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EL CALAMBRILLO
No se ha perdido todo
Sentados uno frente al otro en silencio con la tele por compañía o, mejor dicho, como estorbo sin deciros nada (es increíble cómo este aparato te va minando y dominando, acaparando un tiempo precioso en el cual deberíais estar conversando de cosas, aunque banales, en una conversación entre los dos). ¡Y no hablemos de las nuevas tecnologías que nos acaparan y nos hacen olvidar el resto del mundo! Entonces, comienza nuestra mente a discurrir, nos metemos en nuestro interior y podemos pensar que al ir cumpliendo primaveras ya no puedes ser atractiva/o para tu esposo, tu pareja, como lo eras antes. Por supuesto que no es igual; pero la otra parte… tampoco es igual. No pienses en lo que fuiste, sino en lo que eres ahora. El atractivo es distinto, la capacidad es otra; pero el deseo de poseeros es igual. No busques los ímpetus de
los veinte años, busca la ternura de los que ahora tienes. Tu capacidad de amar no puede ser más pequeña ni menos valiosa: ¿Dónde está tu experiencia?, ¿Dónde tu capacidad de crear una velada romántica, unas velas, un perfume, unas copas, unas caricias, unos besos a ese ser que tú escogiste, para que fuera la luz de tu sendero; tu compañero/a de camino, por el que hacías todo lo posible por encontrarlo y besarlo? No pienses en lo que fue, sino en disfrutar lo que tienes delante. Besaos, acariciaos, fundiros en un solo cuerpo. Me imagino que aún puedes volver a recordar el revolotear de las mariposas por el estómago, sentir qué estás vivo y, que vuestros sentimientos vuelvan a ser el uno para el otro; fundiéndose en un gran amor de un otoño al atardecer. Paqui Pérez