OLVERA ︱ REVISTA DE LA REAL FERIA DE SAN AGUSTÍN
BUENOS HOMBRES Y MUJERES QUE SIEMPRE LOS HUBO. (VI) A Juan Cabrera Albarrán, ZERENY, José Pavón Galán, José de la Fábrica,, José Vargas Domínguez, NUESTRO CARTERO, Paco Toledo Márquez, y todos aquellos hombres y mujeres que con su humor, que en aquellos años era tan raro y tan necesario, ponían gracia y alegría a la vida para que esta no fuera tan gris. José Medina Cabeza (Texto). Fotos: Isabel Pavón Troya, Encarnación Cabrera Herrera y Feli Vargas Pareja. Y es que el hombre aunque no lo sepa, Unido está a su casa poco menos Que el molusco a su concha. No se quiebra esta unión sin que algo muera En la casa, en el hombre…o en los dos. (Dulce María Loynaz en Últimos días de una casa) La mañana de verano, a caballo entre los años 50 y 60, como casi siempre, amaneció clara y fresquita. Más tarde llegaría la calor. Temprano llenamos la calle de risas, de gritos alegres, de saltos, de… La alegría entraba en las casas, sacándoles sonrisas a sus hacendosas moradoras. No obstante, algunas se enfadaban, incluso nos llamaban la atención. Había gente “pa” “to”. A voces limpias, sacábamos a los más dormilones a la luz de la calle y… a jugar. En grupo revoltoso, como siempre, pasamos por delante de la Zapatería, allí estaba, Juan “Zereny”, al que saludamos con alegría y guasa: - ¡Buenos días,Juan! ¡Adiós Zereny! ¡Viva el Betis! - ¡Adiós, ceporretes! El que vale es el Sevilla. Seguimos nuestro camino y dejamos a Juan contento y feliz, como siempre. Llegamos a la fuente y nos dirigimos calle abajo. La boca se nos hizo agua. El olor a pan recién hecho, que acabaría de salir del horno, y que se escapaba por la puerta de La Fábrica1, impregnaba el ambiente. – ¡Qué mollete con aceite!. – ¡Y con un chorizo en manteca! ¡ O con morcilla, mismo ! -¡O con manteca “colorá”… Nos relamiábamos los labios pensando en ese bollo calentito. Acompañado del delicioso olor, continuamos hacia la era de “Perehín”2 para jugar un rato a la pelota.
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Como siempre hacíamos, nombramos, por aclamación, a los mejores jugadores, capitanes. Los capitanes echaron pie3 para escoger, por orden, los que formarían su equipo. El grupo vigilaba para que ninguno hiciera trampa. El ganador comenzó a elegir primero. Después, como de costumbre, eligió campo el perdedor. Formado los dos equipos, y cada uno en la parte del campo que le correspondía, pusimos la “pelota”4 en el centro de la era, y a pegar patadas y correr.
- Pásala - echa- Tira- cógela - Que no se te vaya - ataca. - Dale,...- Ahí la llevas.- Combina, centra. Se escuchó una voz de fuera – ¡Eso es falta!.¡Qué no sabéis jugar!- Miramos hacia el rellano de la Carbonilla. Ya sabíamos a quién íbamos a ver. Efectivamente era José de La Fábrica, acompañado de Titán, un mistolobo que más que un perro parecía un león. José, como siempre que podía, se acercaba a meter quisquilla con sus comentarios: - Es que no sabéis jugar a la pelota, torpones. De ahí no sale ningún Di Stéfano ni meteréis gol como Marcelino. - ¡ Vaya Iribar que estás hecho, no paras ni una. - Eres un Kubala. Machaca al portero.
José Pavón Galán de broma con su abuelo, ante la mirada sonriente de su madre.
Seguía chinchándonos pero nosotros sabíamos de la guasa y humor de José de La Fábrica y sonriéndonos seguíamos a lo nuestro: divertirnos dándoles patadas a la pelota. Cansando y entre las bromas de los ganadores( Hemos “ganao” / una copa de “meao”/ quién “la perdío”/ se “la bebío”), con algún que otro chorlito, coscorrón,… y el enfado de los perdedores, subimos hacia la calle Pilar. Hicimos un alto ante la fuente y entre cántaro y cántaro y con las quejas comprensibles de las mujeres que aguantaban, no había más remedio, la pejiguera cola, bebíamos a toda prisa a embozá5. Nos sentamos en la “albarraílla” . Hablamos de nuestra correría. Vimos como “Zereny”, hablaba con Vargas, el cartero. Vargas cargaba con su manojo de cartas y su gruesa libreta. Sin tener que decirnos nada, todos a una, nos acercamos, niños y niñas, porque sabíamos que habría chanza. Vargas era ocurrente, gracioso y dicharachero, formaba un buen dúo con Zereny. Efectivamente, la guasa estaba servida.