabajo, limitación del trabajo de los aprendices o, sencillamente, reparto de la plusvalía.

Por otra parte, el aumento de las necesidades de mano de obra en las épocas de cosecha llevó consigo un aumento del número de jornaleros del campo.

95. Elaboración propia a partir de AMZ, cajas 145, 146 y 158. 96. Es necesario considerar también las dificultades adicionales para la instalación de nuevos talleres, ya que la disposición de un local en condiciones y los costes de instrumentos y materias primas (que el maestro debía adelantar) eran importantes y esta importancia aumentaba relativamente en tiempos de escasa demanda. 97. Elaboración propia a partir de REDONDO, G.: op. cit., pp. 268-276. 98. Cofradías de mancebos existieron también en Barbastro, Huesca y Tarazona.

63

Aunque las cifras de que disponemos son muy incompletas, algunos ejemplos locales nos permiten afirmar un incremento de su número, que se iniciaría en los últimos años del siglo XVII y proseguiría hasta bien entrado el siguiente. Así, los jornaleros pasaron de constituir el 10,6% de la población activa en Barbastro en 1619, al 11,4% en 1680 y el 63,2% en 1786. Un crecimiento menos importante, pero también notable, se produjo en Jaca, pasando del 7,5% en 1718 al 23,5% en 1787. En Huesca su importancia se mantuvo estable entre 1716 (30,1%) y 1787 (29,1%). En Zaragoza, su número osciló entre el 4,2% y el 4,5% de la población total entre 1723-66, pero ascendió al 7,3% en 1787, para volver a caer posteriormente." Este sector planteó también reivindicaciones laborales propias, especialmente en las dos últimas décadas del siglo XVIII.

En definitiva, el surgimiento de un nuevo circuito comercial, primero de exportación de trigo a Cataluña y de importación de textiles desde Francia, y luego de doble sentido en dirección a Cataluña, llevó consigo una profunda transformación de la estructura económica y social de Aragón, marcando las líneas generales de su crecimiento hasta la llegada del ferrocarril.

99. Estas cifras están basadas en: ADPZ, ms. 628; Vezindario de Zaragoza echo por el Sr. Intendente D. Juan Antonio Diaz de Arze en el año de 1723; AMZ, caja 146, núms. 2 y 3; caja 158, núm. 2; BRAH, legs. 9/6179, legs. 9/6181, 9/6185, 9/6186 y 9/6188; CANELLAS LóPEZ, Ángel: «Demografía de la ciudad de Jaca en el reinado de Felipe V de Borbón», Pirineos, 83-86 (1967), pp. 203-269; D.R.: «Zaragoza a fines del siglo XVIII», Revista Aragón, II, 3 (1901), pp. 80-84; REULA ARASANZ, M. José: «Demografía oscense: el Vecindario de Campoflorido (1712-1717)», Argensola, 96 (1983), pp. 213-244; SALAS AUSENS, J. A.: op. cit., pp. 292-294.

64

This article is from: