10 minute read
Entrevista al Superior de los Hermanos Capuchinos de León
Padre Fidencio González Iglesias
Superior de los Hermanos Capuchinos de León “No solo tengo fe en Dios, también la tengo en las personas ”
Advertisement
Usted es leonés, pero no de la capital.
Nací en La Riba, en la ribera del Cea, un pueblo que pertenece al partido judicial de Sahagún y nunca pasó de 115 habitantes.
formando con el tiempo. En los Via Crucis presidido por el Papa seminarios menores lo que se pre- en el Coloseo. Al año siguiente, tendía era ir cultivando esa voca- estaba viviendo la Semana Sanción. Cuando realmente me decidí ta en Toulouse en un convento de tenía 18 años en el noviciado en monjas. Bilbao. Allí fui plenamente consciente de lo que quería, con tres De vuelta a León en 1966, prediqué ¿Qué le animó a seguir una años más de prueba para renovar en Almanza, en Mansilla de las vocación religiosa? mi profesión. Y fui ordenado de sa- Mulas y en Gordoncillo. Años desYo entré en el Seminario a los once cerdote a los 25. pués, en 1971, un pueblo de Almeaños, en el Seminario de El Par- ría, Pocicas: uno de los recuerdos do. Tengo el recuerdo de ¿Qué relación especial más bellos de la Semana Santa. muchos capuchinos le ha vinculado a que predicaban por mi pueblo y alrededores y también de aquellos hermanos limosneros que pedían limos“A este pueblo, que no tenía luz eléctrica, de unos 500 habitantes, venían de lejos muchas personas con un fervor tremendo. Allí comprendí un poco más el valor de algunas usted con la Semana Santa? Canté misa en abril de 1962. Ese mismo año fui a Corbillos Imagino que eso ya es mucho decir… A este pueblo, que no tenía luz eléctrica, de unos 500 habitantes, venían de lejos muchas personas con un fervor tremendo. Allí comprendí un poco más el valor na por allí y que manifestaciones de ayuno de la Sobarriba de algunas manifestaciones de yo acompañaba. y penitencia.” a celebrar el Jue- ayuno y penitencia. Me alojaba en Nací en una familia ves Santo y el Vier- casa de un matrimonio pobre y el religiosa. Mi pueblo a nes Santo. Esa fue la principios de siglo XX te- primera Semana Santa, nía sacerdote y se hospedaba de muchas, que he celebrado en casa de mis abuelos maternos. fuera de León. En los años en que Mi familia siempre tuvo mucha re- estudiaba Filosofía en Salamanlación con la Iglesia. De hecho, mi ca, asistía a una procesión en la padre fue novicio agustino. que cantábamos los estudiantes. También allí acompañé revestido Yo tenía preferencia, primero por en mis años de estudiante uniel seminario diocesano y luego por versitario a la procesión de los los agustinos. El motivo era que los comerciantes que procesionaban seminaristas de León iban de vaca- un Cristo alojado en nuestra ciones al pueblo y los agustinos tam- Iglesia. bién, pero en El Pardo entrábamos, y no volvíamos en mucho tiempo. Cuando viví en Roma Regresé al pueblo por primera vez acompañaba a uno de cuando canté misa en León, des- los sacerdotes que pués de 14 años de haberlo dejado. celebraban la Semana Santa en un A los once años uno no tiene una colegio de monjas vocación definida, más bien se va y participé en el
marido me hablaba del ayuno pascual que él hacía. Desde la comida del Jueves Santo hasta después de la Vigilia Pascual no probaba bocado, solo agua. Me maravillaba ver que la gente caminaba cuatro kilómetros para confesarse. Me di cuenta de que allí estaba para ayudar a la gente y celebrar la Pasión del Señor y su Resurrección. Me sentí muy realizado en esta misión. Ellos hacían una procesión muy sencilla y alejada de esa imagen del folklore de las procesiones andaluzas. Procesionaban una o dos imágenes y la gente mostraba una devoción muy sincera y sentida. Yo les decía que en el norte no pensábamos que fueran tan austeros pero, claro, respondían: aquella zona fue repoblada por leoneses en la Edad Media.
¿Cómo ha cambiado nuestra Semana Santa?
Regresando a León me encontré con una transformación muy grande en positivo. La conocí cuando era estudiante de Teología en 1959 y de profesor a finales de los 60. A mi regreso, en el noventa y tantos ya no era igual. No entro en la interioridad de las personas, pero vi que había mejorado muchísimo en cuanto a “espectáculo” y participación. En aquellos años que estudié aquí recuerdo la procesión del Dainos, que portaban los mozos de la Sobarriba y lo acompañaban la Orden Tercera y los 80 estudiantes de Teología que aquí estábamos. Cuando era director del colegio de teología, recuerdo que a los estudiantes tenía que insistirles un poco, casi obligarlos, para que participaran. El cambio en esta procesión del Dainos ha tenido lugar gracias a la Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración y del Silencio que ciertamente la ha llevado a una categoría altísima.
La otra procesión típica que salía de aquí era la del Silencio. Esta ha cambiado también. Tengo que reseñar, sin embargo, que desde el punto de vista de profesión de fe promovida por el padre Javier de Valladolid en los años 40 y 50 quizá esta fuera la más devota de León. Eran unos 2000 hombres, formando dos filas de a cuatro.
agosto. Las relaciones con la Iglesia Católica mejoraban. La gente perdió miedo y empezaba a acudir más a las iglesias. Se permitieron algunas procesiones. Recuerdo que en Santa Clara la del Domingo de Ramos se hacía en un parque en torno a la parroquia. El Viernes Se nota su cariño por la Cofradía Santo salía una procesión con dos del Santísimo Cristo de la imágenes desde la catedral de Expiración y del Silencio… Santa Clara en la que la gente parLa relación con esta Cofradía es ticipaba vivamente. Con todas las ciertamente apreciable y la valora- limitaciones que pueda señalar mos muchísimo. Es una ayuda. Las al cristianismo hispanoamericano relaciones entre ambas institucio- ciertamente ellos son más religiones, capuchinos y Cofradía, sos que nosotros los espason magníficas. Nunca ñoles. nos han creado el “Me maravillaba menor problema, ver que la gente ¿En qué se nota? nunca hemos teni- caminaba cuatro Si se concibe do la menor queja kilómetros para la religión sólo de ella. confesarse. Me di cuenta de como una ética, que allí estaba para ayudar a lo mejor no. Si Usted fue a la gente y celebrar la se entiende la fe superior del Pasión del Señor y su como una aceptaConvento de El Resurrección.” ción del Dios bueno Pardo, en Madrid, y ser bueno con los antes de irse a Cuba… demás, hay muchos inteEl Colegio de Teología fue trasla- rrogantes sobre cuál cristianisdado a Salamanca y nos invitaron a mo es más profundo el de allí o el ir allí en 1972. Yo pedí ser destinado de aquí. a Nueva Orleans, en Estados Unidos. Pero me nombraron superior del En Cuba, para empezar, no enConvento de Jesús de Medinaceli, contré anticlericalismo. Sólo para luego fui superior del convento de El catequesis tenía a cien niños y Pardo y director del Seminario Me- niñas y además contaba con una nor, a los tres años provincial, des- numerosa catequesis de adultos. pués seis años en Santander como Desde principio de los sesenta la superior y párroco y otros seis años mayor parte de los cubanos no se de provincial. Después de todo este bautizó. Al preparar los bautismos camino pedí ir a Cuba. Tardaron dos reunía a los padres y padrinos y les años en darme la visa porque en preguntaba quién estaba bautizala parroquia a la que iba, en Santa do… y eran muy pocos. Constaté Clara, un capuchino nortemericano mucho interés por parte de los concedió una entrevista a la pren- cubanos, y en las catequesis de sa de su país que disgustó mucho adultos siempre contaba con 30 o al gobierno cubano. Por fin, cuando 40 personas. pude entrar me quedé nueve años. Los dos últimos en La Habana. Percibí mucho respeto. En Cuba se juega mucho al dominó. Cuan¿Cómo era aquella Cuba de 1998 do iba de un templo a otro, de los para un capuchino? dos que tenía la parroquia, y veía a La primera visita del Papa Juan la gente jugar, me invitaban a unirPablo II fue en enero y yo llegué en me a la partida. Nunca escuché >
blasfemias, algunos tacos sí. Además, cuando alguien hablaba mal en mi presencia, siempre alguno le reprendía.
Puedo decir que cogí mucho cariño a la gente de Cuba. Tuve que atenderles en sus necesidades, y necesitaban cercanía y confianza.
Algunos historiadores atribuyen al propio San Francisco la creación de la primera comunidad en León ¿Para un superior esto es especial?
Evidentemente. Sabemos que él hizo la peregrinación a Santiago y debió pasar por León. Desde el siglo XIII hay franciscanos en León. En pocos conventos se ha valorado tanto a los capuchinos como en esta ciudad.
¿Se consideran apreciados?
Es que somos muy cercanos a la gente y ella responde. Hemos tenido y seguimos teniendo una Obra Social intensa. Recuerde, por ejemplo, la obra del padre Javier que tenía un espacio en Radio León para recaudar dinero y sostener un comedor al que acudían unos 20 pobres en los años 40, 50 y 60. En la actualidad atendemos a 97 familias, precisamente hoy nos han traído los alimentos. Damos mensualmente 600 euros a la Casa de Acogida de las Obreras de Jesús, 500 a la Asociación leonesa de Caridad y 1.000 al Hogar San Vicente. El importe de los alimentos que repartimos oscila entre los 2.500 y 3.000 euros mensuales. Contamos con cinco voluntarios y una trabajadora social que evalúa el estado de necesidad de los que llegan. Cobramos, eso sí, un 10% del precio de los alimentos para que no se tiren. Además, la trabajadora social reparte 1.000 euros cada mes en ayudas para alquileres, y gastos de electricidad. A final de año son unos 93.000 euros. Para una comunidad pequeña como la nuestra es una aportación considerable. Por otra parte, nuestra iglesia de San Francisco siempre ha sido lugar de reconciliación para muchos leoneses, también de la provincia, donde reciben el sacramento de la penitencia.
¿Cómo es el mundo desde los ojos de un capuchino cuando lee un periódico?
Miro al mundo de hoy con esperanza. Leo la prensa y sé lo que hay. No me acobardo, no solo tengo fe en Dios, también en las personas. Nos alerta la Palabra de Dios que si uno no ama al prójimo a quien ve ¿cómo va a amar a Dios, a quien no ve? Si uno no cree en las personas, difícilmente creerá en Dios. Somos limitados, hay tragedias e injusticias, pero, repito, soy una persona de esperanza por encima de todo y la última palabra siempre la tiene el bien. En la gente, por lo general, siempre es más lo bueno que lo negativo.
Decía San Francisco aquello de “Conozco a Cristo pobre y crucificado, y eso me basta”. ¿Se puede entender hoy este mensaje?
Totalmente. Desde ese punto de vista conozco todos mis padecimientos y fracasos. Me identifico con Él y, por tanto, estoy dispuesto a sufrir, padecer y, por supuesto, a hacer el bien. San Francisco enseña la felicidad de abrazarse a la cruz, eso daba un sentido determinado a su vida. Esto no lo separaba de la gente, al contrario, y además se identificaba con la naturaleza a la que llamaba hermana. Es un mensaje plenamente actual. Aquí tenemos un jardín que cuidamos como podemos. San Francisco quería que los jardines y las huertas de sus frailes tuvieran una zona que no se cultivara ni cuidara para que brotara espontáneamente lo que fuera. Todos tienen derecho a la supervivencia. Es un detalle importante. •