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Resúmenes de artículos

Rol del consumo de bebidas gaseosas en la patogénesis de la obesidad y de las enfermedades cardiovasculares El consumo excesivo de gaseosas (refrescos) contribuye a la epidemia de obesidad y hay estudios que relacionan la ingesta crónica de azúcares con las enfermedades metabólicas y cardiovasculares.

Material obtenido del artículo: Sugary drinks in the pathogenesis of obesity and cardiovascular diseases. Brown CM, Dulloo AG, Montani JP. International Journal of Obesity 2008; 32:S28-S34

AUMENTO DE LA TENDENCIA EN EL CONSUMO DE BEBIDAS GASEOSAS Según el Departamento de Agricultura de los EE.UU., el norteamericano promedio consumió 64 kilos de azúcares añadidos en 2005. Los refrescos aportan alrededor de un tercio de la ingesta diaria de azúcar, lo que los transforma en la principal fuente de azúcares añadidos en la dieta. Es preocupante el aumento del consumo de gaseosas entre los jóvenes. Entre 1977-1978 y 1994-1996, la proporción de la ingesta energética diaria a la que contribuyeron estas bebidas se incrementó en más de un 80% en niños y adolescentes de entre 2 y 18 años. Se observó que existe un vínculo entre la ingesta de sal y el consumo de gaseosas en niños y adolescentes, y que adelgazan cuando se les restringe el consumo de estas bebidas. El azúcar contenido en los refrescos es habitualmente de 10 a 15 gramos por cada 100 cm3. En los Estados Unidos en los últimos treinta años, el jarabe de maíz de alta fructosa (HFC), rico en fructosa y glucosa, ha sustituido en gran medida a la sacarosa como el principal edulcorante en refrescos.

OBESIDAD Y BEBIDAS GASEOSAS Las personas que consumieron tanto sacarosa como HFC incrementaron su peso corporal y su adiposidad

16 O b e S . O. S . DIAGNÓSTICO Y TR ATAMIENTO

en comparación con las personas que utilizaron edulcorantes artificiales. El mecanismo más obvio mediante el cual las bebidas gaseosas pueden aumentar el peso corporal es por aumento global de la ingesta de energía debido al consumo de bebidas gaseosas agregadas a una alimentación regular. Las bebidas gaseosas producen escasa saciedad y contribuyen a un mayor consumo de alimentos sólidos. Los líquidos producen menos saciedad que los alimentos sólidos, por lo que las gaseosas se consumen en cantidades importantes para lograr la saciedad, lo que contribuye a un ingreso calórico muy importante. No es que aumenten el apetito, sino que el mayor consumo de gaseosas incrementa las calorías ingeridas. El consumo de azúcares refinados, especialmente la fructosa, promueve la adiposidad. Una vez que ingresa al organismo, el metabolismo de la fructosa difiere del metabolismo de la glucosa. La fructosa es fosforilada en el hígado a fructosa-1-fosfato por la enzima fructoquinasa y luego se puede convertir en glicerol-3-fosfato, que constituye la base de la síntesis de triglicéridos. A diferencia de la glucosa, el metabolismo de la fructosa esquiva a la enzima fosfofructoquinasa, que es un elemento de control importante de la glicólisis. En otros términos, el hígado no detecta el ingreso de


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