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Marilyn Monroe irradió con su luz todos los rincones de El Taquito

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marilyn monroe

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con su Presencia y eviDenTe sensualiDaD, irraDió con su luZ ToDos los rincones De El TaquiTo.

Marilyn Monroe es una leyenda de la historia contemporánea; por eso se le exaltó como símbolo, y lo sigue siendo.

Preciosa mujer, así fue siempre desde su infancia, según lo prueban sus fotografías y películas.

Nació en 1926 y murió en 1962, de manera trágica.

Durante su visita a México, el jueves 22 de febrero de 1962, la mujer más bella del mundo y símbolo moderno de la sensualidad, acompañada de varios amigos, acudió a El Taquito.

Tres meses antes -en diciembre de 1961-, algunas personalidades del mundo del espectáculo, en uno de los salones del restaurante ofrecieron una comida a Mario Moreno Cantinflas.

Todos quedaron muy satisfechos con lo que habían bebido y comido esa tarde. Sobre todo por el mexicanísimo ambiente que impone la música del mariachi.

La famosa imagen de su visita a El Taquito

“El Taquito”: una historia que contar

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“El Taquito”: una historia que contar

Gran amigo de la casa, Cantinflas no dudó en recomendar a David y a Rafael con el famoso director de cine John Huston, uno de los invitados a este ágape, quien dirigió a Marilyn Monroe en la película Los inadaptados.

Por alguna razón, don Mario se enteró que en un futuro muy cercano ella visitaría la ciudad de México y públicamente expresó que no dejaría de traer a esa belleza al restaurante. -Ya lo verás, Angelito -le comentó al actor don Ángel Garasa, sentado a su lado. Aquellas palabras quedaron en la mente de los hermanos Guillén, como un sueño que deseaban se convirtiera en realidad. Y así fue.

Apenas había transcurrido la primera quincena del mes de febrero. Don David decidió tomar unos días de descanso y cedió enteramente a su hermano Rafael, la responsabilidad de atender el restaurante. El mediodía del viernes 23 de febrero, Teodoro Aceves, gerente de El Taquito, atendió solícito el timbre del teléfono.

Se trataba de una llamada personal del regente capitalino Ernesto Peralta Uruchurtu -gran cliente y amigo de la casa-, quien los conminaba a estar alertas, ya que más tarde se presentarían en el lugar unos invitados de lujo.

Teodoro Aceves se comunicó de inmediato a la casa de don Rafael para dar el recado. Sin embargo, no lo encontró pues había salido desde temprano a realizar las compras del día. No fue sino hasta que llegó a

Marilyn, de pie en la escalera de El Taquito, escucha las canciones del mariachi Marmolejo 259

La escultural estrella, acompañada de el quinteto “Los Camaradas”

Siguente foto: Don Rafael y Jean Paul Piquet, director del hotel Hilton acompañando a la actriz holliwodense las instalaciones del restaurante, que pudo observar que en el Salón Dorado se hallaba puesta una mesa para quince personas.

Le preguntó a Aceves para quién era esa reservación y éste le contestó que había llamado el Regente, para decirle que vendrían unos invitados de lujo, pero sin informarle quienes serían.

Creyó que hasta podría tratarse del propio Uruchurtu o el presidente Adolfo López Mateos, quien acostumbraba llegar a comer, por lo menos tres o cuatro veces al año.

irraDió con su luZ ToDos los rincones De El TaquiTo

No se imaginaba todavía quienes serían esos importantes invitados.

En la entrevista -que con motivo del 47 aniversario de la visita de la diva a México, fue publicada en la revista Gentesur que dirige Alberto Carbot-, mi padre relata:

“Eran casi las tres de la tarde. Ocupado y preocupado por la incertidumbre de no saber quién vendría, comencé a hojear un

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Ilustración de Luis Florez

262 periódico y apenas tuve oportunidad de leer sus encabezados”.

“El negocio estaba casi lleno. De inmediato, uno de los muchachos, emocionado, corrió hasta mí, para decirme, casi gritando: -¡Señor Guillén, señor Guillén, ahí viene Marilyn, ya llegó!

“Me acomodé rápidamente el cabello y la corbata, y de inmediato salí a recibirla.

“Llegó en un carro de vidrios totalmente oscuros y afortunadamente había suficientes lugares para estacionarse. El automóvil se detuvo en la acera, frente al restaurante y del brazo de un periodista, la dama cruzó la calle como partiendo plaza. Era una mujer verdaderamente hermosa. Cómo olvidar esa tarde.

“Entró por el pequeño zaguán y subió las escaleras. Atrás de ellos, casi todos eran reporteros y fotógrafos.

“Al llegar, me saludó en español, con ese típico acento gringo: -Buenas tardes, dijo. Y tomándola del brazo, la llevé hasta la mesa donde ya la aguardaban algunos de sus amigos. Ella misma eligió el lugar donde se sentaría.

“Al momento le informé a su representante que dejara en mis manos todo el servicio de la comida y di la orden de que trajesen una docena de cocteles Margarita.

Un brindis inolvidable de don Rafael y Marilyn. Luego bailarían al compás del mariachi

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“Ni tardo ni perezoso, tomé una de las copas y brindamos por el gusto de tener entre nosotros a la mujer más hermosa del mundo a mi lado.

“Inicialmente les acerqué entremeses compuestos por costillitas de puerco, sopes, nopalitos, quesadillas de flor de calabaza, huitlacoche, queso, papas y rajas; cueritos en vinagre, guacamole, chalupas, carnitas, mole y chicharrón.

“Colocamos una salsa de molcajete a la que le entró con gusto, y por lo picoso del chile, una tras otras, fueron consumidas las Margaritas.

“La mejor degustación fue ese taquito de gusanos de maguey, con la que fue inmortalizada en una fotografía, de los cuales se comió tres.

“Los taquitos yo mismo se los preparaba. Le enrollaba la tortilla y se los daba en propia mano. Todavía dejó espacio para probar un muslito con pierna en mole poblano, con arroz a la mexicana y frijolitos de la olla.

“Por supuesto, también algunos tragos más: tequilas, cervezas, martinis y daiquiris, en su mayoría. Recuerdo que ella se decidió por el tequila y los daiquiris, que yo mismo le mezclaba”, asegura don Rafael Guillén. Y agrega:

“La ocasión era muy especial. Había que consentir a la mujer que algunos consideraban la más bella del mundo. Por ello hasta le trajimos el mariachi fundado por Cirilo Marmolejo Cedillo -pionero de estos grupos en la ciudad México-, que le cantó entre otras, Cielito lindo, Allá en el rancho grande, Guadalajara, El son de la negra, La malagueña-, y trovadores que interpretaron sentidos boleros, como Bésame mucho y Peregrina”, comentó.

José Santos Marmolejo -quien desde 1960 encabezó al mariachi al fallecer su padre-, relató a Alberto Carbot la visita de la diva de Hollywood al restaurante.

Recordó que “en menos de 3 minutos la calle de El Carmen se llenó con diversos vehículos último modelo, que fueron custodiados por policías que impidieron que se estacionaran los autos de vecinos o clientes y reservaron un espacio frente a El Taquito.

“Don Rafael Guillén, al arribo de Marilyn -risueña, cubierta con un abrigo de piel negro y expresando las buenas tardes es español-, caballerosamente se ofreció acompañarla hasta la planta alta del local.

“En un descanso, al final de la escalera con pasamanos de hierro, antes de ingresar al salón, llamé a los integrantes del mariachi y le pedí a Marilyn que nos permitiera tomar-

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se una fotografía con nosotros. Ella accedió de buena gana y comencé a distribuir a los muchachos a sus espaldas.

El fotógrafo centró su objetivo en ella y quienes nos colocamos a los costados, desgraciadamente no salimos en las fotos que se publicaron en los periódicos, pero sí varios de nuestros integrantes. Al paso del tiempo distingo hoy sólo a Isabel Gama, los hermanos Muerte, a Nicandro, Ignacio Román, Nicolás Quico Negrete, Valente Guzmán y Félix Herrera.

“Le tocamos varias canciones y ella cantó con nosotros. También tocó para ella el quinteto Los camaradas, un grupo muy romántico, muy fino. Fue inolvidable verla tomando su copa de tequila con sangrita, cantando, bailando y entrándole a los tacos.

“No recuerdo exactamente cuántas horas estuvo en El Taquito pero fue un buen rato. Había muchísima gente abajo, y cuando se fue, tuvieron que apoyarla para que la multitud que la esperaba afuera la dejara entrar a su auto.

“Marilyn era muy linda la señora; tan guapa, que hasta mi esposa se puso celosa cuando le conté que la había conocido. Desde entonces la admiré aún más. Qué lindo; fue un buen recuerdo, y qué lastima que no estuve en la fotografía; eso es lo que más me duele”, lamenta don José Santos Marmolejo.

En la entrevista con Alberto Carbot, Gentesur, mi padre narró que “al compás de la música, obviamente interpretaciones muy clásicas de nuestra tierra, ella de pronto me invitó a bailar y fui uno entre pocos afortunados caballeros, que esa tarde inolvidable danzó con la famosa estrella.

“La tarde transcurrió y ya entrada la noche se despidió de todos nosotros, muy agradecida y contenta, sobre todo porque aquí le ofrecí una bebida que se llama banderillas de fuego.

“Los días siguientes fueron de verdadera envidia entre conocidos y desconocidos, pues no paraban de preguntarme sobre aquella comida.

“A la semana siguiente vino a comer el regente Uruchurtu y en plan vacilador me preguntó que qué tal había atendido a la invitada especial, pues a él le habían pedido apoyo para que no tuvieran ningún problema de acceso a las calles de El Carmen; fue por eso que él mismo había hecho aquella reservación”.

Entre sus recuerdos, puntualizó en la entrevista que Marilyn estuvo más de 3 horas en el restaurante “muy a gusto; muy complacida

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y contenta. Por eso, a los pocos meses que nos enteramos de su muerte, al principio yo no lo podía creer.

“Y que me perdonen la propia Dolores del Río, María Félix o Elsa Aguirre -sin menospreciar a otras imponentes bellezas que han estado con nosotros en este lugar-, pero Marilyn, con su presencia y evidente sensualidad, esa inolvidable tarde irradió con su luz todos los rincones de El Taquito”.

Don Rafael Guillén ante la ya clásica fotografía de Marilyn Monroe en El Taquito

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