10 minute read

Un par de entrevistas muy taurinas

un Par De enTrevisTas muy Taurinas DaviD guillén y carlos arruZa

David Guillén (tercero de izquiera a derecha), haciendo el paseíllo en E n la casa de Libra, donde nos criamos -ubicada en la colonia Prado Churubusco-, siempre me llamó la atención la biblioteca, que aún existe, y que se le conoce como El estudio, en la cual mis padres guardan todavía sus libros y recuerdos.

Advertisement

En ella encontré un pequeño libro, de Rafael Morales Clarinero, que contiene más de 100 entrevistas que originalmente fueron publicadas en el semanario El Redondel y en la revista Crónica Ilustrada.

La obra recoge las impresiones de diversos personajes relacionados con la familia taurina. Dada su importancia, quise reproducir en este libro la entrevista que le hizo a mi tío David Guillén el 25 de marzo de 1956, y otra, con el matador Carlos Arruza.

“Sin ninguna exageración, han hecho más los Guillén, con El Taquito, por la fiesta brava, que muchos que se visten de luces o escriben de toros”, aseguró. He aquí las entrevistas:

la afición De DaviD guillén

David Guillén es amable y simpático y los llamados de las diferentes mesas para charlar con él, o para decirle salud, se suceden… Mientras los inevitables y múltiples asuntos del negocio lo alejan, el entrevistador admira los motivos taurinos del salón. -¿Cómo se le ocurrió darle este cariz tan taurino a El Taquito, por afición o por negocio?

232

David, realiza un “Molinete” invertido, algo descompuesto

“El Taquito”: una historia que contar

-Exclusivamente por afición. Usted comprenderá que lo principal del negocio estriba en los guisos, y que lo demás es un complemento que daría el mismo resultado si en lugar de toreros fueran estrellas de cine. -Tiene usted razón. ¿Cómo empezó? -En realidad, la idea y el negocio son de mi padre, Marcos Guillén, aficionado de hueso colorado. Desde sus principios esto se caracterizó por su taurinismo. -¿Así que usted no es el dueño? -No, yo represento a mi padre, soy algo así como el gerente y me ayudan mis hermanos Enrique y Rafael en el manejo del restaurante.

-Pero usted debe tener tanta afición como su padre, porque esto cada día se tauriniza más. -La afición la tengo desde que me acuerdo. Mi padre me llevaba a las corridas de toros siendo muy niño, ¡inclusive quise ser torero! -¿Cómo? -Sí, en plan de novillero, vestido de luces y toda la cosa, toree cuatro tardes en Tacuba y dos en Vista Alegre. Tuve suerte, pero se me acabó pronto porque en la tercera novillada en Vista Alegre recibí una cornada de veinticinco centímetros, que me atravesó el muslo derecho. Mi familia se asustó mucho y mi madre me hizo jurarle que me quitaría de los toros.

233

-¿Nunca pensó en faltar a su juramento? -No. Además del cariño y respeto a mi madre, hubo dos detalles que hicieron más firme mi propósito: un consejo de El Califa Rodolfo Gaona, amigo de la casa y mi maestro, y la muerte de Miguel Gutiérrez. -¿Cómo estuvo eso? -Gaona fue a verme al sanatorio y me dijo: “Mira, no seas tontejo, tú tienes qué comer y muy sabroso además. No vas a llegar a ser buen torero, porque eres muy bajito, y en esto más que nada, se es o no se es. Lo mejor que puedes hacer es dejar todo por la paz”. Por el mismo tenor opinó mi padrino, el doctor Rojo de la Vega.

En cuanto a lo de Miguel Gutiérrez, le confieso que me impresionó mucho su muerte. Me acababa de levantar de la cama; tenía que apoyarme de un bastón, y fui a la plaza con el doctor Guillermo Morales Ortiz, que tan maravillosamente me curó la cornada y que me hizo favor de invitarme. En esas condiciones sobrevino la tragedia de Miguel. ¡Fue una cosa tremenda! -¿Pero como aficionado sí torea? -Sí, la afición no se me ha quitado. He toreado con el doctor Alejandro Velasco Zimbrón. Con Jesús Cabrera, con quien siempre he tenido una controversia en plan de broma; él dice que es mejor que yo y yo que él, claro que nunca nos ponemos de acuerdo. Con Enrique Gaona, Pedro Vargas Jr.; los generales Gómez Velasco y Eladio Ruiz, el doctor Joel Marín, y en muchos de los festivales que he tomado parte han salido toreros de renombre, como Arruza, Silverio, Procuna, de banderilleros. Por cierto que el último novillo que maté lo regaló Carlos Arruza… -¿Cuántos años tiene de ver toros y cuáles han sido sus toreros predilectos? -Veo toros hace más de treinta años. Vi al Gallo, a Belmonte, a Nacional… En cuanto a mis gustos por determinado torero, me pone en un brete, porque todos sin excepción son mis amigos ¿Qué, aquí no se vale pasar? -De valerse sí, pero al público y a mí nos interesa mucho su juicio. Así que usted dice. -Bueno, le echaré valor: de los de antes, el que más me gustaba era, sin lugar a dudas, Rodolfo Gaona. De los modernos Pepe Ortiz, Alberto Balderas, Chucho Solórzano, El Soldado, Lorenzo Garza; de los contemporáneos, Carlos Arruza, el más completo y el mejor; Silverio, el de más sentimiento; Antonio Velásquez, Capetillo, Chucho Córdova, Luis Procuna, El Calesero… y no le sigo, porque si menciono a todos, corro el riesgo de omitir a alguno. Posiblemente ya he dejado de nombrar a alguien.

234

“El Taquito”: una historia que contar

-Eso es natural y ellos sabrán comprenderlo. Se me quedaron al estarlo amortajando. Los ¿De los diestros españoles, quién le ha gustado conservo, así como el corbatín que traía esa más? tarde… -He visto muy buenos toreros, pero el -¿Y ese óleo de Manolete, secándose el sudor que más me convenció y me impresionó fue con una toalla, de quién es? Manolete. -¿Es cierto que Manolete, en la vida privada era simpático y alegre? -Efectivamente. La seriedad impresionante de la plaza desaparecía y era muy agradable. Tengo su retrato autografiado… Ah, y una anécdota: aquí dejó olvidados su abrigo y sus guantes la última vez que se fue a España. Del aeropuerto mandó a José Flores González Camará por ellos y yo se los entregué, como era natural, pero sinceramente le digo que si he sabido que no volvería a verlo, me quedo con ellos… ¡serían unas reliquias taurinas! -¿De ese tipo de objetos, tiene usted algunos? -Unos algodones llenos de sangre de Alberto Balderas. David Guillén . Una merecidísima vuelta al ruedo con una oreja en la mano

235

236

-El cuadro no lo hizo un pintor famoso. Me gustó y por eso lo compré. -¿Esa cabeza de toro tiene su historia?

Poco taurina, pero muy significativa. Me la regaló el general Maximino Ávila Camacho, y es de un toro de El Rodeo; me la dio por bonita. -¿Y aquélla? -Me la regaló Luis Procuna. Es una de las que más él aprecia. Es del toro con el que triunfó tan apoteósicamente aquella tarde en la que alternó nada menos que con Manolete y con Pepe Luis Vásquez. -No le sigo preguntando por la historia de cada cabeza, porque no acabaríamos. Pero cuénteme ¿de qué pintores son los cuadros? -Tenemos cuadros de Antonio Ximénez, Luis Carreño y Pancho Flores. Algunos de aquel salón son de él, y todavía tiene qué entregarnos más. -¿Allí qué va a poner? -Una especie de puerta forrada de azulejos, estilo Talavera, que representa un momento de Gastón Santos, que espero que venga a la inauguración. -Algún torero debe caerle pesado y por ello no tener su foto aquí… -Eso no. Aquí tengo las fotografías de todos, dedicadas por ellos mismos. Se puede decir que no falta ninguna. -Gran parte de la clientela está formada por gente famosa, ¿recuerda algunos nombres? -Pues… María Félix, Dolores del Río, Esther Fernández, y para no ocupar espacio, todas las artistas de cine; Carmen Sevilla, Cantinflas, que nos distingue con su amistad y es muy amable; Agustín Lara, también mi amigo… -¿Los políticos no vienen a El Taquito? -Cómo no; el general Cárdenas, el licenciado Portes Gil, Ortiz Rubio, el licenciado Miguel Alemán y nuestro presidente don Adolfo Ruiz Cortines, que conoce la historia de El Taquito, porque viene con mucha frecuencia. -Bueno David, muchas gracias por decir todo esto, que sin duda va a interesar a la gente…

un ciclón llamaDo carlos arruZa

En el libro de Clarinero también se reseña otra entrevista que le hizo al torero Carlos Arruza en abril de 1955. -¿Cuál es tu opinión sobre la crisis taurina? -La crisis es general, no exclusivamente taurina. El no poder traer a los

Una sonrisa con “El Ciclón” Carlos Arruza

“El Taquito”: una historia que contar

237

toreros catalogados como figuras, se debe al bajo cambio de nuestro peso. Tú sabes que cobraron más; pero tomemos como base los doce mil dólares que ganaban en Sudamérica, que convertidos a pesos son algo así como ciento cuarenta mil, que son muchos pesos. Y para que la gente se meta a la plaza no basta con una o dos figuras… -¿Y qué explicación le encuentras a que en las taquillas de los cines todos los domingos haya cola? -Cobran cuatro pesos y las películas no tienen tardes malas. -¿No te parece que en lo imprevisto del desenlace radica gran parte del atractivo de la fiesta? -La fiesta es como la vida: si de antemano se supiera qué va a pasar, no tendría chiste… Pero esto sólo lo comprenden los aficionados y no la gente que busca divertirse. -Hablemos de los toreros que te hayan parecido mejores. -Mejor no. Unos más, otros menos, pasamos el mismo miedo, y esto nos hace en ese aspecto iguales. -¿Crees haber sufrido cambios en tu forma de torear a lo largo de tu carrera? -Sí, cambié cuando vi a “Manolete”. No el estilo, porque con él se nace y se muere, pero sí la técnica.

-¿”La Arrucina” la diste por vez primera en Querétaro? -Sí, el 25 de diciembre de 1942, a un toro de Dos Peñas, que le brindé al licenciado Carlos Septién (q.e.p.d.). -¿Antes de darla en público, habías ensayado “La Arrucina”?

La había dado en la ganadería y entrenado de salón. -¿Y “El Péndulo”? -Ese sí fue sin querer. Lo di en Toledo, a un toro que tenía la tendencia de salirse de la muleta. Hubo un momento en que no me lo pude echar por delante y surgió el primer pase de El Péndulo. Después le di dos a ese mismo toro que propiamente me lo enseñó, gracias a su defecto. -¿Cómo es más peligroso, en largo o en corto? -Es más emocionante de largo, pero igualmente peligroso. -En Barcelona lo diste de largo y lo llamaron “El pase del espanto”. ¿O no? -Así fue. Por cierto que también lo llamaron El pase del millón, haciendo alusión a lo que cobré. -¿Y la entrada a las banderillas en zig zag, cómo se te ocurrió?

238

-Me la inspiraron los rejoneadores portugueses que así alegran al toro. -¿Si no hubieras sido torero, qué te hubiera gustado ser? -Empecé tan joven que no me dio tiempo de pensar en otra cosa y después me gustó tanto ser torero, que no desee ser nada más que eso. -¿Cuántos toros habrás matado? -Pues… empecé en 1935, a un promedio de treinta corridas por año y de setenta toros tomando en cuenta los mano a mano… aproximadamente mil doscientos sesenta. -¿No te molestó que en España se te reconociera inmediatamente como figura y aquí se te regatearan al principio méritos? -No. La lucha es la que forja a uno, y ahora se siente mejor haber luchado mucho para conseguirlo. -¿Los mejores públicos? -En todas partes conocen; el que es figura en México lo es en todo el mundo, lo mismo en España que en Perú, Venezuela. -¿Por qué no eres orgulloso, pretencioso, estirado, en fin, como sería cualquiera que siendo tanto como tú, no fuera tú? -Yo no soy torero más que en la plaza, hay quien dice que hay que ser torero las veinticuatro horas del día, pero yo creo que en la calle toda somos sufridos y humanos.

Lorenzo Garza y David Guillén “El Taquito”: una historia que contar

239

This article is from: