Literatura
El Ciprés Todos/as sabemos cuál es el rey de los árboles en nuestro municipio. Solo hay que mirar alrededor de los campos que rodean el pueblo para descubrirlo. Su nombre científico es el de Olea Europa, pero nosotros lo conocemos como “el olivo”, un magnífico vegetal del cual depende en gran parte nuestra economía directa o indirectamente. Si el año es bueno y hay cosecha suele haber más consumo y cuando no la hay pues hay que ajustarse un poco el cinturón, viéndose repercutido en gran parte todos los comercios y empresas en general.
que pedirle permiso para acceder a la fortaleza. He ahí lo de guardián o lo de testigo, por llevar años ejerciendo de tal, entre ese perpetuo matrimonio entre nuestro Castillo árabe y nuestra parroquia de la Encarnación.
Y es que su fruto es un preciado tesoro en nuestra comarca. Su aceituna es una verdadera exquisitez estando bien aliñada. Qué decir de su extraordinario aceite de oliva, un producto que no puede faltar en ninguna mesa y que antiguamente era también utilizado como fuente de iluminación, antes de que llegara ella electricidad a nuestros hogares. Mucho de este aceite es extraído de auténticos olivos centenarios con siglos de historia, viendo como se hacen cargo de ellos familias de agricultores desde tiempos remotos. Sus ramas después de ser podadas son utilizadas para leña que tienen como misión alimentar las chimeneas y estufas de todas las casas. Antaño servían para hacer carbón vegetal y cisco, donde todos nos hemos quitado el frío en más de una ocasión. Sus hojas se aprovechan para producir estiércol, que luego sirve como abono ecológico, además sus ramas y hojas son un excelente alimento para el ganado caprino, ovino y vacuno. Las varetas más conocidas como “chupones” servían para hacer canastos, utilizados en infinitas labores de la vida diaria de nuestros antepasados. La madera se utiliza en la industria del mueble, para diversos menesteres. Incluso su hueso es reciclado como fuente de calor en estufas de pellet y aprovechado como biamasa en calderas de fábricas.
Un árbol de bonita silueta, de gran altura, bello color, verde oscuro, muy tupido por la conformación de sus ramas y hojas, de fuerte tronco, siendo el ejemplar que vive a más altura de toda la localidad.
Pocos árboles habrá en la tierra como el olivo, al que se le saque tanto provecho. Aquí, sin duda, conforma un verdadero bosque, creado por la mano del hombre en plena Sierra gaditana. Pero hay otro tipo de árbol en nuestra Olvera que nunca mejor dicho le hace sombra. Sin duda es el más fotografiado, grabado y visto de todos. Quizá sea por su sitio, el lugar donde está ubicado, pues, mejor colocado imposible, hace de guardián y testigo. Al subir al Castillo hay que pasar por delante de él, como si hubiera
Su nombre es Cupressus Sempervirens, más conocido como “ciprés”. No se sabe a ciencia cierta cuántos años puede tener, aunque personas de edad bien avanzada lo han conocido donde está. Eso sí, mucho más pequeño, claro está.
Ha conocido a generaciones de olvereños y lo puede seguir haciendo ya que goza de buena salud, pudiendo llegar a una edad de siglos. Así lograría convertirse en un monumento natural, como es el caso del Chaparro de la Vega, una encina con más de 500 años en sus raíces, ubicada en la localidad vecina de Coripe, donde todo el pueblo es capaz de cobijarse en su sombra. Otros árboles de longeva edad de nuestro municipio pueden ser por ejemplo la higuera instalada en la entrada del Peñón de la Alameda, teniendo como curiosidad que es una higuera bravía, pero fue injertada por un hombre al que llamaban Reguera. Otro caso son los naranjos amargos de la calle Vereda Ancha, que ya pasan el medio siglo con nosotros, acompañándonos en tantas y tantas ferias. Aprovecho esta ventana que es nuestra revista de Feria para honrar el trabajo de todos los agricultores, ganaderos y pescadores por su esfuerzo, para que no faltaran alimentos en ningún sitio, llenando la despensa de las residencias, los hospitales, los ejércitos y todos los hogares en general, ya que estas palabras se están escribiendo en el mes de abril en pleno confinamiento. Como siempre, lleváis el timón del mundo. Este artículo va dedicado a Don José Herrera Calderón, por los muchos años ya colaborando en esta revista de feria, maestro de maestros, pero mejor aún gran persona. Francisco Javier Trujillo Sánchez
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