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La finura y prestigio de la lengua escrita / Iliana Hernández pág

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La nura y prestigiodela lengua escrita

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POR ILIANA HERNÁNDEZ*

Sin duda, es magia y asombro ver reflejado lo que se piensa en un soporte que bien puede ser papel, tierra, cemento o medio electrónico. Aquella ocurrencia, poema, idea brillante o reflexión no se perderá; seremos recordados por esas letras escritas, de muchas maneras. Se hace invaluable la lengua escrita por razones de concepto de autoría, la posesión de un “pensamiento original” o el registro de los hechos por aquél que se erige dueño de sus palabras.

Aprender una lengua, dominarla hasta cierto punto y luego tener la habilidad de plasmarla de manera escrita se aprecia como un proceso complejo en comparación con la producción del texto oral. Ferreiro (2002) anota: “La escritura es un lenguaje sacado del tiempo de la enunciación, que hace simultáneo lo sucesivo y permite comparaciones nuevas. Permite, de hecho, otras formas de análisis. Al hacerse escritura, el lenguaje se convierte en un nuevo tipo de objeto con otras propiedades. Estas nuevas propiedades son las que, a su vez, van a contribuir a generar nuevos observables”, ante estas afirmaciones de Ferreiro también cabe preguntarse por las propiedades latentes de la lengua oral y su posibilidad de aportar nuevas visiones de la realidad. observadores de reglas ortográficas y cierto conocimiento de la gramática, estamos ante un dispositivo artificial que al adquirirlo será valorado constantemente. Ahora mismo, esta escritura será evaluada como convincente o no de acuerdo a mi destreza en acomodar y combinar ítems gramaticales de acuerdo con una sintaxis que alcance una coherente argumentación del tema.

Ya que establecemos, siguiendo a Ferreiro, la noción de hablar bien como correspondencia de escribir “bien” hay que reconocer que la escritura da de por sí una estructura que se contiene a sí misma pero también encuadra fríamente lo que decimos y hacemos. ¿Condiciona nuestro hacer o permea nuestro proceso creativo sólo lo que puede plasmarse con la palabra escrita?

Si partimos de que la lengua escrita no nos ha sido dada de manera natural, sino que entramos a ella a través de una iniciación metodológica plagada de reglas y debe ser la aspiración de llegar a ser buenos escritores y por lo tanto buenos

De igual manera y en relación a la “Las maneras de la oralidad en diferentes escenarios lengua escrita creo que puede acusarse a la oralidad de no cubrir las circunscriben los ac- necesidades de los hablantes según tos del habla de los se condicione el idioma, por ejemusuarios también plo, al ser el español una lengua hecomo los de la lengua gemónica y de prestigio en México, escrita” vital en el ámbito jurídico, medios de comunicación, libros de texto, publicaciones de libros y revistas e imperante en medios electrónicos; somete a otras lenguas minoritarias como el mè’phàà a usarse en ámbitos de ritualidad o espacios domésticos; a esto el poeta Hubert Matiúwaà dice: “Los mè’phàà nos ahogamos en el español”, porque no hay maneras exactas de representar el mismo tiempo, de contar lo cotidiano en términos que sean significativos o que transporten una misma carga simbólica en ambas lenguas. Las maneras de la oralidad en diferentes escenarios circunscriben los actos del habla de los usuarios también como los de la lengua escrita.

Reflexiono que un gran valor que se le adjudica a la lengua escrita es su materialidad, su manera de presentarse ante nosotros: una fisicalidad de la que carece la lengua oral, en tanto la escrita puede contenerse en un libro que ofrece al lector la oportunidad de repasar caracteres y grabarlos en la memoria o conversar con ellos. Creo que hay un rasgo muy importante de fisicalidad es atributo de la lengua oral al lograr cosas cuando se le convoca; un texto oral como una orden, regaño, mensaje amoroso pueden tener su representación al manifestarse en el otro como una reacción a él.

Ferreiro ataca el argumento de que “la escritura refleja las ´intuiciones´ de los hablantes, no se trata de las intuiciones de los alfabetizados de hoy, sino de las intuiciones de los creadores, intuiciones que hay que tratar de reconstruir precisamente a través de esa misma escritura”. Es decir, que no son los ciudadanos comunes quienes han iniciado esa reflexión metalingüística basada en sus propias “intuiciones” sino que han aceptado, como un contrato lingüístico social el aprendizaje de fórmulas, alfabetos y reglas gramaticales impuesta desde las instituciones y el Estado. La gran pregunta es y será siempre si el condicionamiento de esas formas que llegan por medio de la escritura, determinan la manera en la que resolvemos los problemas del mundo o simplemente nos despojan de otra humanidad, que podría ser más acorde a la naturaleza y menos sometida a la angustia de la corrección y necesidad del registro escrito.

¿Son nuestras las palabras con las que interpelamos al mundo y a los que nos rodean o las esgrimimos en defensa y como escudo contra la fragmentada realidad en la que sobrevivimos?

Ferreiro, E. (2002). Relaciones de (in) dependencia entre oralidad y escritura. Gedisa.

premoniciones@hotmail.com

*Es docente y traductora. Escribe artículos, ensayos, cuentos y poesía

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Cuando la guerra se vuelve literatura

POR DANIEL SALINAS BASAVE*

La guerra es mucho más antigua que la palabra escrita. Muchos milenios antes de las tablillas de Sumeria y el alfabeto fenicio, el Homo sapiens sabía guerrear, comer, matar, fornicar, sobrevivir. Durante miles de años no hicimos otra cosa. Si es verdad que el primer gran genocidio fue el cometido por los sapiens contra los neandertales, la única certidumbre es que no hubo palabra escrita para narrarlo.

Después inventamos la poesía y lo primero que hicimos fue cantar a la guerra: “Canta, oh musa, la cólera del Pélida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves”. Gracias a la Ilíada sabemos que hace más de tres milenios Troya fue asediada y masacrada como hoy lo está siendo Ucrania. Tal vez no sea para enorgullecernos, pero la guerra ha inspirado algunas de las mejores páginas de la literatura universal. Hoy les comparto esta personalísima lista con las obras que como lector me han dejado una huella más profunda.

Ilíada- Por supuesto, debemos comenzar con la madre de todas las epopeyas. En 24 rapsodias y 15 mil 693 versos, Homero (cuya autoría y existencia aún son discutidas) nos narra el drama del último año de la guerra de Troya. La rabia de Aquiles, los celos de Agamenón, el honor de Héctor, el amor paternal de Príamo. Uno de los pilares de nuestra cultura que tres milenios después nos sigue conmoviendo.

El arte de la guerra- La matriz de la que amamanta la táctica y la estrategia bélica a través de los milenios. Escrita por el maestro militar chino Sun-Tzu en el Siglo V a.C., pero publicada en Europa hasta el siglo XVIII, estos trece capítulos han inspirado lo mismo a estrategas militares de todo el mundo que a modernos empresarios y tiburones financieros. litar lo V uroestos rado milique a tibu-

Comentarios de la Guerra uerra de las Galias- Llegué al l tema tema gracias a mi añeja afición por los por los cómics de Astérix. Primera ra gran gran obra testimonial escrita de de primera primera mano por un señor de la guerra. En ella, Cayo Julio César narra en tercera persona y con elevadas dosis de egocentrismo ocho años de campaña militar romana en lo que hoy son territorios de Francia, Bélgica y Suiza.

Historia verdadera de la conquista de la Nueva España- Pese a que el Zeitgeist actual la ha puesto en duda y la ha sentado en el banquillo de los acusados, la de Bernal Díaz del Castillo sigue siendo la obra fundamental para entender y dimensionar la Conquista de México. El choque de dos culturas narrado por un lector del Amadís de Gaula. Imprescindible leer también las Cartas de relación de Hernán Cortés.

Guerra y paz- El gran mural de una época, la novela total por excelencia en la que León Tolstói narra medio siglo de historia rusa con epicentro en la invasión napoleónica a Moscú extendiéndose hasta la revuelta Decembrista y las primeras tentativas revolucionarias. Del campo de batalla a las intrigas palaciegas y la revuelta callejera, Tolstói fue el gran muralista narrativo de su siglo.

Tempestades de acero- El testimonio del soldado raso alemán Ernst Jünger desde las trincheras de la Primera Guerra Mundial, donde fue herido catorce veces. Acaso la primera gran narrativa vivencial de un combatiente de bajo rango desde el horror del campo de batalla. Señalado por glorificar la guerra, su contraparte es Sin novedad en el frente de su compatriota Erich María Remarque, donde se narra el horror de la guerra sin pizca de heroísmo y desde una visión antibelicista. Adiós a las armas- La gran novela de amor y guerra con elevados tintes autobiográficos donde Ernest Hemingway plasma sus vivencias como conductor de una ambulancia en la Italia de la Primera Guerra Mundial, inmortalizando el romance en-

“Gracias a la tre el soldado Frederick Ilíada sabemos Henry con la enfermera que hace más de Catherine Barkley. Un tres milenios Tro- extraordinario compleya fue asediada y masacrada como hoy lo está siendo Ucrania” mento del mismo autor es Por quién doblan las campanas donde Hemingway refiere el horror de la guerra civil española donde fungió corresponsal. Cartucho. Relatos de la lucha en el norte de México- La tormenta revolucionaria villista en Chihuahua y Durango, narrada desde la mirada de una joven con un lenguaje franco y sencillo. No es una novela, sino un conjunto de pequeños relatos y anécdotas breves donde se plasma la

rimera Guerra Mundial, donde fue herido decadencia decaden de la División del

Norte. Nort La primera obra de guerra escrita guerr por una mujer mexicana.jer me

Tropa Trop vieja- El llamado novelista novelis del soldado, Francisco cisco L. L Urquizo, narra esta novela novela desde d la mirada de Espiridión piridión Sifuentes, un forzado recluta del de ejército federal porfiriano iriano que qu debe combatir a la revolución revolución maderista. En lo personal es mi mi novela favorita de la

Revolución, Revolución, si bien el gran clásico imperdible es Los de abajo, donde el médico militar Mariano Azuela da cuenta de las andanzas del campesino zacatecano Demetrio Macías. Imperdible también Se llevaron el cañón para Bachimba de Rafael F. Muñoz, legado literario de la rebelión orozquista.

Dios en la tierra- Uno de mis cuentos favoritos de todos los tiempos. Un desgarro ontológico y un derroche de fuerza prosística con que José Revueltas narra el odio ciego de la Guerra Cristera como si se tratara de un relato del Antiguo Testamento.

El diario de Ana Frank- El drama y el infierno del holocausto contado a través de los ojos de una niña judía de Ámsterdam que permaneció oculta dos años y medio y acabó muriendo en el campo de concentración de Bergen-Belsen. Mi hijo Iker la está leyendo como parte de su materia de lectura en sexto de primaria y al ver sus emociones y su reacción, compruebo la vigencia e inmortalidad de este diario.

El violonchelista de SarajevoMe confieso un apasionado del tema de la Guerra de los Balcanes y acaso una de las mayores herencias literarias que nos ha legado el conflicto es esta novela donde Steven Galloway narra la supervivencia de la belleza, el arte y la dignidad en medio de la catástrofe en la persona

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