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La peste en tiempos de literatura.

Por Daniela Díaz Olvera

Hoy, son los tiempos del COVID-19 los que nos sacuden; son tiempos raros. Estamos encerrados contando con impotencia, a través de las pantallas, la cifra de infectados y de muertos y, al mismo tiempo, orando para que se encuentre la cura. Somos espectadores, quizá más de lo que ya éramos, observamos al otro, a los otros desde la [in] comodidad de nuestros hogares, con una pasividad que va más allá la razón y nos acorrala en la incertidumbre. También están el temor, la paranoia, la ansiedad, el pánico. ¿Cómo será el mundo cuando salgamos de nuestras casas y el coronavirus esté, por así decirlo, “controlado”?

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En periodos de profunda angustia colectiva, echar mano de la literatura es una terapia útil. Al parecer, eso ha ocurrido en Francia e Italia, países fuertemente golpeados por el COVID-19, donde en estas semanas, se ha registrado un notable aumento en la venta de dos novelas La peste, de Albert Camus y Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago.

La peste, publicada en 1947, narra el desencadenamiento de una epidemia en Orán, ciudad ubicada al noreste de Argelia. Corren los años cuarenta en la otrora colonia francesa. En siete décadas, el relato de Camus ha tenido varias interpretaciones, sin embargo, ha prevalecido aquella que lo coloca como una metáfora del auge del fascismo y la deshumanización. Es, sin duda, un ejemplo del pensamiento existencialista. El texto contrapone el quehacer racional del personaje principal, el doctor Rieux, con las actitudes irracionales y absurdas de la gente ante el confinamiento, el miedo y las medidas para no caer víctima de la epidemia de peste bubónica en la ciudad. Así el miedo, quizá y solo quizá es peor que la enfermedad…

Representación del cuento La historia de Nastagio degli Onesto, del Decamerón.

Vía WikiCommons.

El fenómeno de refugiarse en la ficción literaria para procesar la catástrofe se ha observado ya en otras ocasiones, quizá una de las más antiguas la encontramos en la tragedia por excelencia, Edipo Rey de Sófocles, escrita hacia 430 a. C. Es parte de una tetralogía clásica que presenta al rey de Tebas, esposo de Yocasta, en su mayor gloria. Para salvar a la ciudad de la peste que la azota, comienza a investigar la muerte del rey anterior, Layo, en el afán de hacerle justicia y así vencer la terrible pandemia. Gracias a la intervención del oráculo, se percata del hado, el destino trágico inexorable. Descubrió que él es el asesino que busca. Layo era su padre. Y su esposa, Yocasta, es al mismo tiempo, su madre. Parricidio, incesto, suicidio y ceguera, ya que el protagonista horrorizado por sus acciones, se ciega a sí mismo. La ceguera física de Tiresias en resulta nimia, un avol verídico que acompaña el viaje. En este caso, la peste en Tebas era alegoría de una contaminación espiritual, devenida de los propios excesos del rey asesinado y del rey que usurpó el trono.

Más adelante, ya en el medioevo, los poetas Giovanni Boccaccio y Geoffrey Chaucer, hicieron lo propio. El bardo italiano con su colección de cuentos eróticos, ingeniosos, vitales y también trágicos, El Decameron, registró la peste bubónica que arrasó Florencia desde 1347. La obra, fechada en 1353, describe cómo la peste negra devastó la ciudad. Aquella pandemia que irrumpió en algún lugar de Asia, se propagó por Europa a través de las rutas comerciales.

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