5 minute read
ETNA
Un volcán para todas las estaciones
El 21 de junio de 2013 la montaña de fuego, con un importante historial de erupciones desde hace más de 500 mil años, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Surge en la costa oriental de la isla italiana de Sicilia y se eleva alrededor de 3 mil 330 metros de altura, aunque esto varía debido a sus continuos estallidos de fuego.
Su nombre deriva de la ninfa Etna, hija de Urano y Gea: el Cielo y la Tierra. Se dice que esta denominación se originó de una palabra fenicia que significa “horno” o de un verbo griego que quiere decir “arder”, así que el nombre de la ninfa significaría “ardiente”. Los pueblos que vivieron en la isla utilizaron diferentes apelativos para el majestuoso volcán y, con el paso del tiempo, se forjó el término aún utilizado de Mongibello, de origen romano y árabe, que significa “la montaña montaña”, es decir “la montaña por excelencia”. Hoy en día algunos lugareños se refieren al volcán diciéndole
“el inmenso”, porque así se le define en un conocido poema local del siglo XIX, pero las poblaciones etneas acostumbran llamarlo simplemente “la montaña”.
En la antigüedad, griegos y romanos atribuían las fieras convulsiones del volcán al dios Hefesto -Vulcano en su versión latina- cuyas fraguas se situaban en el interior de la montaña, donde trabajaba en compañía de cíclopes y gigantes. Al simbolismo del fuego se suma así el del hierro, ligado al mundo astral en cuanto el primer hierro conocido por el hombre fue el meteórico, es decir metal celeste.
En las creencias populares se ha visto en los cíclopes el emblema de esta montaña de fuego y en su único ojo reluciente la alegoría del cráter. Otro monstruo mitológico, el temible Tifón, yacía en las entrañas pedregosas del monte y causaba fuertes terremotos y erupciones con sus gemidos coléricos y retumbos.
PAISAJE DRAMÁTICO
Desde la legendaria ciudad de Taormina se puede ascender en autobús o en coche, pasando por las poblaciones de Santa Venerina y de Zafferana, hasta los 2 mil metros de altura, donde se ubican los cráteres Silvestri. Un bar-cafetería ofrece una terraza panorámica de donde admirar el paisaje y un amplio surtido de artesanías fabricadas con la lava del volcán, además de productos locales como el licor Lava del Etna (una infusión de hierbas del Etna y pétalos de rosa) y una crema de tunas con miel de cítricos.
La zona que rodea el cráter principal está actualmente fuera del alcance de la lava y el ascenso es posible, siempre y cuando se respeten las indicaciones de los expertos y no se olviden las palabras de Alejandro Dumas: “cráter inmenso, rugiente, colmo de llamas y humo: el cielo sobre la cabeza y el infierno bajo los pies”. En las laderas se abren cerca de 200 cráteres pequeños, se acumulan capas de lava con profundas grietas y se extienden depresiones como el Valle del Bove, que es una quebrada inhóspita y rocosa, de donde salen penachos de humo.
La historia del Etna se asocia a una serie de erupciones destructivas y está en continua observación. Solemne y amenazante, dicta el estilo de vida de cuantos habitan a su sombra. Magma incandescente, explosiones y desierto lávico: todas son imágenes evocadoras del infierno dantesco, sin embargo este monte ardiente ofrece al visitante unas experiencias únicas durante todo el año.
Página anterior. Para griegos y romanos el volcán Etna era el lugar donde vivían cíclopes y gigantes.
01. Atardecer sobre Taormina y el Etna con el hotel San Domenico Palace. san-domenico-palace.com
El Teatro Griego tiene de marco paisajístico esta montaña de fuego, a menudo nevada.
Las Cuatro Estaciones
Desde diciembre hasta finales de abril el Etna está cubierto por una gruesa capa de nieve que permite tener unas sensacionales prácticas de esquí, con óptimas instalaciones. Las largas pistas se deslizan por solitarios cañones, flanquean antiguos cráteres, cubren coladas lávicas seculares y rozan bosques de hayas, de pino, de alerces, de robles, de álamos y de abedules, que llegaron hasta Sicilia durante la última era glacial, adquiriendo en el volcán unas características tales que los científicos los consideran como una especie endémica: la Betula aetnensis, el Abedul del Etna.
En la ladera oriental de la montaña de fuego, en la localidad de San Alfio, se encuentra el árbol más antiguo de Europa, al que se le calcula una edad cercana a los cuatro milenios. Este coloso vegetal, conocido como Castaño de los Cien Caballos, fue declarado por la UNESCO “Monumento Mensajero de Paz” y se hizo acreedor del Record Guinness como “el árbol más grande del mundo” por las medidas que alcanzó en los siglos pasados, cuando llegó a los 57.9 metros de circunferencia, con todas sus ramas.
Actualmente mide cerca de 22 metros de circunferencia por 22 metros de altura, pero sigue siendo un importante atractivo turístico. Cuenta una leyenda que, durante una partida de caza, una reina y su séquito fueron sorprendidos por una tormenta y se protegieron bajo el castaño, con sus cien caballos, durante toda la noche.
Si la actividad del volcán lo permite, con la llegada de la primavera y del verano se puede ascender en teleférico y en camionetas todo terreno o practicar montañismo, bicicleta de montaña y senderismo entre alfombras de violetas, saponaria siciliana, retama y el típico arbusto espinoso llamado astrágalo etneo. También se recorren rutas a caballo, se exploran grutas y se realizan excursiones a los cráteres, acompañados por guías profesionales. Existe la posibilidad de pernoctar en numerosos refugios, como el famoso Rifugio Sapienza a mil 910 metros de altitud en la falda del volcán (www.rifugiosapienza.com).
Desde allí un funicular asciende hasta los 2 mil 500 metros para luego proseguir en todo terreno hasta los 2 mil 920 metros, a partir de donde se avanza a pie, acompañados por guías entre fumarolas, campos de lava petrificados y coladas de ascuas incandescentes.
Durante el otoño el Etna se tiñe de miles de matices dorados y es tiempo de recoger hongos y castañas en los bosques, además de asistir a ferias gastronómicas en los poblados de la zona y catas de vinos DOC, como el Etna Bianco y el Etna Rosso.
Alrededor de los pequeños poblados construidos con piedras lávicas labradas, gracias a la fertilidad de la tierra volcánica hay viñedos, cultivos de pistache, granjas y una miríada de terrazas para la agricultura, donde se producen manzanas, tunas y cítricos. Los limoneros de la zona fructifican cinco veces por año.
LA “QUINTA ESTACIÓN”
Finalmente existe una “quinta” estación del Etna, que llega sin plazos fijos: es la estación del fuego, cuando el volcán empieza a hacer espectaculares erupciones. A veces la lava acaba por recubrir bosques, cultivos, caminos y casas: es parte de la vida de quienes habitan por esos lares.
El Etna no es sólo un volcán, sin embargo cada tanto y con razón… no le queda de otra que actuar su papel.
¿DÓNDE DORMIR?
Grand Hotel San Pietro
Taormina Es una joya de la colección Relais & Châteaux. El hotel de 5 estrellas surge en un pintoresco acantilado y ofrece 50 espaciosas habitaciones y 13 suites, piscina, beauty corner, playa privada y, en los alrededores, golf, ala delta, buceo y esquí náutico. Su restaurante de especialidades Il Giardino degli Ulivi propone una cena en la terraza con vista al mar y, para una velada romántica inolvidable, hay que reservar la Rotonda sul Mare, que sólo tiene una mesa frente a Isola Bella. relais.com/pietrosicily
¿CÓMO LLEGAR?
En avión y barco: Los vuelos internacionales tienen conexiones en las principales capitales europeas para viajar al aeropuerto siciliano de Catania, muy próximo a la ciudad de Taormina, que surge a los pies del Etna. Varios cruceros hacen escala en Taormina, como el Azamara Journey de Royal Caribbean. azamaraclubcruises.com