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Los tres Taquitos: San Ángel, Holbein y Venustiano Carranza
from El Taquito
“El Taquito”: una historia que contar
los Tres TaquiTos surgiDos De el carmen san ángel, Holbein y venusTiano carranZa
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La idea de abrir una sucursal del restaurante rondaba por nuestras mentes debido a que el acceso a El Carmen era cada vez más difícil. Los clientes y amigos nos pedían un lugar que fuese más accesible y que tuviera el mismo espíritu de El Taquito original.
La necesidad se hizo más evidente después del sismo de 1985 que colapsó numerosos edificios del Centro Histórico.
Sin embargo, ese proyecto no era nada fácil. Se debía encontrar el sitio ideal. Pero la buena fortuna vino en nuestra ayuda y un domingo, al salir de un desayuno en el sur de la ciudad, vimos que se alquilaba un espacio que parecía idóneo para acometer el proyecto.
Sólo faltaba un pequeño detalle: lograr que mi padre aceptara la idea de abrir una sucursal. Esto había sido motivo de varias discusiones debido a que él se negaba a esa aventura. Esgrimía, entre otras razones, las dificultades económicas que ello conllevaba.
Se dice fácil, pero a 66 años de estar en El Carmen, resultaba muy drástico aceptar un cambio, porque no sólo significaba emprender otro negocio, sino que se fuera uno de sus hijos.
El diálogo entre mi hermano Marcos y mi padre, en torno al nuevo proyecto fue muy áspero y, por cierto, me quedaría muy corto al calificarlo así. Las discusiones menudeaban: que si sí, que si no, que por qué. -Papá, es necesario poner una sucursal. Ahí están los ambulantes; ya no se puede llegar a El Carmen. Entiéndeme por favor, no vamos a cerrar aquí, sólo se va a abrir otro Taquito. Le argumentaba Marcos. -Que importan los ambulantes. ¿Qué te falta aquí? ¡Abrir una sucursal cuesta mucho! –respondía él. -Pero la gente necesita una sucursal más cerca… -replicaba mi hermano. -Pues yo no estoy de acuerdo. ¿Quién va a cuidar aquí? ¿Quién va a atender? ¡Yo digo que no. Entiende, te lo digo por experiencia! –sentenciaba don Rafa. -¿Pero cuál experiencia, si va ser otro restau-
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Memo Leal, Pedro Vargas (nieto), Manuel Capetillo, Marcos Guillén y varios amigos. Entre ellos, Pepe Abedrop
rante? –arguía nuevamente Marcos. -Hazme caso, no seas necio… Ya tengo 71 años y sé lo que más conviene…, rebatía mi padre.
Pero pudo más la razón que los sentimientos, y, luego de interminables disputas, de la noche a la mañana se acabó el desacuerdo, que se resumió en solamente unas cuantas palabras: -¡Está bien hijo. Que Dios te bendiga. Y suerte!
Marcos inmediatamente tomó cartas en el asunto y después de conocer personalmente el local anunciado, firmó el contrato de arrendamiento.
Como siempre lo he reconocido, mi hermano es terco y muy constante cuando decide algo. Así que poco a poco, después de obtener la bendición de mi padre, emprendió esa aventura. y nació un nuevo TaquiTo
Después de meses de duro trabajo, por fin estuvo acondicionado el local que albergaría la primera sucursal de nuestro restaurante.
Al frente de ella y muy pendiente, estaría Marcos Guillén. Feliz con la nueva ubicación, ya que cuando iniciara la temporada de toros en la Plaza México, El Taquito sería el lugar ideal para ir a comer, comentar las corridas y atender a los toreros que ahí serían agasajados.
La inauguración se llevaría a cabo a las 2 de la tarde del miércoles 18 de octubre de 1989, un día con tráfico muy pesado, por lo que la fiesta inició un poco tarde.
La novedad era que ahora en Insurgentes Sur 2144, abría El Taquito San Ángel, que ofrecería la tradicional cocina mexicana y la inigualable atención de amigos que siempre nos ha distinguido.
Como una feliz coincidencia, cerca del restaurante existía también una iglesia consagrada a la Virgen de El Carmen, patrona de la familia, hasta donde acudimos para una misa de Acción de Gracias.
Como estaba acordado, el licenciado Jacobo Zabludovsky, cortó el listón inaugural ante la mirada satisfecha de todos los Guillén, encabezados por mi padre, quien no paró de recibir
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abrazos y buenos deseos. Bebidas y cazuelas de guisos mexicanos para chuparse los dedos, comenzaron a circular interminablemente entre los más de doscientos invitados.
Predominaba también la cofradía taurina, que encabezaban Jesús Córdova, Silverio Pérez, Luis Procuna y Luis Castro El Soldado. Con nosotros, la familia Domecq con don Enrique Figueroa, Jaime Medina, Javier Julio Villalpando, José Luis Cornejo y Adolfo Quiroz, don Antonio Ariza y Francisco Lazareno, quienes fueron los primeros en saborear el mole, la barbacoa, carnitas, chicharrón y otras delicias.
También estuvieron presentes Enrique Loubet Jr., Carlos Estrada Lang, Raúl Lara, Wilfredo Cruz, Fernando Morales Ortiz, Luis Suárez del Solar, Rosa de Castilla, Rosa Carmina y muchos invitados más que departieron entusiastamente, al compás del mariachi que entonaba las inspiradas composiciones de Tomás Méndez. La fiesta se prolongó durante muchas horas, hasta pasadas las tres de la madrugada.
El lugar fue visitado posteriormente por muchas familias y personalidades de todos los medios. Era común ver a artistas y a toreros como Eloy Cavazos o Manolo Martínez, los fines de semana.
Cuando había buen cartel los domingos, la gente pasaba a comer antes de irse a la MonuJosefina y su hermano Rafael Guillén, Tulio Hernández, Beatríz Paredes, Marcos Guillén y Mario del Olmo
Rafael Jr., Víctor Manuel Arroyo, Óscar Eduardo Franco, Carmelita Guillén, su hijo David, don Rafa y doña Cari, Rafael Guillén Mayén, Marcos, Patricia, Carla y Conchita Guillén
Guillermo González y Marcos Guillén
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Alejandro Silveti, Marcos Guillén y Guillermo Salas
Gonzalo Castellot y Pedro Ferriz Santacruz
296 Arturo López y José Serrano mental. Aunque esta sucursal duró relativamente poco tiempo, se ofreció una importante comida organizada por la familia Guillén y la revista Buen Vivir, en donde se hizo un reconocimiento, con motivo del 44 aniversario de la inauguración de la Plaza México, a los matadores Luis Castro El Soldado, Manuel Rodríguez Sánchez Manolete, Luis Procuna el Berrendito de San Juan y a don Antonio Llaguno, ganadero de San Mateo.
La madrina del evento fue la hermosísima y gentil Gabriela Goldsmith, quien departió con los invitados.
En el evento estuvieron presentes también el licenciado Alfonso del Rosal Andrade, Blanca del Rosal, el director de la revista Buen Vivir, José Luis González, la güerita Michelle Monroise, de muy buen ver. Asimismo, María Montaño, Chabola y José Ramón Garmabella, quien llevó el reconocimiento a la hermana de Manolete.
El sueño duró muy poco, ya que el local fue requerido a su dueño por alguna autoridad y ya no se le pudo dar continuidad a ese proyecto. Lo que es la vida: en ese lugar hoy se localiza un antro.
Sin embargo, surgió la oportunidad de acondicionar una nueva sede en las calles de Holbein, casi enfrente de la plaza más grande del mundo.
Y, como dijo don Pepe Alameda: A otra cosa, mariposa.
El TaquiTo De Holbein. Doce años frenTe a la PlaZa más granDe Del munDo
Apenas habían transcurrido un par de años desde el cierre de la primera sucursal de El Taquito en San Ángel, cuando nuevamente mi hermano Marcos se dio a la tarea de buscar un nuevo espacio. Por azares del destino el restaurante se reubicó donde,
“El Taquito”: una historia que contar
desde un principio, debió haber estado: frente a la Plaza México.
La perspectiva era magnífica: establecer un buen restaurante de comida mexicana por esa zona, sobre todo, durante la temporada de toros. Un lugar donde poder comer bien antes, y después de la corrida.
Era muy curioso: si la corrida resultaba agradable a la clientela, ésta regresaba a festejar el triunfo de su torero favorito; si no, lo castigaba retirándose a su casa. Esta perspectiva en verdad, no era muy buena para el restaurante.
Así que cada domingo temblábamos, esperando que la corrida fuera exitosa para el matador y, de paso, para nosotros.
Hablar de El Taquito de Holbein es hacer referencia de uno de los capítulos más importantes de nuestra historia personal.
Este nuevo restaurante nació en abril de 1992 y fue un gran suceso para los amantes de la fiesta brava, a quienes, les agradó mucho que nos instaláramos cerca del Coso de Insurgentes.
El nuevo lugar fue plenamente identificado por toda la clientela y amigos. En la casa matriz, en El Carmen, los clientes manifestaban curiosidad por ir a conocer las nuevas instalaciones del sur. Juan Francisco Ealy Ortiz y sus hijos Juan Francisco y Juan Carlos
Por la PlaZa y la afición
Por ser poseedores de una gran tradición culinaria, tuvimos que lucirnos con la inauguración. Para eso Marcos se pinta solo, y él organizó la gran fiesta; primero con la obligada ceremonia religiosa, en la que un sacerdote bendijo el lugar, acompañado de mi padre, toda la familia y, por supuesto, del padrino del evento, el licenciado Jacobo Zabludovsky.
El lugar estaba repleto de amigos que deseaban ser partícipes de esta nueva empresa de la familia Guillén.
Para agasajar a la concurrencia, echamos la casa por la ventana. Una vez que terminó la bendición sacerdotal, dio inicio la fiesta, amenizada
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Jorge Manuel Hernández
Amador Narcia y los hermanos Guillén
Rafael Guillén y Gabriela Reséndez
298 Guillermo Ortega
Onésimo Cepeda y Marcos Guillén
por un mariachi. No podían faltar los tequilas y cervezas, que levantaron más el ánimo de los invitados, además de saborear lo mejor y más selecto de los platillos mexicanos, como el mole poblano, el mole verde, chicharrón, quesadillas, guacamole, carnitas, barbacoa y muchos otros platillos que refrendaron el sazón y exquisito sabor que siempre ha identificado a El Taquito.
Entre los invitados esa tarde, estuvimos acompañados por Curro Leal, José Manuel Espinosa, Guadalupe -Lupita- Vergara, Ángel Díaz de León, Jesús Córdova, Loreto Vergara, Juan Carlos Támez, Alfonso Corona del Rosal, Roberto Ortega Lomelí, Martha Andrade del Rosal, Raúl Ratón Macías, Justo Sierra Casasús, Heriberto Murrieta, Jesús Díaz, Enrique Figueroa, Raúl Lara, Héctor Pérez Verduzco, Gilberto Barrera, Arnulfo García y muchísimos más.
una fraTerna rivaliDaD
El comienzo fue difícil. Inicialmente se formó una especie de competencia entre un Taquito y otro, pero ello finalmente resultó muy positivo.
La rivalidad también se estableció entre los miembros del personal, ya que los de Holbein habían trabajado en el centro y recién nombrados dependientes de comedor, intentaban
Carlos Loret de Mola “El Taquito”: una historia que contar
Dianne Pérez, Rafael Guillén y Lolita Ayala
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300 desempeñarse como mejores meseros. Los que salieron ganando fueron nuestros clientes, ya que el servicio mejoró notablemente.
Después de un año o dos, El Taquito de Holbein ya se había colocado como el lugar favorito de los aficionados a la tauromaquia y había que ver cuando comenzaba la temporada.
En esos domingos, mientras en el comedor se tomaba la copa y se discutía acerca del cartel de ese día, en la cocina se vivían horas de intenso trabajo: unos lavaban, otros cocinaban, otros cantando comandas.
Todos, sin excepción, trabajando a favor de la causa.
Cuando llegaba la hora de la corrida, el numeroso grupo de meseros se volcaba frente al cajero, quien tenía que concentrarse para ponerlos en orden, pues exigían, a como diera lugar, la cuenta de las mesas, ya que los comensales se paraban rápidamente, como si sonara la campana a la hora del recreo.
Algunos, clientes o amigos muy conocidos, pedían que les guardaran la cuenta para más tarde. Luego de esa vorágine, el lugar -donde hacía unos minutos no cabía ni un alfiler-, quedaba solitario.
Ello le permitía a meseros y garroteros tomar un breve descanso, porque al término de la corrida, nunca sabíamos a qué horas ter-
Eulalio González “Piporro” con Marcos Guillén
minarían los clientes de festejar el triunfo de su torero favorito.
Hay que mencionar que en El Taquito de Holbein se reunía la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos, donde todo su equipo llevaba a cabo importantes juntas, para terminar la sesión con una gran comida.
Me es grato recordar las grandes tardes de bohemia, con figuras como Manolo Martínez, Manolo Arruza, Miguel Espinosa Armillita, Memo Capetillo, César Pastor, Rafael Gil Rafaelillo, Curro Rivera, Enrique Fraga, Manolo Mejía, Alfredo Leal, Antonio Urrutia, Mario del Olmo, Federico Pizarro y don Rafael Herrerías.
Algunos clientes que nos visitaban con frecuencia, sobre todo los domingos para después irse a los toros, eran la familia Mangino, el ingeniero Óscar Casanova, Enrique Rojas con Estelita Núñez, Eulalio González Piporro, el ingeniero Miguel Ortiz Monasterio, la familia completa de don Humberto Lugo Gil, Manuel y Jorge Alonso y muchos grandes amigos.
un lugar que arañó la gloria
En El Taquito de Holbein se vivieron muchas fiestas y eventos importantes, no sólo cuando se presentaba un gran cartel, sino también
Con Agustín García Lourdes, una amiga y el ilusionista David Copperfield “El Taquito”: una historia que contar
Eduardo Fountanet Jr., Marcos Guillén y Eduardo Fountanet Martí
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Beatríz del Carmen y José Luis Cuevas
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La siempre bella Ana Luisa Peluffo Estelita Nuñez
Marcos Guillén y Rosa Gloria Chagoyán
“El Taquito”: una historia que contar
por alguna pelea de box, de pago por evento, como cuando Julio César Chávez salía a defender su título mundial y en un par de rounds acababa con cualquier rival.
Durante septiembre había también mucha concurrencia debido a las Fiestas Patrias. Se preparaba un pozole que no tenía nombre. Un 15 de septiembre, al calor de la celebración los ánimos se calentaron y se tuvo que dar por terminada la fiesta de una manera prematura.
Otras veces, se hacían allí las presentaciones de los carteles para las temporadas de toros, a veces para la Plaza México, otras más para la Feria de Texcoco. Se reunían por igual los medios de comunicación y la crema y nata del ambiente taurino.
En el mes de diciembre, en los buenos años de Holbein, con varios meses de anticipación, el negocio era solicitado para festejar allí las fiestas de fin de año.
La cercanía con estadio de futbol, fue otro golpe de suerte. Se realizaban buenas tardeadas, primero con el equipo Atlante, y cuando éstos se fueron y el estadio se pintó de azul, cada quincena llevábamos a los palcos una serie de antojitos para la directiva del Cruz Azul.
Debido al éxito que El Taquito de Holbein había alcanzado, a finales del año 2000 se
Amigos del periódico “Esto”, con Manuel Ramos, dirigente de la Unión de Voceadores de México
Marcos Guillén, acompañado de Maribel Guardia, Olivia Collins, Lila Deneken y Faride Casanova Los boxeadores Rubén “El Púas” Olivares y Ultiminio Ramos con Marcos Guillén
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Maricela, Paulina, Rafael y Rafita Guillén
Jacobo Zabludovsky, Marcos, don Rafa y Rafael Jr.
304 consideró que, para elevar más la calidad del negocio, sería buena una remodelación.
La idea se vino madurando y en el mes de mayo se cerró un par de meses. El restaurante se acondicionó para brindar mejores servicios para la clientela, espacios más amplios e iluminados, conservando la decoración original con base en temas taurinos, algunos cuadros, autógrafos, fotografías y carteles de corridas de toros.
Entre las novedades se ofrecía a los clientes variedad con música folclórica y por las noches variedad flamenca.
La reinauguración fue el viernes 27 de julio, con una gran comida, donde como ya se había hecho costumbre, fueron el licenciado Jacobo Zabludovsky y su esposa Sarita quienes cortaron el listón inaugural.
Nos acompañaron en el evento, entre otros invitados, Humberto Leal, Marcelo Hoyo, Mario Munguía, Carlos Salomón, Rafael Cardona, Manolo Arruza, Moisés Atri, Abraham Abayud, Eliseo Larios, Roberto Caricante, Jacobo Pomeranz, Pedro Barba, Juan Dosal, Octavio Álvarez, Juan José Guerra, Alfonso López, Leopoldo de la Rosa, Rafael Herrerías, Jorge Cruz, Gilberto Barrera, Alejandro Talavera, Julio Berthely, Andrés García, José Manuel Delgado, Enrique Escamilla, Manuel Alonso, Felipe Llop, Omar Fierro y Armando Bojórquez.
Alberto Carbot, Marcos Guillén, Roberto Cienfuegos, Guillermo Schulenburg, Norma Inés Rivera, y Marcos Romero
“El Taquito”: una historia que contar
Desafortunadamente, esta nueva perspectiva tuvo un problema de origen, al crearse una sociedad que, literalmente hablando, lastimó demasiado al restaurante.
Pero hubo también otros factores, entre ellos el hecho de que la fiesta de los toros, comenzara a menguar, porque atravesaba por un momento difícil. Ya no había las grandes figuras de antaño.
Lo mejor fue darle vuelta a la página y seguir adelante. Nos ofrecieron una buena cantidad por el traspaso y regresamos de nueva cuenta a nuestro lugar de origen en El Carmen.
El Taquito de Holbein duró doce años, cerró dos meses, abrió otros dos y cerró para siempre.
el TaquiTo De venusTiano carranZa
Carlos Slim, hoy uno de los hombres más ricos del mundo, llegó en una ocasión a El Taquito de El Carmen para reunirse con unos amigos. En esa oportunidad le comentó a mi padre que el acceso a la zona era un gran problema, porque estábamos invadidos por vendedores ambulantes.
De hecho, ya era casi imposible entrar en nuestra sede original. Los comensales tenían que sortear numerosos obstáculos y no todos tenían la paciencia para encarar esta verdadera plaga.
Slim nos ofreció entonces, en condiciones favorables, un local de su propiedad en las calles de Venustiano Carranza, en lo que
Pedro Armendáriz y Marcos Guillén
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Manolo Mejía, Heriberto Murrieta, Isabel Lascurain y Luis Miguel Salvador
José María Huerta y Pancho Lazo Francisco Lazareno Los integrantes de La peña taurina “Los Armilla”
Rafael Vázquez Ballou, Luis Hernández, Memo Leal, Pepe Arroyo, Rafael Gil “Ra-
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faelillo”, Marcos Guillén y Manolo Arruza Benny Carmona, Memo Leal y Rafael Herrerías
había sido el Convento de las Capuchinas, y que durante muchos años albergó a Nacional Financiera.
Así fue que decidimos abrir una nueva sucursal. La apertura de este nuevo Taquito fue en abril del 2004.
Como ya era costumbre, hubo gran festejo con música, buena comida y numerosos invitados, donde como siempre, el listón lo cortó nuestro padrino Jacobo Zabludovsky.
El Taquito de Venustiano Carranza fue un negocio próspero. El local era precioso: una finca de fines del siglo XVIII y principios del XIX, con techos muy altos y paredes que rezumaban historia, aunque tuvimos que acondicionarlo. Colocamos vigas en el techo, cambiamos los pisos, acondicionamos baños y cocinas y quedó un lugar muy acogedor y apto para nuestras necesidades.
Los muros recién pintados se adornaron con fotografías de los numerosos personajes que nos han visitado, y por supuesto los óleos de Pancho Flores.
En Venustiano Carranza recibíamos a nuestra clientela tradicional, pero también gente joven que no conocía El Taquito, pero que había oído hablar de nosotros a través de sus padres y abuelos.
Isabel, Fernanda y Maité, integrantes del grupo “Pandora” “El Taquito”: una historia que contar
Marcos y José José
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Héctor García, entonces el fotógrafo vivo más importante de México, acudió a El Taquito de Venustiano Carranza, acompañado de María, su esposa y otros amigos entrañables.
“El restaurante, desde su fundación, fue uno de los restaurantes más emblemáticos de México y uno de mis favoritos, tanto por su sazón como por el ambiente que lo envuelve y me transporta a esos días en que convivía con muchos de los famosísimos personajes cuyas fotografías adornan todavía sus paredes”, reseñó.
“Empecé a frecuentarlo allá por los años 40. Iba, como todos, a calmar el hambre y la sed por esos rumbos, que han sido las míos, desde que nací.
“El lugar siempre fue cuidado con esmero por don Rafa Guillén, quien, como se dice, era una dama; impecablemente vestido con traje y corbata, atendiendo por igual a famosos y a desconocidos. Después de recuperarme de una
caída, volví después de muchos años, pero no al lugar original de las calles de El Carmen 69, sino al de las calles de Venustiano Carranza, no tan distante del primer Taquito.
“Don Rafael, hijo de don Marcos Guillén González, oriundo de Guadalajara, le imprimió su estilo personalísimo a la antigua taquería ambulante fundada por sus padres y se ubicaba a pocos metros del hoy legendario restaurante, que al paso del tiempo se convirtió en referencia obligada para los amantes de la fiesta brava y la buena cocina mexicana.
“Y para estar a tono con el ambiente taurino de célebres comensales como Manolete, Procuna, Gaona o Silverio Pérez, hasta allí me pareció escuchar el grito de ¡Torito!, de mi madre. Pero son evocaciones por la emoción de volver a la calle otra vez; de compartir el aroma y sabor de un buen plato o un buen trago, que hacen que fluyan más fácilmente las anécdotas de mi larga vida en esta difícil profesión que escogí, de gran entrega, sacrificio y pasión.
“En el nuevo Taquito nos sentamos al pie de una inmensa fotografía de la inolvidable Marilyn Monroe, quien también disfrutó de la hospitalidad y comida de don Rafael. Me acordé entonces que se dijo que en 1962 la diva se echó pizpireta varias margaritas y degustó los ricos sopes, quesadillas y tacos.
Héctor García en El Taquito de Venustiano Carranza
“El Taquito”: una historia que contar
“Era una mujer despampanante, con muchas tablas, que volaba en sábanas presidenciales. Durante su visita, pude tomarle varias fotos en el Continental Hilton; era muy sencilla, de trato gentil, a pesar de que sus agentes la protegían mucho, porque ella era una indiscutible reina. Aquí se ligó a un mexicano, José Bolaños, quien seguramente sabía hacer bien el tru tru para poder conquistar a quien era considerada una diosa.
“En la nueva sede de El Taquito, atendidos muy gentilmente por Marcos Guillén, hijo de don Rafa, llegaron por fin las sopes y las deliciosas costillitas con nopales y guacamole, para abrir apetito, al que siguió una rica sopita de migas que saboreé con singular placer, aunque se me antojó también, del prolijo y legendario menú, la sopa de médula. “Llevado por mis añoranzas y al calor de una cervecita, un poquito de tequila y las canciones de un trío, recordé a los célebres personajes de antaño u hogaño, que como Jorge y María, disfrutaron la comida de este lugar”, señaló Héctor García.
En 2008, cuando Marcelo Ebrard logró la hazaña de limpiar temporalmente el ambulantaje las calles del centro histórico y remodelar El Carmen, decidimos cerrar El Taquito de Venustiano Carranza, porque ya el acceso era más viable y no tenía caso mantener dos restaurantes tan cercanos, en la misma zona del Centro Histórico.
Fue una aventura de unos cuatro años, que también resultaron memorables, y se sumaron a la larga, azarosa pero muy satisfactoria historia de nuestro restaurante.
Volvimos entonces a nuestra sede original de El Carmen, donde planeamos permanecer toda la vida. Marcos Guillén, Edith González y Luis Felipe Tovar Jorge Berry, Marcos Guillén, Jorge Campos, Daniel Rentería, Raúl Sarmiento y Miguel Camino
Lohana y Mauricio Herrera con su pequeña hija. Los acompañan
Marcos y Rafael y Guillén
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