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Inma Valenzuela, mujer olivarera

Inma Valenzuela, liderando el olivar del poniente de Granada

Actualmente tan solo el 20% de las personas titulares jefes de explotación son mujeres, lo que demuestra que el sector olivarero está fuertemente masculinizado. ¿Cómo podemos cambiar desde su punto de vista estos datos?

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Debemos echar la vista atrás y analizar cuál ha sido la evolución de la mujer en el sector agrario. Las mujeres siempre han estado trabajando en el campo; pero, compaginaban su jornada laboral con las labores de casa y la crianza de los hijos. Sin embargo, el hombre solo se dedicaba en exclusividad al campo. Puede ser este el motivo por el cual cuando se tuvo que designar un titular para estas explotaciones de carácter familiar, siempre se pusiera el marido, quedando la mujer en un segundo plano.

Normalmente en este tipo de explotaciones la mujer participa en todas las actividades agrarias que se lleven a cabo, pero con consecuencias negativas para ella a la hora de las cotizaciones, pensiones o cualquier tipo de accidente que tenga mientras trabaja. Es por ello que hace unos años se impulsó la Ley de la Titularidad Compartida, tanto para dar solución a estos problemas como para reconocer el trabajo de la mujer en el campo. Sin embargo, esta ley no ha tenido casi repercusión y han sido muy pocas las mujeres que se han inscrito como cotitulares.

Es cierto que el número de mujeres a cargo de una explotación va creciendo tímidamente. Aunque creo que actualmente hay mayor predisposición, más seguridad y más ganas por parte de la agricultora de tener su propia explotación. Si esto va acompañado con medidas acertadas por parte de las administraciones, estoy segura de que este porcentaje aumentará en los próximos años.

Hasta la década de los 60, la presencia de la mujer en el olivar fue notable, incluso superior a la de los hombres. Las cuadrillas de mujeres se encargaban de la recogida en el suelo de las aceitunas y, en muchas ocasiones, de portearlas hasta las almazaras ¿Por qué cree que esto ha cambiado?

Antiguamente la recogida de la aceituna del suelo era trabajo de las mujeres, incluso hasta los 90 se recogía a mano la aceituna del suelo. Yo recuerdo perfectamente que cuando llegaban las vacaciones de Navidad en el colegio me tenía que ir con mis padres al campo, me ponía mis rodilleras y me tocaba coger las aceitunas del suelo con mi madre mientras me preguntaba la tabla de multiplicar; pero sin entretenerme mucho en pensar la respuesta porque sino llenaba ella su espuerta antes que yo la mía.

Hoy día es inviable la recogida de aceituna del suelo y mucho menos de forma manual, aunque de esta aceituna se pueda obtener un aceite de oliva que sigue siendo mucho mejor que otras grasas que existen en el mercado.

Los altos costes de la recogida junto al bajo precio del aceite y la mecanización han hecho que nos tengamos que adaptar a otra forma de trabajar. Ha sido en este cambio donde la mujer en el campo ha perdido presencia en comparación a antaño.

La mujer juega un papel importante en la despoblación del mundo rural. ¿Se ha reconocido el papel tan estratégico que ocupa la mujer?

Yo creo que no somos conscientes de la importancia que tiene la mujer en este proceso. Generalizando mucho, podemos decir que donde esté la mujer, estará la familia. Cuando una mujer abandona el pueblo también se pierde la posible descendencia que pueda tener. Para que una mujer no emigre del pueblo es fundamental que pueda obtener su independencia económica en el mismo o desde él. Otra causa de abandono del medio rural tanto de hombres como de mujeres es la falta de servicios con respecto a las ciudades. Y el problema está en que cuanto más ciudadanos abandonen los pueblos, menos servicios tendremos.

Si una mujer se plantea dónde vivir y dónde criar a sus hijos, probablemente se decline por la ciudad, aunque le guste el medio rural, porque el continuo éxodo de habitantes dibuja un futuro incierto para las zonas rurales.

Si el pueblo ofrece oportunidades laborales o tiene buen acceso por carretera para ir a la ciudad a trabajar y se garantizara el acceso a servicios y ocio, estoy segura de que se frenaría este proceso de despoblación. Hay un gran porcentaje de ciudadanos, y sobre todo después de lo vivido durante la pandemia, que consideran que vivir en un medio rural es calidad de vida.

Desde su visión en un lugar como es Montefrío. ¿Cómo ha evolucionado la mujer?

Montefrío es una localidad tradicionalmente agrícola y la gran mayoría de las mujeres trabajaban en este sector. En las últimas décadas la mujer ha tenido acceso a una educación superior y universitaria por lo que muchas de ellas no pueden desarrollarse profesionalmente en el municipio.

Por otro lado también existe un porcentaje de estas que deciden formar parte del relevo generacional que se está produciendo actualmente. Agricultoras que trabajan tanto en el sector del olivar como en el cultivo de espárrago.

Mujeres que ahora sí pueden y quieren tener sus explotaciones y ser sus propias jefas. Agricultoras que buscan una mayor profesionalización, conscientes de que la formación, sobre todo en temas de olivicultura y elaiotecnia, es fundamental para que nuestros cultivos puedan ser más rentables y competitivos. Además son mujeres que están mucho más preocupadas por el medio ambiente y nuestra biodiversidad, mujeres que buscan una agricultura más sostenible.

Con motivo de estas preocupaciones e inquietudes nació en 2020 la Asociación de Mujeres Agricultoras de Montefrío, con más de 200 mujeres. Esta asociación se creó para dar respuesta a la demanda de formación, asesoramiento, para la creación de sinergias y para ayudar al emprendimiento femenino así como a la divulgación de nuestra cultura del aceite en todo el mundo, contribuyendo así con el desarrollo rural de la zona.

La cooperativa de Montefrío es una de las más grandes de Granada. ¿La veremos algún día presidida o liderada por una mujer?

Efectivamente, la cooperativa San Francisco de Asís es una de las más grandes de la zona, no solo por los millones de kilos de aceitunas que moltura durante la campaña y el aceite de gran calidad que se obtiene gracias a sus modernas instalaciones, sino también por el gran número de socios que la componen. Cuenta con más de 2000 socios de los cuales más de 800 son mujeres.

Es cierto que todavía las mujeres no están muy presentes en el Consejo Rector de las cooperativas y menos ocupando el cargo de dirección. Pero esta tendencia está cambiando y con total seguridad que en el futuro se irán incorporando cada vez más mujeres.

La cooperativa debe estar presidida por una persona que sea una gran experta del sector, con muchas ganas de trabajar y mejorar. Y si en un futuro la mejor persona para liderar nuestra cooperativa es una mujer, seguro que realizará un excelente trabajo. No es cuestión de género, sino de valía.

Usted es representante de Pandolea España ¿Nos puede indicar qué objetivos tiene la asociación a nivel internacional?

Es una iniciativa promovida por la asociación italiana Pandolea de mujeres vinculadas al mundo del aceite. Pandolea International nace con el objetivo de crear una red de mujeres de todos los países oleícolas de la cuenca del Mediterráneo, para organizar y colaborar en diferentes actividades.

El objetivo principal es la divulgación de la cultura del aceite, que es lo que nos une. En el último año únicamente se han podido celebrar dos conferencias internacionales vía online, en las cuales se trataron temas tan importantes como la educación nutricional, la sostenibilidad y emprendimiento femenino. Y se contaron con invitados y colaboradores de Grecia, Túnez, Marruecos, Italia, Argelia, Jordania, Portugal, Francia y España. Actualmente se está trabajando en varias iniciativas, una de ellas es la implantación de la semana del aceite en los centros educativos. Invito a todas las mujeres interesadas del sector a que se unan a este proyecto porque la unión, hace la fuerza.

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