certidumbres E INCERTIDUMBRES
El horizonte DE PIE Segunda parte
Presentamos la segunda parte del artículo dedicado a Luis F. Iglesias, quien durante veinte años se desempeñó como maestro en una escuela rural argentina y elaboró propuestas didácticas renovadoras en todas la áreas de la educación básica y que aún hoy son fuente inspiradora para los docentes. Además de declaraciones del maestro, se vuelcan recuerdos de sus alumnos, hoy adultos, que dejan ver no sólo el cariño que le profesan, sino también la enorme influencia que tuvo en su vida.
Cuando podíamos, nos escapábamos a la escuela Nos relata Albor Iglesias, uno de los exalumnos del maestro Luis Fortunato Iglesias: Yo hice los grados del primero al cuarto en “La escuelita”. Era de los que iban en la “chatita”1 de aquí para allá. Ya en quinto, tuve que ir a la Normal de Banfield. Ese cambio fue dificultoso, era un choque profundo, porque no era el mismo el método ni la libertad que antes teníamos. Abandonar esa posibilidad de expresarnos de otra manera, uno lo sintió mucho, y también era fundamental el lugar. No es
* Escritor argentino, maestro y director de escuela primaria en San Martín de los Andes. 1 La “chatita” era el mote cariñoso que los alumnos del maestro Iglesias daban a la camioneta Ford con la que él realizaba una forma poco convencional de transporte escolar. [Nota de la redacción. De aquí en adelante, al menos que otra cosa se especifique, estas notas se encabezan como NR]
CORREO del MAESTRO
núm. 212 enero 2014
Captura de pantalla del documental Luis F. Iglesias, el camino de un maestro.
Rafael Urretabizkaya*
lo mismo el campo que la ciudad. De alguna manera, eso nos marcó. Los que pasamos por esa escuela y tuvimos después oportunidad de conocer otras, no lo podemos olvidar. Mi mamá tenía un dedal. Hoy le encontré otro y dijo: — ¡Qué suerte tener dos dedales! (9 años)
Mientras mi tío2 estuvo en Tristán Suárez, varios seguimos participando durante los veranos y los feriados. Cuando podíamos nos escapábamos a la escuela.3 Para mí el cambio fue un choque, pero 2
3
Albor Iglesias, entrevistado aquí por el autor, era además de alumno, sobrino del maestro Luis Fortunato Iglesias. [NR] Esta bella frase se refiere a que siempre que les era posible, los exalumnos de Iglesias buscaban pasar el mayor tiempo en la Escuela Rural Nº 11 “Esteban Echeverría”, en compañía de su querido maestro. [NR]
25