Revista Alégrate nº 201

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La llamada de DIOS

Institutos paulinos de vida secular consagrada NÚMERO 201 | OCT-DIC 2022

Sumario

Seculares

Catequesis Paulina: La llamada de Dios

Instituto Virgen de la Anunciación: Preparación a la Navidad

Instituto Santa Familia: "Ser Sagrada Familia hoy"

Instituto Jesús Sacerdote: Sacerdote, discípulo y apóstol

Instituto San Gabriel:

La consagración laical

Donec Formetur: Jesús es la Vida

Compartir la Palabra: Sobre el Evangelio

Terminó el Capítulo General

Mons. Valdir

Intenciones del mes de la Conferencia Episcopal Española

Julio Octubre

Por quienes no conocen a Cristo, por quienes han abandonado la fe o son indiferentes a ella, para que puedan recibir el testimonio de pa labra y de obra que haga nacer en ellos el deseo de caminar hacia Él. Por todas las Iglesias locales de España, por sus pastores y por sus fieles, para que en cada una de ellas se viva y anuncie la fe con autenti cidad, se fomenten los ministerios laicales y se encuentren caminos nuevos para la pastoral, abiertos a todos.

Julio Noviembre

Julio Diciembre

Por todos los fieles cristianos, para que al preparar y celebrar el nacimiento del Hijo de Dios sean fortalecidos en su fe, crezcan en el aprecio por la vida de los que van a nacer, y vivan en armonía tanto en la familia como en la comunidad cristiana.

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EL PAPA SIGUE DE CERCA A LOS INSTITUTOS SECULARES

Sepuede afirmar que el papa Francisco tiene un gran aprecio y, que, en su ministerio pastoral, sigue muy de cerca a los ins titutos seculares. Es raro el año en que no se dirige a ellos, apro vechando las diversas circunstancias que, por una u otra razón, tienen algo que ver con los mismos.

Este mismo año, por ejemplo, se ha dirigido a los mencionados institutos en dos ocasiones: el 2 de febrero, con ocasión del 75 aniversario de la Constitución Apostólica Próvida Mater Ecclesia, y el 25 de agosto, al celebrarse la Asamblea General de los Institutos Seculares.

En ambas intervenciones, el Santo Padre se ha mostrado muy próximo, muy cercano y familiar a esta realidad eclesial de estos últimos tiempos, a la que el Papa Pío XII, movido por el Espíritu Santo, ha dado vida para el bien de la sociedad y de la Iglesia.

Por nuestra parte, nos sentimos obligados a estar atentos a es tos frecuentes mensajes que el Santo Padre nos dirige, a tomarlos en las manos, a leerlos a meditar sus palabras y a “rumiarlas” en nuestros corazones, como hacia María con las palabras de Jesús que en primera instancia no comprendía.

Al primero de estos documentos, el del 2 de febrero, nos he mos referido brevemente en el Editorial del número 199 de este boletín, como reclamo para que cada uno, cada una, se tomara la iniciativa de localizarlo en Internet y leerlo. Y al segundo, el del pa sado 25 de agosto, le dedicamos las páginas 19-21 de este mismo número, también con la intención de que se lean atentamente y se mediten. ¡Ojalá que no pasen en balde estas palabras del Santo Padre!

Alégrate 3 Editorial P. Antonio Maroño, SSP

La llamada de Dios pasa a través de una mediación

Toda llamada lleva consecuentemente una respuesta. Así ha de ser también la principal llamada que podemos recibir en la vida: LA LLAMADA DE DIOS. Hoy nos proponemos iniciar una serie de reflexiones sobre varios puntos que implican en esa llamada.

En las lecturas bíblicas, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, aparecen llamadas que nos revelan lo que es la vocación , que viene del latín vocatio, acción de llamar; es por ello la llamada o inspiración que una persona siente procedente de Dios para llevar una forma determinada de vida.

En el Evangelio encontra mos la llamada de los primeros discípulos de Jesús y en el A.T. tenemos llamadas muy significativas que marcarían la historia del Pueblo escogido por Dios, el Pueblo de Israel. En una mirada rápida encontramos, en primer lugar, la llamada a Abrahán: “Sal de tu tierra, de tu patria, y de la

casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré…”. (Gn 12,1-3). Su respuesta confiada en Dios le convertirá en padre de los creyentes. Moisés, el legislador del Pueblo de Israel, será también llamado por Dios para la ardua misión de sacar al pueblo de la esclavitud de Egipto. También él responde con totalidad y seguirá el camino que Dios le señale (Ex. 3, 10-16). Así va su cediendo a lo largo de todo el A.T. con los profetas, los jueces y los reyes a los que Dios pondrá al frente de su pueblo.

Pero quiero reparar en una llamada que especialmente se presta a profunda reflexión: en el caso de Samuel; “una noche

4 Alégrate Catequesis Paulina

Samuel, que era todavía un niño y desde niño vivía al servicio del templo, tres veces seguidas se sintió llamado durante el sueño, e iba donde Elí (el sacerdote del templo de Silo donde el niño vivía); me has llamado le pregun tará por tres veces. Pero no era Elí quien lo estaba llamando. A la tercera vez Elí lo entendió y le dijo a Samuel: Si te llama de nuevo, responde: “Habla, Señor, que tu siervo escucha” (1 Samuel 3,9). Así fue, y desde entonces Samuel aprendió a reconocer las palabras de Dios y se convirtió en su fiel profeta. Habla, Señor, que tu siervo/a escucha; creo que es la respuesta más auténtica que se puede dar a Dios; porque toda vocación implica un abrazarse a la Voluntad de Dios y vivir en ella constantemente.

Pero vemos que, en toda vocación o llamada, suele haber una mediación: ángel o persona. Entrando en el N.T., lo vemos en el caso de los primeros dis cípulos de Jesús; la figura de la mediación es la de Juan el Bau tista. Ciertamente, Juan tenía un amplio círculo de discípulos, entre quienes estaban también los hermanos Simón y Andrés, y

Santiago y Juan, pescadores de la Galilea. Sólo a dos de ellos el Bautista les señaló a Jesús, un día después de su bautismo en el río Jordán. Se dirigió a ellos diciendo: “¡He ahí el Cordero de Dios!” (Jn 1,36), lo que equiv alía a decir: He ahí al Mesías. Y aquellos dos siguieron a Jesús, permanecieron mucho tiempo con él y se convencieron de que era realmente el Cristo. Inme diatamente se lo dijeron a los demás, y así se formó el primer núcleo de lo que se convertiría en el colegio de los Apóstoles.

A la luz de los textos que hemos propuesto, querría sub rayar el papel fundamental de un guía espiritual en el camino de la fe y, en particular, en la respuesta a la vocación especial de consagración al servicio de Dios y de su pueblo. Incluso la misma fe cristiana, en sí misma, supone el anuncio y el testimonio. Es decir, consiste en la adhesión a la buena noticia de que Jesús de Nazaret ha muerto y resucitado, y que es Dios.

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Maite Ballesteros, isF

Virgen de la anunciación

Preparación para la Navidad

Durante el año litúrgico la Iglesia nos presenta la redención operada por el Hijo de Dios encarnado, Jesucristo, y la aplicación para nosotros de esta redención.

La celebración de la Palabra de Dios en el Adviento pue de ser reducida a tres pensamientos especiales, o sea a tres personajes que nos enseñan cómo prepararnos a la Navidad. Primero, Isaías, de quien leemos sus profecías en el Adviento con frecuencia: “Una virgen conce birá un hijo, el cual será Dios con nosotros” (Is 7,14). ¡Y eso lo escribió siete siglos antes de que el Hijo de Dios se encarnara!

El otro personaje dominante es san Juan Bautista, el cual tuvo la misión de preparar, con la pre dicación, la llegada del Mesías, Jesucristo: “Preparen sus corazones para recibir al que viene después de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias. Y si yo bautizo, bautizo con agua; pero detrás

de mí viene uno que bautizará con agua, pero también con el Espíritu Santo” (cfr. Jn 1,15 ss). Por tanto, ha preanunciado el bautismo cristiano instituido por Jesucristo.

Y, tercero, el personaje más grande que es María. María quien recibió el anuncio del Arcángel Gabriel: “La virtud del Altísimo te alumbrará, y el que nacerá de ti será el Hijo de Dios encarnado”. Respondió entonces María: “He aquí la sierva del Señor, sea hecho como me has dicho” (Lc 1,26 ss). O sea, María es declarada la Madre de Dios. María se humilla: “Ecce ancilla Domini”, soy la sierva de Dios. Entonces el gran día, el día principal, el más rico y afortunado de todos los días del mundo: “Verbum caro factum

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est”, el Hijo de Dios [el Verbo] se encarnó. María se humilló, pero al mismo tiempo ejercitó la fe: “Fiat mihi secundum verbum tuum” [hágase en mí según tu palabra]. Si bien se trataba de un prodigio excepcional, María dijo: “Se haga. Has dicho que la virtud de Dios podía hacerlo”, y esto es que naciera de ella, Virgen, el Hijo de Dios encarnado.

Y quien quiera, se prepare a la Navidad como María y con María, o sea, con la humildad de María, con la fe de María. La humildad. María no podía responder: yo soy pecadora; no, no podía, no tenía ni siquiera el pecado original, pero nosotros tenemos que decir: somos siervos de Dios pecadores. Segundo: fe. Fe en Jesús que nos ha traído la gracia; y nosotros podemos recibir y adquirir mucha gracia hasta ser santos. Nosotros, pobre gente, muy inclinada al mal, viviendo en este mundo, tan malo y con muchas tentaciones del demonio, creemos, sin embargo, poder llegar a la santidad, con tal que lo queramos. ¡Fe! ¡Fe! “Por mí nada soy, pero con Dios lo puedo todo”.

Por eso estas dos disposiciones, humildad y fe. Una nos lleva especialmente

al examen de conciencia, y particularmente al sacramento de la penitencia, justo para acusar nuestras miserias. Y luego: fe en que Cristo nacerá en nosotros. No es ya sólo una celebración de un advenimiento grande como en el pesebre. Dios entre los hombres: “Gloria a Dios y paz a los hombres”; no es sólo un advenimiento histórico; sino el nacimiento espiritual de Jesucristo en nosotros. Por tanto, no sólo una celebración exterior de felicitaciones, de pesebres y alabanzas, sino justamente el nacimiento espiritual de Jesucristo en nosotros, o sea su gracia, el aumento de gracia. Es paso decisivo: quiero seguir el camino de Jesús. Vida privada como hizo Jesús: vida pública, o sea el apostolado y, en fin, el sufrimiento que acompaña siempre la vida y se cierra con la muerte: los “con-muertos”, o sea los muertos con Jesús, como dice san Pablo (2Tm 2,11). Hasta que Cristo viva en nosotros, nazca en nosotros, crezca en nosotros: Donec formetur Christus in vobis: hasta que Jesucristo se forme en nosotros (Gál 4,19).

Alégrate 7 P. Santiago Alberione, MCS, págs. 465-68

Beato Alberione: "Ser Sagrada Familia viva hoy"

El P. Alberione estaba convencido

de que la imitación de la vida de la Sagrada Familia de Nazaret por parte de las familias consagradas constituye una respuesta por parte de la Iglesia para poder renovar espiritualmente la familia de hoy

Nuestro

Fundador era un gran observador de los rápidos cambios de la sociedad. Con gran tristeza de corazón notaba que las familias italianas, más que tender a la santidad de la vida matrimonial y familiar, se dejaban arrastrar con facilidad por el aborto y el divorcio. Y para frenar este proceso de la des trucción de la familia, decidió fundar el Instituto Santa Familia, donde los esposos, imitando la vida de la Sagrada Familia de Nazaret, se consagran a Dios para alcanzar juntos la santidad. Estaba convencido de que la imitación de la vida de la Sagra da Familia de Nazaret por parte de las familias consagradas

constituye una respuesta por parte de la Iglesia para poder renovar espiritualmente la fami lia de hoy. Y para poder renovar la familia que vive hoy, Don Alberione quería comenzar por la santificación de las familias del Instituto. Esto significa que quería empezar la renovación de las familias por la familia cris tiana. Procediendo así, quería imitar al Maestro Divino, quien, para redimir al mundo, quiso nacer en una familia humana, haciendo de la familia un lugar privilegiado para crecer en la santidad.

Y para dar a las familias con sagradas un ejemplo de profun da vida cristiana, encuentra en

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la Sagrada Familia de Nazaret un ejemplo perfecto de vida plenamente dedicada a Dios. El P. Alberione había llegado a esta conclusión gracias a la profunda amistad con el Canónigo Chiesa, que era muy devoto de la Sagra da Familia de Nazaret. Y cuando decidió fundar el Instituto Santa Familia recomendaba a los es posos que imitasen las virtudes de María y José, quienes, en el estado de vida matrimonial y familiar, han alcanzado una gran santidad.

El P. Alberione subrayaba que el único deseo de María y José, en su vida matrimonial y familiar, era el de realizar plenamente la voluntad de Dios. Decía que el primer deber de los esposos consagrados, imitando la santidad de la familia de Nazaret, es el de intentar amar a Dios con todo el corazón, y no el de tratar realizarse a sí mismos. Por eso aconseja a los esposos consagrados que, si quieren hacer la voluntad de Dios, procuren, en primer lugar, amar a Dios con todo el corazón, como lo hacían todos los días los santos esposos María y José. Y para amar a Dios con todo el corazón, María y José trataban de no ofenderlo con el pecado.

Según el Padre Alberione, el segundo medio que tienen

los esposos consagrados para crecer juntos en la santidad, es la fidelidad a la oración en común. Los santos esposos María y José oraban juntos. La oración en común, afirma el P. Alberione, salvará a los esposos consagrados del aborto y del divorcio.

Últimamente observamos que cada año crece el número de divorcios entre los esposos. Por encuestas que hace algunos años se han hecho en Estados Unidos, resulta que el 50% de los matrimonios fracasa. En cambio, vale la pena subrayar que en el grupo de los esposos que regularmente frecuentan la iglesia y rezan juntos, solo un matrimonio sobre mil expresa el deseo de divorciarse.

Queridos esposos consagrados, recordad que vuestra santificación es fruto de vuestra colaboración con Dios, a imagen de la Sagrada Familia de Nazaret, y no de vuestro esfuerzo. Y para ser santos, no solo debéis imitar las virtudes de María y José, sino que también debéis pedirles, cada día, que os obtengan de Dios la gracia de poder ser vosotros la Sagrada Familia que vive hoy para la gloria de Dios y la paz de los hombres.

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S�awomir Szurkowski, ssp

Instituto Jesús Sacerdote

EL SACERDOTE, DISCÍPULO Y APÓSTOL

Nuestra fidelidad se apoya en la fidelidad de Dios, en la de Jesús, que es el “sí” de todas las promesas de Dios; por ese “sí” decimos nuestro Amén.

La fidelidad del cristiano - y podríamos pensar que con mayor razón la del sacerdote - no se reduce a la virtud natural de la lealtad, sino que es expresión y consecuencia de la fe, está inspirada por el amor y es a la vez prueba del amor auténtico. Fiel es el hombre que cree y vive en la verdad de la fe; esto sólo es posible porque es animado, conducido por el Espíritu Santo: entre los frutos del Espíritu, el Apóstol enumera precisamente la fidelidad.

El sacerdocio del Nuevo Testamento no puede ser comprendido desde una categoría general, como representante oficial de la religión y portador de un poder sagrado; sólo es comprensible por su relación a Jesucristo. El sacerdote católico puede comprenderse a sí mismo únicamente desde la fe; él es

para sí mismo objeto de fe y tanto mejor percibirá su propia identidad cuanto más viva, fervorosa e iluminada sea su fe. Sólo será genuina, aquilatada, inquebrantable su fidelidad si él es íntegramente un hombre de fe. En este requisito, en la prioridad de la fe, se basa la doble propiedad del sacerdote en cuanto discípulo y apóstol del Señor.

Jesús convocó a sus doce discípulos que llamó, y los constituyó apóstoles. Y a estos doce Jesús los envió. Apóstol equivale a misionero y los dos términos significan enviado. Para ser apóstol, o misionero, para cumplir con el envío, es preciso ser discípulo y serlo de veras. Discípulo es quien se ha empeñado en el seguimiento del Maestro, el que aprende de él y permanece en su escuela; la

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función apostólica encuentra su fundamento en el discipulado y es la plena vivencia del discipulado la que alimenta el fervor misionero y la caridad pastoral del apóstol. El apostolado, la misión, no consisten en el ejercicio profesional de servicios religiosos - aun cuando se los pudiera cumplir con eficiencia y corrección -, sino en la transmisión de la vida de Cristo. Esto solo puede realizarlo un auténtico discípulo en el pleno sentido evangélico del título: alguien que, como san Pablo, haya sido atrapado por Cristo Jesús y que desde entonces viva de él, en él, y que de algún modo pueda decir con el mismo san Pablo: “para mí la vida es Cristo”. Cristo ha de ser el tema de nuestro pensar, el argumento de nuestro hablar, el motivo de nuestro vivir.

La fe del sacerdote, discípulo y apóstol, conserva su vigor y lozanía, crece en pureza, ardor y luminosidad si es alimentada con la oración constante, a pesar del ritmo frenético de vida que hoy se nos impone y de las ocupaciones que pueden ser cada vez más absorbentes. Debemos convencernos de que los momentos de oración son los más importantes de la vida del sacerdote, los momentos en

que actúa con más eficacia la gracia divina, dando fecundidad a su ministerio. Orar es el primer servicio que es preciso prestar a la comunidad. Por eso, los momentos de oración deben tener una verdadera prioridad en nuestra vida... Si no estamos interiormente en comunión con Dios, no podemos dar nada tampoco a los demás. Por eso Dios es la primera prioridad. Siempre debemos reservar el tiempo necesario para estar en comunión de oración con nuestro Señor.

En esa relación discipular con el Señor que se actualiza en el encuentro íntimo de la oración aprendemos de él a mirar, a ver como él ve. Al ver a la multitud,

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Jesús tuvo compasión. La compasión de Jesús es la especie sensible del amor misericordioso de Dios. Porque vino a visitarnos gracias a las entrañas de misericordia de nuestro Dios, a Jesús se le enternecen las entrañas cuando contempla a la multitud esquilmada y errante. Se la puede ver así cuando se comparte la mirada compasiva del Salvador; su mirada divinohumana es la fuente de la mirada teologal del sacerdote, discípulo llamado a ser apóstol. Esa mirada atraviesa las apariencias y llega a la raíz de los problemas y al corazón de los hombres.

La multitud tiene necesidad de Dios y de su Reino. No bastan los signos milagrosos; el verdadero anhelo, el deseo esencial se dirige a una gracia de perdón y libertad. Un análisis sociológico de las muchedumbres contemporáneas puede descubrir los estigmas de la miseria, la decadencia cultural, la exclusión de vastos sectores de la población de toda posibilidad de una vida digna; pero esta postración humana no es un resultado ineluctable de la dinámica social, un hecho de la naturaleza, sino que tiene causas morales, espirituales, teológicas: el espíritu impuro de la triple concupiscencia que reina

en el mundo y, en definitiva, la negación - al menos prácticade Dios, de su paternidad, de su amor.

San Juan María Vianney cuando llegó a aquel villorrio perdido llamado Ars probablemente se desanimó; pudo sufrir quizá la tentación de la queja: ¿qué voy a hacer yo en esta parroquia? Se le había advertido, en efecto, que no había allí mucho amor de Dios. Podía haber acomodado su vida lo mejor posible, esperando que la autoridad diocesana lo ascendiera cuanto antes a un puesto más honorable y ventajoso. Se habría ahorrado así el vértigo de las cimas y los abismos, las vigilias y penitencias, los alardes de la caridad, las contradicciones de los mediocres, los asaltos del enemigo, el tormento interior por la salvación de las almas. Habría sido quizá “un buen cura” según el juicio mundano, de entonces y de ahora. Pero no habría existido el santo Cura de Ars. Pagó a su manera, como podía hacerlo un sacerdote en el estilo del siglo XIX, el precio del discipulado, fijado por Jesús: “el que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”.

Antonio Díaz Tortojada, ijs

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La

consagración

Laical

El Instituto San Gabriel Arcángel, afiliado a la Sociedad de San Pablo, «erigido canónicamente por la competente autoridad de la Iglesia» (can 573, párrafo 2), cumple plenamente con las normas que cualifican la vida consagrada.

Estas normas ponen como requisito esencial la asunción de los consejos evangélicos de pobreza, castidad, obediencia, entendidos en el sentido de «don divino que la Iglesia ha recibido de su Señor y que con la gracia conserva siempre» (LG, 43). La profesión pública de los consejos evangélicos, reconocidos como tales por la Iglesia, permite, por lo tanto, «conseguir la perfección de la caridad en el servicio del Reino de Dios», para dedicarse, «con nuevo y especial título», a la edificación de la Iglesia, amando a Dios sobre todas las cosas y preanunciando a los hombres la gloria celestial.

La consagración laical, mediante la asunción pública de los consejos evangélicos, desciende de una “especial

vocación”, obrada por el Espíritu Santo en favor de quien la profesa y de toda la Iglesia, con la condición de que se celebre en un instituto de legítima autoridad, como es precisamente el Instituto San Gabriel Arcángel. Ella posee una valencia propia, respecto a lo bautismal, desde el momento en que las personas consagradas «reciben una nueva y especial consagración que, sin ser sacramental, le empeña a hacer propia … la forma de vida practicada personalmente por Jesús y propuesta por él a los discípulos» (Vita Consecrata 22c). Tal forma de vida permite hacer presente a Cristo casto, pobre y obediente en este tiempo ajetreado, «teniendo fija la mirada en la paz futura, la bienaventuranza definitiva que

Alégrate 13 Instituto San Gabriel

se alcanza junto a Dios» (n. 33). La vida consagrada, en efecto, es una vida bienaventurada, que deriva de la donación de toda la persona al Señor Jesús y a la Iglesia, consciente de ser «templo del Espíritu Santo» (1Cor 4,1920), para manifestar al mundo las inescrutables riquezas de Cristo». Y son precisamente las finalidades asociadas a esta oferta gratuita de sí mismo, en relación personal de carácter esponsalicio con Dios, al que pertenecemos y que debemos glorificar con nuestro cuerpo, según las instrucciones paulinas, para expresar el valor apostólico profundo de la asunción canónica de los votos de castidad, pobreza, obediencia.

Toda relación esponsalicia expresa la alegría de la unión íntima de las personas implicadas. Tanto más cuando tal relación, por obra del Espíritu Santo, se hace con Dios y con su Cuerpo Místico. Solo en este caso se puede vivir la renuncia a los bienes y a los deseos terrenos

como expresión de un placer siempre en crecimiento, porque está ordenado a la misma medida de la oferta de toda la persona a Dios. La profesión de los consejos evangélicos, superando las mismas exigencias de la persona, se manifiesta como la mejor forma de adoración a Dios, «en espíritu y verdad» (Jn 4,24), en vistas de un objetivo único y exclusivo: la formación del hombre definitivo y perfecto, el Cristo en sí (Gal 4,19). Tal es el fin último de la relación esponsalicia y mística con Dios y con la Iglesia, que cada persona consagrada debe acrecentar y satisfacer, actuando su nuevo estado de vida eclesial, en medio de un mundo insensible a las dinámicas divinas. El conocimiento de tal elección, fruto de la renuncia de cuanto naturalmente más amamos, es fuente de una alegría incomprensible para muchos, pero bien conocida, por ejemplo, por una madre que siente haber concebido y lleva en sí el fruto maravilloso del amor. No tendría

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sentido, de otra manera, la renuncia a la satisfacción de la propia naturaleza, si no es en vista de una mucho más gratificante concepción interior y personal, pero difusiva como solo puede serlo el bien.

La persona consagrada a Dios, cuanto más llena y santificada está por el Espíritu Santo, tanto más en grado está de formar el correspondiente «cuerpo celestial» (2Cor 5,2), ordenando el hombre terreno a la imagen de Cristo. El cual posee efectivamente «el poder de someter a él todas las cosas y de transformar nuestro mísero cuerpo en su cuerpo glorioso» (Fil 3,12). Si todas las energías humanas están orientadas a la procreación y a la transmisión de la vida, el desapego y la renuncia de los bienes de orden terreno, mediante la profesión de los consejos evangélicos, consolida y transfigura el don de la fecundidad, dando razón a lo proclamado por Jesús Maestro sobre el hacerse “eunucos por el reino de los cielos» (Mt 19,12). Todas las energías, en efecto, en vez de ordenarlas según la naturaleza, son orientadas sursum ad Dominum, en alto al Señor, con el fin de poder «ser revestidos de nuestro cuerpo celestial… para que lo que es moral sea absorbido por la vida» (2Cor 5,2-4) […].

En tal sentido, la mortificación del hombre viejo, del hombre carnal, destinado a perecer, expresada concretamente mediante la asunción de los consejos evangélicos, está ordenada a la imagen de Cristo que se determina, en varios grados, en la persona consagrada, ya en esta vida. Tal estado, en efecto, propiciado por la gracia divina, depende de la práctica continua de los votos de castidad, pobreza, obediencia. Quienes los profesan en este mundo, con meticulosa observancia, se convierten en signo eficaz del común proyecto que hace de ellos una específica y penetrante unidad carismática. De hecho, la misión fundamental de todos los que han sido llamados a consagrarse a Dios y a la Iglesia, en la modalidad secular, es precisamente la de conservar y transmitir, con todo el empeño posible, el carisma original que ha recibido el Fundador, el beato Santiago Alberione, como está enunciado, de manera específica, en Estatuto del Instituto Paulino San Gabriel Arcángel, consolidándolo, irradiándolo en las situaciones específicas de vida, para la gloria de Dios, por el bien de los hermanos.

Giancarlo Infante, isga (Italia),

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De "Io sono con voi", sept/oct 2019, pp. 19-21

Jesús es la Vida

De Jesucristo Vida, la necesidad de responder al don

Jesucristo es la vida para el corazón. Es así como el Fundador indica de inmediato el modo con el que adherir, con el que responder al don de la vida divina derramada de manera sobreabundante en nosotros.

• El “Camino regio de la santa cruz”

Muy oportunamente, el Fun dador nos introduce en la sección de Jesús-Vida mediante la meditación de la pasión y muerte de Jesús. Este es el punto de partida correcto: la vida nos ha venido de Jesús por medio de su oblación cruenta en la cruz.

Jesús ha querido padecer en todo: “como hombre, como pro feta, como santidad, como Sal vador, Rey, etc”. Por tanto, la contemplación de Jesús sufriente en la pasión tiene efectos benéficos, pudiendo “sanar toda herida: la soberbia, la avaricia, la sensuali dad, etc., etc.”. Serán abundantes los frutos; pero habrá que pasar a través de la “participación en

su Pasión”. Involucrando a toda la persona, corazón y sentidos: “en el corazón humano, en la sensi bilidad, en la gula, en la mente, en las manos, etc.; en la vida de reparación, de sacrificio...”.

• “Jesús es la gracia”

De la oferta sacrificial de Jesús en la cruz nos vino la vida. ¿De qué vida hablamos? De la vida sobrenatural, precisa el Fundador. El cual añade: la vida es la gracia, para llegar al punto central: ¡Jesús es la gracia! Es precisamente este aspecto de “personalización” lo que interesa al P. Alberione. Jesús es la gracia; está “lleno de gracia”; es la vid verdadera por la que pasa la linfa a los sarmientos. Por consiguiente, la vida de gracia en

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el creyente está pensada exacta mente como “la vida de Jesús”, esto es, como Jesús-viviente- en el hombre”.

DF p. 55

3. La vida de Jesús se pierde con el pecado. Su respiración es la oración, su alimento la medi tación; tiene sus enfermedades, como las imperfecciones y los defectos; sus recursos, como el fervor; sus alegrías, como los consuelos; su languidez, como la desolación; su desarrollo en los santos, perfecto en María Santísima.

Estamos invitados a detener nos con amor en este párrafo, que nos ofrece un logradísimo cuadro de la vida sobrenatural realizada por el Maestro Divino en noso tros mediante los sacramentos. Tal vida divina se presenta con características precisas. Como la vida natural, también la vida de Jesús en nosotros tiene:

. su respiro, que es la oración;

. su alimento, que es la medi tación;

. sus enfermedades, o sea las imprefecciones y los defectos;

. sus recursos, o sea el fervor;

. sus alegrías, o sea las conso laciones;

. el desarrollo, que es pleno en los santos, y perfecto en María Santísima.

No hay duda de que nos encontramos ante a uno de los puntos nodales del itinerario del Maestro Pastor en nosotros. ¡Con las estupendas perspectivas que se abren!

• “Nosotros podemos hacerlo todo en Jesucristo”

El Maestro Divino nos acoge en su misterio de adoración y contemplación del Padre. Nos permite aprender de Él, el verda dero Orante; y, al mismo tiempo, asociándonos a Él, nos habilita para dirigirnos al Padre de la manera más apropiada, o sea, con las modalidades que Él mismo ha utilizado: “Él adoró...; dio gracias...; satisfizo por nuestros pecados...; impetró gracias... Él lo hizo todo por nosotros y nosotros pode mos hacerlo todo en Jesucristo, y así dar honor digno a Dios, dar gracias de manera digna, pedir perdón de manera satisfactoria y pedir gracias en nombre de Jesu cristo” (DF p. 56).

¿Cuál será el éxito de este movimiento? No solo nuestra oración está modelada según la de Jesús, ¡sino que Él mismo se convierte en Orante y Adorante en nosotros!

De aquí nace el secreto: “Ha cerlo todo” -podemos añadir: serlo todo- en Jesús, con Jesús, por Jesús.

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• “Obra nuestra y gracia de Dios”

La primera preocupación de nuestro Fundador, que con el paso del tiempo llegó a ser su “incordio”, es el crecimiento de Jesús en el fiel. Es lo que invita a reflexionar -y a pedir- en el capítulo siguiente.

DF pp. 57-58

3. a) Querer ser santos, pron to santos, grandes santos en Jesucristo; b) realizar muchas obras buenas para que seamos muchas las criaturas buenas, las personas o las plantas de trigo (un campo inmenso) en el que Jesucristo infunda alma-gracia; c) lo que no se logra de otro modo, se consigue con el deseo: estar en el corazón de todos los santos, en el deseo de todos los ángeles, en el corazón mismo de Jesucristo que se inmola en los altares.

La gracia, la vida sobrenatural conoce un desarrollo grande: hay un componente “material” que es “nuestro obrar”; en el que obra maravillosamente el elemento espiritual, pues “la gracia es el alma que da un ser o un valor sobrenatural a la obra”. Por lo tan to, “si la vida de Jesús es infinita, el mérito y la gracia de nuestro corazón pueden crecer indefini damente”.

De aquí deriva la seria respon sabilidad de cooperar con el don ininterrumpido de la acción divina en nosotros: “Se requiere nuestra obra con las condiciones”. Pero todo el que obra en Jesucristo es como sarmiento que parti cipa de su vida, o sea, de la gracia. Nacerá entonces un único, un gran deseo: querer ser santos, pronto santos, grandes santos en Jesucristo. (Hoy diríamos mejor: dejarse santificar, y pronto, y totalmente). Esto es lo que más preocupaba, en grado máximo, al Fundador. La santidad; y la santidad en Jesucristo.

Pero no se piense que este de seo-voluntad sea espiritualismo o intimismo: ¡todo lo contrario! Se hace concreto, como es evidente, en “muchas obras buenas”. Las obras buenas , los apostolados, son el resultado de la coopera ción humana con la gracia, vida del alma, que Jesús-Vida infun de en las personas. Y donde no llegan las obras, puede llegar el “deseo”: el alma, atraída por DiosAmor, no duda en hacer suyos los deseos de todos los ángeles, sumergiéndose, incluso, “¡en el mismo corazón de Jesucristo que se inmola en los altares!”.

Don Guido Gandolfo, ssp

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PAPA FRANCISCO: “SE NECESITAN INSTITUTOS SECULARES MÁS INCISIVOS”

El Papa exhorta a los participantes en la Asamblea General de la Conferencia Mundial de los Institutos Seculares a vivir toda la precariedad de lo provisorio y toda la belleza de lo absoluto en la vida ordinaria

La necesidad de que el carisma de los institutos seculares sea más incisivo en este momento de la historia de la humanidad centró el discurso del Papa Francisco a los más de 130 participantes en la Asamblea General de la Conferencia Mundial de los Institutos Seculares recibidos en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico, el pasado 25 de agosto. Partiendo del significado del término secularidad, que no equivale plenamente al de laicidad, el Pontífice aseguró que la naturaleza secular de la Iglesia, es “la Iglesia en salida, no alejada ni separada del mundo, sino inmersa en el mundo y en la historia.

La misión que desarrollan es pe culiar y los lleva a estar en medio de la gente, para conocer y comprender lo que pasa en el corazón de los hombres y mujeres de hoy, para alegrarse con ellos y para sufrir con ellos, con el estilo de la cercanía”.

En este contexto, el Santo Padre señaló que ser sal y luz, germen de unidad, de esperanza y de salvación, es también el estilo de Dios que ha mostrado su cercanía y su amor a la humanidad naciendo de una mujer, el misterio de la encarna ción, que es el origen de esa relación que nos constituye hermanos. Por ello, el carisma de los institutos seculares los compromete a acer

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carse, a compartir los anhelos y las esperanzas de la humanidad.

“Están llamados a vivir toda la precariedad de lo provisorio y toda la belleza de lo absoluto en la vida ordi naria, por las calles donde caminan los hombres, donde el cansancio y el dolor son más fuertes, donde los derechos son vulnerados, donde la guerra divide los pueblos, donde se niega la dignidad. Es ahí, como Jesús nos ha mostrado, que Dios sigue dán donos la salvación. Y ustedes están ahí, están llamados a estar ahí, para testimoniar la bondad y la ternura de Dios con gestos cotidianos de amor”.

El Pontífice recordó que para encontrar la fuerza para ponerse al servicio de los demás con generosidad y también la valentía para tomar decisiones audaces que impulsen a un testimonio radical, el camino es el de “la oración y la con templación silenciosa de Cristo”. “El encuentro orante con Jesús les llena el corazón de su paz y de su amor, que podrán dar a los demás. La búsqueda asidua de Dios, la familiaridad con la Sagrada Escritura y la participación en los sacramentos son la clave de la fecundidad de sus obras”.

Al hablar de la vocación secular, Francisco indicó que se trata de una vocación de frontera, discreta,

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reservada que, a veces, no es cono cida o reconocida por los pastores, y, sin embargo - agregó – es una vocación que abre caminos.

“Pienso en los contextos eclesiales bloqueados por el clericalismo, donde su vocación habla de la belleza de una secularidad bendecida, abriendo y acercando la Iglesia a cada hombre. Pienso en las sociedades donde los derechos de las mujeres son nega dos y donde ustedes, como sucedió también en Italia con la beata Armida Barelli, tienen la fuerza para cambiar las cosas promoviendo su dignidad.

Pienso en esas realidades, que son muchas, como la política, la sociedad, la cultura, en las que se renuncia a pensar, en las que uno se uniforma

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según la corriente dominante o la propia conveniencia, mientras ustedes están llamados a recordar que el destino de todo hombre está unido al de los demás”.

El Papa exhortó a los miembros de los institutos seculares a no cansarse de mostrar el rostro de una Iglesia que necesita redescubrirse en camino con todos, y acoger el mundo con todas sus fatigas y con lo bello que hay en él.

“Sólo juntos podemos caminar como pueblo de Dios, como busca dores de sentido junto a los demás hombres y mujeres de nuestro tiem po, custodios de la alegría de una misericordia hecha carne en nuestra vida. Este itinerario exige desterrar costumbres que ya no dicen nada a nadie, romper esquemas que frenan el anuncio, sugiriendo palabras en-

carnadas, capaces de alcanzar la vida de las personas porque se nutren de la vida que hay en ellas y no de ideas abstractas”.

Francisco los animó a hacer presente en la Iglesia la secularidad con afabilidad, sin reivindicaciones, sino con determinación y con esa autoridad que viene del servicio.

“Que su servicio sea el de la semi lla, el servicio de la levadura, el servicio escondido y, al mismo tiempo, evi dente, que sabe morir en los aconteci mientos —también eclesiales— para que puedan cambiar desde dentro y dar frutos de bien”.

Por último, un llamado del Santo Padre a los Pastores de la Iglesia para que estén cercanos, al lado de los seglares, escucharlos e implicarlos en “ese discernimiento de los signos de los tiempos que marca el paso de la misión”. Y, por su parte, el Papa manifestó nuevamente su agradecimiento y bendición. “No se cansen de llevar al mundo el anuncio de una vida nueva, de una fraternidad universal y de una paz duradera, espléndidos dones del Señor Resucitado”.

Papa Francisco

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Sobre el Evangelio o la victoria de Jesús (Segunda parte)

Cuando tengamos el Evangelio entre nuestras manos, recordemos que no es un escrito cualquiera. El recorrido realizado ha sido tan difícil que sólo el Espíritu Santo lo ha podido hacer posible.

En un primer momento suscitó a los autores y, después, cuidando todos los detalles de la vida de Jesús que Él ha querido llegasen hasta nosotros, a través del tiempo y la multitud de dificultades que encontró la Palabra para poder llegar a nosotros tal como la tenemos hoy.

Pasaron más de veinte o treinta años antes de que apareciese el primer evangelio escrito, el de Marcos; y el último, el de Juan, quedó fijado no antes de finales del siglo I, o incluso en la primera década del II. Habiendo pasado tanto tiempo desde los hechos, no parece verosímil que ningún

autor, cualquiera que fuera este, hubiera podido redactar su evangelio valiéndose tan sólo de la memoria. Pero, además, hay que anotar que dos evangelistas -Marcos y Lucas- en ningún caso podrían haber escrito sus recuerdos personales sobre Jesús, pues no le conocieron personalmente.

Desde el tiempo que va desde Jesús a la aparición del primer evangelio, la transmisión del mensaje cristiano se realiza por vía oral. A lo largo de este tiempo, aparecen escritos parciales de hechos o dichos concretos de Jesús y de sus gestos incorporados en ocasiones a la liturgia de las

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celebraciones de las primeras comunidades cristianas. Estas tradiciones y escritos van a ser el material del que se sirvan los autores de los evangelios para componer sus obras. Testigo de mayor excepción, a este respecto, es el autor del Evangelio de Lucas, que intenta narrar ordenadamente todo lo que ha recogido (Lc 1,1-4).

Los evangelios parten de hechos históricos, aunque no sean realmente escritos que deban considerarse “historia”. Parten del Jesús de la Historia para llegar al Cristo de la fe. Los evangelios son proclamaciones de una nueva fe nacida en Pentecostés, antes que pormenorización histórica de los acontecimientos.

Resumiendo, podemos decir que los evangelios escritos nacen en las primeras comunidades cristianas. El proceso de su formación fue largo y el conocimiento de la prehistoria de los evangelios ha costado mucho esfuerzo y tesón hasta llegar a conclusiones que pudieran merecer una aceptación generalizada.

Muchos autores anónimos, además de los evangelistas, han intervenido en la narración de los evangelios. Pero el autor el principal y único, y al que

todos quedan subordinados, es el Espíritu Santo, el que ha iluminado, preservado de doctrinas falsas, guiado, alentando a todos los autores, que son instrumentos de su Obra. Hay como dos autores, uno y principal es el autor divino. Dios que inspira lo que hay que escribir, y otro humano, el hagiógrafo, que escribe materialmente la obra y que, al estar en una época, influye en la forma. Son autores inspirados que actúan como secretarios de Dios.

Cuando tomemos los Evangelios, antes de leerlos, pensemos en este amoroso Espíritu de Amor. Gracias a Él nos ha llegado este regalo que tenemos en nuestras manos. Ha viajado muchos siglos hasta llegar a nosotros. Y que sea grande nuestra gratitud. Pidámosle nos revele lo que él mismo ha inspirado; después podemos continuar su lectura, junto a María, sabiendo que vamos a recibir todo lo que necesitemos para nuestra vida.

Mari Muñoz, isva

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Terminó el XI Capítulo General de la Sociedad de San Pablo

Conel lema: "Transformaos por la renovación de la mente” (Rom 12,2), se ha celebrado en Ariccia, del 29 de mayo al 19 de junio, el XI Capítulo General de la Sociedad de San Pablo.

Los capitulares, representantes de toda la Congregación, han reflexionado sobre la identidad carismática que hemos recibido a través del beato Santiago Alberione, sobre el estado actual de la Congregación, se aprobó el Documento Programático para el próximo sexenio y se ha elegido al nuevo Gobierno General, que resultó integrado por el Superior General, P. Doménico Soliman, italiano, y por los seis Consejeros Generales: P. Boguslaw Zeman, polaco; P. Johnson Vattakunnel, indio; P. Valdecir Uveda, brasileño; Hno. Lorenzo Vezzani, italiano; P. Joven José Lagdamen, filipino; y P. José Antonio Pimienta, mexicano.

Prácticamente finalizado el trabajo, el Santo Padre recibió a los capitulares en el Vaticano, el 18 de junio, y les dirigió un interesante mensaje en el que subrayó la importancia de nuestra misión en el mundo de la comunicación social. Y como broche final del XI Capí tulo General, el día 19 de junio se celebró la Eucaristía de clausura, que presidió el nuevo Superior General, P. Domenico Soliman, en la Basílica/Santuario Regina Apostolorum, de Roma.

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Capítulo general

+ HERMANA MARÍA LOURDES ATIEGA, HSP

El pasado día 1 de agosto, en el Hospital Ramón y Cajal, de Madrid, el Señor ha llamado a la Hna. María Lourdes Atiega, de las Hijas de San Pablo, a participar en el banquete nupcial del Cordero. La Hna. María Lourdes había nacido el 28 de agosto de 1927, en el pueblo de Aldana, de la Provincia de Álava, y el 19 de marzo de 1956 emitía, llena de alegría, la profesión perpetua. ¡Descanse en paz!

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Monseñor Valdir José de Castro

Elpasado día 14 de septiembre, el Superior General, P. Domenico Soliman, nos ha comunicado la grata noticia de que el papa Francisco ha nombrado al P. Valdir José de Castro, nuestro anterior Superior General, Obispo de la Diócesis de Campo Limpo (Brasil), situada cerca de la ciudad de Sâo Paulo.

“Al P. Valdir, termina escribiendo el P. Doménico Soliman, que remos manifestarle nuestra cercanía y –por intercesión de la Reina de los Apóstoles, de san Pablo, de los beatos Santiago Alberione y Timoteo Giaccardo, junto al venerable canónigo Francisco Chiesa– confiarle al divino Maestro para que fecunde su nueva misión al servicio de aquella porción del pueblo de Dios”.

Acompañémoslo con nuestra amistad y con nuestra oración para que sea un buen Obispo “Paulino” en la diócesis que el Santo Padre le ha confiado.

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CALENDARIO

octubre Noviembre Diciembre

05. 2020, aniversario de la muerte del Hno. Graciliano Bañuelos, SSP

07. Nuestra Señora del Rosario.

08. 2016, aniversario de la muerte de la Hna. Rafaela For nas, HSP

09. 2014, aniversario de la muerte de la Hna. Mercedes Barriuso, HSP.

14.1960, aprobación pontificia de la Sociedad Bíblica Católica Internacional.

15. 1995, Pías Discípulas del Divino Maestro en Toledo.

16. 2003, aniversario de la muerte de la Hna. Rosa Pivetta, HSP.

18. 2017, aniversario de la muerte del Hno. Teodoro Or tega, SSP

2020, aniversario de la muer te del P. Ricardo Ares, SSP

19. Memoria del beato Timoteo Giaccardo.

20. 2013, aniversario de la muerte del P. Agapito Aliende, SSP

23. Jornada misionera mundial DOMUND (96ª).

28. 1943, las Pías Discípulas del Divino Maestro en Bilbao.

29. 2000, aniversario de la muerte de la Hna. Edita, PDDM.

30. Solemnidad del Divino Maestro, Titular de las PDDM y del Instituto Jesús Sacerdote.

Aniversario de la Dedicación de la Iglesia del Divino Maestro, en Roma.

01. Solemnidad de Todos los Santos.

02. Solemnidad de Todos los Fieles Difuntos.

06. Día de la Iglesia Diocesana. - 1999 Aniversario de la muerte del Hno. Aurelio Gar cía, SSP.

10. 2011, aniversario de la muerte de Óscar Prieto, ISF.

13. Jornada Mundial de los Pobres (5ª).

15. 2014, aniversario de la muerte del P. Tomás Larrauri, SSP.

22. Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo.

25. Aniversario de la Dedicación del Templo de San Pablo, en Alba.

26. Fiesta del beato Santiago Alberione, Fundador de la Familia Paulina.

29. Aniversario de la Dedicación del Santuario-Basílica Menor Reina de los Apóstoles, en Roma (1954).

30. 1996, aniversario de la muerte del Hno. Miguel Alfaro Toledo, SSP.

08. Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

-1965. Hijas de San Pablo en Madrid, calle San Bernardo.

11. 1987, el Canónigo Francesco Chiesa es declarado venerable.

13. 1978, aniversario de la muerte de la Hna. Graciela Justo, PDDM.

16. Comienza la Novena de Navidad.

18. 2008, aniversario de la muerte de la Hna. Epifania Bassi, HSP.

20. 2018, aniversario de la muerte del Hno. Aurelio Martín Varillas, SSP

23. 1970, aniversario de la muerte de la Hna. Alicia Hierro Ruiz, HSP.

- 2021, aniversario de la muerte del P. Francisco Ares, SSP

25. Solemnidad del Nacimiento del Señor.

30. Fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, Titular del Instituto Santa Familia.

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¡Qué bellas son las máquinas destinadas a los que evangelizan el bien! El apóstol de la buena prensa experimenta ante las máquinas algo más que san Francisco cuando sentía salir de su alma el himno al hermano sol (El Apostolado de la Edición, 366).

Llenad con los misterios del rosario los huecos de la jornada y en esta se tendrá alegría (Una buena palabra, 6, 92).

Caminante infatigable, fundador de Iglesias en todo el mundo, incendiario de corazones: he aquí la figura de san Pablo, cuyo corazón era el corazón de Cristo «Cor Pauli, cor Christi» (El apóstol Pablo inspirador y modelo, 144).

¡Siempre adelante!, como Cristo propagandista; como Pablo, caminante de Dios. Sentir el «Cristo vive en mí» del Apóstol es acompañar a la Iglesia en su difícil camino (El apóstol Pablo inspirador y modelo, 146).

INSTITUTOS PAULINOS DE VIDA SECULAR CONSAGRADA Protasio Gómez, 15 28027 MADRID +34 917 425 113 institutos@sanpablo.es

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