Inma Valenzuela,
liderando el olivar del poniente de Granada
un titular para estas explotaciones de carácter familiar, siempre se pusiera el marido, quedando la mujer en un segundo plano. Normalmente en este tipo de explotaciones la mujer participa en todas las actividades agrarias que se lleven a cabo, pero con consecuencias negativas para ella a la hora de las cotizaciones, pensiones o cualquier tipo de accidente que tenga mientras trabaja. Es por ello que hace unos años se impulsó la Ley de la Titularidad Compartida, tanto para dar solución a estos problemas como para reconocer el trabajo de la mujer en el campo. Sin embargo, esta ley no ha tenido casi repercusión y han sido muy pocas las mujeres que se han inscrito como cotitulares.
Actualmente tan solo el 20% de las personas titulares jefes de explotación son mujeres, lo que demuestra que el sector olivarero está fuertemente masculinizado. ¿Cómo podemos cambiar desde su punto de vista estos datos?
Es cierto que el número de mujeres a cargo de una explotación va creciendo tímidamente. Aunque creo que actualmente hay mayor predisposición, más seguridad y más ganas por parte de la agricultora de tener su propia explotación. Si esto va acompañado con medidas acertadas por parte de las administraciones, estoy segura de que este porcentaje aumentará en los próximos años.
Debemos echar la vista atrás y analizar cuál ha sido la evolución de la mujer en el sector agrario. Las mujeres siempre han estado trabajando en el campo; pero, compaginaban su jornada laboral con las labores de casa y la crianza de los hijos. Sin embargo, el hombre solo se dedicaba en exclusividad al campo. Puede ser este el motivo por el cual cuando se tuvo que designar
Hasta la década de los 60, la presencia de la mujer en el olivar fue notable, incluso superior a la de los hombres. Las cuadrillas de mujeres se encargaban de la recogida en el suelo de las aceitunas y, en muchas ocasiones, de portearlas hasta las almazaras ¿Por qué cree que esto ha cambiado?
Número 1 • Año 2021 / 44