Palabras, libros, historias Gerónimo, el último guerrero apache
ISSN 1405-3616
Andrés Ortiz
En torno a la enseñanza de la ética
Interacciones biológicas
SEGUNDA PARTE
Irene Romero
José Luis Espíndola
Voces del periodismo
Invención y sentidos de una arquitectura moderna
Arrigo Coen Anitúa (†)
CUARTA PARTE
Gonzalo Bustillo
9!BLF?E@:RUPUOV!
MÉXICO
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NOVIEMBRE 2012
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AÑO 17
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NÚMERO 198
Año 17, Núm. 198, noviembre 2012.
Directora Virginia Ferrari Subdirección María Jesús Arbiza Coordinación editorial Sara Giambruno Consejo editorial Valentina Cantón Arjona María Esther Aguirre Mario Aguirre Beltrán Santos Arbiza Gerardo Cirianni Julieta Fierro Adolfo Hernández Muñoz (†) Roberto Markarian Ramón Mier María Teresa Yurén Jose na Tomé Méndez María de Lourdes Santiago Colaboradores Nora Brie Alejandra Alvarado Citlalli Álvarez Stella Araújo Verónica Bunge María Isabel Carles Leticia Chávez Luci Cruz Consuelo Doddoli Alejandra González Norma Oviedo Jacqueline Rocha Pilar Rodríguez Concepción Ruiz Ana María Sánchez Editor responsable Nelson Uribe de Barros Administración y nanzas Ana Lilia Estrella Producción editorial Etna Salvador Diseño grá co y formación digital Sandra Lilia Díaz Hurtado
CORREO del MAESTRO es una publicación mensual, independiente, cuya nalidad fundamental es abrir un espacio de difusión e intercambio de experiencias docentes y propuestas educativas entre los maestros de educación básica. Asimismo, CORREO del MAESTRO tiene el propósito de ofrecer lecturas y materiales que puedan servir de apoyo a su formación y a su labor diaria en el aula. Los autores Los autores de CORREO del MAESTRO son los profesores de educación preescolar, primaria y secundaria, interesados en compartir su experiencia docente y sus propuestas educativas con sus colegas. También se publican textos de profesionales e investigadores cuyo campo de trabajo se relacione directamente con la formación y actualización de los maestros, en las diversas áreas del contenido programático. Los temas Los temas que se abordan son tan diversos como los múltiples aspectos que abarca la práctica docente en los tres niveles de educación básica. Los cuentos y poemas que se presenten deben estar relacionados con una actividad de clase. Los textos • Los textos deben ser inéditos (no se aceptan traducciones). No deben exceder las 12 cuartillas. • El autor es el único responsable del contenido de su trabajo. • El Consejo Editorial dictamina los artículos que se publican. • Los originales de los trabajos no publicados se devuelven, únicamente, a solicitud escrita del autor. • En lo posible, los textos deben presentarse, preferentemente, en formato digital. • Deben tener título y los datos generales del autor: nombre, dirección, teléfono, centro de adscripción. • En caso de que los trabajos vayan acompañados de fotografías, grá cas o ilustraciones, el autor debe indicar el lugar del texto en el que irán ubicadas e incluir la referencia correspondiente. • Las citas textuales deben acompañarse de la nota bibliográ ca. • Se autoriza la reproducción de los artículos siempre que se haga con nes no lucrativos, se mencione la fuente y se solicite permiso por escrito. Derechos de autor Los autores de los artículos publicados reciben un pago por derecho de autor el cual se acuerda en cada caso.
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as relaciones que se establecen entre las diferentes especies son el tema del pri-
mer artículo de este número de Correo del maestro. Irene Romero Nájera, en “Interacciones biológicas”, explica cómo en la naturaleza los individuos de la misma especie o de especies diferentes coexisten y se relacionan, y que estas relaciones son de competencia, depredación, parasitismo, comensalismo, amensalismo y mutualismo. Asimismo, presenta una actividad alrededor de un cuento “Las hormigas van de paseo”. De la serie Palabras, libros, historias es el artículo “Gerónimo, el último guerrero apache”, de Andrés Ortiz Garay. El personaje central no escribió el libro que se reseña porque prácticamente sólo sabía firmar, pero se reconstruye su historia y se rescata así del olvido a uno de los más valientes y feroces opositores a la colonización, tanto española como inglesa. La visión interna y externa de los apaches prologa la biografía de este guerrero, que vivió muchos años y tuvo tiempo de contar sus aventuras. Además, se analiza la etimología de las palabras guerrero y apache. En la segunda parte de “En torno a la enseñanza de la ética”, de José Luis Espíndola Castro, se proponen los métodos que permitirán erradicar la apatía moral y fomentar la solidaridad. Para ello es necesario, afirma, restaurar las virtudes personales, desarrollar la crítica racional de las malas prácticas sociales, ejecutar prácticas éticas que las “neutralicen”. Todo lo anterior teniendo en cuenta la complejidad y las diferentes dimensiones sociales de nuestra sociedad. En este sentido, le adjudica un papel preponderante a la creatividad para ofrecer propuestas originales. Gonzalo Bustillo, en la cuarta parte de “Invención y sentidos de una arquitectura moderna”, aborda los efectos del proceso de racionalización en la arquitectura del siglo XVIII. Explica entonces los conceptos de belleza arbitraria, belleza positiva, lo sublime, etc., en los que se refleja la constante ambición de refundar los códigos estéticos de la arquitectura en función de las nuevas necesidades sociales. “Voces del periodismo”, del maestro Arrigo Coen Anitúa, proporciona información detallada sobre el origen de palabras como periódico, periodístico, periodicidad, así como diario y semanario, anuario; gaceta, voceador, reportero y boletín completan el recorrido etimológico. Valentina Cantón Arjona, en “Profesionalización de la promoción cultural”, reseña el libro de David Roselló Cerezuela, Diseño y evaluación de proyectos culturales, en el que se promueve la profesionalización de quienes se dedican a este campo de la actividad cultural con el fin de ampliar estas actividades, que contribuyen al bienestar de la comunidad. Correo del maestro
Dibujo de portada: Luciana Ambrogio de Lucas, 4 años 6 meses.
índice entre NOSOTROS
antes DEL AULA
certidumbres E INCERTIDUMBRES
artistas Y ARTESANOS
sentidos Y SIGNIFICADOS
problemas SIN NÚMERO
abriendo LIBROS
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Interacciones biológicas Irene Romero Nájera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
Palabras, libros, historias GERÓNIMO, EL ÚLTIMO GUERRERO APACHE
Andrés Ortiz Garay . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
En torno a la enseñanza de la ética Segunda parte José Luis Espíndola Castro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
Invención y sentidos de una arquitectura moderna Cuarta parte Gonzalo Bustillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
Voces del periodismo Arrigo Coen Anitúa (†) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
Más letras, menos letras, otras letras Convertir palabras Claudia Hernández García . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
Profesionalización de la promoción cultural Valentina Cantón Arjona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
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Interacciones BIOLÓGICAS Irene Romero Nájera scie n
c e.le idenuniv.nl
Las relaciones que se establecen en la naturaleza entre diferentes especies o individuos de la misma especie son muy diversas. En este artículo se analizan los diferentes tipos de relación y se proponen actividades para motivar la investigación.
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s interesante observar un día a los niños que juegan en el parque porque podemos encontrar situaciones en las que se pelean, se ayudan, compiten entre sí, etc. En la vida cotidiana estamos llenos de estas relaciones humanas que establecemos con las personas que nos rodean. Por ejemplo, no es extraño enterarnos de que el señor de la tiendita se asoció con su vecino en un nuevo negocio, que la vecina se enojó con su marido, que el sobrinito no quiso jugar con su primo o que el conocido del amigo ayudó a conseguir un buen empleo a su familiar. Como vemos, hay relaciones que pueden ser de bene cio o de perjuicio para los involucrados. En la naturaleza, los individuos de la misma especie o de especies diferentes coexisten en el mismo lugar y tiempo. Establecen muy diversas relaciones, que se conocen como interacciones biológicas y se clasi can según el efecto que tienen entre los involucrados, que pueden ser positivos, negativos o neutros. A continuación veremos las interacciones biológicas más comunes en la naturaleza:1
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Entre paréntesis al final de la explicación está la simbología para representar cada interacción.
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Se da entre individuos de la misma especie o de especies diferentes que tienen requerimientos similares en cuanto a alimentación, uso del espacio, papel que desempeñan, etc. Por ejemplo, los machos suelen competir por las hembras en periodos reproductivos, los monos y los tucanes compiten por alimentarse de la mayor cantidad de frutos que les sea posible en los distintos periodos del año. Asimismo, las plantas compiten entre ellas por el mejor lugar donde les dé el sol o donde haya una mayor cantidad de agua y de nutrientes en el suelo. La competencia implica un gran gasto de energía para los implicados y por ello se considera un tipo de interacción con efecto negativo para ambos competidores (- -).
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COMPETENCIA:
Es cuando un individuo o una especie se alimenta de otra. Por lo general, cuando hablamos de depredación es fácil visualizar la escena de un león cazando a una cebra, que es justamente cuando una especie se alimenta de otra. Sin embargo, en algunas existe el canibalismo, es decir, que se alimentan de individuos de su misma especie, como sapos grandes que comen sapos más pequeños, aunque éstos no sólo son caníbales, sino que también recurren a otros organismos como diferentes tipos de insectos. Los herbívoros son, a su vez depredadores de las plantas. El efecto de la depredación resulta positivo para los depredadores pero negativo para las presas (+ -).
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DEPREDACIÓN:
PARASITISMO: Es parecido a la depredación, sólo que aquí se hace referencia a un ser más pequeño que vive y cubre sus necesidades vitales dentro o sobre otro de mayor tamaño, llamado huésped u hospedero, el cual es perjudicado por la presencia del parásito. Cuando la infestación de parásitos es extrema, el hospedero llega a morir. Dentro de los parásitos macroscópicos más comunes podemos mencionar a los piojos y a las pulgas, que son ectoparásitos, ya que viven fuera de su hospedero. Existen algunas plantas que pueden ser parásitas de otras plantas como el caso del muérdago, que es una planta parásita que habita alrededor de las ramas y troncos de árboles en las que introduce sus raíces para succionar agua y nutrientes de su hospedero. Esta interacción tiene el mismo efecto que la depredación, es positiva para el parásito pero negativa para el hospedero (+ -).
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Interacciones BIOLÓGICAS
COMENSALISMO:
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En esta interacción una especie resulta beneficiada, mientras que la otra no se ve afectada ni beneficiada. Por lo general, la especie beneficiada utiliza a la otra como medio de transporte o medio para vivir pero sin perjudicarla directamente. Tal es el caso de las lapas que viven sobre el caparazón de las tortugas: las primeras tienen un lugar seguro para vivir y transportarse a nuevos lugares con alimento disponible, mientras que las tortugas no sufren algún daño en su caparazón (+ 0).
En esta interacción una especie resulta perjudicada y la otra sin beneficio ni perjuicio. Es de manera involuntaria, como el caso de los elefantes que pasan encima de un camino de hormigas, las cuales mueren aplastadas. Para las hormigas esto es perjudicial; sin embargo, para los elefantes no tiene consecuencia alguna, ni positiva ni negativa (- 0).
en.wikipedia.org
AMENSALISMO:
MUTUALISMO:
Es la relación que se da entre especies que se benefician mutuamente, como el caso de las flores y sus polinizadores. Ambos resultan beneficiados, las plantas logran transportar su polen, mientras que los polinizadores obtienen, a través del néctar, un alimento rico en azúcares. Cuando la relación mutualista llega a ser muy estrecha y específica, en la que incluso una especie no puede sobrevivir sin la otra, se denomina simbiosis. El ejemplo típico de organismos simbióticos son los líquenes, una asociación de un hongo con un alga, aunque a simple vista es difícil distinguir los límites donde empieza una especie y termina la otra. El hongo se beneficia de los nutrientes que aporta el alga y ésta de la protección a la desecación, aumentando su capacidad de absorción de agua que aporta el hongo. En estos casos, a las especies involucradas se les conoce como simbiontes. El efecto de esta interacción para ambas especies es positivo (+ +).
En esta ocasión, propongo la lectura de un cuento como herramienta pedagógica para ahondar un poco más en una de las interacciones biológicas expuestas. Se trata del mutualismo y especí camente de la relación simbiótica que existe entre las hormigas arrieras (o cortadoras de hojas) y su hongo.
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Las hormigas van de paseo En una calurosa mañana dentro de la selva tropical al sur de México, se encontraba un grupo de monos araña alimentándose en la copa de su árbol favorito, la ceiba, el cual tiene un tronco muy alto y ancho que se asemeja a una pata gigante de elefante, por arrugado y gris. De pronto Rito, uno de los miembros más pequeños, peluditos y simpáticos de la familia, logró ver a la distancia a un grupo de hormigas que, cada una, llevaba cargando un pedazo de hoja. La fila era interminable, sus ojos no alcanzaban a ver de dónde provenían ni a dónde llegaban. Iban muy contentas bailando y cantando. Entonces se le ocurrió preguntarle a su mamá: –Mami, ¿de dónde vienen esas hormigas?, ¿a dónde van?, ¿qué llevan cargando? Su mamá le contestó sin poner demasiada atención: –Rito…, tú siempre tan curioso, ¡cuántas preguntas! No lo sé, hijo, pero supongo que van de paseo y llevan cargando lo que será su comida para hacer un gran y delicioso día de campo. Rito quedó intrigado con la respuesta… “¿Un día de campo?, ¿en dónde?, ¿habrá juegos, un lago donde nadar?”, se preguntó. No quiso quedarse con la duda y le pidió permiso a su mamá para bajar de la copa del árbol y preguntarle a una de las hormigas sobre su paseo. Su mamá, ocupada seleccionando las hojas para el almuerzo, le dijo que no tardara demasiado. Rito, presuroso, bajó al suelo de la selva, con su dedo tomó a una de las hormigas y le dijo: –Amiga hormiga, me llamo Rito, hace tiempo que somos vecinos y no me había dado cuenta de los paseos que realizan; quiero preguntarte: ¿a dónde llevan tanta comida?, ¿van a hacer un formidable día de campo? La hormiga trató de responder a sus preguntas. –Hola, Rito, mucho gusto, yo me llamo Arlina. Los pedazos de hojas que llevamos cargando no son para nosotras, ni para hacer un día de campo, son para llevarlas a nuestras plantaciones de hongos, con los que nos alimentamos; con ellos preparamos ricos platillos como sopas o ensaladas llenas de color y sabor… ¡mmm... ya me dio hambre! Rito, intrigado aún más, pensó que tal vez se trataba de un tipo de cultivo, parecido a los que los humanos tienen del maíz, de la calabaza o del frijol. Por lo que a continuación dijo a la hormiga:
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–¿Cómo?... ¿Ustedes cultivan hongos?, ¿para qué, si pueden buscar comida en toda la selva? Entonces la hormiga le contestó: –Claro, nosotras, las hormigas arrieras, tenemos plantaciones de hongos dentro de nuestra colonia porque de esa forma siempre disponemos de alimento sin importar la estación del año. Rito quería saber más de los hongos y le dijo: –Cuéntame más, Arlina, ¿desde cuándo cultivan hongos? La hormiga, que seguía sin entender el porqué de tanta insistencia contestó: –Los hongos viven con nosotras desde hace muchos, muuuuchos años, los llevamos y los traemos cada vez que nos mudamos de casa. Nosotras cuidamos de ellos, les brindamos una recámara cómoda, abundante comida de hojas y mucho cariño, ya que sin ellos, hubiéramos pasado hambre en tiempos de escasez. Rito se quedó sin palabras, no sabía que las hormigas tuvvieran todo tan planeado y mucho menos que cultivaran hongos. Tenía lógica todo lo que su amiga le decía; pensaba que si los monos tuvieran un cultivo de frutas, no tendrían que viajar tantos kilómetros para buscar alimentto. Aunque claro, seguramente el tener un cultivo propio requeriría mucho trabajo, por lo que se le ocurrió preguntar: re ––Pero, entonces, ¿todas ustedes se dedican cada día a recolectar pedazos de hoja para llevárselas a sus hongos?, ¿hasta colec dónde van por ellos? ¿Y por qué la fila es tan, pero tan larga? dón –Sí, – Rito, todos los días buscamos hojas tiernas y las partimos en pedacitos para poderlas llevar a nuestra casa y con ellas alimentar a nuestros hongos. A veces, recorremos una gran distancia, lo que nos lleva gran parte del día y la fila es larga porque muchas de nosotras estamos encomendadas a esa misión. Rito quedó fascinado con la relación que tenían las hormigas con los hongos y le pidió a Arlina que le contara la historia de cómo inició. Arlina accedió a contársela y así comenzó el relato: –Cuenta la leyenda que hace muchos millones de años las hormigas arrieras buscaban su propio alimento en los alrededodores de la selva. Sin embargo, cuando había periodos de escasez, asez, como cuando se presentaba una sequía o una inundación, muchas as morían de hambre y vagaban buscando restos de alimentos que otros animales nimales habían dejado por ahí. Entonces, la hormiga reina decidió visitar al gran an árbol sagrado de la selva, la ceiba, por ser un árbol muy antiguo y sabio. La hormiga reina le
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suplicó que la ayudara a buscar una solución para no volver a pasar hambre y así evitar q que su familia siguiera muriendo por falta de alimento. La ceiba, después de mucho meditar, le dijo que fuera a la gran roca que se encontraba al final del sendero por donde ellas caminaban todos los días para buscar comida, ahí encontraría al duende de los hongos llamado Kanú (lo reconocería por su gran barba y pequeño tamaño); es tan pequeño que reco un d diminuto grano de arena podría aplastarlo. Cuando por fin estuviera ffrente a la gran roca debía repetir las palabras mágicas para llamar al duende “Aki triki gran Kanú”. La hormiga reina le agradeció el consejo a la ceiba y se fue feliz a buscar al duende. Cuando estuvo frente a la roca repitió las palabras que le dijo el árbol sagrado “Aki Kanú”, y de repente, entre las ramas de los árboles, apareció un ser pequetriki gran Kanú verde que tenía la cara de viejito con una gran barba blanca y una sonrisa ñito y de color verd radiante. La hormiga hormi reina, entonces, le contó su pena y le dijo que el árbol sagrado le recomendó que ffuera a verlo para pedir su ayuda. Kanú sacó de su bolsa una pequeña maraña blanca blan parecida al algodón, le dijo a la hormiga reina que la llevara a su hogar y que q ahí la colocara en un lugar fresco y húmedo. Le explicó que esa maraña eeran unos hongos especiales con los que podría alimentar a su familia, siempre y cuando los cuidara bien y prometiera nunca abandonarlos. Los honnecesitarían para crecer una ración de hojas frescas y tiernas cada día, lo que gos necesita implicaría que llas hormigas tendrían que organizarse para colectarlas diariamente. Le advirtió que este lazo que se acababa de crear entre las hormigas y los hongos jamás debería de romperse y, a cambio de ello, las hormigas tendrían alimento toda la vida y los hongos podrían crecer sin preocupaciones. La hormiga reina aceptó el trato, se llevó con mucho cuidado a los hongos que le acababa de dar Kanú, el cual le dio un fuerte abrazo y le deseó que todo saliera bien para su familia. La hormiga reina se fue muy contenta de regreso a su casa, ¡no podía esperar el momento de contarle todo a su familia! Desde entonces, se creó una de las relaciones más estrechas que existen en la naturaleza entre dos especies diferentes que no pueden vivir la una sin la otra –concluyó Arlina. Rito estaba tan maravillado con su relato que no podía esperar el momento de contarle a su mamá que en realidad las hormigas no van de paseo sino que cargan hojas para sus plantaciones de hongos y que la ceiba, su árbol favorito, es el árbol sagrado de la selva por ser tan antiguo y sabio. Rito comentó: –Guauuu… no cabe duda de que cada día aprendemos algo nuevo. A lo lejos se escuchó una voz que llamaba a Arlina, por lo que ella exclamó: –¡Uy qué tarde es ya!... Perdona, Rito, pero tengo que volver a mis labores, los hongos nos esperan para llevarles sus hojas tiernas, espero verte en otro momento y que me platiques sobre la vida de los monos.
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Interacciones BIOLÓGICAS
–Claro que sí –contestó Rito. Los nuevos amigos se despidieron para volver con su resspectiva familia a disfrutar de una merecida comida, ya que la tarde estaba por caer y Rito y su grupo tendrían que buscar ar un árbol donde pasar la noche. Rito, emocionado, regresó ó con su mamá, pensó que mientras comían podría contarle la historia de las hormigas que no van de paseo.
Actividad Después del cuento, pedir a los alumnos que se reúnan en equipos para contestar y discutir las siguientes preguntas: 1. ¿Cuál es el árbol sagrado de la selva?, ¿por qué se le considera así?, ¿cómo es? 2. ¿Por qué cortan hojas las hormigas arrieras?, ¿a dónde las llevan? 3. ¿Por qué tendrán que recorrer una gran distancia las hormigas para conseguir hojas y los monos para conseguir frutos? 4. ¿Cuál es el efecto para las hormigas y para los hongos en su interacción?, ¿qué aportan las hormigas?, ¿qué aportan los hongos? 5. Piensa en un título alternativo para el cuento. 6. ¿Quiénes son los protagonistas del cuento? 7. Realiza un dibujo de Kanú. 8. ¿Qué otro final le darías a la historia? 9. ¿Qué otros ejemplos se les ocurren de interacciones mutualistas? 10. ¿La relación del humano con las especies que cultiva y que cría sería mutualista?, ¿por qué?, ¿cuáles son los efectos para el humano y para las plantas y animales que produce? 11. En equipos escribir un relato en el que se aborde cada uno de los otros tipos de interacción biológica: competencia, depredación, parasitismo, comensalismo y amensalismo.
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Palabras, libros, historias GERÓNIMO, EL ÚLTIMO GUERRERO APACHE www.nationalgeographicstock.com g g p
Andrés Ortiz Garay
Este artículo difiere de los otros en la serie “Palabras, libros, historias” porque su personaje central no fue quien escribió el libro que aquí se reseña. Es más, enfocando el asunto de la escritura desde cierto punto de vista, se puede decir que ese personaje no escribió nada o casi nada, ya que no se conocen textos de su puño y letra plasmados en algún tipo de escritura alfabética (aunque eso sí, firmó muchos autógrafos con caracteres del alfabeto latino, pues así ofertaba mejor los souvenirs que terminó vendiendo). Pero desde otro tipo de enfoque, resulta válido pensar que su forma de “escribir” no fuese inexistente, sino más bien diferente de la que nosotros conocemos. Una manera que nos es ajena porque carecía de letras que representaran fonemas y de lexemas ordenados según la lógica de una sintaxis lineal. Sin embargo, es posible pensar que otros medios –para nosotros extraños– fuesen perfectamente capaces de transmitir indicaciones y mensajes, de comunicar ideas y conceptos, de registrar y plasmar historias (esos medios podrían incluir petroglifos escarbados en rocas, dibujos pintados en piel de venado, enigmáticas figuras que se trazaban con arenas de colores formando mosaicos en el suelo; o quizás algunos medios más –como las famosas señales de humo de los indios o los atuendos en los que la imbricación de plumas, huesos, conchas u otros materiales expresarían significados).* Pero cualquiera que sea la opinión acerca de las diferencias en los sistemas de escritura, el caso es que, afortunadamente, hubo quien escribió, en el modo alfabético, la historia de Gerónimo, el último guerrero apache.
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n 1905, Gerónimo era un octogenario. En esos inicios del siglo XX, tenía dos décadas de ser un preso político del gobierno de Estados Unidos de América, desde que en 1886 había pactado, ante oficiales del ejército de ese país que se encontraban en territorio mexicano, la rendición final de su
* La objeción de admitir como escritura a las señales de humo y a los distintivos montados sobre la vestimenta o el cuerpo (la pintura facial) tiene cierta validez en lo referente a que se trata de medios perecederos; pero eso no se puede aplicar a los petroglifos y los pictogramas.
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Gerónimo, el último GUERRERO APACHE
resistencia armada. Aunque en ese pacto se prometió a Gerónimo y su banda (compuesta por su inseparable compañero el jefe Naiche, 16 guerreros, 14 mujeres y 6 menores) que se les permitiría establecerse en algún lugar de Arizona, tal promesa nunca se cumplió. En vez de ello, los apaches chiricahuas que se rindieron junto con Gerónimo, y no sólo ellos, sino el resto de los integrantes de esa tribu1 (incluidos los que habían servido en las compañías de scouts2 del ejército estadounidense) fueron deportados junto con sus familias, todos en calidad de prisioneros de guerra, primero a Florida, después a Alabama y finalmente a Fort Sill, un puesto militar situado en el llamado Indian Territory (delimitación originalmente concebida como una gran reservación en la que serían concentrados 1
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Según gran parte de los estudios antropológicos al respecto, los apaches no estaban divididos en tribus, sino en bandas y más claramente aún, en subbandas y en grupos familiares. Los lazos de parentesco, los sentimientos de identidad étnica y las relaciones socioeconómicas se manifestaban sobre todo a este nivel. El nivel de tribu era un referente más bien simbólico que encontraba su concreción en aspectos generales como compartir una lengua, una cultura material y una religión –por ejemplo–, pero no en unidades sociales funcionales. Sin embargo, en algunas ocasiones mantengo el uso del término tribu porque concuerda con lo que se expresa en el libro que aquí nos ocupa y porque sirve para englobar de manera más entendible a los grupos mayores a los familiares que mantenían cierta cohesión cultural y territorial. El término scout designa a los apaches que fueron enrolados en el ejército estadounidense. Estos guerreros convertidos en soldados irregulares no sólo sirvieron como exploradores y guías de las tropas del ejército regular, sino que –a partir de las directrices operativas diseñadas por el general George Crook a principios de la década de 1870– las compañías de scouts apaches llevaron poco a poco el mayor peso en la persecución y los combates contra sus parientes hostiles a la sumisión ante los blancos.
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GUERRERO El Diccionario de la Real Academia Española (22ª edición de 2001, consultado en su versión en internet) define así esta palabra: guerrero, ra. 1. adj. Perteneciente o relativo a la guerra. 2. adj. Que guerrea. Apl. a pers., u. t. c. s. 3. adj. Que tiene genio marcial y es inclinado a la guerra. 4. adj. coloq. Dicho especialmente de un niño: Travieso, que incomoda y molesta a los demás. 5. m. soldado (hombre que sirve en la milicia). 6. f. Chaqueta ajustada y abrochada desde el cuello, que forma parte de ciertos uniformes del Ejército. En el Diccionario Larousse Usual (edición 1979) encontramos algo similar, pero con ejemplos ilustrativos a pesar de breves: Adj. Relativo a la guerra: valor guerrero. || Marcial, belicoso, que tiene afición a la guerra: pueblo guerrero. || Fig. y fam. Travieso, molesto: chico guerrero. || M. Soldado: un guerrero troyano. || F. Chaqueta ajustada y generalmente abrochada hasta el cuello, que forma parte del uniforme militar. En diccionarios y enciclopedias aparece también como nombre propio de lugares (por ejemplo, un páramo de Colombia en la cordillera o el estado del sur de México) o como apellido de personajes (de hecho, en México es un apellido bastante extendido). Algunos de sus sinónimos o nombres derivados son guerreante, guerreador y guerrista. >>
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Guerrero es una palabra que funciona como sustantivo o como adjetivo. Pero ya sea denominando o calificando, es claro que deriva de la palabra guerra. El origen etimológico de este último vocablo no es latino, sino germano (werra) y resultaría interesante saber por qué este origen prevaleció en las lenguas romances, ya que en latín la palabra es bellum (de la cual derivaron términos como bélico, beligerante, belicoso u otras con el mismo significado general). Sin alcanzar a ser conclusivos en este respecto, una hipótesis podría basarse en el hecho de que en las fases finales del Imperio Romano de Occidente los guerreros de hablas germánicas tuvieron un papel predominante fuese como enemigos o como aliados de los detentadores en turno del poder imperial. Quizá la palabra de origen germánico prevaleció sobre la latina porque las espadas de los “bárbaros” terminaron por conquistar Roma.
En todo caso, actualmente el español y el inglés, entre otras lenguas contemporáneas originadas en Europa, mantienen un sesgo de significado entre los vocablos –y sus asociaciones conceptuales– de guerrero, por un lado, y de soldado o militar, por el otro. Mien>>
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los restos de muchas tribus indias que habían terminado por ser subyugadas, pero que para ese entonces estaba a punto de convertirse en el estado de Oklahoma, pues gran parte del territorio ya se había abierto a la colonización blanca). Durante esos veinte años de cautiverio, los chiricahuas fueron diezmados por las enfermedades y las privaciones asociadas al régimen carcelario; los niños y jóvenes de ambos sexos fueron obligatoriamente separados de sus familias y enviados al lejano internado de Carlisle, Pennsylvania, para que se educaran bajo los preceptos del hombre blanco y olvidaran por completo su cultura original. La desesperanza por la pérdida de su preciada libertad y la disrupción de sus familias también había cobrado su cuota: hubo varios casos de suicidio, un acto completamente ajeno a la idiosincracia apache. En 1894, los chiricahuas supervivientes fueron establecidos en los alrededores de Fort Sill con la intención de convertirlos en granjeros. Gerónimo era uno de ellos y a pesar de ser ya un viejo, trataba de adaptarse a las nuevas condiciones que se le imponían, aunque siempre buscando la oportunidad de presentar su reclamo de que se cumpliera lo pactado en su capitulación y se les permitiera a él y a su gente volver a su tierra natal. En los inicios del siglo XX, la fama del antiguo guerrero, el último de los “irredentos salvajes” del Oeste Americano opuestos a la civilización occidental había transitado desde el temor y el odio hasta la curiosidad y el esnobismo típicos de la burguesía estadounidense de ese tiempo. Fue así que un día de verano en 1904, a Stephen Melvil Barret, quien era
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Gerónimo, el último GUERRERO APACHE
Debo, Angie, Geronimo:The Man, His Time, His Place.
Iglesia de la misión protestante en Fort Sill.
superintendente de escuelas en el vecino condado de Lawton, le tocó fungir en Fort Sill como traductor durante la venta de un penacho que Gerónimo –hablando español– transaba con un gringo que sólo hablaba inglés. Barret nos cuenta que tras ese encuentro inicial, Gerónimo le saludaba con gentileza cuando esporádicamente se topaban; pero en cierta ocasión el apache se enteró de que Barret había sido herido alguna vez por un mexicano. Al saber esto –afirma Barret– Gerónimo se abrió con él comentando su aversión hacia los mexicanos y a partir de entonces, poco a poco, trabaron una especie de amistad. Poco tiempo después, Barret le propuso a Gerónimo que le autorizara publicar los relatos que le contaba. Aunque el apache se mostró reluctante en un principio, después aceptó contarle la historia de su vida y permitir que la difundiera si le pagaba por ello y si obtenía el permiso de los oficiales de Fort Sill a cargo de los todavía prisioneros de guerra. Desde luego, Barret se mostró de acuerdo; y aunque nada nos dice acerca del pago solicitado por el apache, sí comenta que tras recibir el rechazo a su idea por parte del jefe militar de Fort Sill, escribió al
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tras que estos últimos aluden más bien a los hombres (y ahora también mujeres) que hacen profesión en la carrera de las armas y reciben una retribución especial por ello, aquel otro se utiliza más en referencia a un antiguo modo de ser. Pues guerrero –aparte de los usos retóricos o poéticos en los que coincide con esas otras palabras– es una palabra que evoca con claridad la idea de sociedades no altamente jerarquizadas ni regidas por organizaciones estatales. Por eso no se habla de soldados apaches, sino de guerreros apaches (a pesar de que hubo apaches alistados en el ejército de Estados Unidos).
Tal vez podríamos quedar en que el guerrero es quien combate en favor de su pueblo y de su historia cuando debe hacerlo, obteniendo así de ellos su poder, a la manera en que, ejemplarmente, lo hizo Gerónimo. Algo en todo caso, muy diferente de soldado, palabra que deriva del latín solidatus que significa “a sueldo”.
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Debo, Angie, Geronimo:The Man, His Time, His Place.
Barret, Gerónimo y Daklugie: la cadena lingüística y cultural que hizo posible la biografía del jefe apache.
mismísimo presidente de Estados Unidos de Norteamérica, Theodore Roosevelt, para exponerle el caso y pedirle que se le permitiera realizar el trabajo necesario para escribir la historia de Gerónimo. Seis semanas después llegó la respuesta presidencial otorgando el permiso con la condición inapelable de que el manuscrito fuera sometido a la revisión y aprobación de las altas autoridades del Ministerio de Guerra. Barret reclutó enseguida la colaboración de Asa Daklugie, un joven pariente de Gerónimo que había regresado del internado de Carlisle en 1895. Daklugie, no obstante su aprendizaje de las maneras del hombre blanco, mantenía su lealtad a las tradiciones de su pueblo; con sus aportes, Barret aseguró una cadena lingüístico-cultural que implicaba el uso del inglés, el español y el apache; cadena en la cual Asa no simplemente servía como traductor, sino que además interpretaba giros idiomáticos y conceptos que usaba el viejo apache, y que, sin la ayuda de Dakuglie, Barret hubiera estado en imposibilidad de captar. Con esta ayuda, Barret empezó a escribir a principios de 1905, y los tres trabajaron durante todo el siguiente invierno, algunas veces en el hogar de Gerónimo, otras en el de Dakuglie o sentados bajo los árboles en algún agradable rinconcito del campo, o a veces durante alguna cabalgata recorriendo las praderas. Gerónimo rehusó aceptar la presencia de un estenógrafo que tomara notas, y así, Barret y Daklugie tuvieron que recordar y registrar sus declaraciones lo mejor que pudieron. Cada día él tenía en su mente lo que iba a decir y lo decía. Rechazó ser cuestionado acerca de detalles o agregar otras palabras; simplemente decía “Escribe lo que he hablado”. Pero luego aceptaba
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Gerónimo, el último GUERRERO APACHE
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ir al estudio de Barret en Lawton o encontrarlo en algún otro lado, para escuchar las lecturas que Dakuglie hacía en apache de lo que Barret había escrito y entonces él contestaba algunas preguntas y contribuía aportando información adicional sobre algún pasaje. Así nació Geronimo’s Story of His Life,3 una obra que es al mismo tiempo autobiografía, biografía y compendio de la visión de Gerónimo sobre la historia cultural de su pueblo, los apaches chiricahuas. En el prefacio del libro que finalmente se publicó, Barret dice: La idea inicial de la compilación de este trabajo fue ofrecer al público lector un registro auténtico de la vida privada de los indios apaches y otorgar a Gerónimo, en su calidad de prisionero de guerra, la cortesía que se debe a todo cautivo, es decir, el Autobiografía, Autobi b og ografía biografíaa y compend compendio ndio d dee laa derecho a declarar las causas que le impelieron en visión histórica de Gerónimo. su oposición a nuestras leyes y nuestra civilización. Si la causa de los indios ha sido propiamente presentada aquí , la defensa de los prisioneros claramente establecida y se ha aumentado el valor general de la información concerniente a un tipo de gente que está desapareciendo, yo me daré por satisfecho.
Desde luego, la obra presenta varios problemas si la queremos considerar como un recuento histórico irreprochable. Para empezar, a sus ochenta y tantos años, la memoria de Gerónimo debía tener las fallas características de esa edad; además de que nuestro personaje no quiso o no pudo sustraerse a la tentación de magnificar su propia importancia en algunas de las proezas que narró. Otro problema fue que la incompatibilidad entre las formas de medir el tiempo de los apaches y de los hombres blancos hizo controvertible fechar con exactitud muchos sucesos; por otra parte, aunque en general Barret reflejó
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La publicación original de este libro se hizo bajo este título (que se podría traducir como Gerónimo, la historia de su vida, y la llevó a cabo la editorial Duffield & Company de Nueva York en 1906; hay una versión digital en www.ibiblio.org/ebooks/Geronimo/GerStory.htm). También la editorial Meridian la publicó en 1996 como Geronimo, His Own Story. The Autobiograpy of a Great Patriot Warrior As Told to S. M. Barret (esta edición cuenta con un interesante estudio introductorio y notas de Frederick Turner). Basado en estas versiones he trabajado el presente artículo. Existen además varias reproducciones en internet y, por lo menos, una traducción al español: El indio Jerónimo, Memorias, publicada en La Habana, Cuba, por la Editorial de Ciencias Sociales en 1982 (esta traducción la cita Víctor Orozco en su obra Las guerras indias en la historia de Chihuahua. Primeras fases, México, CONACULTA, 1992, pero no me ha sido posible conseguirla).
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fielmente lo que el chiricahua le contó, tampoco pudo o quiso sustraerse del todo a la tentación de agregar ciertas figuras retóricas acordes con los cánones más aceptados por sus contemporáneos.4 Asimismo, se debe tener en cuenta que las autoridades del ejército estadounidense ejercieron una labor de censura a la que Barret se obligó a someterse; si bien en el libro se ofrece un registro de las objeciones presentadas por los oficiales militares encargados de revisar el manuscrito y se comenta la forma en que se solucionaron, no podemos estar del todo seguros acerca de que no hubiese otras más que se mantuvieron en secreto y que influyeron en el tratamiento final de algunos pasajes clave del libro. Pero aun así, la narración registrada y editada por Barret de lo dicho por Gerónimo resulta un interesante testimonio sobre la cultura chiricahua y los acontecimientos que la transformaron profundamente en la segunda mitad del siglo XIX. Antes de ver con más detalle la narración de Gerónimo, me parece conveniente hacer un paréntesis un tanto extenso, que nos permita entender a qué, o mejor dicho, a quiénes, me refiero cuando uso la palabra apache.
Los apaches desde fuera El origen etimológico del vocablo apache es incierto. Britton Davis, teniente del ejército estadounidense que luchó en las guerras apaches, hizo al respecto una curiosa propuesta en su libro de memorias titulado The Truth about Geronimo.5 Es muy posible que la palabra se derivara del español. Los antiguos españoles tenían la costumbre de dar nombres de su propia invención a las tribus que presentaban características notorias (chiricahua, gritón, por el incesante escándalo y griterío que hacían al atacar; o tonto, que no entiende, para una tribu que habla las lenguas apache y mohave y entiende las dos o ninguna de ellas según le convenga). Los apaches tenían un método de tortura distintivo para los heridos que caían en sus manos. Se los turnaban a las mujeres y los niños, quienes se divertían que-
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Por ejemplo, la inclusión del corte del cuero cabelludo de sus víctimas como una práctica común de los guerreros apaches constituye un error en ese sentido. Si bien bajo algunas circunstancias muy especiales los apaches llegaban a tomar el cuero cabelludo de sus enemigos asesinados en la guerra, esto lo hacían más bien como un acto ritual que, como tal, sólo se justificaba en contextos específicos y que obligaba al perpetrador a someterse a severos rituales de purificación para expiar las consecuencias de esa conducta. De hecho, Gerónimo cuenta que una vez que los cueros cabelludos se usaban en la danza para festejar una victoria, los apaches se deshacían inmediatamente del despojo, pues lo consideraban altamente contaminador (al contrario de otras tribus que los conservaban como trofeos de guerra). Sin embargo, que no fuera costumbre apache quitar siempre el cuero cabelludo a sus víctimas, no equivale a que decir que no practicaran sobre ellas otros tipos de mutilación y tortura igualmente despiadados. Publicado por Yale University Press en 1929 (no conozco una edición en español).
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brando con piedras los huesos de esos desgraciados. Hay una vieja palabra del español, apachurrar, que significa “triturar”. ¿Apachurreros de huesos –“trituradores de huesos”– que con el tiempo y el uso devino en “apaches”? Bueno, esta conjetura es tan buena como cualquier otra.”
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Esta propuesta es la única que conozco en la que se deriva apache de un vocablo del idioma español. Pero si bien al teniente Davis le pareció tan buena como cualquier otra, la gran mayoría de los estudios históricos y etnológicos modernos no opinan lo mismo, ya que en ellos, la hipótesis consiste en que “apache” es un calco lingüístico que los españoles hicieron del término “apachú” del idioma de los antiguos zuñis, para quienes tal palabra tenía el significado de “enemigo” (o algo así fue lo que entendieron los conquistadores hispanos –que quizá mal pronunciaron y quizá mal Cochise, famoso líder chiricahua. Según una ilustración entendieron lo que decían los zuñis). Histórica- realizada por Samuel W. Cozzens (no existen fotogramente, los zuñis son considerados integrantes de fías de Cochise). la cultura de los indios pueblo, llamados así porque las avanzadas españolas del siglo XVI los hallaron viviendo en aldeas sedentarias que contaban con edificaciones de varios niveles, eran básicamente agricultores que llegaron a utilizar incluso sistemas de irrigación y practicaban una compleja religión en la que era fundamental la división de la gente en clanes. Tal vez por esto, cuando al iniciar el siglo XVII los españoles establecieron colonias permanentes en las orillas del río Grande del Norte (que hoy los mexicanos conocemos como río Bravo) llamaron a la región Nuevo México, pues seguramente la existencia de esas “ciudades”, y que sus pobladores estuvieran relativamente civilizados, les recordó lo que una generación antes sus ancestros habían encontrado –guardadas todas las proporciones– entre los indígenas de Mesoamérica. No se conocen más detalles de cómo el término apache –haya sido a través del zuñi o de alguna otra lengua hablada por los indios de la región– se incorporó al español. Pero sí sabemos que hacia 1630 esa palabra era ya de uso común entre los hispanohablantes para nombrar a los nativos que hablaban lenguas diferentes a las de los indios pueblo y que no habitaban en aldeas permanentes, ya que sus prácticas agrícolas eran más bien incipientes y su subsistencia dependía primordialmente de lo que obtenían en la cacería y la recolección de productos silvestres. Para mejor aprovechar estos recursos naturales, las bandas o tribus –que compartían lengua, costumbres, maneras culturales de producir y de vivir, así como una tradición histórica expresada en su pensamiento mítico– se fragmentaban en pequeñas unidades cohesionadas por lazos matrimoniales y de parentesco consanguíneo.
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Sus mitos de origen hablaban de que la humanidad provenía de un mundo frío y oscuro en el que las aves, comandadas por el águila, habían derrotado a dragones, osos y otras bestias feroces para que la luz pudiera existir. Entonces, guiadas por la luz del Sol y de la Luna, todas las criaturas salieron a la superficie de la Tierra, y comenzó la vida como la conocemos. Entre los últimos en salir del mundo inferior estaban los dinéh, los Zuñis, una de las tribus de los llamados “indios pueblo”, de cuya antepasados de los apaches. Los argulengua pudo derivar la palabra “apache”. mentos de este mito coinciden de alguna manera con los datos aportados por los estudios lingüísticos, arqueológicos y etnográficos que postulan que una de las últimas oleadas de cazadores-recolectores que cruzaron el estrecho de Bering entre 7000 y 5000 años antes de la era cristiana estaba formada por bandas de habla athapaskana. Estos grupos se asentaron en la Alaska subártica y el noroeste de Canadá, donde su sobrevivencia dependía, en gran parte, de la caza del caribú. Mucho tiempo después, por razones que no se conocen del todo bien, pero que podrían estar relacionadas con cambios climáticos, recesión de los glaciares, gran actividad volcánica en el área y fluctuaciones en las poblaciones del caribú, algunas bandas athapaskanas volvieron a migrar, dirigiéndose esta vez hacia el Oeste hasta alcanzar la costa del Pacífico en Oregon y el norte de California; otras fueron hacia el Este llegando a las inmediaciones de la bahía de Hudson y otras más se movieron hacia el sur. Estas últimas arribaron a las planicies del norte del actual Estados Unidos (Wyoming y Montana), aproximadamente entre 700 y 900 d.C. Gracias a su destreza en el manejo del arco y la flecha, así como al desarrollo de refinadas técnicas de cacería colectiva, obtuvieron éxito en la explotación de una nueva fuente de vida: la cacería de las enormes manadas de bisontes que deambulaban por las grandes planicies norteamericanas desde el sur de Canadá hasta el noreste de México inclusive. Los estudiosos proponen que siguiendo a los bisontes, las bandas athapaskanas realizaron un paulatino arribo a los territorios que luego serían Colorado, Texas y el norte de Nuevo México (pasando después a Arizona, Chihuahua y Sonora) entre los siglos XI y XV de nuestra era. No debe pensarse que el calificativo de nómadas que aquí empleo al caracterizar a los cazadores-recolectores-guerreros de origen athapaskano implica la ausencia de raigambre de esa gente en los espacios que ocupaban. A pesar de su movilidad y su fragmentación en grupos relativamente pequeños, las bandas athapaskanas fueron creando fuertes lazos de identidad con los terri-
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torios que iban reclamando como suyos luego de permanecer en ellos durante el curso de un par o más de generaciones. Si bien estos nómadas movían sus emplazamientos de acuerdo con las temporadas de caza y recolección, siempre ubicaban sitios venerados como sagrados que constituían los núcleos de sus dominios territoriales. Cuando entraron en contacto con los indios sedentarios del suroeste norteamericano, los athpaskanos sostuvieron con ellos relaciones que fluctuaban entre la franca hostilidad y el establecimiento de intercambios comerciales y sociales pacíficos. Dada la naturaleza de su organización social en unidades móviles de producción económica basadas en lazos familiares y cohesionadas por liderazgos continuamente sujetos a la aprobación de sus miembros, las relaciones de cada banda o aun de cada grupo local con las comunidades de otras tribus cambiaban de tono todo el tiempo (cualquier hombre cabeza de familia podía cambiar su adscripción de un grupo a otro en el momento en que lo creyese conveniente, ya fuera porque lo considerara mejor para sus intereses, porque no estuviera de acuerdo con la conducción del líder o por alguna otra razón; asimismo, su esposa podía optar por permanecer con el grupo original o seguir a su hombre en su proceso de integración a uno nuevo; aunque los hijos no casados por lo general se quedaban con la madre). Llamados inicialmente querechos, vaqueros (porque cazaban las “vacas”, es decir, los bisontes) o con cualquier otro apelativo que a los españoles se les ocurrió endilgarles, los nómadas guerreros terminaron por ser denominados comúnmente apaches.6 Quizás siguiendo el viejo modelo heredado de la lengua latina y del pensamiento grecorromano (bajo el que todos aquellos pueDebo, Angie, Geronimo:The Man, His Time, His Place.
Familia apache. Primavera de 1884.
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El término genérico apache se acompañó con algún otro que hacía referencia a la localización de cada uno de los diferentes subgrupos o que, con el mismo fin, destacaba alguna característica especial. Así, las crónicas hablaban de apaches gileños (porque habitaban en las inmediaciones del río Gila), apaches mimbreños (porque se les encontraba en las serranías llamadas Mimbres), apaches mescaleros (porque su dieta principal consistía en comida preparada con la planta conocida como mescal), apaches jicarillas (porque usaban cestas parecidas a jícaras o porque vivían cerca de un cerro que tenía esa forma), entre otras varias denominaciones más.
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blos de diferentes culturas, lenguas y organizaciones sociopolíticas eran llamados “bárbaros” por los supuestamente civilizados ciudadanos del Imperio Romano), los hispanohablantes del siglo XVII, súbditos del Imperio Español, impusieron un nombre también genérico para designar a estos nuevos bárbaros que se oponían a sus pretensiones de dominio y sus modos de entender la civilización.
Los apaches desde dentro Desde el siglo XVII, el contacto con los españoles transformó cada vez más radicalmente la vida de estos indios que además de cazadores eran guerreros acostumbrados a apoderarse de botines que obtenían a través del atraco inteligente y atrevido o por medio del ataque violento y eficaz. Los caballos, las armas de fuego, los instrumentos y enseres de metal, entre otras cosas, se convirtieron pronto en una especie de imán que atraía a los indios nómadas hacia la frontera de la colonización española. Si la obtención de estos productos no podía realizarse a través del comercio, el robo o el despojo a mano armada no eran mal vistos por una cultura acostumbrada a vanagloriar las habilidades del guerrero. La trata de esclavos (básicamente mujeres en edad reproductiva y menores de ambos sexos) también adquirió importancia en las relaciones entre “civilizados” y “bárbaros”. Si bien la incorporación de los prisioneros de guerra en el grupo vencedor era común entre las tribus indias, que así incrementaban sus efectivos (especialmente mujeres y menores de edad, ya que, por lo general, se asesinaba a los prisioneros adultos y adolescentes del sexo masculino pues resultaban menos manejables), los españoles inauguraron la cacería de esclavos como recurso para obtener ganancias con la venta de los cautivos.7 En los siglos XVII y XVIII, las relaciones entre las bandas de nómadas guerreros y los colonizadores de ascendencia europea adquirirían diversas configuraciones, las cuales variarían mucho de acuerdo con las especificidades de cada contacto: momentos, lugares, correlaciones de fuerza, grupos específicamente involucrados, coyunturas fortuitas, etc. Pero si bien los españoles aplicaron al principio el nombre apache a grupos de diversos orígenes lingüísticos y étnicos (por ejemplo, a los mohaves y walapais de lengua hokana), poco a poco el uso del término se decantó para hacer básicamente referencia a los indios de ascendencia athapaskana. Los estudios etnolingüísticos modernos proponen que los grupos de habla athapaskana que se movían hacia el sur se dividieron en dos grupos princi-
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Aunque comúnmente la trata de esclavos se hacía a nivel regional, se sabe que no pocos apaches fueron llevados hasta plantaciones de Yucatán o Cuba.
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pales: uno en el que se incluye a los apaches del Oeste (llamados tontos, coyoteros, cibicue y otros), los navajo, los chiricahua y los mescaleros; y otro formado por los jicarillas, los kiowaapache y los lipanes. En los inicios del siglo XIX, los territorios ocupados por estos grupos se extendían por el centro de Arizona, casi todo Nuevo México, las zonas vecinas del norte de México, el sureste de Colorado, el oeste de Oklahoma y grandes porciones de Texas. Una inmensa región que se conoció como la Apachería. Sin embargo, en su relato, Gerónimo hizo una clasificación diferente: Los indios apaches estaban divididos en seis subtribus. Yo pertenecía a una de ellas, los bedonkohe. Habitábamos la región montañosa que queda al este de la línea de Arizona [es decir, la líApachería. Los territorios ocupados por tribus apaches fueron más nea fronteriza entre Arizona y Nuevo amplios, pero este mapa muestra las regiones donde los chiricahuas México]8 y al sur de las fuentes del río se desplazaban cuando estaban en libertad. Gila. Hacia el este de nosotros vivían los chihene, con quienes nunca tuvimos dificultades. Su jefe, Victorio, siempre fue mi amigo; siempre apoyó a nuestra tribu cuando le pedimos ayuda. Él murió defendiendo los derechos de su pueblo. Era un buen hombre y un guerrero bravo […] Hacia el norte vivían los apaches de la Montaña Blanca, quienes no siempre estaban en buenos términos con nosotros, pero tampoco nos hacíamos mucho la guerra. Conocí personalmente a su jefe, Hash-ka-ai-la, que era un buen guerrero. Su tierra colindaba con la de los navajo, que no eran de la misma sangre que los apaches. Tuvimos reuniones de todas las tribus apaches, pero nunca con los navajo. Sin embargo, comerciábamos con ellos y algunas veces los visitábamos. Al oeste de nuestra tierra estaban los chi-e-a-hen. En mis tiempos, tenían dos jefes, Cosito y Codahooyah, eran amistosos pero no realmente amigos de nuestra tribu. Al sur vivían los chokonen, cuyo jefe en aquellos días era Cochise, y después su hijo Naiche. Con esta tribu siempre fuimos amigos. Frecuentemente acampá-
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Paréntesis mío.
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bamos con ellos y andábamos juntos en nuestras correrías. Naiche, que fue mi compañero de armas, es ahora mi compañero en la prisión. Al sur y al oeste de nosotros vivían los nedni. Su jefe era Juh, a quien los mexicanos llamaban capitán Juh. Eran nuestros más firmes amigos. Las tierras de esta tribu quedaban parte en el viejo México y parte en Arizona. Juh y yo acampamos y luchamos muchas veces uno junto al otro como hermanos. Mis enemigos eran sus enemigos y mis amigos sus amigos. Él ya murió, pero su hijo Asa está interpretando esta historia para mí. Las cuatro tribus, bedonkohe, chokonen, chihenne y nedni, que eran de amigos cercanos en los días de libertad, se mezclaron conforme cada una fue mermando. Sólo la destrucción de nuestro pueblo podrá disolver nuestros lazos de amistad.
Estos cuatro grupos recibieron la denominación genérica de chiricahuas, otra palabra que –como apache– no pertenecía al léxico original de quienes así fueron nombrados. En sus lenguas vernáculas, los athapaskanos se autodenominan dinéh,9 al referirse a sí mismos en el sentido de un pueblo con origen y cultura compartidos; aunque, como cuenta Gerónimo, cada banda tenía su propio nombre.
Infancia y juventud Según la biografía de Barret, Gerónimo afirmaba: Yo nací en el Cañón llamado No-doyohn… en junio de 1829. Me crié en esas tierras, cercanas a las fuentes del río Gila. Esa zona era nuestra patria; en esas montañas se guarecían nuestras viviendas, los esparcidos valles contenían nuestros cultivos, las praderas abiertas… eran nuestros pastos; las rocosas cavernas, nuestras sepulturas. Fui el cuarto de una familia con ocho hermanos –cuatro mujeres y cuatro hombres. Pero de esa familia ya sólo quedamos yo, mi hermano Perico (Caballo Blanco) y mi hermana Nah-da-ste.
Pero según la biografía escrita por Angie Debo:10 Sólo se puede decir que Gerónimo nació durante la primera parte de la década 1820-1830, en los alrededores del alto río Gila, en las montañas por las que actualmente pasa la línea divisoria entre los estados de Arizona y Nuevo Mexico, probablemente del lado de Arizona cerca de la moderna población de Clifton.
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Esta grafía es tan sólo una aproximación –tan buena como cualquier otra, diría Britton Davis– para representar las variantes de forma y pronunciación que efectivamente adquiere el vocablo en el hablar real de esas lenguas poco estandarizadas. Gerónimo. The Man, His Time, His Place, The University of Oklahoma Press, Oklahoma, 1976.
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Cualesquiera que hayan sido la fecha y el lugar exactos de su nacimiento, las tierras a las que Gerónimo se refiere como su patria eran reclamadas en ese tiempo por la también recién nacida nación mexicana. Desde luego, así como los apaches no habían aceptado ser súbditos de la Corona española, tampoco se consideraban mexicanos. Por el contrario, en los inicios del siglo XIX, las bandas apaches se mantenían independientes, pero en el transcurso de ese siglo –que coincide en gran parte con la vida de Gerónimo– cesaría la feroz resistencia contra las invasiones de la Apachería llevadas a cabo por españoles primero, mexicanos después y finalmente estadounidenses. Esa indómita defensa de su territorio y su modo de vida, que se opuso a la conquista de los europeos y sus descendientes durante algo más de tres siglos, estableció un récord de rebeldía probablemente no igualado por ningún otro pueblo indio del continente americano. Quizá por eso, los apaches se convirtieron en un emblema de la justa intransigencia en la defensa de sus derechos como pueblo, así como en una de las figuras más temidas y odiadas en la interpretación mítica de la historia del surgimiento de México y Estados Unidos como naciones. Como el de su propio pueblo, el nombre verdadero de Gerónimo era otro. Se dice que era Goyahklat, nombre que en su traducción más comúnmente usada significa algo así como “El que bosteza”. Pero otro significado que se atribuye a tal palabra tendría más bien que ver con las ideas de “inteligente”, “astuto”, “mañoso”; este último significado estaría mucho más acorde con la personalidad de este hombre que llegaría a ser líder de los bedonkohe primero y después de los chiricahuas en general. Según cuenta la leyenda, en una batalla contra los mexicanos, Goyahklat estaba luchando como un demonio, saliendo de su escondite y cargando impetuosamente contra sus enemigos, www.commons.wikimedia.org
Seis líderes y destacados guerreros de varias tribus de indios de Norteamérica: Little Plume (piegan), Buckskin Charley (ute), Gerónimo (chiricahua), Quanah Parker (comanche), Hollow Horn Bear (sioux) y American Horse (oglala sioux) a caballo con ropa ceremonial.
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matando y apoderándose de las armas de sus víctimas; cada vez que saltaba a descubierto, los mexicanos gritaban con terror: “¡Cuidado, cuidado, Gerónimo!” Quizás habían oído el nombre del apache y repetían los sonidos guturales de la lengua dinéh dándoles esa forma, o quizá se encomendaban a San Jerónimo para que les ayudara en el combate. Sea como haya sido, a partir de entonces Gerónimo fue conocido con este nombre por mexicanos y apaches. Aunque su abuelo, el jefe Mahko, había luchado muchas veces contra los mexicanos, Gerónimo vivió una infancia y una temprana juventud relativamente tranquilas. Fue instruido en las costumbres y tradiciones apaches junto con quienes él llamaba hermanos y hermanas (de los cuales sólo una era hija del mismo padre y de la misma madre que él, y los otros eran más bien primos; pero la lengua dinéh no hace distinción entre primos y hermanos carnales). Así, Gerónimo nos relata: Cuando era niño, mi madre me contó las leyendas de nuestra gente; me enseñó sobre el origen del sol y el cielo, de la luna y las estrellas, de las nubes y las tormentas. También me mostró cómo arrodillarme y orar a Usen para obtener fuerza, salud, sabiduría y protección. Nosotros nunca pedíamos el mal para otra persona, sino que si teníamos problema con algún individuo, nosotros mismos teníamos que tomar venganza. Nos enseñaban que a Usen no le importan las mezquinas querellas de los hombres. Mi padre me hablaba con frecuencia de las vaDanzantes Ghan. Representación ceremonial de los espílientes proezas de nuestros guerreros, de los placeres ritus de las montañas y el desierto. de la cacería y de las glorias del sendero de la guerra. Con mis hermanos y hermanas jugábamos a las escondidillas o a ser guerreros… buscábamos cerezas silvestres… Cuando crecimos lo suficiente para ser de alguna utilidad, íbamos con nuestros padres a los terrenos de cultivo… Plantábamos el maíz en filas muy derechas, los frijoles entre el maíz y los melones y calabazas en un orden irregular sobre todo el terreno. Para celebrar cada evento importante se daba una fiesta con danza. A veces sólo se invitaba a nuestra propia gente y a veces a la de otras bandas. Estas fiestas duraban cuatro días. En la noche danzábamos bajo la dirección de algún jefe. La música era el canto de nuestros guerreros acompañada por el batir de un tambor que llamábamos esadadedne. No había letras en las canciones, sólo los tonos. En el día había carreras de caballos y de corredores, luchas, saltos y varios tipos de juegos. Cuando tenía como 8 o 10 años, empecé a ir de caza y para mí eso nunca fue trabajo… había venado, antílope, alce y búfalo… cazábamos el búfalo a caballo, matándolo con flechas y lanzas. Sus pieles las usábamos para hacer nuestras casas y camas, su carne la comíamos. Pero se requiere mucha más habilidad para cazar
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el venado, que cualquier otro animal… Si los venados estaban en campo abierto teníamos que arrastrarnos en el suelo por largos trechos, manteniendo ramas o arbustos delante de nosotros para que no se notara nuestra aproximación… Secábamos la carne y la empacábamos en vasijas, y así nos duraba muchos meses. El cuero del venado, remojado en agua y cenizas, sin el pelo, lo curtíamos hasta que quedaba suave y plegable. Quizá ningún otro animal era tan valioso para nosotros como el venado. www.commons.wikimedia.org
Los apaches también cazaban osos y pumas para comer la carne y usar las pieles, atrapaban águilas por el valor que otorgaban a sus plumas, pero jamás comían peces, víboras o ranas. Cuando su padre murió, siendo él un adolescente, Gerónimo se hizo cargo del cuidado de su madre (la cual nunca se volvió a casar, aunque eso no fuera lo usual). En 1846, a la edad de 17 años, fue reconocido como guerrero, tras haber participado en cuatro expediciones como aprendiz. Entonces estaba yo feliz, porque podía ir donde quisiera y hacer cualquier cosa que me gustara. No estaba bajo el control de ningún individuo… podía seguir el sendero de la guerra con mi tribu. Esto sería glorioso. Esperaba pronto servir a mi pueblo en la batalla. Quizá mi más grande alegría era que ahora podía casarme con la bella Alope, hija de Noposo. Ella era una chica delgada y delicada, pero nos queríamos desde hacía tiempo. Así que
Pintura del paso a la adultez de la mujer pintada en piel de venado.
cuando el consejo me concedió el privilegio de considerarme un guerrero fui a ver a su padre para concertar nuestro matrimonio… él pidió varios ponis a cambio de ella. No puse objeción y en unos días aparecí delante de su tipi con un manada de ponis y me llevé a Alope. No lejos del tipi de mi madre construí nuestro hogar. El tipi estaba hecho con pieles de búfalo y tenía dentro muchas mantas hechas con cueros de oso y puma, había otros trofeos de caza y estaban mis lanzas, arcos y flechas. Alope hizo muchas pequeñas decoraciones con conchas y piel de venado que colocó en el tipi. También hizo dibujos en las paredes de nuestro hogar. Era una buena esposa, aunque nunca fue fuerte. Seguimos las tradiciones de nuestros padres y éramos felices. Tuvimos tres hijos –niños que jugaban, flojeaban y trabajaban como yo lo había hecho siendo niño.
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Tragedia en Kaskiyéh Aunque Gerónimo no nos dice cómo obtuvo los caballos que dio al padre de Alope para obtener su mano, es fácil suponer que los consiguió robándolos en algún rancho mexicano. A partir de la década de 1830, las incursiones apaches en el norte de México se habían incrementado. En parte, esto se debía a la desorganización de las defensas fronterizas que siguió a la guerra de Independencia, pero también –quizás en mayor parte– al avance de los estadounidenses sobre las regiones del suroeste norteamericano. No es un secreto que los comerciantes anglos que transitaban por la ruta de San Luis, Missouri, a Santa Fe, en Nuevo México, comerciaban con apaches, comanches y otras tribus belicosas proveyéndolas de armas de fuego y armas blancas de metal; esto simplemente aumentó el poder combativo de los nómadas, si no es que también había algún tipo de azuzamiento para impulsarles a atacar a los mexicanos. A tanto llegó la desesperación de los gobiernos estatales por las depredaciones de los indios “bárbaros”, que se establecieron las infames “contratas de sangre”, por medio de las cuales los gobiernos de Chihuahua y Sonora sufragaron –con empréstitos forzosos e impuestos extraordinarios– las actividades de grupos de mercenarios supuestamente encargados de combatir a los indios hostiles. Además de costear las campañas de estos mercenarios con fondos gubernamentales, se les ofrecía quedarse con la mitad del botín que capturaran (caballos, armas, cueros de animales, enseres, etc.) y se les pagaban 100 pesos por la cabellera de un indio adulto, 50 por la de una mujer y 25 por las de niños (además de indemnizaciones en caso de muerte o herida y otras prestaciones). El irlandés James Kirker fue el más tristemente célebre de estos inescrupulosos condotieri que comandaban las hordas de cazadores de cabelleras compuestas por estadounidenses, europeos, indios destribalizados del este de los Estados Unidos (shawnee y delaware; principalmente) y algunos mexicanos. Las “contratas de sangre” tan sólo lograron despilfarrar el exiguo presupuesto para la defensa de los civiles y exacerbar el odio de los indios nómadas contra los mexicanos, pero no acabaron con el “problema apache”, pues –como sucedía desde los tiempos en que eran colonias españolas– los pueblos mexicanos seguían estableciendo relaciones diferenciales con las variadas bandas apaches. Por ejemplo, podía ser que los apaches atacaran en algunos sitios de Sonora y luego fueran a vender caballos, mulas y cautivos a mercados en Mangus (hijo del jefe Mangas Coloradas), Chihuahua, donde los traficantes no hacían preguntas. Algo un guerrero que acompañó a Gerónimo y Naiche en muchas de sus correrías. similar podemos suponer que pasó en el verano de 1858 (o
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Gerónimo y Naiche a caballo. Naiche era jefe tribal hereditario (hijo de Cochise) y Gerónimo era un líder con poderes para la guerra.
quizás en 1850 según otras fuentes tal vez más precisas) cuando –según el relato de Gerónimo– los bedonkohe al mando del importante jefe Mangas Coloradas se detuvieron en una población que llamaban Kaskiyeh11 en su camino a Casas Grandes, donde se dirigían para comerciar. Los apaches acamparon en las cercanías de esa población, dejando mujeres, niños, armas y suministros bajo el cuidado de una pequeña guardia. Pero mientras los guerreros estaban en Kaskiyeh, su campamento fue atacado por tropas enviadas desde Sonora y sus ocupantes masacrados; entre los asesinados estaban la madre, la esposa y los tres hijos de Gerónimo. Permanecí mucho tiempo frente al río, no sé cuánto. Cuando nos reunimos esa noche yo no voté a favor o en contra de ninguna medida: pero se decidió que como sólo nos quedaban 80 guerreros, no teníamos armas ni provisiones, y estábamos rodeados por mexicanos muy dentro de su territorio, no podíamos esperar tener éxito si luchábamos. Por eso nuestro jefe Mangas Coloradas dio la orden de regresar en perfecto silencio a nuestros hogares en Arizona, dejando a nuestros muertos en donde habían caído. No recé, ni resolví hacer algo en particular. Finalmente seguí a la tribu en silencio, guardando la distancia justa para oír el suave roce de los pies de los apaches en retirada… Días después llegamos a nuestra tierra. Allí estaban los decorados que Alope había hecho y los juguetes de nuestros pequeños. Lo quemé todo, hasta nuestro tipi. También quemé el de mi madre y destruí todas sus propiedades… Nunca más estaría contento en nuestro tranquilo hogar… juré tomar venganza sobre los soldados mexicanos que me habían dañado y cada vez que pasaba cerca
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La identificación precisa del lugar mencionado por Gerónimo como Kaskiyeh presenta problemas, pero las fuentes más certeras coinciden en que se trataba de Janos o quizás Galeana, en el noroeste de Chihuahua.
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del sepulcro de mi padre o veía alguna cosa que me recordara mis antiguos días felices, mi corazón dolía urgiendo mi revancha sobre México.
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Gerónimo, chamán y guerrero imbatible Menos de un año después, en las cercanías de Arizpe, los bedonkohe, con Mangas Coloradas a la cabeza; los chokonen, con Cochise; los nedni con Juh y los chihene con Baishan vengaron la masacre de Kaskiyeh al derrotar a los soldados sonorenses. El encuentro fue brutal, una de las pocas batallas frontales que se dieron en las guerras apaches. En ella se distinguió Gerónimo, estrenando un poder que Usen recién le había otorgado, quizás en compensación por su terrible pérdida en Kaskiyeh: las balas nunca lo matarían. Según sus creencias religiosas, los individuos apaches podían recibir algún don especial que la divinidad les concedía. No se trataba de una búsqueda espiritual consciente, como las que hacían los indios de las grandes praderas; sino de algo que les llegaba repentina e inesperadamente y que Representación de la primera fotografía tomada a permanecía en ellos el resto de su vida. En el caso Gerónimo. La foto original la tomó Frank Randall en de Gerónimo hubo no uno sino dos dones: el pri1884, en la reservación apache de San Carlos, Arizona, mero fue la promesa de no ser muerto por balas; cuando Gerónimo tenía cerca de 60 años de edad. el segundo, fue una especie de clarividencia que le permitía conocer la ubicación de amigos y enemigos aunque estuviera muy lejos de ellos. Todos los apaches que anduvieron con él creían firmemente en que tenía estos poderes. Y en buena medida podríamos decir que la experiencia mostró su realidad, ya que Gerónimo no murió por una herida de bala,12 ni fue nunca sorprendido y capturado a pesar de que miles lo persiguieron. Muchas veces se ha dicho que Gerónimo era un chamán, pero afirmar tal cosa es desconocer las particularidades del pensamiento espiritual y religioso de los apaches, basado principalmente en la acción individual y de la familia extensa. Aunque no haya duda de que sus congéneres reconocían que tenía poderes sobrenaturales (quizás otros más de los que aquí he mencionado), el 12
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Gerónimo afirmaba que las balas no podían matarlo. Una vez, ya siendo viejo, le enseñó su torso al pintor Elbridge Ayer Burbank, quien convivió con Gerónimo algún tiempo mientras pintaba sus retratos. El pintor quedó sorprendido al ver la gran cantidad de cicatrices que los impactos de disparos de bala habían dejado en su cuerpo.
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Gerónimo era líder de los guerreros apaches gracias a sus poderes sobrenaturales y a su sagacidad y valentía en el combate.
papel principal de Gerónimo, de cara a su actuación histórica, fue el de un líder político natural que desplegó sus habilidades como guerrero, estratega en la guerra de guerrillas y como un efectivo portavoz de sus compañeros de armas (por ejemplo, los jefes Juh, que tartamudeaba, y Naiche, que era de carácter tímido, preferían que fuera Gerónimo quien hablara en las reuniones importantes; por su parte, él siempre observó las deferencias debidas al rango jefatural de ellos).
Escenario de guerra Tras su triunfo en la guerra contra México, Estados Unidos se convirtió en un nuevo actor en el escenario de las guerras apaches. En octubre de 1846, el contingente de tropas estadounidenses que marchaban desde Missouri hacia California pasó por Nuevo México, donde entabló contacto con los apaches. En la reunión, los jefes apaches, liderados por Mangas Coloradas, permitieron paso libre a las tropas y ofrecieron a su comandante, el general Stephen Kearny, que se unirían a él si quería invadir Sonora, Chihuahua y Durango. Desdeñosamente, los soldados rechazaron la oferta. Gerónimo relató que su primer encuentro con “hombres blancos” sucedió poco después de la masacre de Kaskiyeh; se trataba de miembros de la comisión formada para establecer los límites fronterizos entre Estados Unidos y México (esto abona al cómputo que establece estos sucesos más bien entre 1850 y 1851, que en la fecha mencionada en el libro de Barret, 1858). Acompañado por algunos guerreros fui a visitarlos. No podíamos entenderles muy bien, porque no teníamos intérpretes, pero hicimos un tratado con ellos al estrecharnos las manos y prometer que seríamos hermanos. Hicimos nuestro cam-
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Debo, Angie, Geronimo:The Man, His Time, His Place.
pamento cerca del suyo y ellos vinieron a comerciar. Les dimos pieles de venado, mantas y ponis a cambio de camisas y provisiones. También cazamos para ellos y nos pagaron con dinero. Nosotros no sabíamos cuál era el valor de ese dinero, pero lo guardamos y después supimos por los navajo que valía bastante.
Estas iniciales relaciones pacíficas cambiaron radicalmente en una década. Primero Cochise, el gran jefe chokonen, se vio envuelto en una confusa disputa que provocó la muerte de algunos blancos y la ejecución sumaria de varios parientes del apache. Después, en lo que Gerónimo llamó “el más grande de los males que las tropas de Estados Unidos infligieron a nuestra tribu”, el jefe Mangas Coloradas (que era suegro de Cochise) y varios miembros de su banda (incluidos mujeres y niños) fueron arteramente asesinados en 1863, tras ser atraídos a una trampa con falsas promesas de paz. A partir de estos nefastos hechos, la secular hostilidad entre apaches y españoles-mexicanos se extendió asimismo a los estadounidenses. En el Tratado de Guadalupe Hidalgo –que puso fin a la guerra mexicano-estadounidense en 1848–, Estados Unidos se comprometió a controlar a las tribus indígenas ubicadas en su territorio e impedir su paso a México, así como a no comprar o canjear prisioneros, artículos, ni ganado robados en México, ni a venderles o suministrarles armas de fuego o municiones a los indios hostiles; y también a rescatar y repatriar a los prisioneros de los indios que fueran de nacionalidad mexicana. Sin embargo, en gran parte esto se convirtió en letra muerta. Más bien el mayor peso de la guerra fue cargado por los mexicanos. Y de guerra es de lo que habla gran parte del relato hecho por Gerónimo a Barret. Si es que guerra es el mejor término para nombrar las incursiones y los asaltos que acometían los apaches sobre ranchos y pequeñas poblaciones desprotegidas, seguidas por las persecuciones de las fuerzas que estadounidenses y mexicanos lograban enviar en su contra (fuerzas que en el caso de los primeros eran de soldados enlistados y en el de los segundos básicamente de milicias locales). El reEl capitán Jack Crawford y scouts apaches. cuento pormenorizado que Gerónimo hizo de esas “batallas” es interesante no sólo porque presenta al lector un cuadro muy vívido de cómo se llevaba a cabo la guerra apache, sino además, porque –no obstante su manifiesto odio y desprecio por los mexicanos– resulta finalmente claro que quienes infligieron a los apaches las derrotas más contundentes fueron los combatientes que vivían al sur de la frontera.
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Debo, Angie, Geronimo:The Man, His Time, His Place.
Reun Reunión u ió ión entre la banda d de Gerónimo (tercero de izquierda d a derecha) y la tropa de Crook (segundo de derecha a izquierda) en lo profundo de la Sierra Madre. Hasta hoy continúa la controversia acerca de quién atrapó a quién.
¿Quién contra quién? En la década de 1860 el cerco sobre los apaches se estrechó. Acabada la Guerra de Secesión en Estados Unidos, la colonización del Wild West (“el salvaje oeste”) adquirió un renovado ímpetu; mineros, ganaderos, ferrocarrileros, comerciantes, rancheros, agricultores y toda una ralea de inescrupulosos aventureros se lanzaron a la búsqueda de riquezas. Además, el estamento militar requería nuevos frentes de acción.13 Por otro lado, el gobierno mexicano, tras el triunfo de los liberales sobre el espurio imperio de Maximiliano, pudo poner algo más de atención a la precaria situación de los relegados estados fronterizos. Así se estrechó el cerco sobre los apaches. Durante un breve periodo, el gobierno federal estadounidense negoció con las bandas apaches el establecimiento de reservaciones para cada una en zonas mermadas de sus antiguos territorios tradicionales; pero, en 1875, en Washington se decidió concentrarlas en una sola (la reservación de San Carlos, Arizona). Esta medida “cruel y estúpida” –como la califica Angie Debo– deshonraba los acuerdos previos establecidos y creaba un clima de alta tensión al juntar de manera indiscriminada a bandas o tribus que tradicionalmente eran hostiles. Además, es indudable que estaba motivada por la codicia de liberar más tierras en favor de los agiotistas que especulaban con la venta de terrenos públicos y con las ventajosas ganancias que reportaba la permanente presencia de la soldadesca. 13
No sólo en el nivel de los oficiales había necesidad de ocupación, sino también en los rangos inferiores. Por ejemplo, los regimientos de esclavos negros formados para apoyar la causa abolicionista fueron enviados a combatir contra apaches y comanches.
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Prisioneros chiricahuas llevados en tren hacia Alabama (Naiche y Gerónimo en el centro de la primera la).
El general George Crook, encargado en 1871 de conducir el control militar sobre los apaches, aplicó la máxima maquiavélica de “divide y vencerás”. Al ir subyugando a las diferentes bandas, Crook y sus subordinados enrolaron a apaches para que sirvieran en su ejército. Fue tan sólo así, enviando por delante a los apaches aliados, que el ejército estadounidense logró ubicar a los apaches francamente rebeldes. La historiografía de ese país se ha enfrascado durante mucho tiempo en debates acerca de la moralidad y justicia de medidas como ésta, alabando a Crook por su pragmatismo. Pero Gerónimo, que se enfrentó directamente a ello, emitió una contundente calificación: He sufrido mucho por las injustas órdenes del general Crook. Actos como los suyos causaron muchos problemas a mi pueblo. Pienso que la muerte del general Crook fue enviada por el Todopoderoso como castigo por los muchos malos actos que cometió.
Calificados como seres infrahumanos sedientos de sangre e irreductibles a los dictados de la civilización, Gerónimo, Nana, Naiche, Mangus, Ulzana y otros guerreros apaches se resistieron a ser sometidos. Gerónimo resumió así su situación: Éramos temerarios con nuestras vidas, porque sabíamos que la mano de todo hombre estaba en nuestra contra. Si regresábamos a la reservación seríamos puestos en prisión y asesinados; si permanecíamos en México seguirían mandando soldados para pelear contra nosotros; por eso no dimos cuartel a nadie ni pedimos favores.
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Nana. S. M. Barrett, Geronimo’s Story of His Life.
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Naiche. www.commons.wikimedia.org
Poco después hicimos un trato con las tropas mexicanas. Nos dijeron que las tropas de Estados Unidos eran la causa real de estas guerras y que ellos estaban de acuerdo en no luchar más contra nosotros si probábamos que regresaríamos a Estados Unidos. Nosotros aceptamos y reasumimos nuestra marcha, en espera
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Entre 1882 y 1886 la presencia del ejército estadounidense en el norte de México fue prácticamente constante. En su mayoría eran tropas de scouts indios comandados por oficiales blancos. En varias ocasiones, estos apaches alistados fueron acusados por autoridades mexicanas de cometer depredaciones en los pueblos y se presentaron protestas por vía diplomática, que obviamente fueron desatendidas. En mayo de 1883, en las cercanías de Nacori, Sonora, el general Crook pactó con Gerónimo su retorno a San Carlos. Existe una polémica acerca de si más bien fueron los apaches los que rodearon al contingente de Crook (tal vez con la connivencia de los scouts apaches) y lo obligaron a pactar o si fue el ejército el que sometió a los rebeldes. El hecho de que Gerónimo no haya arribado a Arizona hasta febrero del año siguiente parece apoyar la primera versión. En cualquier caso, Crook confiscó el gran hato de ganado con el que llegó entonces Gerónimo, quien se proponía establecerse pacíficamente como ganadero. Poco después, al enterarse de rumores sobre ciertos planes para asesinarlos, Gerónimo, Naiche y Mangus, con sus seguidores, volvieron a escapar, refugiándose en las escarpadas montañas de la Sierra Madre. Otros dos intentos de rendición terminaron de manera similar. Y entonces, en persecución de los últimos chiricahuas libres se lanzó una de las más desiguales cacerías humanas que registre la historia. Cansados y acosados, sabedores de que sus familiares que habían quedado en la reservación habían sido hechos prisioneros y deportados a Florida, los miembros de la pequeña banda de Gerónimo decidieron buscar un tratado de paz en Fronteras, Sonora. Gerónimo relata:
Ulzana.
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de lograr hacer un tratado con los soldados de Estados Unidos para regresar a Arizona. No parecía haber otra opción que seguir.
Pero fue necesario que el general Nelson Miles, sustituto de Crook, desplegara una fuerza de 5 mil soldados regulares –la cuarta parte del total del ejército estadounidense en ese tiempo–, las fuerzas auxiliares de scouts indios, una gran red de heliógrafos que transmitían mensajes de montaña en montaña y un cúmulo de falsas promesas para obtener la rendición definitiva, el 4 de septiembre de 1886, de Gerónimo, Naiche y los 16 guerreros, 14 mujeres y 6 menores que les acompañaron hasta el Cañón del Esqueleto, en la línea divisoria entre Sonora y Arizona. Gerónimo comenta su escepticismo: “Yo no creía mucho al general Miles, pero como el presidente de Estados Unidos me había enviado su palabra con él acepté hacer el tratado y obedecerlo.” Sin embargo, nada de lo prometido se cumplió. Por el resto de su vida, él y sus compañeros de armas serían mantenidos como prisioneros de guerra y sometidos a trabajo forzado.
Sus años finales Hacia finales del siglo XIX, cuando los horrores de la guerra apache iban cayendo en el olvido del público, Gerónimo pasó a ser una especie de atracción turística. El apache fue así llevado a ferias y exposiciones en la que se engalanaba con vestimenta típica y desfilaba a caballo a la cabeza de contingentes de indios de diversas tribus. Sus apariciones más destacadas fueron en la toma Debo, Angie, Geronimo:The Man, His Time, His Place.
Gerónnimo Gerónimo Geró mo eencabeza ncab nc abez eza unn d des es le een n Anadar Anadarko rko een n 19 1903 1903. 03 Es Esaa po pobl población blac ació iónn er eraa la ccapital apit ap ital al d del e IIndian el ndia nd iann Te Ter Territory, rrit ito ory donde se con nó a muchas tribus indias de Norteamérica. Hasta hoy, allí se sigue celebrando anualmente la American Indian Exposition.
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de posesión del presidente Theodore Roosevelt en Washington (1901) y en la Feria Mundial de Saint Louis (1904). Además de que obtuvo pagos oficiales por estos viajes, su carácter pragmático le impulsó a vender lo que pudiera para ganar más dinero: de souvenirs en los que garabateaba su nombre, hasta los botones de su saco y los sombreros que llevaba puestos los vendía. Él mismo contaba: Estuve allí [en St. Louis] seis meses. Vendía mis fotografías por 25 centavos y me permitían quedarme con 10 centavos para mí. También escribía mi nombre por 10, 15 o 25 centavos, según fuera el caso, y me quedaba con ese dinero. Con frecuencia obtenía hasta dos dólares al día y cuando regresé tenía mucho dinero –más del que había tenido nunca. www.commons.wikimedia.org
Inseparables hasta el nal nal. Gerónimo y Naiche retratado retratados os si sien siendo endo do rancheros en la reservación de Fort Sill.
A pesar de las constantes peticiones que hizo, de las explicaciones que dio sobre su conducta, de su trabajo como agricultor, de su aparente conversión al cristianismo, de la simpatía que el presidente Roosvelt le manifestó, o simplemente en consideración a su avanzada edad, a Gerónimo no se le permitió nunca volver a su lugar de origen ni se le liberó formalmente. En 1912, el jefe Naiche, Perico (el “hermano” de Gerónimo), Asa Daklugie, Kaahteney, los scouts traicionados Chatto, Noche, Kayihyah y Martine, así como 183 de sus familiares fueron conducidos a la reservación de los apaches mescaleros en Nuevo México, donde se les permitió vivir en libertad.
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Un día de febrero de 1909, Gerónimo se emborrachó con whisky en Lawton, cerca de Fort Sill, y al regresar a su casa cayó del caballo y quedó toda la noche tendido sobre un charco de nieve derretida. Cuando fue encontrado en mal estado, sus familiares y amigos lo mantuvieron en casa sin reportar que estaba enfermo para que no lo llevaran al hospital del fuerte (tantos apaches habían muerto allí que le llamaban “la casa de la muerte” y tenían miedo de entrar en él). Luego, la ambulancia militar lo recogió y lo llevó al hospital, donde le diagnosticaron una grave neumonía. Dos días después, el 17 de febrero, el último guerrero apache se rindió finalmente ante la muerte. Quizás el mejor epílogo de esta historia sean las palabras del propio Gerónimo: Estamos desapareciendo de la Tierra; sin embargo, yo no puedo pensar que seamos inútiles, pues si lo fuéramos, Usen no nos habría creado. Él creó todas las tribus de hombres y ciertamente tenía un justo propósito cuando creó a cada una. Para cada tribu de hombres que Usen creó, él también les hizo un hogar. En la tierra que creó para cada tribu particular, Él colocó todo lo que sería mejor para el bienestar de esa tribu. Cuando creó a los apaches también les hizo su hogar en el oeste. Les dio granos, frutas y animales para cazar y así poder alimentarse. Para restaurar su salud cuando la enfermedad les ataca Él hizo que muchas hierbas crecieran y les enseñó a los apaches dónde hallarlas y cómo preparar medicinas con ellas. Les dio un clima placentero y dispuso todo lo que necesitaban para vestirse y albergarse. Así fue en el principio: los apaches y sus hogares fueron creados unos para otros por el propio Usen. Por eso cuando son quitados de sus tierras, los apaches enferman y mueren. ¿Cuánto tiempo llevará para que se diga: ya no hay apaches?’ No se conoce con toda certeza la edad de Gerónimo, pero en esta fotografía, tomada un par de años antes de su muerte, debía tener cerca de 80 años.
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Afortunadamente, parece que ese tiempo aún no ha llegado.
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En torno a la ENSEÑANZA DE LA ÉTICA Segunda parte
En el artículo anterior se vieron algunos de los problemas que afectan la enseñanza de la ética, como el relativismo, que descarta los valores universales. En éste, se proponen métodos que erradiquen la apatía moral y fomenten la solidaridad. La nueva enseñanza de la ética debe recuperar la capacidad de hacer a través de la creatividad.
Los métodos de enseñanza de la ética Frente a estas teorías sucintas y los problemas que entrañan, los educandos se han preguntado cómo debe enseñarse la ética. He aquí algunos métodos utilizados: 1. La enseñanza puramente conceptual. No son ajenos todavía a nosotros aquellos textos de inspiración cristiana o bien atea marxista que se limitan a explicar conceptos de ética: los actos morales, las virtudes, los valores, algunas doctrinas morales; atribuir las causas del
* Ver “En torno a la enseñanza de la ética. Primera parte”, Correo del maestro, año 17, núm. 197, octubre de 2012, pp. 39-46.
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mal a tal o cual fenómeno. Aunque en ocasiones con estos métodos se invita a la reflexión crítica, ésta se ve muy limitada en medio de tantos conceptos y de la orientación personal del maestro. 2. La educación cívica. La ética y la ciudadanía se limitan a conocer las leyes del país y ahora esto se ha combinado con otros deberes ciudadanos de ayuda a la comunidad. Esta enseñanza se ofrece especialmente en la educación básica y, para no herir susceptibilidades ideológicas de los distintos partidos políticos, se ha vuelto muy pobre y muy formalista. 3. La orientación conceptual histórica. En este caso el maestro expone la historia de las doctrinas éticas y las comenta. No se compromete con ninguna, pues “el alumno debe formar
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su propio criterio”. A veces, se invita a los alumnos a la crítica de estas teorías, o bien el profesor critica las que no son de su agrado; a menudo, los alumnos quedan con la sensación de que los asuntos de la ética son meramente cuestión de opinión y que ésta tiene poco que aportar; es probable que de manera implícita se enseñe el relativismo moral si no se hace conciencia de que la ética implica un perfeccionamiento continuo. 4. La teoría del desarrollo cognitivo. A partir de Kohlberg, el psicólogo seguidor de Piaget, se pensó que activando el razonamiento, el joven podría alcanzar el ideal kantiano de la universalidad del juicio moral (moral posconvencional). Se produjo así una metodología basada en la discusión de dilemas. Un ejemplo es el siguiente:
Los alumnos discuten qué hacer y el profesor solamente actúa como un facilitador. Los dilemas varían, hay otros en dónde no es tan fácil apreciar cuál sería la mejor respuesta ética, y esto es porque no tenemos todos los aspectos contextuales de dichos actos. Varios pedagogos han visto en esta técnica algo muy arriesgado, en especial porque fomenta el relativismo moral y, por otra parte, no se ha visto que los alumnos sometidos a estos ejercicios alcancen el ideal kantiano que Kohlberg sugiere. Puig Rovira1 nos recuerda los elementos que debe procurar esta educación y que no se reducen al razonamiento individualista: En el juicio moral se expresa la forma universal e incondicionada de la reflexión moral. La comprensión, en cambio, quiere reconocer la particularidad de las situaciones concretas,
Una comunidad vive del turismo de enfermos que acuden a los baños termales de veneros que allí nacen. El médico del pueblo descubre que los estanques están fuertemente contaminados y quiere denunciarlo; pero su hermano, el alcalde, le suplica que no lo haga pues la economía de pueblo se vendría abajo. ¿Qué debe hacer el doctor?
y las respuestas situacionales que aporta no sólo la razón, sino también la conciencia, el sentimiento de equidad, el espíritu de conciliación y, en definitiva, la benevolencia y el amor.
5. La educación del carácter, propuesta por Ryan y Lickona,2 parece más apropiada para la problemática que hemos estado analizando (de hecho, la palabra carácter proviene de “marcar”). Se trata de dar a conocer los valores morales deseados y formar, con acciones y otros elementos, en buenos hábitos (virtudes). Desde luego, no se descarta formar en el razonamiento moral, pero éste deberá tener un contenido previo en aquellos valores que son positivos para la persona y
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Puig R., Josep María, La construcción de la persona moral, Paidós, Barcelona, 1996, pp. 110. Ryan y Lickona, “Character development: the challenge and the model”, en K. Ryan y G. F. MacLean (eds.), Character development in schools and beyond, Praeger, Nueva York, 1987.
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su comunidad. El mismo Kohlberg,3 en sus últimos trabajos, favoreció la integración del razonamiento con la formación del carácter a partir de lo que él y otros investigadores propusieron como “la comunidad justa”, comunidad en la que los propios alumnos, colaborando entre sí, construían un autogobierno responsable. A partir de esta forma de educar es posible aplicar la creatividad y sustituir de alguna manera los malos marcajes. En muchos casos, los profesores, con el viejo argumento de “no indoctrinar” a los jóvenes a fin de que éstos formen sus propios juicios, dejan los problemas éticos al garete y a la desatención, o a la discusión estéril de dilemas éticos asépticos. Cierto grupo de autores4 rechaza estas posturas poco comprometidas y propone lo siguiente acerca del papel de la ética en los colegios: Los colegios y las universidades deben educar en valores sustantivos, ideales y estándares, al menos en un sentido amplio, y no deberían contentarse con lo que a veces se ha llamado “clarificación de valores”. Estamos convencidos que no es posible crear ambientes con valores neutrales; es preferible que colegios y universidades examinen qué valores sostendrán y tomen decisiones deliberadas y conscientes para conducir a los estudiantes hacia ellos. Más importante, creemos que existen algunos principios morales básicos, ideales y virtudes que pueden formar un fundamento común para guiar a las instituciones de educación superior en su trabajo (la traducción es mía).
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Power F. C., Higgins y Kolhlberg, Lawrence Kohlberg’s Approach to Moral Education, Columbia University Press, Nueva York, 1989. Colby, Ehrlich y Sthepens Beaumont, Educating Citizens, Jossey-Bass, San Francisco, 2003, p. 11.
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Por la vía negativa –lo que debemos combatir– llegamos a una conclusión similar. Si enseñamos ética es porque creemos que la sociedad, y cada uno de sus miembros, adolece de muchos problemas que necesitamos resolver desde esta disciplina; en pocas palabras, sí deseamos moralizar al estudiante y hacer de él un mejor ser humano, no desde luego con tal o cual doctrina o ideología, sino desde la necesidad acuciante de resolver problemas: la pobreza, la corrupción, la falta de sentido de vida, la discriminación y la falta de solidaridad, entre otras. Durkheim, de manera simple pero con gran verdad, afirma que la enseñanza ética debe formar a los jóvenes en las normas que la sociedad demanda. El pensamiento de este autor se puede complementar haciendo ver que no toda norma social es correcta y que, en buena parte, la labor de la ética debería ser la crítica de las malas prácticas sociales y de los sustratos personales de esas prácticas y, en caso necesario, de la norma misma. Por otra parte, sí es importante tomar en cuenta y con seriedad la crítica que afirma que los jóvenes ya tienen formados, a veces muy consolidados, sus criterios morales y sus normas internas de actuación y que, en consecuencia, no sirven los consejos o la reflexión moral para generar cambios radicales en ellos. Esto no debe conducirnos al desánimo sino a la búsqueda de métodos más poderosos para generar cambios: en esta propuesta es el trabajo creativo. Ya hemos dicho con anterioridad que el incipiente juicio moral en los niños se ve acrecentado o distorsionado por los marcajes parentales y luego sociales. De alguna manera, la labor de la ética es recrear ahora en los jóvenes esa moral que nace de la razón y el sentimiento, y que debería obedecer, a su vez, a los criterios de eticidad que hemos mencionado. En pocas palabras podemos decir que no basta clarificar los valores, sino:
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1. Restaurar las virtudes personales –valores encarnados– que han sido distorsionadas o anuladas por malos troquelamientos parentales o sociales. Ello con ayuda del conocimiento de estos marcajes en nuestro contexto, la idiosincracia nacional y la autocrítica como proceso. 2. A partir de la investigación, desarrollar la crítica racional de las malas prácticas sociales que dan origen a: la pobreza, la marginación, el consumismo, las adicciones, la delincuencia, la injusticia, la falta de sentido, los procesos de deculturización, etcétera. 3. Ejecutar prácticas éticas que “neutralicen” los malos marcajes recibidos y que además contribuyan al mejoramiento moral de la comunidad. Así los estudiantes pueden ponerse en acción y no sólo discutir conceptos. Esta última tarea debe ir dirigida a realizar cambios en su persona o en su entorno. De esta manera, el joven, que ya tiene introyectada la apatía moral y otros comportamientos incorrectos, tendrá una oportunidad de mover su inercia hacia la solidaridad, la conciencia de sí mismo y la de los demás. Es cierto también que en general el joven sabe qué debe hacer –por la misma racionalidad que implica el acto moral– y cuenta además con buenos valores inculcados en su hogar. Pero, en todo caso, es necesario activarlos y potenciarlos para que alcancen la plenitud de su desarrollo.
La temática ética Antes de abordar el cómo creativo, pensemos en el qué de la ética, su temática. Como recomienda Edgar Morin, debemos enseñar en la complejidad (“lo que está entretejido”). Esa complejidad consiste en ver los problemas desde sus múltiples dimensiones: sociales, filosóficas, antropológicas y psicológicas, entre otras. Con fre-
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cuencia la ética se enseña sin considerar los contextos particulares que nos competen, y así se pierde dirección en la enseñanza; la temática se trata con planteamientos genéricos que poco o nada tienen que ver con nuestra realidad nacional o regional. La ética como arte –saber para transformar– debe tomar en cuenta seriamente los obstáculos que impone la realidad al deber ser, y así poderlos remover. Esto inicia desde la temática. Aquí sólo propongo puntos básicos que responden a nuestros problemas culturales y sociales; aunque están dirigidos a estudiantes de nivel medio y superior, podrían muy bien adaptarse a todos los niveles ya sea de manera implícita o de manera explícita según su nivel cognitivo: 1. Cómo afectan a la moral y los valores, cómo se manifiestan y cómo se reproducen en nuestra cultura y nuestra comunidad los troquelamientos parentales en la infancia 2. Características de la cultura mexicana. Aspectos positivos y negativos. Crítica de los aspectos negativos y cómo combatirlos: Cómo influyen en la moral personal, en las relaciones sociales, en el trabajo y los negocios. 3. Los procesos de deculturización en México y Latinoamérica (falta de lectura, por ejemplo) y las formas de enajenación que produce ese proceso. Análisis y crítica de las formas de enajenación y alineación en México: la drogadicción, la adicción a los medios electrónicos, la televisión y sus estereotipos. Propuestas de solución. 4. Las formas del nihilismo, el individualismo y la racionalidad de la eficacia en la sociedad contemporánea: sus consecuencia en la vida diaria y en las estructuras sociales. 5. Estudio y crítica de las malas prácticas sociales en México: el consumismo y la ostentación, la discriminación social, la corrupción, las malas prácticas en los trabajos y empleos.
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Desde luego estos temas, y otros, no excluyen a los tradicionales, ni a la teoría necesaria: la estructura del acto moral, los conceptos de los valores y las virtudes, actos humanos y actos del hombre, la libertad y otros; pero deberán dejar amplio espacio a los temas sugeridos antes.
Papel de la creatividad La creatividad tiene que ver con ofrecer respuestas originales y apropiadas para la resolución de problemas, entre otras cosas;5 Edward de Bono, por su parte, señala que la creatividad se relaciona con un incremento en la percepción
5
De Bono, Edward, Saber pensar, Compañía General de Ediciones, México, 1986.
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6. La educación y los procesos de deculturización en México. 7. La justicia social: revisión de las principales teorías de la justicia social y su posible aplicación a México: doctrina social de las iglesias, democracia social, teoría de la justicia de John Rawls, Waltzer, otros. 8. Las causas de la pobreza: Revisión de las causas sociales, económicas de la pobreza y ético-culturales de la pobreza al nivel mundial y nacional. Factores que favorecen la riqueza de las naciones. 9. La legalidad en México y los derechos humanos. 10. Concepto de ciudadanía: Definición, áreas de aplicación ciudadana. Características de una sociedad sustentable. 11. Niveles de conciencia que hay que alcanzar por variables derivadas de los valores: desarrollo sustentable, actitudes psicológicas ante los demás, ambición, sentido de vida, sentido de la humanidad.
Edward de Bono señala que la creatividad permite conectar acontecimientos e ideas que aparentemente no tienen que ver entre sí.
de variables de todo tipo y también con el empleo de una imaginación que permita conectar acontecimientos e ideas que aparentemente no tienen que ver entre sí. La creatividad tiene que ver también con la resolución de problemas no estructurados. Encontramos entonces que los problemas de la ética precisan un tratamiento creativo para lograr los cambios requeridos o también la prevención. Incluso la presentación de dilemas aparentemente estériles puede orientarse hacia la creatividad. Pensemos en el caso del médico y el alcalde en esa comunidad que vive de sus balnearios medicinales y que se han contaminado. El problema de la moralidad es claro: el médico, aun siendo hermano del alcalde, debe notificar de la contaminación del agua, y es deber del alcalde tener un plan B para hacer las pérdidas
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Certidumbres E INCERTIDUMBRES
mínimas. Pero si lo orientamos a la creatividad, las preguntas pueden ser de orden prudencial (inteligencia social diríamos): ¿Qué debieron haber hecho ambos hermanos para no caer en ese dilema? ¿Qué factores no tomaron en cuenta? ¿En qué debe trabajar la comunidad entera para superar esa crisis? ¿Por qué las personas bien intencionadas caen en problemas éticos? ¿En qué asuntos de la vida cotidiana podemos caer en problemas similares?, etc. Veamos que con estas preguntas abrimos la percepción del alumno, como lo recomienda de Bono, y orientamos también ese problema hacia la toma de decisiones. Bandura ofrece algunas recomendaciones para el aprendizaje que habría que complementar con algunas ideas relacionadas con la creatividad: 1. Atención. No existe aprendizaje si no hay atención: el colorido y dramatismo de los casos o acontecimientos mostrados; lo importante, prestigioso o útil de los casos presentados. Y si los casos se parece más a nosotros y nuestra problemática, prestaremos mayor atención. 2. Retención. Segundo, el alumno debe ser capaz de retener (recordar) aquello a lo que le ha prestado atención. Aquello que provoca mi imaginación es más fácil de recordar; aquello que es más lógico y claro; aquello que veo en distintos marcos y contextos. 3. Reproducción. El estudiante analiza los buenos comportamientos, los ejecuta y los pone en práctica; observa cómo lo hacen otros para mejorar su propio desempeño. 4. Motivación. Aun con todo esto, todavía no haremos nada a menos que estemos motivados a imitar; es decir, a menos que tengamos buenas razones para hacerlo. Uno, tal vez el más importante, sea realizar cosas trascendentes o al menos difíciles y superarlas con
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ingenio y trabajo: el sentimiento satisfactorio del logro cognoscitivo. También el reconocimiento de los pares y el maestro es un poderoso aliciente para mejorar. Creatividad A los criterios de aprendizaje de Bandura –que ya interpelan a la imaginación creativa–, habría que añadir el factor clave que es la creatividad; la adquisición de buenas conductas y hábitos realizando proyectos creativos y solucionando los problemas éticos del entorno. El Principito, el protagonista del libro de Saint Exupéry, descubre que lo que hace valiosa a su rosa es el tiempo que le ha dedicado. Una educación que sólo repase conceptos y los discuta medianamente no puede provocar ese amor por participar éticamente; en cambio, dedicar tiempo para crear en grupo algo nuevo y trascendente puede producir mayor entusiasmo y compromiso con los demás y consigo mismo. Por otra parte, ya hemos mencionado que uno de los problemas básicos de nuestra sociedad mexicana, en el campo de la ética, es lo que la gente deja de hacer: la apatía moral, el providencialismo, asociados a una autoestima baja. De aquí que la nueva enseñanza de la ética debe ser recuperar la capacidad de hacer –y ser más– a través de la creatividad. Los nuevos enfoques por competencias nos indican que debemos precisar a dónde queremos ir y entonces definir con precisión qué y cómo debemos educar. Ello implica, además, una mayor participación del joven en su propio aprendizaje, así que debemos hacerlo responsable de su comunidad, sembrar en él la idea de que debe transformarla y reconstruirla sobre bases más justas. La tecnología –que en muchas ocasiones se convierte en un vicio deplorable en los jóvenes– afortunadamente nos ayuda a este propósito: puede educar a otros en ética a través de
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las redes sociales, hacer allí mismo propuestas, llevar a cabo campañas e investigar las fuentes de la corrupción y otras formas de inmoralidad lastimosa; realizar investigación de campo con entrevistas y encuestas. En la escuela también hay muchas cosas por hacer: elaborar códigos positivos de conducta o incluso manuales de
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comportamiento ciudadano, debates, paneles, campañas, carteles y concursos de oratoria; de ser posible elaborar cosas tangibles para la comunidad: presentar propuestas de mejora del entorno, arreglar jardines, embellecer su escuela, aprender a hacer reparaciones en su casa, ahorrar y visualizar su futuro con otros.
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Invención y sentidos de UNA ARQUITECTURA MODERNA Cuarta parte Gonzalo Bustillo
En los artículos previos de esta serie se ha presentando a la arquitec-
ioann-pupki
n.li ve j
om al.c rn ou
tura moderna como parte de un conjunto de prácticas intelectuales y materiales de transformación del mundo que lleva unos trescientos años y que ha sido definido genéricamente bajo el término modernización.* Este concepto engloba cambios económicos, políticos, tecnológicos, sociales, estéticos y técnicos, surgidos en torno al siglo XVIII, con una ambición común de cuestionar y refundar los modos de hacer y pensar heredados a “la luz de la razón”.
e
n este sentido, hemos planteado que la idea de que es posible enseñar en universidades, que los niños pueden ser educados en guarderías, que los presos pueden ser re-educados en prisiones, que los enfermos pueden ser curados en hospitales o que las estructuras de los edificios pueden ser calculadas eficientemente, son todas ideas concebidas en la atmósfera ilustrada. Ilustración que en términos del filósofo Emmanuel Kant consistía en la búsqueda del hombre de la “salida de su minoría de edad” a través del uso de su propio entendimiento.
* Para profundizar sobre diversos aspectos del recorte cronológico y conceptual aquí comentado sugiero consultar el capítulo introductorio de Kenneth Frampton en su Historia crítica de la arquitectura moderna, Gustavo Gilli, Barcelona, 1981; y sobre el concepto “modernización” ver Marshall Berman: Todo lo sólido se desvanece en el aire, Siglo XXI Editores, Barcelona, 1998.
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Comentamos también que la invención de esas instituciones ilustradas transformó radical y definitivamente las demandas a las que los arquitectos estuvieron solicitados hasta el siglo XVIII, así como los contenidos y las formas de organización y transmisión de sus saberes. En este contexto, la arquitectura se vio sometida a un fuerte proceso de “racionalización” que definimos como la búsqueda de nuevos modos de articular “eficientemente” los medios utilizados en relación a los nuevos fines perseguidos. Hemos hablado de una racionalización histórica, de una racionalización espacial o funcional y de una racionalización material de la arquitectura. Hoy comentaremos los efectos de un proceso de racionalización formal, entendido esto como el cuestionamiento del carácter sagrado e inmutable de la belleza de la arquitectura vía mecanismos típicos de “análisis racional”, del que deriva en
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el siglo XVIII una profunda reformulación de las ideas de belleza y una reivindicación de la libertad creadora de los arquitectos. Decimos entonces, racionalización formal en tanto búsqueda de nuevos modos de articular “eficientemente” los medios de expresión de la arquitectura en relación a los nuevos fines estéticos y comunicativos planteados.
1. Atmósfera ilustrada, racionalización y libertad creativa Como se presentó en el primer artículo de esta serie,1 los trabajos desarrollados por el arquitecto y taxonomista francés Claude Perrault a fines de siglo XVII fueron una pieza clave del proceso de desacralización de los preceptos de la arquitectura clásica y su idea de belleza. Ese autor buscó demostrar que los órdenes clásicos, como conjunto de proporciones que articulan, por ejemplo, los componentes de la fachada de un edificio, no reflejaban un orden sagrado ni representaban una belleza inmutable sino que eran el resultado de una convención construida por consenso entre los arquitectos. A esa idea de belleza la definió como belleza arbitraria. Por otro lado, definió una belleza positiva que refería a aspectos como la riqueza de determinados materiales o la claridad de la ejecución. Uno de los efectos más relevantes de su definición de belleza arbitraria es que legitimó desde la teoría una práctica de la arquitectura orientada a la invención de nuevas formas de belleza. En este punto nos encontramos frente una idea radicalmente moderna, es decir perteneciente a las raíces de un modo moderno de concebir la arquitectura, teorizada por primera vez hace unos trescientos
años. La belleza de la arquitectura no es eterna ni inmutable, sino que es una convención transitoria derivada de la fantasía de los arquitectos y de un consenso colectivo. Una segunda distinción teórica desarrollada en el siglo XVIII, que es importante tener en cuenta para comprender la atmósfera de los cambios estéticos surgidos en ese periodo, refiere a la distinción entre lo bello y lo sublime, efectuada por el político y escritor irlandés Edmund Burke a mediados del siglo XVIII. En su trabajo titulado “Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y de lo bello”, de 1757, el autor describe un conjunto de experiencias estéticas asociadas con el concepto de lo sublime y, por otra parte, argumenta en la línea de Claude Perrault la imposibilidad de que lo bello se vincule a determinadas proporciones naturales. Para Burke, la base de lo sublime consiste en una experiencia estética donde el placer se obtiene a través de sentimientos como el peligro o el dolor: Cuando el peligro o el dolor aprietan demasiado, son incapaces de causar placer alguno, son simplemente terribles, pero cuando están a cierta distancia, y con ciertas modificaciones, pueden ser, y son, maravillosos, como podemos experimentar cada día.2
En su trabajo, indica que el tamaño y la infinitud son cualidades propias de lo sublime: La grandeza de dimensiones es una causa poderosa de lo sublime. (…) Otra fuente de lo sublime es la infinidad; (…). La infinidad tiene una tendencia a llenar la mente con aquella especie de horror delicioso que es el efecto más genuino y la prueba más verdadera de lo sublime.3
2 1
“Invención y sentidos de una arquitectura moderna. Primera parte”, agosto 2012.
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3
Burke Edmund, Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y de lo bello, Altaya, Madrid, 1994. Ibídem.
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tación que presenta forman parte del contexto general de racionalización formal o estética antes comentado, es decir, de cuestionamiento de la herencia y búsqueda de una nueva articulación “eficiente” entre los medios materiales utilizados y nuevos objetivos definidos. En el mismo sentido, el filosofo alemán Emmanuel Kant planteó su distinción entre lo bello y lo sublime en un trabajo de 1764 “Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime”, donde se enfatizan los rasgos de la sublimidad en la naturaleza y el arte: Este delicado sentimiento que ahora vamos a considerar es principalmente de dos clases: el sentimiento de lo sublime y el de lo bello. La emoción es en ambos agradable, pero de muy diferente modo. La vista de una montaña cuyas nevadas cimas se alzan sobre las nubes, la descripción de una tempestad furiosa o la pintura del infierno por Milton, producen agrado, pero unido a terror; en cambio, la contemplación de campiñas floridas, valles con arroyos serpenteantes, cubiertos de rebaños pastando; la descripción del Elíseo o la pintura del cinturón del Venus en Homero proporcionan también una sensación agradable, pero alegre y sonriente. Para que aquella impresión ocurra en nosotros con fuerza apropiada, debemos tener un sentimiento de lo sublime; para disfrutar bien la segunda, es preciso el sentimiento de lo bello. Altas encinas y sombrías soledades en el bosque sagrado son sublimes; platabandas de flores, setos bajos y árboles recortados en figuras, son bellos.5
Edmund Burke, político y escritor irlandés, disertó acerca de lo sublime y lo bello.
Y más adelante, en una comparación entre las cualidades entre lo bello y lo sublime indica: Los objetos sublimes son de grandes dimensiones y los bellos comparativamente pequeños (…), la belleza debería ser lisa y pulida, lo grande, áspero y negligente, la belleza debería evitar la línea recta (…) lo grande en muchos casos ama la línea recta (…) lo grande debería ser oscuro y opaco; la belleza debería ser ligera y delicada; lo grande debería ser sólido e incluso macizo. En efecto, son ideas de naturaleza muy diferente, ya que una se funda en el dolor, y la otra en el placer.4
Así es que para Burke, el gran tamaño, lo infinito, lo oscuro y la línea recta serían cualidades que apuntan a lo sublime, al “horror delicioso”, mientras que lo liso, lo pulido y lo ligero serían las cualidades de lo bello placentero. La indagación que el autor realiza y el tipo de argumen-
Un tercer concepto que es relevante plantear refiere a la idea ilustrada de que experiencia estética implica una relación entre objeto y sujeto, en la que se desplaza definitivamente la idea de
5 4
Ibídem.
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Emmanuel Kant, Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime.
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una belleza que descansa solamente en los atributos de la “cosa externa” digamos de la obra de arte, sino que se sostiene también en la sensibilidad del sujeto, en el vínculo entre ambos. Las diferentes sensaciones de contento o disgusto descansan no tanto sobre la condición de las cosas externas que las suscitan, como sobre la sensibilidad peculiar a cada hombre para ser grata e ingratamente impresionado por ellas. De ahí proviene que algunos sientan placer con lo que a otros produce asco; de ahí la enamorada pasión, que es a menudo para los demás un enigma, y la viva repugnancia sentida por éste hacia lo que para aquél deja por completo indiferente.6
En esta atmósfera de crítica ilustrada a las convenciones heredadas y de ampliación del repertorio de experiencias estéticas, queremos presentar los trabajos de dos arquitectos franceses de la segunda mitad del siglo XVIII: Claude Nicolas Ledoux y Étienne Louis Boullée.
Claude Nicolas Ledoux impulsó a los arquitectos a liberar su imaginación.
grandeza de la naturaleza? Derribad la enojosa valla que cierra el curso de la imaginación y veréis cómo el único medio permitido por la economía del arte os lleva a lo sublime. Disponed hermosas masas, preparad felices contrastes, abandonad esas afecciones que tan caras son al ánimo timorato, esas molduras multiplicadas, esos hijos nacidos de padres ciegos que jamás saborearon el placer de la luz.7
2. Claude Nicolas Ledoux. Abstracción formal y geométrica extrema Si el arquitecto desde el siglo XV hasta el siglo se había dedicado básicamente a la concepción de edificios religiosos y palacios, a partir del siglo XVIII comienza a trabajar en la concepción de los edificios públicos representativos de las nuevas instituciones ilustradas. En este contexto, el arquitecto francés C. N. Ledoux impulsó a los arquitectos a liberarse de los motivos convencionales y a utilizar su imaginación como vía de acceso a lo sublime. Dice el autor: XVII
¿Queréis producir efectos independientes de esos motivos convencionales que empequeñecen la
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Citado en “La redefinición de la estética”, “Lo bello y lo sublime”, Emmanuel Kant, de Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime.
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En la Casa de los Guardias del río Love, por ejemplo, se ve una volumetría claramente compuesta a través “masas” como cuerpos sólidos primarios, la eliminación de ornamentos aplicados –“molduras”– que enfatiza la legibilidad geométrica de aquellos cuerpos y la apuesta a “contrastes” de luz y sombra que refuerzan una vez más las masas volumétricas. 7
Anthony Vidler, Ledoux, Akal, Madrid, 1994 , p. 70.
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Fuente: “La Arquitectura”, C. N. Ledoux.
Figura 1. Casa de los Guardias del río Love. 1804.
En el proyecto conocido como Oikema o la Casa del Placer, Ledoux recurre al mismo tipo de estrategias formales y geométricas, volumetrías muy claras, radical despojo de molduras aplicadas y en este caso también la utilización de pórticos de templo griego adosados en los accesos al edificio, que funcionan como símbolos de sacralización de lo profano,8 es decir, dotando al prostíbulo de estatuto de templo. Podemos ver en estos proyectos la manera en que se combinan las cualidades de lo sublime y lo bello anteriormente señaladas por Edmund Burke, por ejemplo, la claridad de masas de lo sublime junto a lo liso y pulido de lo bello. El crítico Anthony Vidler señala que Ledoux buscó en el conjunto de sus proyectos que: […] todos los edificios públicos, incluso las más modestas habitaciones construidas a instancias del gobierno, eran ya susceptibles de producir el
mismo efecto poderoso, de la cabaña del artesano al palacio de justicia, lo sublime debía rozarlo todo con su ala.9
En el extenso conjunto de edificios proyectados y publicados por Ledoux,10 podemos encontrar la constante ambición de refundar los códigos estéticos de la arquitectura en relación a las nuevas necesidades sociales, a través de las estrategias materiales comentadas que reflejan inquietudes propias de las teorizaciones ilustradas. Ahora bien, el reconocimiento de los aspectos inaugurales o rupturistas del trabajo de Ledoux no debe hacernos olvidar una evidente línea de continuidad, por ejemplo, con los trabajos del arquitecto renacentista Andrea Palladio. Ledoux radicalizó algunas estrategias formales de proyectos que podemos rastrear al menos desde el siglo XVI como la Villa Rotonda, obra paradigmática del arquitecto italiano. En
9 8
Concepto planteado por Anthony Vidler en ibídem.
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10
Anthony Vidler, Ledoux, Akal, Madrid,1994. Ibídem.
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Fuente: “La Arquitectura”, C. N. Ledoux.
Figura 2. Oikema, Casa del Placer.
Fuente: “La Arquitectura”, C. N. Ledoux.
Figura 33. Casa de los Guardias Agrícolas de Maupertius Maupertius. 1804 1804.
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Extraído de Boullée, Philippe Madec, Akal, Madrid, 1997.
Figura 4. Proyecto de museo, de E. L. Boullée, 1783.
este sentido, la racionalización formal ilustrada se entiende como una ruptura en cuanto a diversos parámetros de la sintaxis heredada y a la vez una continuidad respecto a conocimientos y experiencias particulares, por ejemplo, del Renacimiento italiano.
2. Étienne-Louis Boullée. La arquitectura como expresión poética surgida del pensamiento11
efecto de sublimidad al contemplarlo. Las figuras humanas en la parte inferior de la imagen dan cuenta de la escala del edificio utilizada por el autor con ese objetivo. En el mismo sentido, en un proyecto para el “Cenotafio de Newton”, Boullée utiliza esos recursos de escala, claridad volumétrica, despojo ornamental y manejo de luz y sombra. Dice el autor respecto del proyecto: ¡Espíritu sublime! (…) ¡Oh, Newton! Si por la vastedad de tus luces y la sublimidad de tu genio has determinado la figura de la Tierra, yo he concebido el proyecto de envolverte con tu descubrimiento.13
En los proyectos del arquitecto francés É. L. Boullée encontramos una combinación de recursos similar a la planteada por Ledoux respecto de las cualidades de lo sublime y lo bello, y en particular la búsqueda de regularidad e infinitud de lo sublime a través de la sucesión y la uniformidad burkeanas.12 En esta página podemos ver la imagen del proyecto para un museo. Aún hoy, doscientos años después de realizado, este dibujo de Boullée conserva un evidente 11
12
Expresión utilizada por Rafael Moneo en “La idea de arquitectura en Rossi y el cementerio de Módena”. Anthony Vidler, Ledoux, Akal, Madrid, 1994, p. 68.
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Al servirme, Newton, de tu divino sistema para formar la lámpara sepulcral que ilumina tu tumba, creo haberme hecho también yo sublime. Es la única decoración que me ha parecido obligado usar. Habría cometido un sacrilegio decorando este monumento de otra manera.14
13
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Étienne Louis Boullée, “Ensayo sobre el arte”, en Revista de Ideas Estéticas, núm. 119, 1972, p. 257. Ibídem.
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Extraído de Boullée, Philippe Madec, Akal, Madrid, 1997.
Figura 5. Proyecto para el cenota o de Newton, vista nocturna (1784).
Extraído de Boullée, Philippe Madec, Akal, Madrid, 1997.
Figura 6. Proyecto para el cenota o de Newton. Vista diurna (1784). La luz del día penetra por pequeños ori cios efectuados en la cticia bóveda celeste.
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Extraído de Boullée, Philippe Madec, Akal, Madrid, 1997.
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Figura 7. Proyecto para un Palacio Nacional (1792).
La búsqueda de una arquitectura como producción del espíritu y creación del intelecto, liberada inicialmente de ataduras “constructivas”, es quizás uno de los legados que Boullée ofreció a la modernidad, y si el romano Vitruvio definió la arquitectura como “el arte de edificar”, Boullée señala que es, ante todo, el arte de concebir, es decir, un problema intelectual y espiritual: [...] es preciso concebir para efectuar. Nuestros primeros padres sólo construyeron sus cabañas tras haber concebido su imagen. Esta producción del espíritu, esta creación es lo que constituye la arquitectura.15
Ahora bien, para finalizar destacamos que las ambiciones sublimes de Boullée se soportaban en sus planos de proyecto en la obsesiva utilización de una grilla ordenadora de cuadrados inscritos en cuadrados, y un conjunto de “partes” arquitectónicas –patios, salas, accesos, 15
escaleras– que se repetían permanentemente como soportes racionales de lo sublime. (Ver figura 7). Este procedimiento utilizado entre otros por Boullée desde fines del siglo XVIII llegó a convertirse en el método académico canónico de proyectar arquitectura durante el siglo XIX, y aun durante el siglo XX, pero en muchos casos despojado de sus ambiciones sublimes. A modo de conclusión, interesa resaltar que las cuestiones aquí someramente esbozadas respecto del trabajo de Ledoux y Boullée –la posibilidad de una arquitectura entendida como campo autónomo de saberes, su expresión a través de manipulaciones volumétricas sobre formas elementales, el radical despojo de cualquier tipo de ornamentos y la primacía de la concepción intelectual y espiritual de los proyectos– configuran aportes que desde el siglo XVIII hasta hoy han fundado y atravesado la historia de la arquitectura moderna y, como veremos más adelante, representan temas que aún hoy se siguen haciendo escuchar.
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Ibídem.
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sentidos Y SIGNIFICADOS
Voces del PERIODISMO Arrigo Coen Anitúa (†)
Lo ‘relativo al periódico’ es lo periodístico, y periodicidad es ‘calidad de periódico’. Las periodicidades más comunes son las de publicación diaria (‘diario, giornale en italiano, journal en francés, que lo pasó al inglés; jornal en portugués; dep daily, otra forma en inglés; Tageblatt, de Tag, ‘día’, y osit pho tos Blatt, ‘plana’, ‘hoja’, es decir ‘hoja diaria’, en alemán); bisemanal, ‘dos veces por semana’ (semiweekly, en inglés, del latín semi-, ‘medio’, más el inglés week, ‘semana’); semanal, ‘una vez por semana’, o hebdomadario (del griego hebdomás, -ados, ‘semana’); catorcenal, ‘cada catorce días’; bimensual, ‘dos veces al mes’, que no hay que confundir con bimestral, ‘cada bimestre’, o sea ‘dos meses’; mensual, ‘una vez al mes’ (monthly en inglés, de month, ‘mes’); es rarísimo sesquimensual, ‘una vez cada mes y medio’, esto es ‘ocho veces al año’; trimestral, ‘cada tres meses’; cuadrimestral, ‘cada cuadrimestre o cuatro meses’; semestral, ‘cada seis meses’; anual, anuario o anal (plural anales), ‘cada año’. La primera época del periodismo fue la de las “hojas de aviso”, o folios, que circulaban, manuscritas, por los barrios gremiales o por los palacios; en Venecia se vendían por una gazzetta (gazeta en dialecto veneciano, diminutivo de gaza, ‘urraca’, del latín Gaja, nombre propio de mujer, quizás por la garrulería tanto de la mujer cuanto del pájaro), moneda de cobre equivalente a unos dos sueldos (del latín solidus, paga que se daba a los soldados mercenarios). Esto dio origen a la adopción del nombre gaceta por muchos periódicos de diversas partes del mundo, y a voces tales como gacetable, que se decía del proyecto digno de promulgación, esto es, que merecía aparecer en la gaceta oficial; gacetero, el que escribe en las gacetas, o para ellas, o al que las vende, como es periodiquero el que vende periódicos, y voceador el que los vende voceándolos en la vía pública, a diferencia del que los expende en su quiosco o en su caballete (quiosco nos llega al español, vía el francés, del turco kyoshk o kushk, ‘pabellón’, expresiones de origen persa); gacetilla, “parte de un periódico destinada a la inserción de noticias cortas”, o bien cada una de esas noticias, y también, de modo figurado, “persona a la que le gusta andar trayendo y llevando noticias”; el redactor de gacetillas es gacetillero, y a quien es afecto a conversar de novedades se le dice gacetista. Aparte de “diario” y “gaceta”, y quizá por tratarse del ‘mensajero de los dioses’, varios periódicos de los primeros tiempos se llamaron “Mercurio”; otros nombres
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Sentidos Y SIGNIFICADOS
favorecidos han sido “mundo”, “camino”, “heraldo” y “mensajero”; “tiempo” y “correo”, así como “noticias”. A propósito: aunque noticiario es cultismo y noticiero es voz popular, su equivalente morfológica, la semántica las distingue: un ‘conjunto de noticias’, sea periodísticas, radiofónicas, televisuales o cinematográficas, constituye un noticiario; quien da noticias, sea persona o institución –una agencia, por ejemplo–, es noticiero. No es propio decir “Vi en el cine el mismo noticiero que pasaron por televisión”, como tampoco lo es “Fulano está de noticiario en tal periódico o en la radio”. Hágase la analogía con campanero y campanario, y se entenderá claramente la diferencia de sentidos. Profesión de preeminente carácter social, el periodismo tiene, como esencia y sustancia, la noticia, a cuya búsqueda, compilación, transmisión, argumentación y comentario se consagra; la noticia de interés público, generada en la ecumene o antroposfera, o en el universo al que llega la sonda de la investigación del hombre, y difundida primordialmente por la prensa, pero también por la radio, el cine y la televisión. Hubo un tiempo en el que una sola persona podía escribir, imprimir y repartir unos cuantos cientos de ejemplares de su periódico; hoy se requiere una organización mundial, en cada uno de cuyos puestos se vive la responsable y complicada profesión del periodismo: dondequiera que suceda algo que pueda interesar a muchos, ahí debe estar el periodista para enviar la noticia, y comencemos, pues, con el reportero, cuyo nombre tomamos del inglés reporter, no como reportaje, que se lo calcamos al francés reportage, el cual lo había forjado sobre el inglés reporter, evolución del inglés medio reporteur, préstamo del antiguo francés, en su turno derivado del latín reportator, agente del verbo reportare, ‘volver a traer’, de re-, ‘otra vez’, y portare, ‘traer’, ‘llevar’, ‘portar’. Antes de que a estas voces se les dieran los significados periodísticos actuales, se refirieron a información forense o burocrática que un despacho precisaba de otro para la tramitación de los asuntos, sobre todo respecto a la comprobación de infracciones administrativas. A los reporteros se les encarga una fuente (del latín fons, fontis, en acusativo fontem), o sea un ámbito (esta palabra viene del latín ambire, que literalmente significa ‘ir de uno a otro lado’) del que surjan –por eso se llama fuente– las noticias: al ámbito político, el económico, el laboral, el artístico, etc., con sus ramificaciones: secretarías de estado, industria, finanzas, teatro, policía, congresos científicos, obituarios, aeropuerto, etcétera. Hay fuentes que ya no se “cubren” como otrora, indagando el reportero para averiguar el meollo de un suceso, sino que “emiten” (sí, así se dice, ¡qué le vamos a hacer!) un boletín de prensa. No sé si vía francés o directamente del italiano, el español toma bolletino, con el sentido de ‘comunicado’, y todo ello (incluso boleta y boleto) se origina en formas diminutivas de bolla, bollo, ‘sello’, con que se daba carácter oficial a un documento: de ahí “boletín meteorológico”, “boletín de Estado Mayor”, y tantos otros, ahora multiplicados, boletines.
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problemas SIN NÚMERO
Más letras, menos letras, otras letras CONVERTIR PALABRAS Claudia Hernández García
Mientras la D impresa permanezca y la necesitemos para completar la verdad y la oscuridad, para decir y dotar de riqueza al lenguaje, tendremos D para siempre. Además, la “d”, se emplea como abreviatura de deca y deci; su forma griega –delta– se usa como símbolo de las dioptrías, o nivel de ceguera –de miope o astigmático–, también en matemáticas está presente en el dos y sus derivados: duo, doble, duplo, duplicar, dopio y en el sufijo di, como un dígrafo. Los números romanos se sirven de ella para representar al quinientos, aun cuando no es propiamente una D, sino la mitad derecha de un antiguo signo griego que representa el mil – –. La D se utiliza en varios símbolos químicos y, hoy en día, los nombres de las maravillas tecnológicas se abrevian con esta letra: el DVD, el CD, el DD, el DDD, la 3D y cualquier cosa que sea digital. VICTORIA GARCÍA JOLLY
Tomado de El libro de las letras. De la A a la Z, y no es diccionario, de Victoria García Jolly, Otras Inquisiciones, México, 2011, pp. 60. Victoria García Jolly es una diseñadora gráfica mexicana que ha recibido varios premios por la calidad de su trabajo. Es fundadora y actual directora editorial de la revista Algarabía.
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Problemas SIN NÚMERO
Actividad En esta edición de Correo del maestro les proponemos una actividad para alumnos de quinto de primaria en adelante. Les sugerimos que primero intenten resolverla en equipos de dos o tres y luego compartan con los demás estrategias y soluciones.
1. El primer reto consiste en agregar letras a una palabra para formar palabras nuevas. Se pueden agregar tantas letras como se quiera y en cualquier lugar. No se vale inventar palabras ni escribirlas con faltas de ortografía, sólo vamos a obviar los acentos. Por ejemplo, a la palabra CASA se le pueden agregar las letras M, I para formar la palabra CAMISA, agregar C, A y R para formar la palabra CASCARA o la letra T para formar la palabra CASTA. a. b. c.
MEDIA ESTA AÑO
2. Ahora hay que quitar algunas letras y las restantes tienen que formar una nueva palabra sin necesidad de intercambiar las letras. Como en el ejercicio anterior, no se valen las palabras inventadas ni las faltas de ortografía. Por ejemplo, si a la palabra EXPERTA le quitamos las letras E, X y T, obtenemos la palabra PERA y si quitamos las letras E, X, P y T, obtenemos la palabra ERA. a. b. c.
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INVESTIGADOR PRESENTACION PARTICULARES
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59 Soluciones:
La cantidad de posibles soluciones a cada uno de los retos es muy amplia; aun así, les proporcionamos unas cuántas. 1. a. b. c.
REMEDIA, MEDIANA, MERIDIANO RESTA, ESTAR, CRESTA, ESTRADO AÑEJO, BAÑO, ENGAÑO, ANTAÑO
2. a. b. c.
INVESTIGA, NETA, SIGA ESTACION, NACION, PESAN PARTES, ARTE, TIRES
3. a. b. c.
DADO, DEBO JALON, JAMON PATA, RAMA
a. b. c.
RATA JABON DEDO
3. Por último, están las palabras a las que sólo con sustituir una letra les cambia el signi cado. Por ejemplo, a la palabra CABALLO, podemos cambiarle la letra A por una E para obtener la palabra CABELLO. Más letras, menos letras, otras letras. CONVERTIR PALABRAS
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Profesionalización de LA PROMOCIÓN CULTURAL Valentina Cantón Arjona*
La definición y consolidación de las políticas culturales requieren profesionales y especialistas formados sólidamente en temas y contenidos culturales que sean también conocedores de contextos, momentos y necesidades culturales y de las formas eficientes de administración, promoción y potencial uso social de los bienes culturales. De no ser así, estos profesionales y especialistas de la cultura y docentes del patrimonio cultural corren el riesgo de quedar confinados –en el mejor de los casos– a la mera crítica repetitiva o el simple diletantismo elitista y la erudición inútil; o bien –en el peor de los casos– sufren el riesgo de realizar acciones aisladas perdiendo el sentido de lazo social que caracteriza la esencia de toda actividad cultural.
a gestión cultural abre la posibilidad real de poner en tensión los saberes culturales con la intencionalidad de su conocimiento, reproducción, conservación, enriquecimiento y transformación de su uso social. Y esta posibilidad es posible gracias, sobre todo, a la figura del gestor, que hoy se nos plantea como un intermediario cultural capaz de traducir las necesidades culturales de una población en acciones concretas de resolución.
* Responsable del proyecto “El derecho a la memoria: la educación patrimonial” de la UPN, docente del Colegio de Pedagogía, FFyL/UNAM donde imparte el taller de Orientación Educativa: la Educación Patrimonial.
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Michel de Certeau señala que los intermediaros culturales son traductores que: […] descodifican y recodifican fragmentos de saber, los eslabonan, los transforman mediante una generalización, los transportan de un caso a otro por analogía o extrapolación, abordan semejante conjunción de acontecimientos mediante una comparación con una experiencia anterior y componen, en una práctica de lo ordinario, una lógica jurídica de lo general y de lo particular, de la norma, de la acción y del tiempo.1
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Atendemos aquí a la definición de intermediario cultural como “articulador” propuesta por Michel de Certeau en: “Operadores”, capítulo 12 del texto La toma de la palabra, p. 163.
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Profesionalización de LA PROMOCIÓN CULTURAL
Los intermediarios culturales –para nosotros, aquí insistimos maestros, promotores y gestores–, continúa Certeau, no son líderes ni guías de opinión de las comunidades, son simplemente, “servidores despiertos y lúcidos de una comunidad local de la cual pueden percibir las interrogantes y comprender las necesidades”.2 Estos intermediarios culturales –nuestros maestros-promotores-gestores– se encargan del bienestar de una comunidad porque son creadores y realizadores de estrategias que buscan enriquecer el espacio social. Un edificio, una obra, una colección, una localidad, una acción educativa pueden verse enriquecidas por la intermediación de estos gestores que se ocupan de “trasladar” de un lado a otro para poner en contacto necesidades y soluciones. Comunicadores transversales de las comunidades, los intermediarios culturales –a menudo tímidos respecto a satisfacer sus necesidades de supervivencia personal– son pivotes de la acción social y motores (incluso sin proponérselo) de la participación social democrática, pues hoy tienen la tarea de “devolver”3 a los miembros de cada comunidad los bienes culturales y el uso social –histórico y potencial– que éstos pueden tener, como por ejemplo: los catálogos, las colecciones, los museos, las acciones de restauración y conservación o de promoción de los bienes patrimoniales, sitios de turismo cultural, o la enseñanza, vinculación e interpretación en aulas abiertas, del bien cultural, por citar sólo algunos. Estos intermediarios o gestores (siempre operadores) se caracterizan por ser, señala Certeau:
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Ibídem, p. 164. Damos al término “devolver” un sentido amplio: entregar, devolver a su dueño, pero también: poner en contacto, volver accesible el disfrute de un bien cultural que no necesariamente tiene que ser propiedad pública para poder ser compartido.
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[…] móviles, diversos, cambiantes, sin estatuto oficial ni establecimiento como profesionales de estas operaciones de información y mediación, y están dotados de un ámbito de influencia limitado, y su campo de competencia se halla también limitado, como todavía lo es la credibilidad de la que implícitamente disponen.4
De ahí que nos preguntemos: ¿cómo ampliar el campo de competencia, intervención, participación en las decisiones y acción propositiva y gestora de los intermediarios culturales, y fortalecer la credibilidad que se les otorga? La respuesta es, volvemos al principio: profesionalizándolos. La gestión cultural responde a la necesidad de profesionalización de los intermediarios culturales con la finalidad de que sus planteamientos y acciones respondan a los criterios de pertinencia, relevancia, transcendencia y comunicabilidad que toda actividad organizada, sistemática y evaluable exige. Ferran Mascarell, quien ha sido responsable de políticas culturales barcelonesas, señala que no son suficientes la buena voluntad, las buenas ideas y el entusiasmo de los gestores culturales para realizar su quehacer; deben ser capaces, además, de concretar las ideas en un proyecto mediante el cual se explicite: […] a qué personas dirigen su idea, con quién compiten, quién y cómo lo financiará, qué coste tendrá, cuántos ingresos propios generará, como se comunicará y qué plan de evaluación se prevé.5
Es necesario, pues, hacer ciencia de la actividad de la gestión (si queremos, intermediación) cultural. De ahí la importancia, pertinencia y oportunidad de obras como Diseño y evaluación de
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Certeau, op. cit, p. 164. Ferrán Mascarell, “Prólogo”, en: David Roselló Cerezuela, Diseño y evaluación de proyectos culturales, pp. 16-17.
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David Roselló Cerezuela Cerezuela.
proyectos culturales, de David Roselló Cerezuela,6 y la necesidad de conocerlas y reseñarlas. Diseño y evaluación de proyectos culturales comienza de manera poco usual: en las primeras páginas su autor se confiesa para advertir al lector que su obra es producto de “atesorar pacientemente” datos, acciones, búsquedas, aciertos, errores y limitaciones; acción paciente que tiene un fin principal: “contribuir a la consolidación profesional de la gestión cultural”.7 Creo que todos los gestores deben hacer lo mismo. A final de cuentas, la teoría es casi inexistente, se va construyendo a partir de la práctica, de los errores y aciertos y estableciendo estrategias que funcionan.
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En la cuarta de forros del texto, se indica que el autor, nacido en Barcelona en 1959, es gestor cultural especializado en la asesoría de proyectos y políticas culturales y en la gestión de procesos formativos de cultura, así como director, coordinador y docente de cursos de gestión cultural durante más de 20 años en América Latina. Es autor de numerosos estudios para instituciones públicas y privadas. David Roselló, “Presentación”, en: op. cit., p. 19.
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Una vez confeso, procede a presentar su obra y nuevamente nos sorprende con una advertencia inicial: nos da a elegir entre dos tipos posibles de lectura; dos lecturas diferenciadas que, a su vez, muestran la doble personalidad de la obra: como texto de reflexión o como espléndido manual. No se trata, pues, de una lectura superficial vs. una lectura profunda. Como buen gestor, simplemente ofrece a su lector distintos caminos para acercarse al objeto: profundizando en la idea más global e interpretativa de lo que un proyecto significa, o bien, enfatizando y ocupándose de las características, el esquema general y el desarrollo de su propuesta. La lectura de cualquiera de las propuestas se facilita gracias a la edición, el apoyo tipográfico y de formación que, haciendo uso de recursos como recuadros y fondos grises orientan la mirada del lector hacia el universo que le interesa. Acto seguido, y resaltando de nuevo el protagonismo que concede al lector, el autor pone a su alcance la utilización de “un sistema homogéneo de apartado que facilitan la lectura,”8 apartados que describe con brevedad y sin desperdicio. Pasadas las advertencias e instrucciones de lectura se entra al corpus del texto. Estructurado en capítulos, hace del primero de éstos, “El proyecto en la gestión cultural”, una oportunidad para definir y aclarar qué es un proyecto cultural y cuál es su importancia como herramienta de la gestión cultural. Presenta y recrea los distintos niveles y las versiones de un proyecto y moviliza los primeros y fundamentales criterios para un diseño plausible. Señala, como lo hará a lo largo de todo el texto, las posibles dificultades, vacíos teóricos y estratégicos con los que se enfrenta el gestor 8
David Roselló, “Cómo leer este libro/ Manual de uso”, en: op. cit., p. 21.
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haciendo, justamente de estas dificultades y vacíos, el motivo de la necesidad, inaplazable, de profesionalizar al gestor cultural. El segundo capítulo, “Esquema para el diseño de un proyecto cultural”, es muy breve, y lo dedica a presentar, definir y explicar la importancia y necesidad de contar con un esquema para el diseño de un proyecto cultural. En apenas cinco o seis páginas ofrece al lector de manera sucinta, clara y pedagógica el núcleo duro de su propuesta y su experiencia, invitando al naciente diseñador a hacerse las preguntas pertinentes en todo proyecto de intervención: ¿qué, por qué, para qué, quién, para quién, cómo, cuándo, dónde, con qué y cuánto? Finalmente, se refiere a las características deseables de todo proyecto: extensión, registro autoral, opciones y fases de desarrollo. El capítulo 3, “Desarrollo detallado de las fases del esquema para la elaboración de un proyecto cultural”, es el de mayor extensión y densidad conceptual. El autor presenta las reflexiones necesarias para interpretar las necesidades del contexto en que se sitúa el proyecto. Partiendo de enfatizar la necesidad de contar con un diagnóstico veraz y confiable, invita al lector a no escatimar esfuerzos para realizar una aproximación al contexto tan profunda y amplia como le sea posible. Conocer las razones de la necesidad que el proyecto desea subsanar facilitará la actuación del gestor. Retoma y vuelve a explicar los términos presentes en todo proyecto: Fin, objetivo, objeto, misión, meta, propósito y justificación. A lo largo del capítulo se presentan ejemplos, casos ilustrativos de la temática que pueden servir de modelo o inspiración para el diseño de nuevos proyectos. Atendiendo a la importancia de la dinámica territorial, ofrece útiles y completísimas guías de trabajo que permitirán al gestor reconocer los factores históricos, sociales y económicos que
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influirán en su proyecto. Algo análogo ocurre con el tratamiento de la dinámica sectorial en la que el proyecto ocurre y las políticas que en él pueden intervenir. Guiones, tablas, esquemas, apoyos para la organización de la gestión y la administración de los recursos se ponen al servicio del diseño del proyecto para identificar, con precisión, tanto espacios como metas, especificidades y diversidad de los destinatarios, y estatus y funciones de los agentes y sus características. También se presentan guiones, recuadros y análisis de casos para apoyar y organizar los usos de tiempo y la planeación, la estructura organizativa y el aprovechamiento de los recursos humanos, los factores económicos y financieros, los factores jurídicos, la infraestructura y su potencialidad, así como la tarea de comunicación y divulgación del proyecto que se realiza. Este capítulo, por su carácter exhaustivo y preciso, y por la extensión y profundidad con que se desarrollan los contenidos, podría constituir una obra independiente. En el capítulo 4, “La evaluación de proyectos culturales”, mucho más breve que el anterior, ofrece un guía lógica clara y sintética de lo que el proceso de evaluación es y significa respecto a los proyectos culturales. El autor describe no sólo las fases de la evaluación y los métodos generales (útiles para toda ciencia y actividad social) sino que, además, establece y describe de manera precisa criterios de evaluación particularmente útiles para los proyectos culturales: eficacia, eficiencia, impacto, equidad, sensibilidad y sostenibilidad. Asimismo, recoge algunas herramientas útiles para evaluación como los registros, las mediciones, las encuestas y entrevistas individuales y grupales, y la observación. Al pie de cada una de estas herramientas, comenta sus posibles ventajas y desventajas invitando de manera implícita a utilizar más de una o bien una combi-
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nación de estas herramientas y apoyarse en el establecimiento de indicadores cualitativos y cuantitativos para cada uno de los proyectos. Un utilísimo guión del proceso de evaluación cierra el capítulo. Sólo hay que seguirlo, no se requiere abundar más en su definición, el lector –futuro diseñador y evaluador– sólo debe ponerse a su servicio. Por último, el capítulo 5, titulado “Algunos consejos finales”, da espacio a aquellas pequeñas cosas que siempre se quedan en el tintero. En plan amistoso, el autor da claves, consejos y lineamientos a seguir que sólo pueden provenir de la experiencia (aquella que nos confesó al principio que tanto había atesorado). Estas breves páginas –apenas dos y un párrafo– no tienen una palabra de más ni de menos. Es un cierre francamente amable y con un tratamiento muy pedagógico en que se nos descubren secretos de oficio pocas veces compartidos. Entre estos consejos, el autor debería enfatizar en la necesidad del conocimiento y la comprensión de la legislación cultural y las políticas culturales de cada país. En el caso de México, por ejemplo, este desconocimiento resta, a menudo, posibilidades de inserción y realización de los proyectos culturales. Una bibliografía precisa y útil –y que se agradece, pues se sustrae a las tentaciones y pretensiones académicas de ofrecer todas las referencias que el autor conoce y no las que serán más útiles para el lector–, centra al aprendiz en el tema del diseño de proyectos (no siempre y necesariamente culturales) pero siempre pro-
yectos sociales y/o vinculados con políticas públicas Diseño y evaluación de proyectos culturales constituye, pues, una referencia obligada respecto a la gestión cultural y la necesidad de profesionalización de quienes se dedican a este campo de la actividad cultural. En sus páginas se presentan, compilados y organizados, los conocimientos y saberes indispensables para el diseño de proyectos y, además, una reflexión aparentemente tangencial de las características, exigencias y potencialidades de la gestión. Por otra parte, ofrece al lector la ventaja de superar las fronteras territoriales –frecuentes en muchas obras españolas sobre gestión del patrimonio– ya que, además de la pertinencia y relevancia de sus contenidos, presenta apuntes y consejos útiles también para la geografía latinoamericana. La primera edición de esta obra fue publicada en 2004 por Editorial Ariel, de Barcelona, y forma parte del esfuerzo acumulado y sostenido de esta editorial para ofrecer al público lector una serie de materiales relacionados con el tema de la gestión, conservación, restauración, difusión del patrimonio cultural. Su lectura es necesaria.
Bibliografía: CERTEAU,
Michel de, La toma de la palabra, 1995, 235 pp.
UIA,
México,
Bolán, Eduardo (coord.), Políticas culturales en México: 2006-2020, UdeG/Miguel Ángel Porrúa, México, 2006.
NIVÓN
Reseña del libro: Diseño y evaluación de proyectos culturales, David Roselló Cerezuela, Ariel, Barcelona, 2004, 222 pp.
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