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La Trilogía Mediterránea
LA TRILOGÍA MEDITERRÁNEA
Pan, aceite y vino. Más que alimentos, parte de la cultura de esta tierra desde el pasado mítico. En Almería, mediterránea hasta la médula, los hay de calidad simpar.
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Pasado y presente se abrazan en Almería hacia un futuro prometedor. La vieja tradición del pan se mantiene en pie para dictar sentencia. No faltan las artes de buenos panaderos que saben lo que se traen entre manos. El vino y el aceite, de menor raigambre, enseñan que con corazón y testarudez puede alterarse el destino. Ambos productos llevan ya años instalados en la excelencia. Y que sean muchos más...
El pan nuestro de cada día
Todavía quedan, gracias a Dios, panes de los de siempre. Son productos hechos por profesionales dignos que mantienen frente al mundo su pericia, en la capital y en el resto de la provincia. Por ejemplo, en la ciudad de Almería se podría citar, entre otras, empresas como La Torre, ubicada en La Pescadería, que hace unas sensacionales hogazas. En Los Gallardos, una antigua panadería ofrece hogazas y barras crujientes de verdad. En Vera es obligado visitar el Horno de Martín y en la Alpujarra el Obrador de Santa Rosa y la tahona de los Hermanos Olmo en Padules. Es destacable el pan ácimo al estilo sefardí de El Patrón, en Vélez Blanco.
Torta de chicharrones. ¡Buenísima!
Pan de higo, un clásico del recetario almeriense
El alma del olivo
No hace muchos años que en Almería se elaboraba aceite casi exclusivamente para consumo propio. Sin más ambición. Hoy en día, las almazaras de la provincia han sabido modernizarse con sentido común y lo que antes era un aceite rechazado por su fiereza se ha convertido en un artículo codiciado y buscado con denuedo.
Almería dispone de una gama formidable de aceites vírgenes aromáticos de baja acidez que, como es natural, están cosechando premios a medida que conquistan mercados antes inaccesibles. La empresa pionera en este proceso de mejora fue Castillo de Tabernas. La ubicación de sus olivos en el desierto de Tabernas regala a este aceite de variedad picual propiedades especiales. Dentro del sector es la que mayor proyección ha conseguido. Se puede encontrar incluso en Reino Unido y Estados Unidos, donde se brega con los duros aceites italianos.
El mismo desierto de Tabernas da cobijo a otras firmas. Los Vergeles de Moraila y Oro del Desierto, a poca distancia unas de otras, lo que facilita una buena visita a estas almazaras. Justamente este último ha recibido una merecida medalla de oro en el concurso internacional Evoo Iooc, organizado en Italia por Giuseppe Lauro, a la variedad Oro del Desierto Coupage Organic. En el área del río Almanzora se encuentra también el origen de otros aceites que no debemos perder de vista como Oleoalmanzora, en Pulpí, La Zalea en Serón, Onegar en Purchena , Tíjoliva en Tíjola y Fernando Jiménez en Arboleas. Y la hermosa Sierra de los Filabres invita a probar los picuales de Uleila del Campo y Lubrín. O un arbequino afrutado y aromático en la Almazara de Canjayar, en la Alpujarra. O el interesantísimo Lorusso en Chercos.
El milagro de la vid
La calidad del vino almeriense ha dado un estirón de gigante. Hasta los años ochenta no había bodegas comerciales. Se elaboraban vinos para consumo propio con la mejor voluntad, pero sin tener en cuenta factores clave, como las variedades o los tiempos de maduración. Llegaron otros tiempos, en los que unos emprendedores intrépidos plantaron uva blanca, macabeo, en la Alpujarra. De ahí al progreso posterior ya faltaba menos. Y así fue, porque en el último tercio de siglo, en Lucainena de las Torres, una familia, Bodega Viña Salvana, plantaba variedades como tempranillo, cabernet sauvignon y monastrell. Y en 1993, cuando Viña Salvana ya había sacado sus primeros rosados y tintos, la Cooperativa Valle de Laujar sacó su primer vino al mercado. Las bases se estaban asentando. El blanco macabeo de esta cooperativa fue un hito para hacerse una idea de lo que estaba por venir. Poco después Paco Ferre, en Los Padules, se decidió a montar una bodega que tiene como una de sus banderas al tinto en crianza, Barjalí. Otro retornado del éxodo almeriense, en Lúcar, también crearía una bodega de proyección, Alto Almanzora, que pondría a esta comarca bajo los focos de los enólogos. A principios de siglo la bodega Heredad Pérez Ferre continuó la actividad de Viña Salvana, que ya había cambiado su denominación, en Uleila del Campo. Además de comprar el vino, y catarlo, también es posible alojarse y comer en sus instalaciones. Cuando la producción de vino explotó en la provincia fue en la Alpujarra donde este milagro tomó un mayor impulso. En Laujar, además de su cooperativa hay otras realmente interesantes como Cortijo del Cura, Bodegas y Viñedos de Laujar o La Bodega de Alboloduy. Más allá de Laujar, en la propia Alpujarra hay bodegas en Alcolea, El Cortijo de la Vieja, en Fondón, Bodega Fuente Victoria y Selección de Vinos de Fondón, y en Padules, Pagos de Indalia y Barea Granados. Los vinos de la Alpujarra están divididos en dos indicaciones geográfi cas protegidas (IGP/Vinos de la Tierra) como la VT LaujarAlpujarra y la VT Ribera del Andarax. A la primera corresponden los vinos de Alcolea, Laujar y Fondón y los otros alpujarreños, Padules y Alboloduy, pertenecen a la Ribera del Andarax. El Alto Almanzora se ha sumado a la fi esta con varias bodegas que tienen mucho que ofrecer. Junto a la precursora Alto Almanzora están dando guerra Finca Onegar, en Purchena, y Viñalmanzora de Serón. La lista, seguramente incompleta, fi naliza en el pueblecito de Enix con Finca Ánfora, que elabora vinos de alta gama, en su mayoría de cara a la exportación.
Vinos y aceites de nuevo cuño
Resulta admirable como en la provincia de Almería han sabido levantar el nivel de dos productos tan emblemáticos como el aceite y el vino. Es la trayectoria que une unos orígenes sin más vocación que el consumo familiar con un estado actual en la que bodegas y almazaras de la provincia son admiradas por los premios que reconocen su labor. Gracias a Dios, no es preciso buscar mucho para encontrar fi rmas aceiteras que hacen una labor encomiable como, por ejemplo la pionera Castillo de Tabernas o Los Vergeles de Moraila y Oro del Desierto. Lo mismo cabe decir del vino almeriense, que ya cuenta con 26 bodegas, entre las que se pueden enumerar Pagos de Indalia, Valle de Laujar o Cepa Mosquet.
PARA LOS AMANTES DEL 0,0 NO FALTAN LICORES SIN AZÚCAR Y HASTA VINOS SIN ALCOHOL. PRODUCTOS DELICATESSEN AL AMPARO DE SABORES ALMERÍA. UNA DELICIA PARA DISFRUTAR A CAPRICHO
Cervezas artesanas
Almería no podía ser una excepción y se ha sumado al auge de la producción de cervezas artesanas demandadas por consumidores que buscan productos especiales, lo más alejados posible de convencionalismos industriales. La cultura de la tapa tiene aliadas firmes en estas cervezas llenas de matices locales. Ahí están, por ejemplo, marcas como Origen, La Cala, Filabres, El Cabo o Far West para demostrarnos que Almería también es tierra de cervezas.